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BIOGRAFIA de FERNANDO CASTAÑO

Soy argentino, nací en la ciudad de La Rioja, ubicada al noroeste del país y con muchas
montañas, en el seno de una familia tradicional y católica. Cuando comencé a comprar libros
de poesías, mi madre Rosa Elena Vera Ocampo me dijo: Allá en el mueble de tu abuelo
tienes carpetas con poemas de mi padre José Ignacio Vera Ocampo y de Juan De Dios Vera
Ocampo… Esta tarde fue la más feliz de mi vida, porque me apasionaba la poesía y desde
niño intuía que yo sería poeta porque era muy bohemio con la naturaleza y sus magias...
Entonces a esas hojas añejas y amarillas que mis abuelos escribieron a máquina, las
digitalice. Pase meses escribiendo poemas en mi computadora, luego los imprimía y repartía
con mis hermanas y primos. A los pocos años yo escribía poesías y las recitaba.

Tuve varios parientes poetas. El escritor más destacado de mi familia fue Raúl Vera Ocampo,
al que Francia lo nombra “Caballero De Las Letras”, lo beco Italia. Raúl fue poeta, ensayista,
crítico de arte y pintor.

A mis poemas heredados los leo incansablemente, me inspiran y me animan a escribir...


Escribo poesías desde los 20 años, leo literatura variada desde muy pequeño. Me
seleccionaron en 17 certámenes de poesía (De ahí salieron 16 antologías y un poemario con
obras de mis abuelos y propias) En un certamen internacional de poesía me dieron el
segundo premio por mi poema “Mi ciudad”, y mención de honor por mi poema “Cuaresma”.
Participo semanalmente en tertulias poéticas internacionales.

Recibí estos premios:

1) Segundo premio, en Antología "Premiados 2022". Poema: "Mi ciudad"

2) Mención de honor, en Antología "Premiados 2022". Poema: "Cuaresma"

En página 122 está mi trayectoria literaria

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BIOGRAFIA de JUAN CARLOS VERA OCAMPO

Nació el 5 de abril de 1931 en Capital Federal. Pero era riojano, ahí pertenecía su

familia y ahí se crio. Termino su escolaridad en el Colegio Nacional Joaquín V. González de

La Rioja. Creció influido por la bohemia de las décadas del treinta y el cuarenta. En ambientes

intelectuales y rodeado de ilustres personajes, por ejemplo, su entrañable tía abuela Rosario

Vera Peñaloza…

Eran tiempos de tertulias, poesía y música nativa. Y solía frecuentar figuras de la talla

de Jaime Dávalos, Atahualpa Yupanqui, los hermanos Avalos…

Fue en Mar del Plata donde conoció a Aurelia Miguens, la mujer de su vida, con quien

se casó, y formaron una linda familia, tuvieron 4 hijos y 7 nietos.

Los estudios de abogacía lo llevaron a Tucumán y Buenos Aires. Se recibió de

abogado en la Universidad Católica Argentina. En Buenos Aires inició su carrera en el Poder

Judicial. Hasta que en los albores de los años noventa, el senado aprobó su pliego como

Juez en el Fuero Civil. Y desempeñó inmaculadamente el cargo hasta el retiro. Fue Profesor

de Derecho en las universidades de Buenos Aires y el Salvador. Escribió numerosos artículos

en la revista La Ley.

Sus inquietudes intelectuales las volcó en dos libros de poemas publicados: “Majuelos”

(1960) y “Palabras del Tiempo” (2012).

Murió en febrero de 2021 en Buenos Aires, un año después del fallecimiento de su

mujer.

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BIOGRAFIA de JOSÉ IGNACIO VERA OCAMPO

Nació en Malanzan, La Rioja, Argentina. Estudio abogacía y trabajo en el Superior Tribunal de


justicia de La Rioja donde fue su presidente. Fue un avido lector, le fascinaba la mitología
griega. Fue presidente del Club Social De La Rioja. Herede sus poemas inéditos.

Su obra fue:

- La novela “Mariposas en ronda”, en 1963.


- El cuento “Cadete”, en 1956

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EL JARDIN DEL COLIBRI

Les cuento que EL JARDIN DEL COLIBRI es la pulpería que he creado en mi casa, donde
llegan mis amigos, paisanos guitarreros, poetas, y demás bohemios que juntan las noches de
luna bajo esa higuera que cuelga un sol de noche. La pulpería es lugar donde enciendo el
fuego de la parrilla, me sirvo un vermut con aceitunas y comienzo a abrir mi alma, ahí escribo
mis poemas, mayormente de noche y en soledad. En los primeros asados mis paisanos
amigos jugaban al juego del sapo, por eso el nombre de la pulpería. Luego encargué a la
alfarera tinogasteña Laura Miranda un sapo de arcilla cocida, al que le puse el nombre de
“Sapo Pascual”. Al año siguiente Laura me hizo la “Sapa Elisa”, novia de Pascual, y me
vendió una Virgen Del Valle. Las alfarerías me gustaron siempre y le dan espíritu campesino
a la pulpería. Tengo también un indio de arcilla cocida, obra de Dionisio Díaz, alfarero riojano
de renombre.

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Prólogo de Hollman Barrero

Transitando los tiempos mecidos por el viento; enclavada en los montes de la Rioja, en una
pequeña morada danza incansable el filo de una pluma. Desprendiendo de su ápice indeleble
tinta, danza y danza, salta y salta, escribe y describe cada lugar…cada acontecimiento
impregnando sus letras; de vino, de sangre y de verde; de verde envolvente y atrayente
donde habitan desde un pequeño yuyo hasta una despeinada acacia.

“Mi ciudad camina lento,


Habla con voz cansada, en su gente…
Y el cerro nos amanece enrojecido
En los mistoles del alba…”

Más adelante nos expresa:

”Luz en el parque,
mansos grillos,
y perros que rompieron los baldíos…
Solo creo vivir
la cósmica lisura de los días,
en los grises que transito…
Repatir en la redondez de mi moneda,
los inscritos signos…

Y salir a decir
que en mi pueblo
se mueren las uvas
para renacer en vinos.”

Veneras la acacia…Veneras el verde que te envuelve; porque impregnados están de tus


recuerdos. Porque te nutren de recuerdos y te acogen
en su seno; porque te cargan de energía; porque te deleitas en su fragancia; porque es un
álbum de recuerdos donde los tiempos de infancia vienen al presente de adultez y silencioso
abanico; donde tu padre refrescaba recuerdos, recuerdos aún más distantes...

“Acacia venerada, miro hoy en tu ramaje,


prendidos mis recuerdos, junto a tu blanca flor,

Tu cabellera crespa, te muestra colegiala,


con la melena suelta, que alguien despeinó,
robándote amoroso con tu invisible ala,
ese perfume tuyo, con que Dios te premió.

Me parece a menudo, repites claramente


mis risas infantiles, cuando empieza a soplar,
la brisa de la sierra, que acaricia tu frente,
cargada de recuerdos, del patio familiar”.

Y avanzando por las hojas de su obra, el autor nos va navegando por su propia cosmogonía
mientras intenta conciliar su profundo y aparente orden interior con el aparente desorden
exterior. Un orden no siempre explicable con palabras pero siempre…siempre descifrable
desde el espíritu.

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Inspiración y herencia hacen parte de todo su universo indescifrable pero vislumbrable en los
árboles, en las piedras, en el río, en cada ser humano y aún en cada situación y vivencia que
no deja de seguir siendo su propia indescifrable pero vislumbrable búsqueda.

“Nosotros mismos nos sorprendemos de nosotros mismos.


“Siempre estoy rompiendo los moldes. ”Siempre soy una caja de sorpresas.”
“Concluimos con que todo es quántico; todo es energía y la materia es energía”

Nos dice en medio de su búsqueda. Búsqueda incesante de la explicación de todo cuanto


existe en cada momento.
Hay un profundo orden moviéndose lentamente en cada caos y desorden aparente.
Y hay una esencialidad en todo lo creado.
Entendiendo al final que la búsqueda de la esencialidad de las cosas, se convierte en la
búsqueda de su propia esencia.
Y cada hoja de aquella acacia…y cada hoja del Poemario “El jardín del colibrí” nos revela un
poco más de la esencia de su autor FERNANDO MARCELO CASTAÑO.

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MI CIUDAD

Mi ciudad camina lento…


habla con voz cansada, en su gente,
Y el cerro nos amanece enrojecido
en los mistoles del alba.

Mi gente mira sin apuros…


Y siente pereza
al interrogar,
las cosas más sencillas.

En la capilla moran palomas


porque escasean las sombras;
aquí hay pocos árboles,
y muchos yuyos;
y en las rotas veredas
nos cansan los gorriones embravecidos.

En mi pueblo hay un cura


que madruga en campanarios;
Surgen, cada mañana,
bicicletas apretando los diarios,
con los canillitas solidarios,
cantándonos;
ellos nos despiertan antes que los gallos.

El panadero hace pan,


porque se aburre
el resto del blanco día...
Hay perdidas pasiones en los ríos,
porque los amantes
se fueron a escondidas...

Luz en el parque,
mansos grillos,
y perros que rompieron los baldíos...
Solo creo vivir
la cósmica lisura de los días,
en los grises que transito;
repartir en la redondez de mi moneda,
los inscriptos signos.

Y salir a decir
que en mi pueblo
se mueren las uvas
para renacer en vinos.

Fernando Castaño
La Rioja/Argentina
[Segundo premio, en Antología "Premiados 2022"]

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CUARESMA

Ya el aire precipita su cobrizo


incienso a cristo.
Las nubes limpian su plomo gris
en el azul de sus plumas.
A lo lejos hay cerros
y de cerca tengo el cebo pálido
en una vela encendida.
La medida del mundo
que se calma en su orbitante giro,
es el suspiro de una monja
que reclina su cuello
en la almohada de su rutina.
Señor ya tengo tus espinas...
Y guardo mi letanía hasta verte lleno de vida,
y alcanzar el polvo de tu sandalia
en cada oración de mis días...
En el agua blanca de tus mejillas
siento la vida y camino
cercando tus orillas
y nada más...
Solo me persigno.

Fernando Castaño
La Rioja/Argentina.
[Mención de honor, en Antología "Premiados 2022"]

pág. 10
INDIO DE PIEDRA

¿Cómo llorar en un pregón andino


si mi alto vuelo, bate,
los archipiélagos del ensueño?
Aquí no hay dueño del ámbito
en su cosmos, de las razas perdidas.
Aquí el sol sereno del maizal...
Y sus cuernos suenan en mi alero,
en mi sombrero,
cantan el quichua brusco
de unos labios gruesos.

Un cobrizo y la piel de mis ancestros


se tatuó en crepuscular amanecer de los días
para seguir la sangre inmolada
en el dolor de las piedras;
altas ruinas nos persiguen, ceremonias
en memorias de las momias aborígenes;
sueño con un indio que canso el polvo de sus grietas
y su alma se aprieta en el pucara
de su encrucijada eterna...

A ese indio le presto mis piernas


para caminar el mundo,
ese mundo que lo sepulto en el tumulto
y que hoy solo le dejo las arcillas rotas de sus manos...

El cóndor andino pasa y silba...


¡Pero silba silencios!
¡Ave negra y alma!
Alma de indios hechos piedra...

Fernando Castaño
La Rioja/Argentina

pág. 11
ENTRE TU VIDA Y LA MIA

Entre tu vida y la mía,


los orbes del caos
pulverizaron mi planeta
de pétalos marcados.
De un azul cielo,
conmovieron los lápices
que desdibujan tu cara de mi cuerpo.
Entre tu vida y la mía
habitaron las ninfas de las estatuas
que adormecieron el parque
en nuestro primer beso.
Tu aura, en el resplandor de los bancos,
me cita en el secreto de llaves oxidadas.
Tu forma de ángel decanta nubes
que tiñen este mármol gris de mi frente.
Caigo y rompo los delirios
que ayer nos enamoraron.
Asciendo en algo sin nombre
para abolir tus dogmas y encantos.
Trunca la tarde un agobio
que funde los colores de tu patio,
para que las órbitas de tus ojos
no imploren destellos en nuestra noche,
porque nuestro amor
marcha a oscuras
en la fe ciega de los gatos.

Fernando Castaño
La Rioja/Argentina

pág. 12
DE REGRESO A MI PATIO

La flor de los tiempos bifurco los estíos;


se enroscan las hadas del limonero en las danzas de azahares;
la verde hiedra trepa en los misterios del sueño;
el suelo sucio canta en el polvo del recuerdo.

Las hojas revuelven las horas muertas,


las brisas de mi patio respiran en los recuerdos,
La flor del cardón hace penitencia entre las piedras
Y el alma de mi abuelo me llora detrás del lucero

La leche de la higuera flecha al duende de los deseos


La flor del rosal le da suspiros a la chica
que nunca me quiso y de la que nunca olvido

Aquí el óxido de los espinos inyecta el tétano de los olvidos


No sé si vuelvo a mi patio o si mi patio me vuelve en los vinos...

Fernando Castaño
La Rioja/Argentina

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DE REGRESO A MI PATIO (II)

Volveré en la sed de mi higuera


Inmóvil en el gotear dormido del rocío
Y colmando la vida de las abejas
Detrás de los pasos minúsculos de las hormigas
que caminan su cautela en la palidez de las macetas...

Amaneció el sol tímido entre mis malvones


Regocijado en la vida minúscula de los retoños
El conventillo de gorriones alborota a los geranios,
mientras la mansedumbre de palomas duerme a las siestas amarillas...

Esto vale más que un recuerdo y estadía


en el corazón sutil del mediodía
Aquí el patio entre calores y encuentros
recuenta el amor que no es del olvido

Ya sin penas ni cosas ínfimas me declaro feliz en la paz de mis huertos...


La Rioja vive su simpleza en el alma de las cosas...
El mate viejo pinta su verde yerba y comparto sentires desde mi silla de cuero.
El incienso rojo del atardecer bendice las oraciones de las viejas...
Ya el crepúsculo rompió todos sus fuegos...
Y no queda nada más que una joya de plata que se pule a la luz de la luna...
Canto en la noche escondido en la morada uva de un jubiloso vino...

Si me voy es para andar caminos,


pero prefiero quedarme esta noche casi como adormecido...

Fernando Castaño
La Rioja/Argentina

pág. 14
LA NOCHE

A esta cueva diaria, la noche, de ternura materna, es


En la que he caído, como un ángel desvalido
Del día, de este día, colmado de urgencias masculinas

La noche condecorada de las estrellas silenciosas


Y que, si no me olvido, alguien una vez me lo ha contado:
“Estallan solo una armonía sagrada, lejana y pura”

Yo no soy más que el autor de este escrito, de


Este granito de arena que no pesa lo de una estrella sola
Pero dejo aquí contadas, las maravillas simples.

Porque para mí el mundo, es como un caracol, de sonidos


Y silencios también, que de día se enrosca y de noche
Desliza sobre su propia saliva, porque la noche es maternal.

