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RECUENTO
VIDA Y LETRA
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LOS CUENTOS DE SALVADOR
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La ficción aparece en sus nuevos intentos: “Transfiguración”, “Sin
despertar”, “Personajes en dos dimensiones”, “Laberíntica”,
“Onirilia”, “Metemsomatosis”
La imaginación retorna al mundo objetivo y escribe: “140
decibeles”, “Noche de títeres” “Soledad solidaria” y “Una vieja
historia”.
VICTORIA HUACUZ
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AIRE RURAL
• El primer sábado
• Bajo la parota.
• Acuérdate del año pasado
• Desenlace.
• Para no empolvarse
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EL PRIMER SÁBADO
Mientras bajaba al río por otra vereda para remojarse, escuchó una
voz femenina que llegaba con aroma de azahares y hierba
húmeda:
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“Que chulos ojos,
los que se pasean conmigo,
los que se pasean conmigo
por la Alameda.”
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“Cuando veo al atardecer pasar cerca las ráfagas verdes de los
loros y perderse entre el penacho de palmeras que junto con la
curva azul mar forman mi horizonte, recuerdo las tardes de
Morelia, mirando otros atardeceres desde la Calzada o desde el
bosque; desde los Filtros o en plena avenida Madero, pero
pronunciando un nombre femenino o una confesión en el oído de
ella.
Había tantas cosas que aprender y tenía que hacerlo, porque pensó
que, si mostraba ignorancia, iban a desconfiar de su trabajo. En su
equipaje había traído sus libros, pero comprendía que en algunos
casos poco iban a servirle. Él quería ser un maestro, dedicarse por
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entero a su trabajo y dejar una huella profunda en cualquier sitio
donde realizara su labor. La entendía como una de las más
elevadas, más valiosas, y estaba dispuesto a hacer cuanto fuera
preciso para formarse como un maestro íntegro y llegar a círculos
más amplios con la misma misión, pero con mayor
responsabilidad.
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BAJO LA PAROTA
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En pocos minutos me entero de su situación: pronto vendrán los
compradores de copra a llevarse la cosecha. No saben a cómo les
van a pagar, pero tienen que aceptar el precio que les fijen,
irremediablemente. Si alguien quisiera pagarles más, no podrían
venderle la cosecha porque ya la tienen comprometida. Los
compradores, dueños de las grandes tiendas de la región o de los
zangarros, les han prestado dinero o fiado mercancía.
Ten cuidado con lo que vas a decirles hoy. Sabes bien que esa
cancha es el único lugar de reunión que tienen. Has visto que no
sólo los jóvenes vienen en la tarde, sino que aprovechando el
“aparato” de petróleo han venido los señores a que les leas unas
cartas, las contestes, les enseñes a firmar y te preguntan tantas
cosas que despiertan tu curiosidad; desde las leyendas populares
como la “llorona”, hasta algunos temas de política, de las cosas
del “otro lado”, de la religión, de las leyes y de las aventuras de
“Don Cacahuate”.
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“Recorro con la vista la expresión de cada uno. Saben que lo que
voy a decirles no les gustará, lo presienten”.
. . . hasta ahora el juego . . .
“Uno de ellos ha empezado a rumiar no sé qué palabras”.
. . pero la escuela no tiene techo . . .
“No estoy convencido de lo que voy a decirles, pero no quiero
titubear ahora”.
. . . la puerta y las ventanas . . .
“Pienso que me hace falta razón, porque sin preocuparnos por
las carencias materiales, hemos trabajado muy bien hasta la
fecha”
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Cuando leías las últimas líneas de un capítulo de tu libro
preferido, ellos tomaron una decisión: no quedarse sin cancha de
juego.
Conocen toda la región; cada uno de los lugares del rancho les
pertenece; saben cuántos cirianes hay en el camino, dónde está
una parota, cuantos pasos tiene la hujera, dónde está la pochota
más grande y dónde los habillos. Conocen los refugios de los
venados y a cuáles ojos de agua van a beber. Saben también, que,
en todo el ejido, no hay otro terreno disponible para jugar.
Dondequiera hay piedras, arena, zanjas, declives, pantanos,
caminos, árboles, distancias, desconfianza, soledad.
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Pero las cervezas quitan la tranquilidad de la gente del ejido, como
el año pasado. Sólo hay un terreno: el solar de Lombardo. Él no es
ejidatario. A nadie le compró. Hace ocho años le prestamos el
solar para que tuviera sus animales. Es tiempo de quitárselo. Él no
es de aquí, además, el profesor dice que nos explota, que se
enriquece con nuestro trabajo. Cuando llegó al rancho, no traía ni
en que caerse muerto. Vamos a quitarle el solar. ¡Quien se
raje! ...Sí, quien se raje.
