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Cuando se retome la obra ha de ser ya para hacer las
correcciones finales: cambiar un verbo, suprimir un
adjetivo o modificar una expresión. De esta forma,
quedaría lista la presentación definitiva.
Procesadores de textos
Escribir en un ordenador con un procesador de texto ha
facilitado inmensamente el trabajo del escritor y acortado
y mejorado el trayecto de la obra a la imprenta. Además
de permitirnos ejecutar todas las correcciones del copiar y
pegar, suprimir, cambiar el orden de las frases o párrafos,
sustituir palabras, etc. en cuestión de segundos, la
tecnología ya permite que la obra se pueda enviar
directamente en un CD o incluso por Internet, a la
editorial y a la imprenta para su publicación. Las
herramientas de los procesadores de texto ofrecen
muchas posibilidades para el diseño y la edición, incluido
un diccionario que detecta y corrige muchas de las faltas
ortográficas y tipográficas y señala las posibles
incorrecciones sintácticas y gramáticales. Word y
WordPerfect son los procesadores de textos más
populares, aunque hay muchos más. Características más
sobresalientes a la hora de elegir programa: —
Autocorrección: corrige automáticamente errores
frecuentes ortográficos o de mecanografía, tales como el
olvido de las mayúsculas.
—Autotexto: permite acelerar las entradas de texto al
expandir elementos basados en abreviaturas.
—Corrector ortográfico incorporado: detecta errores y
sugiere correcciones rápidamente.
—Elegir tamaños y estilos de escritura, márgenes,
tabulaciones, insertar tablas y gráficos, con sólo hacer un
“clic”.
—Presentación preliminar, totalmente editable
—Y, sobre todo, que sea compatible con programas de
maquetación tanto en entornos de Macintosh, Windows o
algunos de menor circulación.
Estos programas se complementan con otros de
autoedición concebidos expresamente para el diseño y la
maquetación de libros, revistas y publicidad. El escritor
los podrá utilizar cuando quiera ir más allá de la creación
literaria y desee realizar una autoedición. Los software de
diseño gráfico más utilizados en la edición española son
QuarkXPress, PageMaker e InDesign. Con ellos se realizan
la mayoría de periódicos, revistas y libros que salen al
mercado.
Presentación
Sólo hay una regla de oro, y es facilitar la lectura del
manuscrito. Hay que presentarlo de la forma más limpia,
ordenada y clara que sea posible. Para conseguirlo, se
deben respetar las normas estándar internacionales:
—Escrito a máquina o a ordenador, sin faltas ortográficas
ni tipográficas y, por supuesto, sin tachaduras —estos son
los errores imperdonables que descalificarían al autor
antes de empezar la lectura—.
—Escribir 60 signos por línea (por signos se entiende
Cubierta:
El manuscrito se tiene que presentar con una cubierta
dura, que puede ser de cartulina de 150 a 240 gramos, o
un plástico duro.
En la cubierta debe aparecer:
—El título de la obra.
—El género: novela, poesía, relatos, ensayo, etc.
—Nombre, dirección y teléfono.
Asegurar la autoría
Siempre hay que proteger la autoría de un manuscrito
antes de enviarlo a una editorial, y la mejor forma de
hacerlo es inscribirlo en el Registro de la Propiedad
Intelectual. Es un trámite sencillo que cuesta
aproximadamente 15 euros, y que asegura al escritor los
derechos sobre su obra, protegiéndole ante posibles o
fabulados plagios y robos de propiedad intelectual.
Oportunidades de publicación
Las grandes editoriales afirman tajantemente que todos
los manuscritos tienen las mismas oportunidades y que
no influyen los amiguismos ni las recomendaciones. Que
una novela llegue a través del contacto de algún amigo o
familiar, según dicen ellos mismos, no le otorga ninguna
garantía de éxito; “lo único que decide es la calidad”.
Aunque tampoco era de esperar que fueran a decir otra
cosa.
La tendencia editorial de estos últimos años ha sido
generosa con los escritores noveles. Han salido a la luz
muchos jóvenes autores y que se están abriendo paso
con éxito en el mercado editorial. El público reclamaba
gente nueva, primeras novelas y descubrimiento de
autores. Pero los responsables de algunas editoriales
opinan que se ha publicado demasiado y no todo ha sido
bueno, así que ahora tienen más cuidado con la
selección; hay que tener en cuenta que las editoriales —
que son empresas culturales, pero al fin y al cabo
empresas— se niegan a perder dinero y a que los libros
se pudran en los almacenes.
