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Del manuscrito a la libreria

| Mapa Web | 22- 8- 2012

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Acceso al mundo editorial


Los talleres por Internet
Diccionarios on-line aprovechan las grandes
DEL MANUSCRITO A LA LIBRERIA posibilidades de interactividad que
Derechos de autor
el medio ofrece para el trabajo en
Hemeroteca Recommend Twittea grupo. Sus grandes ventajas son
la inmediatez en la recepción de
Bibliografía recomendada los materiales y el intercambio
En esta película sólo hay un protagonista: el manuscrito.
(en construcción) Si la obra tiene fuerza, ha madurado y puede defenderse
entre personas que residen en
lugares muy diferentes de España
Librerías on-line por sí misma, es el momento de apostar por ella y de y del resto del mundo.
Bibliotecas lanzarla al ruedo literario. Es entonces cuando se
desarrolla el argumento, aparecen los actores secundarios
Agencias literarias y el resto del reparto. Se acabó el proceso de creación;
Asociaciones literarias hay que buscar una editorial que quiera publicarla, y Nuestros talleres se imparten en
El rincón del traductor empieza el tortuoso camino de las gestiones. en pleno centro madrileño, a unos
El manuscrito es la única tarjeta de presentación. El pasos de la Gran Vía y de la calle
Enlaces primer paso es vestirlo y adecentarlo lo mejor posible San Bernardo. Ofrecemos horarios
Literatura y Juego para la burocracia de la industria editorial, como si fuera a de mañana, tarde y
noche. Además puedes
El escritor y su oficio una entrevista de trabajo. Antes de emprender la carrera
incorporarte en cualquier
hay que hacer una última revisión del texto para partir momento del año.
Servicio de Asesoría y con la seguridad de que la obra está bien acabada y
Corrección de textos pulida.
Noticias y eventos
Acabado del manuscrito Nuestro taller más tradicional usa
Concursos Literarios Algunos escritores inexpertos, ansiosos de ver publicada el correo postal como medio para
su obra, la envían recién terminada a una editorial, sin interconectar a los participantes.
Fuentetaja en La noche de La original forma de funcionar de
revisarla, lo que viene a significar que está cargada de
los libros 2008 este taller ha inspirado a todos
faltas de ortografía y tipografía. Esto es un grave error, los talleres que hoy encuentras en
ya que las editoriales, que están inundadas de Internet. A veces llegan cartas...
Jornadas alrededor del manuscritos, rechazan inmediatamente los que tienen
defectos de presentación.
cuento 2009 Luis Mateo
Por otra parte, la obra necesita reposar. Cuando se
Díez, José María Merino y termina una obra creativa lo mejor es guardarla en un
Patricio Pron cajón y olvidarse de ella durante unos meses. Se debe
esperar el tiempo necesario que permita al autor volver a
retomar su texto con una mirada nueva, fresca y mucho Nuevo
•Guía de
más objetiva; esto le permitirá hacer una autocrítica
Premios y
Acceso al mundo editorial distanciada para volver a corregir el escrito y, si hiciera Concursos
falta, volver a elaborarlo. literarios en
-Publicar en España
El siguiente paso es entregar una copia de la obra a España 2011-
-Del manuscrito a la libreria amigos, familiares o compañeros y pedirles que hagan 2012
-Editoriales críticas y puntualizaciones, así como que señalen los
errores ortográficos, tipográficos o sintácticos (no sin
-Colaboraciones
antes prevenirles contra las descalificaciones generales,
las adulaciones y las omisiones). Una vez recogidas todas
las anotaciones de los lectores cercanos, se estudian, se Nuevo
cambia lo que se considere conveniente y, con todas las •Arte Poética
correcciones hechas, se muestra el resultado a un
especialista en ortografía y corrección. Finalizado este Eugéne
Guillevic
proceso, es el momento de guardarla en el cajón otro par

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de meses.
Cuando se retome la obra ha de ser ya para hacer las
correcciones finales: cambiar un verbo, suprimir un
adjetivo o modificar una expresión. De esta forma,
quedaría lista la presentación definitiva.

