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A partir de las conquistas de Alejando Magno, Grecia comenzó su mayor expansión cultural en la

historia. Todo el ideal, los conocimientos y los valores griegos fueron dados a conocer en otras
regiones y culturas totalmente diferentes.

Antes de las conquistas de Alejandro, los griegos se concentraban en sus ciudades-estados; todo
el pensamiento filosófico de la época se desarrollaba en territorio griego, sobre todo en Atenas.
Pero con la muerte de Alejandro Magno (323. a. C) (hecho que marcó la etapa histórica conocida
por Período Helenístico) y la división del reino por parte de los sucesores, comienzan las luchas
que finalmente acabarán por fraguar un nuevo sistema político o Estado en el cual se hace notar
las influencias de otras culturas.

Como es de esperarse, el nuevo sistema trajo consigo algunos cambios en la vida de los
ciudadanos griegos; ya que fruto del choque cultural, éstos se encontraron en una situación un
tanto confusa; porque como es de suponerse, tuvieron que reinventar muchos de sus valores y
moldear nuevamente sus creencias religiosas.

Es en este contexto en el cual los filósofos de Helenismo ven la necesidad de proponer nuevos
valores morales que permitan a los individuos vivir de la mejor manera posible y encontrar su
rumbo en medio del caos que podría representar esa mezcla con otros pueblos; los cuales también
tenían sus valores, creencias y cultura.

A partir de lo antes dicho, no es de extrañar, que el pensamiento filosófico y la escuelas filosóficas


más importantes de aquél entonces estuvieran centradas mayormente en los aspectos éticos; ya
que la sociedad había cambiado y hacía falta una nueva filosofía que sirviera de guía a los
ciudadanos para que pudieran convivir en armonía dentro de la sociedad.

Entre las propuestas filosóficas más interesantes y quizás más conocidas de ese período, destacan
las del epicureísmo y el estoicismo. Dos sistemas filosóficos que tuvieron gran influencia en las
cuestiones éticas de la sociedad y que se mantuvieron vigentes durante mucho tiempo.

Entre los epicúreos y los estoicos hay ciertas similitudes, pero sin duda que lo que resalta entre
unos y otros son sus diferencias.

A continuación te explicamos cuáles son las diferencias entre estoicos y epicúreos.

Estoicos
El estoicismos fue fundado por Zenón de Citio y debe ese nombre al lugar en el que su fundador
comenzó a enseñar su filosofía (Stoa – pórtico).

Los estoicos se caracterizaban por su materialismo, su teodicea y por su rechazo de las pasiones y
deseos.

Se inspiraron en la filosofía cosmológica de Heráclito y planteaban que los seres humanos y todo lo
demás son cuerpos materiales que derivan de una Razón Universal (Dios-Zeus), la cual también es
material. Esta Fuerza o Razón, que en algunos casos también se relacionaba con la Naturaleza;
predisponía al ser humano a obrar virtuosamente, pero aun así las personas tenían “libertad” (a
pesar de que era una filosofía determinista) de inclinarse por los vicios.
Los estoicos no consideraban a ninguna acción en sí misma como buena o mala, para ellos todo
dependía de la intensión con la cual esa acción se efectuara.

Trabajaron considerablemente con la parte de la lógica y se destacan porque a pesar de que eran
empiristas (decían que el conocimiento deriva de las percepciones); también afirmaban que
existen algunas ideas innatas.

Entre los estoicos que más aportaron a ese sistema filosófico se debe de mencionar Crisipo, el cual
se encargó de explicar la que pudo haber sido una de las interrogantes de aquella época ¿si la
Razón (Dios) lo determina todo por qué existe el mal y la injusticia? A esto Crisipo responde que
para que exista el bien debe existir el mal, así como para que exista la virtud, también debe existir
el vicio.

Es importante aclarar que la filosofía estoica era determinista, porque según ellos la única libertad
que tenía el ser humano (los sabios) era la de tener consciencia de que debían someterse a lo que
la Providencia tuviera preparado para ellos.

Otro elemento a destacar entre los estoicos es su ética, la cual debe mucho a los aportes de
Séneca (estoico tardío). Para el estoicismo, el ser humano debía vivir acorde con la voluntad de la
Naturaleza-Razón (a esto es a lo que llamaban vivir de manera virtuosa). Ellos no entendían a la
Naturaleza como algo instintivo y salvaje, sino como una naturaleza universal que conducía al
bien.