Fernando Castaño
La Rioja/Argentina

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A LA CANTANTE PREFERIDA

Soy el que urde su fatiga y te nombra


detrás de la muchedumbre sin rumbo
que gasta tus versos…
Soy el que se perdió por el laberinto
hechizado de tu feminidad,
soy el que se eleva por la espiral de los sentidos,
pero es la que vos provocaste.
Soy amante del arte,
de lo que puede la poesía y la música,
pero pronunciados desde tu boca paradisíaca,
soy el que se infiltra
en el paraíso que vos inventaste.
Soy tu hombre sumiso:
el que puedes debilitar con tu rechazo
y el que puedes fortificar con tu bienvenida…
Deseo gozar las horas inciertas, palidecer,
idolatrarte, en una noche comedida…

Fernando Castaño
La Rioja/Argentina

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LA CONQUISTA DE LOS PASOS ERRABUNDOS

(Recuerdo de mi estadía en vertiginoso un séptimo piso en la ciudad de Buenos Aires)

Llega la mañana por mi ventana,


con un sonido de temple metálico,
que se bifurca por las calles de esta espaciosa ciudad.
Aquí en el séptimo piso,
mi vista transita en las primeras emociones,
y se conmueve hacia las cúpulas de templos claros,
que campanean en ondulante espectro.
¿Qué sería de esta mañana, sin el fino olor del café,
que impulsa la música de las ciudades...?
¿Y eleva en un gris plomizo a los edificios...?

Salgo por el caos de las calles transitadas,


a revolver emociones,
con sabor a tabaco gastado en la garganta,
atravesando fríos.

Me siento a contemplar la serenidad de la lluvia,


que se esparce por homogéneo misterio,
entre las alamedas;
en el agridulce, del conturbado ozono, que mezcló la tormenta.

La nube fina del humo de mi cigarro,


que se encendió con el fulgor vespertino,
en el azufre clarear del día,
inspiró la bohemia costumbre de un andar tras un frío ópalo,
y respaldar los bancos de los parques....

Voy a visitar este fin de semana,


en los campos, la fiesta de los cipreses,
esparcidos en los terrenos ondulantes,
con sus mágicas bellezas;
en verdosa disposición natural.

Otoño, es mi compromiso,
quiero encarnar aquí mi alma,
cual lo hizo con su espíritu,
aquel trascendente mirlo negro,
al agonizar un día de lluvia,
que le lavó hasta su pena más honda,
de permanecer oscuro,
habiendo extasiado la alegría vivificante,
en momentos como estos,
en los que los troncos secos acostados,
exhalan el exquisito incienso,
de la brisa fresca...
Pregunto:
¿Qué es la soledad?
Si mi espíritu se mezcla y juega,
hasta no saber en cual parte del paisaje anda,
y recorre las aventuras de hojas secas y las de savia fresca…

Me ha escuchado Dios:
Creo sentirlo conversando

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los silencios y sonidos,
en las vertientes de la naturaleza.
Él se refleja en ella
y brota en lo sutil y apasionado.

¡Silencio!
Voy a observar y penetrar,
en la espesura de hierbas,
orgullosamente solitario,
estos misterios, que no conocen muchos poblados.

Espera...
Cuando la tarde acabe,
iré fundido con la noche,
adentrándome en algún bullicioso bar de pueblo,
a escuchar y canalizar por la espiral de mis sentidos,
los sonidos ociosos de una guitarra.
Pues ella sabe todo
lo que yo hoy y siempre
me he aventurado en revelar.

Fernando Castaño
La Rioja/Argentina

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A MIS AMIGOS (I)

Ahora que estamos reunidos y compartimos la misma mesa, quiero hablarles, amigos
míos... Pasó el tiempo como en un teatro... Aprendimos el arte vivir sin ensayos,
viéndonos cara a cara con las pupilas translucidas de nuestras inocencias...
Nos conocimos con el alma abierta y sin apuros. Aprendimos a compartir con
generosidad y libres de hipocresías.
El árbol del tiempo maduró emociones y nos dio los frutos afectuosos de la amistad
sincera... Este árbol nació de semillas inevitables, que el destino regó con las aguas
maestras... Estas aguas no fueron lluvias cualesquiera, sé que las soñó y las junto
algún ángel ancestral del impecable cielo...
Quiero en esta noche agradecerles, amigos míos, y liberar las palabras tardías de los
recuerdos grabados a hierro ardiente. Tengo la vida inscripta en la felicidad de todos
nosotros, los de siempre... Siento el calor entre gestos y risas, veo la entrega en cada
apretón de manos y comienzo a extrañarlos luego de cada abrazo...
Y sin más, mis amigos, como un pintor y artista esboza su paisaje con cada trazo, yo
retrato mi paisaje siguiendo las huellas profundas de ustedes, mis gigantes, en este
largo camino del alma…

Fernando Castaño
La Rioja/Argentina

pág. 19
A MIS AMIGOS (II)

Ya en otra vida o talvez muerto,


antes de golpear las puertas del cielo,
me sentare y leeré el libro de nuestros recuerdos...

Le pediré al Eterno
volver a repasar mi vida
antes de cerrar mis ojos muertos,
fotografiar sus rostros cuando estén reunidos
y me mencionen con lágrimas,
recordando nuestros encuentros...

No los lloraré allá arriba


porque ya serán aromas de mi huerto.
Serán el pan sencillo, la sal sedienta,
de una despedida con una promesa abierta.

Quizás desde ahí los salude en una lengua incierta,


seguro que mi hogar tendrá las puertas abiertas.
Y no implorare visitas,
esperaré que me sorprenda el aire servicial
de un fortuito encuentro.

Así fue como en la vida tuve a mis amigos,


siempre libres,
y así es como los quiero...
Mi Ángel los mantendrá vivos,
más vivos que los recuerdos.

Fernando Castaño
La Rioja/Argentina

pág. 20
NUESTRO VINO Y EL CATA TORRES

(Con cariño para mi amigo Walter “Cata” Torres)

La noche muerta...
machacada en la sangre del poniente
asoma su primer vino penitente

No se juega en el oscuro
se deleita en la sangre cierta
de un vino estremecido
en el alma de un muerto

Veo que se asoman los tuertos


con permiso de la luna
será que los acuna en su búho negro
sin más apuros que conjuros altaneros
en las penas de sus sombreros

Mi amigo el “Cata Torres”


me llama como el humo
de su carbón en la brasa atenta
y no sé cómo los menta en coplas,
a sus amigos en cada copa al viento

Sera que esta noche cantamos y brindamos


para la paz de su faz abierta
su sonrisa a todos nos tienta
y su voz calma a los muertos

Ya me voy, no me detengan
“Cata Torres” de vos me suelto.
Este verso no lo atento
porque es aire de tu siembra.

Fernando Castaño
La Rioja/Argentina

pág. 21
A GASTON EL GUITARRERO

(Con mucho cariño para mi amigo guitarrero Gastón Soloaga)

Quiero recordar a Gastón, el guitarrero


En las noches de vidalas
donde el amor fecundo
nos amaneció entre las cuerdas ciegas…

Le quiero cantar más allá del paisaje


y en la honda liturgia de los cerros
Quiero elevar la luz de su guitarra
hacia donde tornasola azul
nuestra luna de los encuentros…

La guitarra en su madero
funde acordes sin tiempo
Aquietados en las sombras
nos hunden los vasos con vino adentro…

Ya no soy el que escribe


ya no soy el poeta…
Nuestra vida fue corta
nuestra vida fue lenta…
Hoy es quizás la musa
y el duende que me alienta…

Fernando Castaño
La Rioja/Argentina
Lunes 8/6/2020

pág. 22
AL PIBE MOJARRA

(Con cariño para mi amigo guitarrero Cristian Miguel Manennti)


Mi gran amigo, mi guitarrero mojarra
Me suena tu nombre en un retumbo de tórtolas antiguas
Y el revolotear de lechiguanas me hace renacer en el veneno de los vinos

El cuesta arriba de tu canto vuelca las tropas de amistades


En cuantas noches consumimos a las estrellas
y tenues luces cruzaron las alforjas de tus botellas

Fuimos paisanos raspados con cortezas


resistimos en los algarrobales de nuestras penas
Nos cansamos de la sal olvidada en las venas

Recordarte en el calambre del pasado


me hace huir al desierto abandonado
Esta noche me adormecieron las ojeras
del tiempo gastado en nuestros huesos

Hoy camino solo y desorbitado


Tus amigos corrieron hacia el destierro
No sé cuál de estas tierras
Me habla de un cosmos olvidado...

La vida colmó los saberes del tiempo


La vida fue como un carrusel emborrachado
El óxido de nuestras orejas es fiel testigo
De hombres ya desintegrados

No hay polvo que resucite en los encierros


de nuestras tumbas alumbradas
La luna nos regocija en los encuentros
de nuestras almas casi inmutadas

Sin más, quiero decirte que los vasos


te reclinan en el árbol acicalado
Pibe mojarra, no es cuestión de tiempo
Y no es cuestión de que ya me hayas olvidado...

Fernando Castaño
La Rioja/Argentina

pág. 23
COMO ES QUE LE CANTO AL RÍO

Como es que le canto al río…


Si yo que anduve tanto y
con lo simple aquí me miro…

Es como si me ondulara el alma


por transmitir lo que se me vino…
No sé qué decirle al rio por su andar cristalino

Su espejo de vivos bríos interroga a mis motivos


y ser agua por camino andante…
que cosas del destino

Como es que le canto al río…


si yo que anduve tanto y
con lo simple aquí me miro…

Aletear de pájaros con madrugar de trinos


que cosas que tiene el rio…
Necesito mi silencio para cristalizar los sonidos

No sé si como es que te lo digo


quizás decir… No sea lo mío…
Pero es lo que me atesoran los sentidos.

Fernando Castaño
La Rioja/Argentina

pág. 24
EL TORDO MUSICO

En el cobre de la tarde final


flameante en el canto de viento
del “tordo músico”, humilde en su canela
quiso confundirse tras del noble
tono pardo del algarrobo seco de espinas.

¡Cómo explicar el canto! Esencia de la naturaleza


un deleite de miel con sabor a campo.
Erguido en aquel algarrobo escondido al que le ha
dolido el día, expresando dulce melancolía.

Esa música que tiene la mística ondulación del día


en la que agoniza la tarde, y se ahoga en la oscuridad.
Además, posee el amor del aroma que esparce el algarrobo
fluyendo de entre las espinas, hojas secas, ramas, matas...

Voz de armónica, melodía de adiós, orgullo del Dios del viento


canto variado y flexible. Porque está hecho de brisa,
que fluye del placer de ser por Dios en la vegetación
Un viento que lo lleva a ser de la tempestad su clarín
Y, luego así una vez más, remonta en su canto la miel de su amor

La humildad del campo, entre canela y pardo


lo pinto en su nido, el diaguita todavía desconoce al Dios que
invoca cuando interpreta con su canto la belleza de la zona.
Idolatra, izado en la espiral más alta del arte que no alcanzaron
los hombres.
Paladín de la naturaleza virgen que vio a Adán y todavía se mantiene
en el paraíso que perdió el hombre por cumplir para su orgullo.

El trueno sentenció las penurias de su canto. Para el indio significa


un canto triste porque se está solo; dulce porque se está enamorado;
melancólico porque se emprende el desarraigo de forastero;
Pero el Quichua más sabio cree que trasciende porque es eterno
Para las almas que viven de la belleza, y no la mezquinan.

En tierras áridas, campos secos.... Vientos ariscos, cerros cerca.


Tordo músico, trofeo del campesino que interpreta tus emociones
fantasía soñada por los antiguos músicos. Por los que se vierten
los tesoros eternos tras la vida y la muerte que fluye en el río.

Y cuando se está manso el campo. Y el sol cesa su castigo en la sangre


de los mortales y vierte oro, a la tarde triste. Trepa el tordo a su
antiguo trono destinado a la corona de espina de algarrobo que
apasiono a Cristo.

Desde la frescura del corazón del árbol gotea lentamente


algunas gotas de su canto; en apaciguadas y mansas notas.
Su música provee mayor regocijo al alma que una dormida
Sombra de árbol. Por allí andará su musa, repartiendo encanto.

Fernando Castaño
La Rioja/Argentina

pág. 25
A MI MADRE (Poema para el día de la madre)

(Para mi madre Rosa Elena era Ocampo)

¿Que serán de los rumbos


cuando no esté mi madre?
¿Qué tiempos consumirán
las rosas con sus fuegos?

¿Dónde irá la vida


sin el germen del nacimiento?
¿Qué esparcimiento tendrán
las nubes cuando suba mi madre?

¿Las brisas traerán recuerdos?


¿Las piedras juntaran olvidos?
¿El aura de mi madre se pintará
en el salitre de los muros?

¿Serán azules las lunas?


¿Serán naranjas los soles?
¿Seguiré de pie o caeré en la cuna?
¿Seguiré siendo el mismo?

Quizás renazca del mismo vientre


cuando no tenga a mi madre.
Renaceré en un descuido
para luego huir del nido...

A vos madre te nombro,


álzate en mi hombro.
Nunca me faltes
y nunca me olvides.

Abriremos huellas, seguiremos caminos...


Seremos el amor que impone vida
en la fértil promesa de tu sangre.

Volveremos en almas nuevas


y te pondremos las rosas...
Y vos madre, seguirás por siempre
en nuestras humildes cosas...

Fernando Castaño
La Rioja/Argentina

pág. 26
CARNAVAL EN LA RIOJA

Ya rompes tu color, verano,


donde quiebran jarillas sin sus flores.
Sigo el látigo cansado de los soles para encontrar
algarrobas que maduran en su abandono…
En la piel cansada del estío donde el sol funde sus calores,
está mi tierra que hace fiestas en los veranos de su ausencia.
Tiempos con duendes alborotan parches
y mojan en lágrimas los cristales de los silencios…
Nos sorprendió el amor que es coyuyo que no duerme ni en las siestas.
Así cantamos, repartidos como piedras.
Por buscar mi carnaval cada paso dibuja el rastro
que eleva en su sendero las palomas de mis sueños.
Ya nuestro tiempo extendió mantel verde de cardones en las piedras
y lloran sus espinas entre los ecos de los cerros.
La timidez de mi pueblo amasa lágrimas que nutren
el pan blanco de simplicidad de su gente.

¿Mujer, te veré de nuevo? ¿Te recuerdo?


La Rioja junta más olvidos que recuerdos,
solo te dejo el perfume de mi piel en este dolorido pañuelo.
Volver en carnaval, es mi anhelo,
regar coplas en tierra agreste y seca.
Para idolatrar el aroma de la rosa de tu dolor
nuestras canciones volaran lejos,
como golondrinas locas,
más allá de lo nuestro…

Fernando Castaño
La Rioja/Argentina

pág. 27
A ROSARIO VERA PEÑALOZA (Maestra de la Patria)

Con la clarividencia del que sabe


nos marcas luminoso derrotero
porque al par que alborada, eres lucero
que a buen puerto conduces nuestra nave

Escultura de espíritus, flor, ave,


manantial cristalino, sol de enero
mañana perfumada de romero
apóstol de la ciencia, humilde y grave.

