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Dónde Habita El Líder-R
Dónde Habita El Líder-R
Inspirar a su equipo es uno de los legados más profundos que una persona puede dejar a
su paso por posiciones de liderazgo. Lograr que esa inspiración ser imperecedera depende
más de lo que ella sea como persona que de la posición que ocupe, y esto está reservado
para quienes convierten su propia vida en una inspiración para los demás.
Sin duda, esa forma de ver el liderazgo contribuye a elevar la conciencia de los gerentes
acerca de su relevante contribución como gestores del desarrollo en las empresas. Ellos
tienen a su disposición diversos instrumentos para ser evaluados por sus colaboradores,
colegas y jefes acerca de las competencias que deben dominar para ejercer los roles
afines a sus posiciones y responsabilidades.
Si los líderes desean fortalecer los llamados estilos gerenciales, pueden recurrir a
capacitaciones, sesiones de coaching, procesos de retrolimentación y mediciones
cuantitativas del mejoramiento de sus conductas según la percepción de sí mismos y de
otros.
No obstante, las técnicas para el ejercicio más efectivo de la gerencia requieren bases
sólidas, que se encuentran en la conciencia y en las raíces de la filosofía de vida de los
líderes. Así, la visión del papel del líder “hacia y desde fuera” puede ser complementada
con otra “desde adentro”, orientada a conocer a la persona que desempeña ese rol en un
modo muy particular que es determinado por su mundo interior, en el cual, haremos un
recorrido. Es decir, en esta incursión a la vida interior del líder adoptaremos una
perspectiva que nos ayude a comprender el origen de sus actitudes, estilos y conductas
visibles.
Imaginemos que quien ejerce esa función vive en un lugar llamado “mente” y tratemos de
comprender cómo podría ser esa mente un buen “hogar”, desde el cual, el líder sale a
cumplir su importante función social. Emprendamos entonces este recorrido por ese
mundo interno que es tan invisible a los ojos de los demás, pero tan determinante de sus
éxitos y fracasos observables. Al hacerlo, no olvidemos revisar el estado de nuestro
propio “hogar interior”.
Energías del “hogar” del líder.
“La mente es tu propio hogar, y puede por sí misma, hacer un paraíso del infierno; y
un infierno del paraíso”. Milton, El Paraíso Perdido
Las acciones y decisiones de los líderes se originan en su mente, y ésta es como una
fábrica de pensamientos con máquinas de producción que deben funcionar, idealmente,
con fluidez. Dicha fábrica es movida por cuatro fuentes de energía relacionadas entre si:
la física, la mental, la emocional y la espiritual.
Energía física: Es la que permite que el líder se movilice de un lugar a otro, respire, se
alimente, crezca y traslade objetos; es la vigorosidad tangible. De ella depende en buena
medida su salud corporal y su capacidad de trabajo durante varias horas al día. Esta
primera clase de energía influye y es influida recíprocamente por la segunda, la mental.
Energía mental: Con ella el líder elabora ideas, pensamientos, modelos analíticos y
decisiones. De esta fuente nacen los cuestionamientos a las realidades y los
planteamientos sobre nuevos caminos y formas racionales para transformar las
organizaciones y competir con eficacia. Una mente con energía positiva es un manantial
de renovación y creatividad en la empresa para enfrentar retos intelectuales con serenidad
e inteligencia.
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Energía espiritual: ¿Cómo define el líder su misión? ¿Cuáles son los valores que
orientan sus actitudes, conductas y decisiones? ¿Qué entiende él por conceptos
fundamentales como felicidad, éxito, contribución a la comunidad y realización personal?
¿Cuál es su concepto de un Ser Supremo y cómo lo incorpora en su mundo interior? Esta
modalidad de energía ayuda al líder a poseer claridad de su filosofía de vida, la base más
profunda de todo cuanto hace. Los valores le sirven de parámetro ante los dilemas éticos
y en la búsqueda de justicia y aplomo en sus decisiones.
Muchos ejecutivos acuden diariamente a los gimnasios a hacer ejercicio para regenerarse
físicamente. ¿A qué gimnasios asisten, y, con qué frecuencia, para recuperar e
incrementar las otras tres energías? ¿De qué sirve un físico atlético y sano si la persona
que vive en él no goza de paz integral, si no tiene emociones positivas ni serenidad para
pensar con profundidad y sensatez?