Los estoicos consideraban que las pasiones, miedos, deseos y el placer eran irracionales; por lo
cual procuraban evitarlos y vivir la vida en completa apatía hacia estas cuestiones.

Otro detalle interesante es que en el estoicismo habían discípulos y representantes que pensaban
de manera muy diferente. De este modo, en algunos casos ciertas, características un tanto
extremistas (como la apatía por todas las emociones) no eran aceptadas del todo.

Finalmente, los estoicos tenían como ideal ético el que las personas amaran a todos los habitantes
del mundo de la misma manera en que se amaban a sí mismas.

Epicúreos
La escuela epicúrea debe su nombre a su fundador, Epicuro, quien nació en Samos (342 a. C).

Epicuro estuvo muy influenciado por la filosofía de Demócrito, de ahí que él afirmara que todo
está compuesto por átomos; incluso el alma. Por esta misma razón sostenía que no tenía sentido
temerle a la muerte, ya que ésta es simplemente la completa extinción del ser.

A diferencia de los estoicos, entre los epicúreos no hubo división en cuanto a la práctica de la
filosofía que enseñaban.

Epicuro instaló su escuela, llamada el Jardín; en la que permitió la entrada a mujeres e incluso a
esclavos. El principio básico de su filosofía era el placer (que conducía a la felicidad). Es importante
mencionar, que para Epicuro el placer (hedoné) no era más que la ausencia de dolor; en algunos
casos su filosofía fue mal interpretada e incluso confundida con el hedonismo cirenaico, pero en
realidad lo que el epicureismo recomendaba era que se escogieran los placeres con prudencia.
A diferencia de los estoicos, Epicuro no se enfocó tanto en la parte de la lógica; ya que su mayor
interés era la ética. Él planteaba que era sabio escoger los placeres tomando en cuenta lo que
podrían acarrear en el futuro. Es decir, que si un placer momentáneo traía mayores sufrimientos
en un futuro; lo más sensato era evitarlo. Asimismo, si un sufrimiento momentáneo, traía consigo
un placer mayor en el futuro; bien valía la pena padecerlo.

Aunque Epicuro no podría considerarse ateo, ya que no negaba la existencia de los dioses; sí se
interesó bastante en que las personas perdieran el miedo a éstos, del mismo modo en que
también buscaba que dejaran atrás el miedo a la muerte.

Afirmaba que los dioses no tenían interés en intervenir en las cuestiones humanas y que de nada
servían los sacrificios y supersticiones de la gente. Decía también que para alcanzar la felicidad,
primero eran necesario alcanzar la ataraxia (vivir sin preocupaciones).

La filosofía ética epicúrea era egocéntrica, ya que buscaba el placer y bienestar individual, sin
embargo, Epicuro le dio gran importancia a la amistad y en la práctica se destacó por ser muy
apreciado entre sus discípulos.

Para los epicúreos, a diferencia de los cirenaicos, el sufrimiento moral era peor que el sufrimiento
físico; ya que sostenían que el cuerpo sufre los males presentes, pero el alma sufre hasta con los
recuerdos.

Para alcanzar la felicidad, Epicuro proponía que se tuviera preferencia por los placeres del alma
antes que por los del cuerpo. Sin embargo, no rechazaba ni condenaba a los segundos.

En conclusión, la filosofía de Epicuro estaba centrada especialmente en la práctica, más que en la


parte teórica.

Su teoría era empirista, ya que afirmaba que todo conocimiento proviene de los sentidos y que en
ellos es que se debe confiar. Decía que la fuente de los errores no estaba en los sentidos, sino que
los juicios que se formulaban.
El epicureísmo perduró durante mucho tiempo, hasta la llegada del Cristianismo. Fue una filosofía
ampliamente aceptada y que tuvo a muchos seguidores. Epicuro se caracterizó por su amabilidad
y por su apertura en cuanto al hecho de permitir mujeres y esclavos (algo no muy común) en su
Jardín.

Diferencias entre epicúreos y estoicos


 Los epicúreos deben su nombre al fundador de esa escuela, Epicuro; mientras que los
estoicos deben su nombre al lugar en el que Zenón de Citio empezó con sus enseñanzas
(Stoa=pórtico).