Discípula ejemplar del gran Sarmiento


nacida entre montañas
que azularon tu alma y que tu espíritu templaron.

Para que trasuntara el firmamento


como en la clara superficie de los mares
las mil constelaciones estelares.

José Ignacio Vera Ocampo.


La Rioja/Argentina

pág. 28
LA BREA

Verde, arrogante y ufana


La brea en el monte sueña
Inconfundible es su hechura
de frescura sin igual.

Tiene el divino tesoro


Y diabólico secreto
De la eterna juventud.
Al tiempo venció su gracia.

Lo apresa y grata no avanza,


Hizo estancia en su ramaje.
Arrobados se han dormido
Bajo el palio de sus sedas,

Juventud belleza y gracia.


Los sinónimos de brea,
Grácil árbol de estos suelos
De montañas y llanuras

Atavíos de oro viste


A mitad de primavera
De amarillo luce ramas,
De esplendores y perfumes.

Es rumores de canciones,
Que la vida arpegia y canta.
Arrogancia de humildades
Que al paisaje dan prestancia.

Después se torna esmeralda,


Muestra verdores que asombran
En el fondo pardo y mustio
De los campos en letargo.

Fresca elegante y galana,


Te tallaron de grandezas.
En tus ramas hizo flores
La belleza de estos suelos.

En tus ramas hizo sedas


El fulgor de las mañanas.
A los mundos glorias traen,
Tus corolas amarillas.

Y te yergues en los montes


Con austero señorío,
Verde brea donairosa,
De estas tierras argentinas.

José Ignacio Vera Ocampo


La Rioja/Argentina

pág. 29
LA ESCUELA DEL CADILLO

Montes, sendas, espacios, horizontes.


Inmensidad madura de misterios;
La bastedad atormenta en albedríos,
El pensamiento eleva, da belleza.
Es la gracia de Dios que se derrama
Hay rapidez, en cosas, en el viento,
Grandeza extrovertida que cautiva,
Que nieva en sus espumas de dulzura,
La seda de emociones campesinas.
Su palabra silencio que serena
En quietud desbordante de su rezo.
Y descante el valor de sus quilates.

En esa latitud está el “cadillo”


Predio de la hermandad y de las sendas,
Donde la soledad vuelca sus oros.
En todo su sabor esta la patria
En esa tierra gaucha de La Rioja,
Rescoldos argentinos que confortan,
En sueños compartidos de amores;
Hidalguía de sangre que da rumbos.

Vertical, junto al muro de la escuela


El mojón que limita tres provincias:
A niños de la patria sin distingos.
Tan singular y grata circunstancia,
Exalta sentimientos y da fueros.

El “Cadillo” un paraje, un punto apenas,


En su escuela primaria de tres grados,
Su cielo, su silencio, su sosiego.
Lo tilda una ternura que conquista,
Una emoción de patria que se vive.
Esta en su tradición sobria de estirpe.

Si suena “su campana”, allí el milagro:


La tristeza, alegría y alegría,
Una verdad distinta de prodigio;
Por sendas, increíbles misteriosas,
Abiertas en los montes taciturnos,
Caravanas de niños y de niñas,
Cordobeses, puntanos y riojanos,
Montados en sus bestias aperadas.
El patio de la escuela sabe a risas,
Se llena de esperanza amanecida.
Tres tonadas, en una, se confunden.
Quiso Dios que lo fuera, se ha cumplido,
Como todas las cosas que dispone.
Que se sepa tal hecho, que se diga,
Que trascienda a los mundos de docencias.
No debiera llamarse del “Cadillo”
Esta escuelita nacional tan única.
Mas si la del “Mojón de tres fronteras”,
Trinidad de un blasón que da abolengo.
La escuela del “Cadillo” es una sola.

pág. 30
José Ignacio Vera Ocampo.
La Rioja/Argentina

pág. 31
ACEQUIAS EN CIMAS (Para el Sr. Horacio Carreño Vallejo)

En azules se arropa el Famatina.


Hunde su enhiesta lanza sin pavura,
En el cobalto limpio de su palo,
Donde el otero negro se remansa.
Es un himno de amor y de pureza,
El blanco de su nieve sempiterna.
El cono de su luz, que se modela.
En auroral belleza de sus galas.
Es origen de linfas reidoras
Que los soles liberan de sus lirios,
Las ajorcas de piedras y de hondones,
Donde desnudas lucen transparencias.
Bajan en oros de galerías simples,
En cortejos de notas desgranadas.
Se afinan en ternuras de caricias,
Sus violines de embrujo, de milagro.
Los dueños de sus coros, de la tierra,
Prodigio del ingenio, de la hazaña,
Las captaron en las cimas de los cerros,
En canales trazados por cuchillas.
Canales de los cielos, aguas altas,
Torrentes para acequias en estrellas,
Un arte y una ciencia las modela
Para sembrar mesetas en las cumbres.
Para opimas cosechas y cosechas,
Aseguro resguardo de codicias.
Los valles tan abiertos no lo brindan,
Al oro de esas parvas sin amparo.
La vida por las cimas, por los astros,
En la dulce presencia de las aguas.
Cristalinas palabras de las nieves,
Recogidas al pie de los glaciales.
Maravilla del arte y de la ciencia
Maravilla de alzada ingeniería.
El indio dominaba la montaña,
Sus manos manejaban las corrientes.
Sus manos con colmada maestría.
Por los cielos trazaban sus caminos.
Los días fueron cosas de prodigios,
De un hacer que hermanaba dulcemente.
Hermanaba en el verbo del anhelo,
En el hondo gozar de lo soñado.
En el himno de amor de lo divino,
Que es unción en el alma del que espera.
Por las altas cuchillas, claras aguas.
El amor, el trabajo, la belleza.
Nacen surcos de mieses en las cimas
Y los ojos en gracias de milagros.
El espíritu egregio de la raza,
En la roca palpita estremecido.
Su dolor, inmortal gime en el viento,
Su presencia alucinan los cardones.
Una historia punzante de heroísmos,
De acicalado brillo de martirios.
Una lección de fe que da coraje,

pág. 32
Que encienden la ilusión en lo futuro.
El “Achivil” tendido en la quebrada,
Se apura con su carga sobre arenas.
Su voz es hoy la gracia de los cerros;
Los canales de arriba enmudecieron.

(La Rioja, 29 De Agosto 29 De 1962. Dr. Juan de Dios Vera Ocampo.)

pág. 33
LOS DOS JUNTOS

Unidos, vamos siempre compartiendo,


nuestras horas fugaces, de estudiantes,
los momentos de duda, y los instantes
de amor, que en nuestra senda, van naciendo.

Siempre juntos, los dos, vamos venciendo,


de la vida, sus fases tan cambiantes,
despejando sus mil interrogantes,
a fuerza de calmar, el dolor, riendo.

O, con firme moral, de dura arista,


puesta por Dios, muy clara, a nuestra vista
junto al ideal, que ambos nos forjamos.

Ningún escollo, tuerce, nuestra marcha,


pisemos sobre fuego, o sobre escarcha,
tomados de la mano, caminamos.

José Ignacio Vera Ocampo


La Rioja/Argentina

pág. 34
EL CARDÓN (CANTO PRIMERO)

Te llaman, porta cirios,


cuando eres, porta lirios.

Te apodan, penitente,
reinando en el ambiente.

Indio que triste, llora,


Teniendo alma de aurora.

Resabio, del pasado,


siendo presente alado.

Silencio, adherido,
cuando eres paz, y nido,

que nievas sonriente,


en el verano ardiente,

con cualquier lluvia fina,


que ablande, tus espinas.

Te das, en flores blancas,


por cimas, y barrancas,

mientras cantan zorzales,


bellos himnos, zonales.

En ese florecer,
que es de nuevo, nacer;

por la tarde la urpila


cantando, lo adormila

mientras, un negro, lila,


lo esconde en su mochila.

En ese, corto viaje,


se nos va, del paisaje.

José Ignacio Vera Ocampo.


La Rioja/Argentina

pág. 35
MI SANGRE

Mi sangre, ese potro muerto


que resume huellas en los cuentos
Canto con mi sangre, esta heredad de mis ancestros

Tal vez mi sangre sea ese saco rojo


que olvidó mi abuelo en el ropero

Mi sangre no es el líquido rojo de los sepulcros


mi sangre es la tierra que me lleva adentro

Mi sangre será el alboroto de octubre


con los jazmines nuevos

Esos rojos serán más ciertos cuando los soles estén más lejos
por eso no alumbro ni opaco los senderos en estos desiertos

Y cuando mi sangre no cante sus penas


se encenderán los búhos…
Y el silencio consumirá la sombra del lucero viejo

Fernando Castaño
La Rioja/Argentina

pág. 36
ALCE LA MIRADA

Ay muchacha mía
Yo te vi pasar de blanco,
y te alcé la mirada
hacia el geográfico azul
de tus pupilas anchas.
Y Sí... En tus ojos llevas al mundo
y aquí me dejas a mi vagabundo.
Te mire de lado,
me agache en un salmo,
tú pasaste de largo,
No sé cuántas veces pueda
decir lo mismo.
No sé si tus sentidos
me sienten en algo...
Pienso que muy pronto,
cuando pases de largo,
yo alzare la mirada
para dormir mi letargo...

Fernando Castaño
La Rioja/Argentina

pág. 37
OCIO DE DOMINGO

Nombro el ocio de mis domingos.


Ese pan gris que se amasa en mi patio
con su polvo cansado,
despertado por el sol de otoño
y calentado por la nada...
Mis tres tórtolas caminan entre pisadas serenas
y baten la masa entre sus patas
de rojos alambres.
No hay luz que nos arrebate la tarde,
ni frutos caídos en el piso
que desesperen los instantes.
Todo queda y nada pasa.
Somos barro sin su agua.

Fernando Castaño
La Rioja/Argentina

pág. 38
EL VUELO DE LA NADA

En el acantilado gris de las nubes,


donde pitan diáfanas las campanas.
Oí tu nombre que se repetía en el claro del horizonte.
Seguía pensando, seguía en transe...
La mañana fue esa lanza que suspiraba su tierno llanto
en la muerte de un recién nacido...
Hoy me caí del horizonte de tu mente,
con estas pesadas palabras.
Ya acopié las aguas de los llantos.
La vida fue ese leve vuelo
y la agonía es nadar mareas altas.
Te fuiste, y me quede dormido.
El vuelo de la nada se eleva en sus plumas grises.
Y el destino se esconde,
en su coraza negra.

Fernando Castaño.
La Rioja/Argentina

pág. 39
CENA CON JUAN DE DIOS

(Con cariño para mi amigo Juan De Dios González Mamaní)

Los grandes amigos tienen nuestras arcillas


de las que vuelven los días con sus alfarerías.
Una noche que Juan De Dios vino a casa,
encendimos unas brasas y asamos costillar.
Todo fue manjar y eran arrogantes las copas
frescas de aquel verano.
Alborotamos las jarras y cenamos a la par.
Vimos las coplas pasar y las silbamos
en cada resplandor de nubes.
Cuento que tomamos un vino más
y se nos llenó de mitos el parral…
Allá, la luna en el saucedal tocaba el arpa, tímidamente…
La vi de casualidad con canticos azules
mientras giraban los astros silentes y sin compas.
Compartimos gozosos hasta donde nos corrompió el alba.
El aire del patio se puso pesado con el rocío del amanecer.
El frío del desvelo nos dijo adiós,
nos dejó las copas del gran encuentro empañadas.
Quedó una guitarra desparramada y un remolino
de cenizas en la parrilla, un color gris en las mejillas,
y el apretón de manos para volver...

Fernando Castaño.
La Rioja/Argentina

pág. 40
EL ADIOS

Te pensaba bajo el cielo azul


donde orbitaban en su palidez los astros
Tercamente te seguía en la encrucijada lúgubre
de la sal que esparcían tus lentos pasos

El tiempo marchaba su barca, yo era naufrago


Aquí no quedo luz…
No tengo más sol, solo me quedo el átomo de polvo
que agonizo de mi cuerpo cuando te miraba

Mujer, ya no soy quien


para decirte que la vida muere
con estas últimas palabras

No debo decir adiós


prefiero que el silencio y el dolor
hundan nuestras pisadas
Quedarán marcas y serán el amor
de un dios que el tiempo ha derrotado

Fernando Castaño
La Rioja/Argentina

pág. 41
INSOMNIO

Era la noche fría que en la oscuridad tétrica


las torres se consumían.
La luna manoseaba su orgasmo de cenizas
y bajo esa luz en penumbra yo te escribía...
Claro que la noche era una cruel mansedumbre,
pues no dormía mi sueño,
imaginaba tu reflejo en esa cortina ámbar,
como si detrás de las nubes.
Eran las horas afligidas,
entristecidas por un búho taciturno.
Este mimbre y aquel sofá te conocen,
mantuvieron ayer la hermosa mancha de tu cuerpo…
Quedaron tus cabellos desparramados
en la desflecada alfombra y los busco,
como si hubiera ocurrido algún delito...
Yo te vi partir de día,
sé que no regresaras nunca.
No marchan atrás los relojes,
no marcharán atrás tus pisadas.
Me cuelga la noche en un lapso,
debe girar la luna y debo voltear mi estatua.

Fernando Castaño
La Rioja/Argentina

pág. 42
NUESTRA ACACIA

Acacia venerada, miro hoy en tu ramaje,


prendidos mis recuerdos, junto a tu blanca flor,
que se muestra en racimos, antes que tu follaje,
guardándole mieles, al bello picaflor.

En el patio primero, de mi casa nativa,


entierras tus raíces, a gran profundidad,
en esa tierra buena, tan tuya y nutritiva,
que te acoge en su seno, con sin igual piedad.

Tu cabellera crespa, te muestra colegiala,


con la melena suelta, que alguien despeino,
robándote amoroso con su invisible ala,
ese perfume tuyo, con que Dios te premio.

Me parece a menudo, repites claramente


mis risas infantiles, cuando empieza a soplar,
la brisa de la sierra, que acaricia tu frente,
cargada de recuerdos, del patio familiar.

En las noches de estío, debajo de tu fronda,


mi padre descansaba, su rudo batallar,
mientras le silenciabas, mil rumores en ronda,
con tu gran abanico, con un celo sin par.

Pero como él, ha muerto, ya no podrás cuidarlo.


Esta trocado todo, en una forma tal,
que el niño que a tu tronco, llego para grabarlo,
se encuentra todo un hombre, razonable y formal.

Es él, el que hoy te canta, y el que ahora te cuida,


mientras otros pequeños, hasta tu tronco van,
y escriben iniciales, destruyendo tu vida
que es hermosa epopeya, que pronto aprenderán.

