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MENSAJE MARZO 2024

Palabra de Dios

“Te doy gracias por tantas maravillas que tú has


ejecutado; en efecto, admirables son tus obras y mi
alma bien lo sabe. Tú, Señor, formaste mis entrañas,
me tejiste en el seno de mi madre. Mis huesos no
escapaban a tu vista cuando yo era formado en el
secreto, o cuando era bordado en las profundidades de
la tierra. Tus ojos veían mis acciones y ya estaban
escritas en tu libro; los días de mi vida estaban ya trazados antes que ni uno de ellos
existiera.” (Salmo 138, 13-16)

Reflexión

Las palabras del Salmo que acabamos de leer son un reconocimiento a la


omnisciencia de Dios y a su designio creador, pues el salmista reconoce en ellas que
todo su ser es obra de la misericordia de ese Dios que vela por su vida, desde el
momento que ha empezado a existir, cuando: “me tejiste en el seno de mi madre.”

Él estuvo atento cuando mi ser fue tomando consistencia: “Mis huesos no escapaban
a tu vista cuando yo era formado en el secreto.” Y hasta mi tiempo de vida y mis
acciones ya estaban ante tus ojos: “Tus ojos veían mis acciones y ya estaban escritas
en tu libro.” Una prueba más que su determinación para darnos el ser no ha tenido
en cuenta nuestro proceder a través de los años, pues su acto ha sido lo que su Hijo
amado nos ha enseñado: “amar es darse por entero al otro sin pedir nada a cambio.”
Con ello queda demostrado que nuestra vida es un regalo de su munificencia y el
amor debe ser retribuido con amor.

Hasta el tiempo que dure nuestra existencia es voluntad de Dios pues: “los días de
mi vida estaban ya trazados antes que ni uno de ellos existiera.” Con ello queda
descartada absolutamente la supuesta autonomía que se arroga el hombre (v.-m.)
para determinar quien vive o quien muere.

El salmista está consciente de esta verdad por ello la expresa en su oración frente a
su Dios. Esta conciencia y certeza la encontramos en la virgen María que vive su
realidad de mujer y su juventud, teniendo claro que Dios es el centro de su vida. Por
eso cuando es visitada por el ángel enviado por su Dios y Señor, junto con la
admiración que le provoca su presencia y saludo, su corazón no vacila y escucha con
atención el plan que se le propone. Sólo interroga a su visitante acerca del cómo se
llevará a efecto lo dicho, pues es virgen y no tiene contacto con ningún varón.
Aclarada su interrogante pronuncia su Sí ante su Dios y Señor, para que haga en ella
lo dicho por su enviado, poniéndose, como esclava, a su divina disposición.

Aprendamos de ella a vivir nuestra vida en presencia del


Señor, poniéndole en el centro de nuestro existir, así
estaremos siendo consecuente con su santa voluntad,
concretándola en todo nuestro quehacer; lo que a su vez
será la respuesta lógica a ese amor gratuito que nos
otorgó el ser y acompaña el derrotero de nuestros días.
Contamos para ello con su gracia que no nos abandona,
pues no es Él quién se aleja de nosotros, sino que somos
nosotros los que le ignoramos conscientemente.

Mensaje 268
Marzo 2024
UN REGALO INMERECIDO
La vida que tenemos, que podemos gustar y gozar,
no es una determinación de nuestros progenitores,
sino que es el propio Dios infinito quien, en un acto
de amor inconmensurable, generoso y
misericordioso, ha querido otorgárnosla dentro de su
plan de creación. Por ello podemos y debemos
considerarla como “un regalo inmerecido” de su
bondad y benevolencia que en Él son infinitas.

En su eterna sabiduría ha querido que sean el varón


y la mujer sus colaboradores directos en su obra de creación. Por lo mismo al igual
que en los frutos que cosechamos para nuestro sustento que llevan en si las semillas,
ha puesto en ellos células de vida que, a través de la misma fuerza creadora que nos
ha dado el ser: el amor, puedan a su vez llamar los hijos a la vida que Él otorga. Por
eso podemos y debemos decir con el salmista: “Te doy gracias por tantas maravillas
que tú has ejecutado; en efecto, admirables son tus obras y mi alma bien lo sabe.”
Sal 138,14.

Ello es cierto, pues toda la creación es una prueba fehaciente de dichas maravillas
que están frente a nuestros ojos, pero que, dado que no nos dejamos tiempo para la
contemplación, no podemos apreciar en su justa dimensión y damos como un hecho
el que estén ahí y aún más, tenemos la osadía de no respetar su presencia y la
hacemos objeto de nuestros caprichos; lo que podemos comprobar a diario. No
obstante, todo nuestro ser está inconscientemente ligado a esta verdad, lo que
apreciamos como una insatisfacción que nos lleva a buscar siempre la felicidad, la
que confundimos con un bienestar físico personal.

No obstante, la vida sigue siendo ese regalo inmerecido, en tanto cuanto, no


tenemos mérito alguno que nos haga acreedores al mismo. Y, al día de hoy, só lo nos
avalan frente a Dios, los méritos de su Hijo amado que nos ha regalado la filiación
divina al hacerse uno como nosotros, hermano nuestro en su naturaleza adquirida
y elevada a la gloria, por su entrega generosa por todos; sanando nuestra naturaleza
herida por el pecado de soberbia.