Otras grandes editoriales españolas son más pragmáticas.
Para ellas la aparición de firmas nuevas depende de las
necesidades de la empresa. Si el mercado es más amplio,
se publican más libros y hay más oportunidades para
nuevos talentos; pero si se reduce la edición, la editorial
ya tiene cubiertas sus necesidades con los escritores más
conocidos.
A pesar de todo, a la industria literaria le gusta descubrir
genios y presumir de su apuesta por plumas nuevas.
Siempre juegan con la posibilidad de descubrir a la gallina
de los huevos de oro.
Estadísticamente, la realidad es más dura. La probabilidad
Criterios de selección
Comité de lectura: El comité de lectura está compuesto
por un número variable (entre dos y cinco) de
especialistas en literatura —críticos literarios, autores de
la casa, eruditos, profesores, etc.—, que se encargan de
seleccionar las obras que pueden interesar a la editorial.
En las pequeñas editoriales los manuscritos los lee
directamente el editor.
Los criterios literarios utilizados para realizar la selección
son casi universales:
—Calidad del estilo y de la obra literaria.
—Interés y sustentación de la historia narrada.
—Brillantez y originalidad de las ideas.
—Ajuste con la línea editorial de la casa.
Estas pruebas son las que califican para la nota literaria,
o lo que es lo mismo, para conseguir el reconocimiento y
la aprobación de ese tribunal examinador. Pero la nota
definitiva, que es la calificación comercial, la puntúa el
editor (que es el que arriesga su dinero en la apuesta).
En los casos de edición a cuenta del autor, lógicamente
no existe este riguroso proceso de selección. Al contrario,
las cuentas se invierten. Si una editorial sólo se queda
con un 1 por ciento de las obras de escritores inéditos,
los editores que trabajan por encargo lo publican
prácticamente todo, aunque a veces hagan creer —para
estimular el ego del autor— que ellos también tienen un
comité de lectura.
Proceso de selección
El proceso de selección tiene tres fases:
Primera criba. Se devuelven directamente los manuscritos
que no se ajusten a la línea de la editorial. Por eso hay
que conocer las editoriales y sus colecciones antes de
enviar inútilmente un trabajo.
Lectura rápida. Se hace una lectura general saltando
páginas para ver el estilo y la forma de desarrollar la
obra. El examen dura cinco o diez minutos. En esta fase
se devuelven el 90 por ciento de los manuscritos,
acompañados de una carta prototipo que no hiera la
sensibilidad del autor.
Lectura minuciosa. Uno o varios lectores ajenos a la casa
leen el manuscrito y hacen un informe con el resumen de
la obra, un análisis y puntualizaciones. Luego la pasan al
Contratos
Si a la editorial le gusta la obra y quiere publicarla,
localiza al escritor y negocia las condiciones. Aunque se
parte de un contrato generalizado y estipulado, siempre
se personaliza en cuestión de anticipos y derechos de
autor, dependiendo del reconocimiento y la cotización del
escritor. A los autores más consagrados les suelen
representar agentes literarios que se pelean con la
editorial por conseguir las mejores condiciones en la firma
del contrato y en los derechos de autor.
Distribución
Cuando el libro sale de imprenta comienza el proceso de
distribución, a cargo de una empresa distribuidora o de la
propia editorial. Las opciones de promoción de una obra
dependen del autor por el que ha decidido apostar un
editor. Y las condiciones y tiempo de venta de la obra en
las librerías varían en función de los acuerdos bilaterales
a los que lleguen los distribuidores y los libreros.
Agentes literarios
Los agentes literarios funcionan de intermediarios entre el
escritor y la editorial. Representan los derechos de autor,
se ocupan de buscar al editor idóneo que publique las
obras de sus representados, y de negociar los contratos
de la forma más favorable para el escritor. Defienden los
Cauces alternativos
Una creación literaria se puede difundir y distribuir de
maneras muy diferentes, al margen de la industria
tradicional. Hoy la forma más fácil y barata es a través de
Internet. Y además queda disponible para cualquier que
quiera llegar a ello en cualquier rincón del mundo. Las
otras opciones más tradicionales son las clásicas
fotocopias, libretos, revistas, fanzines y libros colectivos,
etc.
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