Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
2° Febrero 2024 La Palabra en Mi Vida
2° Febrero 2024 La Palabra en Mi Vida
Simón y Andrés, los primeros llamados a seguirle vivían allí, razón por la cual, al salir de
la sinagoga se dirigió hacia allá, acompañado por los hermanos Santiago y Juan que
también habían experimentado el llamado de Jesús.
Llegados a la casa les informaron que la suegra de Simón estaba en cama con fiebre.
Jesús, sin que se le hubiese pedido expresamente, se acercó al lecho de la enferma y
cogiéndola de la mano la levantó y al instante el mal que la aquejaba desapareció. Ella,
agradecida, comenzó a servirles.
Al otro día, antes que amaneciera, salió una vez más de la casa, para buscar un lugar
solitario en el que poder hacer oración a solas. Cuando
comenzaba a aclarar y una vez más comenzaba a reunirse
gente frente a la casa, Simón y sus compañeros salieron en
su busca y al encontrarlo le dijeron: ““Todos te buscan.” Pero
Jesús les respondió: “Vamos a otra parte, a los pueblos
vecinos, para predicar también allí, pues para esto he
venido.”
La Palabra en mi Vida
Febrero 2024
consiste en hacer milagros, sino que ésta radicaba en hacer
llegar el mensaje de Dios, del que era portador, a todos los
hombres sin distinción. La buena noticia del reino debía
llegar a todos, para que su llamado a la conversión
estuviera disponible para todos cuantos abrieran su
corazón para acogerlo, pues era el requisito indispensable
para que el reino de Dios se instaurase entre los hombres.
Pero el corazón de los hombres no siempre está disponible para acoger esta noticia y aún
el día de hoy hay muchos que no la han recibido o habiéndola escuchado no han aceptado
la invitación a la conversión y siguen empotrados en sus malas costumbres prestando
oídos a la oferta de un mundo que cierra sus ojos y oídos ante la presencia de Dios, para
vivir según sus ganas, sus antojos, negando la verdad que sin Dios no hay destino posible,
salvo la perdición.
Por lo tanto, la misión no está concluida y todo aquel que esté dispuesto a seguirle, debe
asumir la parte que le compete en ella, por el hecho de haberse hecho un seguidor de su
doctrina. Es cierto que con el correr de los tiempos hay muchos que queriéndole seguir,
cuando se sienten tocados en sus intereses particulares se apartan del camino que Él nos
ha señalado y renuncian a hacerse responsables. Otros tienen la osadía de querer dar una
libre interpretación, modificando su doctrina con el argumento que ésta debe adaptarse
a las corrientes modernas, aunque se transgredan los principios fundamentales de la ley
natural, inscrita por Dios mismo en la naturaleza humana.
Debemos preguntarnos entonces: ¿Hasta qué punto estoy disponible para asumir el
seguimiento del Señor y hacerme un propagador de su buena noticia, para comunicarla
a quienes no la han recibido o que la han escuchado, pero no están dispuestos a acoger
su llamado?
Jesús, el Cristo que se hizo ofrenda viva al Padre para ganar para nosotros, pecadores, la
salvación, sigue haciendo oír su voz en su Palabra, tan vigente hoy como el primer día de
su actividad pública. También nos llama por nuestro nombre, para trabajar con Él en esta
misión de llegar a todos los rincones del orbe y así nadie quede excluido por desconocer
la verdad, emprendiendo un camino de destino incierto. Si hemos sido bautizados,
estamos inscritos en el corazón de Dios y por los méritos de su Hijo amado, nuestro Señor
Jesucristo, hemos sido adquiridos por Él como hijos de adopción y, como tales, hemos
recibido el llamado a hacernos parte de la misión que encomendó a su Hijo amado. ¿Nos
restaremos de hacernos parte de ella por comodidad? ¿Estamos dispuestos a recibir los
beneficios de su paternidad, sin un mínimo gesto de agradecimiento? Seamos coherentes
con la gracia de nuestro bautismo y respondamos con fidelidad de hijos, siguiendo los
pasos de Jesús.
Y para quien ha leído con atención estas líneas: ¡Que la bendición de Dios que es Padre,
que es Hijo y que es Espíritu Santo, descienda abundantemente sobre ti y los tuyos y les
acompañe siempre!
Diácono Ronal Salvo Olave.
La Palabra en mi Vida
Febrero 2024
Familia, vive la Palabra de Dios
Domingo 11.02.2024
Hay dos hechos que resaltan en esta escena del evangelio de San Marcos. Por una parte,
está el leproso que, en aquellos tiempos, eran apartados de la sociedad, porque podían
contagiar a otros, pero también porque se les consideraba pecadores y que el mal que
padecían, era como el justo castigo por sus faltas. La imagen del Dios castigador estaba
muy presente en sus creencias.
