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Novela decimonónica

 Romanticismo: concepto filosófico y actitud vital: subjetividad,


libertad, idealización.

 Nueva noción del arte: prima la originalidad y ya no es un arte


atemporal (neoclásico).

 «El romanticismo fue en Europa la literatura de la rebelión […]


contra la opresión política y a favor de la libertad. […] Nuestros
románticos en la América hispánica hablaron alguna que otra vez
como desterrados pero no hacían entonces más que imitar
diligentemente a sus derechos europeos. […] Nunca fueron
rebeldes. […] Estrechos lazos los ligaban a la tierra y a la familia y
a las costumbres tradicionales, y jamás llegaron a ser
revolucionariamente individualistas» (Henríquez Ureña).
Novela decimonónica

 «Lo que en Europa fue exotismo, entre nosotros se convirtió


paulatinamente en genuino regionalismo» (Fernando
Alegria).

 «La expresión de una época estabilizada será pues clásica.


La inestabilidad auspicia y procrea un tono romántico. El
clasicismo afirma y niega según sus patrones. El
romanticismo titubea, vacila, duda, se exaspera, agoniza.
[…] Digo esto para expresar mi preferencia por los
vocablos “sentimental o idealista” aplicados a la novela de
tal tendencia, en lugar de “romántica”» (Luis Alberto
Sánchez).
Novela romántica
 Novela: género romántico por excelencia (carece de
reglas preceptivas).
 Periquillo Sarniento (1816) de Fernández de Lizardi
 Códigos neoclásicos: viajes, ciencia, idiomas extranjeros,
lucha contra la esclavitud, mofa a los títulos nobiliarios.
 Marginación social, estilo periodístico, costumbrismo,
didactismo.
 Picaresca: denuncia y e interés reformista mediante la
ironía, en concordancia con las normas neoclásicas.
 Mirada admirativa hacia el paisaje americano.
 Color local, sentimentalismo, idealización.
Aparición tardía en Hispanoamérica

 1) Ausencia de una burguesía suficientemente consolidada: género de origen burgués (no


popular).

 2) Prohibiciones de las ordenanzas reales las novelas en América, no tanto su escritura, sino su
importación desde Europa, por considerarse su contenido materia escandalosa y corruptora:
los textos producidos durante el virreinato eran históricos, didácticos o doctrinales.

 «No es la prohibición lo que determina su ausencia. La novela supone una madura capacidad
de observación y de objetividad […]. Supone además madurez crítica» (Leguizamón).

 3) «Esta estrechez del círculo en que el autor vive […], aquella simplicidad de los elementos
que componen la sociedad, estorba la aparición de la novela en España lo mismo que en
América porque la imaginación no tiene para coordinar, exagerar y embellecer esa multitud
de acontecimientos de las grandes y poderosas ciudades» [europeas] (Viajes, Sarmiento).
Novela decimonónica

 Modalidad gótica poco cultivada: no trasmite ideas


nacionalistas.

 Proyectar el sentimiento nacional -desarrollo de una


conciencia criolla-.

 Discurso nacionalista foráneo de escritores europeos se


trastoca en materia literaria americana.

 Influencia francesa: Pablo y Virginia, Saint-Pierre (1787);


Atala, Chateaubriand (1801).
Novela decimonónica

 Puesta en marcha de imprentas e instituciones


culturales.

 Formación de un hábito de lectura entre clase


media.

 Escritoras mujeres (Gertrudis Gómez de


Avellaneda, Juana Gorriti, Eduarda Mansilla, etc..
Novela decimonónica
 Espacio americano.

 Personajes: diversidad étnica para representar distintas


regiones y estatus sociales (negros, mulatos, gauchos).

 Indianismo: imagen arquetípica del indio, desde una


perspectiva europea, punto de vista exótico y mistificador.
Pintoresquismo: descripción de su folclore, arte y tradiciones.
 Indigenismo: denuncia.

 Lenguaje localista.
 Novela histórica (o política):
 Modelos: Walter Scott, Alejandro Dumas, Víctor Hugo.
 Jinoténcal (1826); Amalia (1851-1855) de José Mármol; Guatimotzín
(1846) de Gertrudis Gómez de Avellaneda.
 Afán de reconstrucción de época: época de la Conquista.
 Tensión entre ficción e historia.
 Novela indianista: narra amores entre indígenas y españoles o
entre indio e india, color local: proyección de costumbres, leyendas y
supersticiones indígenas. Cumandá (1879) del ecuatoriano Juan León
Mera; la novela sentimental: María (1867) de Jorge Isaacs.
 Novela indigenista o abolicionista: denuncia de la esclavitud.
Francisco (1880) de Suárez Romero y Sab (1841) de Gómez de
Avellaneda, Una excursión a los indios ranqueles (1870) de Lucio
Mansilla.
Novela sentimental

 Cauce adecuado para expresar adecuadamente la subjetividad: pasiones o


sentimientos como eje central (amor, odio, nostalgia, seducción, etc..). Exagerados e
inverosímil: no hay profundización en la psicología de los personajes.

