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Muchas cosas han ocurrido desde nuestras últimas cartas.

Sufrí una caída,


tuvimos una discusión fuerte, trabajamos mucho, comenzamos un nuevo
taller en la Fundación, vino Luis, volvieron Leli y Lucas, los chicos
editaron un nuevo libro, y la lista sigue: naufragios y resurrecciones de
sendas parejas, las familias o lo que queda de ellas, armamos tu antología,
crecieron mis nuevos poemas y, entre otras tantas cosas, ahora se preparan
las jornadas donde deberemos hablar sobre nuestras cartas. ¿Qué podremos
decir de ese libro si pensamos que, junto a la correspondencia inédita,
abarca la médula de nuestras vidas, tanto intimas como literarias?
Cuando hablo de lo maravilloso de nuestra relación no me refiero a lo
idílico. Para discutir también se necesita un lazo fuerte. El cosmos todo es
un sistema de fricciones y ese es el fenómeno que produce la generación
¿Qué costo deben pagar un hombre y una mujer para poder sobrevivir a una
relación intensa y saber separarse al final de la jornada? Parte de uno de
mis nuevos poemas, Silesius trabaja este tema, cuando dice no indagues la
naturaleza del vínculo que como la rosa de Silesius florece sin porque. Es
decir, florece porque florece. Lo no definido flota entonces sobre nosotros
como una pregunta que se actualiza a cada momento. Cierro tus labios o
aplazo tu desnudez como quien busca un cigarrillo en los estantes. Una vez,
cuando aún estaba creciendo, leí un artículo de psicología que decía que la
masculinidad significaba “yo respondo por mi acto”. Había llegado, al fin a
algún lado había llegado. Podía responder por algunas pocas banderas que
aún sostengo. La de escribirte, la de seguir eligiéndote. Como esa noche de
este invierno en que volví con el brazo golpeado y la cerradura estaba
trabada. Romper la ventana y entrar sobre los vidrios. Construir lugares
donde volver.

Hubo fricciones en este tiempo, desacuerdos.

Veo que estás creciendo y que te sentís exigida.

Madrid. Buenos Aires.


El destierro en la escritura y un cambio molecular

Un catálogo de sueños en Madrid: no hay sitio ni país puro; la casa del escritor es el
lenguaje. El “no lugar” de Tarkovski y la cicatriz de Boris Rizhy. Alejarse físicamente
de una persona con la que se comparten espacios cambia nuestras moléculas. Los
olores de las ciudades.

Te cuento algunos sueños que tuve desde que estoy en Madrid: 1. Soñé que jugaba a las
escondidas en una ciudad inexistente. Las ciudades de mis sueños son híbridas, hechas
de fragmentos de las que ya conocí y de las que tal vez nunca conoceré. Las paredes
estaban cubiertas de colchones. 2. También soñé que mi gato tenía sed, yo le llenaba un
recipiente con agua y metía mi cabeza allí, luego él repetía la acción. Compartíamos la
sed. La noche fue tan calurosa que me fundí con las sábanas. Pronto te enviaré una foto
para que veas como se ve el afuera de mi habitación. Y el afuera que camino. Ahora
miro las noticias, me estremece la explosión del tren en Quebec, el fuego devora el aire.
Los accidentes me impresionan. 3. Soñé que encontraba los documentos de Hugo
Chávez, escribía un aviso de documentos encontrados, con tiza sobre la casita donde un
jardinero guardaba sus herramientas. En mi sueño no podía escribir “bolivariano” así
que terminé escribiendo “boliviano”. Me desperté cuando entró la luz. Ordené la casa
para sentarme a escribir. Ya sabés que es lo primordial para mí: ver brillo en el piso, y
acá es blanco, cada cabello se nota, y mis cabellos caen como hojas en otoño. Ayer
escribí un poema sobre Boris Rizhy. Para eso estuve viendo todos los documentales que
encontré. Me conmueve mucho. Siento que él fue una persona rota y sensible, rota
desde el nacimiento. En sus poemas aparece la muerte, la precariedad de su barrio, de su
época, la paulatina desaparición de sus amigos, las peleas, la nostalgia, las golosinas
viejas, el parque de diversiones… El sentimiento que tengo hacia Rusia es poderoso, en
mis sueños siempre aparece un trozo de mi lugar de infancia. No existe un país puro
sino un manto hecho de antiguos y nuevos retazos. Quisiera volver a los pueblos eslavos
para andarlos. Para escribir un libro. Porque escribir es mi única casa. Comienza la
escritura.