 Los estoicos dan mucha importancia a Dios en su filosofía, mientras que los epicúreos
decían que no había razón para temerle a los dioses y a la muerte.

 Los epicúreos tenían como fines el placer (ausencia de dolor) y la felicidad, mientras que
los estoicos por lo general consideraban el placer y ciertas emociones como irracionales y
en contra de la naturaleza.

 Epicuro se inspiró en las teorías de Demócrito y Leucipo, mientras que los estoicos se
vieron influenciados por la filosofía de Heráclito.

 Para Epicuro, el ser humano es libre (no existe el destino), mientras que para los estoicos
todo está determinado por la Providencia.

Bibliografía.

Copleston, Frederick. Historia de la Filosofía (Tomo I).

Epicuro
Epicuro (griego: Επίκουρος [Epíkouros], «aliado» o «camarada»; latín: Epicurus; Samos,
aproximadamente 341 a. C. - Atenas, 270 a. C.) fue un filósofo griego, fundador de la escuela que
lleva su nombre (epicureísmo). Los aspectos más destacados de su doctrina son el hedonismo
racional y el atomismo.

Defendió una doctrina basada en la búsqueda del placer, la cual debería ser dirigida por la
prudencia. Se manifestó en contra del destino, de la necesidad y del recurrente sentido griego de
fatalidad. La naturaleza, según Epicuro, está regida por el azar, entendido como ausencia de
causalidad. Sólo así es posible la libertad, sin la cual el hedonismo no tiene motivo de ser. Criticó
los mitos religiosos, los cuales, según él, no hacían sino amargar la vida de los hombres. El fin de la
vida humana es procurar el placer y evadir el dolor, pero siempre de una manera racional,
evitando los excesos, pues estos provocan un posterior sufrimiento. Los placeres del espíritu son
superiores a los del cuerpo, y ambos deben satisfacerse con inteligencia, procurando llegar a un
estado de bienestar corporal y espiritual al que llamaba ataraxia.

Criticaba tanto el desenfreno como la renuncia a los placeres de la carne, arguyendo que debería
buscarse un término medio, y que los goces carnales deberían satisfacerse siempre y cuando no
conllevaran un dolor en el futuro. La filosofía epicureísta afirma que la filosofía debe ser un
instrumento al servicio de la vida de los hombres, y que el conocimiento por sí mismo no tiene
ninguna utilidad si no se emplea en la búsqueda de la felicidad.
Aunque la mayor parte de su obra se ha perdido, conocemos bien sus enseñanzas a través de la
obra De rerum natura del poeta latino Lucrecio (un homenaje a Epicuro y una exposición amplia
de sus ideas), así como a través de algunas cartas y fragmentos rescatados.

De padres pobres (Neocles, su padre, era maestro de escuela y Queréstrates, su madre, adivina),
nació y se educó en Samos, lugar en el que los atenienses habían establecido una cleruquía
(colonia). A los catorce años, se trasladó a Teos, donde estudió con Nausífanes, discípulo de
Demócrito. En el año 323 a.C. se trasladó a Atenas para cumplir el servicio militar. Cumplido éste,
tras diez años dedicados al estudio de la filosofía, comenzó a enseñar en Mitilene, de donde fue
probablemente expulsado (310 a. C.), y después en Lámpsaco.1 En el año 306 a. C., a los 35 años,
regresó a Atenas, donde fundó su escuela, denominada Jardín. Fue maestro de la misma hasta su
fallecimiento en el año 270 a.C., a la edad de 72 años. Dejó la dirección de su escuela a Hermarco
de Mitilene, quien afirmó que su maestro, después de verse atormentado por crueles dolores
durante catorce días, sucumbió víctima de una retención de orina causada por el mal de la piedra.
En su testamento, conservado por Diógenes Laercio, otorgó la libertad a cuatro de sus esclavos.
La filosofía de Epicuro consta de tres partes: la Gnoseología o Canónica, que se ocupa de los
criterios por los cuales llegamos a distinguir lo verdadero de lo falso; la Física, que estudia la
naturaleza; y la Ética, que supone la culminación del sistema y a la que se subordinan las dos
primeras partes.