Pero Lombardo no está sordo. En cuanto quisieron meterse al
solar, por la puerta de trancas, Lombardo los esperaba con el
máuser listo; el hermano con la retrocarga y la esposa con un
salón.
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DESENLACE
- ¿Qué hay?
Preguntó con desenfado Felipe.
Los maizales se agitaron nerviosos; incluso, la tarde mostraba
un color impreciso que trascendía a los hombres proyectando
el temor del encuentro inminente.
Jacinto fumó largamente y contuvo el humo. Sus ojos se
fijaron tercos en Felipe con una mirada metálica, inexpresiva.
Sus pensamientos se agitaron en recuerdos pasionales, sus
músculos quedaron tensos, dispuestos a la orden sofrenada de
la venganza.
- ¿Qué hay?
Volvió a inquirir en el mismo tono Felipe.
Los hombres contuvieron el aliento y quedaron expectantes.
Las bestias relincharon inquietas presintiendo el desenlace
fatal.
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Jacinto arrojó el cigarro; bajó y subió la mirada rápidamente y,
olvidándolo todo sus labios se abrieron para dejar salir su
áspera voz, como un eco de cavernidades insondables.
PARA NO EMPOLVARSE...
Todas las tardes, luego que el sol caía como una moneda
reluciente sobre la línea horizontal del mar, suspendíamos el juego
de voleibol y nos sumergíamos festivos en las aguas del río que
pasaba por la escuela.
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reyerta imaginaria concluía cuando por un sendero que bajaba
del cerro, don Miguel le gritaba, como todos los días:
- ¡Prooofe, ya véngase a cenar
..................................................
NOTA INNECESARIA
VERA FICCIONES
• Transfiguración
• Sin despertar
• Metemsomatosis.
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TRANSFIGURACIÓN
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La narración quedaba inconclusa. El escritor cavilaba y cavilaba
sin llegar a tener en claro la sucesión del texto. Así pasaron los
días hasta que el manuscrito fue guardado con otros textos que
tampoco habían sido concluidos.
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Releyó las últimas líneas del manuscrito y junto a la frustración de
la seducción interrumpida, brilló en su pensamiento una chispa de
venganza… Ahora, Eleuterio, el escritor estaba en el lecho con
Karla; pero él, Carlos, tenía la pluma en la mano y la historia aún
no concluía: el destino de Eleuterio quedaba a su imaginación.
SIN DESPERTAR
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descansar. Cierro los ojos y relajándome, en el momento en que el
tren se pone en marcha, me siento atraído por el sueño.
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En la euforia del momento, a intervalos frecuentes nos unimos
para gritar al unísono:
“El pueblo, unido,
jamás será vencido”
Dirán que fue la sorpresa y que por eso pudimos apoderarnos del
edificio. Las jovencitas que habían sido asignadas a la entrada
como guardianas no pudieron resistir la avalancha humana que las
arrolló. Creo que salieron ilesas porque nadie pensó en hacerles
daño. El enfrentamiento violento fue con el puñado de hombres de
ruda y negra experiencia policiaca que nos esperaba detrás de
ellas. Fueron desarmados y golpeados, aunque no como se
merecían… Al caer la tarde, la euforia del triunfo recorría calles,
plazas, portales y todos los ambientes. La ciudad permanecía
embriagada en la novedad. Nosotros ya sabíamos lo que iba a
seguir.
Julio de 1997.
METEMSOMATOSIS
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Sí, Andrés no ocultaba esa intención de avasallarla entre sus
brazos. Ahora recordaba aquella solicitud de Andrés para
acompañarla a todas partes: de aparecérsele a la salida de clases o
en la biblioteca; en el camión urbano para ir al hospital y, a veces,
en la entrada del cine. Incluso llegó a ir a bailar con él algunas
tardes y presionando la memoria, recordó lejanos paseos por el
parque zoológico, remando en el lago, a veces bajo una brisa
inofensiva o bajo un aguacero que festejaban con su risa
espontánea.
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Nadia apagó el televisor y ya en la cama buscó un libro para
esperar el sueño. Un poco después, apenas alcanzó a apagar la luz.
“Es el momento de salir de aquí – se dijo Andrés.”
