Piel de Zapping 15 de Abril

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PIEL DE ZAPPING.

***

FÁRMACON.

Cuando su madre lo encontró completamente desnudo dentro del refrigerador, lo primero que se
le ocurrió pensar es que ya estaba muerto, luego reparó en su cuerpo lleno todo de escarcha, y
balbuceando entre sus labios amoratados algo parecido a un mantra. Para mala suerte de su
progenitora él aún respiraba, pues sus fosas nasales exhalaban el fiat vaporoso. Abrió totalmente
la puerta del congelador, dejando escapar las emanaciones condensadas del nitrógeno gas. De
una de las manos de su hijo que parecía profundamente dormido en el regazo de la muerte, cayó
al abrirse ésta, un frasco de sedantes. Casi simultáneamente se derrumbó el cuerpo desnudo del
chico sobre el duro piso de baldosa de la cocina, era un insensato pavo fármaco-dependiente
relleno de barbitúricos para el de fin de año. Su madre se acercó al rostro de su hijo que ahora
respiraba profusamente castañeteando los dientes en un profundo temblor, su boca apestaba a
aguardiente barato y de las comisuras de la misma unos hilos de saliva se iban derritiendo, ya
estaba entrando en calor, pues de la posición en cuclillas en que lo halló, ahora había adoptado la
fetal llevando ambos brazos hacia sus piernas para abrazarlas, pero no volvía en sí, pese a los
gritos histéricos de su madre que ya habían alertado de la situación a todo el vecindario. Su alma
estaba congelada, petrificada, echa hielo en el oscuro refrigerador de su conciencia. Tomó el
botecito de estupefacientes, leyó la etiqueta del psicofármaco (somatarax®) y llamó enseguida al
911.

***

Ese desorden sagrado que él cree es un orden puro.

***

Macramé.

Largas agujetas se hundían en el ovillo de lana que semejaba una fronda cabellera de geisha. Ella
tomaba los crochés entre sus dedos, y tras iniciar el tejido con una primera puntada, se detuvo
para imaginar lo que podría ser un suéter, unos calcetines, una bufanda, un gorro de invierno, o
una simple malla o red que bien podría pasar por alfombra, cubrecama o tapete, urdió
nuevamente las agujetas para que saliera lo que amorfo se urgía entre su dedos.
Martha era sonámbula o así lo creían sus familiares. Amanecieron pegados como amantes

Nunca la despertaban de sus sueños sin que previa- por la viscosa cola de sus secreciones.

mente se armaran de un zapato, y entonces, -zas- No resultó nada fácil separarlos.

la suela sonaba en su mejilla. Adormilada descen- La nariz se aferraba tenazmente con

día por las ramas de su duermevela. su sangre de la almohada.

Conforme leía el oráculo sentía la necesidad de ha- De acuerdo a estudios antropológicos

cerlo con un par de dados. Aquellas ecuaciones, no apoyados a su vez en investigaciones

se me ocurre otra metáfora para describirlas, cala- de orden arqueológico, la forma hum-

ron profundamente en mi ser. Líneas inconexas, di- anoide del homo-erectus bípedo des-

vergentes, fórmulas del tipo: a=b; b=x; x =?; ¿=¿? y plumado, no se debería a una mera-

al parecer elevado al cubo, provocaron que mi cora casualidad sino a la impronta recrea -

zón redoblara una angustioso mandala. ción de los sinos, llámenlos otros azar.

La habitación de paredes de un blanco que no deja espacio para pensar, está forrada o
acolchonada por espuma que además de no permitir la salida de ruido interno, tampoco,
verbigratia, concede acceso a sonidos que puedan engendrase en su exterior. En la sala de espera
que es precedida por un largo corredor, además de los muebles que brindan la acogida a los
visitantes, se encuentra un canasto de mimbre en cuyo interior y a desbordar, voluminosas
madejas de hilo yacen de varios colores, tantos hilos que uno no atina por cual empezar.

Mala idea eso de festejar su cumpleaños en una El Sr. T, al despertar envió su mano ha-

camada-party de pusher’s novatos. El viejo Alex cia el velador, buscó a tientas su reloj,

asistió como era su costumbre cerca a la media - y al no encontrarlo desesperó. Era un

noche, estacionó su destartalado corsa en la ace regalo del padre de su padre, que a su

-ra, y compró su dosis diaria de coca. Ya en su co vez fue obsequio del abuelo del abue
-che preparó las rayas con un graduador que ten -lo, es decir, era el fruto níspero de su

nÍa a mano, y al compás dodecafónico del motor árbol genealógico. Se puso de pie y e

encendido, jaló hasta los ángulos obtusos de la- -empezó a buscarlo. Inició la búsqueda

perika escandinava. en la memoria.

Tejía simultáneamente, con la mano diestra iba de izquierda a derecha, y al mismo tiempo la
zurda lo hacia de derecha a izquierda, a la misma atonalidad.

Des as

-cen cen-

-dimos, dimos,

con nuestros globos raíces las por

De color. bifurcadas.

El árbol del cordero silla la palabra, alma su refrescante cola luna,

La mujer luminosa parte afeminado código de inmóvil vitrinas petit

mano comida en pájaros kafkianos, Enoc vela ,purple silenciosa sardina libro

caleidoscopio donde se agitan las palabras .epístolas sostienen bastón en burkas

***

Escribía poemas al revés (literal no metafóricamente hablando) los caracteres que configuraban
los eslabones de sus líneas poéticas, antes llamadas por él anversos o reversos estaban por decirlo
así, patas arriba y sólo se lo podías leer al derecho al ponerlos frente a un espejo. Esa idea no era
de su exclusividad, ya se la había ocurrido al gran infante terrible de Jean Cocteau que no sólo
maravilló la atención ensimismada de Ramón Gómez de la Serna que al enfrentar los poemas al
espejo tampoco logró entenderlos, y hacía bien al no despojarlos de su carácter lúdico y
hermético, pero a Mhessían Athkins le entusiasmó de tal modo que lleno tres cuadernos seguidos
de poesía con caligrafía de revés. Pensaba que quizás escribiendo de esa manera a toda hora y en
cualquier lugar algo iba cambiar en su psique, quería dar la vuelta a su cerebro como a un guante,
y se empeñó en esa empresa hasta el punto de ya no poder escribir normalmente, todo lo que
escribía lo hacía al revés, poemas plagados de metáforas e imágenes subconscientes, sabia
disciplinada que ya empezó a dar frutos, sus pensamientos transfigurados al anverso ahora le
daban una nueva imagen del mundo del cual huía y no tenía un espejo en su mente como don
Ramón para leerlos, un nuevo lenguaje se cernía indescifrable y que al carecer de intención, (toda
conducta verbal tiene un propósito… lo expuso Roman Jakobson en una conferencia a propósito
de su obra Lingüística y Poética) equivalía a la no-intencionalidad zen.

***

Este vacío de rana que salta los instantes no puedo llamarlo: ¡chapoloteo!

***

“Pulir mi obra y cultivar mis vicios”.

***

“Hay que callar al silencio”.

***

Si meto el ápice de mi lengua en éste plato de arroz vacío, enveneno la leche de tu rostro antes de
nacer (…)

***

Menos palabras más sake.

***
El texto es un pretexto donde lo importante no es la historia sino su proceso. Los cuatro puntos
cardinales son cinco: norte sur este oeste centro… ¿dónde leí esto?

***

“Érase un hombre a una nariz pegada”.

Y no se trataba de don Luis de Góngora y Argote sino de un simple obrero de fábrica que tuvo su
auge económico (su Siglo de Oro) a finales de los años noventa, este hombre que para el efecto
llamaremos, desconozco sus nombres propios y tomaré como propio el sobrenombre que todos
sus compañeros le daban: el Revólver, estos compañeros eran un verdaderos artífices del verbo
que sin proponérselo conscientemente elaboraban familias lexicales con el apodo y verdaderas
figuras retóricas en este caso metonimias de cajón, confirmando así, algo que ya lo había notado
Jorge Luis Borges y lo había manifestado en uno de sus ensayos que la metáfora no era propiedad
exclusiva del poeta y que en el hombre común de humilde cuna estos artificios se los podía
encontrar plenamente sin ellos tener conciencia de realizarlos, algo que tampoco era privativo de
Borges era este hallazgo, escritor que gustaba de realizar literatura de la literatura una
paraliteratura y esto si exclusividad del poeta la recreación de metáforas al cuadrado. Pero
volvamos al asunto que nos convoca y dejemos a las digresiones abrevar su sed en las calmas
aguas de un pozo. Al Escopeta ya le tenían hinchados los cartuchos de tanto burlarse de él, ya se
había quejado con el jefe de personal del trato de que era objeto de los demás trabajadores de la
empresa. Soy víctima de bulling, me bulean Ingeniero, si no les pone un alto usted, yo tendré que
tomar medidas nada corteses para con mis compañeros y es que ya me tienen hinchado las
pelotas. Ni apenas llego y abro mi cancillero ya viene el Tapia y me dice como le va don Revólver
que tal el fin de semana, bajó al fútbol, bueno no es para molestarse lo sé, pero en seguida viene
el Salazar y lanza su babosada que más don Escopeta salió a cazar tórtolas el domingo, ya lo iba a
mandar a cazar, yo pero a la verga, cuando ingresa el Sulqui y de un palmotazo en el cuello me
hizo brincar, como le va don Pistola, está bravo, no se aguanta ni una broma usted, y todos se
reían a mi alrededor, que le diré ya me estaba hasta acostumbrado hasta a sus chistes ya no me
dolía que me dijeran don Revólver, Escopeta, Rifle, Carabina, Recortada era un halago según ellos,
pero lo que si me molestó era que me dijeran 38 y sobre todo de labios del Nuevo, ese Nuevo hijo
de puta de cincuenta años, don 38 que se cuenta, había dicho, yo que en ningún momento le
había dado semejante confianza, bueno le respondí con la educación que me caracteriza, vea
Nuevo vaya a ponerle apodos a la puta de su esposa si es que la tiene o corra a hacerse la paja y
no me venga joder el día, se lo advierto no me provoque, bueno en fin, pasaron los meses y hasta
yo mismo había olvidado cual era mi nombre, cuando me gritan 38 ya es hora de abrir las pistas,
iba ligeramente y las abría, cuando tocaba el timbre para el refrigerio ya me gritaba el Tigse
apúrese vea Revólver que se nos enfría el café, y el colmo Ingeniero, es que hasta usted le oí que
el otro día le decía al Toapanta, anda y dile a don 38 que se vaya a la oficina a ver la quincena. Por
dios, a mi también me bautizaron Ingeniero y no me pusieron de nombre Magnum 44, ni Colt, ni
Recortada, ni Metralleta, ni Uzi, peor aún y eso sería para sacarme de mis casillas Resortera que
eso si sería ya un insulto gravísimo, cómo le digo ya me estaba curtiendo al dolor, pero lo del
Nuevo lo del viejo hijueputa Nuevo, si no lo soporte. Era la semana pasada en las canchas de la
Borden cuando teníamos que jugar un partido amistoso con la fábrica de a lado, Acidersa creo se
llama, todos estábamos en los camerinos bromeando y jugando antes del partido, afuera en el
graderío del estadio estaba nuestra hinchada, empleados de la empresa que no les gustaba el
fútbol, cosa rara en un varón, las secretarias y administradoras de recursos humanos, nuestros
familiares, esposa e hijos y uno que otro amigo al que invitábamos al encuentro con la promesa
que después del partido, perdiéramos o ganáramos nos iríamos a la jaba de bielas, lo importante
no es ganar sino aprender a beber, le había dicho a mi amigo, pero bueno a este cotejo fue mi
mujer y mi par de hijos un niño y una niña todavía peladitos. Si que nos estaban dando palo esos
de Acidersa, dos cero en el primer tiempo y en el segundo en los primeros quince minutos del
juego nos clavan otro, nuestras esposas seguían alentándonos desde las graderías, y corríamos
tras el balón y no acertábamos ni siquiera una a la malla contraria, en eso el Nuevo que calentaba
en la franja del costado se detuvo al mirarme que iba corriendo solo con la pelota frente al arco
adversario y como si se creyese el director técnico del equipo, comenzó a gritarme: ¡dispara! ve
Smith & Wesson, que esperas oye Luger, no seas una Mauser ¡dispara! No faltó de mi parte pero
no lo soporté más, me acerqué a él que aún tenía las manos sobre la boca como un altavoz y le
propiné un puñetazo en la cara que lo mandé al suelo, el Nuevo, viejo hijueputa, se levantó
sorprendido, no entendía el porqué del golpe, pero ahora que lo pienso yo tampoco lo entiendo,
¿por qué no disparé? Dispara gritaban todos a coro, hasta mi mujer y mis hijos, pero ya verán
ellos apenas lleguemos a la casa. Dispara gritaban los compañeros, el jefe de personal, las
secretarias. Dispara gritaba el capitán y el arquero, dispara gritaba usted Ingeniero y mi amigo.
Dispara dije yo y disparé y no fue gol. Dispara me dije yo, soy don Revólver y disparé en honor a
mis balines.

***

“Quién lee nunca esta solo”.

***

Una vieja refrigeradora, de nueve pies de alto y de motor quemado era lo único que le quedaba de
valor, si se animaba la podía vender como chatarra, pero eso justamente no lo tenía planeado,
además se trataba de un recuerdo invaluable, para él era algo así como un ídolo al que tenía que
mostrar reverencia, jamás por sus mientes quiso considerarla como una herencia que su madre le
dejó antes de morir, no, este artefacto representaba más que eso, era su tótem que se levantaba
en medio del caos que era su vida. No podía tener un pan sobre la mesa, (no tenía mesa, sillas,
cocina, cama, nada sobre nada) pero nunca le faltaba un libro, donde quiera que uno posará su
vista se topaba con muchos ejemplares de ellos, ya sea en el piso formando pequeñas pirámides
mayas, o rascacielos que se elevan hasta el techo, su cuarto estaba saturado de miles de ellos,
tantos eran que con los mismos se había provisto de un catre, los apiló de manera que podía
dormir sobre ellos, así mismo se hizo de una mesa con varias enciclopedias pesadas, sobre la
misma que descansaba su mimada máquina de escribir Remington, regalo que se hizo en una
visita al poco ya frecuentado taller de su tío que arreglaba máquinas de escribir, ese oficio ya no
da para más, pero esas máquinas tenían cierto encanto magnético, así que aprovechó un descuido
de su tío y metió la Remington en su maleta, otra persona cuerda, inteligente y con ambiciones en
la vida hubiese optado sin pensarlo dos veces por la Apple Macbook Air 13 que se encontraba
sobre el escritorio, pero no, a él lo atraía sobremanera el influjo magnético de la Reming, así que
sin esperar el cafecito que su tío materno le estaba preparando, tomó su pesada mochila y se
marchó. Cuando era niño y estaba al resguardo de sus progenitores, lo primero que le llamó la
atención era ese gusto apasionado de su padre por los libros, siempre andaba con uno de ellos en
la mano, apenas llegaba del trabajo y después de saludar a su mujer y a su hijo con un beso en la
mejilla, convenciones que acataba para simular un orden establecido y además para librarse de
ellos sumergiéndose en la lectura, entonces era un buzo y se echaba un clavado en los textos,
después de bracear anegado en las delicias de la lectura, pasaba horas de horas sentado en la taza
del baño, y no salía hasta que su esposa lo venía a llamar para la cena, no sin antes preguntarle
que malditas cosas hacía en el baño, el desde luego le decía que cagando, que no se puede cagar
ni en su casa en paz, pero ella pensaba otra cosa, como ya no la tocaba y apenas se acostaban se
dormía inmediatamente, de seguro se estaría haciendo la paja, ¿y si sufría de la próstata o
estreñimiento? No, lo más posible es que sea la paja, y en la paja si que se demora el hijueputa,
sentenciaba su mujer. Su padre no era una mala persona pero cuando él se acercaba lo rehuía de
inmediato, o lo cargaba en brazos con la firme intención de hacerlo dormir, pero él poco sueño
albergaba y lo que más deseaba era jugar al fut, como lo hacían otros niños con sus padres, mi
papá es un raro se decía, además de tener el cabello largo, no hablar con nadie y encerrarse en las
lecturas, no le gustaba patear el balón como lo hacían los otros papás del barrio, pero pronto, a él
también se le fue cultivando el vicio, y acaso fue para mejor que así lo hiciera. Leyó en una ocasión
cuando ya brisaba los quince años, que la poesía se transmite por contagio y que lo malo
enseguida se pega, no lo quiso creer hasta que notó que varios síntomas que veía en su padre
síntomas que ya rayaban en lo patológico, se comenzaban a mostrar en él, ya había sido infectado
del virus y lejos de buscar el antídoto se hundía al igual que su padre en la sublime enfermedad
mortal, la poesía es el peor de los venenos –decía- por que te mata dejándote vivo. Al morir su
padre y no por obra y gracia de la poesía, heredó su pequeño tesoro, cartones y cartones de libros,
que su esposa la madre del ahora huérfano de papi había reunido para quemarlos en el patio, cosa
que no lo hizo esta feminazi al recapacitar que podría venderlos al peso. Pronto el muchacho
creció y se aventuró a escribir, con los libros que su viejo le había heredado, aunque en una carta
encontrada en uno de los cartones expresamente decía lo contrario, emparedó su habitación con
los mismos, ésto le trajo graves problemas con su madre quién veía en su hijo el engendro de un
monstruo al cuadrado, ya no sólo se limitaba a leer como hacía su fallecido marido sino que ha
éste se le dio por escribir, menudo problema elevado a potencia. En una ocasión su querida mami
la cual con el tiempo se transformaría en la maldita vieja loca, leyó una nota que había escrito su
hijo, en una hoja de papel sobre el velador: para mi madre leer es no hacer nada y escribir no
hacer nada al cuadrado. Yo hago nada a la enésima potencia. Leer es como escuchar música,
escribir como ejecutarla.

