01 - Módulo 2. Curso de Acreditación Docente para Teleformación (Tutora - Formadora Online)

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Curso de Acreditación Docente para Teleformación (Tutor/a – formador/a online)

MATERIAL DEL
ALUMNADO

Curso de Acreditación
Docente para
Teleformación (Tutor/a
– formador/a online)
Curso de Acreditación Docente para Teleformación (Tutor/a – formador/a online)

MÓDULO 2
FUNCIONES, HABILIDADES Y
COMPETENCIAS DEL TUTOR-
FORMADOR
Curso de Acreditación Docente para Teleformación (Tutor/a – formador/a online)

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ÍNDICE

2. Funciones, habilidades y competencias del/a tutor/a - formador/a ....... 4

2.1. Las habilidades docentes en la formación para el empleo ................ 5

2.2. Funciones, habilidades y competencias del/a tutor/a- formador/a ... 11

2.2.1. Funciones del/a tutor/a On-Line: ......................................... 11

2.2.2. Competencias: ................................................................ 14

2.2.3. Roles y etapas en la formación On-Line: ................................ 20

2.2.4. Cualidades y habilidades del/a tutor/a- formador/a: .................. 24


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2. Funciones, habilidades y competencias del/a tutor/a -
formador/a

En la educación tradicional, un/a docente prepara las clases de manera escalonada y


tiene la libertad de modificar algunas sesiones si lo ve necesario. Incluso, si no logra
preparar una clase como debería, puede solucionarlo fácilmente con otras actividades
ya que, al cumplir un rol como fuente de información –expone los contenidos, los
explica, los ejemplifica, etc.– tiene un gran margen para subsanar problemáticas de este
estilo. En cambio, el rol de un/a docente en el mundo virtual no consiste en la exposición
de contenidos si no con guiar y facilitar el proceso formativo del/a estudiante. Además,
debe saber cómo motivarla/o con intervenciones en los momentos precisos (Grau-
Perejoan, 2008).

Esta diferencia entre roles implica que el segundo tiene menos posibilidades para
improvisar, especialmente en cuanto a los contenidos de un curso ya que estos quedan
colgados en la plataforma. Esto significa que todos los recursos deben ser muy bien
planificados ya que, en caso de que hubiera algún error en ellos, reemplazarlos es más
difícil.

Considerando esto, Stephenson et al (2008) propone, en la línea de gestión de las


dinámicas docentes, cuatro funciones clave que debe asumir el/la tutor/a On-Line para
el desarrollo correcto de una actividad: pedagógica, social, gestora y tecnológica.

Pedagógica:

• Hacer que el/la estudiante reflexione.

• Fomentar la creación de conocimientos.

• Ayudar a identificar conceptos y puntos clave del temario.


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• Brindar técnicas de estudio y elementos que ayuden a mejorar su proceso de
aprendizaje.

• Dar retroalimentación al/a estudiante.

• Fomentar la capacidad de síntesis y pensamiento crítico sobre los contenidos.

Social:

• Crear un buen clima en el aula virtual.

• Fomentar sentimiento de comunidad.

• Mostrar un tono positivo y empatía.

Gestora:

• Organización, gestión y coordinación de tareas.

• Gestionar los canales de comunicación.

• Planificar y gestionar la secuenciación y temporalización del curso.

Tecnológica:

• Ayudar a que la/el estudiante se sienta cómoda/o dentro de la plataforma de


aprendizaje.

2.1. Las habilidades docentes en la formación para el empleo

Uno de los objetivos principales de la educación superior actual es la formación en


competencias, especialmente en las formaciones para el empleo por lo que las
habilidades de un/a docente deberán estar orientadas al desarrollo de competencias del
alumnado.
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¿Qué es la “educación por competencias”?

En la década de 1870, McClelland (1973), Mertens (1997; 2000) y otros autores, se


empezaron a interesar en la eficiencia de las personas en el desempeño laboral y
(González y González, 2008). A partir de sus estudios, se construye un nuevo sistema
educativo orientado a formar y gestionar competencias.

Este concepto, viene de la mano con las características personales que explican el
rendimiento laboral superior. Para Boyatzis (1982), por ejemplo, “las competencias
constituyen el conjunto de características de una persona, que está directamente
relacionado con la buena ejecución en un puesto de trabajo o de una determinada
tarea”. Para Spencer y Spencer (1993, p. 9) una competencia es: “una característica
subyacente de un individuo que está causalmente relacionada con un rendimiento
efectivo o superior en una situación o trabajo definido en términos de criterios”

En esta línea, De Ansorena Cao (1996, p. 76) define una competencia como: “Una
habilidad o atributo personal de la conducta de un sujeto que puede definirse como
característica de su comportamiento y bajo la cual el comportamiento orientado a la
tarea puede clasificarse de forma lógica y fiable”.