Natalia

Me levanté en la madrugada, envié tarea para todos los cursos, dormí un rato más y
ahora estoy corrigiendo textos, estudio la puntuación de los poemas de Giorgio Caproni.
Se te extraña rusa acá, creo que alejar el cuerpo de una persona con la que compartimos
nuestro tiempo nos debe modificar hasta molecularmente, es una madrugada congelada,
recordé aquel invierno que nevó en Buenos Aires, voy a hacer café. Me gusta lo que
subrayás en tu lectura de Boris Rizhy: "... él fue una persona rota y sensible, rota desde
el nacimiento. En sus poemas aparece la muerte, la precariedad de su barrio, de su
época, la paulatina desaparición de sus amigos, las peleas, la nostalgia, las golosinas
viejas, el parque de diversiones"… Pienso en tu sueño con Hugo Chavez. Tal vez leíste
algo del incidente de Evo Morales: no lo dejaron aterrizar ni en Francia ni en Portugal y
tuvo que aterrizar de emergencia en Austria. Un extranjero en todas partes, así me he
sentido siempre, incluso en mi país, en mi familia, en la escritura. Destierro. Algún día
nuestras extranjerías se cruzaron y ese encuentro aquí nos tiene. Cuando me llegó tu
correo me sorprendió leer "no existe un país puro", un rato antes repasé ese hermoso
poema de René Char que termina con el verso: "No hay sitio puro". Leonard Cohen
cuenta en una entrevista que en el monasterio zen se levantaba a las cinco de la mañana
a preparar el té para su maestro. La madrugada me convoca, infalible. Pienso en este
verso de Tuñon; "estoy tocado de tu destino", quiero saber de vos aún si la vida me
destierra de tu piel, del olor de tu tierra y de tus extrañas, contame qué olor tiene
España, Noruega olía a mar y a bosques y a la pornohigiene nórdica y a milenios de
catedrales y antes los mares, antes las balsas, antes los mares.

Javier

No hay sitio puro, pero creo en las zonas de pureza. Tu correo, ser el eterno extranjero o
pasajero, y mi mención de la palabra “zona”, todo eso me hace pensar en una escena de
la película “Stalker” de Tarkovski. ¿Los ves? ¿Ves sus rostros y las expresiones que
transitan por sus rostros mientras ellos se desplazan por la zona? Ellos son en blanco y
negro, y no lo saben, el color vendrá luego en la película. Hoy es un día minimalista.
Los sonidos se presentan así, la información, los objetos. Hoy no chillan los canarios y
el vecino no canta. Un lejano aire acondicionado hace ruido de máquina. En mi
computadora casi suena Sicilienne de Fauré. Ayer vi una película: “La coleccionista” de
Eric Rohmer. La protagonista es un ángel salvaje pero madura en su salvajismo, una
niña bronceada de pelo corto y labios grandes, te gustaría.