Acacia centenaria, cuéntame lo que has visto


y lo que has aprendido, desde tu juventud,
para saber guardarme, hasta lo imprevisto,
y cambiar la vida, sin ninguna inquietud.

Háblame acacia mía, ya callo mi canción.

José Ignacio Vera Ocampo


La Rioja/Argentina

pág. 43
EL POZO DE PIEDRA

Al borde de una senda


De tierra, arena y roca,
Esta el “Pozo de piedra”,
Cavado por las aguas
Que de su entraña brotan;
Que desde cimas caen,
Por el marcado cauce
De vertical tiesura,
Que tajea su alero,
Repicando matices,
En las horas augustas
De las tardes heráldicas.

Agua de luz que cae


Con pureza que alumbra;
Si parece que llega
Del azul que la incendia,
Con ternura de goces;
Del azul que la vierte
Sobre roca de siglos,
Donde todo es belleza,
Donde todo es eterno:
Piedra y agua y el cielo,
Frente al hombre que pasa
Tras sus días de espuma,
Con sus torpes empeños
De egoísmos que signan,
El hombre, ante la piedra,
Una sombra viajera,
Que medita y que crea,
Cuando vive en conciencia.

Si no, solo una fuerza,


Que se muere a destajo
Con fiereza de muerte.
La piedra tiene y guarda,
Sabiduría, voces;
Sabe de los secretos
Que su estidad le ha dado.

Su alquimia de prodigios,
De infinitas hazañas,
Es fruto de fragores
De las horas primaverales,
Cuando todo fue gracia...
De su entraña vierte agua,
Que se vuelve carrera
Para el canto que hilvana
Su martillo de luces,
Sobre rocas y riscos,
Sobre cantos rodados.

“Oh”, la gloria del agua,


Del cristal de sus notas,
De la luz de sus rondas.

pág. 44
“Oh”, la gloria del agua,
Que se cuaja belleza
En sonatas de amores.
Su pasión por el arte
Hizo el pozo de piedra.
Ha cavado el granito,
Con paciencia de sabio.
Se tallo una caída,
Canaleta maestra,
Y después, una taza
De insinuante belleza.

Con las aguas de cimas


Su poder se agiganta.
Su palabra es un trueno.
Un rugido en la piedra.
Cae de altura en fuerza;
De cascada que halaga.

Dios está en cada gota


Que se quema en pureza.
El Velazco, se cimbra
De emoción transitiva;
Su cascada es un arpa
Donde orquestan violines
De distintas maneras.
En sus cuerdas la gracia
De la nota más limpia.
Es el pozo de piedra
Fina escuela de amores,
Que decanta y pone alas.
Es piedra, luz y sueños;
Tres sumandos eternos.

Es el pozo de piedra
la unidad de lo recio,
con lo leve y lo etéreo.

Lo divino y humano,
En sus aguas se hermana.
La montaña eslabona
A la tierra, los astros.
Su fragosa esperanza,
Es un tul en las tardes
Que engalana sus lámparas;
En el pozo de piedra
Se repuja y se ahonda,
Colorando sus linfas
Es el pozo una olla
De infusiones celestes,
De verde de los cerros,
De grises de los riscos.
El pozo es una fuente
De frescores y voces
Donde abrevan los hombres
Donde abrevan las bestias,
Donde caben los días
De la paz sin soberbias.

pág. 45
Donde el verbo de Cristo
Fulge azules verdades.
En su altar de montaña
Rezan misa las musas,
Los que saben de amores.
Los que no ensombrecieron
Sus existencias en hollines.
Los creyentes en siembras
Sin alardes que opacan,
Dios conoce a sus hijos
Los conoce y ayuda.

No te sientas más cerca


Con posturas mentidas.
La pasión de ser bueno
Es fulgente pureza
Que se enciende en silencio.
Dios conoce a sus hijos
Y los prueba en la fragua
De la lucha que apura.
Remontando la cuesta,
Se lo ve desde lo alto:
Es una ajorca enorme
Incrustada en el cerro.
Es una abierta mano
Que siembra su ternura.
Dios le puso en su sitio
Para el bien de ser útil.
Ser útil es belleza
Que pone luz en todo,
Él, en su don de pozo,
Dulce la sed apaga.
En su postura educa
Con serena armonía.
Ser ejemplo es anhelo
Del austero que enseña,
Del que en ética amasa.
Desde arriba es un eco,
Una luz que se arpegia.
Solitarias las rocas
Se estremecen silentes;
La fe, como los goces,
Con el dolor se agranda.
La verdad no es lo vano,
Se aprende frente al cielo
Frente al cerro y la piedra.

Cuando espacian las lluvias


Su caudal se apocopa,
Se reduce a un lloro
Que humedece la piedra;
Emoción de ser lagrima
Que se adhiere a la roca.
Que se deslizan luces
Para erizar bellezas.
Sus diamantes se llenan
Del grandor de los cerros,
De ansiedad que se cuaja
Pedrería en rocíos.

pág. 46
Entonces se comprende
Que es de sangre divina
El fulgor de su masa.
En su voz se deleitan,
Sus rudezas se borran
En vibrante frescura,
De su luz que vertebra.
Son mil almas que sueñan
la intención de ser alas,
de volar por los astros
junto al agua viajera
que los lleva en sus rondas,
junto al agua que llama
estirada en la roca.

La sequía es suplicio
Sobre guayares yescas.
El cardón una estampa
De vigía que sufre,
Del amor que no muere.
Por las sendas las bestias
Filosofan y esperan.
El silencio es un silbo
Que se adueña del viento.
Las vertientes se rinden,
Hay presagios de muerte.
En el pozo de piedra
La taza está vacía;
Apenas en hondones
Unas pisquillas de agua.
La tarde cae y cae,
En los cerros sin pájaros...
El torito sediento
Muy gallarda promesa,
Con osada malicia
Se arrimo al pozo amable.
La sed es cosa enorme,
Vence todo reparo,
Y da audacia al más débil.
Vieron sus ojos agua
Y resbalo hasta el fondo.
Su imagen en la piedra,
Lo impulso a tal hazaña.
Bebió sin protocolos,
Cuanto pudo, de prisa.

El goce le dio paces


Y se aquieto soñando.
Su pena, fue una pena
De amargor, de calvario,
Y su goce muy breve:
Cuando quiso treparse
Termino su alegría;
Su propósito vano,
Le exito locura
Que agito sus acciones;
Su suerte estaba dada:
Moriría en la olla
Excavada en la piedra.

pág. 47
De paso por la senda,
Dos arrieros escuchan
Su balido doliente,
Y tocados se acercan,
Se apiadan de su angustia.
Unen riendas y lazos;
En tarea que prueba
Lo liberan al toro;
Agotado; deshecho,
Frente al plano inclinado
De la roca bruñida.
La tragedia es milagro,
Almáciga virtudes
Que hace buenos a los hombres.
El toro ya en la senda,
Manso, dulce y callado
Da apenas unos pasos
Y vuelve la cabeza
Mirando a los arrieros
Con toda su ternura.
Demuestra su hidalguía
Y retoma su marcha.
A poco andar se para.
De nuevo los envuelve
Con su mirada cálida.

Tres veces esta escena


Se cumple, se repite,
Hay lágrimas en sus ojos.
La tarde brinda al cuadro
Belleza sustantiva.

La bestia, hermosa, humilde,


Acredito blasones
Con heráldico sello
De vivo sentimiento,
Que es sumen de conciencia.

Los brutos sufren, piensan,


Con claro raciocinio,
Lo rubrica este cuadro,
De prosapia sin precio,
Este ecológico cuadro
De fragosa tragedia
Conmovidos los hombres
Comprenden el hecho.
“Las bestias son más nobles
Que miles de nuestros”
Sentenciaba el más viejo,
El más sabio de todos,
Y lloraba mirando
El azul y las cimas.
Sus palabras sonaron
En la caja del cerro,
Por quebradas y cuestas.
Dios bajo luz de estrellas,
Y en las almas el Verbo
Puso luz infinita.

pág. 48
Juan de Dios Vera Ocampo
La Rioja, Abril 11 de 1967.

pág. 49
AGUJA DE COSER

Sin ti, resulto nada. sin ti, estoy demás.


De día eres trabajo. Por la noche eres paz.

Agujita enhebrada, mírame contenta,


lléname de dichas, mi primer querer.

Arrúllame en la almohada, agujita soñada,


hilvanándome sueños, donde sea feliz.

Átame a tu vida, agujita traviesa,


para no separarme, ni después morir.

Tú, cuerpo, ojal y punta, a los que cruzan unen,


derramando esperanzas, como las Tres Marías.

En el hogar del pobre, eres pan y honradez.


En el hogar pudiente, dicha y satisfacción.

Concretas dos verdades, en tu simplicidad.


Mirar, lo que penetras, uniendo en amistad.

Agujita sin pena, agujita de Dios,


guíame como al hilo, que se sujeta en ti.

Quiero coser de apuro, las almas separadas,


para que todos juntos, formemos, un arco iris.

Agujita hace tiempo, que no te veo andar.


Regresa a este pueblo, que hay mucho que coser.

José Ignacio Vera Ocampo


La Rioja/Argentina

pág. 50
TRANSITO

Y el tiempo transitando
su eternidad de fabulas,
mientras mi ser deambula, sin cómplices,
la soledad de sus placeres.

No quedan caminos que colmen


la ansiedad de estas rutinas,
el polvo de las ruinas
ya nos cantó su frágil historia.

Sentado en la cima de la colina,


viendo que la vida pasa sin mayor gravedad
que este leve latir del tiempo en mis tímpanos,
nada me preocupa,
todo debe ser simple como la mañana
y avanzar como la luz del día...

Busco mi calor donde duermen los pájaros,


allí, donde la noche sueña que es eterna...
Cristal azul es el cielo de mi encanto
y cristal el rocío que te despierta con vida en la alborada.

La vida es esa brisa que te saluda,


las cosas simples están cargadas de espíritu...

Fernando Castaño
La Rioja/Argentina

pág. 51
EL MAGNETISMO DE TU MIRADA

El magnetismo de tu mirada orbita detrás


del incienso consumido de la luna,
desciende en pleamar con los hábitos gastados,
de verte para soñar acompañado de las hadas, en tu ansiado bocado

Luz de cenizas y acontecido infortunio


de sentir que los días caen sin amor,
en la memoria del hombre que fui...
Y sentó su altar en las rosas de tus mejillas.

Tu cuerpo, me templa la carne del pecado...


Tus ojos escapan del vicio del espejo,
que repitió tu mirada y quedo cansado.
Tu voz, ahora calla, mi insuficiencia de amante
cuando me caía del tejado por espiar tus ganas...

Fernando Castaño
La Rioja/Argentina

pág. 52
TUS OJOS LEJANOS

Tus ojos lejanos guardan


el zafiro azul de nuestra despedida,
los guarde sin motivos
en la alcancía de mis olvidos.

Aquellas luces donde


se alzó el brillo de las goteras
en aquella noche, entre aquellos brillos,
yo disimulaba cuando me sentí perdido
y tú gemías en los labios
esa sentencia de despedida...

Las noches largas que callan en tu silencio,


y la senda hasta mi casa,
que me ata el alma a los yuyos del baldío…
Pasé por el frio y mordí mis dedos,
ya sin rabia y sin orgullo,
sólo quise quitarme tus huellas
desde aquel despido.

Ahora el ayuno,
mañana el rechinar de gallos
entre los ladrillos.
Y la banda de perros
que nos seguían hasta el parque,
ya no serán mi abrigo,
el calor de esos animales,
como nosotros…
Se han escondido…

Fernando Castaño
La Rioja/Argentina.

pág. 53
FLOR ROJA

Flor roja…
Dragón de la inocente
luz que arrojas,
y forjas en un desespero
el aliento donde se queman las rosas…

Flor roja...
Ígneo desespero,
de teñir en rojo
la sangre de la maceta.
Ya primavera, para el pasante
calendario en las pieles
de la vereda…

Flor roja…
Ardo en tu antiquísimo polen
que vierte el ámbar
en las alas de los insectos.

Flor roja…
Donde deliran mariposas,
aturdidas de colores…
Cantando al son de sus amores
Vi aletear los picaflores.

Flor roja…
Regocijo de los muertos,
donde el amor alzo su aroma,
y se voló arriba de mi huerto.

Flor roja…
Me atino en tu luz despierta,
persigo los pasos de la mujer,
que rodo en tu aroma…
¡Y que hoy!
¡Hoy me recuerda!

Fernando Castaño
La Rioja/Argentina

pág. 54
LA PAZ

Vierto mi paz,
en las maderas de los naranjos
para que las sendas, en estos campos
ilustren rumbos,
y sus palos asienten
los estambres de las flores
donde levantan mil colores
para honrar el paso de los hombres…

Pido paz, en cada rincón de las aceitunas


para morar en el paladar de un campesino
que arrastra su buey, en la ley del camino…

Pido paz, y me acuesto con el vino,


y, su yerta herrumbre,
para que no se derrumbe,
mi sentir de brazo abierto,
en esta noche,
debajo del adobe,
y sus pajas viejas…

Soy lo que vierto en copas…


Y aconteceres de mis labios,
para pronunciar el verbo amar
y dar mi carne a las almas de las palomas,
que duermen la calma, del crudo misterio…

Soy hombre serio y mi paz


te despide, desde las aguas de un rio,
que canso su arena…
Hermano, podes anclar en mi playa
Y tostar la paz en el sol sereno
de nuestros encuentros…
Y veremos, que en su acuarela, la vida,
nos dejó un pastel del ayer
y un decir de lejos…

Fernando Castaño.
La Rioja/Argentina

pág. 55
EL PORTAL DE TU SONRISA

Abres tu sonrisa y desde mi paisaje veo,


al puerto jovial, donde caen,
celestes peces de sus redes…

Las redes del mundo,


no cazaron sirenas
y desato el nudo de mi garganta,
cuando te llamo…

Y las veces que te callo,


desde el eléctrico azul de un rayo,
transgredo el éter de tu aura...

Como disimular tu alma,


si habitas las cuerdas místicas, de mis pupilas…
Y mirarte, para vibrar mi tensa alma,
que te canta en amanecidas...

El portal de tu sonrisa:
en materia cósmica y oxidada,
son las puertas de tu vereda
cuando me dicen: "Amor has entrado"

Fernando Castaño
La Rioja. Argentina.

pág. 56
MI CORAZON

Bajare al corazón para escarpar


la humildad de mis días.
Tomare asiento en la bolsa de pan
que ayer subí a mis espaldas.

Frecuentare los ríos del tornasol celeste


en los fecundos amaneceres.
Caminare liviano
y solo cargare el blanco reflejo del sol
en mi piel para despejar el sudor
que vuelca mi inocencia...

En el colmenar de los tiempos


se alzará con su barro la memoria
de este hombre que se asomó
en el ultrajado pueblo…

La noche cansara sus azules


para transgredir el aire sereno y sus vinos.
Crepitará en celestes la madrugada
y mi corazón dirá
que todo se tradujo a un sentimiento,
ese es el único aliento
para mover mis pisadas...