Estos estudios y muchos otros han permitido acercar el mundo laboral al mundo
educativo concluyendo que, para rendir mejor en el trabajo, es necesario formar las
competencias desde la universidad. Con respecto a esto, el Centro de Investigación y
Documentación sobre Problemas de la Economía, el Empleo y las Cualificaciones
Profesionales (CIDEC) sugiere que: “El enfoque de competencia profesional se consolida
como una alternativa atractiva para impulsar la formación en una dirección que
armonice las necesidades de las personas, las empresas y la sociedad en general,
dibujando un nuevo paradigma en la relación entre los sistemas educativo y productivo
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cuyas repercusiones en términos de mercado laboral y gestión de recursos humanos no
han hecho sino esbozarse en el horizonte del siglo XXI” (CIDEC, 1999,p.10).

Con los años, la percepción de las competencias ha ido evolucionando. Hasta 1980, por
ejemplo, se las consideraba de manera más simple: cualidades personales. Es a partir de
esta década que se empiezan a considerar a las competencias como: “configuraciones
funcionales de la personalidad que integran conocimientos, habilidades, motivos y
valores, que se construyen en el proceso de interacción social y que expresan la
autodeterminación de la persona en el ejercicio eficiente y responsable de la profesión”
(González Maura, 2006).

Hoy en día, la enseñanza por competencias es considerada en muchísimas Instituciones


Educativas de Educación Superior. Sin embargo, entenderlas es una tarea compleja. Esto
significa trascender un enfoque simple que las veía como cualidades aisladas, cognitivas,
capaces de predeterminar el éxito profesional en escenarios específicos hacia un
enfoque personal y dinámico que considera que una persona profesional construye,
moviliza e integra sus cualidades motivacionales y cognitivas en la regulación de una
actuación profesional eficiente en escenarios laborales heterogéneos y diversos.

Así lo destaca Le Boterf (2001) cuando expresa que: “una persona competente es una
persona que sabe actuar de un modo pertinente en un contexto particular, eligiendo y
movilizando un equipamiento doble de recursos: recursos personales (conocimientos,
saber hacer, cualidades, cultura, recursos emocionales, etc.) y recursos de redes (bancos
de datos, redes documentales, redes de experiencia especializada, etcétera)”.

Así mismo, otros autores definen a las competencias como la integración de


conocimientos, destrezas y actitudes que permiten el desempeño profesional de
calidad. Por lo tanto, desde un punto de vista académico, estas son el resultado de un
proceso de aprendizaje que garantiza que las y los estudiantes sean capaces de integrar
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esos 3 aspectos: conocimientos, habilidades y actitudes con responsabilidad según las
exigencias del perfil profesional.

Para que la persona consiga esto, se deberán aplicar estrategias educativas que, a partir
de la sumatoria de capacidades individuales específicas y de los conocimientos
adquiridos, se desarrollen actitudes, habilidades y destrezas que potencien un mejor
rendimiento profesional. Algunas de estas estrategias son:

Experiencia:

Se deben buscar actividades y tareas que hagan que la/el estudiante gane experiencia
sobre lo que está aprendiendo. Es decir, que lleve la teoría a la práctica de manera
responsable, con ética y cuidado.

Autonomía personal y flexibilidad:

Una de las mejores maneras de fomentar el aprendizaje por competencias es haciendo


actividades que hagan que la/el estudiante investigue, reflexione, desarrolle el
pensamiento crítico y saque sus conclusiones y que sea capaz de justificarlas. Así se
construye una mentalidad heurística, resolutiva y competente ante situaciones
problemáticas en el ámbito laboral.

En un mundo globalizado y en la actual sociedad de la información, el proceso educativo


y el espacio de aprendizaje deberán cumplir con ciertas exigencias para que la persona
profesional desempeñe sus funciones:

• Además de garantizar la gestión de conocimientos y habilidades, se debe garantizar la


formación de motivaciones, valores, habilidades y recursos personales que le permitan
a la persona desempeñar sus funciones con eficiencia, autonomía ética y compromiso
social en diferentes situaciones y contextos.
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• Tener el objetivo de formar profesionales capaces de gestionar conocimientos para el
desempeño eficiente de su profesión a través de la utilización de las TIC. La/el estudiante
tiene que ser capaz de “aprender a aprender” de manera permanente.

Competencias profesionales genéricas y específicas:

Como se dijo antes, entender las competencias no es algo sencillo ya que en ellas se
integran componentes cognitivos (conocimientos, habilidades) y motivacionales
(actitudes, sentimientos, valores) así como sus diferentes tipos (competencias genéricas
o transversales y específicas).

Actualmente, el desempeño profesional eficiente en una sociedad globalizada y de la


información exige, no sólo competencias específicas propias de una determinada
profesión, si no, competencias genéricas y transversales como: la capacidad de gestionar
de forma autónoma y permanente el conocimiento, de investigar, de trabajar en equipo,
hablar otros idiomas y la capacidad de aprender cosas nuevas (González y González,
2008).
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Podría decirse, entonces, que prepararse profesionalmente implica la formación en
competencias específicas de la profesión y formarse en competencias genéricas. Por
tanto, las primeras se centran más en el “saber profesional”, “saber hacer” y “saber
guiar” y, las segundas, en el “saber estar” y “saber ser” además pueden servir en
distintos ámbitos profesionales (Corominas, 2001).