Natalia Litvinova

¿No deberías estar durmiendo a esta hora? Mirá qué bello este poema de Gamoneda, me
aguanté todo una noche para mostrártelo: Teníais para uniros/ únicamente kilómetros/
de tierra rojas y un río / que desciende cada vez más despacio//. (…) Y tú bien sabes por
dónde / tu compañera va a llegar, / por dónde anda hacia ti, / de qué pueblo desciende. //
Y, de pronto, la ves / sobre el camino: tiene/ forma de juventud, parece / un chiquillo
que, de pronto, ha adquirido / serenidad de madre. // Andas cien pasos. / Ya ves / cómo
le tiemblan los extremos de la boca / porque te ama y porque tiene miedo. / Y ahora ya
la has rodeado con tus brazos / y tocas la dura suavidad de los hombros / y trozos,
frescos unos y abrasadores otros, de su cuerpo. // Y de pronto te das cuenta de que huele
mucho/ a ella misma y a mujer y a algo / desconocido aún, y lo respiras. // Entonces los
dos os sentáis en la tierra / y pones la cabeza sobre su pecho / y la oyes vivir. // Te
sentirás seguro en el mundo. / Habrás sabido que no hay soledad pero que hay / algo
más fuerte y más útil y hermoso. // Conocerás el destino/ y crecerá tu paz al acercarse la
noche/ y al ir sabiendo que la vida es/ una inmensa, profunda compañía.

Limpiar la casa. Escritura Biely los rusos

La preparación para la escritura es siempre la misma: levantarse y lavar los pisos.


En esta casa brillan, pero no devuelven el reflejo. Los pisos acá absorben sus propios
colores. Sospecho que la gran casona árida, parece una casa de montaña, que se ve
desde mi habitación, está deshabitada. Desde que llegué a este departamento no vi allí ni
una sola luz por las noches. Las ventanas siempre están abiertas. Hay macetas, sí, pero
no hay luz. Decidí sacarle fotos cada tanto para analizar los cambios. Creo que las
macetas son un engaño, y que realmente nadie vive allí. Ayer pasé junto a la entrada a
ese viejo edificio, vi su aspecto de abandono y el cristal de la puerta estaba quebrado.
También empecé a leer una novela que leí de una manera fragmentada en ruso, hace un
tiempo: “Petersburgo” de Andrei Biely. Ahora la estoy leyendo de una manera
fragmentada en español. Me encantan los rusos. Yo no sé cómo explicarlo, sé que
simplemente me comprenderás, es que siento el sabor de su escritura, todos los sentidos
participan. Pero además de los sentidos, me nutro del silencio que me producen sus
obras, me hacen, como se dice, “poner la mirada en blanco”. Poner la mirada en una
meta invisible, donde se dirige la flecha de mis pensamientos, también transparente.

Natalia Litvinova

Una terapia de la escritura


Anne Michaels Marcel Schwob Quignard Nina Simone

Estoy impregnándome de la poesía canadiense de Anne Michaels, me gusta el elemento


mineral en ella. Quiero leer otro poemario suyo de título refrescante: Buceadores de la
piel. El poemario que estoy leyendo ahora se llama: El peso de las naranjas & Miners
Pond. Así dice uno de sus poemas. Desde el día en que él me siguió hasta la estación, /
el uniforme bajo su abrigo, / no he tenido idioma. En sus poemas hay pintura, la
densidad de las témperas de la naturaleza, hay gravedad, porosidad, levedad en la
muerte, relatos del condado, una voz femenina sutilmente ronca y enamorada.
Tu marido es un buen constructor -yo quemé/ cada casa que tuvimos, con unas pocas
palabras para iniciar las llamas.

Natalia

Algo me llamó la atención mientras releía a Marcel Schowb: el sufrimiento, su vida es


terrible. Porque en Artaud el sufrimiento va ligado al heroísmo, a la furia. Pero
Schwob... su amor con la joven prostituta Louise (Monelle) duró unos pocos años en los
que se acrecentó la tuberculosis de ella. Fue un amor casi secreto, no la presentaba a sus
amigos pero la cuidaba mucho y le narraba historias que escribía para ella. Cuando
Louise murió vieron a Schwob llorar de desesperación. Un día se encerró harto de que
le tuvieran piedad y escribió El libro de Monelle y jamás volvió a hablar de Louise ni a
permitir que se la mencionaran. Luego se casó, sufrió algunas operaciones complejas
("parezco un perro viviseccionado" escribió en su diario) y se hizo adicto a la morfina
que le daban para calmar el dolor. Pero es en medio de ese dolor que escribe Vidas
Imaginarias y La cruzada de los niños. Viajó enfermo en circunstancias complejas para
conocer los lugares de su referente literario, Robert Louis Stevenson. Y esperó a volver
para morir en los brazos de su esposa. ¿Qué es esta vida, mi querida, donde en el mejor
de los casos, unos pocos textos nos seguirán diciendo