Entonces, el líder necesita que el “hogar” donde reside esté sustentando por fuentes de
energía en permanente regeneración. No se trata de que hacia fuera, en sus conductas, él
muestre signos de ser hiperactivo, sino de poseer mucha paz interior en la que se
producen buenos pensamientos. Tampoco logrará mucho aprendiéndose de memoria
recetas conductuales extraídas de libros, seminarios y consejeros si antes no prepara el
terreno que las sustente, es decir, si antes no pone su “casa” en orden para convertirla en
un verdadero hogar, en un gimnasio en el que todos los días regenera su mundo interior.
Al llevar un vehículo a una gasolinera, hay que estar claros acerca de qué tipo de
combustible se le inyectará. Igual ocurre con los insumos que el líder suministra a su
mente, porque de ellos depende la producción de pensamientos que luego se convertirán
en acciones y hábitos. Él podría decidir que los insumos principales vendrán de su mundo
exterior, de su propio hogar interior, o bien, de una mezcla muy inteligente y sensata de
ambos.
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circunstancias y eventos. Esto resta autonomía al criterio personal e incrementa la
fragilidad de una filosofía o modo de ver las cosas.
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comprendidos estarán dispuestos a escuchar y ese es el terreno fértil en el que el líder
puede inspirar con su pensamiento.
Es agradable visitar el hogar de una familia y respirar allí un aire de paz, optimismo y
realización de cada uno de sus miembros. De hecho las conductas de la familia fuera de
la casa son un reflejo del modo en que viven en ella. De igual forma, esa persona que
vemos en la empresa desempeñando el papel de gerente tiene también una “residencia”
que llamamos mente. De él depende que la misma sea simplemente una casa o algo más:
un verdadero hogar, caracterizado por la armonía y búsqueda deliberada de plenitud.
Ser un buen líder es muy difícil sin ser antes una buena persona. Imaginemos entonces el
mundo interior de ese líder como una casa con nueve aposentos. Hagamos un recorrido
por cada uno de ellos acompañados por un conjunto de preguntas que podemos
modificar, ampliar o reducir con la finalidad de evaluar a los líderes que conocemos, pero
también a nosotros mismos. Incluso podríamos evaluar nuestra propia satisfacción en
cada área completando o rellenando el espacio correspondiente en la figura “Ámbitos del
líder”. Empecemos pues, el viaje.
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médica- su estado de salud en forma periódica y posee la disciplina para hacerse cargo de
su propio estado físico?
Laboral: ¿Es un buen compañero en su equipo de trabajo? ¿En verdad pone su talento al
servicio de sus colegas? ¿Es fuente de superación para sus colaboradores y jefes? ¿Se
siente realizado en su actual función en la empresa? ¿Hay alineamiento entre la visión de
su organización y su vida integral? ¿Es fuente de inspiración y valentía ante los retos
corporativos? ¿Vale la pena tenerle como director del equipo de trabajo? ¿Mira a sus
colaboradores como tales o simplemente como sus seguidores? ¿Empodera a los demás o
les trata como una simple extensión de su poder e ideas? ¿Está gozando su posición y
función en la empresa? ¿Está preparado para una promoción?
Material y económico: ¿Está este “aposento” ordenado de modo que no hay angustia por
deudas atrasadas? ¿Posee equilibrio en el uso de sus recursos financieros? ¿Está
asegurando él el futuro de su familia en caso de que llegara a faltar por la razón que sea?
¿Mira lo económico como un medio para realizarse integralmente o como un indicador
esencial de su éxito? ¿Vive para tener o vive para ser? ¿Está centrado en su identidad
integral, especialmente espiritual, o es muy influido por lo que posee o con quien se
relaciona? ¿Es solidario con los demás y no solo da algo sino que es capaz de darse a sí
mismo por una causa que estime justa?
Emocional: ¿Es capaz de despertar en sí mismo buenos sentimientos hacia él y hacia los
demás? ¿Hay equilibrio, sensatez y, especialmente, inteligencia en el modo de
comprender y gestionar sus emociones? ¿Es comprensivo acerca de las emociones de los
demás y es capaz de gestionar con efectividad sus relaciones con ellos? Dada la conexión
de sus emociones con sus valores, ¿contagia con pasión a su equipo de trabajo para que
siempre haya creatividad y capacidad de asombro? ¿Goza de tal grado de tranquilidad en
su conciencia que la alegría y el humor son también cualidades que le distinguen? ¿Ha
procesado adecuadamente situaciones difíciles de su pasado y manifiesta gran madurez e
inteligencia emocional?