***

Empanadas rellenas de Om.

Cuando dejaba la leche y el yogurt colgando de un gancho en el techo, a una altura en la que
Krishna y Balarama no pudieran llegar, éstos saltaban y se daban modos para hacerse con los
lácteos, así proveyéndose de jabas vacías de cerveza del restaurante contiguo a la habitación de
Rohini, las apilaban una encima de otra para hacerse con ellos. Rohini profundamente dormido no
escuchaba el ruido producido por el par de hermanos, en el sueño, por que Rohini soñaba con su
India añorada, aquella cantinela de sonidos trastocaban al rumor de ratas y murciélagos sagrados,
a los que Rohini adoraba como divinidades sagradas, sí, no eran más que roedores nocturnos en
busca de alimento, siguió repasando en su sueño del mismo del que no quería despertar, tarde o
temprano uno de estos viajes astrales lo llevarían por fin al objeto de sus denodadas oraciones:
Goloka era el planeta supremo del mundo espiritual que en sus apasionadas plegarias y cantos
anhelaba, así que se dejaba ir en el óntico levitar del descanso. Cuando despertaba, 3:45 de la
madrugada, tenía por costumbre estirar sus brazos y piernas, no se levantaba de la cama como lo
hacían las demás personas, en parte por que no poseía cama, dormía sobre una estera del piso
entablado y extendía sus miembros como preámbulo a un ritual. Debía preparar las empanadas,
su fuente de trabajo, pero primero, y algo que jamás se lo perdonaría si lo olvidara, entonar
mantras a Brahmán. Sin emitir palabra alguna, su canto era sólo pura vibración universal y ahí
residía el verdadero mantra, sus cuerdas vocales eran su instrumento musical, modulaba sonidos
prolongados, graves y agudos, altos y bajos, a semejanza de una flauta dulce de carne y hueso no
le hacía falta nada, es más tenía nueve huecos, dos más que la flauta tradicional y que le
permitían ejecutar las más variadas melodías y al parecer el que soplaba éste flautín era el
mismísimo Krishna. Todas las madrugadas a eso de las cuatro, éste verdadero hijo de Kunti, se
purificaba y limpiaba el corazón con los cantos, y sin lavarse las manos empezaba ha amasar la
harina para freír las empanadas. Cuando alzó la vista hacia el gancho del techo observó no sin
asombro que el yogurt y la leche habían desaparecido, dirigió su mirada a cada rincón del cuarto y
pudo ver a Krishna y Balarama lamiéndose los dedos detrás de unas jabas. Se levantó para
encender el fuego de la cocina y para de paso castigar fuertemente a Krishna y su hermano, -¡ah,
eres un ladrón!- le gritó enfadado Rohini. La llama de la estufa era abundante, el aceite quemado
hervía en la sartén. Krishna corrió por toda la habitación haciendo pis y caca en los sitios más
limpios de la casa, Balarama saltó por una de las ventanas y maullando se alejó por el tejado
esquivando un zapatazo que a bien le apuntó Rohini. Krishna erizado de pelos, arqueando su lomo
ronroneaba de pánico, ya lo tenía frente a frente. Rohini con una soga a mano le llamaba, ven mi
lindo gatito, ven mi Krishnaloka. El aceite negro hervía en la cazuela de metal, las empanadas por
fin tendrán condumio pensaba Rohini, ya no más queso ni carne vegano, esta vez las rellenaré de
carne de verdad. En tanto amasaba la harina pellejos de Shiva se le iban desprendiendo de los
dedos, en el centro de una masa circular colocó a Bakti y a Govinda, cerró la empanada y la echo
al fuego, prosiguió con la misma receta esta vez era el turno del dios mono Hanumman, cuantas
veces le ordenó que se desasiera de las Gopis, que se las tragara, que las espantara, pero no, a
éste sólo le gustaba arañar en las paredes, escribir su gramática veda y nada de comer roedores,
Hanumman al fondo del sartén ya no maúlla el poeta miau miau, hare hare rama rama. Un om
intermezzo en la harina .Soplaba al interior de las empanadas su Om mani padme hum, que
seguramente es el mantra más extendido en Oriente. Lo repite una y otra vez, y lo utiliza para
sumergirnos en la armonía universal.

***

“Quién escribe nunca esta solo”.

***

El hombre cuando sueña es un Dios cuando piensa un mendigo.

La mayor parte del tiempo se la pasaba durmiendo y cuando despertaba se dedicaba a transcribir
sus sueños, una suerte de seguir soñando por escrito, cuando sus amigos leían sus oníricas
redacciones, decían de él, Mhessían cuando sueña es un poeta cuando despierta un… Un perro
que ladra dormido decía su madre. Pero lo cierto es que cantaba dormido, decían ellos, pero su
madre que no, que lo más próximo al canto cuando sueña era aullar que reemplazaba por unos
instantes a sus prolongados ronquidos y para aseverar ese dato en varias ocasiones se mantuvo
despierta y con el celular a mano y las luces apagadas se dedicó a grabarlo, a veces creía, que su
hijo sospechaba de la intromisión de su señora madre al grabarlo, y fingía estar soñando, mientras
ella lo videaba, y muchas veces sintió ganas de retractarse de lo antes dicho, pues muchas de las
cosas que guardaba en su celular eran dignas de elogio, una perorata cargada de digresiones pero
que mantenían un encanto de cuento de hadas, así decía la vieja que jamás ejerció de crítica
literaria y que al escuchar al día siguiente las disertaciones delirantes y plagadas de
incongruencias, subestimó las malas opiniones que tenía de su retoño, al que sólo le gustaba pasar
la vida durmiendo, leyendo o escribiendo, toda esas cosas de marica, al igual que su padre que
dios lo tenga en su Santísima Nada. Mhessían adquirió el don del sonambulismo, don para nada
estimado en nuestra globalizada época, y andaba por las calles acompañado de su perro Haiku que
le servía de lazarillo, él por supuesto salía con gafas y caminaba como zombie, como un cyborg-
zombie bipolar y borracho de barbitúricos, los que se topaban por mal sino con él lo creían
esquizofrénico, todo su lenguaje era incoherente, inconexo y como salido de películas surrealistas
un Perro Andaluz que avanzaba de pie, nada que ver con el bípedo desplumado de Platón, que
hubiese sido el orgullo de su madre, nada, detestaba tanto a Platón como a su ente ficticio
Sócrates, también Jesús de Nazaret le parecía una invención de sus apóstoles, algunos de estos
pescadores dados a la escritura, inclusive en una ocasión leyó que cerca del pueblo de Belén se le
conocía a un hongo alucinógeno con el nombre de Jesús y que lo consumían los cristianos
primitivos, uno de los poetas al que intentaba imitar era Robert Desnos pero no en su poesía sino
en su manera de manejarse en el mundo, le encantaba la entrada de los médiums. Haiku o haikai o
de cariño haikito siempre lo acompañaba en su hipnagógica errancia.

***

las nubes son nubres en el cielo

viajar en los días de las horas

aquí vuela: una palabra una bandada de ellas

cuando los demás andan como introducidos en cajas Faraday forradas de plomo, su escafandra,
mi casco de astronauta el delirio asistemático, el cerebro crispy, el cerebro broster, el cerebro
chalado, a dos manos sobre una máquina de escribir, reescritura de silencios, manchando la hoja
en blanco con líneas proyectivas, manchas proyectivas maculando el maculeo del jardín Boshcoso
de la extracción de una piedrita en el zapato de la locura, una piedrita en el zapato del ojo que
todo lo ve, pensaba si ha esto se lo puede llamar pensar, digo pensaba por no decir creo que
pensaba que pensaba, digo pensaba para decir que pienso en calidad de pensante en calidad y
cantidad de pensamiento sobre la balanza de la nada, me sobreestimo, por eso no me escucho y
me amparo en ellas , en ustedes bellas e infernales, Langostas de Egipto, <<gypsy>> <<gypsy>> el
cuchillo sobre la piedra se ríe del tiempo, y se han perdido mis dedos en la página que estuve
leyendo, ahora a buscarlos, a perder mis ojos en esas páginas, es el hierático cabalgar de mis
huesos sobre el teclado, una lluvia en si bemol en el hueco donde orina mi cráneo, mi cráneo que
es la habitación de paso de una serpiente que se enrolla a mi garganta, las locas vocales cuerdas
de Rimbaud y sus colores pero tengo otro dato Simbad del lenguaje, puede parecer poético mas
tiene su base real. Este ejemplo nos lo ha proporcionado Francis Galton, investigador de la materia
de principios del siglo XIX, Galton ha partido de elementos tan simples como son las letras del
alfabeto y llegó a conclusiones experimentales como:

<<A>>: blanca pura, y de una contextura como de porcelana (para la “A” minúscula se nos dice
tierna, como tacita de té china de la dinastía Ming o ¿Sung? o ¿Chang?, no Jung el arquetípico
psicoanalista, ni Hang el instrumento musical de percusión, la “A” en minúscula e imprenta lejos
de la pose victoriana de su homologa “a” en mayúscula, tendría un singular timbre que no poseen
las mismas tazas de su especie a saber si sus funciones se remiten exclusivamente para el té y
esto también habría que desglosarlo, la hora del té inglés, del té con galletitas de la tía soltera, del
té del juego con muñecas de las niñas, del té de tetera taoísta en ambiente wabi, ettétera).
<<E>>: roja, no transparente, el bermellón con porcelana blanca ( para la “E” en minúscula se nos
sugiere, ya que nos remitimos a interpretaciones de carácter asociativo, un vestidito de encajes
carmesí que apenas este subiendo por la falda de las montañas a eso de las 17:45, ni un minuto
más ni un segundo menos, unos anteojos de color negro que le irían bien con esa actitud
pacmaníaca narcisista, no de Narcisa de Jesús sin ruleros, sino de un alférez Constantino de
Constantinopla, del siglo VIII menos cuarto para la diez, diagonal a farmacias Sana-Sana y frente a
las falmacias enferma-enferma).

<<I>>: para él, de luz y color amarillo brillante… (para hablar de la policromía musical de la l, y no
de la Y griega que nos suena a una chica Yeyé, nos bastaría acercarnos a la ventana cabalística de
un tratado numerológico o aprender a leer las cenizas del cigarro, tendríamos que apoyar nuestra
investigación con los aportes de la nueva ciencia esotérica, que pese a quien le pese esta desde
los albores de la humanidad y que no es otra que la Copromancia o el arte de adivinar el futuro a
través de la mierda, fruto conspicuo del genero humano y no singular del él. ¿Qué buscaba
Crowley en sus heces y en las heces de sus discípulas? El ojo de Horus. Dalí el salvador Dalí,
inquiría en sus excrementos a diario, para ello se hacía fabricar unas tazas de baño especiales que
le servían de observatorio astronómico, su afán como bien lo pueden suponer no era saber si sus
triglicéridos se habrían elevado o si la triquina se alojaba en las paredes de sus intestinos, no, algo
había de estético en sus avatares, esto es colosal, decía en francés, merde al’ors recitaba en
español y él era catalán y fustigaba a sus acompañantes-adoradores a seguir el ejemplo, a más de
una actriz que asistía a sus lujosas fiestas, pregonaba de su don para hurgar en sus humus y la
espoleaba hacer lo mismo con los suyos, más de una se sonrojó llevándose sus delicados dedos a
la nariz, solo la palabra mierda ya les olía mal, “la mierda escrita no huele” había dicho un famoso
semiólogo francés en uno de sus ensayos, pero a éstas el mero hecho de pensar en defecar ya les
parecía una cagada, una mierda… En aquella biografía no se dice si las actrices hicieron el
experimento alimentado por las sórdidas y buenas intenciones de Dalí, pero lo cierto es qué, quién
no se ha detenido a mirar en el fondo del escusado, Narciso enamorado de su propia imagen, pero
volvamos a lo de los Shandy y el Amanecer Dorado, cuyo mentor fue el aclamado por él mismo
como: MegaTherion Aleister Crowley).

***

Máquina de Gorjeos.

Cuando niño daba cuerda a las palabras, a todas las que encontraba en diccionarios, enciclopedias,
etc. Giraba y giraba de su llave y las soltaba sobre el cuaderno de notas. Ellas cantaban, jugaban,
hacían el amor, danzaban sobre el blanco inmóvil de la hoja. Cuando niño daba cuerda a las
palabras, giraba de la perilla una y otra vez y las ponía sobre el blanco inmóvil de la hoja. Ellas
cantaban, jugaban, hacían el amor, danzaban sobre el blanco inmóvil de la hoja. Máquinas de
escribir aullando a una luna de papel.

***
Que llueva que llueva Platón está en la cueva

Los pajaritos cantan los muertos se levantan,

Que llueva que llueva Platón está en la cueva

Los poetas cantan las brujas se levantan.

***

¡Lee, en el nombre de tu Señor, que ha creado,


ha creado al hombre de un coágulo de sangre!
¡Lee! Tu Señor es el Dadivoso,
que ha enseñado el uso del cálamo,
ha enseñado al hombre lo que no sabía.
Corán, 96, 1-5.