Javier Galarza

Los artistas ignoran el siglo en el que viven, ofrecen recuerdos del otro mundo, del
mundo sin lenguaje, del mundo infinito, del mundo único, dice Quignard mientras la
noche cae como una persiana y corta la luz en dos, delimita. No hay estrellas. ¿Las
estrellas existen acaso? Existe la mirada. No hay ruido. Siento que estoy en medio de
una carretera donde no pasa ningún auto, y el largo pasto a los costados se mece como
las aguas del mar. Las ventanas del vecino no están iluminadas, los dos canarios no se
cantan amor. Sopla el viento, es suave, no como el de la canción de Nina Simone, Wild
is the wind... Mi Nina, mi pelícano negro, let the wind blow trough your heart...

Natalia Litvinova

Hoy conseguí El nombre en la punta de la lengua de Quignard, un librero me dijo que


es posible que "Vida secreta" lo edite Cuenco de plata. Necesito testimonios de ese
mundo preverbal, ¿qué podría hacer un artista sino adiestrarse en el silencio? La
primavera muestra sus hombros. Pienso en una terapia de la escritura, en esa nueva
instauración o "caudal de verdad" que el poema produce, esa reescritura de los libretos
aprendidos que nos permite escribir desinscribiéndonos. Podría dedicar el resto de mi
vida a ello. Suena Jenny Hval, necesito mujeres frías, milenario aliento de nieve y
quejidos de antaño, piel traslúcida que sea a su vez revés de reveses, casi "del otro
mundo, del mundo sin lenguaje".

Javier galarza

Dos sueños. Sabiduría tolteca. Goncharova. Análisis del sueño.

Tuve un sueño complejo pero quisiera hacer el intento de narrártelo. La dificultad reside
en que ningún sueño es lineal. Tenía los colores de peligro. Todo generaba tensión. Con
mi hermano y mi madre vivíamos en una casa muy precaria, como las que solía ver en
los pueblos, pero peor, casi imposible de habitar. La cerca estaba hecha de finos troncos
de abedul, cualquiera podía pasar o derribarla. Los ladrillos de las paredes se
desprendían formando pequeños montículos, como ruinas. Hombres a caballo se
acercaban a la cerca y nos decían que si no dibujamos en nuestro muro una estrella
gigante, si no ponemos afiches o emblemas que denoten que pertenecemos y
glorificamos el partido comunista, nos van a fusilar. Mi hermano pintaba con tiza una
estrella en la pared, pero la tiza se terminaba y uno de los ángulos de la estrella quedaba
inconcluso.

Natalia Litvinova

Leo tu sueño y pareciera que tu historia personal se toca con la historia colectiva, lo
familiar con lo universal. Te lo escribo a vos pero me lo digo a mí también, siempre he
vivido en ese estado de tensión ¿Podremos acostumbrar nuestros cuerpos y nuestros
estados nerviosos al fin de las guerras y de las ideas totalitarias? ¿Respirar pensando que
ahora el compromiso es con la propia obra y con el límite temporal de la vida y por lo
tanto y por extensión, con la vida misma? Pienso en los poetas chinos y en los sabios de
Oriente. Pienso en los cuatro acuerdos de la sabiduría tolteca:
1.- Se impecable con tus palabras.
2.- No te tomes nada personalmente.
3.- No hagas suposiciones.
4.- Haz siempre lo máximo que puedas.
El mundo se abre dulce entonces y la mañana se extiende a través de las calles hacia tu
horizonte. Dibujo mapas para llegar.