Bunk (1994) refiere otros tipos de competencias de carácter general:

• Competencias metodológicas: La capacidad de transferir el “saber hacer” en


diferentes contextos profesionales

• Competencias sociales: Son las habilidades comunicativas y de interacción social.

• Competencias participativas: Se refieren a la capacidad de trabajo en equipo y


pertinencia a un grupo, a la toma de decisiones y asunción de responsabilidades.

Por esto, hoy en día, uno de los mayores retos como docentes para potenciar el
desarrollo de competencias profesionales propone que no basta con cambiar los
paradigmas de enseñanza y aprendizaje y los roles que asumen tanto estudiantes como
docentes. Si no que, es necesario concebir la formación y desarrollo de competencias
genéricas y específicas en su interrelación en el proceso de formación profesional.

Según la reforma curricular universitaria para lograr la competitividad, empleabilidad y


movilidad de las y los profesionales en Europa, las competencias profesionales, de
acuerdo a su complejidad, se clasifican en 2 tipos:

• Genéricas (transversales, comunes a todas las profesiones): Elementos cognitivos y


motivacionales como:

▪ Competencias instrumentales: Por ejemplo, la capacidad de análisis y síntesis,


de organización y planificación, y de gestión de información.
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▪ Competencias personales: Por ejemplo, la capacidad para el trabajo en equipo,
la habilidad para el manejo de las relaciones interpersonales, el compromiso
ético.

▪ Competencias sistémicas: Aprendizaje autónomo, la adaptación a nuevas


situaciones, la creatividad y el liderazgo, entre otras.

• Específicas (relativas a una profesión determinada).

2.2. Funciones, habilidades y competencias del/a tutor/a-

formador/a

2.2.1. Funciones del/a tutor/a On-Line:

El o la profesor/a o equipo docente de una formación On-Line, deberá cumplir diversas


funciones:

• Diseño del currículum académico: Planificación y diseño general del curso: armado de
contenidos, desarrollo de actividades y recursos de aprendizaje, fijación de objetivos y
competencias, calificación, cronograma del curso en base al cronograma de la
institución académica, etc.

• Elaboración de contenidos: Gracias a la digitalización, las y los docentes podrán


elaborar los materiales de enseñanza en diversos formatos (texto, vídeo, sonido,
gráficos, animación, etc.) en combinación con los nuevos formatos de texto que
permiten la interactividad y personalización (hipermedia, multimedia, simulaciones,
bases de datos, etc.). Para esto, será necesario que tengan el apoyo de otras personas
que sepan manejar los programas la elaboración de este tipo de recursos.

• Tutorización y facilitación: En la enseñanza On-Line, el personal docente actúa como


facilitador de aprendizaje. Deberá acompañar a las y los estudiantes en todo su proceso
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formativo aclarando dudas con respecto al contenido de la acción formativa.

• Evaluación: El equipo docente deberá evaluar el aprendizaje, el proceso formativo


entero y el desarrollo del mismo.

• Apoyo técnico: Es muy común que en la formación On-Line fallen algunos elementos
básicos de configuración. Por esto, el equipo de tutores deberá conocer ciertos mínimos
de configuración de la plataforma digital para solucionar problemas leves (por ejemplo,
que se rompa un enlace o algún error en el contenido de un curso). En caso de problemas
más grandes ya serían derivados al equipo técnico especializado. La institución
formativa es responsable de que el equipo de docentes y tutores aprenda y maneje
estos mínimos conocimientos. Durante la formación, deberá continuar el apoyo técnico
a los estudiantes.

La educación On-Line requiere mucho más que una persona transmisora de


conocimientos. Se entiende que es un proceso mucho más complejo por lo que la figura
de tutor/a, en el sentido literal del término, es fundamental. Lo más importante de este
puesto es el acompañamiento a las y los estudiantes durante todo su proceso formativo.
De este modo, el o la tutor/a aplica sus conocimientos profesionales para que el/la
estudiante sea capaz de acceder al conocimiento mediante un acompañamiento
estructurado, una evaluación y un seguimiento continuo (Herrero, 2000). Esta persona
es, por tanto, facilitadora del aprendizaje permitiendo así, que la información que
reciban las y los estudiantes se convierta en conocimientos (Eisenberg, 2005). De esta
manera, deberán realizas tres tipos de tutorías:

• Académica: Enfocada en el estudiantado y en la clarificación de dudas con respecto a


objetivos del curso, contenidos, metodología, materiales, recursos y evaluación.

• Orientadora: Se enfoca en guiar de manera personalizada al estudiantado en cada


aspecto de su proceso formativo y conocer los aspectos que puedan interferir en su
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aprendizaje.