Salió emocionadamente decidido. Observó a su alrededor y
deduciendo la ubicación de la recámara se dirigió hacia allá. Un
ligero temblor de miedo recorría su todavía torpe cuerpo.
Julio de 1991.
PARA “ENCUENTO”
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En 1986, José Luis Rodríguez Ávalos, al frente del Colectivo
Artístico Morelia inicia los eventos anuales para invitar a los
cuentistas a participar con sus creaciones. Este evento se llamó
ENCUENTO y Salvador estuvo invitado desde el primero. Ya
figuraba como cuentista por sus premios locales. En el primer
encuentro tuvo la oportunidad de leer dos de sus trabajos: “Bajo la
parota” y “Onirilia”. Después, cada año pensaba en escribir algo
diferente y así surgieron los tres cuentos: “Transformación”, “Sin
despertar” y “Metemsomatosis”, uno de ellos, lo terminó minutos
antes de su participación ante el público.
GOG.
• EL SEÑOR “E”
• FALSAS PALABRAS
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CÁLAMO CURRENTE
(KALEIDONARRA)
• Sin mañana
• Noche de títeres *
• 140 decibeles *
• Soledad solidaria *
• Una vieja historia.
SIN MAÑANA
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Felipe pasó su brazo por la frente para limpiar el sudor; exhaló
sofocado, se removió y quedó con la mirada fija en las sombras
informes de la galera en espera del amanecer. Afuera llovía. Era
una noche cálida de agosto y se hacía insoportable en ese sitio sin
ventilación, largo y terroso, alojando a 32 hombres hacinados por
los rincones. Felipe desabotonó la camisa; frotó su pecho con la
mano derecha repetidas veces; se incorporó y quedó sentado sobre
el costal que le servía de cama.
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El día terminaba y Felipe no había probado bocado. Su cuerpo
buscaba el descanso en una banca del jardín. Cerró los ojos para
mirarse dentro.
Las parejas vuelven a sus mesas y las voy siguiendo con la mirada
para constatar su cansancio o su emoción por seguir bailando. En
la siguiente tanda vamos a incluir música suave para que las
parejas retomen el sentido del baile; ese encuentro de un hombre
con una mujer confirmando afinidad y tal vez preludio de futuros
intercambios de ternura, a veces, en un plazo breve o
inmediatamente después del baile.
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compañía era una experiencia inolvidable. “Gracias” le dijo ella
y agregó con tono terminante: “Otro día nos veremos, adiós”
140 DECIBELES
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- Es negar una parte de nosotros mismos, clausurar la
sensibilidad reflexiva para limitarnos a las sensaciones de
la percusión.
Y hubo respuestas, primero con temor, pero poco a poco el
grupo fue creciendo en una estricta clandestinidad.
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Tina y Günter formaban una pareja armónica en muchos
sentidos sus caracteres parecían complementarse de una
manera natural, salvo en el disfrute de la música. Él pocas
veces acompañaba a Tina a sus conciertos juveniles y ella
jamás lo acompañó a esa rara presentación de música de
cámara.
Tina resistía dejarse llevar por las explicaciones del amigo, pero
poco a poco, fue aceptando ese mundo sonoro que había
desaparecido en el exterior. Günter la fue iniciando con las obras
elementales: los “claros de luna”, los “nocturnos”, los diálogos
interiores de los “tríos y cuartetos”, el correr de los ríos para
formar la catarata de las “sinfonías”; el peso doloroso de la
tragedia de las “óperas”, en fin, las obras rescatadas que tenían
íntima relación con la sensibilidad de Günter que deseaba
compartir con Tina.
- ¿Cómo describirías el paisaje de Noruega? Escucha esta obra de
Grieg que desea comunicarnos el amanecer en su patria...
Así fueron pasando los días y aunque Tina Aceptaba todo lo que
su amigo emprendía no podía negar que estaba en el plano de lo
prohibido por la sociedad y su familia. Temía profundamente el
desenlace, pero ya no podía retroceder.
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En los últimos meses, la policía pregonaba los descubrimientos,
decomisión y quema de materiales subversivos y el castigo a los
infractores. Las masas aplaudían esos hechos y se gritaba con
mayor énfasis el sin Ludwuig, sin Franz y sin Johanes.