Javier Galarza

Estuve silenciosa, pero hablando sin decir. Las palabras resuenan en la mente. Las
palabras de la mente son distintas a las que decimos. Empecé a leer Natalia
Goncharova de Marina Tsvetáieva. Pero entre los relatos de Marina aparecían
fragmentos de tu última carta sobre tu padre. Todo el día aturdida por la historia que me
contaste y por el sueño que tuve anoche, un sueño colorido y fantástico: yo vivía en una
casa de paredes muy finas, hechas de un material delicado que no tiene nombre en
nuestro mundo. Los árboles venían a visitarme y la naturaleza estaba cerca, pero no era
natural, era demasiado bella y peligrosa. Es un sueño inexplicable, solo puedo esbozar
algunas cosas: yo andaba en bicicleta, la bicicleta también estaba hecha de material
delicado, me encontré frente a un mar de nubes, una inmensidad porosa, rosácea,
irradiaba colores suaves y me llamaba, me atraía, así como hacen las aguas. Cuando
desperté pensé que el sueño era una caricia, y que también pudo haber sido la señal de la
muerte, quizás solo la muerte es capaz de manifestarse así. Hoy salí, caminé las calles
de esta antigua ciudad, caminé sus piedras. Las piedras que están en silencio pero
hablando. Luego me senté y escribí durante horas. Cuando quise releer todo lo que
había escrito, tan solo vi espacio en blanco.

Natalia Litvinova

La sexualidad en los sueños, tanto se ha escrito y tanto queda por decir. Subrayo y
entrecomillo algunos puntos del sueño que me contás en tu carta: "demasiado bella y
peligrosa" (la naturaleza). La naturaleza es en verdad bella y peligrosa, nada más vivo
que una selva, profusión de formas de vida, vegetaciones, humedad.
(Al margen, vos también sos "demasiado bella y peligrosa" pero en tal caso estaríamos
hablando de un recurso expresionista, una proyección sobre el paisaje igualmente
válida, temible la dama que conoce su poder).
"Yo vivía en una casa de paredes muy finas": Las paredes de tu casa son finas: la
intimidad con los vecinos, la música, el canario, la ropa en exhibición.
"Yo andaba en bicicleta, la bicicleta también estaba hecha de material delicado": Hasta
donde se todo ejercicio físico de la sexualidad requiere de un movimiento de piernas,
movimientos de contracción y distensión, aceleraciones y pausas.
"Me encontré frente a un mar de nubes, una inmensidad porosa, rosácea, irradiaba
colores suaves y me llamaba, me atraía, así como hacen las aguas... ": Anhelo de fusión
amniótica, grado de placer disolutorio y primero.
No es "la señal de la muerte", es la señal de la sexualidad que es lo mismo pero de este
lado de las cosas (y en verdad un tanto más divertido mientras se puede contar).
"Cuando desperté pensé que el sueño era una caricia": Bueno, lógicamente.

Javier Galarza
Antonio Gamoneda
Teníais para uniros... (en Exentos I)

Me emocionó mucho Natalia, pude ver cada segundo de nuestra historia, en cuanto
llegó a mi vista comenzó a sonar Hope There s Someone de Anthony en los parlantes
y comprendí una vez más que sos una de las mujeres que más he amadoy me cayeron
lágrimas llenas de mundo y ahora Anthony canta Imagine there s no Heaven...
y amanece lentamente.

No me metas en el pasado, con los verbos en pasado, que ya hay poco lugar ahí y soy
una mujer de extremidades largas.¿Mañana es tu lectura? Ojalá salga hermosa, después
contame, sacá fotos, los chicos también lo harán me imagino. Ayer paseé por un ex
matadero, un lugar inmenso, precioso. Me sorprendió eso, su belleza, con el contraste de
que allí se mataban animales. Parecía un palacio de barro. Aún conserva los mosaicos
donde se ve inscripto a qué animal mataban en cada sector. Voy a volver para sacarle
fotos para que lo veas.