 Pathos emocional: amor-pasión de la pareja protagonista (amor cortés provenzal).

 Obstáculos que impiden la unión de la pareja: fatalidad trágica.

 Novela lacrimógena: sentimentalidad melancólica y dolorida. “Excesos” pasionales:


suspiros, desmayos, llantos.

 Momentos de suspense que acentúan el dramatismo.

 Adecuación del entorno a los estados de ánimo de los personajes.


Novela sentimental
 Amor-pasión: amantes que se conocen desde la infancia,
predestinados a estar juntos pero surgen obstáculos: viajes,
prohibiciones, enfermedades, rivales, etc..

 Ensoñaciones, sueños, pensamientos: mecanismos de los personajes


para evadirse del presente, reunir a los amantes cuando sufren
ausencia, o mostrar su carácter romántico y poético.

 Elementos prolépticos de la naturaleza que anticipan el final.

 Erotismo: pulsión sexual simulada.


 Costumbrismo: lenguaje y personajes tipo.
 Descripción de las tradiciones, formas de vida y cultura
una determinada: referencias a la música, los bailes,
celebraciones rituales como bodas y entierros, creencias
religiosas.
 Introducción de historias intercaladas o argumentos
paralelos al principal para dar espacio al desarrollo
del costumbrismo.
 Oposición campo/ciudad.
Novela sentimental
Heroína romántica: la huérfana, mujer ángel, heredera de
la donna angelicata petrarquista, parecido físico y moral
con la Virgen (lo bíblico como referente estético,
temperamento sensible y delicado, debilidad física.
 Mito de Salomé y femme fatale: mujer seductora,
peligrosa, cuyo nombre evoca la danza sensual y la
pérdida de la cabeza del hombre en el que se fije, desde
el principio descalificada para un matrimonio con el héroe.
Salomé es uno de los iconos femeninos más representados
en la pintura de la segunda mitad del XIX.
Novela sentimental
 Modelo masculino
Domina las armas y las letras, la música, las
ciencias, los negocios, distintas lenguas.
Valentía y habilidad física.
Protector de la mujer.
María (Jorge Isaacs, 1867)
 Culminación de la novela romántica.
 Valle del Cauca (Colombia): idealización.
 Exaltación del cristianismo: proyecta una visión
idílica de la sociedad.
 Perspectiva paternalista de una sociedad
esclavista.
 Éxito editorial.
Prólogo a María
 He aquí, caros amigos míos, la historia de la
adolescencia de aquél a quien tanto amasteis y que ya
no existe. Mucho tiempo os he hecho esperar estas
páginas. Después de escritas me han parecido pálidas
e indignas de ser ofrecidas como un testimonio de mi
gratitud y de mi afecto. Vosotros no ignoráis las
palabras que pronunció aquella noche terrible, al
poner en mis manos el libro de sus recuerdos: «Lo que
ahí falta tú lo sabes; podrás leer hasta lo que mis
lágrimas han borrado». ¡Dulce y triste misión! Leedlas,
pues, y si suspendéis la lectura para llorar, ese llanto
me probará que la he cumplido fielmente.
Capítulo 1
 Era yo niño aún cuando me alejaron de la casa paterna
para que diera principio a mis estudios en el colegio
del doctor Lorenzo María Lleras, establecido en Bogotá
hacía pocos años, y famoso en toda la República por
aquel tiempo.
En la noche víspera de mi viaje, después de la velada,
entró a mi cuarto una de mis hermanas, y sin decirme
una sola palabra cariñosa, porque los sollozos le
embargaban la voz, cortó de mi cabeza unos cabellos:
cuando salió, habían rodado por mi cuello algunas
lágrimas suyas.
Espacio: Valle del Cauca
 Estaba mudo ante tanta belleza, cuyo recuerdo había creído conservar en
la memoria porque algunas de mis estrofas, admiradas por mis
condiscípulos, tenían de ella pálidas tintas. Cuando en un salón de baile,
inundado de luz, lleno de melodías voluptuosas, de aromas mil mezclados,
de susurros de tantos ropajes de mujeres seductoras, encontramos aquella
con quien hemos soñado a los dieciocho años, y una mirada fugitiva suya
quema nuestra frente, y su voz hace enmudecer por un instante toda otra
voz para nosotros, y sus flores dejan tras sí esencias desconocidas; entonces