Fernando Castaño
La Rioja/Argentina

pág. 57
LA HEREDAD DE PANCHO ORMEÑO

Por cerros de lejanías


la heredad de Pancho Ormeño.
En labriega paz, plantose,
predio fogoso escondido.

Nogueras añosas, fuertes,


trepan faldeos de cuestas,
por las melgas de alfalfares
del esmeralda y del lila.

Predio de piedras y frondas


en el azul de los cerros,
de acceso un paraje brinda
zaguán abierto en la roca.

Magra portilla es el vacío


tallado en vivo granito.
Ínsula hermosa de cimas,
Esta noguera de Ormeño.

Esta, del mago, del puerto,


la del médico herborista,
la del hermano del cerro,
de las cumbres y las aguas.

La del patriarca, de chiva,


de las curas milagrosas.
Del mano santa famoso,
de la “Cuesta de Miranda”.

Místico molde asceta


vivió en la paz, de sus huertos.
En soledades, de apuros
se perfilo en plenitudes.

Su predio, luz y belleza


en prodigio de altitudes.
A los ojos, sus paletas,
mil poemas sobre piedras.

José Ignacio Vera Ocampo


La Rioja/Argentina

pág. 58
TILÍN

La primavera ha llegado,
trayendo el verde, esmeralda.
Tras la lluvia, el arado,
con la esperanza, a su espalda.

Los viñedos remozados,


brotan parejo y tupido,
sus cortos gajos podados,
para ganar, lo perdido.

Hojas, vástagos, racimos,


nacen en todo el parral,
embriagando de optimismo,
que de las almas, son sal.

Renuevan así, el sustento,


del hombre, que los trabaja,
llenándolo de contento,
con que las penas, ataja.

El Tilín, está y no está.


Es presente, e ilusión,
que entre las hojas se va...
majestuoso y burlón

Es algo, tan especial,


que deja de ser “Tilín”
su figura sin igual,
fuera, de su maletín.

Pero no quiero hablar, de eso,


cosechas, fortuna, amor...
sino del furtivo beso,
del parral, y el picaflor

Hacer alado y divino,


del que “El Tilín”, es poema,
pendiendo en su hilo fino,
como en su estuche, una gema.

Racimos, con pocos granos,


son en concreto, “tilines”.
Para los hombres, arcanos,
para las cepas, delfines.

Son compendios, de distancia.


Síntesis, de la belleza.
Caprichos, de la abundancia.
Arreboles, de pureza.

Ese nombre, tan norteño,


expresión de lo anhelado,
simboliza lo pequeño,

pág. 59
que los hombres, ni han soñado.

Es frustración, del racimo.


Fulgor, de un día, llegado.
Del picaflor, casi primo.
Del parral, lo inesperado.

José Ignacio Vera Ocampo.


La Rioja/Argentina

pág. 60
VIDALITA

Con oro, tu beso,


vidalita,
Rioja de las magias,
atrae a los hombres,
vidalita,
más, que a tu embeleso.

Rica y enjoyada,
vidalita,
te asedian y cantan.
Blanca de purezas,
vidalita,
fuiste despreciada.

Ser siempre, celaje,


vidalita,
será, tu destino,
sin que nunca puedan,
vidalita,
leer, tu mensaje.

Cumpliendo ese empeño,


vidalita,
Poetas y años,
pasaron cantando,
vidalita,
tan hermoso sueño.

Rioja, del tesoro,


vidalita,
que el avaro deja,
duérmelo en tus brazos,
vidalita,
que es oro, sin oro.

José Ignacio Vera Ocampo


La Rioja/Argentina

pág. 61
MADRE

Digo madre…
Y me caigo,
en la blanca simplicidad del pan,
que colma mis días…

La palabra madre,
viene desde la ropa limpia,
de la soga,
y barre al sol, las hojas,
en la vereda amorosa
de mi destino…

Llamo a mi madre
desde el trigal de ilusiones,
para refrescar la brisa,
que seca mis lágrimas...

Mi madre, en tu día,
te ofrezco mi vida…
Porque fui semilla en tu ombligo,
y ahora soy árbol,
que te cobija en su sombra.

Y mis flores,
así te las doy,
gallardas…
Porque tus días,
siempre serán mis días…

Fernando Castaño
La Rioja/Argentina

pág. 62
COPLAS

Vengo cantando mis coplas


Mi pena es gloria de amor
Al clarear de la mañana
Purpurina de arrebol.

Por el camino de siempre


El camino de mi ansiar
Las piedras bien me conocen
En su reino de estidad.

Mi camino es de montaña
De sueños y de pedregal
Es un camino que entrega
Distancias en soledad.

A mis ojos más hermosos


Si cuesta arriba me voy
Allá entre nubes y estrellas
Esta la casa de Dios.

Y si bajo a la llanura
Su grandor en mi alma esta
Su altura es altura siempre
Que no se puede dejar.

Juan de Dios Vera Ocampo


La Rioja/argentina

pág. 63
CUANDO HE SENTIDO SOLEDAD

Cuando he sentido soledad


El carbón frágil de mi silencio
En su desespero, comenzó
A rayar garabatos en los muros
Un desatado caos, mezclo aromas en sus tinos
Y calcino mis cienes en fiebres cíclicas…

Mi sol interior apago su senil ilusión


El día movió grises y batió cenizas
Mis horas atemporales huyeron del mundo
Y me cobije en el manso espíritu
que amparo mi niñez…
Y sus parábolas en desuso
hablaron de mi ausentada esencia…

Ahora, ya hombre, que fatiga las arrugas de su frente.


Resolví mis pasos hacia la elevación del alma,
Que despega desde su soledad y rompe los adentros,
para expandirse en conciencia y regresar
a este cansado cuerpo que no está solo…

Pues la soledad fue solo una ilusión más,


una fantasmagoría, de este acelerado mundo
que marcha y atropella…
Mundo…
Que nunca se detiene a beber
del blanco bálsamo de lo simple…
Del brillo, que se ve con los ojos del alma en mansedumbre.
El alma, que nunca abandona…
Alma que es uno y todo en el cósmico mundo

Fernando Castaño
La Rioja/Argentina

pág. 64
EL SILENCIO DE TU VOZ

El silencio de tu voz me desespera


desde la columna frígida de tu cuello.
Ya tu lengua congeló,
al astro parco de tu encanto.
La sombra de tus orejas en el piso
son hojas en almas quietas…
Seré tu oyente terco, el hombre
que remueve el lodazal del recuerdo.

En la noche frágil, solo un grillo negro,


como joya de tu cuerpo,
y en tu collar cuelga un metal
que ignora el palpito de tus pechos…

Sos mujer, en el alfanje que desangra,


amenazando al aire típico de Cleopatra.
El reino del amor mato a su rosa,
y arde un fuego azul del imperioso silencio…
El silencio de tu voz no calla,
por eso te sigo hablando…

Un fantasma tenue del ayer, me pide suplicas,


detrás del mármol muerto de tu cuerpo…
El amor y sus pompas, colapsaron,
en la capsula de mi tiempo…

Fernando Castaño
La Rioja/Argentina

pág. 65
VIVIRAS EN MI ALMA

(En el día de los Santos Difuntos dedico este poema a mi padre Omar Castaño)

La senda del camino abrigara,


tus arriesgados pasos,
si estás conmigo...
De pronto tu destino será otro,
pero tu alma seguirá conmigo.
Te espere escarchado, como soldado del alba
cuando dijiste que buscarías mi valija…

Ahora la prisa de tus zapatos sacude el polvo


de un país vecino, digo “país”,
porque es lo más cercano,
donde pueblan las gentes,
y allá, te puedo concebir con vida…

En el tumulto de sombras, que el cerco arroja,


hay una que dibuja tus brazos hacia arriba,
saludando al sol,
como tu ofrenda libre y sin permisos…

Supiste que mi casa guardo la sal,


sedienta de nuestra despedida.
Mi perro se sentó en el rincón
percibiendo la calma y sabiendo
que tu alma, seguirá con vida…

Atardeció, y un platinado combo, de pájaros pardos


levanto mi desalentada mirada…
El vuelo cardinal, hacia el punto, que el viento
con su capricho barre plumas y colma las nubes...

Ya es tarde, y está por nacer, la nueva luna


Y, acostumbro a sentir, que un ser,
caerá pesado en la noche,
desde mi cándida vela, hacia el sereno mantel…
Donde un inocente incienso,
hace interrogaciones de humo,
sobre el aire que respiro…
Entonces, me acuesto con un rezo y en mi oración
te digo “Vivirás en mi alma” …

Fernando Castaño
La Rioja/Argentina

pág. 66
DIALOGAR ES AVANZAR

Te conozco, desde la canoa que arribo a mi ribera.


Me hablaste de tu poblado en pajas,
y chozas que heredaste de tu padre pesquero.
Desde ese día hablábamos el mismo dialecto.
Tú me contabas las palabras con las que sacudías tu remo.
Lloraste la caravana de naufragios en los vinos de tu barca.
Quede atento a tu sol, y transite en tu verso…
Pues tú traías escondido un acontecer de poetas,
vivías la luz en el agua, en tu mar, que flamea como bandera.
Me acobijaste en tus gestos buenos, desde ahí comencé a latir con tu voz
porque eras hombre de sentimientos. Y las palabras quedaban cortas
para translucir tus experiencias. El lenguaje fue una trampa
pero tu corazón rompía rejas. Recuerdos de tu pueblo,
sumidos en música, en un dialogo, en el que avanzábamos tiesos.
La penumbra del palmar te quitaste con agitados fuegos de leños.
Y una gaviota anuncio tu andar, para juntar parábolas de tu tiempo.
Amigo, te conozco los silencios, y ya hemos hablado, más de lo correcto.
Ahora decido callar, para guardar tus recuerdos, tus deseos…

Fernando Castaño
La Rioja/Argentina

pág. 67
DESTINO

Pasear mis hojas, al revuelo,


en estos días, de mi destino…
Saber que en la crueldad de un vino,
desangra mi corazón.
Y su madera, del palo que volteo el aliento,
en un suplir de voces y de dientes…

Acabó con mi ser, el aliciente,


de aquel sol, que derrumbo su poniente.
Luz en orbitas de espejos, son mis caras,
cansadas, en el dormir de los reflejos…

Mis manos no turban la trama rota


de los días que el ángel, sembró a la par,
entre alas abismales y pasos truncos…

Seré lo que decanta el sueño de mi Dios,


en cada luminiscencia de las horas,
para partir al amor…
Y al desahogo de lo incomprendido.

Acaso lo que digo fue de un sueño,


en el que mi leño incendio mi hogar
y me asumió en dolores de humos…

Elevo mi alma en sentir, presentir…


Que un adiós, no es una despedida.

Fernando Castaño
La Rioja/Argentina

pág. 68
ALGARROBO SIN DUEÑO

Algarrobo sin dueño,


apóstol perdido,
en este irritado suelo…
Alas del amor, vuelan el aroma
de vainas ofrecidas, como acto eterno…

Ser árbol, es callar, en silencio verde,


y heredar liturgias de los cerros.
Andar en ramas y espinas,
para rayar la inocencia del cielo,
donde tus pájaros arcanos,
custodian, un inusitado sueño.

Tu sombra… Y en ángel, un caballo atado,


que eriza el aire, con nerviosismo siniestro.
La desparramada flor del aire, cuelga ociosa,
en la palidez con que la hirió la luna.

Árbol, algarrobo,
naces de la misma piedra,
que encerró a mi destino…
Y del ayer, trajiste el polvo,
que pisó mi abuelo.
Y de tus tiempos, llantos, savia verde,
como sangre de mis ancestros…

Mañana, tus raíces,


pulirán la roca,
de la dura memoria,
en la que me resigno,
a ser hombre y campesino.

Fernando Castaño
La Rioja/Argentina

pág. 69
FLOR DE CARDÓN

Flor de cardón…
Luminaria blanca y ardida,
donde tu palo embravecido,
junto espinos del sacrificio,
en que el cobrizo horizonte,
abarca, un indio sin destino...

Ya inmóvil, en la frágil piedra,


que sepulta un paisaje tardío…
Y el declinar del aroma azufrado,
como cerro que se estanca,
en la cortina de un cielo, casi fingido.

Cardón, país sin apuros,


donde un compás, de palo astillado,
martirizo al pueblo con su sequía…

Brevedad de yacer al hartazgo,


en los días que se repiten…

Cardón, no das más espectáculos


que erguirte en tu sola pierna,
por mil ruegos en siete brazos encarnecidos,
que se elevan al Eterno,
en ausencia del cáliz escondido…

Y te llueven cada muerte de obispo,


pero tu amor es la urpila y el rocío…

Cardón… ¡Una noche llegara tu vino!


Y seguirás de duras espinas,
en tu desértico destino,
pero esa copa…
Teñirá la sangre,
tuya y mía,
para solo decir,
que de sangre estamos heridos…

Fernando Castaño
La Rioja/Argentina

pág. 70
ANGELADA FLOR DEL JAZMÍN

Angelada flor del jazmín…


Donde una mariposa blanca,
quiso ser tus pétalos,
y se transformó en hada.

Angelada flor del jazmín…


Elevas mis suplicas de galán,
desde mis cenizas, desde mi nada.

Angelada flor del jazmín…


Blanca senda, por amantes transitada.
Asumes el amor, en pasión en azahares.

Angelada flor del jazmín…


Blanca piel, en harinas, de lunas atrapadas.
Cantas tus flores al zorzal, caballero de la alborada.

Angelada flor del jazmín…


Donde una complacida tarde, fuiste a mi mujer,
para saber, que a ti vuelvo enamorado.

Fernando Castaño
La Rioja/Argentina

pág. 71
FLOR DE RETAMA

Si mi alma pudiera alegrar


a estos sumisos montes riojanos…
Si las flores sirvieran
como suplicas
de tiempos mejores…

Si el cachilo diera sus trinos


con más orgullo sobre la punta verde
con que la retama marca luz en su mañana.

Si las aves fuesen triunfales


porque hombre y camino
cayeron en rutinas de sed
y de martirio…

Si en sus perdidos pasos


un campesino detuviera su sangre,
un minuto, para cortar flores,
y llevar a su rancho,
adornar el adobe y su calma.

Si mi santo me escuchara esta noche


implorado de retamas, en flores,
y saber que su flor no lo idolatra…
Pero esta humildad en pétalos
clama amor y color, en mi sangre.

Pondría toda mi fe
en la flor de retama.
Limpiaría su terciopelo amarillo
del polvo, que casi la agoniza
en los acaecidos campos…

Si la flor de retama
cayera en su justa medida…
Mi gente andaría amarilla
sorprendida… De saber que la tierra,
la cobija con humildad, paz y alegría.

Fernando Castaño
La Rioja/Argentina

pág. 72
LA JARILLA

Jarilla, fuiste sequedad y dolor...


