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MENSAJE ENERO 2024

Palabra de Dios

Señor tú me examinas y conoces, sabes cuando me


siento y me levanto; tú conoces de lejos lo que pienso;
tú sabes si camino o si me acuesto y tú conoces bien
todos mis pasos. Aún no está en mi lengua la palabra
cuando ya tú, Señor, la conoces entera. Tu ciencia es
un misterio para mí, tan grande que no puedo
comprenderla.” (Salmo 138, 1-4.6)

Reflexión

Las palabras del Salmo 138 son parte de la oración de quien, inspirado por Dios, puede
reconocer su presencia en la vida de su criatura, aun cuando ésta no sea consciente
que está ahí en todo su ser, pues le sostiene en su existencia.

Es por ello por lo que vivimos como si Dios no existiera y hay quienes osan
rotundamente negar su existencia. Por lo mismo niegan la maravilla del orden de la
creación que, les guste o no, obedece a una ley natural inscrita en ella, que no es
obra del acaso y es una forma de comprobación de esa inteligencia original que la
estableció.

En esa inteligencia infinita es en la que sustentamos nuestro ser e inspirados por


ella podemos concebir en lo profundo de nuestro intelecto y corazón que es algo real
y no ficción, pues podemos experimentar y contemplar las maravillas que obra en
todo cuanto nos rodea y en nosotros mismos, cuando vemos nuestra imagen en un
espejo.

Tan cierto es esto que, con tan pocos detalles como los ojos, la nariz, la boca y el
óvalo de nuestro rostro genera millones y millones de seres, sin que hayan dos
iguales, aunque tengan muchas similitudes, pero nunca una igualdad absoluta. Y
esta maravilla es sólo un botón de muestra de todas cuantas podemos apreciar en
la realidad de la que somos parte. Y aún así tenemos la tupé de elaborar alguna pobre
argumentación para decir o insinuar que es una fantasía, cuando más que un simple
anhelo es una certeza irrebatible que deberemos enfrentar una vez que nuestro ciclo
vital llegue a su fin.

La Santísima Virgen María vivió esta realidad antes de que el enviado de Dios se
presentara ante ella para darle el mensaje del que era portador. Estaba tan
consciente que toda su vida estaba y debía estar en la presencia de su Dios que no
tuvo impedimento alguno para someterse, libre y voluntariamente, al querer de su
Señor de quien se declara esclava por decisión personal.

De ella podemos y debemos aprender a vivir la vida con la alegría propia de aquel
que puede leer en los acontecimientos del diario vivir, la
voluntad de ese Dios que no es lejano, sino que está presente
en nuestro propio ser, conociendo lo más recóndito de nuestra
alma, pues nada pasa inadvertido para Él que es omnisciente y
por los méritos de su Hijo amado, nos ha hecho hijos suyos.
Como Padre, no sólo provee a nuestras necesidades, sino que
en su divina voluntad quiere relacionarse estrechamente con
sus criaturas. No le defraudemos y hagamos realidad su querer.

Mensaje 267
Febrero 2024
LA BÚSQUEDA DE DIOS
Cuando hablamos de las vacaciones o del tiempo de
descanso merecido después de un largo año de trabajo, es
común que pensemos en cambiar la rutina de nuestra vida
para entregarnos a otras labores que nos permitan
descansar, divertirnos, olvidar las obligaciones
contractuales, viviendo este tiempo de manera diferente;
sin otras preocupaciones que nos priven del debido
descanso.

Pero, dado que somos seres sociales que por naturaleza


buscamos la comunicación con otros ya sean estos
familiares o amigos, no nos aislamos y buscamos el
compartir, dejándonos poco espacio para la reflexión personal, con lo que también,
en muchas ocasiones, damos vacaciones al espíritu que requiere de cierto espacio
para su alimentación y progreso.

De esta manera aspectos como la religiosidad, la conversación seria o la meditación


acerca de un tema importante, no encuentran la debida acogida en nuestras
prioridades. Estamos llenos de cosas y de trivialidades que ocupan la mayor parte de
nuestro tiempo y eso nos parece normal.

Olvidamos de paso que somos dueños de nuestro tiempo y que podemos emplearlo
como estimemos provechoso. Por ello es conveniente no desperdiciar la oportunidad
para mirar la realidad de nuestra vida que no debe ser sólo trabajar, comer y dormir,
sino que hay muchos otros aspectos que merecen y exigen nuestra atención, sobre
todo si somos familia y hay una prole que depende de nosotros.

Debemos dejarnos tiempo para contemplar la naturaleza que nos rodea, no sólo en
la pantalla del televisor, sino que contemplándola directamente en el jardín de casa
o del lugar donde hemos viajado. Contemplar el mar, si nos hemos desplazado a
algún lugar costero; un atardecer a su orilla siempre nos invita a la contemplación.
Mirar hacia el espacio en una noche estrellada y pensar en la majestuosidad que se
despliega ante nuestros ojos, que nos hablan sin palabras de la maravilla que
representa su conjunto donde somos sólo un punto más.