caemos en una postración celestial: nuestra voz es impotente, nuestros oídos
no escuchan ya la suya, nuestras miradas no pueden seguirla. Pero cuando,
refrescada la mente, vuelve ella a la memoria horas después, nuestros
labios murmuran en cantares su alabanza, y es esa mujer, es su acento, es
su mirada, es su leve paso sobre las alfombras, lo que remeda aquel canto,
que el vulgo creerá ideal. Así el cielo, los horizontes, las pampas y las
cumbres del Cauca, hacen enmudecer a quien los contempla. Las grandes
bellezas de la creación no pueden a un tiempo ser vistas y cantadas: es
necesario que vuelvan a el alma empalidecidas por la memoria infiel.
 Cuando traté de reconocer en las mujeres que veía,
a las hermanas que dejé niñas, María estaba en
pie junto a mí, y velaban sus ojos anchos párpados
orlados de largas pestañas. Fue su rostro el que se
cubrió de más notable rubor cuando al rodar mi
brazo de sus hombros, rozó con su talle; y sus ojos
estaban humedecidos aún, al sonreír a mi primera
expresión afectuosa, como los de un niño cuyo llanto
ha acallado una caricia materna.
Esclavitud
 Pude notar que mi padre, sin dejar de ser amo, daba un trato
cariñoso a sus esclavos, se mostraba celoso por la buena conducta
de sus esposas y acariciaba a los niños. […]
 -Conque, Bruno, ¿todo lo de tu matrimonio está arreglado para
pasado mañana?
 -Sí, mi amo -le respondió quitándose el sombrero de junco y
apoyándose en el mango de su pala.
 -¿Quiénes son los padrinos?
 -Ña Dolores y ñor Anselmo, si su merced quiere.
 -Bueno. Remigia y tú estaréis bien confesados. ¿Compraste todo lo
que necesitabas para ella y para ti con el dinero que mandé darte?
 -Todo está ya, mi amo.
 -¿Y nada más deseas?
 -Su merced verá.
 -El cuarto que te ha señalado Higinio ¿es bueno?
 -Sí, mi amo.
 -¡Ah! ya sé. Lo que quieres es baile.
 Rióse entonces Bruno, mostrando sus dientes de blancura
deslumbrante, volviendo a mirar a sus compañeros.
 -Justo es; te portas muy bien. Ya sabes -agregó
dirigiéndose a Higinio-: arregla eso, y que queden
contentos.
 -¿Y sus mercedes se van antes? -preguntó Bruno.
 -No -le respondí-; nos damos por convidados.
Elementos metonímicos
 ¿Qué había pasado en aquellos cuatro días en el alma de María?
 Iba ella a colocar una lámpara en una de las mesas del salón
cuando me acerqué a saludarla; y ya había extrañado no verla en
medio del grupo de la familia en la gradería donde acabábamos
de desmontarnos. El temblor de su mano expuso la lámpara; y yo le
presté ayuda, menos tranquilo de lo que creí estarlo. Pareciáme
ligeramente pálida, y alrededor de sus ojos había una leve sombra,
imperceptible para quien la hubiese visto sin mirarla. Volvió el
rostro hacia mi madre, que hablaba en ese momento, evitando así
que yo pudiera examinarlo bañado por la luz que teníamos cerca:
noté entonces que en el nacimiento de una de las trenzas tenía un
clavel marchito; y era sin duda el que le había dado yo la víspera
de mi marcha para el Valle.
Elementos metonímicos
 Cerré las puertas. Allí estaban las flores recogidas
por ella para mí: las ajé con mis besos; quise
aspirar de una vez todos sus aromas, buscando en
ellos los de los vestidos de María; bañélas con mis
lágrimas... ¡Ah! ¡los que no habéis llorado de
felicidad así, llorad de desesperación, si ha pasado
vuestra adolescencia, porque así tampoco volveréis
a amar ya!
Sintonía espacio y estado de ánimo
 A mi regreso, que hice lentamente, la imagen de María
volvió a asirse a mi memoria. Aquellas soledades, sus
bosques silenciosos, sus flores, sus aves y sus aguas, ¿por
qué me hablaban de ella? ¿Qué había allí de María? en las
sombras húmedas, en la brisa que movía los follajes, en el
rumor del río... Era que veía el Edén, pero faltaba ella; era
que no podía dejar de amarla, aunque no me amase. Y
aspiraba el perfume del ramo de azucenas silvestres que
las hijas de José habían formado para mí, pensando yo que