Desde tu semilla que te arraigo
en áridas arcillas.

Tu flor es rostro de amarguras,


recio color, en tu suspensión de arbusto…
La tarde, tímidamente, ultraja su labor,
de juntar el calor de soles arrepentidos.

Tu leve tronco, como cera que sudo


una esperanza en la cándida vela del día.
El monte quieto, sin esplendor…
Con una liebre gris que se tapa entre jarillas,
es paisaje vergonzoso y frágil en tus varillas.

El monte en silenciosa escena,


muestra el pico abierto de una perdiz,
que no canta, solo respira.
Ave que se agita, por la poca sombra ofrecida.
Allá, pardas urpilas se confunden en el suelo,
con piedras ardidas.

Jarilla mía, nadie te planta por amor.


Solo separas terrenos en olvido.
Tus hojas no alimentan ningún animal,
así es el monte en su ley,
aquí solo se sobrevive, a la quemadura del sol,
en la última luz, que subyuga letanías.

Naces y mueres de sol a sol.


Tu invalorada nobleza es perfumar al rocío.
Las finas lluvias son el milagro
de cantarle gotas al suelo,
pero eres sorda y muerdes polvo rojo,
vives seca, cocida al horno, como una alfarería.

Fernando Castaño
La Rioja/Argentina

pág. 73
VEREDA DEL VECINDARIO

Fueron las 7 de la tarde,


sonaron campanas, en la religiosa capilla,
que sacudieron su polvo y espantaron palomas
que volaron, como en plaga, hacia las plazas.

Fueron plumas en el cielo añil


que no trajeron tintura alguna, al repetido verano.
La última luz del suburbio, teñida en gris,
lustro las piedras de adoquines
donde se reflejaban las parras.

Las entrevistas veredas


sólo fueron noticias
en los rotos papeles de los diarios.

El olor a humedad en salitres


fue el decoro en las tristes paredes
que caían sin razón, en el pobrerío.

Un calor metafísico invito al vecindario


a abrir sus puertas antiguas, y soltar sus niños a las calles.
Y los críos se creyeron como en fiesta, esa tarde,
que sólo gasto un día más, en la rutina del calendario.

Miramos el horizonte, y, olvidada la luna


se tapaba en el tanque de agua de la casa vecina…
Siempre el escenario perdido entre paredes,
de este barrio que se sumerge en el tiempo.

Anoto estas palabras de crónica porque


en mi barrio nos duerme la calma
y nos parece que las noticias
siempre vienen del pasado.

Fernando Castaño
La Rioja/Argentina

pág. 74
CAMINO EN LA LLUVIA

Caminaba por la quebrada


y me bendijo la lluvia
despertada por los instintos
de la pacha mama…
Si… La pacha mama es una mujer fina
y de buen gusto…
Esparcían sus aguas en cantos
de sutil rutina, refrescando un verano,
regenerando brillos.
Luego el aplauso en las hojas de la alameda
para mirar el escenario donde el viento
tocaba su flauta de autista.
La vereda mojaba mis pasos
y el lomo azul de la calle de asfalto
estaba vivo, corcoveando brillantinas
en las arenas, como si fuese una playa,
y ese lomo fuese una ballena
que subía a la superficie a tomar aire
para luego hundirse en el espejismo
de una ruta desabrida.
La gente… Y en sus caras las sonrisas,
eran alegrías auténticas, entre chusmas escondidas.
Un fresco ozono sucumbía en las brisas
y mi camiseta mojada esperaba
un abrazo, entre el triunfo del agua
y las sales orgánicas de mi piel.
Llegue a casa, ensucie el piso,
mire al espejo con cara de inocente
y me dije: Saldré de nuevo al aire
donde el parque respira.
Y mis pasos seguirán el frio resbalón
de una escarcha, en la marcha perdida.

Fernando Castaño
La Rioja/Argentina

pág. 75
MI HOMENAJE EN VIDA A DORIS MABEL PEÑA SEPÚLVEDA

El acto de la escritura poética es como un acto de fe, es creer que las palabras llegaran con
magias y transformaran al poeta y al mundo. Además, el hecho de que una gestora Cultural
tenga fe en ti, es fundamental para seguirnos de cerca y potenciarnos, bendecirnos
mutuamente… Llegando al caso de no saber bien de quien son las letras de cada poema…
Entonces, nos “perdemos” alegremente, desconociendo el origen de cada poema…
Como decía el pintor ingles “El arte sucede” (“Arts happens”), para aclarar los mecanismos de
la creación… Y aquí me animo a decir que antes de que el arte suceda se requiere una
especie de fe. Nuestra Doris Peña siempre poniéndole el hombro a la cultura y creando
sociedades que eligen caminar los buenos senderos del mundo.
Caminar hacia el amor, la paz y la belleza. El horizonte se abre inmenso y en actos de fe nos
bañamos en la luz que funde nuestros destinos. Nosotros los seres que nos nombramos
“poetas” para conjugar palabras en el arte, y desnudamos nuestras almas en cada página,
donde declaramos nuestras claves íntimas.
Una gestora cultural es como una iglesia que eleva en campanarios cada voz de cada poeta.
Una iglesia que nos inculca fe y reparte sus creencias…
Una gestora cultural eleva las voces de cada poeta, esas voces que transitaron miles de
silencios para madurar poemas.
Y que nadie calle ese lenguaje íntimo, diálogos que nacieron de los silencios.
O sea: ¡Voces dignas de ser escuchadas!
Un pueblo con fe es una hermandad…
¡Gracias por ser parte de mi familia, querida Doris Peña!

Fernando Castaño
La Rioja/Argentina

pág. 76
MI MESA

Llovió, cayeron hojas en


el mantel de arpillera.
Mientras se hace el pollo en la parrilla,
hay un vermut marrón y aceitunas...
Y la paz de mi pueblo
que se eleva hasta
el ciego gris de las nubes...
La mesa es sencilla
porque cenaré sólo
al olvido de un vino.
Guardo en el silencio de mi garganta
un sabor a tabaco gastado
y voy nombrando a mis amigos
en cada sorbo de la copa gallarda
que hoy cristaliza penumbras...
La higuera siempre recuerda al verano
y esta noche me encontró,
sin calores pero cansado...
En la noche, envuelto en una sombra
que convida el azul perdido de la luna,
pienso que el lento tic tac en las agujas
acosa un pálpito insignificante en el tiempo.
Aquí todo es arte en yacer imperecedero,
escondido
como el trinar de grillos en los canteros.
Mañana leeré los diarios
sabiendo que la mejor noticia de mi pueblo
es la que nadie la nombra...
Y es el acontecer de la nada
en las vías oxidadas del tren,
ferrocarril que trajo en sus carros
la gente y sus escasos sueños.
En el carbón de los olvidos,
en el que no arde la vida,
resurjo hostil,
como ceniza que mancha las huellas
de un callejón sin trajines...
Porque la vida que yo entiendo
habita en los tenues colores de los cerros de tierra,
que en las distancias
los gentiles aires los pintan de azules...

Fernando Castaño
La Rioja/Argentina

pág. 77
LUNA DEL CAMINO

La Luna llena allá a lo lejos,


colgando el ámbar
de cenizas entumecidas.
El astro hipnótico
en el aullido de perros,
abría intersticios de nubes,
entre filos de sombras escondidas.

Yo marchaba lento a mi casa


y los serruchos de hierbas
en espigas
fatigaban el aire del camino.

Me sentí minúsculo
y veo que el alma cabe
en la caja de un cigarrillo,
ardido en la noche y paseando humos.

A mis regresos
los entrega el lucero,
que esta vez se esconde
como un arrepentido.

Fernando Castaño
La Rioja/Argentina

pág. 78
LA POESIA

Las rosas desencarnan


de los verbos
y huele a poesía un fiel perfume,
en la madera de nuestra esencia.
Las uvas del camino celebran
con alivio porque un alma
sensible como el parral sintió
las musas, antes de pasar de largo,
por el callejón de polvo
que conduce al olvido...

La vida tenue en el marrón


del espantapájaros desparrama
sus siestas para que un poeta coseche
las semillas despreciadas por las espigas...
Una miga y otro pan de palomas
nutren al pueblo aquejado en su sombra,
piando amor en su nido...

Poesías azules para golondrinas


de vuelos locos y adorados
por el tinte del verano.
Intachable maestría de chicharras
secundan los signos de pisadas
en las arenas.

Y andar por más penas


que quiebren la paja
del sombrero del poeta,
porque el alma del poeta
es tan grande,
que el mundo lo acecha con penas,
odios, amores y desde el fondo de su pozo
vuela una chispa que incendia los cielos...
Entonces…
Entonces, la vida cobra otro significado,
porque la vida venció a la muerte.

Fernando Castaño
La Rioja/Argentina

pág. 79
ENTREGATE

Entrégate
dame tu voz
vence tus pasos
luego gira y canta…

En lágrimas de tus ojos


decanta la sal sagrada
que aroma la blanca
parábola perdida en el tiempo

Abre tus ojos


para arribar las lámparas
que repiten las noches
entre sombras, en tus espaldas

Convídame la suavidad de tu piel


permíteme ser el hombre
que ahora te alza en brazos
Declárate frágil en mis días

Ayer te conocí quebrada


Como al delicado estambre
que le volaron su polen
para providencia de mariposas

Y ahora en mi mirada,
puedes abandonarte,
y renunciar a la fortaleza,
que nunca alzo tu talle.

Camina y trueca tu luna.


Y esparce ese polvo pálido
que se ilumina en las distancias.
Asume tus colores
en el pincel de mi lienzo…

Pues del amor, temo pintarte


porque ya, por idolatrarte
sentí doler a mis dioses
sentí arrojar mi pan sobre las aguas
Y en mi hambre, te pido:
¡Entrégate!

Fernando Castaño
La Rioja/Argentina

pág. 80
AMOR DE PADRE

(A la memoria de mi padre Omar Castaño)

Mi niñez fue aventura


Aventura de ver a mi padre
juntar deudas, para seguir la marcha
en el carril del tiempo
que consumía sus canas

Mi padre fue pobre,


sin más lujo que su caja de vino
y su tocadiscos de tango,
en la noche
y su patio
regado con geranios

Mi padre no nos llevaba al circo,


Solo, nos soltaba en el campo,
para ver volar los pájaros,
en su naturaleza.
Porque la naturaleza
fue generosa con nosotros,
los pobres,
y el sol no cobraba monedas,
desparramaba su calor gratis

Ahora mis pasos,


casi bailan un tango,
en la misma calle,
donde mi padre compraba cigarros…
Porque fumar era vicio
para quemar el tiempo
en su brasa amarga

Ahora, cada pan en mi mesa,


acarician la calma,
del mismo mantel,
en el que mi padre,
derramaba consejos.

Consejos…
Cuando el dolor lo emborrachaba

Fernando Castaño
La Rioja/Argentina

pág. 81
DE TI, MUÑECA

Tus ojos como náufragos,


hacia el faro de la luna,
que ahonda los mares,
entre mis lágrimas.

Tus besos perdidos,


me recuerdan,
a un confite de pobre,
dentro del mismo bar,
en el que tomaba café,
por el vicio, de malgastar la tarde.

Tus brazos de muñeca antigua,


fueron la porcelana blanca,
que daba frio,
como blanca taza.

En tus cabellos negros,


no volveré a enredar mis dedos...
Fueron lana, sin calor, ni sudor,
en la que se apretaba el alma.

Y en mi retrato,
te cuelgo,
como un ajado papel,
que se destiñe, del gris,
en el salitre del tiempo.

Fernando Castaño
La Rioja/Argentina

pág. 82
INVIERNO

Se hizo el invierno,
cayo el frio de piedra,
que eterniza la noche…
El vidrio del aire,
raya la escarcha.
No canta la luna
su paso lento, azulino.
Mueren las aves,
el letargo de sus nidos.
Mi sangre detiene el tiempo
en la hoguera,
que se ahoga en humos.
La casa duerme como un pastel,
al olor cálido de la harina cocida…
Mi intento es coser la ventana, en sus astillas,
para evitar que el rocío, me colme la vida.

Fernando Castaño
La Rioja/Argentina

pág. 83
SIN PREMURA

El naranjal de tu huerto, embellecido de azahares,


Se asemeja a un anciano, germinando “frutos sanos”.

En cambio, tu estanque viejo, verde de lamas se mira.


Tan joven esta su espejo, “que las acuaticas”, lo aman.

De lo falso huye amiga, vive plena realidad.


Las noches de clara luna, carecen de amanecer.

Si volvieses a lo tuyo, sin engaños en el alma,


Serias de nuevo estrella, con tu yo recuperado.

En ti, te reencontrarías, después de frustrado afán,


Y sin ningún artificio, tendrías valor real.

Quien en ficción se consume, se hace charco pestilente,


Donde solo viven sapos, que le croan a la luna.

Tú, debes ser golondrina, con alas llenas de sol,


Que corten trozos de cielo, para obsequiarlas después.

El que fue tu antiguo novio, que conoce tus caprichos,


Ahora que estas de vuelta, desea recomenzar.

Juan De Dios Vera Ocampo


La Rioja/Argentina

pág. 84
LUNA TARDIA

(Con cariño para mi amigo Diego Testa Romero, el que me trae los mejores vinos de
Mendoza)

Amansa mi alma, noche amiga,


vuelca la plata del pobre
a mi luna confidente...

Luna del amor…


aparecida redondez
de las horas sin salmos.

Ya el tiempo cunde en apagadas cenizas,


se embriaga mi lengua callada,
por ti, noche amiga...

Mi garganta se trunca en silencios,


ante mis pasos, que acaparan
los últimos rincones de este oscuro.

En una copa gallarda,


levanto mi último vino,
así, con valentía…

Y llegas en alma…
Hacia mi rutina,
donde caigo banal,
y, solo el desasosiego
me muele como un trigo vulgar
que se reparte en las ferias...

Mi noche amiga,
te hablo con mis labios morados,
aromados en sangre Malbec,
donde fluye en su tinta, un Cristo...

Arrastro la cruz…
Su madero sabe de ausencias,
y busca placer y redención
en la morada cumbre
de un vino enaltecido…

Crepitan como destellos,


moribundas nubes,
que habitan su catedral
como en cristales y copas finas.

Señor ¡Mi Dios!


aquí transito como un alma perdida,
y repito mi centro
desde las parábolas
perdidas de mi niñez,
en que las uvas
encerraban esperanzas,
entre granos esparcidos…
Ya, una palidez noctambula,

pág. 85
le da luz, al hueso de mi frente,
-como espectro de ataja caminos-
para incitar un atrevimiento…

Voy a sacarme la ropa


para verme sin fronteras
y pasear mi inocencia
hacia un paisaje sin escrúpulos...
Ya, una palidez noctambula,
le da luz, al hueso de mi frente,
-como espectro de ataja caminos-
para incitar un atrevimiento…

Fernando Castaño
La Rioja/Argentina
(Agradezco a mi amigo Stefano Andrés Arvay por corregir este verso)

pág. 86
ESE JAVIER BRAVO, BOMBISTO DE RETUMBOS

(Con mucho cariño para mi amigo Javier Armando Bravo)

Recuerdo, no sé qué siesta


o calentado mediodía…
¡Que Javier en su bombo
era panza de melodía!