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SOLEDAD SOLIDARIA
Las aguas del Orne pasan con un leve rumor bajo los puentes
antes de llegar al puerto. El gris de la tarde parece aumentar el
sentimiento de soledad que cubre la ciudad en este primer día del
año. La temperatura es baja y el viento helado hace que Christine
lleve su bufanda al frente del rostro que deja sus ojos fijos en la
susurrante corriente del río. Ella se apoya en el barandal del
puente y seguramente intenta descubrir alguna señal que venga de
las cercanías de Alençon, donde están las raíces de su vida.
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Sí, sí, dijimos los amigos que estábamos en ese momento y la
animamos a que continuara; cada vez con más certeza iba
diciendo:
“Te quiero porque tus manos trabajan por la justicia”
De las galerías conocidas, esta era otra más que cerraba los
salones a su obra. Sentía que llegaba tarde a esta búsqueda de
espacios. Pero no podía cambiar lo pasado. Cuando conoció a un
pintor centroamericano como él, instalado en Les Halles, antes de
la construcción de la nueva plaza, no tuvo la osadía de enfrentarse
a la cotidiana angustia de luchar por la subsistencia y compartir
los espacios, las relaciones, el pan y el techo. Tomó otro sendero
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de seguridad y dejó los pinceles como elementos de pasatiempo
esporádico, aunque no sin la intención de probar nuevos estilos
cada vez que los utilizaba.
¿A dónde iría?
Ya no podría ir a ese restaurante griego en la rue Mouffetard. Se
conformaría con una baguette con mantequilla y unos huevos
fritos que prepararía en su pieza de la calle Víctor Hugo en Pantin.
Elegir este camino podría ser fácil; sin embargo, no quiere pensar
en la palabra que merecería si optara seguirlo. No es por “el qué
dirán”, sino por sus propias convicciones, sus sentimientos
verdaderos, su integridad. Si alguna vez ha llegado a ese espacio
azul, ha sido estrictamente urgente y necesario. Quiere justificar
esta debilidad pensando que las redes de la vida lo conducirían de
cualquier manera a ese lugar, por más que hubiera querido
escapar. Si el destino está marcado, conviene dejarse llevar y no
oponerse. Cierto, también ha creído que “el hombre es el
arquitecto de su propio destino” y lo importante es encontrarse en
la encrucijada para tener la libertad de decidir. Siempre que ha
habido una decisión, nunca aparece la duda ni el arrepentimiento.
No volver atrás parece ser una regla determinante.
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Cuando concibió la imagen de Afrodita, no estaba pensando en
alguien en particular. Podría ser Isela, Nadine, Blanca o
Argentina, quienes en un momento de su vida compartieron la
esfera de la intimidad. Fueron estaciones pasajeras en donde
nunca hubo la palabra de llegar a un destino, ni la promesa de un
mañana. Fueron oasis de ternura espontánea; como pasar por un
jardín pletórico de flores y aspirar el perfume libremente, cortarlas
y lucirlas por un momento. “Las rosas son para nosotros, para
nosotros es su aroma”, había dicho frecuentemente un antiguo
compañero de trabajo.
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Trató de volver a precisar los rasgos esenciales de su relación con
Nora, la tica, y se dio cuenta de estar presentado sólo su punto de
vista.
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Sí, ha habido momentos de decisión temporal y en cualquier
oportunidad buscaba distancia. Seguía siendo fiel a sí mismo para
no romper con nada de manera definitiva. Así era él, confiando en
que, si la vida da vueltas, habrá los momentos para volver a
empezar, como las estaciones del año, por muy duro que sea el
invierno, siempre llega el sol del verano.
“Está muy claro. ¿Qué hago aquí? Por el momento voy a esperar
si se presenta una reconvención de lo que nos hemos dicho. Si
pasando media noche no hay visos de volver a establecer un
nuevo puente, me iré. Es tiempo de dedicarme a lo mío, a la
pintura, necesito esta oportunidad. Venderé la huerta de
Chinandega y me iré unos meses a París. “
Después de estas reflexiones, miró su reloj: “las 2:10, es muy
temprano”. Esperó unos minutos más, buscó una hoja blanca,
anotó la fecha y la hora y con letra grande escribió:
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en la tentación de llevar también un mille feuilles y un Paris-
Brest. Un pequeño lujo, reconocía.
Alain intentaba decir algo sobre sus proyectos, sobre sus propias
decisiones, pero sabía que no iba a ser escuchado porque a la
primera palabra suya, ya estaba sobreponiéndose la voz estricta de
Nora. Sentía la seguridad para exponer sus argumentos, pero sabía
lo inútil de ese esfuerzo. Los espejismos de su consagración como
artista parecían disolverse a la sombra de una oficina desconocida.