• Planificadora o de diseño: De manera personalizada, esta tutoría se centra en la


planificación del estudio del/a estudiante ajustando, si es necesario, los objetivos de
aprendizaje y el plan de trabajo personal.

Las funciones del/a tutor/a On-Line (E-tutor/a) son múltiples y diversos. Existen muchos
autores que las han clasificado (González Arechavaleta, 2000; Bloom y Walz, 2003;
Martínez Casanova, 2004), sin embargo, aquí nos centramos en la aportación de Blázque
y Alonso (2005), que organizan en tres grandes grupos:

• Función organizativa: El equipo de tutora/es determina el cronograma, los objetivos,


procedimientos, etc. De la acción formativa. Además de estructurar el contenido, decide
cuáles serán las actividades interactivas más adecuadas. Debe actuar como líder,
impulsor/a y motivador/a proponiendo actividades participativas, fomentando la
participación del grupo y desarrollando otras actividades que construyan la comunidad.

• Función intelectual: Es la función principal como docente del aula (en algunas
ocasiones, hay instituciones que tienen a una persona que hace de docente y a otras
que hace de tutores/as. Esto puede depender del tipo o tamaño de la acción formativa).
El equipo docente y de tutores/as debe conocer bien el plan de estudios y su asignatura;
deberá dominar los contenidos del mismo, los puntos importantes y, en la medida de
los posible, a las y los estudiantes para poder acercar los contenidos a sus experiencias.
Tiene que ser capaz de responder a las dudas de manera clara y concisa proponiendo
elementos de discusión y reflexión para que la/el estudiante piense sobre lo aprendido
y lo asimile.

• Función social: En la formación On-Line, esta es una función fundamental. La función


social se refiere a las formas de relacionarse con el alumnado. La falta de contacto
desmotiva e incrementa los casos de abandono por lo que el objetivo será en generar
cercanía, un ambiente cómodo y establecer vínculos de comunidad académica virtual.
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Para esto, será clave desarrollar actividades que animen a las personas y tutorizar desde
una perspectiva “humana” mostrando empatía y, si es necesario, expresar emociones y
sentimientos.

Otras funciones de una E-tutor/a consisten en dinamizar el contenido, transmitir


entusiasmos, compromiso y dedicación intelectual.

Para poder desempeñar correctamente todas estas funciones, las y los tutores deberán
desarrollar una serie de competencias.

2.2.2. Competencias:

• De carácter profesional: Son competencias propias del rol como docente: elaboración
de contenidos, ejercicios y planificación general del aprendizaje.

• De carácter técnico: El equipo docente deberá desarrollar competencias técnicas para


el uso de nuevas tecnologías. Para esto, las personas deben estar dispuestas a innovar,
abiertas al cambio, ser flexibles (en la sociedad de la información, lo que hoy es una
cosa, mañana puede ser otra). Además, deberán ser personas curiosas e investigativas
porque, aunque aprendan lo básico, son ellas quienes deberán investigar más allá para
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conocer el potencial de las herramientas que manejan y cómo aplicarlas. No hace falta
que sean expertas/os, en absoluto, ya que tendrán personal de apoyo especializado,
pero sí deberán conocer lo mínimo para ejercer debidamente sus funciones y mejorar
el proceso día a día.

• De carácter personal: Aunque no lo parezcan, estas competencias son fundamentales.


Deberán ser guías, líderes, personas mediadoras y animadoras. Se primará su capacidad
comunicativa, la iniciativa, creatividad, cordialidad y empatía, entre otros.

Cada formador/a o tutor/a no actúa de manera independiente, forma parte de un


sistema. Es importante entender esto ya que, cualquier proceso formativo a distancia se
compone por varios elementos: humanos (formando, formador y personal de apoyo) y
no humanos (contenidos y tecnología) sin los cuales una formación On-Line no sería
posible. Además, todo proceso de aprendizaje On-Line pasa por una “negociación” de
conocimientos (contenidos) entre la persona formadora y la persona que aprende
gracias al personal de apoyo y a las herramientas tecnológicas que permiten esta
conexión.

Cuando se diseña un curso, es vital tener una perspectiva pedagógica activa, ganando
protagonismo así las actividades participativas. En este sentido, es recomendable
considerar reducir el contenido teórico en pos de aumentar los espacios de participación
y el intercambio de ideas. Es cierto que, una clase magistral en la que el/la docente
solamente transmite información (modelo tradicional), es más sencilla de planificar y
requiere menos tiempo que una clase en la que se fomente el trabajo en equipo, en la
que se impulsen los casos prácticos o que las personas participen compartiendo
experiencias. Sin embargo, este tipo de formación es la que trasciende y, sin dejar de
lado la parte teórica que también es importante, impulsa más al desarrollo de
competencias.
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La información percibida, en un modelo educativo tradicional, no queda es asimilada de
manera tan efectiva. Sin embargo, los procesos más dinámicos que fomentan la puesta
en práctica provocan estímulos que hacen que las personas que aprenden asimilen las
cosas de mejor manera, las guarden en su memoria y las apliquen en el futuro. Se podría
decir que, de esta manera, el conocimiento si se genera y va más allá. Este modelo
educativo es muy utilizado en varias instituciones educativas presenciales y es el que
mejor se adapta a la educación On-Line ya que fomenta el desarrollo de competencias
y motiva a las personas (tanto a docentes como estudiantes).