Thuluth, thuluth, Yalli diwani; thuluth thuluth, Nasj diwani yalli; thuluth thuluth nasj diwani yalli,
thuluth repiqueteaba chasqueando su lengua como una campana rota entre sus dientes, era
una vieja canción que le enseñó su madre, y que ahora al estar ya entrado en años la
recordaba con gran fascinación. Diwani era una de las primeras palabras que aprendió a
trazar con lápiz, luego pintó con un cálamo nasj y thuluth sobre una tela previamente
enyesada para el acto. Se maravillaba de cómo cada espacio vacío era relleno con
inscripciones y signos ornamentales, a decir verdad y en su corta edad poco le importaba lo
que esos caracteres podrían o querían significar, lo que a él le extasiaba de esas grafías que
dibujaba era su envoltura material, y a esto se debía la decisión de tomar la materialidad del
significante como tema de su tesis para obtener la licenciatura en artes, ya desde pequeño al
jugar con plastilina quería reproducir los sonidos trazados en el papel, plasmaba en esculturas
de barro las notas musicales que se desprendían de la escritura Nashki. En un estilo barroco,
muy ornamental, caracterizado por líneas alargadas y curvas, prolongando los rizos en el
espacio que separa a una letra de otra, el espacio entre las palabras era un bello jardín
churrigueresco donde proliferaban cual rosas silvestres las volutas de oropel. Caracoleando
entre sus dedos los alambres de tender ropa, suturando en filigrana la vacuidad de las formas,
se asombraba que ahora a sus cuarenta y tantos años todavía tuviera aquel placentero gusto
por el exceso. Miraba su mano derecha desprovista ya del dedo pulgar e índice, y lejos de
llorar, pero el no lamentarse no es en ningún momento signo de resignación, es más maldecía
su sino, y muchas veces intento incendiar su taller de grabado, pero que iba quemar nuestro
escultor, si lo que más poseía eran unas grandes piedras por esculpir, herramientas para
cincelar y tallar, y chatarra, mucho metal reciclado que no se prestaba para la combustión. De
lo que sí se vengo aunque resulte ridículo advertirlo es de una amoladora que le corto los
dedos, la pulverizó a martillazos con su mano sana.
Pensaba en la caligrafía como un arte ligado al hecho de que el islam prohíbe la adoración de
representaciones figurativas, “NO TE HARÁS UN ÍDOLO” era uno de los mandamientos
escritos en las tablas de la ley judeocristiana, y es así como la caligrafía ofrece en los lugares
sagrados un sustituto a la decoración figurativa.. En lugar de representar a Dios o al profeta, o
cualquier otro motivo figurativo relacionado con la religión, el arte islámico los sustituye por la
representación caligráfica de sus nombres, o por frases extraídas del Corán, particularmente
la basmala, y en eso concordaba y siempre tuvo esa idea de que los poetas eran paganos por
que en cierto modo tenían un refinado gusto por las imágenes que los volvía idólatras, la
poesía a sus ojos era algo así como un Becerro de Oro ornamentado de palabras y
compuesto de imágenes, escribir, si escribir es enlazarse con la imagen y crear el ídolo,
mucho tiempo después en casa de su amigo Sergio Ricardo o Ricardito como lo llamaba su
padre, pudo aseverar aquella intuición en un escrito de Maurice Blanchot que titulaba “la Ausencia
del Libro” que paradoja “la Ausencia del Ídolo”. Los musulmanes justifican este interés por la
escritura arguyendo que la primera palabra que les fue revelada por Dios es el imperativo
«lee» (iqrā'), que encabeza las primeras palabras que según la tradición dirigió Dios a
Mahoma.

***

Abandonado a su espontaneidad y sin la expectativa de juicios ajenos, Don Augusto David Campa,
vierte, sus dudas, esperanzas y temores, su profunda crisis espiritual que en los últimos años de
vida le han sacudido hondamente, en un manuscrito conformado por cuatro cuadernos de tipo
escolar, de diferente tamaño y número de páginas. Éste manuscrito al cual ha llamado: “Bitácora
de un Profundo Malestar “, está escrito a mano, con letra ligera e ilegible, en tres colores de tinta,
a saber: negro azul y violeta, en hojas de papel cuadriculado, de una línea de dos de cuatro para
caligrafía inglesa, en blanco, sobre pentagramas, a su gusto, pues Don Augusto David Campa se
tomó el tiempo de fabricar aquellos borradores que le servirían de diario. Los pegó y cosió,
encuadernó los folios en pasta dura y con las inscripciones en relieve en la parte superior de la
tapa principal, la misma que detallaba en un fondo rojo oscuro y con letras de un dorado brillante,
su heterónimo: Julio Rafael Rutiaga.

***

Escribir a quema ropa con una ametralladora de palabras.

No era de ponerse a pensar así que tomó la vieja Remington y la metió al fondo de la mochila. Se
subió en el primer bus que encontró, por ventura no estaba lleno así que buscó un asiento para
sentarse, las ideas dentro de su cabeza revoleteaban como una bandada enloquecida de aves,
había olvidado su cuaderno de notas y los lápices para apuntar, revisó en los bolsillos de la maleta
haber si de pronto tendría un esferográfico, sí, tenía dos, pero a uno de ellos se le había
terminado la tinta y al otro inexplicablemente le hacía falta la mina. Al menos tenía hojas de
papel bond, claro que éstas eran fotocopias de una monografía que estaba leyendo, su envés
estaba inmaculadamente en blanco, así que procedió sin pensarlo dos veces a sacar a la Reming de
su bolso y a introducir a la virginal hoja (virgen sólo por la parte trasera, aún no mancillada por la
escritura por su orto lado, toda escritura es una porquería, los que escriben son unos cochinos,
Antonin Artaud) por el rodillo de la misma, luego de empatar las puntas y regular los espacios de
los márgenes tanto de izquierda como de derecha, dejó caer la barra pisa papel sobre ella con un
gemido solemne. El bus se iba llenando de pasajeros, él había pagado por su asiento y por el
contiguo donde ubicó su maleta, no quería ser molestado, así que antes de ponerse a escribir
sobre la máquina, presionó los nudillos de sus dedos sacándose cuyes, y como si fuese a tocar el
piano dirigió su mirada hacia la partitura invisible que le rodeaba. Sus dedos comenzaron a galopar
sobre las teclas, y aquel sonido ahora tan extraño para sus semejantes, comenzó a invadir el
transporte público, algunos jóvenes que estaban chateando en sus Smartphones voltearon sus
rostros para ver cual era la fuente de ese singular ruido, lo mismo hicieron unas señoras que
abandonaron una importante partida de Spiderman, para ubicar el origen de semejante galope,
algunos ejecutivos dejaron en suspenso tareas que realizaban en sus tablets, y dirigieron sus ojos
hacia a aquella ametralladora de palabras. No reparaba en el ridículo-concierto que ejecutaba,
pues más de uno de los pasajeros se echó a reír a carcajadas, murmurando entre sus compañeros
de viaje, que ése man, aparte de anticuado estaba bien out del sistema. Ridículo o no ridículo él
seguía escribiendo, disparando a quemarropa con su metralleta. Al lado de su asiento una mujer
con niño en brazos quiso sentarse, el no le prestó atención y siguió interpretando una partitura
inconsciente que fluía a borbotones. El bebé empezó a llorar, a lo mejor el repiqueteo de las teclas
sobre el papel lo despertaron de su modorra, pensaba en sus tiernas mejillas como en el tronco de
un árbol que estaba siendo taladrado por el afilado pico de un pájaro loco, la madre lo acunaba y
lo mecía, él, menos por compasión que por altruismo, retiró su maleta de la silla, la colocó en el
piso del colectivo y le cedió el puesto, ella agradeció el gesto con una sonrisa, sacó de entre su
blusa media abierta parte de su seno y se lo dio a su crio para que se callara. El colectivo
atravesaba la ciudad a velocidad moderada, él seguía escribiendo sin reparar en las paradas ni en
los paisajes de la urbe, el Mundo todo esa Gran Boñiga como lo llamaba no le servía de modelo,
llenó la primera página, giró con sus dedos el rodillo, la blanca hoja tejida ahora de caracteres
negros dejaba ver su orejas largas y cual un mago la sacó de la Reming, pero, a ésta ave de orejas
largas como una paloma le estaba esperando su jaula, así que sopló tres veces y la guardó en la
mochila. Nunca se escribe lo que se piensa, si no lo que se va escribiendo, primero escribo luego
pienso, Scripturire ergo sum, paralelamente a lo que iba escribiendo se iban desarrollaban varios
textos a su alrededor, la mujer con su bebé lactando, el gordo chofer del autobús que platicaba
con su acompañante, la vida de éste que fungía de azafata, la chica dos asientos delante suyo y
que iba chattarreando en el cell. Una pareja de gays que se relamían en los asientos de atrás, unas
ancianas que se horrorizaban de aquellas muestras de amor, unos agoreros del fin del mundo que
predicaban la verdad el camino y la vida a un joven skinhead ultraderechista que no prestaba
atención a sus evangelios, y muchos más, el bus estaba atestado de personas que a pesar de su
proximidad física estaban irremediablemente alejadas unas de otras, tantas novelas metidas en
esa lata de sardinas, todo un coro de voces que se bifurcaban a través de sus oídos, toda una
enciclopedia de la vida cotidiana, tomos y tomos vivientes de la rutina diaria, historias para ser
contadas, para ser transcritas al papel, y él, el pobre escritor que no tiene ni para una laptop a
más de causar pena y asombro, es un escogido un soberbio individualista que esta abstraído en
sus delirios y que apenas, regresa a ver al mundo con el rabillo del ojo. Un Narciso New Age que se
mira eternamente en lo que escribe, y escribe según él para borrarse, para no ser, la una mano
borra la que la otra mancha, Narciso paranoico del lenguaje, bebe por manía por puta manía de
sentirse triste, manía por la depresión y depresión por la manía, Dipsómano que cuando sale a la
calle lleva su litro de vino o aguardiente, sin ningún pretexto o motivo, sólo para dejarse arrastrar
por la corriente incontrolable de la alucinación, para estar a diez centímetros del suelo, para
sentirse un astronauta que flota como una nube a través del laberinto, para ser otro, para ser
muchos, para esquizofrenizar la realidad, para escindir en el torrente de la vida y caminar en
medio del mar muerto, solo siendo muchos, cuando no escribo no estoy, cuando no escribo estoy
solo, pero eso, eso es precisamente lo que no pretendía escribir se dice, pero sale al paso y lo
hago, escribo lo que no pienso, escribo lo que se escribe para escribir, como sí mis manos tuvieran
un cerebro propio y boicotearan todos los proyectos y planes del que está arriba, modelo como
podría ser modelo para mí mismo, la escritura se muerde la cola, Uroboros del lenguaje escrito,
borrar, tachar eso aún se puede hacer en la máquina de escribir, mas la vieja Remington se
molesta, se irrita, no más correcciones, ya estás grandecito como para eso, las reglas ya las
aprendiste es hora de romperlas, pon en marcha tu tanque de guerra, me miras a mí como un
tanque de guerra, como una metralleta como un arma, dispara contra el imperio de los signos,
este es tu espacio de libertad y recreación, RE-CREACION en mayúsculas, poiesis, por qué te alejas
de los demás, por que te encierras en tu escafandra de médico alcohólico, ésta es tu terapia, tu
dosis de salvación: la escritura es tu antídoto (antitodo) tu contraveneno, con la misma lana se
cura el perro, la poesía es una arma de doble filo te lleva a la creación pero destruyéndote, bella
forma de acabar: “sólo es hermoso el pájaro cuando muere destruido por la poesía; la poesía
destruye al hombre, las palabras destruyen al hombre”, escribir sólo te salva hundiéndote, y todos
le echan la culpa al trago a las drogas a la falta de amor, a la soledad, cuando en verdad y tú lo
sabes bien ,soy Yo el que te destruyo, la imposibilidad de poderme escribir, de asirme entre tus
textos, y tú dices que ya hubieses muerto a no ser por mí, en parte tienes razón por que cuando
escribes lo que en este momento estas escribiendo no te viene ni una idea de suicidio , que es
frecuente cuando no lo haces, así que para no pensar en la muerte, aunque primero empezó con
el amor, te dedicas a leer día y noche, las palabras en el papel sólo son eso, palabras sobre papel, y
cuando lees, la Muerte solo es una muerte de papel escribir no te salvará de ella, aun cuando
pienses encerrarla a ella a la Muerte en un libro, y no te has puesto a pensar que esa Muerte de
papel a la que quieres encerrar en un poema soy la misma muerte y no la de papel, escribe
mientras tengas luz, así te curas con las mismas palabras que te enferman, eres un chamán en el
lenguaje, “quanquam incitatus semel animus necdum Scripturire desineret”, “mi espíritu, una vez
lanzado, tiene sin cesar ganas de seguir escribiendo” colmate Sidonio Apolinar, pasa las ganas,
esas ganas eternas de copular por escrito; escribe y el coito con la Reming se hace posible, estás
apareándote con la máquina de escribir, y ella te susurra al oído: dale dale, no termines ni pienses
en eyacular, dale dale, méteme los dedos hasta el fondo, hasta que revienten las campanas en
mis sienes, dale dale no termines, juega con tus dedos en mis clítoris, tengo tantos como el
abecedario, lámeme con tu lengua la estrecha vagina del lenguaje, juega con tus dedos en mi
clitoriteclas, clitoriletras, clitorisignos, clitorinogsis, ni se te ocurra terminar, no eyacules, no
termines, juega con tus dedos en mis clítoris, métete hasta el fondo de cabeza, bucéame,
explórame, quieres acabar, acaba dentro de mí, yo acabo contigo, acabemos juntos , yo acabo
contigo, yo acabo contigo, ni pienses terminar, no eyacules, si acabas, acaba dentro de mí , yo
acabo contigo, yo acabo contigo, acabemos juntos “quanquam incitatus semel animus necdum
Scripturire desineret”. “Sólo es hermoso el pájaro cuando muere destruido por la poesía”.
***

Feliz el hombre vulgar,


Que tiene su tarea cotidiana normal, tan leve aunque pesada,
Que tiene su vida habitual,
Para quien el placer es el placer y el recreo es recreo,
Que duerme sueño,
Que come comida,
Que bebe bebida, y por eso tiene alegría.
(Fernando Pessoa).