Procesadores de textos
Escribir en un ordenador con un procesador de texto ha
facilitado inmensamente el trabajo del escritor y acortado
y mejorado el trayecto de la obra a la imprenta. Además
de permitirnos ejecutar todas las correcciones del copiar y
pegar, suprimir, cambiar el orden de las frases o párrafos,
sustituir palabras, etc. en cuestión de segundos, la
tecnología ya permite que la obra se pueda enviar
directamente en un CD o incluso por Internet, a la
editorial y a la imprenta para su publicación. Las
herramientas de los procesadores de texto ofrecen
muchas posibilidades para el diseño y la edición, incluido
un diccionario que detecta y corrige muchas de las faltas
ortográficas y tipográficas y señala las posibles
incorrecciones sintácticas y gramáticales. Word y
WordPerfect son los procesadores de textos más
populares, aunque hay muchos más. Características más
sobresalientes a la hora de elegir programa: —
Autocorrección: corrige automáticamente errores
frecuentes ortográficos o de mecanografía, tales como el
olvido de las mayúsculas.
—Autotexto: permite acelerar las entradas de texto al
expandir elementos basados en abreviaturas.
—Corrector ortográfico incorporado: detecta errores y
sugiere correcciones rápidamente.
—Elegir tamaños y estilos de escritura, márgenes,
tabulaciones, insertar tablas y gráficos, con sólo hacer un
“clic”.
—Presentación preliminar, totalmente editable
—Y, sobre todo, que sea compatible con programas de
maquetación tanto en entornos de Macintosh, Windows o
algunos de menor circulación.
Estos programas se complementan con otros de
autoedición concebidos expresamente para el diseño y la
maquetación de libros, revistas y publicidad. El escritor
los podrá utilizar cuando quiera ir más allá de la creación
literaria y desee realizar una autoedición. Los software de
diseño gráfico más utilizados en la edición española son
QuarkXPress, PageMaker e InDesign. Con ellos se realizan
la mayoría de periódicos, revistas y libros que salen al
mercado.

Presentación
Sólo hay una regla de oro, y es facilitar la lectura del
manuscrito. Hay que presentarlo de la forma más limpia,
ordenada y clara que sea posible. Para conseguirlo, se
deben respetar las normas estándar internacionales:
—Escrito a máquina o a ordenador, sin faltas ortográficas
ni tipográficas y, por supuesto, sin tachaduras —estos son
los errores imperdonables que descalificarían al autor
antes de empezar la lectura—.
—Escribir 60 signos por línea (por signos se entiende

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tanto caracteres como espacios) y 25 líneas por página; el


resultado es de 1.500 signos por página.
—Cambiar de página al comienzo de capítulo.
—Escribir los folios por una sola cara, con márgenes a
cada lado y con un interlineado doble que permita realizar
correcciones y anotaciones.
—Todas las páginas tienen que estar debidamente
numeradas.
—El papel debe ser el clásico: blanco y de 80 gramos.
Prescindir de papel reciclado, de lujo o de colores.
—Encuadernar el manuscrito, al menos con cartulina,
plástico y gusanillo.
—Utilizar la tipografía más sencilla posible para facilitar su
legibilidad. Las florituras góticas son incómodas para la
lectura y provocan desinterés y cansancio en el lector. No
hay que olvidar que el interesado en que el manuscrito se
lea es el propio autor.
—Y por supuesto, siempre hay que enviar copias; ¡jamás
el original!

Cubierta:
El manuscrito se tiene que presentar con una cubierta
dura, que puede ser de cartulina de 150 a 240 gramos, o
un plástico duro.
En la cubierta debe aparecer:
—El título de la obra.
—El género: novela, poesía, relatos, ensayo, etc.
—Nombre, dirección y teléfono.