Estoicismos
El estoicismo es uno de los movimientos filosóficos que, dentro del periodo helenístico, adquirió
mayor importancia y difusión. Fundado por Zenón de Citio en el 301 a. C., adquirió gran difusión
por todo el mundo grecorromano, gozando de especial popularidad entre las élites romanas. Su
período de preeminencia va del siglo III a. C. hasta finales del siglo II d. C. Tras esto, dio signos de
agotamiento que coincidieron con la descomposición social del alto Imperio romano y el auge del
cristianismo.

Perspectiva histórica

El estoicismo fue fundado por Zenón de Citio (aprox. 333-262 a. C.) —a veces llamado Zenón el
Estoico para distinguirlo de Zenón de Elea—, de origen chipriota y posiblemente de ascendencia
mixta, griega y oriental.1 Se trasladó a Atenas en el 311 a. C. después de una vida agitada. Por
aquel entonces Atenas era el centro cultural del mundo griego, donde se congregaban las
principales escuelas de filosofía. Durante su estancia, tomó contacto con la filosofía socrática, en
especial la de la escuela cínica, y la megárica. Según Diógenes Laercio, inicialmente se inclinó por
el cinismo, siendo alguien especialmente cercano a Crates, pero pronto abandonó esta escuela al
rechazar las numerosas «exageraciones» en que estos incurrían, porque no podían ofrecerle
ningún programa de vida válido. Tras este abandono del cinismo, estudió con otros filósofos de las
escuelas académica, aristotélica y megárica pero, insatisfecho con ellas, acabó creando su propia
escuela, en la que combinaba múltiples aspectos cínicos con los de otros filósofos como
Heráclito.2 Desde la antigüedad, se estudió la posible influencia sobre Zenón de doctrinas
semíticas tales como el judaísmo o las filosofías del oriente medio; el considerable parecido entre
el estoicismo y el cristianismo en algunas doctrinas, sobre todo en la ética y en la cosmología,
sugirieron a panegiristas cristianos como Quintiliano y Tertuliano que Zenón estaba familiarizado,
por su origen semita, con el judaísmo.3

Zenón de Citio.

El término estoicismo proviene del lugar en el que Zenón comenzó, en el año 301 a. C., a dar sus
lecciones en la Stóa poikilé (en griego Στοα, stoa, ‘pórtico’), que era el Pórtico pintado del ágora de
Atenas. Pronto atrajo a numerosos seguidores quienes, tras la muerte de Zenón, continuarían y
expandirían su filosofía. El estoicismo fue la última gran escuela de filosofía del mundo griego en
ser fundada, y continuó existiendo hasta que en el año 529 d. C. el emperador Justiniano clausuró
la Escuela de Atenas.

La escuela cínica tuvo una clara influencia en la Stoa, esto es evidente desde los inicios de esta,
pues las fuentes declaran que su fundador, Zenón de Citio, estudió directamente con un cínico;
Crates. Estoicos tardíos, como Epicteto, identificaban al cínico Diógenes de Sínope como dechado
de hombre sabio.
El corpus doctrinal del estoicismo se basó en las escrituras de Zenón, hoy en día perdidas; no
obstante, se sabe que escribió numerosas obras entre cuyos títulos destacaban: De la vida
conforme a la naturaleza; De los universales; Argumentos dialécticos y De las pasiones. Cuando
Zenón muere en el 261 a. C. se hacen cargo de la escuela Cleantes y Crisipo. A decir de Laercio, a
este último se le debe que el estoicismo perdurase: «Sin Crisipo no habría habido la Stóa». En
efecto, Crisipo, que dirigirá la Stóa desde el 232 a. C. hasta su muerte, acaecida en el 208 a. C., fijó
el canon del estoicismo, perfeccionó las investigaciones lógicas y sistematizó las enseñanzas de
Zenón. Desgraciadamente de su obra sólo han sobrevivido algunos escasos fragmentos y unas
pocas referencias hechas por otros autores, resultando complicado discernir qué partes del ideario
se deben a Zenón, a Crisipo y a Cleantes. En general, apenas si se han conservado algunos
fragmentos de los textos estoicos más antiguos.
Con la muerte de Crisipo, se dio por concluida la primera fase del estoicismo, llamada Estoicismo
antiguo. Esta primera etapa se caracterizó sobre todo por el establecimiento formal de la doctrina.
Tras Crisipo, dirigieron la escuela Diógenes de Babilonia y Antípater de Tarso, comenzando la
época denominada estoicismo medio. Durante la misma se da la expansión del estoicismo por
todo el mundo mediterráneo, aprovechando el impulso del mundo helenístico y las redes
comerciales surgidas con el auge de Roma. Sus principales figuras fueron Panecio de Rodas (185–
109 a. C.) y, sobre todo, Posidonio de Apamea. Quizá el hecho más destacado de este período fue
la introducción del estoicismo entre las élites romanas. La sociedad aristocrática romana de los
siglos II y I a. C. valoraba en mucho los tiempos de «nuestros padres», refiriéndose a los siglos
anteriores en que la relevancia económica y militar de Roma todavía era escasa. Se idealizaba y
exaltaba la sencillez y la sobriedad de la vida de aquellos tiempos y, como en todo el mundo
griego, se miraba con desconfianza los lujos y las costumbres modernas, más sofisticadas, que se
habían ido introduciendo conforme la República Romana ganaba preeminencia. La doctrina
estoica, muy favorable a esos puntos de vista, fue introducida con éxito, y ganó adeptos tan
conocidos como Catón el Viejo, Escipión el Africano y Catón el Joven; la notable fama de estos
favoreció aún más al estoicismo, que pronto fue la escuela filosófica más admirada por los
romanos.