José María Réising, uruguayo de nacimiento, escultor y aficionado a la grafología, disciplina que él
había descubierto por mera casualidad. No existen las meras casualidades, había comentado su
amigo de letras Sergio Ricardo Campa dado a la poesía hermética y experimental. Sergio Ricardo
Campa había nacido en la ciudad de Quito en el año de 1977, de familia acomodada y propensa a
la cultura veían en su hijo algo así como un genio en pañales, cuando apenas dirigió sus primeros
pasos lo hizo hacia los estantes de la biblioteca de su padre, hombre docto y conservador,
idealista, pero de un idealismo extremadamente subjetivo y absolutista, repasaba y repasaba
amodorrado en su antiguo sillón la obra completa de Berkeley, su filósofo predilecto, cuando
pensaba en sus teorías y miraba al pequeño Ricardito sentado en el piso, jugando con los libros,
arrancándoles las hojas, baboseando las tapas y las contratapas, rayando sus páginas con lápices
de colores, se repetía la máxima Berkeleyana: Esse est percipi: ser es ser percibido o, Esse rerum
est percipi: la perceptibilidad es el ser de las cosas: sólo existen las cosas en cuanto son advertidas.
Lo que le llevaba a la amarga conclusión de que nada existe fuera de mi “yo”; el mundo entero
nace y muere conmigo; al cerrar y abrir los ojos creo y destruyo el mundo. Eso malogradamente se
reflejaba en su interior, dentro de su “conciencia” a la cuál no podía percibir, ni abriendo ni
cerrando los ojos, se le vino una idea y había millones de ideas en una sola idea, una completa
monadología que se albergaba en eso que aparentaba ser un átomo espiritual que revoloteaba en
ese corto instante de alienación como un hambriento invisible animal de la Nada, y que aullaba en
sus trémulas orejas. Solo existo “Yo”, se decía; el mundo, el universo, con sus diversas culturas y
religiones, con sus altas montañas y rascacielos, con las rutilantes estrellas y serpenteantes ríos,
lleno de galaxias y nebulosas, infinitamente incontables como granos de arena en el desierto, la
vida misma y sus avatares, y hasta la muerte, la misma y temible muerte que pasa por suerte sólo
una vez en la vida, existen porque yo existo, cuando muera todo se desvanecerá inclusive Ella en la
Nada. Veía a Jesucristo, el hijo del dios Judío siendo crucificado, y lejos de sentir misericordia o
culpa, lo vio como un personaje más de la novela que se le iba desarrollando en la cabeza; sí, el
Mesías cristiano pasó de ser el unigénito vástago de Jehová, no se confunda vástago con bastardo
como lo quieren interpretar ciertos radicales semitas, a uno de los tantos protagonistas de éste
absurdo drama, drama del cual todos quieren escapar; confúndase si se quiere drama con dharma.
Todo es producto de mi imaginación, se decía, Esse est percipi Esse est percipi; Esse rerum est
percipi Esse rerum est percipi: no soy más que una leve emanación de la Nada, de la nada de la
nada, y empezó a temblar y sudar copiosamente, para dejar de torturarse metafísicamente se
acercó a Ricardito, lo cargó entre sus brazos y antes de que le viniera un nuevo colapso nervioso,
le empezó a recitar poemas de San Juan de la Cruz:

Entréme donde no supe,

Y quedéme no sabiendo,

Toda ciencia trascendiendo…

José María Réising arrastraba todos los días hacia el patio de su casa, una carretilla con varios
materiales para su obra, una escultura que él había visto en uno de sus sueños y cuya imagen
frecuentemente le obsesionaba. Carlotta Delia Echeverría proveniente de la provincia de Loja
estaba ya anciana como para continuar con la crianza de éste hombre ya entrado en años pero
que aún seguía teniendo alma de niño. Sólo el alma le quedaba de niño por que el resto y valga la
enumeración ya había perdido: dos dedos en un accidente en el taller de grabado, los dientes que
antes al menos amarillos le colgaban de la boca, el pelo que ahora lo dejaba como un Picasso
transplatino, y las ganas de follar, de coger de culear, que fue lo más terrible que le pudo pasar y lo
sumió en una honda depresión; ya de por sí tiraba de milagro y ahora ésto que apenas funcionaba
no se le ponía tiesa. Muchas veces pensó en acabar con su vida, pero la bebida, el alcohol,(él que
cuando joven era abstemio) lo salvó aunque suene paradójico, así que dedicó el resto de su vida a
perderla en los tragos, no tenía más misión que consumirse en las borracheras, y qué jaranas se
mandaba el tipo.

Carlotta cuando frisaba los doce años, había visto la luz por primera vez un 12 de junio de 1960, se
prestó voluntariamente al cuidado de los caballos de su tío abuelo, una persona huraña de pocos
amigos y propensa al alcoholismo y a las ferias de pueblo. Cuando se dirigía al potrero, por que el
tener caballos no garantiza señal de riquezas ni de alta alcurnia, es más, esos esperpénticos
equinos daban pena; raquíticos, con las crines llenas de garrapatas, la grupa como la aleta de un
tiburón jorobado y las herraduras, antes un amuleto contra la mala suerte, hoy un talismán para la
desgracia. Delia Carlotta como le decía su tío abuelo don Juan de Dios Chumacero, antes de llegar
abrevar a las bestias del campo, se distraía con los pequeños tréboles que había en el lugar,
buscaba uno de cuatro hojas, pero a pesar que arrancaba uno tras otro no lo hallaba, para
sorpresa suya al llegar cerca del establo, se dio con unos hongos que crecían encima de los
excrementos equinos, los tomó entre sus dedos y limpiándoles en la manga de la camisa los restos
de la verde bosta, procedió a llevárselos a la boca, eso sí, procurando no llamar la atención de los
caballos. A Carlotta le sobrevinieron los primeros síntomas de la ingesta de hongos, en menos de
media hora entró en un periodo prolongado de vómitos, náuseas, dolores de cabeza y vientre, le
temblaban las rodillas, sudaba copiosamente en frío y antes de creer desfallecer entre la hierba,
vio; vio lo que nunca más podría ya borrar de su mente.
Sergio Ricardo Campa jamás tomó las cosas demasiado en serio, intuía que el mero juego con las
palabras, como decían los otros, no era una simple distracción diletante inventada por poetas
esnobistas de salón literario, no, no era un mero juego eso lo sabía muy bien, y se aferraba a esa
convicción. Jugar con las palabras, darles cuerda y echarles sobre el blanco papel se asemejaba
para él, como el ir colocando encima de la mesa una detrás de otra y al azar, cada carta que iba
extrayendo del mazo de tarot, o arrojar sobre un pañuelo un par de dados o las varillas del I Ching;
las palabras funcionaban para Sergio Ricardo Campa como las runas de las lecturas célticas, no
sólo un, y en esto estaba de acuerdo con su padre don Augusto David Campa, mero vehículo
portador de mensajes, el poeta es un niño perdido en el bosque del lenguaje, se decía, jugar con
las palabras, es buscarles un nuevo sentido. Por las noches escribía o mejor sería decir des-
escribía, por las mañanas aprendía a des-aprender lo aprendido, leía mucho sobre los místicos
cristianos, sobre los cultos druidas, sus libros de cabecera eran textos apócrifos de cábalas y
hermetismo, investigaba el zohar y la letra oculta entre las letras, la grafía secreta del alfabeto,
dejó de interesarle Freud, ese Cristóbal Colón del inconsciente, y volvió al libro rojo de Jung, hay
algo más que simples arquetipos de decía, no un inconsciente colectivo sino un inconsciente
cósmico a la manera de Daisetz Teitaro Suzuki, su verdadero encuentro con la verdadera poesía
como la llamaba él, fue una noche que junto con otros compañeros de clases de literatura jalaron
marihuana en una abandonada aula de computación. Gustavo precedió la sesión espiritista,
sentados alrededor de una mesa ovalada cada miembro de la reunión escribía en una hoja de
papel dos frases lo más rápido posible y sin pensarlo dos veces, luego la doblaba y se la entregaba
a su compañero contiguo, que sin mirar el contenido seguía el mismo ritual hasta cerrar el circulo,
dejando la hoja de papel con la forma de un acordeón. Soplen tres veces decía Gustavo que se
creía mistagogo, y abrieron el papel, para los demás ese poema no tenía ni pies ni cabeza, pero
para Sergio Ricardo Campa era un oráculo que había que descifrar, y se entregó de lleno a la
investigación pseudocientífica de aquel cadáver exquisito, vagaba por las calles escribiendo a
mano lo que las demás personas decían a su alrededor, las mezclaba con lo que él pensaba y con
recortes de prensa amarillista, con versos de Cátulo, Virgilio y Teócrito, con sonetos de Mallarme y
anuncios publicitarios, con teorías del conocimiento y estrofas T. Eliot y Ezra Pound con
jitanjáforas Mario Bruel y Pedro Salinas, con silvas del siglo de oro y poemas del realismo sucio,
con todo lo que encontraba a la manera de T. Tzara hizo un gran caldo de cultivo con ellos al que
llamó la Sopa Muerta, y transcribió lo que aleatoriamente iba saliendo de aquel oscuro saco.
***

Apenas despertaba José María Réising, pero porque María se decía y por qué José, mis padres
acaso no tenían más ingenio que crucificarme a semejantes nombres, sólo les faltaba Jesús, y ya,
era ese evocativo Jesús María y José tan repulsivo y objeto de bulling en el colegio, ahí viene el
Pesebre me gritaban porque “yo” Jesús María y José era el burro de sus burlas. Recogía
mentalmente cada imagen que alcanzaba a recordar del sueño de hace un momento, anotaba
rápidamente el contenido manifiesto en su cuaderno, y luego preparaba un bosquejo para su
obra. Pensaba en la estrecha relación que existe entre la grafía y la pintura en las culturas
orientales, recordaba los caracteres kanji de la dinastía Han utilizados en la lengua japonesa y
tomados del chino, aquellos ideogramas trazados a pincel y tinta denotaban una total
espontaneidad y precisión al momento de ser ejecutados sobre un largo papel de arroz; todo un
arte se decía, y el estilo diwani inventado por el calígrafo Husam Rumi de un denodado
barroco muy ornamental, que se caracterizaba por sus líneas alargadas y curvas y porque
prolongaba los trazos de manera que a menudo se unían entre sí letras que no deberían
hacerlo, mas de esa manera suturaba todo resquicio, grieta o fisura, e impedía que se colara
de manera pretenciosa el vacío, la vacuidad, el temible sunyata japonés que tanto horror le
provocaba, y por eso albergaba frecuentemente el tratar de escribir palabras o frases enteras
en diwani sin levantar el cálamo del papel. Josema comparaba las letras del alfabeto
occidental con meras hormigas que seguían una misma raya marchando todas en línea recta,
si al menos saltaran, brincaran, esa manera de desfilar unas detrás de otras le molestaba,
había algo de militar en aquel desfile, izquierr dos tres cuatro, izquierr dos tres cuatro, posición
firrs, descanso, y así permanecían sedimentadas a lo largo de la lectura asignada, los ojos,
aquel par de globos oculares se tornaron cuadrados, eran un nuevo animal domesticado por la
lectura que trazaba el texto, como un funambulista el ojo acróbata caminaba con sus patas
traseras a través de la cuerda floja, cuerda que se tensaba entre el principio y el final de cada
frase, el ojo no podía desviar la mirada de la línea por la cual caminaba, debía concentrar toda
su atención en la meta fijada, de lo contrario al menor traspiés resbalaría y caería perdiendo
todo el sentido, también le estaba negado retroceder sus pasos, la llegada lo esperaba con lo
brazos abiertos, había cumplido todo el mandato al pie de la letra, ahora era feliz saltando en
sus cuatro patas, lamiendo y rechupando el contenido de cada frase, masticando el hueso de
la plusvalía conceptual.

***

Abrió la puerta de la destartalada refri, la Bibliorefri como la había bautizado: libro tras libro, libro
sobre libro encima de las bandejas que en su tiempo albergó las compras de fin de mes del
supermercado, ahora toda su funcionalidad, toda la esencia intrínseca para la que fue elaborada,
estaba desprovista del valor práctico utilitario, no fui fabricada para eso se repetía en su interior,
la nobleza de una refrigeradora no se puede reducir a la de una alacena repleta de libros, hasta su
nombre ordinario le había sido usurpado, qué es eso de Bibliorefri, si al menos hubiese sido
Refrilibros, pero no, a caprichos del joven, se le ocurrió vaciarme de todos los productos que
alojaba, que eran pocos es cierto por no decir nulos, y llenarme de libros, claro como una ya es
vieja y de motor quemado tiene que soportar semejante vejación, al menos una botella con agua
del grifo póngame joven, en cierto sentido tiene razón, para qué, si ya no puedo enfriarla, las
apariencias chico las apariencias, el estatus, y cuando pensaba que me había escuchado, extraño
que una refrigeradora piense a través de su dueño pero le hablaba al oído, eso está aún mas
extraño, vino con un par de botellas cuya etiqueta dictaba las palabras: vodka finlandés, y me
transformó es su bibliorefribar, si si, esta de más eso de refri, estoy de acuerdo, pero y la familia y
las tradiciones, yo nací con ese fin con ese propósito fui creada, que será ahora del resto de mis
días, bibliorefribar, no suena mal, además algo de mí a quedado una raíz entre dos raíces, punto se
acabo punto aparte. Punto final. Se subió a una pila de libros de viejo que le servía de escalera y
estirando su mano alcanzó tres libros que topaban el cielo raso de su habitación, era la primera
torre que empezaba a desmontar, la Torre de Babel la llamaba por la altura que ocupaba en su
cuarto, Jehová debe estar sumamente enojado, Nemrod disparó su flecha a sus pompis celestiales,
ahora la confusión de lenguas, terminado con la babelia, fue por las pirámides mayas estas ya al
alcance la mano y empezó a desarmarle libro a libro, metiéndoles en unas cajas de cartón
cuidando que sus lomos no se maltraten eso lo aprendió de su primo peruano Aarón que era un
librero con muchos años en el oficio. Pero a Aarón lo que le importaba de los libros a más del
contenido que le tenía sin cuidado era su valor mercantil, no axiológico entendámoslo bien, los
bestseller eran sus preferidos, los gruesos volúmenes de novela histórica, los de autoayuda y
coatching, los de marketing empresarial, los álbumes de fotos de las bandas de moda etc etc etc,
nada que nuestro querido amigo tenía en su colección de libro, solo literatura poesía filosofía
religión oriental psicoanalisis , new age y más obsequio de su padre fenecido hace algunos años
atrás.
***

Acostado

Veo pasar las nubes

Habitación de verano

(Yaha).

