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Sigmund Freud en 1940, dice que el niño es psicológicamente el padre

del hombre y que los acontecimientos de sus primero años son de


suma importancia para el resto de su vida y como las experiencias
infantiles pueden explicar el desarrollo de la personalidad.

Teniendo en cuenta que el apego consiste en la vinculación existente


entre dos personas producto de la interacción social y afectiva entre
ambas, dejando en claro que el estudio de la personalidad debe
realizarse desde los primeros años en adelante.
Aparte del parentesco de este primate con el hombre, pudieron
observar las consecuencias de la privación de todo contacto social en
distintos periodos de duración.

En el laboratorio de primates de la Universidad de Wisconsin, en el año


1955 el psicólogo Kuenne Harlow decidió realizar una investigación
acerca de la relación para establecer la conducta basada en el apego y
los lazos afectivos entre madre-cría, cría-cría.
Criándolos sin madres pero en compañía de otros de su edad y con
madres pero sin la compañía de aquellos.
Dentro de la investigación se dimensionó la importancia de la
significación de la relación materna, particularmente para facilitar la
relación de interacción del lactante con otros lactantes, pero también
encontraron que la relación de interacción entre lactante-lactante en
óptimas condiciones puede compensar plenamente la falta de los
cuidados maternales.

La privación social entre los primeros tres y seis meses de vida dificulta
la capacidad de adaptación social del animal con otros de su misma
especie, afirmando que en un futuro podrían estar trastornados
emocionalmente.
Los macacos nacidos en el laboratorio tienden a tener comportamiento
repetitivos compulsivos a diferencia de los que nacen en la selva, se
sientan en sus jaulas y miran fijamente al espacio, dan vueltas en sus
jaulas de una manera repetitiva estereotipada y se cogen las cabezas
entre las manos o brazos y se balancean durante largos periodos de
tiempo.

Por el contrario, un macaco nacido en la selva se dirigirá con amenazas


a la persona que se le acerque de manera agresiva. Además, el
comportamiento sexual de estos macacos era completamente normal,
en cambio los nacidos en el laboratorio carecían del impulso sexual.
Habiendo separado al lactante de su madre, el procedimiento era el de
mantenerlo solo en una jaula de material de alambre en una habitación
grande con otros lactantes enjaulados de la misma manera, así mismo,
cada pequeño mono podía ver y oír, a otros de su especie, aunque no
podía tener contacto físico directo con ellos.

En el grupo se ven exhibidas anormalidades de comportamiento que se


ven raramente en animales nacidos en la selva y traídos al laboratorio
cuando son adolescentes o preadolescentes.
Los monos nacidos en el laboratorio se sientan en sus jaulas y miran
fijamente al espacio, dan vueltas en sus jaulas de una manera repetitiva
estereotipada y se cogen las cabezas entre las manos o brazos, se
pellizcan el cuerpo y se balancean durante largos periodos de tiempo
de manera frecuente considerándose como actos impulsivos.

Auto-agresión Auto-castigo

Por el contrario, un macaco nacido en la selva se dirigirá con amenazas


a la persona que se le acerque de manera agresiva.
Estos comportamientos los relacionan con niños que viven excluidos en
orfanatos y en los adolescentes que son apartados en hospitales
mentales, permitiendo hacer una relación entre la experimentación con
animales que permite observar el comportamiento desempeñado por
el cerebro en conductas más y menos complejas de acuerdo a la
alteración que se realice dentro del comportamiento humano.
En el verano del año 1960, hicieron una situación de psicoterapia de
grupo para 19 de estos animales 9 machos y 10 hembras usándolos
para abastecer la isla de monos en el zoo municipal de Madison. Esta
fue su primera experiencia fuera del laboratorio, y la idea principal era
que pudieran sobrevivir.

Tuvieron que aprender a beber agua de una pila abierta en vez de un


tubo del muro de la jaula, a competir por el alimento en una situación
de alimentación comunitaria, a acurrucarse juntos o a encontrar abrigo
en el tiempo inclemente, a trepar en las rocas y a evitar el agua que
rodeaba la isla. Lo más difícil de todo es que tuvieron que aprender a
vivir juntos.
• Hubieron tres bajas (muertes) un
macho que se ahogó y dos hembras
heridas que tuvieron que ser
devueltas al laboratorio fueron
resultado de la tensión de la
adaptación social.
El aislamiento social total produjo efectos devastadores en la relación
posterior del desarrollo de la personalidad y capacidad para
relacionarse sexualmente, causando efectos irreversibles en el contacto
social, afectando la supervivencia del individuo en el entorno social o
con una adaptación lenta provocando trastornos de personalidad o
psicopatologías.

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