Escribirlo todo en versales resaltando el título, y utilizar


de nuevo la tipografía más sencilla. Un consejo para no
meter la pata: no mencionar al editor en la portada (no
está bien visto).

Carta de presentación y currículum


Un manuscrito siempre debe de ir acompañado por una
mínima carta de presentación y un currículum vitae.
—La carta debe ser concisa, neutra y educada, y sin caer
en las alabanzas gratuitas ni en el peloteo, que siempre
resultan empalagosos. Jamás hay que defender el
manuscrito, argumentarlo, y mucho menos ensalzarlo (no
se trata de contar la propia vida ni de hacer una
declaración de intenciones).
—Al editor no le interesan otros detalles que la edad, la
profesión y si el autor ha publicado o escrito otras
obras.
Aunque la calidad del libro es la única que determinará su
publicación, cuanta más información profesional ofrezca el
autor, mejor. A veces alguien puede enviar a una editorial
el manuscrito menos adecuado para que se publique (por
ejemplo, un libro de cuentos, que en castellano tiene
pocas salidas); pero si a la editorial le gusta cómo escribe
el autor, y sabe que tiene otros trabajos hechos, se los
puede pedir para leerlos.

Asegurar la autoría
Siempre hay que proteger la autoría de un manuscrito
antes de enviarlo a una editorial, y la mejor forma de
hacerlo es inscribirlo en el Registro de la Propiedad
Intelectual. Es un trámite sencillo que cuesta
aproximadamente 15 euros, y que asegura al escritor los
derechos sobre su obra, protegiéndole ante posibles o
fabulados plagios y robos de propiedad intelectual.

Envío de la obra a la editorial


Los manuscritos pueden llegar a una editorial (o a una

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agencia literaria) de dos formas: por correo o entregados


en mano. No hay diferencia: llevarlo personalmente no
puntúa. En las grandes y medianas empresas no lo va a
recoger ni el editor ni el director literario. Lo más cómodo
y práctico es enviar una copia de la obra por correo
certificado al departamento de recepción de manuscritos.

Antes de enviar un manuscrito a una editorial hay que


elegir aquélla en la que mejor pueda encajar la obra. No
es recomendable enviarla a varios sitios a la vez. Lo más
coherente es optar por una, esperar a obtener respuesta
y, en caso de devolución, intentarlo con otra editorial; y
así sucesivamente.
Por cuestión de eficacia, los autores americanos, en lugar
de mandar el manuscrito completo, optan —cada vez con
mayor frecuencia— por enviar una sinopsis de la obra
acompañada del primer capítulo (que sirve de cebo). Esto
agiliza el trabajo del editor y el escritor ahorra en costes
de envío; asimismo, la respuesta de la editorial es más
rápida: o envía una carta de rechazo o pide el resto del
manuscrito (en cuyo caso el autor tendrá más
oportunidades, o al menos sabrá que su trabajo puede
interesar a la editorial y va a ser leído).
La sinopsis es un resumen del manuscrito desarrollado en
tres o cuatro folios, que nunca se devuelve. Si se trata de
un libro de poemas, se envía un índice de los títulos y
unas diez poesías.
En cualquier caso, ésta es una fórmula todavía muy poco
utilizada, pues los editores prefieren ver la obra completa.
Si incluimos este apartado es con el fin de informar sobre
otras posibilidades de “vender” la obra.