Hacia fines de 2004, había alquilado una pieza en el centro de la ciudad, vivía solo, aún lo hago…
pasaba el tiempo leyendo poesía japonesa, especialmente haikus de Matsuo Basho el poeta
peregrino de la iluminación en sachet, Sendas de Oku (Oku no Hosomichi) se tornó en mi libro de
cabecera por algunas semanas, pero por más que le daba vueltas al asunto de escribir haikus dos o
tres me salieron al paso, muy malos por cierto, por qué cuando no acertaba en esa rígida métrica
de 17 sílabas, me abandonaba al experimentalismo juvenil, no obstante el deseo de escribir
haikus persistía en mi espíritu, era mi fantasma, por ese entonces también leía novelas, a pesar
que para algunos no hay relación posible entre unos poemas tan cortos que miden 5,7,5 existía
una correlación de contenido, una novela tan larga y pesada como puede ser la Montaña Sagrada,
podía ser reducida de una manera magistral por algún poeta bonzo que quisiera escribir la belleza
del monte Fuji en apenas tres versos, y lo hubiese conseguido de habérselo propuesto, pero como
sabemos bien, a los nipones de aquellos tiempos no les interesaba los artificios y su amor por la
naturaleza lo hubiese apartado de tamaña empresa, empresa nada despreciable para un escritor
francés, cuyo nombre no recuerdo en el momento pero deseaba invertir los papeles, hacer del
haiku una novela, estirar esas 17 sílabas que rechazan todo enlace metonímico y progresión
sintagmática en una obra que se envuelva como una madeja de lana, tomar la punta de los hilos
entre las agujetas de ambas manos, y que su mano derecha no sepa lo que hace la izquierda,
proliferar en nudos y urdimbres, enredar y embrollar distintos colores de ovillos, tejer macramés
sin tramas previstos ni pensados con antelación. Ante mi cama muchas veces caótica, mi catre está
acoplado de manera que varios cartones repletos de libros, me sirven de lecho, yo tiendo una
sábana encima, coloco una vieja esponja como colchón y almohada y duermo sobre ellos, tampoco
tengo mesas ni sillas, no tengo nada salvo montones de libros, la otra tarde se me ocurrió
construirme con ellos otra habitación, si, una más pequeña y acogedora que la que arrendaba,
edifiqué una casita de perro (tampoco tengo perro, mas he pensado crearme uno con las bolas de
papel que he arrojado a la basura, un origami que ladre, lo llamaré Haiku), dentro de la pieza y ahí
entraba para aullar por las noches a mi padre que Dios lo tenga en su Santísima Nada. Una vez
escribí un relato de cómo los libros me fueron quitando a mi familia, era un cuento de terror,
primero empezó con mi padre que siempre venía cargando libros en la maleta, luego los
depositaba en la mesa de la sala, mi madre lo miraba enfurecida, y le reclamaba que en vez de
comprar tantos libros debía colaborar más con las compras de la casa, él argüía, pobre jamás tenía
razón ni volviendo a nacer, que al menos era el único placer que se podía dar, no bebía, no
practicaba ningún deporte, no era adicto a la pornografía ni a ningún tipo de droga, pero viéndole
bien, ésta era su droga pero bien calladito se lo tenía con eso de la cultura. Mi madre le encaraba
que ya no sea tan bestia que si al menos ganase bien lo pasaría por alto, pero con ese salario de
mierda, que apenas si alcanza hasta el fin de mes, darse ese lujo reservado a los aristócratas, no
somos ricos le decía, la literatura es para la burguesía, la poesía para los vagos, si al menos
compraras libros que nos sacaran de la pobreza, sin embargo no todos los libros eran comprados
leí en la carta que dejó en uno de los cartones a modo de herencia, bueno digo herencia por que
empezamos a simpatizar, yo veía a los libros encima de los sillones, o sobre la taza del baño o en la
mesa de la cocina, o arrumados en un rincón cualquiera como si se tratará de mascotas, eran los
felinos de mi padre, sus gatos, al menos estos no se meaban ni cagaban marcando territorio pero
su sola presencia irritaba a mi madre, al menos compra un jarrón para adornar la casa, que puedes
meter en un libro, palabras y más palabras, en el florero al menos metes flores que aparte de
decorar la casa con sus colores y formas perfuman el ambiente, que te dan las palabras, y a parte
escritas, las palabras te envuelven en soledad te aíslan de la realidad, las palabras no son el
mundo, la escritura no son las cosas, suena bonito sí que lo suena pero todo es falso, la palabra
sólo es una metáfora de algo que no existe, pero nos empeñamos en verla como realidad, la
palabra sólo crea monstruos. Lo cierto es que poco a poco fueron ganando espacio, no había lugar
donde al posar los ojos no te encontraras con ellos, y cada vez se multiplicaban, se reproducían,
proliferaban en una suerte de castigo divino, fueron conquistando terreno a sus anchas como
hervideros de langostas, todo espacio estaba cerrado con su presencia, ahora la conquista
superior, la ocupación metafísica por excelencia, la invasión del tiempo, pero no de aquel tiempo
sujeto a medición por reloj del que los antiguos griegos llamaban Kronos, sino del otro que los
mismos helenos bautizarían con el nombre de Kairos y que era el tiempo vital y nutricio que por
otra parte mi padre ya había perdido a los dos antes de irse a la moloka.
***

¿Quién puso la luz al culo de la luciérnaga?

Paulo Leminski.

Siempre le perseguían los involuntarios recuerdos de una infancia turbulenta. Adolf el


último hijo, de tres hermanos que lidiaban a diario con las violentas borracheras de su
padre, panadero alcohólico, celópata propenso a ataques de ira, y a su madre, una frustrada
costurera que se ganaba el pan del día acostándose con sus clientes. Adolf nació en medio
de costales de harina de trigo, recipientes de manteca y mantequilla, cubetas de huevos,
paquetes de levadura, batidoras industriales, balanzas electrónicas, congeladores donde
guardaban la leche y la cerveza, leche que ellos apenas bebían pues era destinada como
materia prima para la elaboración de postres, cakes, pastas y pasteles, y un gigantesco
HORNO de última generación, de esos digitales que poseen tableros táctiles y que una vez
programado el tiempo de cocción del pan, éste jamás saldrá como en ese grosero dicho: a
las puertas del horno se quema el pan, HORNO que se le convirtió en su catedral, su
Basílica devoto nacional, su gran inversión, HORNO que le quemó toda su vida en
conseguirlo, y que ahora tras años de lucha lo podía estacionar en el centro de su
panadería. Cuando Adolf frisaba los 9 años, odiaba a su padre, a los pasteles de
cumpleaños, al pan caliente, a toda masa informe que le recordara su abultada panza
rolliza. Mi padre es el hombre pan, una masa de mierda y de manteca, el Superpan del
barrio. Su vida empeoraba intensamente, Adolf, fue pasando de casa en casa, de hospicio
en hospicio, trabajando duro y sin casi poder ir a la escuela. En esta época fue sometido a
abusos físicos y sexuales, por parte de los proveedores de lácteos, de su odiado SuperPan al
que le gustaba utilizar leche de campo, huevos de campo, mujeres de campo, así que muy
temprano en la mañana de los sábados, despertaba a Adolfito para que fuera por los
productos, el renegaba como cualquier niño normal pero bastaba un pequeño puñetazo
entre las sábanas para levantarlo y escucharle decir: buenos días papá deme la bendición.
Así que con el cielo apenas iluminado se montaba en su bicicleta con canasta trasera y se
iba de compras. El agreste sendero estaba lleno de árboles y arbustos, no se podía quejar,
después de todo, estar lo más alejado posible de ese viejo hijo de puta lo consolaba
sobremanera, el aroma denso que exhalaban los eucaliptos del bosque, más el gorjeo de
pájaros silvestres y el leve destellar de los rayos del sol a través del ramaje, le sumían en
un bienestar profundo. Pedaleaba y pedaleaba y aquel aire puro se filtraba en sus pulmones
transportándole a mundos inesperados, inhalaba y exhalaba continuamente, y el oxígeno
penetraba a cada poro de su ser ensimismándole en una rimbombante alegría, todas las
veces que montaba su bicicleta y pedaleaba por entre la frondosa floresta, entraba en un
contemplativo trance, manejar bicicleta se le había vuelto parte de un retiro espiritual,
meditaba sobre ruedas.

Entonces sucedió lo que no contemplaba en su enmarañada cavilación, y esos mundos


inesperados se tornaron reales. Antes de llegar a la tienda del establo y hablar con sus
propietarios, fue interceptado por tres muchachos presumiblemente nietos del dueño, Hans
Streicher un excombatiente de la Alemania nazi, que se le concedió asilo e indulto gracias a
su espíritu nacional-desertor y camarada soplón del Tercer Reich (según documentos
desclasificados de la Gestapo, Hans no estuvo presente el día en que el mismísimo Führer
hizo jurar al Ejército en los siguientes términos: << juro por Dios y por mi honor obedecer
incondicionalmente al Führer del Reich y del pueblo alemán, Adolf Hitler, general en jefe
de todos los ejércitos, y me comprometo, como soldado valiente, a dar mi vida por él en
cualquier momento.>>Hans todavía respira y pese a su vejez se puede dar el lujo de soplar
globos para sus nietos y para los Aliados de la coalición. Lo lanzaron de la bicicleta,
cuando él intentó incorporase y salir huyendo, lo sujetaron entre los tres y tapándole la
boca con la bufanda de lana tejida por su madre lo llevaron hacia los matorrales. Uno a uno
se fueron despojándose de sus ropas y quedando en calzoncillos, Adolf Adolfito no lo podía
creer, pero aquél pene que tenía entre sus piernas y del que no sabía más que el de hacer
pipí, se le reveló de una manera desagradable, el de sus atacantes estaban erectos y
pugnando por salir de los calzones, uno brincó del interior soltándose de los elásticos era
rojo de un rojo intenso y babeaba como un hambriento perro. Adolf Adolfito, forcejeaba,
bufaba, daba batalla, pero sus fuerzas apenas inquietaban a éste trio de desalmados, sólo sus
ojos eran libres, libres para ver como una tiesa verga se le acercaba, ¡Hi Hitler! lo
desnudaron del pantalón y bajándole el calzoncillo le empezaron a meter mano, uno de
ellos se quedó vigilando que nadie se aproximara hasta consumar el acto, entre tanto el
mayor escupiéndole en el centro del ano se puso a cantar:

<< ¡Apagad la luz! ¡Sacad el cuchillo! ¡Hacedle pedazos! ¡Apagad la luz! ¡Despejad la
calle! ¡Ha de correr sangre, ha de correr sangre! ¡Sangre a chorros! ¡Hacedlos pedazos,
pedazos, a esta maldita República de judíos ¡>>.

Centelleaba el sol sobre el casco nazi del soldado fálico horizontal, dirigió el casco
germano al esfínter israelí, metió la punta la puntita del yelmo de la Cruz de Hierro y luego
entró a fondo a fondo todo el ario Führer para exterminar a toda la raza judía que se
escondía en esa cueva. Judeus al judío era su lema que judeaba y jadeaba de dolor, Judeus
Judeus a éste puerco semita, las blancas y rozagantes nalgas eran tachonadas de esvásticas,
los alemaniacos neonazis judian al judío que no paraba judiar y de jadear. Judeus al judío
era su lema y tachonar sus nalgas de esvásticas. Germamaniacos adolescentes se turnaban
para purificar la raza según propaganda de Goebbels. Pequeño Mefistófeles. Dolor, placer;
dolor para el oprimido placer para el poder. Goering, Goebbels…Con una cápsula de
cianuro y un disparo en la cabeza…“Unser Doktor” enano cojo y diabólico, Con una
cápsula de cianuro y un disparo en la cabeza… “Unser Doktor”.Desenvainó enhiesto al
alemaniaco camarada enviado por la Providencia, desde lo alto del cielo venía... y, el casco
que antes refulgía intermitente a los rayos del sol, ahora estaba embarrado de las SS
(heces-heces) judías. Pobre errante culo del desierto, apenas con nueve años y ya comenzó
a conocer en la propia carne los frutos de la desobediencia, en cuatro lo tenían agarrado
como a perrita y sus sodomizados glúteös de jeta abierta de par en par a la espera del
paradisíaco maná y Anolf Anolfito no paraba de retorcerse, vino el tercer(o) el Tercer
Reich, que apenas limpió el resto de sangre, semen y caca con la gorra de lana que le había
tejido su madre, y se lo ensartó en el muro de los lamentos, por ventura del niño estos
perversos chicos tenían eyaculación precoz, así qué, al que más aguantó no pasó de los tres
minutos, en total lo violaron por siete minutos y medio. Sólo por la fe… sólo por la fe… y
recordó a su mamá en esa tara de la fe, acuclillada sobre una estera, sólo por la fe… sólo
por la fe… de felaciones fecales, de fecales felaciones de la fe, sólo por la fecal felación de
la fe… y, midió a ojo de buen cubero los miembros de cada uno, penes aún adolescentes
donde apenas brotaban matas pequeñas de vellos, el más grande mediría unos 14cm, los
otros dos unos 10cm a 9, ahora ya sabía para que servían las cuatro operaciones
elementales, la suma, la resta y la multiplicación de la leche, los huevos y el queso, y la
división, cómo olvidarle si le habían partido el trasero en partes iguales. Suma resta
multiplicación y división, sobre todo esta última de quebrados irregulares. Siete minutos y
medio de horror sádico, (no aceptarás caramelos a personas desconocidas decía mi mami, y
éstos ni por educación me brindaron uno) pero lo peor de lo peor no era eso, (el falo que
entraba y salía como Führer por su casa) lo peor era que no lo mataban, que lo mantenían
aún con vida, y sí, se les ocurría multiplicar esos siete minutos y medio por toda la
mañana, el pobre, perforado, drenado ghetto ya no volvería a cagar en el resto de vida que
le quedara. Entonces el culo mi culo, no sólo a servido para hacer popó, caramba con esta
mami debía haberme cosido el culo por algo es costurera, Mil noches de costura te han
llagado los ojos, y el falo que entraba y salía como Führer por su casa, mamá te tengo una
obrita no es nada del orto mundo, a decir verdad si es del orto mundo, Mil noches de
costura te han llagado los ojos, no tendrás que subirme las bastas ni cambiarme de cuello,
el culo mamá una pequeña obrita, mi culo está roto, muchacho de mierda, y me jalarás de
las orejas y me pegarás con la regla de sastre en los ensangrentados glúteös, otra vez
muchacho de mierda, no te basta con que zurza las rodillas de tus pantalones todas las
noches para que me vengas ahora con esto, donde metiste el culo cagado, sácate sácate para
remendarlo, ahora verás… Adolf Adolfo Adolfito la historia no ha terminado, apenas
empieza a comenzar o comienza a empezar y de pronto inicia el principio por dónde no
debería empezar, todo está en el medio <<entre>>, pase <<entre>>, tome asiento, en unos
minutos lo atenderemos (entre)tanto lea unas revistas o mire la televisión, escuche música,
háganse amigos (entre-ustedes) (ENTRE(…(…(…(…(entre…(…entre(…)paréntesis)…)
…)…)…)…)…)…)PARENTESIS) y ya para resumir, Adolf ya no era Adolf tampoco
Adolfo ni Adolfito, sino Anolf y con mayúsCula en el minúsCulo, volvamos a empezar,
Anolf o Anolfo o Anolfito llevó a su madre, la modista un par de jetas rotas, necesario
suturar, remendar, apuntar, la mierda se le iba a chorros, pero lo peor no era eso, lo peor de
lo peor era que no lo habían matado, que lo habían dejado vivo, cosa que debía agradecer a
Dios en su infinita sabiduría, no cualquier violado vive para contarlo, él sabe como hace las
cosas, empecemos por terminar, Anolf llegó a su casa sin la leche ni los huevos ni el
queso, y lo más extraño en él, reparó su madre al verlo que se acercaba como borracho
hacia la panadería, es que no venía montado en la bicicleta, cosa rara se dijo, pero lo peor
es que no lo habían matado, lo habían dejado vivo para contarlo, mas a Anolfo Anolfito
jamás le gustaba contar ni el dinero ni el amor ni hablar de sus penas, lo que le gustaba es
escribir, y de dónde le vendría esa manía de perder el tiempo, se sabe que muchos han
perdido la vida en eso, toda una vida dedicada al oficio de perder el tiempo, de jugarlo,
apostarlo, perderlo, como que no hubiera mejor cosa que hacer, es más peligroso que la
mordedura de áspid –dicen, y su antídoto está en su propio veneno, pero qué manera de
perder el tiempo, como que no hubiera mejores cosas que hacer que andar escribiendo,
Anolf cayó de cara en la acera frente al umbral del negocio familiar, su madre la modista
corrió a socorrerlo, su padre el alcohólico Levadura era el pan muerto de cada día, pero a
Anolf Anolfo Anolfito jamás le gustó contar ni el dinero, ni sus penas ni el amor, lo que le
encantaba era alucinar por escrito, delirar con las palabras, como que no hubiera mejor cosa
que hacer que andar perdiendo el tiempo con eso…
Oscuro

Oscuro

Como el canto de pájaros psicóticos en la pesadilla de los árboles.

Oscura

Oscura

Es su canción.

