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HUMANIZAR LA MEDICINA ES ADECUARLA

AL HOMBRE

FRANCISCO LUIS QUEVEDO

COMPENDIO DE MEDICINA
EDITORIAL PLANETA
HUMANIZAR LA MEDICINA
ES ADECUARLA AL HOMBRE

FRANCISCO J. LEAL QUEVEDO

En medio de esta Medicina de fin de siglo, en plena era tecnológica,


nos sentimos inmersos en el ejercicio de una práctica masiva, llena casi hasta la
saturación de recursos exploratorios, pero que, se dice, ha perdido de vista al
individuo, en su dimensión integral de persona.
En medio de este edificio limpio y aséptico que es la "medicina- ciencia",
construida en su mayor parte en los últimos cien años, y de la cual comienza a
replegarse nuestro entusiasmo incondicional, tenemos una necesidad sentida de
que se requiere un cambio, hay un imperioso consenso hacia "humanizar la
medicina". La masificación de pacientes y médicos parece haber tocado fondo
y: ahora sabemos que la tecnología, inseparable de nuestra práctica clínica, es
apenas un sendero que. podemos recorrer o utilizar motivados de muchas mane-
ras La tecnología puede ser humana o inhumana, dependiendo de nosotros.
Somos además conscientes de nuestro derecho irrenunciable a vivir dignamente
de nuestro trabajo y queremos que nuestra práctica médica se lleve a cabo en
óptimas condiciones tanto para el paciente como para nuestra realización
personal. La medicina es así un camino de dos vías de dos vías.

SE NOS TRATA PARADÓJICAMENTE

Nuestra situación médica no es fácil. Se nos pide, a diferencia de las otras


profesiones liberales, que en medio de esta cultura del dinero continuemos
obrando con altruismo y desprendimiento que actuemos según las necesidades
de cada paciente pero a la vez senos exige una máxima eficiencia técnica, un
rendimiento laboral (lo que implica una encarnizada lucha contra el tiempo. Se
nos insta a tener motivaciones elevadas y sentimientos humanitarios y el
currículum de nuestras facultades y la evaluación de nuestro trabajo sólo están
basados en los hechos positivos y cuantificables. Se nos evalúa según La ca-
pacidad técnica que poseamos sin que se requiera considerar el marco cultural
donde realizamos dicha técnica. En fin, se nos exige según unos fríos números y
se ignora el mundo de las personas conformado por pacientes y médicos.

DEFINIENDO "HUMANIZAR"

Pero ¿qué entendemos por "Humanizar"?


¿Acaso simplemente tener un trato más cordial, afable, con el paciente? ¿Es
sólo una cuestión de buenas maneras, de "etiqueta médica"? ¿Será acaso en
esencia y en el fondo, reducir la humanización de la medicina a un trato cortés?
O, yendo un poco más allá, ¿Es acaso un acto de empatía con el paciente
como ser que sufre? ¿Es sólo cuestión de buenos sentimientos, de filantropía
ilustrada? ¿Sé reduce atener un buen corazón?
¿Acaso asemejamos a los buenos vendedores, al fin de cuentas estamos
entregando y cobrando un servicio, que tienen como lema:
"la acción primordial ha de ser satisfacer, de manera total e integral al cliente"?
¿Es apenas llevar a la medicina la calidad total?
¿O será como dice el diccionario: "Hacer algo humano, familiar y afable"?,
¿y se requeriría entonces un médico que "se solidarizara con sus semejantes,
intentara comprenderlos y fuera afable y caritativo con ellos"?
Evidentemente se trata de algo más.
Si nuestra labor no tiene un sustrato más firme, estaríamos dejando la
humanización al subjetivismo, al capricho más o menos benevolente de nuestro
libre albedrío, al vaivén de nuestras emociones.
Humanizar la medicina ha de ser adecuaría al hombre.
Pero esta definición implica entonces que definamos qué entendemos
nosotros los médicos por el hombre. De este concepto, que ha sido debatido por
la filosofía durante los veinticinco siglos de su existencia, depende en definitiva,
como de una piedra angular, la "humanización" de la medicina.