Para fomentar el trabajo en grupo, se pueden señalar diferentes tipos de actividades:

• Introducir el tema de debate: Parte de un enunciado (en forma de pregunta o


afirmación) en base a alguna de las lecturas y otro material del curso que invita a que
los estudiantes lo respondan a partir de opiniones personales o investigaciones. Además
de responder al enunciado, pueden responder a las intervenciones del resto del grupo.

• Incitar ideas propias: Es muy importante evitar poner la respuesta a todas sus dudas
en “bandeja de plata”. Las y los estudiantes tienen que ser capaces de entender las cosas
sola/os. Es decir, la/el docente o tutor/a debe guiar al/a estudiante en todo momento,
brindar las herramientas que necesite y facilitar los procesos, pero son ellas/os quienes
deben llegar al resultado: reflexionando, con pensamiento crítico e investigando. Por
ejemplo, si una persona tiene dudas sobre alguna definición o sobre el resultado de
algún ejercicio, la/el docente debe brindarle las herramientas (como un diccionario o
técnicas de estudio) para que la/el estudiante las use y construya ideas propias. Así, será
capaz de intervenir con ideas bien estructuradas en el momento en el que se ponga en
práctica un debate o una actividad en la que cada participante tenga que exponer un
tema y defenderlo. Y, también, desarrollará habilidades de trabajo en equipo ya que
escuchará las ideas de las demás personas y, en conjunto, desarrollarán ideas de manera
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colaborativa.

• Facilitar información: Casi de la mano con el punto anterior, como persona experta en
la materia, la/el docente o tutor/a es quien brinda información, herramientas y recursos
sobre el estudio para facilitar el proceso y el trabajo en equipo.

• Integrar y conducir las intervenciones: La/el docente o tutor/a deberá ser capaz de
sintetizar las participaciones, reconstruir ideas y desarrollar nuevos elementos de
discusión o conclusiones sobre el tema planteado.

• Globalizar los aprendizajes: Plantear temáticas de discusión más generales de manera


que la participación sea más activa.

• Ayudar al alumnado a desarrollar sus habilidades de comunicación señalando por


privado sus posibles puntos de mejora para un mejor entendimiento con el grupo.

El acompañamiento pedagógico es uno de los competentes más importantes de la


docencia (Martínez y González, 2010). Este es conceptualizado como: “un conjunto de
acciones mediadoras y reflexivas entre el formador y el estudiante utilizadas para
orientar el acercamiento paulatino y sistemático de este último a la docencia”. En la
formación On-Line, esta no es una función lineal ya que implica tareas interdisciplinarias.

Para saber si el acompañamiento pedagógico es el adecuado, la persona formadora


deberá centrarse en apoyar al alumnado y diseñar estrategias e instrumentos
diferenciados que permitan recuperar evidencias de su propia practica: un diario, el
portafolio de evidencias, la videograbación, encuestas, evaluación docente, entre otras
(SEP, 2012). Los resultados de estas técnicas permitirán que el equipo docente realice
los cambios necesarios para mejorar el proceso formativo. Ya es bastante complicado
formar de manera presencial por lo que, en la educación On-line, hay que ser mucho
más minucioso/a y detallista para brindar la mejor formación posible y disminuir el
porcentaje de bajas y abandono.
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El término “pedagogía de acompañamiento” se refiere a determinadas áreas
educativas como: el trabajo docente, la dinámica de la institución y la formación y
actualización docente. Desde ese concepto es una función tutorial, por ende, la figura
del/a tutor/a como acompañante ¿necesita preparase para ejercer como tal?

Hay autores (Vera y Vera, 2015) que señalan que no es necesaria una formación
específica para la persona tutora. Es decir, que no hay un perfil idóneo con las
competencias profesionales y personales requeridas específicamente para esta función.
Más bien, son ellas quien deben actualizarse mediante lecturas y experiencias reales. Lo
que sí es importante para el desarrollo de sus funciones es que la persona debe ser capaz
de apropiarse de conocimientos, habilidades y actitudes propias de una educación On-
Line y de la oferta formativa específica para ejercer la acción tutorial siendo consciente
de que, a través de autoevaluaciones, podrá verificar si cumple o no con los necesario
para hacerlo. De igual manera, tiene que ser una persona que reflexione de manera
regular si la metodología empleada en el proceso es la mejor o no y, ser capaz de
modificarla si el resultado es negativo. Lo más importante aquí es que el alumnado
aprenda de la mejor manera.

