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FELICES

SON LLAMADOS A

LOS
LA CENA DEL
CORDERO
Y el ángel me dijo: Escribe: Bienaventurados
los que son llamados a la cena de las bodas del
Cordero. Y me dijo: Estas son palabras
verdaderas de Dios. Yo me postré a sus pies
para adorarle. Y él me dijo: Mira, no lo hagas;
yo soy consiervo tuyo, y de tus hermanos que
retienen el testimonio de Jesús. Adora a Dios;
porque el testimonio de Jesús es el espíritu de
la profecía”.
Apocalipsis 19:9, 10
“Un
Cordero”
Bienaventurados quienes son invitados
a las bodas del cordero. Qué mejor
cuadro para ilustrar aquel momento
especial de una felicidad sin límites.

La celebración no se da en lo que está


servido o la calidad de los invitados. La
celebración se da en ocasión del que
invita, y es precisamente el cordero de
Dios.
Aquel que estaba destinado desde la
caída (Gn. 3:21) de nuestros primeros
padres y que se hizo hombre (Jn. 1:29;
Heb 4:15) sujeto a las mismas pasiones
y tentaciones que enfrentamos hoy.
Es él quien recibe a sus invitados para
compartir su felicidad con una
generación redimida por su sangre.
Como cordero, Cristo manifestó su
mansedumbre. “… (Como un cordero que es
llevado al matadero). Tampoco él abrió su
boca”. (Is. 53:7). Desde su nacimiento sus
ojos estaban puestos en aquellos a quienes
salvaría por su sacrificio. Pudo desistir de esta
tarea, nada lo obligaba, nadie se lo imponía,
no había compromisos, sin embargo, entregó
su vida por amor a sus hijos, aun al precio
más alto: su propia vida.
“Una
Cena”
La cena es libre para todos
(Lc. 14:21). Todos son invitados,
todos son llamados, no se hace
distinción entre ellos. Sin embargo,
quienes aceptan la invitación se
distinguen
(Mt. 22:11, Ap. 19:8) por reconocer
y aceptar al que invita (Cordero).
En el plan de salvación todo se
hace realidad para los que
aceptan lo ofrecido por Dios:
“todo aquel que en él cree”.
(Jn. 3:16)
Podemos sentir incluso que
no hay sentido en el mañana
pues nada presagiaría que
mejorara. Pero recuerda, no
olvides que es Jesús quien
toma la iniciativa de ir a tu
casa, tocar tu puerta, llamar y
esperar cenar contigo.
(Ap. 3:20).
“Una Boda”
La ocasión de la cena es precisamente
la boda, momento cumbre de
compromiso entre dos personas. Es
usual hoy en día decir “te amo, te
quiero, etc.”, pero muy raras veces
decir “cásate conmigo”.
A veces suele ser el miedo, el
desconocimiento, etc., pero casi siempre
en el fondo es el egoísmo. Pues nuestra
naturaleza caída siempre esperará recibir
antes que dar.
(1 Jn. 4:8).

Queremos pruebas para saber si algo


es cierto o si es digno de creer. Y en
esa indecisión prolongamos aquello
que ya podríamos estar disfrutando.
(Jr. 13:23, Ro. 8:1).
Por esta razón, en ocasión de su
venida, Jesús hace el llamado,
hace la invitación a aquellos
que quieren experimentar una
felicidad sin límites. Esta
felicidad solo se puede lograr si
le entregamos nuestra vida a él
(Hc. 22:16).
FELICES
SON LLAMADOS A

LOS
LA CENA DEL
CORDERO

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