deduce directamente de su posición en la sociedad actual”. (Pág. 272). “…nadie se interesa realmente por definir esos conceptos [las ciencias] de otro modo como no sea relacionándolos con las actividades científicas que en este momento se encuadran en tales denominaciones”. (Pág. 272).
La actividad de la ciencia está preindicada y
determinada por las necesidades sociales. 1.2.En cambio la filosofía no posee una orientación general:
“No solo en cuanto al carácter general de la filosofía
[si es ciencia, síntesis de las ciencias o arte] las opiniones se apartan unas de otras; también respecto de su contenido [los conceptos o leyes supremos del Ser, lo a priori, la experiencia interior, los problemas lingüísticos, los valores universales] encontramos las opiniones más divergentes”. (Pág. 273). “Por último, tampoco respecto del método existe una concepción unitaria”. [Análisis conceptual, análisis del lenguaje, fenomenología, dialéctica, experiencia]. (Pág. 273-274). 1.3 La praxis social no ofrece ninguna pauta a la filosofía:
“Los filósofos, por su parte, muestran una
empecinada indiferencia frente al juicio del mundo exterior… Esa tensión cobra a veces la forma de una abierta persecución; en otras ocasiones se manifiesta, simplemente, en que su lenguaje no es comprendido. Se ven obligados a vivir en secreto, ya sea física o intelectualmente”. (Pág. 275). 2.1 Filosofía y crítica:
“El carácter refractario de la filosofía respecto de la
realidad deriva de sus principios inmanentes. La filosofía insiste en que las acciones y fines del hombre no deben ser producto de una ciega necesidad. Ni los conceptos científicos ni la forma de la vida social, ni el modo de pensar dominante ni las costumbres prevalecientes deben ser adoptados como hábito y practicados sin crítica… El impulso de la filosofía se dirige contra la mera tradición y la resignación en las cuestiones decisivas de la existencia; ella ha emprendido la ingrata tarea de proyectar la luz de la conciencia aun sobre aquellas relaciones y modos de reacción humanos tan arraigados que parecen naturales, invariables y eternos”. (Pág. 276). “Antes de terminar, volvamos sobre un malentendido que ya hemos mencionado. En la filosofía, a diferencia de la economía y la política, crítica no significa la condena de una cosa cualquiera, ni el maldecir contra esta o aquella medida; tampoco la simple negación o el rechazo. Es cierto que, en determinadas condiciones, la crítica puede tener esos rasgos puramente negativos; de ello hay ejemplos en la época helenística… Pero lo que nosotros entendemos por crítica es el esfuerzo intelectual, y en definitiva práctico, por no aceptar sin reflexión y por simple hábito las ideas, los modos de actuar y las relaciones sociales dominantes; el esfuerzo por armonizar, entre sí y con las ideas y metas de la época, los sectores aislados de la vida social; por deducirlos genéticamente; por separar uno del otro el fenómeno y la esencia; por investigar los fundamentos de las cosas, en una palabra: por conocerlas de manera efectivamente real”. (Pág. 287-288). 2.2 La filosofía puede entenderse como paso de la actitud natural a una actitud reflexiva:
“Ahora bien, la vida natural se caracteriza como vivir
ingenuo directamente orientado hacia el mundo, un mundo que, como horizonte universal, se ha halla, en cierta manera, siempre presente a la conciencia, pero que no es enfocado temáticamente… Es temático aquello a lo que uno dirige la atención. Vida atenta siempre es un estar-dirigido a esto o aquello, dirigido a ello como a un fin o un medio, como a algo relevante o irrelevante, a algo interesante o indiferente, a algo privado o público, a lo diariamente necesario o a algo nuevo que aparece. Todo esto se halla en el horizonte del mundo, Pero son necesarios motivos especiales para que quien esté en tal horizonte mundano se reoriente y lo convierta de alguna manera en temático, tomando en ello un interés persistente”. (Pág. 95). La filosofía en la crisis de la humanidad europea Husserl (1935; 1998) “…todo acontecimiento de cualquier clase que se presente en cada caso en nuestro mundo de la vida nos remite, gracias al significado que tiene para nosotros, a cualesquiera otros acontecimientos; por ejemplo, un balón de fútbol remite a la red o las reglas de juego, a la habilidad de los jugadores, a los espectadores, a la televisión que está presente, a la firma que lo produjo o lo vendió, etc…Un balón puede pertenecer como juguete al “mundo del niño” o al “mundo del deporte” y, al mismo tiempo tener como producto vendible un valor en el “mundo de la economía”. (Pág. 139). Ética y política en perspectiva fenomenológica Held (2012) 2.3 El significado del término “crisis”:
Nuestra palabra “crisis” viene del griego, donde