Los estoicos antiguos dividieron la filosofía en tres partes: la lógica (teoría del conocimiento y de la
ciencia), la física (ciencia sobre el mundo y sobre las cosas) y la ética (ciencia de la conducta).
Todas ellas se refieren a aspectos de una misma realidad: el universo en su conjunto y el
conocimiento sobre él. Este puede ser explicado y comprendido globalmente porque es una
estructura organizada racionalmente de la que el hombre mismo es parte integrante, siendo la
faceta más importante la ética.

De los escritos del período medio apenas se conservan, de nuevo, más que unos pocos
textos fragmentados. Usualmente, se considera que tras la muerte de Catón el Joven y la
resolución de las guerras civiles que condujeron al establecimiento del Imperio romano,
surge la última etapa del estoicismo, el llamado Estoicismo nuevo o Estoicismo romano.
Los filósofos de esta etapa han llegado a ser mucho más famosos y conocidos que los
estoicos antiguos (y sus obras se conservan en mayor número), y materializaron la
implantación del estoicismo como la principal doctrina de las élites romanas. El estoicismo
romano destaca por su vertiente eminentemente práctica, donde las consideraciones
lógicas, metafísicas o físicas del estoicismo antiguo pasan a un segundo plano para
desarrollar, sobre todo, la vertiente ética de la escuela. Los principales exponentes de esta
etapa, y posiblemente los estoicos más famosos, fueron Lucio Anneo Séneca (4 a. C.–65 d.
C.), uno de los escritores romanos más conocidos y quizá el estoico mejor conocido,
Epicteto (50–130 d. C.), nacido esclavo, y el emperador Marco Aurelio (121–180 d. C.). La
obra de Séneca, Marco y Epicteto permite acercarse, de manera sencilla y didáctica, a los
principales aspectos del estoicismo, si bien no introdujeron ningún elemento
esencialmente original en la doctrina.
Tras la muerte de Marco Aurelio, se considera que el estoicismo entra en decadencia. Las
sucesivas crisis políticas, económicas y militares que asuelan el Imperio romano durante el siglo III
tienen como consecuencia una revalorización de la espiritualidad que el estoicismo no puede
afrontar, surgiendo el neoplatonismo, que, a partir del 250 d. C., desplazará al estoicismo como
principal doctrina de las élites. El giro cultural de esta época provoca que el plan de vida estoico
pase a ser negativamente considerado; en esta época, esencialmente, el estoicismo ganará su
fama de envarado y rígido. Igualmente, el auge del cristianismo afecta negativamente a todas las
escuelas filosóficas helenísticas, al ser rechazadas muchas de sus enseñanzas por contrarias a la
doctrina cristiana. Para el año 300, la única de estas capaz de objetar algo al cristianismo es el
neoplatonismo, y el triunfo de aquél sentencia definitivamente al movimiento helenista en
general, que formalmente concluye en el 529, cuando Justiniano cierra las escuelas filosóficas de
Atenas (el Liceo, la Academia, la Stoa).

No obstante, el estoicismo influirá en numerosas corrientes filosóficas posteriores, desde los


primeros padres de la Iglesia hasta Descartes y Kant. En el campo de la lógica desarrollaron la
lógica inductiva. Dividieron la lógica en Retórica (ciencia del recto decir) y Dialéctica.