QUE ES EL HOMBRE?

Si aceptamos que debemos hacer una medicina a la medida del hombre, surge
la pregunta: ¿a medida de qué está hecho el hombre?
Lógicamente una respuesta extensa y adecuada a tan colosal pregunta,
sobrepasa mis capacidades y el propósito de este libro. Es conveniente, sin
embargo, intentar una pequeña aproximación descriptiva.
Como preámbulo obligatorio, recordemos que la Medicina es siempre y
apenas una hija de la cultura de su tiempo, marcha de forma relativamente
sincrónica con las Ciencias, con las Artes, con la Filosofía, en fin, con la
Historia de cada era.
Tendemos a considerar la historia de la medicina como "la iatromedicina", es
decir, caemos en la concepción que ve la historia de la medicina como la simple
sucesión de una serie de contribuciones realizadas por los médicos,
generalmente de forma individual. "La historia de la medicina se halla ligada a
los fenómenos sociales y económicos en la misma medida que a los problemas
biológicos y constituye uno de los tenias centrales de la experiencia humana"
(R.R. Shytock).
Para acentuar más lo relativo del aporte médico, recordemos que los grandes
progresos de la medicina no han sido obra de los médicos sino de individuos de
otras disciplinas, ej.: Pasteur, Flemming, Claude Bernard. Y en la actualidad, el
futuro de la medicina se juega en los laboratorios de biología molecular
La historia de la medicina está ligada de Cocina indisoluble a la historia del
hombre. A manera de ejemplo, se ha demostrado que en las épocas en las cuales
el cuerpo fue menospreciado, por creencias religiosas, el progreso médico fue
escaso y en aquellos períodos en que la mujer fue considerada como ser inferior,
la Ginecología no realizó grandes avances. Y 1a Pediatría no apareció como
especialidad sino hasta finales del siglo XVIII, cuando surgió un adecuado
interés por el niño.
Aún mas, la salud pública ha dependido poco del acto medico individual; han
logrado más por la salud de los pueblos los cambios culturales, como vivienda,
agua potable, manejo de excretas, hábitos de prevención, alimentación, que los
esfuerzos médicos aislados,- ejemplo: cuando los tuberculostáticos hicieron su
aparición en 1945; la enfermedad tuberculosa, que a principios de siglo afectaba
sin distinción a ricos y pobres, mostraba ya un franco descenso debido a cam-
bios ambientales y culturales.
La medicina en conjunto ha marchado al vaivén de los conceptos imperantes
sobre el hombre en cada cultura a través del tiempo y la senda futura no
cambiará de rumbo, seguirá siendo una creación cultural al servicio del hombre.
Debemos entonces ir a beber a otras fuentes del pensamiento, más allá de la
Medicina como ciencia hermética. para encontrarle sentido a nuestra tarea,
debemos sintonizarnos con toda la cultura de nuestra época.
Volvamos entonces a esta elemental aproximación al hombre. Sin mayores
ambiciones teóricas, partamos por ahora de una verdad incontrovertible el
hombre es una persona que posee un cuerpo y un psiquismo; en íntima e
inseparable unión. Somos totalmente cuerpo y totalmente psiquismo. Esa unión
indivisible es el objeto de nuestro conocimiento y a la vez blanco dé nuestro
quehacer.
Acerquémonos a esta realidad humana que queremos definir. Comencemos
por esta presencia tangible, tan cercana y palpable que se nos impone: el cuerpo.
El ha sido el escenario primordial de nuestra ocupación médica a través de los
siglos.
LOS GRANDES JALONES EN LA HISTORIA DEL CUERPO