Roía una idea roía. Roía rata cárcel mi boca. Bocambulario ambulante Mi boca su hocico
roía, mi hocico pensabundo. Al interior. Al interior. La rata roía una canción. Roída
canción. Su casa una muela. Una muela cariada. Enconada muela. Mi razón. Su hogar. Un
hueco. Laberinto de huecos. ¿Dónde esconderme? Dentro. Una puerta. Una podrida puerta.
Mi razón un queso gruyere. Su hogar. Un queso gruyere. Salía a menudo. Su exterior mi
interior. Buscaba comida, roer. Buscaba roer. Un queso gruyere su hogar mi razón. Roía.
Cazarlo quería quiero mi la lengua. El cazado cazador alrededor de la boca. Huía. Un
poroso agujero. Laberinto de huecos. Persigue su cola la lengua de rata. La lengua persigue
hilo de Adriadna. La punta en el boquete saborea el hueco. La sombra en el orificio deja
huellas. Hasta las raíces roía la rata. La rata roía hasta las raíces. La lengua a sus espaldas
se lamía la cola. De ella. En ella. Ella en. Raíces roía. Ella en. De ella En ella. En… La rata
su hogar mi lengua al espejo pegada. Un queso gruyere mi perforada razón. En el espejo la
lengua pegada a la punta de la cola. Roía raíces la noche. Raíces la noche roía.

Un mal partido. Después de una profunda depresión comenzó a tener comportamientos


extraños. Dolor y furia produjeron esa humillación que lo acompañaría por el resto de la
vida, y sin siquiera probar caramelos.

Fue internado en el hospital psiquiátrico. Primeros intentos de suicidio. El poeta es un


suicida frustrado, escribe en las baterías sanitarias. Permaneció en él hasta su muerte. Le
diagnosticaron esquizofrenia crónica con elementos paranoicos. Su sintomatología
psicopatológica propia de aquel desequilibrio: alucinaciones auditivas y visuales, arrebatos
de violencia, imaginación morbosa, megalomanía, delirios religiosos y de persecución.
Culpabilidad, aislamiento social, abulia crónica, autismo, trastornos de la memoria, y
trastornos lingüísticos, falta de interés, depresión aguda, ataques periódicos de catatonia,
etc.

En sus primeros años de reclusión fue aislado por habituales arremetidas de violencia. Un
verdadero problema para el personal psiquiátrico, agredía de forma indiscriminada tanto a
médicos como a internos. Su nuevo psiquiatra le proporcionó un lápiz y un cuaderno,
empezó a escribir de forma espontánea, página tras página iba siendo atiborrada de
anotaciones.
Bajo los pies del templo, defeco. Nanana ser dadada ser nanana ser dadadada. Nacer nada.
Defeco. Nada nacer. Defeco. Distorsionado, distorsionado. Anolf Anolfo Anolfito, el culo
es el cielo del cuerpo. De(fe)co. Errando, errando me interno. Una brújula: mi pluma. El
extravió. Laberintos en el lenguaje. Una brújula: mi pluma. El norte. Anolfo Anolfito, el
norte. Polo perdido. Imantada aguja abismos apunta. El norte, Anolf Anolfo Anolfito, el
norte. El norte perdido. Mi culo roto fue Satori. Satori mi roto culo. Crisalida de luz. Anolf
Anolfo Anolfito. El Culo es el reino de Dios. El culo es el cielo del cuerpo. El culo es el
paraíso perdido. De(fe)co. De(fe)co. Mala Semilla. Mala Hierba. Mala Sangre. Mala Letra.
Mala Mala. De(fe)co. El Culo es el Cielo del Cuerpo. El Culo es el reino de Dios. El Culo
es la Tierra Prometida. Defeco, defeco. Iluminaciones…

Facho fachoso fachista, tenía alucinaciones visuales que le obligaban a escribir. Hierógrafo
de sus deseos. Las alucinaciones se le aparecían teniendo los ojos cerrados o abiertos.
Fachos en su cerebro lo vigilaban. La Gestapo se le me metió por el recto (esos malditos
lectores). Su imaginario poético: serialidad, repetición (y repitámoslo con él, sus cuadernos
están plagados de repeticiones literales y retóricas), hipérboles en especial el hipérbaton,
neologismos y una excesiva y descentrada ornamentación manierista en el decorado de la
decoración. Un horror Vacui con tinte esquizoide.

Su aseo personal le es indiferente, le molesta el tener que levantarse de la cama, oler ese
aroma a semen que se desprende de su pijama y sábanas. A regañadientes se dirige al
lavabo para lavarse la cara el domingo, no se afeita. […] Después de vestirse, el último
vestido que le trajo su madre, espera el desayuno fumando su cuarto cigarrillo de la
mañana, con un pie subido sobre la mesa juega con un zapato de taco alto, lo hace girar y
girar entre su dedo gordo. Esta falta de educación y buenas costumbres, irrita de manera
escandalosa a Sebastián, supervisor encargado del personal de limpieza. Habla sin parar
con las voces que escucha y anota lo que estas le dictan. Come últimamente con los demás
enfermos; come poco casi nada, fuma mucho, cuando lo trajeron por primera vez estaba
más flaco que el palo de escoba que sujeta Sebastián para fingir que trabaja ante la mirada
del Director del Sanatorio. Se enfada con facilidad y uno no sabe si su enfado es por causa
nuestra o de alguna de sus alucinaciones. Después del desayuno y de dejar el plato y la taza
llenos de ceniza y colillas de tabaco, se va a su celda y escribe y dibuja todo el día sin parar
hasta el atardecer, con cortas interrupciones para fumar, aunque podría decir que escribe
bajo el agua, no suelta su cigarrillo a menos que éste ya este quemándole los dedos. Si se le
recuerda que descanse más, sólo dice que no tiene tiempo, que tiene que trabajar. En el
jardín conversa con sus amienemigos imaginarios (llamados también por él: lectores), son
miembros de la policía secreta, agentes infiltrados de las heces heces (SS). Me invita a leer
unas cuantas hojas de su obra. Al abrir el cuaderno tengo la impresión de estar frente a una
maleta de viaje, existe de todo en su interior. Su madre no ha venido a verlo, lo que a Anolf
le preocupa es que ya se le está terminando las cajetillas de tabaco.
INICIO DE ESPACIO PUBLICTARIO:

***

¿Por qué el zapato es una rana que inmoviliza el pensamiento?

Por las calles del sueño el nefelibata en nubes de aguardiente camina sin ver el camino.

***

La Casa Encantada.

Cuando la policía irrumpió en la granja, entre todo aquel horror que les salía al encuentro, también
encontraron un montón de revistas pornográficas y libros de terror. Era evidente que todo eso
había cobrado vida en el dantesco salón de la casa de Gein. Si esa clase de «literatura» no había
sido, directamente al menos, la culpable de dar rienda suelta a sus perversiones, con ellas ahora la
policía tenía pruebas suficientes sobre qué clase de fantasías albergaba su enferma mente.

Cajas llenas de cómics con títulos como «Historias de las criptas», 0 «El Panteón del terror» y
algunos otros sobre «verdaderas» historias de detectives con ilustraciones de los asesinatos a todo
color. Hallaron también revistas pornográficas, incluyendo la War criminals, que contenía
ilustraciones de una mujer, bastante ligera de ropa, que azotaba con un látigo a un hombre al que
había hecho su prisionero.
En las estanterías se encontraban libros que daban cuenta de las atrocidades cometidas por los
nazis; entre ellos estaba el de Irma Grese, una joven oficial de las SS que disfrutaba con el trabajo
de conducir a las cámaras de gas a mujeres y niños víctimas de los campos de concentración
alemanes. También había libros de aventuras sobre tribus de caníbales y técnicas para reducir
cabezas humanas, así como sobre las proezas cometidas por Burke y Hare, dos profanadores de
tumbas en el Edimburgo del Siglo XIX.

Sin embargo, el hallazgo más relevante no se encontraba entre todos estos libros y revistas. Sobre
las estanterías también había gruesos volúmenes de anatomía.

Cuatro máscaras estaban colgadas en la pared que rodeaba la cama de Gein, como testigos mudos
de sus excentricidades y fantasías nocturnas. Los orgasmos que Gein alcanzaba cubriendo su
cuerpo con la piel curtida de los muertos eran de una atrocidad fascinante. A algunas de ellas se
les había aplicado aceite para mantener la piel suave, e incluso una mostraba restos de lápiz de
labios.

Los cráneos que habían sido trepanados de su parte superior le servían de ollas donde cocinar sus
alimentos y de platos de sopa para servirse de los mismos. También elaboró ceniceros con
calaveras, pantallas de lámparas y tapizó sus muebles con piel humana (¿por qué Eddie ponía tan
fuerte la calefacción en su casa? Para que a los muebles no se les pusiera la carne de gallina).Un
cinturón de pezones humanos, una caja de zapatos con nueve vulvas y muchos más objetos
hechos de partes de cuerpos humanos.

Ed Gein admitió que abría las tumbas de mujeres recientemente fallecidas y robaba los cuerpos,
llevándolos en su camioneta Ford del 49 a su casa donde curtía las pieles para hacer sus
posesiones.

A menudo se paseaba por la granja vestido con las ropas confeccionadas con piel humana. Los
orgasmos que Gein alcanzaba cubriendo su cuerpo con la piel curtida de los muertos eran de una
atrocidad fascinante. Esto hizo enmudecer a los que le interrogaban. Sin embargo, no comprendía
qué tenía de malo mutilar cuerpos sin vida, y parecía estar muy orgulloso de los conocimientos
anatómicos adquiridos con estas actividades.

La investigación médica sugiere que la esquizofrenia comienza a desarrollarse en la infancia,


cuando, ante una situación terrible e insoportable, el niño se crea una nueva o nuevas
personalidades con las que poder hacer frente a tal situación. Esto es lo que ocurrió en el caso de
Gein, un niño tímido y retraído sometido a la rígida disciplina impuesta por el fanatismo religioso
de una madre que no le quería.

De niño, buscaba el amor de su madre, que le era negado una y otra vez. Su madre despreciaba a
los hombres y sobre todo a su marido, y él pensaba que si Augusta Gein odiaba a los hombres,
entonces también le odiaba.

Fue declarado enfermo mental y pasó el resto de sus días en una institución psiquiátrica donde se
destacó por su buen comportamiento.

En su nuevo «hogar», Gein mejoró y fue un prisionero modelo. Se llevaba bien con sus guardianes
y, a diferencia de los otros internos, nunca necesitó sedantes. También demostró tener gran
habilidad en los trabajos de artesanía de la prisión, y con el pequeño salario que tenía se compró
una radio de onda corta, convirtiéndose en una especie de «radioaficionado».

Falleció en el verano de 1984, a la edad de 77 años por insuficiencia respiratoria.

Brian Lane – Los carniceros.

***
Pitágoras enseñaba de manera acusmática, oralmente, poniendo a sus discípulos detrás de
una tela para que no vieran ni se distrajeran con los gestos del profesor. Pitágoras rechazaba
así toda información visual. Esto implicaba una atención perfecta de sus alumnos quienes
tenían como una única fuente de aprendizaje las palabras de su maestro.

Pierre Schaeffer. Tratado de los Objetos Musicales.

FIN DE ESPACIO PUBLICITARIO:

La publicación del libro de Anolf fue acompañado de un performance en la librería de


Viejo más grande de la Capital, además se realizó la lectura de los textos a cargo del autor,
la pequeña sala de la librería estaba abarrotada, no era de sorprenderse ni de pensar que era
a causa del dicho recital, era tan reducida la sala que tuvieron que readecuar las estanterías
para albergar a la gente que se dio cita al evento. Anolf Anolfo Anolfito como era de
esperar llegó borracho y para concentrarse en la lectura de su primer libro de poesía se
metió toda la cocaína que pudo comprar. Para eso le robaba al veterano Levadura, al
SuperPan del barrio, al viejo hijo de puta.

Esa fue una de las primeras lecturas públicas de su poesía marginal en la ciudad. Su libro,
al igual que la Tesis para obtener el Grado de Doctor en Ciencias Psicológicas y
Psiquiátricas presentada por el aspirante Whalter Selfhid despertó un gran interés en los
círculos literarios de la urbe, especialmente entre los neobarrocos y un nuevo estilo artístico
denominado Irrealismo Sucio.

La llegada de Whalter Selfhid fue muy importante para Anolfito, por primera vez sus
escritos eran valorados [su madre le repetía que sus poemas eran dignos productos del
(esfínter esquizoide) nuevo nombre que adoptó], ello le elevó muchísimo la autoestima.
Empezó a vender sus libros, no al precio que había imaginado, con el dinero recaudado lo
primero que compraba era tabaco, alcohol, o heroína, cuando le iba bien sólo compraba eso
y cuando no vendía ni un solo ejemplar, que era el pan muerto de todos los días, ahí estaba
la caja registradora del negocio familiar, a la misma que ya sabía como abrirla sin
necesidad de llave.

Dos años después de su encierro en el Hospital Psiquiátrico, Anolfo emprendió un épico


proyecto autobiográfico al que se dedicaría de por vida. Esta híbrida autobiografía,
mezclaba realidad y ficción, combinaba poesía, correspondencia epistolar con su madre,
textos de una rica prosa psicodélica o psicoalcohólica como dio en llamarla, así como
fragmentos de su diario escolar que empezó a redactar después de su dolorgozoso Satori.

Whalter, alter, alter, se convirtió en su editor, algo se le estaba revolviendo en su espíritu.


Algunos críticos y estudiosos de la obra apuntaban (la Gestapo seguramente) a que Anolf
Anolfo Anolfito lo habría hechizado con su lenguaje. Whalter Selfhid el joven psiquiatra
estaba perdidamente enamorado del poeta. Whalter y Anolf se aman estaba pintado con
marcador permanente en uno de los corredores próximos a la cocina, el dibujo que no era
ninguna obra de arte, sí que causaba gracia a los demás colegas de Whalter. Whalter y
Anolf se aman, encerado en un corazón y atravesado éste, no por una flecha si no por una
jeringuilla llena de morfina. El doctor Selfhid sospechaba de Sebastián, no se le escondía
en nada que Anolf no era nada de su agrado, y el ocuparse personalmente de su estado por
parte del doctor Whalter le causaba repulsión o tal vez despertaba en él celos homofóbicos
inconscientes. Whalter alter alter, convirtió la farmacia en un Taller de Creación Literaria
donde los alienados y en especial su preferido Anolfo se beneficiaban de la terapia. Solo
Anolf y Selfhid escribían, el resto de los pacientes o cazaban moscas reales o imaginarias o
se dedicaban a borronear las hojas con rayas sobre rayas, algunos les daba por dibujar, mas
nada fuera de lo común que cruzara el cerco de materiales destinados para análisis.

¿Qué hacía Mallarmé con un orificio de bala en el estómago, en el taxi en el que me


encontraba? Góngora era su acompañante y me había empujado a codazos del asiento
posterior del auto para que ingresara Stéphane, no tuve más remedio que cederle espacio, se
lo veía grave, además siempre me cayó bien Mallarmé no quería por nada que muriese,
quise preguntar que había ocurrido, pero me bajaron del taxi y desperté.