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KALEIDONARRA
ARTE CUENTÍSTICA
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Yola y Sergio se miraban dolorosamente en los fragmentos del
espejo esparcidos en el suelo. Alguien recogió los cristales
destrozados y nunca más volvieron a mirarse. La música quedaba
dormida en el arpa que se iba llenando de polvo frente al espejo
destruido.
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Conmovido e impotente ante el dolor humano, perdía sus fuerzas;
se sentía débil y su cuerpo perdía calor. Sintió sus labios resecos
y desde el interior de su cuerpo se deletreaba en débiles
palpitaciones la palabra h a m b r e.
Sabía que era otro sueño por la imagen difusa que paulatinamente
se aclaraba. Había hombre, mujeres y niños sentados formando
filas que se extendían en una gran explanada. Al fondo se
levantaba la mole impresionante de la iglesia que semejaba una
montaña. Cientos de esculturas de dioses y diosas parecían en
primer plano estratificados a semejanza de una catarata humana.
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escribir, estaría allí, junto a los jeeps de la UNICEF o tal vez
hubiera salido de la ciudad, muchos años atrás.
Con temor bajo los ojos a mirarse y vio sus ropas raídas y sucias,
sus brazos igualmente famélicos a los de aquellos que gruñían por
sus raciones de arroz.
Sintió en su mano derecha los bordes gastados de su escudilla y
comprobó que estaba sentado en la plaza y, para que llegaran a él
los hombres uniformados que realizaban el reparto, faltaba mucho
tiempo.
- ¡Sursum popula!
Gritó emocionado y una multitud gritó tras él:
-¡Sur sum popula!
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Las noticias de otros lugares eran alentadoras. La resistencia de
los opresores era nula. Miembros del ejército, incluso oficiales,
habían aceptado el llamado y deponían las armas.
LABERÍNTICA
- ¿Por qué aparece Eva aquí? Esos son tus personajes; estás
invadiendo mi historia. Eva no existe en el grupo. Yo sé que desde
que escuchaste esa historia, a cada mujer que encuentras la miras
como si fuera el personaje de uno de los cuentos del maestro de
literatura que se inspiró en esa página bíblica. Eso puede
trastornar tu mente, Othón. Tendrás que ver al psiquiatra un día
de estos.
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MORIR POR LA CAUSA
- Oye, Boris, como que esto está muy aburrido ¿no crees?
- ¡Voy...! Pos si esto es lo que queríamos, ¿No? Mira:
harto chupe, viejas, las que quieras y música gruesa.
- Sí, pero ya me estoy aburriendo. ¿Tú no, Jim,my?
- La neta, sí... Todos los días siempre lo mismo.
- Es que te hacen falta unos toquecitos.
- No sé, Teclas... pero ¿por qué no hacemos algo esta
noche?
- ¿Otra vez, Nacho? Ya dijimos que aquello iba a ser lo
último y hay que cumplirlo.
- Pos sí, pero esto no tiene nada de bueno.
- Yo también quiero acción. Esto es el convento; además,
traigo el carro de mi jefe con placas oficiales. ¿Qué nos
pueden hacer?
- ¡Órales, anímense! Una vez más no nos perjudicará.
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- ¡No! Dijimos que eso ya se había acabado; acuérdense
que nos vimos muy cerca de la cárcel, nos salvamos por
un pelito de rana.
- Miren, aistán esas viejas, vamos a divertirnos como
merecemos.
- No me falles, Boris, yo nunca creí que te rajarías tan
pronto. Ni tú, Teclas. Siempre jalaban.
- Mira, Nacho, vámonos tú y yo. Los dos la hacemos.
- ¡Sale, Jimmy! Para eso son los amigos.
- ¡Adiós, rajones...!
- ¡Oigan, no se vayan!
- Déjalos, ya están grandecitos...
- Pensemos bien lo de la asamblea porque las cosas están
cambiando a nuestro favor.
- Sí, Gabino, por eso estamos aquí, decididos a todo. ¡A
todo!
- Una palabra o una actitud puede perjudicar todo el trabajo
que hemos venido haciendo para llegar a este momento.
- Es decisivo, Tania y aunque parece que nuestro sueño se
está convirtiendo en realidad, no debemos cantar Victoria.
Aún falta mucho.
- Pero ya es un hecho: los sindicatos han sustituido a sus
dirigentes corruptos y los cuadros nuevos comparten
nuestras metas.
- Sí, ha sido una tarea larga de ustedes dos, Tania y Alicia,
para infiltrarse entre las bases trabajadoras y preparar con
paciencia estas acciones.