acaso merecerían ser tocadas por los labios de María: así
se habían debilitado en tan pocas horas mis propósitos
heroicos de la noche.
 Nunca las auroras de julio en el Cauca fueron tan bellas
como María cuando se me presentó al día siguiente […].
 El pecho de María se elevó lentamente como para
formar un sollozo, y al volver a su natural estado,
exhaló sólo un suspiro. Salido que hubo mi padre,
coloquéme a la cabecera del lecho, y olvidándome de
mi madre y de Emma, que permanecían silenciosas,
tomé de sobre el almohadón una de las manos de
María, y la bañé en el torrente de mis lágrimas hasta
entonces contenido. Medía toda mi desgracia: era el
mismo mal de su madre, que había muerto muy joven
atacada de una epilepsia incurable. Esta idea se
adueñó de todo mi ser para quebrantarlo.
 En medio de aquella naturaleza sollozante, mi alma
tenía una triste serenidad.
 Mi brazo oprimió suavemente el suyo, desnudo de
la muselina y encajes de la manga; su mano rodó
poco a poco hasta encontrarse con la mía; la dejó
levantar del mismo modo hasta mis labios; y
apoyándose con más fuerza en mí para subir la
escalera del corredor, me decía con voz lenta y de
vibraciones acalladas:
 -¿Ahora sí estás contento? no volvamos a estar
tristes.
Ave agorera
 Algo oscuro como la cabellera de María y veloz como el pensamiento
cruzó por delante de nuestros ojos. María dio un grito ahogado, y
cubriéndose el rostro con las manos, exclamó horrorizada:
 -¡El ave negra!
 Temblorosa se asió de uno de mis brazos. Un calofrío de pavor me recorrió
el cuerpo. El zumbido metálico de las alas del ave ominosa no se oía ya.
María estaba inmóvil. Mi madre, que salía del escritorio con una luz, se
acercó alarmada por el grito que acababa de oírle a María: ésta estaba
lívida.
 -¿Qué es? -preguntó mi madre.
 -Esa ave que vimos en el cuarto de Efraín.
 La luz tembló en la mano de mi madre, quien dijo:
 -Pero, niña, ¿cómo te asustas así?
 -Usted no sabe... Pero yo no tengo ya nada. Vámonos de aquí -añadió
llamándome con la mirada, ya más serena.
Salomé
 Esto decía, sin mirarme de lleno, y entre alegre y vergonzosa, pero
dejándome ver, al sonreír su boca de medio lado, aquellos dientes
de blancura inverosímil, compañeros inseparables de húmedos y
amorosos labios: sus mejillas mostraban aquel sonrosado que en las
mestizas de cierta tez escapa por su belleza a toda comparación.
Al ir y venir de los desnudos y mórbidos brazos sobre la piedra en
que apoyaba la cintura, mostraba ésta toda su flexibilidad, le
temblaba la suelta cabellera sobre los hombros, y se estiraban los
pliegues de su camisa blanca y bordada. Sacudiendo la cabeza
echada hacia atrás para volver a la espalda los cabellos, se puso a
lavarse las manos, y acabándoselas de secar sobre los cuadriles, me
dijo:
 -Como que le gusta ver moler. Si supiera -continuó más paso- lo
molida que me tienen.
Carácter lacrimógeno
 El pañuelo de María, fragante aún con el perfume que
siempre usaba ella, ajado por sus manos y humedecido
con sus lágrimas, recibía sobre la almohada las que
rodaban de mis ojos como de una fuente que jamás
debía agotarse.
 Si las que derramo aún, al recordar los días que
precedieron a mi viaje, pudieran servir para mojar esta
pluma al historiarlos; si fuera posible a mi mente tan
sólo una vez, por un instante siquiera, sorprender a mi
corazón todo lo doloroso de su secreto para revelarlo,
las líneas que voy a trazar serían bellas para los que
mucho han llorado, pero acaso funestas para mí.
Final
 Había ya montado, y Braulio estrechaba en sus
manos una de las mías, cuando el revuelo de un ave
que al pasar sobre nuestras cabezas dio un
graznido siniestro y conocido para mí, interrumpió
nuestra despedida: la vi volar hacia la cruz de
hierro, y posada ya en uno de sus brazos, aleteó
repitiendo su espantoso canto.
Estremecido, partí a galope por en medio de la
pampa solitaria, cuyo vasto horizonte ennegrecía la
noche.

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