Las piedras, hacia los áridos,


nos redondeaban los retumbos…
Y se rompía el patio:
¡Con su bombo embravecido!

Era “El Javier”, y era “Bravo” su apellido


juntaba intención, como venenos,
entre las bravuras de las espinas…

Era ponzoñoso su amor,


porque nunca paraba de cantar…
Su vozarrón se desbocaba,
El cogote ancho…
Así, cual toro criollo y mesmo que tronco…

Este amigo pisaba el patio,


y calzaba botas de cuero.
Ajustadas hasta el desmayo…
Como si no hubiese calor,
ni existiese verano.

Y ya calmo en la mesa,
sudor que en tela de pañuelo, moría.
Su larga sombra repartía el cuadro,
de un hombre recio,
y en el borde de su cinto, un bulto,
quizás ajustaba un puñal vengativo…

La tarde derramaba verdes a sus pies.


Y dentro, en la pulpería,
Fernando nos decía:
¡Bienvenidos al Club Del Sapo!
¡Boliche de campo!
¡Tradición argentina!

Luego el aire se soltaba en las chácharas,


chaya y sol, donde explotaban las harinas.
Entre el enero y la tierra intempestuosa
se mezclaban los cardones con espinas…
¡Ya eran los gritos!
¡Igual que relinchos amanecidos!

Ellos acariciaban las jarras frías,


las amaban con cada caricia,
como plateando metales extintos…

pág. 87
Ese pelado, el pulpero molesto,
atendía la parrilla y nos sentaba prolijos.
Nos plantaba ese cartel de madera,
que en letras de cal blanca decía:
“Se ruega por razones de higiene
no escupir el piso”

El bravo Javier, siempre fue ameno


con cada gesto noble, fundía al crisol de razas
en humanidades rusticas… Y ahí la bizarría,
la ceremonia en la exageración de gestos…
Porque vos mirabas y… Vos decías…
¡Colecciono personajes en sus altanerías!

Él callaba su bombo, y en alto,


sus palos “tic tac”, ronca voz nos decía:
¡Aro, aro, aro…!
¡Golpeo las sangres encendidas!

Nosotros, los cuerdos paisanos,


los que siempre querimos ser prolijos,
con nuestros vinos al lado
y el bigote limpio.
Pero en las fibras del corazón:
Nos latía un sin-permiso.

Los señoriales sombreros,


los cantos de zambas…
Pero lo que nunca pudimos
fue engañar a ese duende embustero
que la higuera le amansaba cobijo.
Ese… ¡Sí que moraba en nuestros vinos!

Ese petizo travieso


siempre buscaba la alquimia
en la sopa de albahacas,
entre los alborotos de chayas,
casi el empacho, con las féculas de harinas.
Y con el vino caliente:
¡Ya la pócima encima!

Éramos jolgorio nosotros,


los sentados como en fila,
entre sepulturas de sillas,
que se oxidaban, en el hierro antiguo…

Sabíamos todos…
Los que meditamos tragando salivas:
¡Aquí alargamos nuestras vidas!
¡Porque en las muertes del verano,
aquí en La Rioja, nunca se habló de vinos!

Se corrían los cerros…


Y giraban relojes,
o el compás de sus agujas…
Mientras la cansada luz del pueblo
solo se remitía al ámbar viscoso,
que caía en penumbra

pág. 88
para embriagar al crepúsculo…

Y como un mago del horizonte,


nos volteaba en su tela de tul:
A la noche agradecida…

¡Los más diestros imaginaban


caballos danzantes, entre colinas!
Pero la cosa no era tal,
solo que la tarde en
“El Club Del Sapo”
se pintaba con delirios,
y nos cumplía caprichos…

Se nos cansó ese Fernando, el pulpero,


sacudió pinchadas alpargatas…
Él se paró, y nos dijo:
¡De aquí se van todos!
¡Y salen a la vereda!
¡Salen como escupidas!

Ya, Javier, el cantor, paro su zamba,


el gordo se calló, con su bombo telúrico,
sólo quedo el silencio de la blanca sal,
caída en la parrilla…

Pero los paisanos no duraron sin bullas:


¡Más vino! Decían, en estribillo…
La ardida nevada de las harinas, se dormía…
Como la vagancia de las cortinas…

Y las sacudidas pestañas negras,


escondían las lágrimas de esos hombres,
que lloraban por las mujeres,
a las que ellos engrupían…

¡Los morochos fuimos blancos!


Mas milagros entonces, por aquel día…
Porque todos nos sentimos:
¡Amores y brisas!

Paisanos aquellos…
Y se retiraba el bombo,
esa panza de madera gaucha,
de un parche prestado,
por el panadero de la esquina.
Linda madera, pero con agujero
quemado en su cintura.

Y nuestro gordo Javier,


comenzó a cantar, para adentro,
como silente… En letanía…

Caminaban en sus temblores.


Fatigadas las orejas,
ya oxidadas de esos amigos.
Todos se retiraron gorditos,
como corchos rotos.

pág. 89
Que, atravesados por una tarde,
y entre tantos descuidos
se les escapó el olvido…

Esto, quedara por siempre.


Y, entre curdas, se prometían,
que una vez más,
renunciarían al vino…

Promesas del silencio,


tapadas con mentiras.
Palabras que se lleva el viento
como el polvo de la harina…

Moría la jornada,
y un hombre anciano,
asentaba la tierra suspendida,
regando malvones en las esquinas.
Baldeada fresca en la cantina…

El vapor con olor a tierra de pueblo


cierra la historia bravía,
de este Javier Armando,
y sus atrevidos compinches.

Ese Javier, que aquí se nos fue,


Ese… Que ancho nos caía...
El bombisto y hombre de los siete oficios.
En su humilde frente,
junto los títulos más nobles
que un paisano, podía:
¡Porque un día, se nos jubiló de policía!

Fernando Castaño
La Rioja/Argentina

pág. 90
EL JUAN Y SU RIO

(Con cariño para mi primo Juan Manuel Calcaterra)

La placida vida de campo…


La de un costeño…
Las islas…
Y los juncos que tejen amor,
sin el interrogante de una mujer en espera…

Al Juan, el fresco del agua le fecunda


los sentimientos más puros y amenos…
Su apacible alma acompaña a un remo,
navegar el rio…
donde platea el sol un espejo de sueños...

Pintada la mañana,
es cortina de tul,
donde el mago del horizonte
cuelga a su amigable sol,
lo amanece y lo alberga...

En la calmada escena
nace el perfume de hierba
allí, donde se embalsaman las brisas…
Y con la vista hacia el azul…
Mientras en la piel corren aguas frescas…

Y el primo Juan,
tiene nombre de pájaro:
Que, no vuela, pero navega…
Y él siempre bebe
las aguas sucias de las cervezas...

Con tabla de fiambres al sol,


porque picar en pachorra,
es honor, con sus amigos de pesca,
para verse tendidos
como cueros curtidos en las arenas…

Se va el rio Paraná…
Y si te distraes,
las mismas aguas vuelven…
Nacen calandrias, donde pican benteveos

Entre palos y barcas


siempre nace un cuento nuevo
En la tostada postal
donde agoniza, el muelle en su madero
y canta el abandono
y lo golpea el pájaro carpintero

Miras bajo el agua,


y como frutales de la siembra
son esos peces grises…
O el barro vivo,
donde la arcilla juega sin alfareros…

pág. 91
Y la humilde lengua del rio
es esa agua turbia…
Que a ti hipnotiza y a mí me adormece…

Juan de caza, avanza entre nutrias y liebres


con botas altas, caños de escopetas,
con pasos fugados, en que las sombras,
le dan suspenso al barro negro…
Y detrás de la sangre silente del cuero,
las bestias muerden las pólvoras del aire,
cuando explotan esos fierros

Al primo Juan, ahí lo ves,


sentado como resolana que medita
junto al sauce del atardecer,
medita sobre la lluvia que cayó una vez
pero alma y tierra, la recuerdan siempre….

Juan mateando, así de ancho,


robusto, como mano de albañil,
mientras calla con salivas verdes...

De su carpa campera,
despliega esa tajada gentil
que le da soles de colores a su paisaje
cuando Rosario no duerme…

Es la noche del acampar…


Y las teclas de ranas en pajonal,
rompen sus notas de cristal
como frágiles estrellas…

Siempre de picnic, mi primo Juan,


ya lo ves… Así, como yo lo veo…

Mi primo Juan:
Si la vida te da río y pan…
¡Ya no busques mas monedas!

Fernando Castaño
La Rioja/Argentina

pág. 92
ALMA Y PUEBLO

Que mi pueblo marche su paz,


marcando en su paso marrón, la calma,
y el presente se derrumbe en olvido,
como en la corola gris del lodo
se derrumba cada pisada de tórtola relegada…

Que el alma del parral perdone


al lagar, por machacar las uvas,
yo no quiero mas condenas
en esta tierra árida y sufrida

La sal del sombrero fue redención


del obrero que condenaron
por su único oficio,
en el tribunal que el sol
levanto por las vendimias

Mi corazón de arcilla palpita


como humilde abobe
que recobra vida
en las lenguas mudas de las acequias...

Observo a los cúmulos del aire quieto,


lento como los atardeceres
en las mareadas tintas del verano...
Mi vida, en la estación maleable,
busca el regocijo
donde se prolongan
las ceremonias de los vinos...

Sin fatigarme en rumbos,


encuentro, a La Rioja,
nutrida de su patay, aborigen,
ese pan sin nombre
que recuerda almas de palomas,
sin cielo e incomprendidas...

La cándida noche de mi ayer


es la que se repite
en cada parpadeo del lucero,
este candil amigo,
piedra de cenizas,
que enciende un espectro
embriagado de inmensidad,
sutil pasajero del silencio...

Nombro al alba
declamando este efímero verso,
ya me duermo, fresco,
como lo hacen
en sus diminutas cascaras negras
esos lustrosos grillos.
Para amanecerme en otra noche
y confundir al mundo,
ya que no hay reglas

pág. 93
cuando uno habla con uno mismo...

Fernando Castaño
La Rioja/Argentina

pág. 94
RIOJA OTOÑAL

Noche del otoño riojano,


precognición de la magia
en la que levita
la poética de mi tierra;
como si al levantar un tibio cuarzo,
brillara su ámbar,
se desmayase el horizonte
y el tiempo demorase
la suspensión muerta de las hojas.

Tomo el aire quieto


como descolgando frutos
de otra dimensión del tiempo.
Y vuela ese olor a dulce
que puede ser el sueño
de los membrillos del cerco.

Anuncian celestes esas torcazas,


se astillan las cañas del callejón
en el trasluz,
que cae del fósil de la luna
como una arqueología extinta.

Canta el zorzal para las almas


golpeadas de las piedras en el río.
Siembro amor bajo el mustio parral
y me retiro del huerto
recordando a mi abuelo,
que arrastraba su sombra,
que me adormecía los instintos.

En una liturgia del silencio


se silba un salmo antiguo
y se lava la acuarela
indecisa de las nubes.

Pompas suben, luego caen,


en el cielo se baten las alamedas
en sus andamios.
Me extiendo como el ocaso,
me acuesto con un vino.
Vive mi sangre el pulso
denso del otoño;
y mi corazón, en pausa,
cautiva un alivio.

Fernando Castaño
La Rioja/Argentina

pág. 95
DULCE BRENDA

Dulce Brenda, luz en la silente miel


de unos ojitos que vierten ámbar al aire…

Y se fecunda el día, desde que sonríe


con esos oros la cándida mañana,
vienes como en la visión áurica
en la que perdió la pereza el alba.
Tu mirada Brenda, es juego infantil
y travesura de las hadas…

Sos mujer y atemporalidad de la pureza


que trasciende al tiempo,
en ti los años no significan nada,
igual al reflejo del rostro angelical
que, en transparencia, la eternidad,
muta las almas y decanta las gracias…
Los años no tienen poder, ni ruinas,
sobre las cosas altas…
Lo tangible se confunde
entre los símbolos místicos
en los que operan los orbes inalcanzables!

Dices la magia y nombras el poder


con una sola palabra porque el verbo
cae entre la seda de tus joviales labios!

Fernando Castaño
La Rioja, Argentina

pág. 96
AMANECE LA HIGUERA

Nada hay como amanecer con el verde de mi higuera en mi ventana,


que durmió abierta en la pausa blanca de la luna.
Despertar desde la simiente del cautivo paisaje en penumbra,
no miente la veracidad conmovedora del huerto de mi abuelo.
Arrastro paz como la ventana oxidada que se corre
y voy a la cocina para resguardar la mañana,
adentro de unos mates humeantes, cuando pienso que son las 7 de la matina.

Vale la algarabía de pájaros y grillos,


abriéndose en calma con palomas como bollitos de plumas grises
que siguen la siembra del pan en las migajas que cayeron sucias y desprevenidas.
Siento pereza, la negra hornalla cruje bajo la pava quemada
y el vapor gris es la segunda revelación del día...
Recorro el polvo del horizonte para destapar el cerro
detrás de los primeros aires,
porque me gusta ver más lejos que mi perro, en cada silencio.
Un Velasco es piedra de frente azul
y aporta la misma firmeza que los palos plantados en el lodo del campo,
donde tose el arriero y se pincha el monte en cada espina.

Sucumbe el silencio de las palmeras


y canta el jilguero a su esperanza amarilla y llega su amor al alpiste.

Aparece la ropa que ayer estuvo arrugada


y hoy simplemente es un hilo que viste mi jornada,
tampoco me importan los colores
porque solo saldré a perseguir el día.
Caminar despeinado hacia el trabajo es rutina en mi pueblo,
y la gente decente siempre luce desprevenida.
Piso la vereda, que bien no veo, y tan temprano entre mis lagañas…

Aprecio la manera que tiene el aire de desvanecer los verdes de arriba


en las hojas muertas de abajo,
y así transita mi otoño sutilmente,
marrones que dan nostalgia…

Por eso, compro el periódico, para saber del ayer,


porque del hoy no se habla,
el hoy esconde su acerada acción en materia incierta y fría.

Se cocina un caldo con la vida de cada alma amanecida


y las calles crujen retorcidas en cada esquina,
como un sonido de herradura sin aceite.

Los techos bajos advierten a cada gato


como descartes de las cornisas…
Y se desgajan los geranios rojos al viento,
por cada duda y desamor en los pasos de plomo del polizonte,
ese pobre hombre que para amar y odiar no le alcanzo vida.

Mi pueblo debería ser redondo como un parque,


detesto esta cuadricula en la que se fundó el asfalto,
ya toxico, como una eterna herida.

pág. 97
Se esparce el sonido de temple metálico
en el tránsito de cada carro que arrastra chapa y carrusel,
donde se apura el smog de cada gastada avenida,
y la perdida ciudad solo hace noticia
como un sabor a vicio de cigarrillo.