En el campo de la física retornaron a la filosofía de Heráclito: todo está sometido al cambio, al


movimiento. La física, según el estoicismo, es el estudio de la naturaleza tanto del mundo físico en
su totalidad como de cada uno de los seres que lo componen, incluidos los seres divinos, humanos
y animales. Fundamentalmente especulativa, y en clara deuda con el pensamiento de Parménides
de Elea (unidad del ser) y Heráclito, la física estoica concibe la naturaleza como un fuego artístico
en camino de crear. El universo es un todo armonioso y causalmente relacionado (es decir, todo
está relacionado por una serie de causas), que se rige por un principio activo, el Logos cósmico y
universal del que el hombre también participa. Este logos cósmico, que es siempre el mismo es
llamado también Pneuma (‘soplo’, Spiritu en latín), aliento ígneo, ley natural, naturaleza (physis),
necesidad y moira (‘destino’, Fatum en latín), nombres todos ellos que hacen referencia a un
poder que crea, unifica y mantiene unidas todas las cosas y que no es simplemente un poder
físico: el pneuma o logos universal es una entidad fundamentalmente racional: es Dios
(panteísmo), un alma del mundo o mente (razón) que todo lo rige y de cuya ley nada ni nadie
puede sustraerse. Inmanente al mundo, el logos es corpóreo, penetra y actúa sobre la materia
(hylé): principio pasivo, inerte y eterno que, en virtud del pneuma o logos, produce todo ser y
acontecer. Todo en la naturaleza es mezcla de estos dos principios corpóreos (materialismo).

Aunque la naturaleza (physis) es plenamente racional, no rige de la misma forma a todos los seres:

Los hombres nacen con un alma5 como si fuera una «tabla rasa» pero cuando adquieren cierta
madurez pueden, mediante el uso de una «fantasía» aceptar o rechazar las impresiones que los
«iconos» que desprenden las cosas fijan en el alma como conceptos. Cuando el hombre maduro
ejerce una «fantasía cataléptica» es capaz de comprender la verdad de los conceptos, a partir de
dichas impresiones y elaborar a partir de los mismos juicios verdaderos y razonamientos
verdaderos. En los animales irracionales mediante un alma sensible que percibe pero no conoce.
Mediante un alma vegetal en las plantas.
Mediante el movimiento local de los átomos regidos por el fatum o destino.6
La teología estoica es panteísta: no hay un Dios fuera de la naturaleza o del mundo; es el mismo
mundo en su totalidad el que es divino, lo que justifica que la creencia en los dioses, pese a su
heterogeneidad, sea universal.
La concepción de un cosmos dotado de un principio rector inteligente desemboca en una visión
determinista del mundo donde nada azaroso puede acaecer: todo está gobernado por una ley
racional que es inmanente (como su logos) y necesaria; el destino no es más que la estricta cadena
de los acontecimientos (causas) ligados entre sí: «Los sucesos anteriores son causa de aquellos
que les siguen, y en esta manera todas las cosas van ligadas unas a las otras, y así no sucede cosa
alguna en el mundo que no sea enteramente consecuencia de aquélla y ligada a la misma como a
su causa». (SVF, II, 945).

El azar no existe; es el simple desconocimiento causal de los acontecimientos. Si nuestra mente


pudiera captar la total trabazón (conexión) de las causas podría entender el pasado, conocer el
presente y predecir el futuro. Este mundo es el mejor de todos los posibles y nuestra existencia
contribuye a este proyecto universal, por lo que, como veremos, no hay que temer al destino, sino
aceptarlo.

El logos que todo lo anima está presente en todas las cosas como lógoi spermatikoi, ‘razones
seminales’ de todo lo que acontecerá. Como el mundo es eterno y el logos es siempre el mismo
inevitablemente habrán de repetirse todos los acontecimientos (eterno retorno) una y otra vez. El
mundo se desenvuelve en grandes ciclos cósmicos (aión, ‘año cósmico’), de duración determinada,
al final de los cuales todo volverá a comenzar de nuevo, incluso nosotros mismos. Cada ciclo acaba
con una conflagración universal o consumación por el fuego de donde brotarán de nuevo los
elementos (aire, agua y tierra) que componen todos los cuerpos, comenzando así un nuevo ciclo.

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