encontramos exactamente el mismo término (“κρίσις”): con el significado de “separación”, “distinción”, “elección”, “discernimiento”, “disputa”, “decisión”, “juicio”, “resolución”, “sentencia”. El verbo correspondiente a este sustantivo es “κρίνω” (“krino”), que significa “separar”, “distinguir”, “escoger”, “preferir”, “decidir”, “juzgar”, “acusar”, “explicar”, “interpretar”, “resolver”. En principio, esta palabra no tiene un significado negativo. La crisis es el momento en que la rutina ha dejado de servirnos como guía y necesitamos optar por un camino y renunciar a otro. Naturalmente, esta decisión ha de hacerse de un modo prudente, teniendo en cuenta las consecuencias de cada alternativa. Por eso es necesario elegir con criterio, otra palabra griega que aparece en este contexto (“κριτήριον”, “criterion”) con el significado de “tribunal de justicia”. Como es obvio, ningún tribunal debe dictaminar arbitrariamente y aquel capaz de juzgar con conocimiento y criterio, el que sabe tomar la decisión correcta, es el crítico (“κριτικός”, “capaz de juzgar”).
Etimológicamente al menos, crisis es todo lo contrario
a aceptar un destino inevitable. El tiempo de la crisis es el de la decisión, la inteligencia y la valentía. Ante una crisis social o política, la decisión sobre el camino a tomar depende de quien tenga el poder y la capacidad de convencer a los demás. 3.1 La filosofía y la crítica al progreso:
“Sin embargo, tras una visión más profunda se
descubre que, a pesar de todos esos fenómenos, el modo de pensar y actuar de los hombres no ha progresado tanto como pudiera creerse. Por el contrario, sus acciones transcurren, al menos en una gran parte del mundo, mucho más mecánicamente que en otros tiempos, cuando se hallaban motivadas por una conciencia viviente dictada por la convicción… El progreso tecnológico ha contribuido, incluso, a cimentar con más firmeza viejas ilusiones y a producir otras nuevas, sin que la razón pudiera nada contra ello. Precisamente la difusión y la industrialización de instituciones culturales han hecho que factores significativos de la maduración intelectual involucionen o desaparezcan totalmente. Eso puede residir en la superficialidad de los contenidos, en la debilidad de los órganos intelectuales o en el hecho de que algunas facultades creadoras del hombre relacionadas con el individuo están a punto de desaparecer”. (Pág. 277). “Pero hay que admitir que ni los logros de la ciencia en sí mismos ni el perfeccionamiento de los métodos industriales se identifican directamente con el verdadero progreso de la humanidad. Es notorio que los hombres, pese al avance de la ciencia y la técnica, empobrecen material, emocional y espiritualmente. Ciencia y técnica son solo elementos de una totalidad social, y es muy posible que, a pesar de los avances de aquellas, otros factores, hasta la totalidad misma involucionen, que los hombres decaigan cada vez más y se vuelvan desdichados; que el individuo como tal sea anulado y que las naciones marchen hacia su propio infortunio”. (Pág. 278). “De entrada, no es tan fácil saber en qué consiste exactamente el progreso y cómo medirlo, en relación con qué factores: el progreso-lo que quiera que sea-no parece haber seguido ininterrumpidamente una trayectoria lineal, no afecta por igual a todas la sociedades, ni tampoco a todos los individuos que viven en una misma sociedad. Además, la idea de progreso parece tener múltiples facetas: se habla de progreso económico, técnico, científico, moral, cultural, civilizatorio… ¿No podría ocurrir que las sociedades-nuestras sociedades-fuesen progresivas cuando se las considera desde una perspectiva, pero no desde otras? Por ejemplo, podemos dar por indiscutida la existencia del progreso científico y tecnológico…, pero eso no es señal inequívoca de una evolución positiva en términos individuales o sociales; no es señal de que vivamos en una “civilización superior”: nuestra vida como individuos no es necesariamente mejor-más rica, más plena o más feliz-simplemente porque dispongamos de un automóvil,…o de una conexión a internet;… …y sobre todo, nuestras sociedades no están necesariamente mejor organizadas-no son más justas-después de la Revolución Industrial y en plena era de la información y de la globalización. El progreso tecnológico y científico significa un enorme potencial de liberación humana, pero no está nada claro que hayamos sido capaces de sacar partido de ello. Es más, habría que reconocer que, no en pocos aspectos, sociedades con un grado de desarrollo tecnológico muy precario…resolvieron mejor que nosotros problemas básicos como el de la integración social: su “Derecho penal” era mucho menos desarrollado que el nuestro, pero también menos cruel y más eficiente”.