Bueno el pasado de los verbos en la gente vampira es como ese verso de El silencio
continente que dice:tengo la eternidad para olvidar. En los parlantes alguien canta: Esta
es mi canción de invierno para vos. Me traés postales de los mataderos con la belleza de
lo que calla. Anthony canta ese tema de Dylan que dice: Mamma quitá esas banderas de
allí, no las usaré más, siento que golpeo las puertas del cielo...

Este poema también me impresionó mucho:

Blues del amo; Antonio Gamoneda


Va a hacer diecinueve años
que trabajo para un amo.
Hace diecinueve años que me da la comida
y todavía no he visto su rostro.

No he visto al amo en diecinueve años


pero todos los días yo me miro a mí mismo
y voy sabiendo poco a poco
cómo es el rostro de mi amo.

Va a hacer diecinueve años


que salgo de mi casa y hace frío
y luego entro en la suya y me pone una luz
amarilla encima de la cabeza...
Y todo el día escribo dieciséis
y mil y dos y ya no puedo más.
Y luego salgo al aire y es de noche
y vuelvo a casa y no puedo vivir.

Cuando vea a mi amo le preguntaré


lo que son mil y dieciséis
y por qué me pone una luz encima de la cabeza.

Cuando esté un día delante de mi amo,


veré su rostro, miraré en su rostro
hasta borrarlo de él y de mí mismo.

Me hace acorda a El hombre negro de Esenin,


es un poema del dopelganger, puede hablar del desdoblamiento
o del inconsciente mismo, no?

Algo me llamó la atención mientras releía a Marcel Schowb: el sufrimiento, su vida es


terrible. Porque en Artaud el sufrimiento va ligado al heroísmo, a la furia.

El amor de Marcel Schwob con la joven prostituta Louise duró unos pocos años, en los
que la tuberculosis de ella se acrecentó mientras él le escribía cuentos. Cuando Louise
murió vieron a Schwob llorar de desesperación. Un día se encerró harto de que le
tuvieran piedad y escribió El libro de Monelle y jamás volvió a hablar de Louise ni a
permitir que se la mencionaran. Luego se casó, sufrió algunas operaciones complejas
("parezco un perro viviseccionado" escribió en su diario) y se hizo adicto a la morfina
que le daban para calmar el dolor. Pero es en medio de ese dolor que escribe Vidas
Imaginarias y La cruzada de los niños. Viajó enfermo en circunstancias complejas para
conocer los lugares de su referente literario, Robert Louis Stevenson. Y esperó a volver
para morir en los brazos de su esposa.

¿Qué es esta vida, mi querida, donde en el mejor de los casos, unos pocos textos nos
seguirán diciendo

Pero Schwob... su amor con la joven prostituta Louise (Monelle) duró unos pocos años
en los que se acrecentó la tuberculosis de ella. Fue un amor casi secreto, no la
presentaba a sus amigos pero la cuidaba mucho y le narraba historias que escribía para
ella. Javier Galarza
Cuando amaneció me puse una manta que traje de Noruega sobre el pecho. Y la apreté
fuerte allí.
Pienso en tu prodigalidad, en tu libertad para producir ficciones, una mujer es lo que
finge, me dijo una mujer que ensoñaba las mañanas que robamos a todas las vidas que
no conocieron la pasión.
Pienso también en lo ingrávido de mi presencia, en mi necesidad de faltar, como destino
natural de todo escritor.
Quiero decir todo rápido y callar lo antes posible.
Si yo no soy inocente o vos sos injusta construyendo.
Destinos ingrávidos, quiero ser restos de shampoo que bajan por tu espalda y no mucho
más que eso, escritor ya fui y me fue bien y solo preparo mi silencio.
Lo hecho hecho está, ahora quiero sorprenderme.
Eso, puse una manta contra mi pecho en la mañana, pensé con admiración en tu libertad
para producir ficciones y salí a caminar a cualquier lugar que fuera lejos.
Y un resto de shampoo entraba en tu paleta de colores.
Y no sabia que iba a llover.

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