Si todo ello no nos habla de algo que va más allá de la simple materia, es porque
nuestro corazón se ha endurecido y hemos perdido la sensibilidad necesaria para
buscar el alimento de nuestro espíritu, el que, sin duda alguna, perderá la
oportunidad de encontrarse con Dios. Pues a través de estas maravillas es posible
encontrarnos con Él y saciar nuestra sed de infinito. Él quiere encontrarse con
nosotros, pero no nos impone su presencia, sino que nos ha dado un corazón sensible
que pueda impresionarse con aquello que ocurre a nuestro alrededor, pero por estar
tan concentrados en los logros materiales o en buscar el bienestar físico, es que
olvidamos la vida del espíritu volviéndonos prosaicos.

Pero Él sigue estando junto a nosotros y somos nosotros los que olvidamos buscarle
o contemplarlo en el brotar de una semilla, en la flor que en su hermosura nos
muestra la belleza de su origen, en el sol que nos alumbra y nos regala su calor, en
la lluvia que generosa riega nuestro suelo, en los seres que amamos que son un
regalo de su misericordia, etc.

Este tiempo de descanso es una oportunidad particular para reencontrarnos con Él,
si nos hemos alejado de su contacto o para buscarle si no le conocemos.

Mensaje 267
Febrero 2024
Si el ajetreo de nuestro diario vivir no nos ha
permitido tener una relación más diáfana con
Él, algunos minutos de nuestro descanso
dedicados exclusivamente para comunicarnos
con su Persona, no sólo serán un beneficio para
nuestra vida personal, también lo será para
quienes nos rodean, sobre todo si están bajo
nuestra responsabilidad. La vida transcurre
más rápido de lo que quisiéramos y el tiempo
que es la medida de los cambios no nos
perdona cuando dejamos de hacer lo que corresponde, entregándonos a lo transitorio
y pasajero, ya que vuela como hoja arrastrada por el viento. Lo que no hicimos hoy
pudiéndolo hacer o lo que dejamos de hacer por negligencia, nos pasará la cuenta el
día de mañana.

Ello no significa que debamos ponernos graves y andar cabizbajos, sino muy por el
contrario, debemos tener los ojos muy abiertos y aguzar la mirada para contemplar
las maravillas de la creación, lo que no tenemos oportunidad de hacer comúnmente
ya que compromisos y obligaciones no sólo ocupan nuestra mente, sino que
obnubilan nuestra mirada y no captamos lo que está frente a nuestros ojos, como
si miráramos sin ver.

Así nos ocurre con Dios. Ciertamente no lo vemos físicamente, pero podemos
apreciarlo en sus obras. Vale decir, si todo cuanto existe es producto de su
munificencia que ha querido regalarnos con todo aquello que es de utilidad para
nuestra vida; entonces a través de las personas y las cosas podemos contemplarlo.
Para ello contamos con la inteligencia y la razón con que adornó nuestra naturaleza.

Es probable que en nuestra contemplación tropecemos con algo que no nos es grato
y está muy lejos de ser una maravilla; entonces debemos comprender que no ha sido
Dios quien lo hizo, sino que ha sido el hombre (v.- m.) quien con su proceder ha
llevado lo hermoso a presentarse feo, lo saludable a ser nocivo, lo beneficioso a ser
peligroso, el bien a cambiarlo por el mal.

Los sentimientos de nuestro propio corazón nos ayudan en la búsqueda del


trascendente, pues siempre estamos inquietos, lo que interpretamos como la
búsqueda de la felicidad, pero lo cierto es que esa inquietud interior, es un indicio de
que nuestro ser tiende a buscar la fuente de su existir y eso sólo puede lograrlo
cuando encuentra a Dios. Por ello San Agustín decía: “Nos hiciste, Señor, para ti y
nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en ti.”

Esta es una realidad que todos experimentamos, creyentes o no; de una u otra
manera buscamos afanosamente ser felices, aun cuando no tenemos claro en que
consiste la felicidad. Por ello la confundimos con el bienestar que puedan
proporcionarnos los bienes materiales, pero una vez conseguidos seguimos con la
misma insatisfacción. La razón: sólo Dios colma nuestro anhelo. ¡Busquémosle!

Reflexión compartida.

¿Son las vacaciones un tiempo de relajo también para el alma?


¿Con qué alimentamos el espíritu en el tiempo de descanso o no hacemos nada?
¿Aprovecho de encontrarme con Dios en vacaciones o no le destino tiempo?
¿El cambio de rutina afecta mis prácticas religiosas o las incentiva?

Diácono Ronal Salvo Olave

Mensaje 267
Febrero 2024
ORACIÓN AL ESPÍRITU SANTO
¡Ven Espíritu Santo!

Entra en el fondo del alma,


divina luz y enriquécenos.

Mira el vacío del hombre


si Tú le faltas por dentro;

Mira el poder del pecado


cuando no envías tu aliento.

Riega la tierra en sequía,


sana el corazón enfermo,
lava las manchas,
infunde calor de vida en el hielo,
doma el espíritu indómito,
guía al que tuerce el sendero.

Reparte tus siete dones


según la fe de tus siervos.

Por tu bondad y tu gracia


dale al esfuerzo su mérito;

Salva al que busca salvarse


y danos tu gozo eterno.
Amén
.

Mensaje 267
Febrero 2024

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