El sentido del Derecho
Manuel Atienza 3.2 La filosofía y la crítica a la racionalidad:
“El racionalismo individual puede ir acompañado de
un completo irracionalismo general. Los actos de individuos que, en la vida diaria, pasan con toda justicia por razonables y útiles, pueden resultar perjudiciales y hasta destructivos para la sociedad. Por eso, en períodos como el actual, es preciso recordar que la mejor voluntad para realizar algo útil puede tener como consecuencia lo contrario;… …simplemente porque esa voluntad puede ser ciega respecto de lo que rebasa los límites de su especialidad o de su profesión, porque ella se concentra en lo más cercano y desconoce la verdadera esencia de aquello que solo puede ser esclarecido en una conexión más amplia”. (Pág. 278). 3.2.1 Las dos ilustraciones y la ciencia: antigua y moderna:
La ilustración en la Antigüedad clásica: se da
cuando la imagen del mundo de Homero y de Hesíodo se desvincula del mito a través de la nueva pasión por el conocimiento en tanto crítica de la religión (filosofía y ciencia helénica).
En este contexto se desarrolla una visión de la
ciencia y de la razón, la cual se puede ilustrar en los casos de Platón y de Aristóteles. Platón: destaca el papel paradigmático de la matemática a tal grado que el verdadero saber del cielo (la astronomía) residía no en la observación de la situación real de las estrellas y en sus movimientos, sino en las matemáticas puras y en las relaciones numéricas.
La ciencia en tanto teoría, no necesita de
experiencia suplementaria. En este sentido, la teoría, la contemplación de la realidad está vinculada a la belleza. Platón reconoció, además, que para orientar el pensamiento hacia el bien común, resultaba necesario un proyecto educativo que incluyera la ciencia (matemática y astronomía).
Aristóteles, por su parte, analizó la relación entre
teoría y praxis: la fuerza de la conducción de la razón en la acción y en el comportamiento humano.
En este sentido, el poder de la razón sirve para
“formar” (“scientia practica sive política”), de modo que, lo teórico supone al saber práctico. Ambigüedad del término “razón”:
La racionalidad alude, por una parte, a ciertas
maneras en que las personas o los grupos pueden pensar y obrar, a saber: reconociendo, formulando y resolviendo problemas en diversos grados… Por otra parte, tal definición, recupera tanto la historia como los usos más cotidianos de palabras castellanas como razón, racionalidad, razonable y razonar; así como sus correspondientes en inglés: reason, rationality, reasonable, to reason; o en italiano: ragione, razionalitá, ragionevole, razionale, ragionamento. Estas palabras provienen del latín ratus, participio de reor que, por un lado, significó juntar-y también poner en relación, vincular-y, por otro lado, figuradamente, pensar, que también es una manera de juntar y vincular-en este caso, de juntar o vincular conceptos o pensamientos.