Oportunidades de publicación
Las grandes editoriales afirman tajantemente que todos
los manuscritos tienen las mismas oportunidades y que
no influyen los amiguismos ni las recomendaciones. Que
una novela llegue a través del contacto de algún amigo o
familiar, según dicen ellos mismos, no le otorga ninguna
garantía de éxito; “lo único que decide es la calidad”.
Aunque tampoco era de esperar que fueran a decir otra
cosa.
La tendencia editorial de estos últimos años ha sido
generosa con los escritores noveles. Han salido a la luz
muchos jóvenes autores y que se están abriendo paso
con éxito en el mercado editorial. El público reclamaba
gente nueva, primeras novelas y descubrimiento de
autores. Pero los responsables de algunas editoriales
opinan que se ha publicado demasiado y no todo ha sido
bueno, así que ahora tienen más cuidado con la
selección; hay que tener en cuenta que las editoriales —
que son empresas culturales, pero al fin y al cabo
empresas— se niegan a perder dinero y a que los libros
se pudran en los almacenes.
Otras grandes editoriales españolas son más pragmáticas.
Para ellas la aparición de firmas nuevas depende de las
necesidades de la empresa. Si el mercado es más amplio,
se publican más libros y hay más oportunidades para
nuevos talentos; pero si se reduce la edición, la editorial
ya tiene cubiertas sus necesidades con los escritores más
conocidos.
A pesar de todo, a la industria literaria le gusta descubrir
genios y presumir de su apuesta por plumas nuevas.
Siempre juegan con la posibilidad de descubrir a la gallina
de los huevos de oro.
Estadísticamente, la realidad es más dura. La probabilidad

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de publicar que tiene un autor desconocido puede variar


desde un dos por mil en las grandes editoriales a un cinco
por ciento en las editoriales más pequeñas.
En realidad, la selección de los elegidos nunca se reduce
a una cuestión de suerte; es decir, una obra mediocre en
forma y contenido jamás será aceptada por un editor que
costee su publicación, pero si se trata de una editorial que
trabaja por encargo, y es el autor el que paga la edición,
entonces siempre saldrá (aunque seguirá siendo
mediocre).
En cualquier caso, ningún editor que rechace una obra le
confesará directamente al autor la pobreza del
manuscrito, ya que éste es un cliente potencial.
Simplemente le devolverá un formulario de cortesía.
Cuando se presenta una obra y se tiene la seguridad de
que ésta vale la pena, en principio hay que apostar por lo
más alto: apuntar directamente a las grandes editoriales,
y no desanimarse si lo rechazan. Antes de tirar la toalla,
se baja el listón y se intenta con las editoriales medianas
y, por último, con las pequeñas (que ofrecen menos
reconocimiento pero más oportunidades).

Criterios de selección
Comité de lectura: El comité de lectura está compuesto
por un número variable (entre dos y cinco) de
especialistas en literatura —críticos literarios, autores de
la casa, eruditos, profesores, etc.—, que se encargan de
seleccionar las obras que pueden interesar a la editorial.
En las pequeñas editoriales los manuscritos los lee
directamente el editor.
Los criterios literarios utilizados para realizar la selección
son casi universales:
—Calidad del estilo y de la obra literaria.
—Interés y sustentación de la historia narrada.
—Brillantez y originalidad de las ideas.
—Ajuste con la línea editorial de la casa.
Estas pruebas son las que califican para la nota literaria,
o lo que es lo mismo, para conseguir el reconocimiento y
la aprobación de ese tribunal examinador. Pero la nota
definitiva, que es la calificación comercial, la puntúa el
editor (que es el que arriesga su dinero en la apuesta).
En los casos de edición a cuenta del autor, lógicamente
no existe este riguroso proceso de selección. Al contrario,
las cuentas se invierten. Si una editorial sólo se queda
con un 1 por ciento de las obras de escritores inéditos,
los editores que trabajan por encargo lo publican
prácticamente todo, aunque a veces hagan creer —para
estimular el ego del autor— que ellos también tienen un
comité de lectura.

