La perspectiva de Abram: subjetividad e intersubjetividad La fenomenología:
Crítica al supuesto moderno de una realidad única, objetiva y
completamente determinable.
El origen de esa presuposición se remonta a la Revolución
Científica del Siglo XVII y al surgimiento de la Filosofía Moderna. Galileo Galilei preparó el terreno con la “matematización de las plétoras”: El “libro de la naturaleza” está escrito exclusivamente en el lenguaje de las matemáticas.
Solo las propiedades de la materia (tamaño, forma y peso)
susceptibles de medición matemática son reales.
Las cualidades subjetivas (sonido, sabor y color), por su
carácter ambiguo e indeterminado, son impresiones ilusorias. René Descartes dispuso los cimientos para la construcción de las ciencias objetivas y “desinteresadas” de cuyo conocimiento y tecnologías dependemos y damos por obvio en Occidente.
Descartes acuñó la disociación nocional entre mente
pensante o sujeto (res cogitans) y el mundo material de las cosas u objetos (res extensa). Con la publicación de las Meditaciones metafísicas fue que empezó a asociarse la realidad material con un ámbito estrictamente matemático, con una estructura cuyas leyes de funcionamiento solo se disciernen mediante el análisis matemático. Con la “praecisio mundi” se desacraliza y se purga a la realidad material de toda experiencia subjetiva. El cosmos aparece como preciso, es decir, explicable en su origen, medible en su extensión, expresable matemáticamente en su estructura en pocas formulas.
Esto ha configurado una sociedad que le otorga prioridad a lo
predecible y a la certidumbre. En la época de la “praecisio mundi”, en un Occidente orientado por una imagen científica del mundo se ignora, se olvida y no se reconoce: -La experiencia subjetiva, directa, cotidiana del mundo que nos rodea, la cual depende de la posición, del lugar, de los deseos, gustos, etc. Esta experiencia no es una dimensión secundaria ni derivada. -El mundo cotidiano no es un objeto matemático, mecánico e inerte sino un mundo vivo, un campo abierto y dinámico de interacción reciproca. El mundo cotidiano no se deriva de la dimensión impersonal y objetiva de los hechos perceptibles solo mediante instrumentos y ecuaciones. -Los científicos no son espectadores puros, pues desarrollan sus actividades sin desligarse del mundo preconceptual en que viven: sus teorías y conceptos reflejan experiencias desnudas de toda teoría.
-Los resultados “libres de valores” de las ciencias tienen un impacto en
la vida cotidiana: políticas sociales o nuevas tecnologías. - El mundo vivo…es a la vez el suelo en que nuestras ciencias arraigan, y el rico humus al que acaban por retornar sus resultados, ya sea en forma de nutrientes o como venenos” (Abram, 2000: 43). ¿Es posible con la ayuda de la psicología el reconocimiento y la admisión de la dimensión preconceptual que impregna y sostiene toda realidad conocida?
¿Puede la psicología ayudarnos a comprender la manera como la
experiencia subjetiva da soporte y establece los limites de las ciencias positivas? El intento de responder a estos interrogantes dio origen a la fenomenología Primera etapa del proyecto. La vía lógica:
La psicología se dedicaba a estudiar la mente como un objeto
más dentro de un universo mecánico y matemático en vez de dirigir su atención a la región fluida de la experiencia directa.
Lema de la fenomenología: “ir a las cosas mismas”. Se trata
de describir el mundo como se experimenta desde la inmediatez sensorial. El mundo de la experiencia, el mundo fenoménico es un ámbito subjetivo, una dimensión mental e inmaterial. El sujeto es pura consciencia o ego trascendental.
Según Abram, Husserl, con su énfasis en la naturaleza mental
de la realidad fenoménica, intentaba aislar esta dimensión cualitativa del mundo y protegerla de la colonización de los métodos tecnológicos de investigación.
Dicho énfasis genero la crítica a la fenomenología de ser
solipsista. Segunda etapa del proyecto. La vía cartesiana:
“¿Cómo puede nuestra experiencia subjetiva capacitarnos
para reconocer la realidad de otros seres, de otras entidades experimentadoras?” (Abram, 2000: 46).
La solución para superar la crítica al solipsismo la encontró
Husserl, en opinión de Abram, en el cuerpo –propio y ajeno. El cuerpo propio es una estructura singular del campo fenoménico que 1) acompaña siempre a la experiencia individual, 2) es experimentado desde dentro, 3) constituye la localización de la propia percepción dentro del ámbito de las apariencias y 4) es imposible alterar nuestra distancia con él. Los cuerpos ajenos también abarcan el campo fenoménico, 1) son otras formas que se mueven y gesticulan de modo parecido al de uno mismo; 2) los otros cuerpos son experimentados desde el exterior y 3) podemos alejar nuestra distancia con esos cuerpos y movernos a su alrededor. Entre esos cuerpos ajenos y el cuerpo propio hay “empatía asociativa”, una afinidad ineludible: el sujeto corporeizado llega a reconocer a estos cuerpos como otros sujetos o centros de experiencias.
“Los gestos y expresiones de esos cuerpos, vistos desde el
exterior, reflejan y repiten los del propio cuerpo, experimentados desde el interior” (Abram, 2000: 47). Husserl describe las formas en que, por medio del cuerpo, el campo subjetivo de la experiencia se abre a otras subjetividades y a otros seres.
El campo de los fenómenos es subjetivo y habitado por
múltiples subjetividades, es un territorio colectivo constituido por otros sujetos experimentadores. Esto conduce a reconocer, en opinión de Abram, dos regiones dentro del campo de la experiencia:
Los fenómenos que se despliegan exclusivamente para
nosotros,- imágenes, fantasías, temores, sueños-susceptibles de alteraciones a voluntad, que surgen dentro de nuestro propio cuerpo.
Los fenómenos que son experimentados por otros sujetos
corporeizados, no susceptibles de alteraciones a voluntad. Estos son fenómenos intersubjetivos: experimentados por multitud de sujetos sensoriales. La noción husserliana de intersubjetividad condujo a una reinterpretación del “mundo objetivo”, más allá de la dicotomía tradicional entre sujeto y objeto.
El mundo objetivo es el resultado de un contraste dentro del
propio campo subjetivo de experiencia; es el resultado de la diferencia experimentada entre los fenómenos subjetivos y los intersubjetivos. El método científico posibilita el logro de una mayor intersubjetividad.
La lucha por la objetividad es el esfuerzo por alcanzar un
consenso entre una diversidad de sujetos.
La “realidad objetiva” pura es una construcción teórica, una
idealización injustificada de la experiencia intersubjetiva.