A través de una actualización teórica y metodológica sobre los atributos de un


acompañamiento pedagógico óptimo, se pueden destacar: habilidades sociales y
comunicativas, actitudes de respeto y asertividad, creatividad e innovación, ser
mediador entre el estudiante y el objeto de estudio, promotor del aprendizaje reflexivo,
autónomo y situado.
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Por otro lado, estos atributos deberán ir acompañados con ciertas características que
debe tener la persona formadora Vélaz (2009): Capaz de generar relaciones de empatía,
escucha activa, alta expectativa de las tareas, valora la creatividad y autonomía, acepta
errores y conflictos viéndolos como oportunidades, articula teoría y práctica, es flexible
y abierto a nuevos aprendizajes, asume riesgos, asesora, orienta, trabaja
colaborativamente, retroalimenta y utiliza las tecnologías de la información y
comunicación.

La/el docente o tutor/a y el acompañamiento pedagógico deben ir siempre juntos. Ni


uno funciona sin el otro por lo que lo ideal es que ambos cumplan con los parámetros
ideales para que encajen bien en el proceso y se cumplan con los objetivos. Pero, al igual
que todo en la formación On-Line, estos no son lineales. Es decir que, no se pueden
determinar modelos de acompañamiento pedagógico o funciones de tutorización en
concreto y desde el principio de manera cerrada ya que estos se desarrollan en un
contexto muy variable por lo que deben tener una estructura fuerte (como todo lo
mencionado anteriormente), pero considerando que, si el proceso formativo lo
requiere, pueden modificarse de acuerdo a las necesidades. Como cualquier proceso, el
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formativo tiene varias etapas. Para responder a las necesidades de cada una, se deberán
adoptar diversas estrategias de acompañamiento y asumir diferentes roles y funciones
(es por esto que es tan importante que el perfil de la persona formadora sea flexible y
resiliente).

2.2.3. Roles y etapas en la formación On-Line:

Debido al fuerte impacto de las TIC en la comunicación, se define Comunicación


Mediada por Computador (CMC) a todas las instancias de comunicación síncronas o
asíncronas realizadas por medios de recursos tecnológicos. En los últimos años el uso de
las CMC ha crecido notablemente, especialmente en la modalidad asíncrona (Tolmie y
Boyle, 2000). Estas herramientas comunicativas, incorporadas de manera apropiada en
el ámbito educativo y con su debida asistencia, favorecen los procesos de enseñanza-
aprendizaje llevándolos a nuevas esferas innovadoras: “un proceso interactivo y
colectivo de producción de conocimiento en donde los alumnos producen el
conocimiento activamente formulando las ideas por escrito que son compartidas y
construidas a partir de las reacciones y respuestas de los demás” (Harasim et. al. 2000,
p. 24).

De esta forma, nos encontramos en una nueva dimensión de aprendizaje en la cual


existe la posibilidad de crear entornos de aprendizaje virtual que potencien el trabajo y
la construcción de conocimientos de manera colaborativa. En este ámbito, se
promueven espacios de reflexión, acceso 24/7, con metodologías educativas y
acompañamiento pedagógico innovador y adaptable a cualquier horario y lugar

Para mejorar las experiencias educativas que utilizan entornos virtuales de aprendizaje,
sean en diferentes escenarios de enseñanza (presencial, a distancia o mixta) se requiere
una redefinición y reestructuración de los elementos organizativos de aprendizaje en
relación a: personas involucradas (equipo docente, alumnado, administrativos); los
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espacios donde se lleva a cabo las actividades formativas (casa, centro educativo, aulas
especializadas, trabajo, etc.); los tiempos; y secuencias de aprendizajes (Pérez, 2002).

En relación a las personas participantes, se puede intervenir directamente en el rol del


equipo docente o tutores/as. Para ambos, se plantean nuevas competencias y
habilidades como las mencionadas en el punto anterior. Este rol debe ser mucho más
cercano al alumnado.

Por otro lado, para Paulsen y Mason, este rol puede ser clasificado dentro de lo
organizativo, social e intelectual. Lo organizativo se refiere a la planificación del curso;
lo social se refiere a fomentar la participación, intercambio de ideas y fortalecer el
sentido de pertinencia hacia la comunidad virtual; lo intelectual se centra en la parte
evaluativa tanto del aprendizaje como de todo el proceso (Paulsen, 1995; Mason, 1991,
en Cabero 2001).

Otros autores definen que los roles se dan de acuerdo a las responsabilidades de la
persona: pedagógica, social, administrativa y técnica. En lo pedagógico, el/la tutor/a
cumple un rol de facilitador/a de conocimientos con acompañamiento permanente; en
lo social cumple el rol de motivador/a y generador/a de espacios de interacción. Es quien
mantiene “viva” y activa la comunidad virtual; en la parte administrativa, cumple tares
mínimas como coordinación, reuniones de trabajo, etc. Finalmente, en la parte técnica,
deberá garantizar que las y los estudiantes entiendan el entorno virtual y se sientan
cómodas/os con el software y orientarlas/os si es necesario.