Estos sentidos fueron usados para traducir palabras
griegas como dianoia y, sobre todo, logos. En todas estas palabras se piensa la racionalidad como la capacidad de vincular razones, de poder respaldar nuestras palabras y acciones, poniendo en conexión pensamientos. El término razón expresa cierta equivocidad heredada del griego logos, que alude tanto a una capacidad como a los procesos y los productos que resultan del ejercicio de esa capacidad. La ilustración en la Época moderna: se da con el desarrollo del pensamiento que comenzó con la revolución astronómica de Copérnico, y en cuya prosecución tuvo que abandonarse la imagen bíblica del mundo como relato de la creación del mundo. En este contexto se configura una visión de la ciencia como ciencia de la experiencia, la cual transfiere el lenguaje de la matemática a la observación y se ilustra en el caso de Galileo, quien en la medida en que explicó los acontecimientos de la naturaleza desde sus efectos causales hizo posible un nuevo dominio de los hechos de la naturaleza: la técnica. La técnica no es una consecuencia secundaria del nuevo conocimiento, en la medida en que hace calculable la intervención de las condiciones iniciales, mediante la posibilidad de calcular los efectos. Praecisio mundi:
Praecisio significa literalmente “cortar delante y
adquiere el sentido positivo: expresarse brevemente, dejar de lado lo superficial. Descartes exige del método de nuestra representación científica del mundo una claridad y distinción tal que elimine todo lo dudoso y oscuro o confuso. Lo primero que se arroja a un lado como dudoso son los conceptos fundamentales de la metafísica teológica y las imágenes poéticas de los mítico-religioso. La aclaración metódicamente progresiva de la “imagen del mundo” hace superficiales tales conceptos. El cosmos desacralizado está ante nosotros preciso, es decir, explicable en su origen, medible en su extensión, expresable matemáticamente en su estructura en pocas formulas. Pero, curiosamente, este sentido positivo no es el sentido originario que tenía para los romanos la palabra latina. Ancoras praecidere significa cortar las amarras; linguam, manus, naturalia praecidere quiere decir: cortarle a alguien la lengua, las manos, los genitales. Praecisio designa en un principio, por tanto, una mutilación terrible que hace a los hombres inválidos, estériles, mudos ante la desfiguración de su habitar en el mundo, ante la manera como se cercenan órganos vitales de nuestra existencia, ante el estrechamiento del universo hasta volverse un mundo residual que ya no es el mundo del hombre. La instauración del logos apofántico genera un desplazamiento de todo lo vago, indeterminado e inexacto. Se concentra, por tanto, en el discurso que puede ser reducido a enunciados controlables sobre hechos singulares o universales.
Así, se torna unilateral nuestra interpretación del
mundo mediante el lenguaje, en la medida en que la palabra comprensiva se estrecha acomodándose a los dictámenes de lo positivo. El sueño de la razón produce monstruos (grabado por Francisco de Goya):
En el grabado un hombre duerme,
momentáneamente transpuesto al parecer, acodado sobre su mesa de trabajo-la mesa, digamos de un intelectual-mientras, en la penumbra dela estancia, le rodean y sobrevuelan una serie de repugnantes, peludos y alados monstruos, los monstruos que se suponen producidos por el sueño de la razón. Este grabado admite más de una interpretación:
En una primera interpretación, que calificaríamos de
premoderna o preilustrada y a la que cabría incluso calificar de anti-ilustrada o contrailustrada, eso monstruos que pueblan el grabado habrían de ser atribuídos al delirio racional del hombre; es decir, a su olvido de las sanas doctrinas de la tradición. Para una segunda interpretación, que merecería ya el calificativo de plenamente moderna o ilustrada-y que sería, con toda probabilidad, la que el pintor habría hecho suya-, los monstruos en cuestión serían producto no de la ensoñación o sueño activo, sino, por así decirlo, del sueño pasivo de la razón humana, cuyo perezoso dormitar dejaría abierta la puerta a las tinieblas de oscurantismo. Pero hay todavía una tercera interpretación posible- a la que no sería del todo improcedente ver calificada de postmoderna o postilustrada. De acuerdo con ella, el sueño de una razón excesivamente ambiciosa-la Razón que los ilustrados deificaban-podría haberse acabado volviendo, paradójicamente, contra los postulados iluministas que en sus orígenes lo alentaron. 4.1 Filosofía y pensamiento “no unidimensional”:
“El «no saben lo que hacen» del Nuevo Testamento
se refiere solamente a malhechores. Si es que estas palabras no han de aplicarse a toda la humanidad, entonces al pensar no le está permitido constreñirse a las ciencias especializadas o al aprendizaje práctico de un oficio: a ese pensar que intenta esclarecer los supuestos tanto materiales como intelectuales que habitualmente son aceptados sin discusión alguna, y que imprime fines humanos a todas aquellas relaciones cotidianas que son realizadas y justificadas casi ciegamente”. (Pág. 278- 279). “Cuando se dijo que la tensión entre filosofía y realidad es fundamental, no comparable a las dificultades ocasionales que debe afrontar la ciencia en la vida de la sociedad, ello se refería a la tendencia, inherente a la filosofía, a no dejar que el pensamiento se interrumpa en ninguna parte y a someter a un control especial todos aquellos factores de la vida que, por lo común, son tenidos por fuerzas fijas, incontrastables, o por leyes eternas”. (Pág. 279) “La filosofía, en oposición a otras disciplinas, no tiene un campo de actividad fijamente delimitado dentro del ordenamiento existente. Este ordenamiento de vida, con su jerarquía de valores, constituye un problema en sí mismo para la filosofía”. (Pág. 279) Para la filosofía resulta posible un tipo de pensamiento que trascienda las formas dominantes de la actividad científica y, con ello, el horizonte de la sociedad actual.
El pensamiento no debe aceptar modestamente las
tareas que le plantean las necesidades, siempre renovadas, de la administración y de la industria, y cumplir esas tareas de la manera generalmente admitida. Se pregunta si esas tareas, por su forma y su contenido, son útiles a la humanidad en el momento histórico actual, o si la organización social que las engendra es adecuada para el hombre. 4.2 La función social de la Filosofía :
“La verdadera función social de la filosofía reside en
la crítica de lo establecido. Eso no implica la actitud superficial de objetar sistemáticamente ideas o situaciones aisladas, que haría del filósofo un cómico personaje. Tampoco significa que el filósofo se queje de este o aquel hecho tomado aisladamente, y recomiende un remedio. La meta principal de esa crítica es impedir que los hombres se abandonen a aquellas ideas y formas de conducta que la sociedad en su organización actual les dicta… …Los hombres deben aprender a discernir la relación entre sus acciones individuales y aquello que se logra con ellas, entre sus existencias particulares y la vida general de la sociedad, entre sus proyectos diarios y las grandes ideas reconocidas por ellos. La filosofía descubre la contradicción en la que están envueltos los hombres en cuanto, en su vida cotidiana, están obligados a aferrarse a ideas y conceptos aislados”. (Pág. 282-283). “Más allá de la importancia, explícita o implícita, consciente o inconsciente, que la investigación de problemas sociales reviste en la filosofía, queremos insistir una vez más en que la función social de esta no consiste primariamente en ello, sino en el desarrollo del pensamiento crítico y dialéctico. La filosofía es el intento metódico y perseverante de introducir la razón en el mundo; eso hace que su posición sea precaria y cuestionada… …La filosofía es incómoda, obstinada y, además, carece de utilidad inmediata; es, pues, una verdadera fuente de contrariedades. Le faltan criterios unívocos y pruebas concluyentes. También la investigación de hechos es ardua, pero allí al menos se sabe de qué se trata. Por lo general, los hombres se resisten a enfrentar los conflictos de su vida privada y pública”. (Pág. 285). “Sin embargo, el último siglo de la historia de Europa muestra, de modo terminante, que los hombres, por más que se sientan seguros, son incapaces de encuadrar sus vidas dentro de sus ideas de humanidad. Un abismo separa los principios, según los cuales ellos se juzgan a sí mismos y juzgan al mundo, de la realidad social que ellos reproducen por medio de sus acciones. Por eso todos sus juicios e ideas son equívocos y falsos”. (Pág. 285-286).