A la primera parte de sus memorias la tituló: “Luciérnaga de esfínter paranoide” y consta


de 7 volúmenes de 1790 páginas con ilustraciones a carboncillo y crayones de color. En sus
primeras estrofas, su estructura está más próxima a los cantos de las antiguas epopeyas
clásicas, que a los tristes párrafos de una crónica desnuda, se da un crudo testimonio de sus
primeros pasos por el orbe: Su viejo Levadura amasando las fofas nalgas de la costurera,
que en cuatro soportaba la pesada panza del panadero alcohólico que le perforaba el orto de
lo lindo en busca de petróleo, el miasma de su redención. De sus hermanos poco cuenta,
acaso jamás tuvieron relevancia en su vida, sólo les concedió unas cuantas cuartillas, donde
detalla que intervenían en las violentas peleas de sus padres, bien para separarlos cuando se
enfrascaban con virulencia en las discusiones que se prolongaban durante toda la noche,
bien para patear el enrojecido rostro del SuperPan del barrio, que encaramado encima de la
modista le hundía un tenedor en las mejillas con el afán de arrancarle un ojo. Los chicos
huyeron aún adolescentes de su infernal hogar dejando solo a Anolfito en compañía de esos
monstruos. De su madre la modista “Conchita” como la llamaban nos da más información,
no sólo que se dedicaba arduamente y sudando la gota gorda confeccionando los nuevos
cuernos a su marido, ya éste parecía un reno de tanta cornamenta tejida, sino que con su
personalidad ambigua ambivalente y enfermiza, se levantaba todas las mañanas a pedir
perdón por los pecados cometidos y se autoinfringía severos castigos a su cuerpo, para
después de las abluciones someras con las aguas del Jordán volverse a montar sobre las
piernas de la máquina de coser de algún cliente, y clientes no le faltaban dando gracias al
Señor que le bendecía prodigándole de la leche y los huevos a diario. Terminado este
primer ciclo memorable de su infancia continúa como para romper la horma del relato con
las primeras ilustraciones a crayón, carboncillo y pastel.
۞
DRUGSTORE Nº1.

Reverso de recetas médicas:

Lo malo de lavar tejidos es que se tornan limpios y no nuevos

El exceso de enjabonar gasta la tela

Buscar lo nuevo en lo sucio.

Prefirió el cactus a las personas

El desierto al mundo

Un simpático alienado.

En el Gulf Strean

Un viejo pescaba solo en un bote

Ochenta y cuatro días ochenta y cuatro días

Y no cogía un pez

Un pez.

En el Gulf Strean

Un viejo pescaba solo en un bote

Y no cogía un pez

Un pez.

A orillas del mar donde se afilan arpones

Hace ochenta y cuatro días

Sobrio lo escupió el mar como a un pez muerto.


Un silencio amordazado de palabras

Domesticado

Fuera de sí

Exiliado…

Un silencio malhablado

Enjaulado en la lengua de sus barrotes.

Agujeros blancos

Blancos

En la Vía Láctea del lenguaje

El sujeto que escribe no cesa de desaparecer

En lo que escribe

Vacía su vacío.

La escritura le abre un espacio

Una fisura

Una brecha en el agujero blanco

No cesa de deshacerse en las grietas que escribe

Grafonauta en la cuarta dimensión de lo blanco.


“Luciérnaga de esfínter esquizoide”. En esta segunda parte (cinco tomos y 1800 páginas sin
concluir) inicia un registro de sus errabundas correrías en la calle, en los bares, en la cárcel
y hospitales, en los centros de rehabilitación y en la Universidad..., una expedición
cartográfica de todo el bajo mundo cuyo protagonista es Luciérnaga, su alter ego. Es un
libro de viajes totalmente imaginario en el que narra las aventuras y desventuras que le
habían sucedido antes de cumplir los veintiún años. Luciérnaga era algo así como el súper
antihéroe de Anolfo. Luciérnaga alquilaba su Anolfito por cocaína. Anolfito esnifaba y se
ReCreaba escribiendo sobre Luciérnaga. Y las épicas borracheras que ambos se mandaban
eran dignas de un Cantar de los Cantares.

Los primeros viajes de Anolf con las Es terrible esto. Leo libros de devoción y
drogas suplían en mucho los que no piedad y no voy más que tras de las citas,
realizaba en la tierra, paisajes de lugares á atesorar erudición bibliográfica acerca
que jamás había visto ni imaginado eran de la materia, á satisfacer la curiosidad.
el gancho ineludible para hundirse cada Necesito purificarme de eso, de esa atroz
vez más en esos paraísos de bolsillo. bibliomanía… Miguel De Unamuno.
Visiones expréss de ácido lisérgico, Diario Intimo.
reflexionaba acerca de las imágenes
oníricas, groseros restos de la realidad Por lo que respecta a la historia, mi madre
cotidiana, susceptibles a interpretaciones continúa hablándome de lo bien que me
psicoanalíticas. El LSD lo atraía por los iría si me dedicara a estudiar de verdad.
mundos insólitos e inesperados que se Estudiar de verdad no es leer o escribir
cernían en cada vap, todo esto aderezado poemas, cavas tu propia tumba mijito a
con lecturas de Aldous Huxley como del cada palabra que escarbas… es un pasa
doctor gurú Timothy Leary, nada que ver tiempo mijo, como cualquier otro, no hay
con los residuos del día a día que grababa nada de especial en ello, déjalo para los
el subconsciente, para eso estaba los domingos por la mañana después de misa.
sueños, el boquete rem por dónde al Termina la Universidad, la vida es aún
menos arrojar el equipaje. En alguna parte más dura sin una carrera. Dedícate a
leyó acerca de Freud y su consumo de buscar trabajo, no ha perderlo como es tu
cocaína, pero Sigmund no era de su costumbre. No puedes pasar toda la vida
agrado, a sus ojos Freud era como el acostado en la cama. Dios ayuda al que se
Santo Padre del inconsciente y como ha ayuda.
ocurrido con todo el prelado eclesiástico,
ningún Pontífice ha visto a Dios ni en Asistir a una fiesta de aguafiestas sin estar
sueños. Sigmund el apóstol de la Buena invitado. Pusher's eleusinos de elésdico
Nueva, el colonizador del Inconsciente, el parche, dale una lengüetada a la
Cristóbal Colón del “ELLO” con sus tres estampilla filatelistalisérgico. Un viaje
carabelas: el Padre, la Madre, el Hijo, terapéutico bointLSD-25. Una escama de
evangelizado el “Id” en nombre del pescado en el ojo y a nadar en la nada
santísimo Edipo resucitado. ResuCitado alucinante Maya. Viaje cósmico por el
de entre los textos (muertos) al tercer día espacio infinito, galaxias dentro de otras
de su crucifixión. galaxias como en las cajas chinas.
Transmundano flirteo himen de dioses.
En los bordes de la página Cabalgando un gigante Saltamondes, leo
vagina de alas abiertas en tanto salto, de planeta en planeta las
aves dibujo a desbordar. hojas del universo.
San Anolfo II, Vicario del desierto, pastor Frecuentaba la biblioteca desde temprana
de ovejas negras, discípulo de lobos, en el edad, en su casa sólo encontraba libros de
caoscosmos inventa palabras nuevas para cocina, recetas del día a día, el menú de
comunicar las experiencias que rebasan hoy es, manuales del perfecto panadero y
con mucho su lógica, se aproxima así a repostería para comedores cinco estrellas,
una poesía sonora, donde prima el pero Anolfito había nacido sin estrella y
collage, las asociaciones abstractas de como él escribía en su diario era la
forma espontánea y la notación musical. Octava Porquería del Universo, siempre
sentí curiosidad de saber cuáles eran las
Aislamiento: ♫♫♫♫♫♫♫♫♫♫♫♫♫ siete porquerías restantes y cual a su
Enrede su obra. Una entrada en el haber era el galardonado con la estatuilla
historial médico de 1??6 constata que le del primer lugar.
encantaba navegar en las enciclopedias
ilustradas, tiene buena memoria, (no ha Fragmentos del diario un dipsómano en
olvidado como inyectarse, la cuchara no delirio:
sólo le sirve de utensilio para llevarse el
alimento a la boca) que no hace juego con Marzo 14 de milnovecientosblablabla.
los zapatos. ♫♫♫♫♫♫♫♫♫♫♫●●●
En un lugar de la Verga de la cual no
Whalter Selfhid escribió que los datos quiero acodarme. ¡Atención, atención al
geográficos que aparecen en su cliente! ¡Al paredón de fusilamiento!
autobiografía son bastante correctos, Escuchó mal escuchó mal señora no dije
formulados estos a partir de un mapa al panetón de rejuvenecimiento, al muro
virtual actualizado en la red, además vieja puta que hoy vamos a fusilar, con
enriqueció sus conocimientos espaciales, descuento. Descuento algo, escuchen, me
con una recopilación de calendarios, en gusta mucho descontar, yo mismo escribo
los mismos que se detallaba las fechas los descuentos, descontar es mi oficio
imprescindibles de cada nación así como como el de mi padre hacer pan. El
las efemérides tradicionales de cada descuento de hoy justamente tiene
ciudad o región visitada virtualmente, promoción: lea dos por el precio de uno.
viajaba por el mundo en su barcanet, los Descontar me enriquece, mientras mas
anuncios publicitarios así como eslogans descuento más SS (hecesheces). la
subrayados en azul, le incitaban a visitar Gestapo mis lectores preferidos, se me
lugares nunca pensados con anterioridad metieron por el culo una bella mañana de
es más, el tiempo y el espacio se abril hace ya dos años atrás. Qué tenía
acortaban y era más cómodo viajar sin escondido judíos en el recto, en el recto
apenas moverse de la silla, de niño me camino decían, descontemos la cuenta
contó como se había perdido en el esposa del cuento, les cuento algo dice la
trayecto del dormitorio al cuarto de baño, cuenta hay alguien por ahí que descuenta
todo un viaje en intensidad y no en el cuento, mi marido el cuento que es un
extensión, comentó, apenas y salía de su microcuento lo tiene chiquito, no es el
casa tras la violación de que fue objeto. tamaño dicen sino como funciona de
Mi Satori el culo roto, decía. Mi roto culo igual lo tiene chiquito, y a mí me gusta
la iluminación. ¡Ah oscuridad mi luz! más como jode el tipo de los descuentos.

Descuénteme por amor de dios a mi


marido, descuéntele hasta la última letra.
Descontar es mi oficio como el de mi estos reinos oscuros de la mente, pero
padre hacer pan. El pan muerto de todos ellos no regresan. El borracho Superpan
los días dánoslo hoy. Conchita mi madre, encaramado en mamá Singer, pedaleaba
la concha de la madre que me parió, es con su anillado cuello de cisne su último
costurera, pero eso ya lo saben los agentes canto, y los demás psicóticos maestros
de la policía secreta, la historia es larga y descienden permanentemente a estos
aburrida, pero hay un secreto para reinos oscuros de la mente, pero ellos no
tornarla poesía, de la crisálida surgen regresan, no regresan, no. Singer es a
mariposas, Anolf Anolfito salió de una Olivetti, como a=b; o s=o. Singer: los
crisálida, les descuento algo, dolió sujetos que poseen un mundo imaginario
muchísimo, dolores de parto a la inversa, y que perciben cosas que otras personas
el cigoto rajado por tres fachotes, la salida sólo son capaces de ver bajo los efectos
destrozada a golpe de remo. Descuentos de drogas psicodélicas, son fascinantes.
del 100% lea dos por el precio de uno, Olivetti: voyants trabajando fuera del
todo un arte el descotar, descontar me mundo artístico, al margen de sus metas y
enriquece, descontar me hace feliz. presiones. Esto es lo que ha pasado con
Descuento algo, escuchen, reescribo Anolf. Anolfo mi amigo imaginario.
descuentos, descontar me enriquece, Cuando Anolfo tenía cinco años, cuenta
descontar me hace feliz… mamá Singer, hablaba solo, papá Olivetti
no la desmiente por que s=o como &=e,
Y Anolf que ya sabe perfectamente que mas sin contradecirle cita un pasaje de la
no hay originalidad en la obra, trabaja con biografía de James Joyce en la cual se
retazos, recortes, collages, citas. Corta su dice que el autor de Ulises, sin dinero en
nombre que tampoco es propio, Adolf, los bolsillos, solía vagar por las calles de
(no hay nombres propios, como tampoco París recitándose a sí mismo versos
hay obras originales), lo tarja lo raya, lo compuestos por él en voz alta y
serrucha, y escinde al poeta del autor. completamente solo, y que escribir, valga
¿Cuál es el poeta? ¿Cuál es el autor? la redundancia acaso no es gritar solo en
las calles de la escritura. Mamá Singer
Evito la destrucción destruyéndome sin encogerse de hombros hila que
espejo de papel vieja pared donde escribo Anolfito tenía un amigo imaginario, que
en algo ayuda a la naturaleza catastrófica según palabras de Anolfo su amigo era un
del sino o, dicho en otros términos mi arte poeta y a decir de éste le estaba
visual me ha orientado a la exploración escribiendo su historia, la de sus padres y
del mundo interior del inconsciente. He del mundo que lo rodeaba, papá Olivetti
aprendido a descender a este oscuro más cuerdo que una alondra y sin colgar
sótano para regresar trayendo fragmentos la risa del perchero, decía que eso era
valiosos de lo desconocido. No sólo subía cosa de locos y que cómo iba a escribir la
bastas, ni volteaba cuellos, Conchita, la historia de alguien que aún no ha vivido
concha de la madre que me parió, tenía lo suficiente, y que lo más lógico no era
una máquina de coser escondida en su pensar que Anolf el hijo de las extrañas
recto, su pequeño taller de confecciones, entrañas de mamá Singer y papá Olivetti
su útero luterano ya lo había perdido era el que creaba a su amigo imaginario,
gracias a unos miomas malignos, frutos al vate, y a los demás psicóticos maestros
de su encomiable labor, labor tirapéutica que descienden permanentemente a estos
como decía ella, y los demás psicóticos reinos oscuros de la mente, pero ellos no
maestros descienden permanentemente a regresan, no regresan, no.
RECTÁNGULO EN LUNA GRUYERE.

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Tijeras errantes

En nudo de abismos.

no pensar ver

no pensar oír

no pensar tocar

no pensar oler

no pensar saborear

no pensar pensar

no pensar no-pensar

pues en algún lugar contigo

despertaré

sucio de palabras

en medio de una receta de bodega

a construir una ventana en el centro de tu indiferencia.


Moldearé mi interior

Des-ando mi andar hacia otra niñez

Un viaje a la semilla del zapato que andando espera

Su cuchara de beduino en mil bocas de alfanje.

Rizóforo

Se tranquiliza cantando mientras camina

Blanca escarcha taquigrafiada de gilletes

Pasan dos enfermeros empujando una camilla

Llevan un niño retorcido bajo las sábanas y se paran de acuerdo con su canción

Yo soñaba febrilmente con un compositor

Bucear los mares de su obra

El sendero por el cual a pasado una y otra vez

Como alguien perdido en un bosque y encuentra una planta

Que nunca ha visto.

Entra por la nariz y teje de manera bizarra mi cerebro

Niño árbol en el perdido entre sus ramas

Cierro las hojas del bosque

El diario y las piernas de decorada ilustración

Entre rumores escribo mientras miro la televisión

La descomposición

Hablar de algo?

Los pájaros no suelen ser buenos mientras canto recortando.


pez-útero.

alucinante eyacular

eyacular a quema ropa

manos para la quema del cuerpo

para la quema de la nada del cuerpo

múltiples variaciones violentas

boca a boca e ido perdiendo el deseo

violenta

descomposición.

Piar de ecos tartamudos

Pro

Fundo

Pre

Fundo

Post

Fundo

Trans

Fundo

Una huella existe para otra huella

Y no hay ninguna que sea primera

Cada huella es una huella de otra y así hasta el…

Subterráneos cuadernos helicoidales

Invisible submarino de video juegos

Salto a salto la lectura de las báginas web


Windows mapping de farmacia

Sin partido sin domicilio sin conocimiento

Sumaba al revés sumaba al revés

Los innumerables ruidos de la vida

Innumerables composiciones-descomposiciones.

Blanca pantalla en tanata balacua

El ruiseñor

Hace

Caca

En la rama

Caca

Caca

En la rama

De este silencio

Recluido en la mente

Que Sueña con esa mirada que se esconde.