Uno de los puntos más álgidos en toda la historia del pensamiento occidental,
una de las bisagras sobre la cual gira nuestra cosmovisión, es tomar una de las
dos vertientes siguientes ¿somos un cuerpo? o ¿tenemos un cuerpo? Alrededor
de esté dilema han girado la mayoría de las antropologías filosóficas, de las
cuales la antropología médica es sólo una hija menor.
Se considera que en gran parte, el cuerpo es un constructo cultural. Los
volúmenes corporales y la relación de los segmentos cambian en el curso de los
siglos, la proporción de grasa y músculos, la talla y el peso promedios, las zonas
pilosas y lampiñas, etc, son diferentes a través del tiempo, lo podemos
comprobar hojeando simplemente una historia del arte. El cuerpo es un
escenario primordial de las interrelaciones, con frecuencia conflictivas, de
Naturaleza vs. Cultura, allí se enfrentan el mensaje que encierran los genes y lo
que la creatividad del hombre ha construido. La cultura humana es una especie
de realidad virtual que tiene una amplia comunicación bidireccional con nuestra
constitución genética. Es por ello que el cuerpo ideal va cambiando en las
diferentes épocas. Ahora el prototipo de cuerpo, magro, esbelto, adecuado
completamente a las exigencias de la biomecánica, es un constructo típico de la
Ilustración.
Veamos a grandes rasgos, los principales puntos de vista del pasado:
+ El cuerpo ha sido visto como la carcel del alma (Platón, neoplatónicos y
algunos teóricos cristianos). Han sido épocas de oscurantismo médico, pues el
conocimiento de una cárcel, en cuanto tal, es lo que menos interesa a un preso.
+ Luego, el cuerpo se consideró como la materia para el alma (Aristóteles). Y
por lo tanto resultaba inconcebible el uno sin la otra.
Esta teoría naturalista los consideró como una unidad y aportó una base firme
para el avance científico.
+ Más tarde, para el Cristianismo, el cuerpo es el templo del Espíritu Santo.
Es como el instrumento para poder realizar nuestro exilio terrestre. Este
pensamiento tampoco aportó progresos sustanciales pues las condiciones de
exilio implican estar apenas de paso por la realidad corpórea.
+ Para Descartes y Galileo, el cuerpo es una máquina, susceptible de ser
desarmada y armada. Aunque sin olvidar que es un inmenso y complicado
engranaje, toda la Ilustración de la cual aún somos tributarios, ve el cuerpo
como una estructura apta para ser objetivada, susceptible de toda la posible
disección de que es capaz nuestra razón y la búsqueda de la salud es similar al
proceso de sincronizar un motor cuyo funcionamiento debe alinearse. Bajo estas
luces hemos dado pasos agigantados en el conocimiento fisiológico pero
también hemos cardo en rutas equivocadas, por ej.. creemos que hemos
avanzado cuando hemos separado cuerpo y psiquismo y la insistencia sobre el
carácter único del individuo nos ha hecho olvidar nuestras conexiones sociales y
comunitarias.
+ Para la filosofía existencial (Heidegger, Sartre), el cuerpo es nuestra forma
de estar en el mundo. Es el medio de nuestra instalación en la realidad cósmica.
Lejos de intentar cualquier esfuerzo de sincretismo, podríamos decir que
nuestro cuerpo es la forma de ser individuos, de instalarnos como personas, de
relacionarnos, de estar en contacto con el mundo y pasar por él. Es el
instrumento que utiliza la persona para estar en el presente. El cuerpo es nuestra
primera casa. El hecho es que vivir consiste en reducir continuamente el mundo
al cuerpo. El mundo exterior y nosotros mismos nos reducimos a un haz de
sensaciones. Vivir pasa necesariamente por el cuerpo tenemos una interfase
corpórea, que nos pone en contacto con una realidad exterior. El cuerpo es un
límite que me delimita ante los otros. Es el principal factor de individuación,
que me permite ser un individuo separado de los demás, pero a la vez es factor
de comunicación, instrumento de comunión.
La modernidad, con el ascenso del individualismo y la hipertrofia de la
conciencia, nos hizo perder de vista que el cuerpo, formado por átomos,
moléculas, grandes péptidos, proteínas, metales, es apenas una minúscula parte
de una trama común que se extiende a todo el universo. Es claro que tenemos
dentro polvo de estrellas y que sentimos el calor, el frío, tos cambios de la Luna,
las estaciones. Pero nos hemos aislado del componente social, comunitario y
cósmico.
Hay una ruptura entre el cosmos y el cuerpo humano. Se nos olvida que el
hombre no es un individuo sino en el sentido de ser un nudo de relaciones, uá
cruce de caminos.
Dice un antiguo pr9verbio indio: "Dondequiera que el hombre pone la planta,
pisa siempre cien senderos". El cuerpo es precisamente la interfase, el punto de
encuentro de esos cien senderos. Por medio del cuerpo somos apenas un
pequeño nudo en esa inmensa red que une a toda la naturaleza.