Proceso de selección
El proceso de selección tiene tres fases:
Primera criba. Se devuelven directamente los manuscritos
que no se ajusten a la línea de la editorial. Por eso hay
que conocer las editoriales y sus colecciones antes de
enviar inútilmente un trabajo.
Lectura rápida. Se hace una lectura general saltando
páginas para ver el estilo y la forma de desarrollar la
obra. El examen dura cinco o diez minutos. En esta fase
se devuelven el 90 por ciento de los manuscritos,
acompañados de una carta prototipo que no hiera la
sensibilidad del autor.
Lectura minuciosa. Uno o varios lectores ajenos a la casa
leen el manuscrito y hacen un informe con el resumen de
la obra, un análisis y puntualizaciones. Luego la pasan al

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responsable literario y la obra puede ser leída varias


veces antes de superar la criba final, que es la mesa del
editor (éste es quien tiene la última palabra). Si
finalmente la obra es rechazada, se suele devolver con
una carta personalizada.

Devolución del manuscrito


La selección es dura y pocos la superan. Se asemeja a
unas oposiciones: muchos candidatos para pocas plazas.
Así que no basta con ser bueno; hay que ser el mejor. En
el peor de los casos, cuando el manuscrito no interesa,
las grandes editoriales suelen devolver la obra, pero aún
así siempre hay que asegurarse, por si acaso, de que
enviarán respuesta, para no esperar inútilmente.
El plazo de devolución varía según la editorial, pero por
término general ronda entre quince días y un mes desde
la fecha de la recepción. Los plazos se pueden alargar
cuando la editorial tiene sobrecarga, pero siempre es un
consuelo para el autor ver que su obra no se deshecha
directamente. De todas formas, si en ese período no se
reciben noticias, se recomienda conceder un tiempo total
de espera de unas seis semanas antes de llamarles por
teléfono para solicitar información sobre el seguimiento
del manuscrito.
Nunca hay que perder la esperanza, porque en algunas
ocasiones una editorial se puede interesar por un autor
aunque no le publique la obra, y se mantiene en contacto
con él para que les envíe los próximos trabajos.

Contratos
Si a la editorial le gusta la obra y quiere publicarla,
localiza al escritor y negocia las condiciones. Aunque se
parte de un contrato generalizado y estipulado, siempre
se personaliza en cuestión de anticipos y derechos de
autor, dependiendo del reconocimiento y la cotización del
escritor. A los autores más consagrados les suelen
representar agentes literarios que se pelean con la
editorial por conseguir las mejores condiciones en la firma
del contrato y en los derechos de autor.

Control del proceso


Cuando la editorial adquiere la obra, ésta pasa por un
corrector de estilo que puede hacer sugerencias al autor,
pero este último siempre puede imponer su opinión.
Normalmente, los autores tienen derecho a cambiar algo
o sustituirlo, ver las galeradas, hacer correcciones, y
opinar sobre la cubierta y la bibliografía. En todo caso,
todo esto depende de la relación existente entre el
escritor y el editor, y de lo que hayan estipulado en el
contrato.

Distribución
Cuando el libro sale de imprenta comienza el proceso de
distribución, a cargo de una empresa distribuidora o de la
propia editorial. Las opciones de promoción de una obra
dependen del autor por el que ha decidido apostar un
editor. Y las condiciones y tiempo de venta de la obra en
las librerías varían en función de los acuerdos bilaterales
a los que lleguen los distribuidores y los libreros.

Agentes literarios
Los agentes literarios funcionan de intermediarios entre el
escritor y la editorial. Representan los derechos de autor,
se ocupan de buscar al editor idóneo que publique las
obras de sus representados, y de negociar los contratos
de la forma más favorable para el escritor. Defienden los

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derechos del autor tanto en España como en el


extranjero, y también en las adaptaciones
cinematográficas. Conocen el medio en el que se mueven
y viven de él. Cobran un porcentaje (variable) de lo que
gane su representado.
Las agencias literarias trabajan tanto con autores
reconocidos como con escritores noveles. Reciben
manuscritos, los seleccionan y llevan los mejores a la
editorial que pueda publicarlos (mirar directorio de
agencias y editoriales).