Heraclítoris dos veces en el mismo río junto a Henry Cowell.

La repetición

La repetición de la repetición

La repetición de la repetición repitiéndose

La repetición de la repetición repitiéndose repetir

La repetición de la repetición repitiéndose repetir lo repetido

La repetición de la repetición repitiéndose repetir lo repetido en la repetición

La repetición de la repetición repitiéndose repetir lo repetido en la repetición repetida


De la repetición

Repetir el repetir de la repetición hasta que los dedos se pulvericen y los ojos revienten

quemarse los sesos con las repeticiones

con el disco rayado

con la mente rayada

rayada

rayada

de la repetición

en la repetición está el gusto

de la repetición

por eso me repito la repetición

de lo que no haya que repetir

sólo por repetir

en la repetición esta el gusto

de repetir

hasta que se deshaga el alma en la repetición

en la repetición

en la repetición

en la repetición

esta el gusto…

saltando de rama en rama

hare Krisna hare hare

rama rama

saltando de Rama en Rama

Krisna hare

hare hare
rama rama

jeroglífico de sentidos

sin hacer nada i nada sin hacerse:

lectura copromántica de un Herpes Trimegisto

tus labios me leen el futuro

en los pliegues de la verga

en sus códices

instrucciones del maestro escurridizo y baboso

así es el semen que se le escapa

escurridizo

baboso

sin conciencia de conciencia

escurridizo

baboso.
***

Para el Dr. Santaraya:

“El paciente Adolf Lowell no es un loco, pero sabe muy bien especular con la locura. Tiene un
juego perfectamente lúcido y racional… tiene el encanto exclusivo del alienado que a la vez, no lo
es. En esta Institución se le respeta como persona y no como un individuo que deslumbra. Es un
personaje curioso: un psicópata culto e inteligente cuyos dones y conocimientos de la propia
enfermedad que padece, le han proporcionado una habilidad estimulante y creativa. Para citar
sus propias palabras: La Enfermedad es mi me salvación. Lamentablemente no es así, el
tratamiento interno o ambulatorio le es necesario. Se le diagnostica: “Toxicomanía y alcoholismo.
Personalidad Psicopática”.

Dr. Santaraya Matthew Barrie.

Médico Tratante de la Unidad de Pacientes Crónicos.

Hospital Psiquiátrico Julio Endara M.


***

CARTAS SECRETAS.

A Sergio Ricardo Campa.

Hospital Psiquiátrico Julio Endara M. (Quito, 22 de enero de 2001).

He sido transferido hace ocho días al Asilo para Alienados Mentales arriba adscrito, calculo que
permaneceré por algún tiempo recluido en sus instalaciones. Venga a verme. Ahora quisiera que
honestamente diéramos por finalizado ese negocio de publicación, que usted y su presente
servidor hemos fermentado durante nuestra larga amistad. Querido amigo, desearía que me
enviara directamente aquí el tabaco y los alimentos que me prometió a través de mi señora
madre, y que no se olvide de escribirme cuanto antes.

Anolf Lowell.

***

A Anolf Lowell.

Nueva York, 25 de enero de 2001.

Mi muy querido amigo.

Respondo sin tardar a su carta. A su señora madre le encargué darle mis saludos y las provisiones
de las que requiera, no debe ser fácil para usted estar recluido, lamento el no poder estar ahí
personalmente y congratularme con su presencia, la noche de ayer al revisar el correo estuve más
que ansioso de irlo a visitar por la mañana, mas una diligencia de tipo laboral me obligó a
ausentarme del país. No se preocupe de nuestro negocio, tan pronto este de vuelta en Ecuador
arreglaremos los detalles concernientes a la publicación de su obra, por lo demás, espero se
recupere rápidamente de su afección nerviosa que ya a más de uno nos tenía en zozobra. Me
despido augurándole una pronta salud, y puedo afirmarle que nos veremos muy pronto, quizá a
final de mes, un abrazo.

Sergio Ricardo Campa.


***

Querida Madre.

Hospital Psiquiátrico Julio Endara M. (Quito, 5 febrero de 2001).

¿Por qué no ha venido a verme? No tengo noticias suyas, se qué no es grato para usted verme en
estas condiciones, pero necesito de alimento y vituallas, es poco lo que nos pueden brindar aquí,
necesito de su ayuda, si usted supiera que al menos con los cigarrillos uno no se siente tan solo,
pero se me han consumido todas las cajas que me dejó la última vez y ahora tengo que vérmelas a
solas con el electroshock, usted sabe bien que nunca me gustó luchar, quisiera quedarme dormido
para siempre mas cuando lo intento vienen esas gigantes ratas blancas a ponerme sus heces en las
mejillas , -ande, tómelas se sentirá mejor-dicen- y me restriegan su cola llena de mierda en la boca
y les chupo el culo y vomito y no me siento mejor, no. ¿Dónde está? Se olvidó de su hijo, el que le
redimió de sus pecados, por el cual ya es una madre decente aunque viuda, venga a verme pronto.
Mañana si usted lo desea arrancaré mi lengua y coseré mi boca, /calla hijito calla y tomate tu
halopidol/, la coseré por dentro si es posible a doble puntada o a overlock, pasado cortaré mis
orejas o me las extirparé con mis propias manos, /no seas llorón mi amor es hora de tu largactil/
quemaré mis ojos con la brasa de los cigarros que me conviden, /otra vez llorando y como siempre
por nada como si se pudiera llorar por nada, ya te has olvidado otra vez del Sinogan ¿se te terminó
el barbital?/, quien sabe quien sabe y si estoy de suerte alguna ventana estese abierta y me
arrojaré a los perros de la calle que husmeen mi basura y aunque su hocico me haga cosquillas no
moriré feliz, no será una muerte feliz, me están quemando el cerebro…

Anolf Lowell.
***

Para Anolf Lowell.

Estimado amigo.

Buenos Aires, 12 febrero de 2001.

Quizá se sorprenda al recibir una carta mía, no crea que lo he olvidado, hace tres noches soñé
con usted y quiero que conozca el sueño. Debe haber sido en la madrugada, en la madrugada del
sueño quiero decir y yo expulsaba con una escoba los charcos de agua que dejó la lluvia, si y los
enviaba hacia la puerta de entrada del patio de mi casa, la escoba que era algo así como una varita
mágica se escondió entre mis manos, y yo al abrirlas confiando que estaría entre mis dedos solo
constate el vacío de mis palmas, luego apareció un rio de agua turquesa donde los fieles se
bautizaban, uno tras otro se lanzaban al río, y el río crecía y se bifurcaba, era como un árbol
acostado cuyas ramas de agua turquesa se extendían a través del espacio, maravillada y atónita
miraba como aquel río-árbol crecía en el horizonte, de cada rama nacía otra rama, que me hizo
pensar en el sueño que el fruto de aquel árbol eran las ramas, un árbol cuyos frutos eran ramas,
ramificaciones al infinito, quería despertar por que tal belleza me atormentaba, mis ojos sólo
podían divisar sus caudales y debido a su limitación opté por cerrarlos y seguir la corriente con el
pensamiento, mala idea por que al punto desperté. Me levanté inmediatamente de la cama,
encendí la lámpara, cogí mi diario de sueños que esta sobre el velador y con la punta del lápiz
procuré transcribir los más fielmente posible el sueño. Se que usted tiene conocimientos de
oniromancia e interpretación de sueños, me gustaría descifrarlos con su ayuda, ya que poseo una
pobre noción de ellos y los diccionarios oníricos nada me dicen. Confió en su amistad y genio.

Annie Krabban.
SIN SEÑAL

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++kajfjgngvm¡o¡uç974uqidnlkcnoaladkmgwhiriuregunvjvvnlsmvmszlk´rtjio¡çltuirodhzarqrtyyuk.,

***

CASU MARZU.

S… l a r v a s p a l a r v a s p a l a v r a s…

Escribir se me torno obsceno, tan obsceno que me escondía para hacerlo, a semejanza de la araña
me recluí en un rincón de mi caverna, desde ahí urdí un telar, un laberinto de hilos para salir de la
cueva como para regresar a ella, enfermo y fragmentado.

Escribir es desnudarse en público y en especial frente a los padres. Escribir es tener relaciones
sexuales con personas del mismo sexo o con animales de pezuña hendida, en público y en especial
frente a los padres. Escribir es masturbarse en las narices de mamá cuando reza el padre nuestro,
o eyacular en la frente del fallecido papi en pleno funeral.

Escribir es lo Imposible

El interdicto absoluto.

En esta página las palabras depositan sus huevos

Infestan el himen

Lupus en lo puro de la bisagra


Alucinante vagina fermentando larvas

Larvas de palarvas

Semióticos gusanos para el cerebro lector

Inmaculada Transgresión.

***

Cuando don Emiliano reparó que sobre la estantería del taller destinado a trofeos y antiguallas,
le hacía falta la Reming, conjeturó en tanto el café y las tostadas se enfriaban en la mesa de estar,
que los más probable era que su sobrinito, que se marchó sin despedirse, la metió en su maleta y
se la llevó. Don Emiliano próximo a cumplir los 75 años de edad, era un artesano cuyo digno oficio
le había granjeado reconocimiento a nivel local, no pocas entrevistas y reportajes le hicieron para
la radio y prensa escrita de la ciudad, (los varios recortes de periódicos enmarcados en vidrio y
colgados en la pared central de la sala atestiguan la legitimidad de su trabajo), pero ahora miraba
como ese mismo oficio que era toda su vida estaba despareciendo a unas puertas del olvido, como
él mismo como don Emiliano su trabajo y su vida estaban al borde de la historia, su oficio se
estaba perdiendo. Las máquinas de escribir son como un par de zapatos comentaba a sus clientes,
que las llevaban por cualquier desperfecto. Escribir en ellas es como meterse en los zapatos de
otro. Si pero no, ahora se daba cuenta que su vida al igual que su oficio le estaban diciendo chao al
mundo,. Un zapatero nunca desaparecerá reflexionaba ahora que miraba la colección de maquinas
antiguas con las que se quedó por falta de pago, pero la Rémington la Reming era su favorita

MAMÁ SINGER PAPÁ OLIVETTI

RESUCITAR DE ENTRE LOS TEXTOS.

[CRISTÍCULOS VERSIANOS].
***

15 de abril 1980.

Julio Rafael Rutiaga, soy sólo una parte del equipo de escritores que contribuyen con material a
la obra, bueno, casi todo el mundo se ha ido, así que soy sólo yo. Pero si trabajo en una obra
lo mas lógico es que sea su obrero, un masón, linda suena esa palabra, un albañil que edifica
palabra sobre palabra su obra. A decir verdad sólo es un esbozo, un boceto, una maqueta que
se proyecto dentro de mí hace algún tiempo atrás. Quito tiene un clima bipolar maníaco-
depresivo, en la mañana llovía y ahora hace sol, por la tarde volverá a llover y en la noche el
clima estará fresco, pero no alberguemos lugares comunes, basta. En cierto sentido no
construyo o construyo mi ruina, edifico mi fracaso, levanto mi hundimiento, más sincero sería
decir que encumbro y cimento las columnas frustración. Poeta ayer, hoy pobre filósofo
trasnochado, tengo en monedas de cobre, el oro de ayer ganado… poeta frustrado, filósofo
frustrado, hombre frustrado, suicida frustrado, si eso es lo que soy realmente un acongojado
suicida frustrado, pero en progreso, la escritura solo me sirve para recordarme lo tan inútil que
puedo llegar a ser, ascetismo verbal, garrulerías místicas, iluminaciones conceptuales, mierda
sólo mierda, esta defecando mi cerebro a través de la pluma, una diarrea mental, pero
traspasemos a lo escrito mis congojas.
Cyborg Barroco Hipertextual

Cerebros de silicio arrastran sombras de un pensamiento de carbón. Electrónica mariposa “entrar


a la jaula de los pájaros sin ponerlos a cantar”” password password password el despertar
de Chuang-Tsé es un cadáver lleno de mundo. Considerar cada palabra por separado, no
ocuparse en la relación entre las mismas apuntalar el azar. Puro marketing y ruido
blanco… y entonces amordazar con palabras el silencio, maniatarlo, cerrarle el pico,
cercenar su lengua, incendiar el nido de sus pájaros que florecen en el vacío para que no
chille ni hable, un guirigay de cangrejos proustianos en el útero de champán de la risa
macarrónica. Carmina figurata. Soy la tumba de Glauco. Bucólico manuscrito: Alas, Hacha y
Huevo. Teócrito, siringa arcaicas inscripciones. Deambular dentro de la página, blanco silencio, –
ciudad. Escribir a pie. Caminar a mano. Detener suprimir borrar……………………………………………
blablablá………..……………… avanzar a través de la nada. Retozar los peces en bostezo de zapatos.
En digresiones labrar el lacio revés del consumo, el reverso del sumario la espalda de lo escrito,
el otro lado del cuadrado.

MUTE WUTE EN MUTE VIVIR EN MUTE.

una laptop con internet es con todo muy satisfactorio, algo que no se consigue con la Remington
a desmedro de ella, que en esta época postmoderna se ha vuelto muy lineal y aún como cómplice
del espíritu romántico del autor que quiere verter sus pensamientos sobre la hoja, no en una
laptop conectada a la red uno desaparece como autor y protagonista de lo que pretendía escribir
en sus cavilaciones diarias, y se sumerge en lo imprevisto y aleatorio, él ya no es el conductor
omnipresente de su nave y se deja llevar como un lector más de una historia que se va urdiendo
en ese mismo instante, vive en el presente del tejido que se va hilando como un personaje más
que desconoce como va a terminar la compleja urdimbre textual…

Chatarreando.
Cyborgmancia del hipogeo
Deambular dentro de la página, blanco silencio, –ciudad. Escribir a pie. Caminar a mano.
Detener suprimir borrar……………………………………………blablablá………..……………… avanzar a
través de la nada. Retozar los peces en bostezo de zapatos.
Pregunta el lápiz, el reverso del sumario la espalda de lo escrito, el otro lado del
cuadrado. En digresiones labrar el lacio revés del consumo, no-nada

Ticket de-bus, boleto de avi(ón), pasaporte de avi(off), receta médica , facturas de


supermercado, citaciones de multa. Escribir silencios manchados en el vacío de las hojas.
Horror Vacui.
Cerebro apuñalado del champán en el útero guirigay de cangrejos proustianos; zoom de
genuflexiones atornilladas de risa macarrónica. Carmina figurata.
Bucólico manuscrito: Alas, Hacha y Huevo. Teócrito, siringa arcaicas inscripciones.

Mágicas fórmulas, pergaminos poetétricos de arcaizante ropaje. Oscura tinta. Soy la


tumba de Glauco. El que ha escrito ya no está presente desde que lo ha hecho, lavarse las
manos después de escribir. Palabras llenas de silencio, que sin embargo se las puede ver
desnudas en la mirada.
Colmada de tierra su boca artificiosa tejida de huevos, forma una lengua espacio
espiritual, lanzan las páginas de un libro. Elevándose de la sangre el médium clama
espejos en cuartillas que iluminan su sombra.
Elige tus trampas Orfeo, flores japonesas sleepings enormes. Tira por la puerta lo que
siempre has arrojado por la ventana. Gesto secreto marcadamente cruel.
STRIP-TEASE
Voyeur únicamente por el tiempo que dura el desnudamiento. Con guantes, la
mujer sanguínea y corpulenta sanguínea y corpulenta, sólo verifica que el hombre
sufre, y sobre todo, que comprenda por qué sufre.
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