EL PSIQUISMO

Y en íntima unión con nuestro cuerpo, llevamos dentro un complicado


psiquismo. Tener un adentro y un afuera es el pivote sobre el cual se estructura
el individuo humano. Esa interioridad hace que la percepción que tengo de mi
cuerpo sea una sensación singular que el otro, incluido el médico entrenado para
ello, nunca podrá percibir en su totalidad.
La existencia de una interioridad es la que por ejemplo, nos permite amar, en
el sentido de salir de sí, invento típicamente humano.
Como tenemos un adentro, tenemos derecho a la interioridad a ensimismamos.
Y ese universo interno, que es tanto o más nuestro que el cuerpo, debe ser
siempre respetado.
El psiquismo impregna, transforma toda nuestra realidad corporal, por
ejemplo nuestra sexualidad no es solamente animalidad, está inmersa en un
ámbito cultural y es el resultado de toda nuestra historia personal. Nuestros
pensamientos, incluso los más elevados, son también pensamientos corpóreos.
Nuestra creatividad que nos lleva a escribir poemas y realizar inventos está
sujeta a múltiples pequeñas moléculas llamadas neurotransmisores, etc.
Es indispensable, para no dicotomizar la persona, no olvidar jamás que como
médicos estamos ante el paciente como un ser unitario.

EL CONCEPTO DE PERSONA

Para resolver el conflicto de si somos cuerpo o tenemos cuerpo, ha surgido un


concepto orientador, vector principal y polo de todo el pensamiento de
Occidente el concepto de persona. La persona tiene un cuerpo, pero no se es
solamente un cuerpo. La persona es un ser en sí misma y distinta de los demás,
con un ser suyo y propio. Cada persona crea un universo interior tan suyo, que
difiere de los otros más que dos distantes constelaciones: La persona es un fin
en sí misma, nunca un medio, por ello es autónoma. Además es única e
irrepetible y no existe por ello medida para tasar su valor
La persona implica ensimismamiento, intimidad, interioridad.
La persona es algo que hacemos desde el interior.
"La persona no es un objeto. Es precisamente aquello que en cada hombre no
puede ser tratado como un objeto" (E, Mounier).
"Yo trato al otro como un objeto cuando lo trato como un ausente, como un
repertorio de informaciones para mi uso" (O. Marcel).
El carácter de persona le da al hombre derecho a sus propias decisiones,
dignas de respeto
Y entre esas decisiones se incluye el ámbito de su salud personal. Y se plasma
en actos libres, como la libre escogencia de su propio médico entre muchos
posibles.
Entonces humanizar la medicina ha de ser adecuarla al hombre como
persona, como realidad individual, pero a la vez social, comunitaria y cósmica.

EL CONCEPTO DE SALUD Y ENFERMEDAD

Nuestro esfuerzo médico se orienta en su totalidad a recuperar la salud perdida


o a conservarla cuando está presente. Este objetivo es incuestionable pero ha
estado mal definido. Estamos partiendo de una visión utópica de lo que
entendemos por salud. Concebida como el "completo estado de bienestar físico,
mental y social", se convierte en algo casi inalcanzable, en un estado pasajero y
fugaz, episódico en el mejor de los casos. Es perseguir una utopía.
Es preferible partir de una visión realista, es mejor considerarla ea su aspecto
social y ecológico; como equilibrio adaptativo del organismo, en este caso la
persona humana, con el ambiente, adaptación que se realiza a cada instante pues
la vida es precisamente adecuación al presente. La búsqueda de este equilibrio
es un proceso dinámico, que depende principalmente del autocuidado que la
persona tenga de sí misma, proceso en el cual el médico es apenas un aliado.

