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Causas de
justificación
Las normas deontológicas tendrán por fin enlazar ese fin orientativo
que provee la ética con el disciplinario. De tal modo, podemos
ensayar su concepto sosteniendo que constituye un conjunto de
normas mínimas que un determinado grupo profesional establece,
reflejando la concepción ética común y mayoritaria de sus miembros,
en cuyo seno se comprometen a desempeñar su actividad.
Las normas deontológicas, en la actualidad, son muchas veces
reconocidas y codificadas por los mismos profesionales, y coexisten
con las disposiciones jurídicas que prevén la responsabilidad civil y
penal de éstos.
Las primeras imponen sanciones disciplinarias que son aplicadas por
los colegios profesionales, en tanto, las normas jurídicas prevén
penas y resarcimientos que son impuestos por los jueces penales y
civiles.
Las normas deontológicas. Su
función en la responsabilidad civil
Una posición sostiene que la violación de la norma deontológica
puede constituir ilicitud (ningún acto voluntario tendrá el carácter de
ilícito, si no fuere expresamente prohibido por las leyes ordinarias,
municipales o reglamentos de policía; y a ningún acto ilícito se le
podrá aplicar pena o sanción de este código, si no hubiere una
disposición de la ley que la hubiese impuesto) atribuyendo
responsabilidad al profesional que las ha incumplido.
En un sentido opuesto al anterior, Mosset Iturraspe ha criticado esta
solución señalando que las normas éticas no son jurídicas, en
consecuencias, resultan ajenas a un juicio de responsabilidad por
daños, culminan en una sanción al inmoral, pero son indiferentes
para la víctima del daño y ajenas a los Tribunales de Justicia. En
definitiva, propugna la irrelevancia de tales normas deontológicas a
la hora de juzgar la responsabilidad civil profesional.
Las normas deontológicas. Su función en la
responsabilidad civil. Cont.
Más allá de la oposición planteada entre ambas tesis, de lo que no se
duda y resulta compartible es que, en la medida que la norma
deontológica se haya incorporado a la norma jurídica, su violación
integra el elenco de conductas antijurídicas. En este sentido, con relación
a la profesión de abogado en nuestro país, podemos mencionar algunos
deberes cuya transgresión ocasionan como consecuencia la
configuración de la antijuridicidad: patrocinio del cliente actuando con
lealtad, probidad y buena fe profesional (art. 67 de la Ley 23.187);
patrocinar o asesorar simultáneamente a litigantes contrapuestos, o
aceptar la defensa de una de las partes si ya se hubiese asesorado a la
contraria (art. 10 inc. a de la Ley 23.187).
Tampoco existe debate en cuanto a que cualquier reconocimiento
jurídico de una norma deontológica, encuentra límite en su confrontación
con las normas legales en sentido formal: si la primera colisiona con la
segunda, ésta es la que habrá de prevalecer.
Cumplimiento defectuoso
El incumplimiento puede ser: 1) absoluto, cuando la conducta obrada es
inversa a la debida, y 2) relativo, cuando hay un defecto en cuanto a las
circunstancias de modo, tiempo o lugar de cumplimiento. Este
cumplimiento defectuoso es, en realidad, una especie del
incumplimiento, y genera también la responsabilidad del deudor, que sólo
se libera mediante su cumplimiento exacto.
Frente a un intento del deudor de pagar defectuosamente, el acreedor
puede adoptar alguna de las siguientes actitudes:
Rechazar el pago por carencia del requisito de identidad.
Aceptar el pago defectuoso, con lo cual la deuda queda extinguida por
dación en pago.
Aceptar el pago defectuoso, pero con reserva del derecho a reclamar
que se lo adecue debidamente, o la correspondiente indemnización por
el defecto.
Trabajo Práctico: Antijuridicidad
Hechos: Una sociedad demandó procurando la reparación
del daño que denunció causado por el obrar de otra sociedad
que la obligó mantener la contracautela que debió prestar en
un expediente judicial seguido entre las mismas partes.
Relató que dedujo un interdicto de obra nueva porque en el
inmueble vecino al suyo la demandada estaba levantando una
obra que le provocaba daños y que dicha demandada pidió la
elevación de la contracautela que había prestado.
Reclamó la reparación del daño causado por la inmovilización
de la suma de dinero que depositó como contracautela en un
expediente judicial en el que obtuvo una medida cautelar
contra la demandada -en el caso, medida de no innovar
decretada en un interdicto de obra nueva- y luego resultó
vencedora en sus pretensiones.
TP. Continuación.
Sostuvo que se vio privada de la renta respectiva durante el tiempo que el
dinero estuvo depositado a la orden del Tribunal. Demandó los frutos del
capital, debiendo computarse el daño desde el día en que hizo cada
depósito, pues el desembolso correspondiente marca el inicio de la
pérdida de los frutos respecto de cada importe, y hasta que la devolución
estuvo disponible, descontados los intereses pagados por el banco
depositario.
Preguntas:
1) ¿Es procedente el reclamo?
2) ¿Es lícita la conducta de exigir la contracautela?
3) Cómo fundaría, eventualmente la procedencia de la acción, teniendo
en cuenta que la ley procesal fija la contracautela como uno de los
requisitos de la procedencia de la medida cautelar (art. 199) y que el art.
208 del Código Procesal sólo prevé la indemnización de los perjuicios en
caso de abuso en el derecho de solicitar la medida cautelar.
4) En su caso, ¿Cuál sería la medida del daño resarcible?
FIN
MUCHAS GRACIAS