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INSTITUTO POLITÉCNICO NACIONAL

ESCUELA NACIONAL DE MEDICINA Y


HOMEOPATÍA

LUXACION DE RODILLA
Traumatología y Ortopedia
DRA. ANEL RAMIRO DOMINGUEZ
Olvera Hernández Bruno A.
7HM2
La luxación de rodilla es un traumatismo, afortunadamente poco frecuente, que lleva implícito un
mecanismo de producción violento e implacable.
La mayor parte de las veces se presenta como una «luxación cerrada», sin embargo también
puede ser «abierta». Siendo un accidente inhabitual, es durante las primeras horas de
hospitalización cuando hay que estar más alerta y lograr descartar de manera fehaciente y
objetiva la implicación de una lesión arterial.
CLASIFICACIÓN

– Se basa en el desplazamiento de la porción proximal de la tibia respecto a la porción distal del


fémur. También se debe evaluar las luxaciones expuestas versus cerradas y reducibles versus
irreductibles. Cuando la luxación de la rodilla se sigue de su reducción espontánea, puede
clasificarse como oculta.
– Anterior: Hiperextensión forzada de la rodilla superior a -30°; la más frecuente (30% al 50%);
asociada a rotura del LCP (y probablemente del LCA), con una incidencia de rotura de la arteria
poplítea que aumenta con el grado de hiperextensión.
– Posterior: Fuerza en dirección posterior que actúa sobre la tibia proximal estando la rodilla en
flexión (25%); lesión por «choque contra el salpicadero»; se acompaña de rotura del LCA y del
LCP, así como de lesión de la arteria poplítea según aumenta el desplazamiento de la tibia
proximal.
– Lateral: Fuerza valguizante (13%); rotura de las estructuras de soporte medial, frecuentemente
de ambos ligamentos cruzados.
– Medial: Fuerza varizante (3%); rotura de las estructuras laterales y posterolaterales.
– Rotatoria: Fuerza en varo/valgo con componente rotatorio (4%); en general el cóndilo medial
perfora y forma un ojal en la cápsula articular.
Una vez conocido el mecanismo-violento del traumatismo, habitualmente tan sólo con la
inspección de la articulación podremos sospechar el diagnóstico que será confirmado por
la radiología. La deformidad es tan evidente, que pocas dudas tendremos al respecto.

El interés primordial debe ir encomendado al estudio del lecho vascular.


Los signos típicos de la coloración, el calor o el pulso, no debe de hacernos pensar en la
integridad del árbol vascular.
Una vez efectuada la exploración del miembro, se puede intentar la reducción de la
luxación bajo sedación, y si no es posible con anestesia general. Mediante tracción de la
pierna, y un movimiento de «cajón anterior», junto con una flexión de la rodilla,
lograremos la reducción, manteniendo un buen control de la misma si afianzamos con
firmeza el tercio superior de la tibia. por su cara posterior, con la finalidad de evitar la
reluxación.
Es obligada la radiografía de control post-reducción. Además de atestiguar la correcta
reducción, nos orientará sobre otras lesiones óseas asociadas
La lesión asociada de la arteria poplítea es relativamente frecuente, pudiendo aparecer la
isquemia, por trombosis, varios días después del accidente. En este sentido, la presencia de
pulsos distales, no debe de anular la arteriografía.

Hay que agotar todas las posibilidades a nuestro alcance para descartar la lesión arterial, ya
que el retraso en el diagnóstico de la misma puede dar lugar a la amputación del miembro,
aconsejándose intervenir entre las seis a ocho horas posteriores al traumatismo; por lo que
se recomienda una arteriografía en todos los casos de luxación completa de rodilla

La reparación ligamentaria se plantearía una vez resuelto el problema vascular. Este junto a
las luxaciones abiertas y a ciertos pacientes con politraumatismos harán posponer la cirugía
ligamentaria.
TRATAMIENTO