Uno de los principales roles del/a tutor/a es el de “moderador/a”. Barbera y otros (2001)
sintetizan las tareas de la persona moderadora en el desarrollo de una discusión en 2
etapas: planificación, intervención en el desarrollo, y cierre. Estas tres etapas y las tareas
asociadas a cada una de ellas son:
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• Primera etapa: La persona moderadora prepara el tema de discusión y los elementos
que ayudarán a moderarla, así como las instrucciones y toda la información que las y los
estudiantes requieran para participar.

• Segunda etapa: En esta etapa, comienza el intercambio de ideas y la construcción de


conocimientos. Aquí, el rol de la persona moderadora es fundamental para que se
produzca este intercambio en un clima positivo. Es importante que exista una
retroalimentación.

• Tercera etapa: En esta última etapa se cierra la discusión sintetizando los puntos clave,
los principales aportes y la construcción lograda destacando cómo el resultado de esta
construcción de conocimiento colaborativo será útil para aplicarlo más adelante.

Para comprender el rol de la persona moderadora, sus cualidades y habilidades, la


profesora Gilly Salmon (2000) de la Open University, ha realizado una investigación a
partir de la cual surge un nuevo modelo para la moderación de CMC.El modelo se
presenta en una escala con cinco peldaños en la cual, por cada nivel, aparecen dos tipos
de habilidades: la moderación en el ambiente virtual (E-Moderating) (qué se hace) y el
soporte técnico (qué se necesita).

En la barra vertical de la derecha se muestra el grado de interactividad durante el


desarrollo de las etapas la cual inicia con una interactividad baja-acceso y primeros días
en la plataforma- hasta llegar a una interacción más elevada a medida que las personas
participen y se comuniquen más entre ellas, para llegar al último peldaño en el que esta
interacción se convierte en intercambio de ideas y construcción de conocimientos de
manera colaborativa. Estas etapas permiten visualizar la interacción entre competencias
y factores afectivos como la motivación, el crecimiento de la confidencia y confianza y
la dinámica grupal en general (Macdonald, 2003). Se desarrollan de la siguiente manera:
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• Acceso y Motivación (Etapa 1): En esta etapa es esencial que el/la tutor/a y las
personas participantes adquieran las habilidades necesarias para utilizar CMC, lo cual es
un requisito previo para este tipo de formaciones. Uno de los problemas más frecuentes
en esta etapa es el acceso a una buena conexión a internet y la dificultad que presentan
las personas al interactuar con hardware y software ya que estos soportes no son
intuitivos. Por tanto, si las y los usuarios no poseen ciertos conocimientos mínimos
probablemente no puedan acceder a la formación. Para esto será importantísimo contar
con otro canal de comunicación como una línea telefónica para que la/el tutor/a pueda
brindar la ayuda necesaria.

• Socialización (Etapa 2): Una vez dentro de la plataforma, en esta etapa las y los
participantes inician su camino y, si la persona moderadora (o tutor/a) crea el espacio
con el objetivo de impulsar la socialización, las personas empiezan a interactuar. En esta
instancia, la tecnología simplemente facilita el proceso. Pero, para que se formen
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conexiones es necesario que el/la docente, tutor/a o moderador/a incentiven la
participación. En esta etapa el alumnado se comienza a familiarizar mejor con la CMC.

• Compartir información (Etapa 3): En esta etapa comienza el intercambio de


información. La interacción se hace más amena y crece a medida que las y los
participantes. Así como aumentan las participaciones, también puede aumentar el
desorden por lo que es importante que la persona moderadora brinde
retroalimentación, resuma los puntos clave y organice la información.

• Construcción de conocimiento (Etapa 4). En la etapa cuatro, se fomentan los espacios


de discusión. Las y los participantes ya han intercambiado información por lo que en
este momento retoman su participación con aportes más complejos formulando y
escribiendo sus ideas o comprensión de los contenidos. La interacción aumenta y se crea
un diálogo fructífero con puntos de vista apreciados desde distintas perspectivas

• Desarrollo (Etapa 5): En esta última etapa, la comunidad construye conocimiento. Por
un lado y de manera individual, las personas entienden mucho mejor la CMC, exploran
sus propios conocimientos y son capaces aprender no solo a partir del material y de los
recursos propios del curso si no de la aportación del resto de compañeros/as.

2.2.4. Cualidades y habilidades del/a tutor/a- formador/a:

Las y los tutores/as necesitan contar con una serie de habilidades y cualidades que les
permitan cumplir su rol. “Se necesitan unas habilidades especiales para preparar y
presentar un programa de estudios interactivo y participativo de verdad, así como para
facilitar y gestionar la participación” (Moore, 2001). Estas se presentan en los cuatro
ámbitos antes mencionados anteriormente: pedagógico, social, técnico y
administrativo.
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En lo pedagógico el/la tutor/a acompaña, media y retroalimenta al alumnado en su
proceso formativo, conduce el aprendizaje grupal e individual y orienta y aconseja a cada
estudiante que lo necesite.

