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Efectos del acto jurídico

Derecho Civil III


¿Cuáles son? ¿A quién afectan?

El acto jurídico que reúne los elementos esenciales y cumple los


requisitos de validez surte plenos efectos de derecho.

Es una manifestación exterior de voluntad, bilateral o unilateral,


cuyo fin directo es engendrar, fundándose en una regla de derecho,
en contra o en provecho de una o varias personas, un estado, es
decir, una situación jurídica general y permanente, o, al contrario,
un efecto de derecho limitado que conduce a la formación, a la
modificación o a la extinción de una relación de derecho.

(Bonnecase)
Así mismo, las principales consecuencias que la ley les atribuye
se generan en provecho o en contra de determinadas personas.

Cada contrato produce un conjunto de derechos y obligaciones


que varían según el tipo de acto y conforme a las estipulaciones
que las partes introducen, en uso tanto de su libertad contractual
como de su voluntad autónoma.

Los actos jurídicos hacen nacer obligaciones; por eso se dice


que son fuente de obligaciones.
Autor, parte y tercero (conceptos)
Se llama autor a quien por sí mismo, obrando en su propio interés,
o por medio de su representante, realiza un acto jurídico unilateral.

Son partes quienes celebran un acto jurídico plurilateral por su


propio derecho o están representados válidamente en él.

Por extensión, se considera también autor o partes a los sucesores


de éstos en la universabilidad de los bienes o derechos
transmisibles por la muerte (mortis causa) o en una parte alícuota
(proporcional) de los mismos.
Por exclusión, los terceros son aquellos que no fueron autor ni parte
del acto jurídico: toda persona que no celebró el acto por su propio
derecho ni resultó representada válidamente en él. De ello resulta que:

1. Serán parte de un acto:

a) Quien lo celebró por sí mismo.


b) El que fue representado válidamente
c) Quien recibe todo el patrimonio o una fracción proporcional de los
bienes de aquel que fue parte, o sea, quien sucede o es causante
universal de las partes.
2. Serán terceros:

a) Quienes no celebraron el contrato por sí mismos ni resultaron


representados válidamente en él.

b) El representante

c) Quien recibe uno o varios bienes o derechos específicamente


determinados del que fue parte, y sólo lo sucede en esos
derechos o bienes específicos; se le llama causahabiente
particular, por ejemplo, el legatario.
Causante y causahabiente
Se llama causante al transmisor de los derechos o bienes y
causahabiente al que los recibe, es decir, al sucesor de
aquél en la titularidad del derecho.

La transmisión es el conjunto de bienes, derechos y


obligaciones en su integridad, o a una parte proporcional
de ellos –y entonces se habla de transmisión o sucesión
universal (como en el caso de la herencia)-, o bien puede
consistir en una transmisión o sucesión a título particular.
La transmisión puede ocurrir por un acto de voluntad, como en el caso de
los contratos o actos traslativos de dominio que efectúa el causante (cesión
de derechos, compraventa, donación o permuta), en los cuales el titular o
dueño transfiere sus facultades a otro, quien los recibe y es causahabiente
de ellas.

Pero también puede ocurrir la transferencia por efecto de la ley, ya sea a


propósito de la muerte del causante –la cual produce la transmisión de sus
bienes, derechos y obligaciones a sus herederos, quienes son sus
causahabientes- o bien a causa de la sustitución del acreedor por un
tercero, que le paga la deuda con interés jurídico, en la subrogación por
pago. La subrogación por pago es así una forma de transmitir los derechos.
El principio res inter alios acta
(cosa realizada entre otros)
Este principio significa que los actos jurídicos producen obligaciones
solamente para su autor o las partes, no para los terceros. Los contratos y
los catos jurídicos, en general, sólo comprometen la libertad de quienes lo
celebran.

Solamente quedan ligados, obligados, quienes deciden libremente asumir


tal responsabilidad.

El art. 1796 del Código Civil prescribe: “los contratos obligan a quienes lo
celebran.” “Es un hecho que si no queremos contraer obligaciones, aquel
que carezca de nuestra representación, no puede obligarnos a prestación
alguna que no hayamos consentido de manera voluntaria.
Efectos de los contratos en relación
con las partes: fuerza obligatoria.
Los artículos 1796 y 1797 del Código Civil Mexicano señala en
el primero que los contratos “obligan a los contratantes no sólo al
cumplimiento de lo expresamente pactado, sino también a las
consecuencias que, según su naturaleza, son conforme a la buena
fe, al uso o a la ley”.

El segundo establece que “la validez y el cumplimiento de los


contratos no pueden quedar al arbitrio de uno de los contratantes”
lo cual significa que el contrato obliga a quienes lo celebran y
que ninguno de ellos puede privarlo de efectos unilateralmente o
dejar de cumplirlo.
El acto jurídico como creado de
normas
Las disposiciones contenidas en un contrato o en una declaración
unilateral de voluntad (para referirnos sólo a algunos actos jurídicos de
derecho privado) son verdaderas normas de derecho.

Ya lo dijo Kelsen (El contrato y el tratado):

El fin esencial de la convención es, por definición, producir efectos


jurídicos; pero como la convención tiene, por su misma naturaleza, esa
cualidad denominada “fuerza obligatoria" y los sujetos adquieren, a
consecuencia de lo estipulado, obligaciones y derechos de que
anteriormente carecían, la función creadora de derecho debe existir en
cada convención, incluso en el contrato de derecho privado.
El alcance de la fuerza obligatoria
del contrato
No se limita exclusivamente a lo dispuesto en las
cláusulas que integran dicho acto: las partes deben
respetar sus propias estipulaciones pero además:

1. Tienen que observar los principios legales


concernientes al acto que han celebrado.
2. Deben cumplir las reglas emergentes del uso.
3. Tienen que observar el contrato conforme a la buena
fe.
La integración del contrato con la ley:
cláusulas esenciales,
naturales y accidentales
La ley proporciona fuerza obligatoria al contrato y además
establece sus principios generales; respecto de muchos de
ellos, el Código Civil contiene disposiciones que los regulan
exhaustivamente. Éstos son los contratos típicos o nominados.