– Es esencial la reducción cerrada inmediata, incluso sobre el terreno, sobre todo si está
comprometida la viabilidad de la extremidad. Ha de evitarse ejercer presión directa en el espacio
poplíteo durante o después de la reducción. Hay maniobras específicas de reducción para cada
tipo de luxación.
– Anterior: se combina la tracción axial sobre la extremidad con la elevación de la porción distal
del fémur.
– Posterior: a la tracción axial sobre la extremidad se asocia extensión y elevación de la porción
proximal de la tibia.
– Medial/lateral: tracción axial sobre la extremidad junto con traslación lateral/medial de la tibia.
– Rotatoria: tracción axial sobre la extremidad junto con desrotación de la tibia. Se cree que la
luxación posterolateral es «irreductible» porque el cóndilo femoral medial forma un ojal en la
cápsula medial, lo que ocasiona el signo del hoyuelo en la cara medial de la pierna; requiere
reducción abierta. Hay que inmovilizar la rodilla en 20° a 30° de flexión. La rodilla debe estar
perfectamente reducida en la férula.
– Fijación externa: este abordaje es mejor para las rodillas gravemente inestables. Protege la
reparación vascular. Permite el cuidado de la piel en las lesiones expuestas.
Consideraciones terapéuticas generales

– La mayoría de los autores recomiendan reparar las estructuras lesionadas.


– El tratamiento no quirúrgico se ha asociado a malos resultados.
– Períodos de inmovilización: cortos períodos de inmovilización consiguen una mejor movilidad,
pero con laxitud residual. Períodos largos de inmovilización mejoran la estabilidad, pero limitan la
movilidad.
– Estudios recientes han observado mejores resultados con el tratamiento quirúrgico, aunque
con mayores tasas de osificación heterotópica.
– No se dispone de ningún estudio prospectivo, controlado y randomizado que compare los
resultados de lesiones similares.
– La rotura completa de las estructuras de la EPL tiene mejores resultados cuando se realiza una
reparación abierta precoz. La reconstrucción tardía es difícil.
– Es importante reconstruir las estructuras de la EPL: permite el alineamiento femorotibial y la
cirugía de los ligamentos colaterales y del LCA depende de la reconstrucción de las estructuras
de la EPL. Nunca está indicado reconstruir el LCA antes que las estructuras de la EPL.
Tratamiento no quirúrgico

– Inmovilización en extensión durante 6 semanas.


Fijación externa:
– Si la lesión es «inestable» o se subluxa en la órtesis.
– Pacientes obesos.
– Pacientes politraumatizados.
– Traumatismos encéfalo-craneanos.
– Cuando se ha realizado una reparación vascular.
– Si se ha realizado una fasciotomía o hay heridas abiertas.
– El fijador se retira bajo anestesia.
Artroscopia:
– Para aumentar la flexión.
– Evaluación de la laxitud residual.
Tratamiento quirúrgico
Indicaciones:
– Incapacidad para conseguir una reducción cerrada.
– Interposición residual de partes blandas.
– Fracturas expuestas.
– Lesiones vasculares.
– Las lesiones vasculares requieren un fijador externo y su reparación mediante injerto
invertido de vena safena extraído de la pierna contralateral; con un retraso de más de 8 h con
compromiso vascular documentada, se han observado tasas de amputación de hasta el 86%.
Si la extremidad ha permanecido en isquemia durante más de 6 h, se debe realizar una
fasciotomía en el momento de la reparación vascular.
– La reparación de los ligamentos es controversial: la literatura actual apoya la reparación
aguda de los ligamentos laterales, con movilidad precoz en una órtesis funcional. El
momento de la reparación quirúrgica depende de las condiciones tanto del paciente como de
la extremidad. Las lesiones del menisco también deben tratarse en el momento de la cirugía.
1) Luxación de rodilla. (s. f.). Pontificia Universidad catolica de chile. Recuperado 15

de noviembre de 2020, de

http://www.docenciatraumatologia.uc.cl/luxacion-de-rodilla/

2) Martínez Pecino M , LInna Gasco F , Moreno Montijano JA , Carreras Fiores F.

Luxación de rodilla. Emergencias. 1996;8:427-30.

3) De Los Rios Giraldo, Adolfo & Giraldo, Ríos. (2019). Luxación de rodilla. 19. 34-43.

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