Palpo mis venas con las manos en el bolsillo,


ya que el frio en que se traquetea la rutina no tiene corazón,
no tiene huesos y mi sangre todavía no siente la muerte,
quizás sea porque estoy de pie, pero lo veré...
Veré que pasa cuando me respalde en la oficina.

Vivir el fresco de la nueva alborada


suena como un calambre del tiempo,
que retuerce su paso,
y no nos sorprende en nada
porque las frías mentes, son siempre lineales,
solo cadenas de la razón donde se pierden los objetivos…
Ellas solo proyectan las ansiedades que solo aspiran monedas y cobres,
esa cruel mentira que marea a los infelices.

Pero así se inaugura la nueva rutina del mundo


que ásperamente aserra al pueblo con sus dientes amarillos y partidos.

Ruge el pámpano de la vid en cada rayo de sol,


sabiendo que al volver al hogar beberemos los cándidos vinos…
Y brindaremos otra vez por la muerte, ya de sobremesas,
muerte que se traga siestas, y no hay maíz ni en las cortinas.
Y el frágil espantapájaros quiebra al sol riojano
y corre a los gorriones de los días,
donde caen los vuelos y un amarillo desolado se reparte en las sequias.
No quiero ser pesimista en la crónica,
pero ese taxi amarillo toca mucha bocina
y se cree pájaro entre los autos.

No quiero ser frio en la mirada…


Y la bicicleta del matutino canillita aprecia
el sudor que destiñe sus diarios.

¿Cómo anunciar la paz de las bicicletas?


Si el reloj roto no muestra la hora en la que llego demorado en mi piñón,
porque vale más su cristal empañado
que la puntualidad del hombre en esta corta vida.

Fernando Castaño
La Rioja/Argentina

pág. 98
ALBA CAMPESTRE

Amanece tensa la cascara del cielo...


La luz que quiere nacer
busca el verde íntimo del campo,
trepa el árbol y desde la copa trina
una alondra atolondrada que transgrede al alba.

Corre el yugo del día,


tropezando en cimas de cerros.
Punzan los colores latentes
desde un incierto centro
de la piedra altanera
que guarda frio
en un cansado misterio.

¡Alba del aire!


Esclarece al fresco poleo, en su verde húmedo.
Reparte su incienso en acequias,
entrega ese ángel de paz, en fértiles aguas.
Revive el poco verde que nos queda,
no quiero ver a la esperanza,
atropellada en el cristal de las flores…

Porque cada día, el cardón se entrega


en su corona de espinas…
Y yace torcido en las piedras
que olvidaron la vida
cual tropiezo del destino,
apartado del camino.

¡Arde sol riojano!


Ya tu sangre incandescente
medita sobre la idolatría del hombre,
que se apodera de cada copo del aire…

¡Abre tu telón!
Desde el trono del rayo
que triza esa lente…
Celeste cómodo,
cúmulos del aire
donde fugan tus nubes…

¡Rompe tu jaula!
Colmillo de león.
Levanta el falso imperio diaguita
para que la vergüenza retome
a su venganza milenaria.

Fernando Castaño
La Rioja/Argentina

pág. 99
CANCION DE LA FLOR DEL AIRE

Ninfa de la noche
Que danzas en rocas
Por bajíos de espinas
A luces de los astros,
Música celeste.

Cuando la montaña
Se viste de nocturno
Y sales de tu urna
De materia vegetal
Enamorada de luna.

Pareces vestal
Doncella montañesa
Rezando una oración
De amor que se hace
Perfume en la brisa.

Himeneo de corolas
Para luciérnagas
Que duermen
Silencioso amor
Al leve tacto, tu nácar.

Conoce el misterio
Del corazón del árbol,
De su diminuto ser
Éxtasis de sus confidencias.

Conoce la grandeza del átomo,


En la piedra escueta
Que brinda
Su luenga historia
La historia de la tierra.

Y danza luciendo
Sus galas mejores
Al son del silencio.
Que bebe de su pureza
Cáliz inmaterial,

En la noche vestida
De luna y luciérnagas
Marcando senderos
Cofre vegetal y humano
Esta mujer cuajado suspiro.

Ninfa de la noche
Llama de leche, vaporoso
Velo de novia
Cantas la canción
pág. 100
Azul de la vida.

Haces al hombre
Olvidar la tierra
Y todo su torrente de sangre
Se hace vibración
Que se prolonga en su soñar.

Piensa en todo lo que anhela


Tejiendo su rosario
De sueños sin palabras
Cada cuenta una estrella
Una flor del aire.

Sangra en sus labios


Una copla un cantar
Que se hace estela
De serenata en su altar
De piedra, madera y luna
De piedra madera y luna.

Flor del aire


Tu piel terciopelo
De blanco y rocio
Ala el puro poema
De su fragancia.

Flor del aire


Símbolo de la ilusión
De la verdad
Que en pechos se hace simientes
Con fecundo afán.

El jardín lírico
Que sueña tu perfume
Acaricia tus pétalos
Va muriéndose nota desleída
En la vidala del tiempo.

Termina por ser


El alma de la montaña
Belleza que entibia su entraña
De frío mineral
Su alcázar impávido

Flor del aire


Doncella de cerros
Que danzan y danzan
En hipérbole de copas
Que te lucen como perlas.

Juan Carlos Vera Ocampo (Palabras del tiempo)

pág. 101
HABLEMOS DE NOSOTROS DOS

La noche canta
con sus lámparas azules
notas de recuerdos,
poemas de nieblas,
silencio otoñal,
ágora de murmullos, arden ramas,
en lagos de apagadas lunas,
reflejo de lumbres, cuando eras sonata ejecutada,
en la copa solitaria de tu tallo,
levantada plegaria, de sosiego
pronunciada por el labio jardinero
cuando eras forma y tiempo
en carne de dátil y soledad de sombra,
hoy ausencia.
Antaño y tú,
concierto ejecutado, más allá del dolor,
en el lugar de los faroles, de la paz
y del amor,
cuando eras rezo, de una esperanza,
constelación de vida,
poema de espiga
en maduro trigo.
Hoy ceniza
de caravana de fantasmas
que añoran tu pan.

Juan Carlos Vera Ocampo


La Rioja/Argentina

pág. 102
LA VENTANA DE MI ALMA

La ventana del alma se abre en la noche


Y por sus sendas prolonga su mirada hacia
Cuajados racimos de espacios para apretar
Tu densidad con sus lobos de lunas añejas.

Para llenar su cántaro con el vino azul


De tus pulpas y beber las sombras
De tu soledad izando el lábaro de luz
De tu alma de almendras que muele el alba.

La ventana del alma se abre al paso


Del canto de amor labriego guitarrero
Vehemente gloria a mi fatiga de dátil.
Que pasa sembrando aleluyas que gritan

Mi barro se incendia jubiloso en llamas


De tus maderos y remonta alentada lumbre y
Por la noche que colma panales tus maduras
Abejas que desgarran sin piedad sin congoja.

Eclosión de arpegios de raíces de ser


Empeños que alzan de tu forma el ideal
Clavadas en febricitante cintura de miel
Que redimen y transparentan tus heliotropos.

Juan Carlos Vera Ocampo


La Rioja/Argentina

pág. 103
TRAYECTORIA LITERARIA DE FERNANDO CASTAÑO

PREMIOS
1) Segundo premio, en Antología "Premiados 2022". Poema: "Mi ciudad"
2) Mención de honor. Antología "Premiados 2022". Poema: "Cuaresma".

ANTOLOGIAS
1 ) “Tierras poéticas 2020” – Editorial Equinoxio – Poema: “La noche”. Año 2021
2 ) “Poemas de primavera” – Editorial Equinoxio – Poema: “De regreso a mi patio”. Año 2021
3 ) “Letras Enamoradas” – Editorial Afrodita – Poema: “A la cantante preferida”. Año 2021
https://www.amazon.com/.../Ediciones.../dp/B08W2MM187
4 ) “Indígenas en resistencia”. – Poema “La paz”. Año 2021
https://en.calameo.com/read/006966317b1ec422e56fd...
5 ) “Antología Argentina/Ana María Manuel Rosa” – Editorial Ana María Manuel Rosa –
Poema: “Algarrobo sin dueño”. Año 2022
6 ) “Los días que fuimos” Poemas: “Mi corazón” / “Transito” – Editorial Avis Nigra. Año 2022
7 ) “Antología Internacional” del grupo A.C.I. Poemas: “La poesía” / “Indio de piedra” /
“Cuaresma”. Año 2022
8 ) “Crepuscular” – Editorial Oxymoron. Poemas: “Flor de retama” / “El vuelo de la nada” Año
2022
9 ) “Romper el silencio” – Editorial Avis Nigra. Poemas: “Insomnio” / “Mi sangre”. Año 2022
10 ) "Trinando". Año 2022
11 ) Rotary Club Internacional. Poema: Mi ciudad. Año 2022
12) "Todos tienen un poco de amor". Editorial: Puerta Blanca Ediciones. Poemas: "El
magnetismo de tu mirar" y "Entregate"
12) "Premiados 2022". Editorial "Mis escritos". Año 2022. poemas: "Mi ciudad" y "Cuaresma".
13) “Todo lo frágil”. Editorial Oxymoron. Año 2022. Poemas: “El magnetismo de tu mirada” y
“Luna del camino”
13) “Mínimas retóricas”. Editorial Equinoxio. Año 2022. Poema: “Invierno”.
14) “Los poemas puros”. Editorial Avis Nigra. Año 2022. Poemas: “El adiós” y “Luna del
camino”.
15) “Cien poemas de amor y desamor”. Editorial “Mis escritos”. Año 2022. Poemas “Entre tu
vida y mi vida” y “Tus ojos lejanos”
16) “Vestigios”. Editorial “Puerta Blanca”. Año 2023. Poemas: “Como es que le canto al río” y
“Te quiero”.

LIBROS
1 ) “Mi abuelo fue un poeta” – Editorial Equinoxio – Poemas: 15 míos y 5 de mis abuelos.

REVISTAS & SITIOS WEB


1 ) Revista Trinando N° 37. http://revistatrinando.com/numero37/pagina27.htm
Poemas: “La paz” / “Mi ciudad” / “Viviras en mi alma” / “Camino en la lluvia” / “Cuando he
sentido soledad”/ “Flor de retama” / “La jarilla” / “La higuera” / “Flor del cardón”
2 ) Rotary Club Internacional. Poema: “Mi ciudad”

pág. 104
INDICE
Página 2 / BIOGRAFIA de FERNANDO CASTAÑO
Página 3 / BIOGRAFIA de JUAN CARLOS VERA OCAMPO
Página 5 / BIOGRAFIA de JOSÉ IGNACIO VERA OCAMPO
Página 6 / EL JARDIN DEL COLIBRI
Página 7 / Prólogo de Hollman Barrero
Página 9 / MI CIUDAD
Página 10 / CUARESMA
Página 11 / INDIO DE PIEDRA
Página 12 / ENTRE TU VIDA Y LA MIA
Página 13 / DE REGRESO A MI PATIO
Página 14 / DE REGRESO A MI PATIO (II)
Página 15 / LA NOCHE
Página 16 / A LA CANTANTE PREFERIDA
Página 17 / LA CONQUISTA DE LOS PASOS ERRABUNDOS
Página 19 / A MIS AMIGOS (I)
Página 20 / A MIS AMIGOS (II)
Página 21 / NUESTRO VINO Y EL CATA TORRES
Página 22 / A GASTON EL GUITARRERO
Página 23 / AL PIBE MOJARRA
Página 24 / COMO ES QUE LE CANTO AL RÍO
Página 25 / EL TORDO MUSICO
Página 26 / A MI MADRE (Poema para el día de la madre)
Página 27 / CARNAVAL EN LA RIOJA
Página 28 / A ROSARIO VERA PEÑALOZA (Maestra de la Patria)
Página 29 / LA BREA
Página 30 / LA ESCUELA DEL CADILLO
Página 32 / ACEQUIAS EN CIMAS (Para el Sr. Horacio Carreño Vallejo)
Página 34 / LOS DOS JUNTOS
Página 35 / EL CARDÓN (CANTO PRIMERO)
Página 36 / MI SANGRE
Página 37 / ALCE LA MIRADA
Página 38 / OCIO DE DOMINGO
Página 39 / EL VUELO DE LA NADA
Página 40 / CENA CON JUAN DE DIOS
Página 41 / EL ADIOS
Página 42 / INSOMNIO
Página 43 / NUESTRA ACACIA
Página 44 / EL POZO DE PIEDRA
Página 50 / AGUJA DE COSER
Página 51 / TRANSITO
Página 52 / EL MAGNETISMO DE TU MIRADA
Página 53 / TUS OJOS LEJANOS
Página 54 / FLOR ROJA
Página 55 / LA PAZ
Página 56 / EL PORTAL DE TU SONRISA
Página 57 / MI CORAZON
Página 58 / LA HEREDAD DE PANCHO ORMEÑO
Página 59 / TILÍN
Página 61 / VIDALITA
Página 62 / MADRE
Página 63 / COPLAS
Página 64 / CUANDO HE SENTIDO SOLEDAD
Página 65 / EL SILENCIO DE TU VOZ
Página 66 / VIVIRAS EN MI ALMA
pág. 105
Página 67 / DIALOGAR ES AVANZAR
Página 68 / DESTINO
Página 69 / ALGARROBO SIN DUEÑO
Página 70 / FLOR DE CARDÓN
Página 71 / ANGELADA FLOR DEL JAZMÍN
Página 72 / FLOR DE RETAMA
Página 73 / LA JARILLA
Página 74 / VEREDA DEL VECINDARIO
Página 75 / CAMINO EN LA LLUVIA
Página 76 / MI HOMENAJE EN VIDA A DORIS MABEL PEÑA SEPÚLVEDA
Página 77 / MI MESA
Página 78 / LUNA DEL CAMINO
Página 79 / LA POESIA
Página 80 / ENTREGATE
Página 81 / AMOR DE PADRE
Página 82 / DE TI, MUÑECA
Página 83 / INVIERNO
Página 84 / SIN PREMURA
Página 85 / LUNA TARDIA
Página 87 / ESE JAVIER BRAVO, BOMBISTO DE RETUMBOS
Página 91 / EL JUAN Y SU RIO
Página 93 / ALMA Y PUEBLO
Página 95 / RIOJA OTOÑAL
Página 96 / DULCE BRENDA
Página 97 / AMANECE LA HIGUERA
Página 99 / ALBA CAMPESTRE
Página 100 / CANCION DE LA FLOR DEL AIRE
Página 102 / HABLEMOS DE NOSOTROS DOS
Página 103 / LA VENTANA DE MI ALMA
Página 104 / TRAYECTORIA LITERARIA DE FERNANDO CASTAÑO

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