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este campo? ¿Despierta cada mañana agradecido por el don de la vida y por poder gozar
la búsqueda de plenitud en estos nueve “aposentos”?
Espiritual: ¿Cuál es su sentido de misión como ser humano? ¿Qué valores son la base de
su función en la empresa y más allá? ¿Cómo maneja el equilibrio entre la valentía para
comprometerse con sus convicciones y la tolerancia hacia quienes piensan diferente?
¿Cómo relaciona su amor por las personas y sus obras con el desapego de ellas para
mantener las libertades mutuas? ¿Está recurriendo al silencio, la reflexión y la meditación
para estar en sintonía con lo más profundo de su ser interior, su ámbito no visible a los
demás, y así guiar sus estilos, comportamientos y conductas visibles? ¿En verdad, su
fortaleza espiritual le convierte en un ser humano centrado, sereno, maduro y sólido en
sus decisiones y acciones?
No se trata de que el líder sea perfecto en todas estas áreas; de ninguna manera. Lograr la
armonía en un “hogar” con tan diversos y amplios aposentos no es una tarea sencilla,
pero es la obra que debe emprender un líder que desee unir pensamientos, sentimientos y
acciones en un modo congruente.
El intelecto es como el “software” con el que procesamos los pensamientos que nacen en
la mente. Cuando el líder posee un intelecto fuerte, ejerce un control más efectivo de la
calidad de sus pensamientos porque es capaz de evaluarlos y ser selectivo respecto a su
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orientación y consecuencias. Por ejemplo, puede ser que un pensamiento sea que algunos
clientes son necios, pero el líder usa su intelecto para gestionar una reacción positiva a
ese pensamiento que le envía su mente y opta por conductas conciliadoras con los
clientes difíciles. Si el líder entrena su intelecto para ser positivo, entonces generalmente
actuará con buen discernimiento y proyectará una imagen de adecuado autocontrol y
autoestima. Junto a ese intelecto, en el subconsciente del líder hay registros de su pasado
que también impactan su modo de actuar. Esos registros son hábitos, rasgos de su
personalidad y respuestas programadas a hechos repetitivos.
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Saliendo del hogar.
“Mi vida es mi legado”. Gandhi.
La interacción con el mundo exterior, la empresa, no ocurre después de que el líder pone
su hogar interior en orden. En la vida real, es un proceso interactivo constante y de alta
velocidad. Los ejecutivos podrían caer en la trampa de meterse tanto en su agenda de
actividades y retos que se olvidan de retornar periódicamente a eso que hemos llamado
hogar interior, a la reflexión, al silencio y a la meditación sobre el estado de sus fuentes
de energía, la calidad de sus nueve “aposentos”, la mezcla de los combustibles para su
mente y el afinamiento de su fábrica de pensamientos. Si se descuidan a sí mismos,
pueden pasar del alineamiento mental y emocional al alienamiento de sus propios
principios y caer en el superficialismo de solamente reaccionar con improvisación a los
estímulos externos.
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de inmediato gestiona con calidad las relaciones con los diversos actores que constituyen
su mundo exterior.
Finalmente él reconoce que su calidad de vida integral depende de estas relaciones y por
eso procura fortalecerlas apoyándose en estilos y prácticas gerenciales tales como el
“coaching”, empoderamiento, asertividad, desarrollo del talento, trabajo en equipo, y
muchas más que él puede mejorar por medio de la capacitación, la lectura y la
retroalimentación; pero todas esas herramientas y roles tienen sentido si son congruentes
con sus valores, pensamientos y actitudes, que tienen sus cimientos en su conciencia, el
hogar interior en que habita la mente del líder.
Así, el “hogar” interior del buen líder es su principal carta de presentación. Quienes están
cerca de él pueden percibir si las cuatro fuentes de energía tienen un sano equilibrio, si
las dos modalidades de “combustible” son prudentemente procesadas por él y si sus
actitudes y conductas reflejan un orden suficiente en los nueve “aposentos” que hemos
recorrido. En consecuencia, los productos de su “fábrica”, sus pensamientos, serán en su
mayoría de excelente calidad por haber sido elaborados en una conciencia en la que el
pasado del líder, su mente y su intelecto, actúan con coherencia. Esta integridad entre el
pensamiento constructivo y las acciones, es lo que más aprecian sus colegas en el equipo
de trabajo, pues saben que él, más que un gerente o jefe es una buena persona, y eso es la
esencia del liderazgo de quien hace de su propia vida una fuente de inspiración para los
demás.
gr@germanretana.com
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