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Definida como la “acción de vivir en compañía de otro u otros”, según la Real Academia de la Lengua.
Supone una interacción entre grupos de personas y tiene, habitualmente, connotaciones positivas de
interacciones armoniosas entre estos.
Cuando la convivencia es intercultural se refiere específicamente a la convivencia entre culturas o grupos
culturales. Esta convivencia, para ser tal, requiere, según Carlos Giménez, de cuatro elementos
fundamentales:
•1) esfuerzo de aprendizaje recíproco por parte de las diferentes culturas
•2) contexto de igualdad y tolerancia entre las personas de diferente origen cultural
•3) normas sociales de convivencia, que deben ser comunes para todas las personas integrantes de la
sociedad intercultural
•4) mecanismos establecidos de resolución de conflictos, pues, ciertamente, la convivencia no implica
ausencia de conflicto, sino tener herramientas para asumirlos y transformarlos
¿Cuál es la importancia de convivencia intercultural?
En diciembre de 2001, la Asamblea General de las Naciones Unidas declaró el 21 de mayo como
el Día Mundial de la Diversidad Cultural para el Diálogo y el Desarrollo, el que se celebra para
destacar la importancia del diálogo entre civilizaciones, culturas y religiones, abrazando así la
comprensión mutua, el respeto, la solidaridad y la cooperación entre todos los pueblos del mundo. La
diversidad cultural favorece el desarrollo del país, gracias a la amalgama de recursos étnicos,
tradiciones, sociales, flora, fauna, regiones y paisajísticos. Por esto las diferencias incorporan un
potencial positivo, ya que son el medio por el que se complementan los unos a los otros para crear
soluciones que nos permitan convivir en los entornos naturales y sociales. Es importante destacar que
tres cuartas partes de los mayores conflictos tienen una dimensión cultural, por ello superar la división
entre las culturas es urgente y necesario para la paz, la estabilidad y el desarrollo. La diversidad
cultural es una fuerza motriz del desarrollo, no sólo en lo que respecta al crecimiento económico, sino
como medio de tener una vida intelectual, afectiva, moral y espiritual más enriquecedora. Además, es
un componente indispensable para reducir la pobreza y alcanzar la meta del desarrollo sostenible.