En lo social, debe tener habilidades sociales que le permitan crear y mantener una
comunidad de aprendizaje virtual que tenga un ambiente agradable y acogedor. La
persona debe ser muy empática y con disposición a ayudar.

En lo técnico, debe poseer habilidades mínimas relacionadas con el uso de TIC´s tanto
para la gestión de la plataforma y del alumnado dentro de ella como para la resolución
de incidencias básicas. Salmon (2001) propone una serie de características y habilidades
que un/a tutor/a debe poseer para cumplir su rol de manera eficiente. Estas se
presentan en los siguientes cuadros:
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Para Salmon, no importa qué tan buen docente sea un apersona en educación
presencial, la formación On-Line requiere de otro tipo de habilidades que se deben
adquirir si se quiere impartir una buena formación a distancia “no necesariamente un
buen profesor en un entorno presencial, podrá tener buenos resultado como tutor en
un ambiente virtual” (Moore 2001). Estas habilidades pueden ser adquiridas a través de
la experiencia, de formación complementaria o impartidas por la propia empresa o
institución educativa.
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Un/a tutor/a que desee realizar bien su trabajo tiene que ser consciente que deberá
prepararse y aprender cada día cosas nuevas para trabajar con herramientas que son
tan cambiantes y que evolucionan tan rápido. Así como que debe entender que el
proceso formativo es muy diferente al de la enseñanza presencial.

Otro aspecto importante es que el/la tutor/a debe tener conocimiento sobre el
contenido del curso. Muchas veces un equipo pedagógico se hace cargo de los
contenidos de un curso por lo que el rol del/la tutor/a se limita a la solución de
problemáticas de la plataforma. Sin embargo, en cuanto surgen cuestiones relacionadas
a un tema específico esta persona deberá saber cómo responderlas. Es por esto que,
quien asuma un rol de tutorías, además de tener habilidades técnicas para temas
informáticos, deberá tener las habilidades y técnicas necesarias para estudiar y aprender
los contenidos de los cursos que tutoriza. En el caso de que no sea el/la tutor/a quien
diseñe el curso, también deberá conocer todas las actividades, recursos y estrategias
metodológicas de enseñanza para la construcción de conocimientos en entornos
virtuales planificadas para la acción formativa.

Siguiendo el modelo propuesto por Salmon (2001), una formación cuenta con 5 etapas:
bienvenida, inducción, enseñanza, construcción de conocimiento y desarrollo. Cada
etapa finaliza con un espacio de discusión sobre las impresiones y avances de la etapa.

La bienvenida tiene como objetivo asegurarse de que el alumnado inicie su


participación, por ejemplo, presentándose brevemente.

La inducción le permite al/a estudiante conocer de más cerca el funcionamiento de la


plataforma, sus protocolos y relacionar los elementos del entorno virtual para adquirir
habilidades en utilidades del software.
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La enseñanza es el proceso en el cual se transmiten y ponen a disposición los
conocimientos y se plantean actividades que permitirán visualizar la efectividad del
proceso.

La construcción de conocimiento invita a que el alumnado reflexione sobre temáticas


concretas y elabore ideas propias para discutirlas a través de los canales de
comunicación habilitados.

Finalmente, en el desarrollo, se explora el conocimiento en profundidad, así como la


plataforma de enseñanza y todos sus elementos. Este modelo puede usarse como
referencia para la construcción de procesos formativos y desarrollo de tutores/as
(González y Salmon, 2002).

Crear comunidades de aprendizaje con Tutores/as que sean empáticos, compartan


experiencias, problemas encontrados, estrategias utilizadas, etc. De esta manera
construyen conocimientos, de manera colaborativa, junto con el alumnado, y se genera
un espacio más abierto y de confianza en el que todas las personas participantes pueden
compartir inquietudes, problemas, estrategias implementadas con éxito y recibir el
apoyo que necesitan por parte del equipo docente.

Por otro lado, es un requisito indispensable que las y los docentes o tutores/as se
actualicen constantemente. No solo en cuanto al contenido del curso que imparten si
no, también, sobre las herramientas que utilizan y estrategias y metodologías
pedagógicas que implementan. Para esto, las TIC pueden ser un apoyo fundamental en
la formación continua del equipo de docentes o tutores. Pueden optar por instancias
formativas básicas como la formación inicial en las facultades de pedagogía hasta
instancias más específicas con relación a su curso, aspectos técnicos de la plataforma
virtual o cursos sobre desarrollo de la vida profesional.
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Estar del otro lado les permitirá también conocer, de manera directa, el proceso en su
totalidad. Podrán observar cómo son los roles que deben cumplir en determinados
momentos y analizar los puntos fuertes y débiles de la enseñanza virtual para aplicarlo
en su práctica como docente. Además, podrán desarrollar habilidades que solo se
aprenden desde “el otro lado” y eso enriquece mucho más el proceso formativo.

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