Autoedición y edición por cuenta del autor


La autoedición es una forma alternativa de publicar una
obra. El autor, en lugar de vender su manuscrito a una
editorial, se autofinancia él mismo la publicación. Según
sus necesidades, tiene varias opciones: llevar su obra ya
preparada a una imprenta, contratar unos servicios
editoriales (ver directorio de «servicios editoriales») o
pagar a una editorial que trabaje por encargo (buscar en
«editoriales»).
A veces, a los autores les interesa publicar bajo el
nombre de una editorial, que además de contar con la
ventaja de tener organizado todo el proceso editorial, les
puede servir de respaldo y garantía. Pero antes de optar
por esta fórmula, hay que pedir presupuestos y calcular
los gastos, ya que de otra forma se corre el riesgo de que
la editorial abuse de los fondos monetarios del autor.
Cuando un escritor decide llevar su manuscrito a una
editorial que trabaja por encargo, ésta recibe el original y
hace una selección previa para que se adapte a su línea
de publicaciones y a la calidad de la editorial. Si el autor y
el editor llegan a un acuerdo, firman un contrato de
encargo donde se fija el número de ejemplares y se
acuerda la forma de distribución (el autor se puede
quedar con todos los ejemplares, para distribuirlos él
mismo, o puede repartirlos mediante los mecanismos
habituales de la editorial).
Con esta fórmula el autor paga todos los gastos de la
edición (maquetación, corrección de pruebas, impresión y
encuadernación), y tiene derecho a ver todas las pruebas,
a modificarlas y a decidir sobre la portada y presentación
(aunque es la editorial la que le prepara las opciones).
El editor, por su parte, se encarga únicamente de las
labores de edición, y no arriesga dinero en el proceso, ya
que asume que la obra no es comercial y no tiene
asegurada la venta.

Cauces alternativos
Una creación literaria se puede difundir y distribuir de
maneras muy diferentes, al margen de la industria
tradicional. Hoy la forma más fácil y barata es a través de
Internet. Y además queda disponible para cualquier que
quiera llegar a ello en cualquier rincón del mundo. Las
otras opciones más tradicionales son las clásicas
fotocopias, libretos, revistas, fanzines y libros colectivos,
etc.

La ' prueba de fuego ' de la segunda publicación


Publicar un libro no significa la consagración, ni
muchísimo menos. La prueba de fuego consiste en
«colocar» el segundo, que puede ser tan difícil o más que
el primero. ¿Por qué? Aunque un escritor consiga publicar
un libro, tiene un 60 por ciento de posibilidades de
quedarse en el olvido. La editorial realizará un mínimo
trabajo rutinario de servicios de prensa y difusión, pero

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no promocionará la obra ni la presentará en eventos


especiales; esa inversión publicitaria prefieren realizarla
con los escritores más cotizados. Por otra parte, puede
ocurrir que la segunda obra esté menos trabajada que la
primera, en cuyo caso la editorial será más reticente a
publicarla.
El resultado comercial del primer libro definirá en la
mayoría de los casos las publicaciones sucesivas. Importa
más la cuantía de las ventas que el talento de la nueva
revelación; incluso a veces a un editor le interesa tanto o
más un autor con gancho que la calidad literaria de su
obra. Es decir, los escritores tímidos y apagados son los
menos atractivos para los editores, que intentan
promocionar tanto una obra como a su autor (ya que
ambos, de alguna forma, le pertenecen).
En cualquier caso, cuando una editorial se niega a publicar
la segunda novela de su joven talento, éste tendrá
muchísimas dificultades para encontrar otros editores que
se la compren, pues éstos desconfiarán de su calidad y
de los posibles resultados, pensando que, si en la editorial
de partida no le han vuelto a publicar, es que algo no
marcha bien. En definitiva: un título sin ventas no es el
mejor currículum para probar suerte entre las grandes
empresas, aunque siempre se puede intentar con las
medianas y pequeñas editoriales.

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