Las cláusulas del contrato deben relacionarse con las normas


legales que reglamentan los contratos en general y el tipo de
contrato celebrado, así como obtener de la interpretación
conjunta de todas esas disposiciones el alcance y contenido
del acto.
Integración del contrato con el uso
Los contratantes están obligados también a respetar
las reglas del uso, es decir, la práctica particular que
los contratantes han observado en sus precedentes
relaciones jurídicas. Es la práctica con que han
cumplido los contratos celebrados entre sí. Los
contratantes tienen derecho a exigir que se respete el
uso seguido.
Relación entre el uso y la costumbre
El uso y la costumbre tienen en común que ambos
son una práctica reiterada. Mas se distinguen en que,
mientras la costumbre es una práctica general
(inveterata consuetudo) que se considera obligatoria
entre los miembros de una comunidad (opinio juris
seu necessitatis), el uso es una práctica particular, no
una práctica común ni necesaria para la colectividad.
Integración del contrato con las
reglas de la buena fe
Toda ventaja o beneficio a costa del sacrificio ajeno que no
haya sido concedida por la ley, el uso o la común intención
vertida en una cláusula contractual, debe ser omitida,
descartada por el contratante de buena fe: "La buena fe
prohíbe, en primer lugar, que se cometa abuso con
pretensiones jurídicas formal o aparentemente fundadas.
La buena fe quiere proteger al deudor contra las
exigencias impertinentes que choquen contra el derecho y
la equidad" (Enneccerus).
Ratificación del principio de la
fuerza obligatoria del contrato
El art. 1797 del Código Civil reafirma el principio de
la fuerza obligatoria del contrato al señalar: "La
validez y el cumplimiento de los contratos no pueden
dejarse al arbitrio de uno de los contratantes."
Ninguno de ellos tiene el poder de eludir su
cumplimiento ni de extinguir el acto unilateralmente.
Revocación por común acuerdo
Así como el contrato no puede ser revocado por uno
de los contratantes, es posible hacerlo por la voluntad
de ambos. Lo que dos voluntades anudaron puede ser
desatado por ellas mismas. Esto debe entenderse sin
perjuicio de los derechos de tercero, constituidos
legítimamente con base en el contrato que pretendiere
revocarse.
Teoría de la imprevisión
el contrato obliga a los contratantes y debe ser
cumplido sin excusa ni pretexto, lo que se resume en
el principio latino pacta sunt servanda.

La teoría de la imprevisión postula esta última


solución al afirmar que la fuerza obligatoria del
contrato debe ceder para ajustar sus cláusulas, luego
de que el acto se tomó inequitativo por el cambio
imprevisto de las circunstancias.
Antecedentes: la cláusula rebus sic
stantibus
Las partes han dado por sobreentendida o implícita la
cláusula de que se consideran obligadas siempre que
las circunstancias permanezcan como están en el
momento de concertar el acto, siempre que las cosas
estén igual (rebus sic stantibus). Si las cosas cambian
por causas imprevistas, las partes deben ser eximidas
de cumplir el contrato.
Efectos de los contratos, en relación
con terceros
Se ha dicho ya que los actos jurídicos (entre ellos el contrato)
sólo surten efectos de obligatoriedad para las partes que los
celebran y que no pueden comprometer a las personas que fueron
terceros en los mismos.

Así, en la estipulación en favor de tercero constatamos que el


contrato puede favorecerlos, estableciendo derechos en su
provecho. La estipulación en favor de tercero o estipulación por
otro es la cláusula en virtud de la cual las partes convienen en
conceder un derecho a alguien que no ha intervenido en el
contrato.
La oponibilidad
La oponibilidad es una característica esencial de los derechos reales
que se manifiesta como el poder de hacerlos valer frente a todos,
erga omnes. Así, el titular de un derecho real de hipoteca puede hacer
prevalecer su derecho respecto del dueño de la cosa hipotecada, ante
cualquier subadquirente y en relación con cualquier otra persona.

La oponibilidad del derecho del crédito se explica con facilidad; es


admitida en general para cierto tipo de terceros conectados con las
partes, como los acreedores de ambas o sus causahabientes, y su
reconocimiento resulta más discutible cuando se trata de terceros
completamente extraños a las partes (los llamados poenitus extranei).
La oponibilidad para terceros
El principio de la oponibilidad se ha desarrollado y aplicado
también en los casos en que un tercero se hace cómplice de una de
las partes en la violación del contrato.

Los Mazeaud señalan:

La obligación es un hecho que los terceros no tienen el derecho de


desconocer. Una copiosa jurisprudencia, sobre todo en la materia
de contrato de trabajo, afirma la responsabilidad del tercero que a
sabiendas, se hace cómplice de la violación de un contrato, y lo
condena in solidum con el deudor.
El efecto obligatorio y la promesa de
Porte Fort
Con tal denominación se conoce el compromiso que asume
una de las partes en un contrato de obtener el
consentimiento de un tercero para que éste concierte un acto
jurídico o cumpla una prestación, imponiéndose el
promitente una pena si fracasa.

Esto es, se trata de una obligación de hacer, asumida por una


de las partes, que consiste en tomar las medidas necesarias
para convencer a una persona ajena al contrato a que preste
su concurso en cierto acto o realice determinada conducta.

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