Él nos ha enseñado que nuestra felicidad ha de estar en hacer la voluntad de su


Padre, tal como Él la vivía y la sentía. Pues somos productos de su amor y nuestra
realización plena sólo podremos alcanzarla insertados en dicho amor. Así tendremos
la capacidad para asumir la verdad de que nuestra vida es un regalo inmerecido y
vivir coherentemente, haciéndola fructificar con nuestro esfuerzo cotidiano; en
respuesta a ese amor que ha de ser el norte de nuestro existir. De ahí que el mandato
de Jesús que en su tiempo ya era conocido, en Él adquiere una nueva dimensión
cuando nos pide: “Les doy este mandamiento nuevo: que se amen unos a otros.
Ustedes se amarán los unos a los otros como yo los he amado.” Jn 13, 34.

Ello es muy cierto, pues en nuestra soberbia hemos determinado que el amar me ha
de poner a mí en el primer lugar, al extremo que, si alguien no nos hace felices con
su actuar, según la definición que damos de la felicidad, es porque no nos ama. Esto,
porque tengo el derecho de sentirme amado, en lugar de hacer feliz a otro con mi
entrega. No debemos olvidar que el amor es, en primer lugar, una donación como el
mismo Jesús nos lo dijo y lo ratificó con su acción: “No hay amor más grande que
éste: dar la vida por sus amigos.” Jn 15, 13.

Pensemos por un momento en nuestras actuaciones y en la de aquellos que ostentan

Mensaje 268
Marzo 2024
el poder. La proliferación de los vicios que son un
atentado a la vida personal, no encuentra en el común
de las personas un rechazo frontal de manera que no
puedan prosperar. La misma moda que se transforma
en la voz de las mayorías, impone reglas y costumbres
que claramente atentan en contra de la vida de
muchos.

¿Qué decir de quienes ostentan el poder que deben


velar por el bienestar de los pueblos? Priman los
intereses económicos, el ansia de poder, el control de las voluntades y de las mentes.
Es así como grandes masas de seres deben emigrar de sus lugares de origen por la
opresión, la persecución o la falta de medios para subsistir, pues se les priva de lo
más elemental.

Tal como lo decíamos al comienzo, la vida es ese regalo inmerecido de la misericordia


divina que expone ante nuestros ojos la maravilla del ser, en las diferentes formas
que podamos apreciarla en nuestro entorno. Si tan solo nos detuviéramos un
instante en el vertiginoso ritmo que hemos dado a la vida humana, estaríamos frente
a una realidad que no captamos con nuestros sentidos naturales y cuando tenemos
la ocasión de percatarnos de ello, nos resulta molesto, como si esos aspectos de la
vida estuviesen allí con el propósito explícito de causarnos dificultades.

Con estas consideraciones enfrentamos muchas veces la vida silvestre, la vida de los
insectos, la de los animales en general, pues la moda nos ha llevado a considerar a
éstos como mascotas que hacemos parte de nuestra vida, privándoles de la propia,
para satisfacer un nuevo capricho que llene el vacío que hemos generado con nuestro
mal proceder.

A tanto llega este desprecio por la vida que hemos terminado aplicando igual trato
a la vida humana, a la que estamos muy lejos de considerarla un regalo y para
muchos es más que ello un estorbo, una dificultad, un impedimento que les limita,
optando por buscar un ordenamiento humano que haga posible eliminar, por la vía
de las leyes, aquella que se considere un estorbo o un atentado a la propia libertad.

Dentro de ello están los consabidos abortos, la eutanasia, los asilos de ancianos, los
abandonos y las restricciones a los cuidados de la salud que debieran ser un derecho
para todos, pero que, en el caso del adulto mayor que es cuando más lo necesita, se
transforma en un calvario que dura hasta el final de su ciclo vital porque no está
financiado.

La situación global de nuestro mundo es una clara demostración de nuestra escaza


o nula consideración con la vida humana, aunque en el discurso, quien más quien
menos, todos estarían por hacer de la vida algo digno de ser vivido, pero en la
práctica no tenemos la voluntad para hacer del propio hábitat un lugar digno. No
obstante, la vida sigue siendo un regalo y cada uno está llamado a valorarla, cuidarla,
protegerla, dando gracias a Dios por ella; como acto de amor agradecido.

Reflexión compartida.
¿Considero mi vida, con todo lo que ella encierra, un acto de amor de Dios?
¿Pienso lo mismo frente a las enfermedades y fenómenos naturales que nos afectan?
¿Qué opinas sobre las mascotas y los niños abandonados? ¿Es eso justo? ¿Por qué?
¿Qué hay en la naturaleza que te muestre la bondad divina y te mueve a dar gracias?

Diácono Ronal Salvo Olave

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Marzo 2024
ORACIÓN POR LA VIDA
Gracias Padre Bueno
por el don de la vida que nos has concedido.
Te pedimos que la podamos vivir y
ayudar a vivir, hasta la plenitud de Cristo.
Concédenos que en nuestra patria
nos conduzcamos mediante leyes sensatas
que reconozcan, respeten, defiendan
y promuevan toda la vida, desde
Su concepción hasta su término natural.
Nuestra Señora, Virgen del Carmen
Madre de Dios y de la Vida
que llevaste en tu seno a Jesucristo,
el autor de la vida,
ruega a tu Hijo nos conceda,
en estos tiempos difíciles,
anunciar la esperanza del Evangelio:
que toda vida humana, llamada a la eternidad,
siendo un don precioso del amor de Dios,
debe ser respetada, defendida y amada,
en la fragilidad y su desarrollo
en el gozo y el sufrimiento,
en la salud y la enfermedad
en consideración a su dignidad,
hasta que Dios lo disponga.
Amén

Mensaje 268
Marzo 2024

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