¿ES LA OBJETIVACION CIENTIFICA DESHUMANIZANTE?

La Medicina es una ciencia sui géneris pues el hombre es el sujeto que


estudia ya la vez el objeto que se estudia. La ciencia requiere objetivación, ver
al otro como un objeto de conocimiento. Entre sujeto y objeto del conocimiento
se requiere entonces un distanciamiento, que es precisamente el requisito
indispensable de la llamada "objetividad".
Pero la medicina no es sólo ciencia, es arte, es adecuación de lo universal a lo
particular. Es la sabiduría de aplicar una ciencia universal al universo individual
de cada persona.
Implica razón y a la. vez esa emoción de afinidad que es la empatía.
La acción médica debe basarse en dos pilares:
+ Por una parte el conocimiento científico y la capacidad técnica, que deben
ser óptimos,
+ y por el otro en la ética, cuyo presupuesto fundamental ha de ser ver al otro,
que nos pide ayuda, como una persona. "No el médico y un objeto confrontado,
sino la relación de yo y tú sería lo permanentemente decisivo en la conducta
médica" (Karl Jaspers)..
Esta visión de objetividad y cercanía nos trae profundas y obvias
consecuencias en nuestra práctica diaria.

LAS BARRERAS ENTRE MÉDICO Y PACIENTE

Antes del siglo XVIII, se interponían entre el médico y el paciente, muchos


conceptos poco científicos y muy autoritarios, en especial prejuicios de origen.
Religioso, argumentos de autoridad, viejos modelos explicativos e ideologías no
cuestionadas pues eran prácticamente intocables. En ese siglo, caen de pronto
esos intermediarios y por fin el médico puede ver al paciente con una mirada
objetiva, como nos lo enseña Foucault en el nacimiento de la clínica. Como si
de pronto hubiera caído el telón, ocultando los obstáculos científicos y
religiosos, y hubiera aparecido solitario en escena el hombre, en su verdadera
dimensión.
Duraría poco esta relación médico-paciente sin intermediarios.
El siglo XIX introdujo entre los dos protagonistas un nuevo elemento, una
especie de tercer espacio, el aparato. Y ese nuevo espacio ha ido creando una
enorme distancia, a veces casi un abismo, entre la persona que pide ayuda y el
médico que la ofrece. El aparato ha llegado a ser el tercer protagonista en la
relación médico paciente, ha venido a conformar un triángulo. Sin embargo,
actualmente somos muy conscientes de ello, ese instrumento cuantificador,
milagro tecnológico, debe estar al servicio de nuestro criterio clínico, en bien
del paciente.
Pero este final de siglo XX está creando un cuarto espacio, aún mayor: las
instituciones, las burocracias, intermediarias entre el médico y el paciente. Las
burocracias pretenden definir la totalidad de las reglas de juego, decidir quién
recibirá atención, cuándo, cómo y dónde y quién le dará atención a ese paciente.
Y como el aparato médico se ha vuelto costoso, esas burocracias quieren
hacerlo un instrumento de su dominación, amenazan con poseerlo en carácter de
monopolio. Ese nuevo espacio quiere convertirse en el supremo árbitro de la re-
lación médico-paciente, intenta llegar a subordinar a los únicos dos
protagonistas indispensables.
Además, con su lógica implacable de estadísticas, porcentajes, eficiencia y
beneficios, van reduciendo al cuerpo médico a una condición proletaria,
nivelando por lo bajo el fruto de nuestro trabajo.
Y ello no ha sido en beneficio del paciente, pues él también es sometido a la
condición de número, que lo despoja de todas sus señales particulares. Con
frecuencia el paciente ingresa a una institución como un vehículo a revisión
porque sus partes no sincronizan.
Humanizar la medicina implica entonces que también esos intermediarios se
hagan a la medida del hombre, a su servicio y no a la inversa.