- Revisemos el plan. A las seis de la mañana estarán las
brigadas en las radiodifusoras locales. Tres han aceptado
recibirlos como voceros del movimiento pacifista de
integración social, pero otras no; ahí intervendrá el grupo
de asalto. Todo estará listo a tiempo.
- ¿Crees que sospechen de nuestra lucha?
- Es posible, pero no han podido detectar que todos los
movimientos de las bases sindicales han tenido una
orientación común. Nunca nos han visto juntos y a pesar
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de la proximidad en el trabajo, nos hemos mantenido
distantes. Esta visión de formar grupos traslapados en
donde sólo el representante tiene contacto con el otro,
pensábamos que ya no iba a funcionar.
- ¡Basta, basta! No sigas, porque no hay necesidad de
descubrirnos
- Gabino, urge redactar el comunicado que será transmitido
a las seis de la mañana. Vamos a trabajar en eso.
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La capital del estado había sido escenario de múltiples
manifestaciones, tantas que la población no se sorprendía.
Algunos sectores de la población se mostraban molestos porque
día con día, el centro de la ciudad era cerrado al tránsito vehicular
y eso les implicaba embotellamientos enojosos y retrasos para
muchas actividades.
La costumbre de dejar las manifestaciones sin represión y con el
ofrecimiento de recurrir al diálogo posteriormente, aunque no se
resolviera nada, parecía ser la característica de la política oficial
que mantenía una imagen de tranquilidad. Había periódicos
liberales que publicaban expresiones de todas las tendencias y
emisoras de radio sin censura, lo que ayudaba a crear ese ambiente
de distensión, diferente al que prevalece en otras regiones del país.
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- No, no, Gabino, tú debes descansar Me voy con Tania,
amor.
- “Antier vi en el periódico una foto de Gabino que
despertó todo un mundo de recuerdos en donde él figura
en un plano inolvidable. ¡Ah, cómo ha pasado el tiempo!
- Aunque eso no quiere decir que estamos viejos o
acabados; pero Gabino apareció en mi vida en mis 17
años.
- Tal vez, fui yo quien se le apareció a él.
- Hubo una comunicación total desde el primer encuentro;
luego, despertaron múltiples afinidades en cascada que
nos unía en cada momento del día.
- Si quisiera dar un nombre a las actitudes de Gabino, todas
estarían comprendidas en la palabra ternura.
- Aún aquella comprobación de la frase escrita por
Franciose Sagan en labios de su personaje central en
“Bonjour tristesse”: “Hizo agradable lo que pudo ser
doloroso.”
- ¡Cómo poder olvidarlo...!
- Por eso, al llegar de esta ausencia tan prolongada y
encontrar su foto, decidí buscarlo, porque no fuejusto que
nos separáramos de eso forma. ¡No fue justo!
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portezuela del auto y lo abordó, aunque en la distancia se
observaba su inocultable malestar.
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poder sobre los hombres, sólo por vivir en otras latitudes? Para
eso es el dinero y el peso del apellido en la política nacional.
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En las primeras horas del día la ciudad quedó inmersa en un
barullo inesperado. Las emisoras de radio difundían mensajes y
explicaciones que aceleraron el despertar de la población. Los
contingentes se desplazaban con prisas diferentes: a veces la prisa
por tomar cierta posición; a veces un esconderse de algo
desconocido. En los suburbios, algunos furtivos disparos se
escucharon, luego desaparecieron sin otros testimonios de
violencia. Algunos compases marciales de otras épocas pasaban
por la radio y cundía el entusiasmo en los grupos emprendiendo
nuevas tareas encomendadas.
“De pie, marchar
que vamos a triunfar.”
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- Gracias Mirna. Llévame primero a tu casa y cuéntame qué ha
pasado.
- Sí, vamos. No sé mucho, pero la radio nos ayudará.
Mirna aseo con cuidado todas las heridas. Pudo percatarse que
no había fracturas en el cráneo, tal vez en las costillas.
Heridas en el rostro, abdomen y brazos.
Las informaciones describían minuto a minuto la situación
local y nacional. Había euforia en todos los mensajes. Las
armas habían cedido a la razón y al anhelo de justicia,
compartido por todos los grupos sociales. No se mencionaban
bajas en ninguna de las partes. Sólo la desaparición del
compañero Gabino era lamentable. Dedicaban minutos de
silencio en su honor en plaza, jardines y centros de reunión.
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