LA HUMANIDAD DEL MEDICO EN LA HUMANIZACIÓN

La relación médico paciente no debe ser la relación de un observador distante


y un objeto de conocimiento, quesería el cuerpo enfermo, sino un yo y un tú, de
Dos personas que se encuentran en una atmósfera de amistad, en la que el
individuo enfermo busca y encuentra ayuda. Es un encuentro de personas, al
cual cada uno llega procedente de su propia historia. Debe ser el encuentro de
dos humanidades. "Es nuestro deber recordar siempre que la medicina no es
solamente una ciencia, sino también el arte de permitir a nuestra individualidad
interactuar con la individualidad del paciente" (Albert Schweitzer) Y este
contacto cercano dedos personas debe implicar la libre elección de
acercamiento. La medicina humana debe construirse necesariamente sobre la
libre elección de médico y paciente.. El paciente nos dirige una mirada
peticionaria pues busca ayuda y es pera del médico una mirada regazo, que
acoge. Son dos actitudes complementarias.

LAS ESPECIALIZACIONES Y LA DESHUMANIZACION

La división del trabajo ha traído la especialización. Cada parte se convierte en


un completo todo absorbente. No olvidemos que el especialista pretende llegar a
saber todo de casi nada. La persona es una unidad, por ello es deshumanizante
ver solamente una parte del hombre corazones separados de la cabeza, cuerpos.
separados de su psiquismo, hombres separados de su entorno material y
cultural, son algunas de las contradicciones flagrantes de nuestra práctica
médica actual que intenta aún tímidamente, adecuarse a la persona. La
humanización de la medicina implica ver al hombre en su íntegra totalidad. En
este sentido es reinventar un nuevo hipocratismo"

IDENTIFICAR EL VERDADERO ENEMIGO

El hombre, como ser corpóreo y psíquico, está programado para la caducidad.


Pero antes de extinguirse debe realizar su guión, ser él, realizarse. La
enfermedad, y su compañera inseparable la muerte, atentan con frecuencia
contra nuestra realización personal. Nuestro pequeño esfuerzo médico no está
dirigido, jamás seremos tan utópicos y pretenciosos, a derrotar la muerte.
Quizás apenas a aplazarla, para permitirle al individuo cumplir su plan vital.
Nuestro verdadero enemigo es evitar e! sufrimiento inútil, aquél que no le da
sentido a nuestra existencia, aquél que impide nuestra realización personal.
Limitar el sufrimiento es el objetivo primordial en una práctica medica
verdaderamente humana.
EXISTEN PRIORIDADES HUMANAS

La medicina actual, se dice, enfrenta el reto de la efectividad y eficiencia para


sobrevivir. Para ello debe ayudarse de los análisis fríos pero inevitables, de
costo- beneficio, bien individual vs. bien colectivo, distribución prioritaria de
los escasos recursos, etc.
¿Hasta qué punto son humanas estas prioridades? ¿Hasta dónde es posible
conciliarlas sin lesionar al individuo?
"Es una exigencia muy rigurosa que en medio de la frialdad el corazón
permanezca despierto" (K. Jaspers). Es difícil pero inevitable colocar en un
adecuado fiel de la balanza, los fríos cálculos de la eficiencia y oponerlos a la
individualidad humana, sin embargo es indispensable ser capaces de considerar
cada caso no como el número de la estadística sino como el ser único e
irrepetible.

CONCLUSION

Si queremos avanzar sólidamente en la humanización de la medicina,


debemos partir de un pilar fundamental: la medicina debe adecuarse al hombre,
calidad que se aplica a médico y paciente, en toda su profunda dimensión de
persona.

BIBLIOGRAFIA SUGERIDA
.
1. Cassirer, Ernest. Antropología filosófica. Fondo de cultura económica.
Bogotá, 1993
2. Foucault, Michel. El nacimiento de la clínica. Ed. Siglo XXI, 1979
3. Hayward, J. A. Historia de la Medicina. Fondo de cultura económica.
México, 1979

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