No obstante, este leproso se atrevió, contra todo riesgo, a acercarse a Jesús, para
presentarle una súplica que denotaba una gran confianza. Lo hace con extrema humildad,
arrojándose a los pies de Jesús y desde allí expresarle los sentimientos de su alma: “Si
quieres, puedes limpiarme.” Ni siquiera le hace una petición explícita, sólo está como el
necesitado que apela a los sentimientos de aquel en quien confía ciegamente.
Por otra parte, está la actitud del mismo Jesús que ve en primer lugar la disposición del
alma del necesitado, y su propio corazón se conmueve por la fe expresada por el enfermo,
dejando aflorar su compasión por la situación de aquel que estaba postrado a sus pies.
Extendiendo su mano toca las heridas del enfermo, al tiempo que le expresa en palabras
la respuesta de su propio corazón: “Quiero, queda limpio.” Y al instante el mal
desapareció, liberando a la víctima de ese flagelo.
Pero, el Señor, a fin de dejar muy claro que su venida no es para hacer milagros, da al
sanado una orden perentoria: “No se lo digas a nadie.” Luego lo envía al templo, para
ofrecer la oblación de acción de gracias a Dios, cumpliendo el rito que le reintegra a la
sociedad: “Vete, preséntate al sacerdote y ofrece por tu purificación lo que mandó Moisés,
para que les conste que has quedado sano.”
La alegría y la euforia del que había sido beneficiado por la acción de Jesús fue tal que se
imposibilitó de cumplir el mandato de silencio que Jesús le había dado y mientras iba al
templo, contaba a cuantos encontraba, el milagro de su recuperación. La reacción de
quienes le escuchaban diseminó la noticia por todos lados, al extremo de que Jesús ya no
podía entrar en los pueblos o ciudades, pues todos le
rodeaban pidiendo un milagro particular. Por lo que
Jesús buscó lugares apartados para seguir su misión
de anunciar la buena noticia de la que era portador.
No obstante, hasta allá llegaban muchedumbres, a
las que Él predicaba, poniendo el acento en lo
realmente importante: la conversión.
La Palabra en mi Vida
Febrero 2024
inmediato que las palabras, pero la venida de
Jesús no tenía la finalidad de hacer milagros para
satisfacer las inquietudes materiales de las
personas, sino restablecer la armonía con el
Creador, rota por la soberbia del hombre que se
había apartado de Él y con su actitud,
clausurando las puertas del reino eterno. Por ello,
junto con mostrar las bondades del reino, insistía
en el cambio del corazón. Sus acciones
milagrosas eran producto de la sensibilidad de su propio Corazón que asumía el dolor
ajeno como suyo. Por eso alaba la fe de los que acuden a Él y mira por sobre todo la
disponibilidad de aquellos que, dentro de su dolor, le miran como su Salvador.
Y esto que nos narra San Marcos, sigue siendo la actitud de ese Corazón dispuesto a
decirnos “quiero”, cuando acudimos a Él con la humildad suficiente, para mostrarle
nuestras heridas y descansar en Él, pues sabemos que nos sostendrá en nuestro calvario,
aún cuando nada hicimos o nada hacemos para alivianar su propia cruz, cuando no somos
fieles a lo que nos pide, nos ha enseñado y nos indica como ruta segura para alcanzar el
reino.
Si somos capaces de hacerlo y nos acercamos, sin altanerías, para expresarle nuestro
arrepentimiento solicitando su perdón. Podemos estar ciertos que Él restaurará la salud
de nuestra alma y podremos experimentar la alegría y euforia del leproso sanado.
Pero, nos privamos de ello cuando no le reconocemos como nuestro Dios y Señor, cuando
somos indiferentes a sus enseñanzas y orientaciones, cuando nos acercamos Él para
canjear su ayuda por algo que hagamos para retribuir el favor concedido, cuando sólo
tenemos súplicas de requerimientos y hay cero reconocimiento a todo cuanto ha hecho
por cada uno y que aceptamos como logro personal, negando nuestra dependencia de Él.
En nuestro actuar debiera primar la actitud de aquel leproso que, habiendo sido
despreciado por la sociedad, no reclama un derecho a ser considerado, tan sólo se humilla
al extremos ante aquel en quien confía, apelando tan sólo a su voluntad, pues está cierto
que, si Él lo dispone, todo será según su querer, lo que expresa diciendo: “Si quieres, puedes
limpiarme.”
No ocurre lo mismo con nuestras solicitudes, las que exponemos con un “para que”, como
si Dios estuviera a nuestro servicio, sin reconocer su bondad y misericordia que se hacen
presentes cuando nos concede lo que anhelamos. Aún así, lejos está la actitud de acción
de gracias que debiera estar presente por el sólo hecho de ser oídos por su majestad
infinita. El amor con amor se paga, dice un refrán popular. ¿Por qué no hacerlo con Dios
que nos muestra su amor a cada instante? Piensa por un momento en tu vida y en todo
cuanto has recibido en el transcurso de ella. ¿Lo merecías?
Y para quien ha leído con atención estas líneas: ¡Que la bendición de Dios que es Padre,
que es Hijo y que es Espíritu Santo, descienda abundantemente sobre ti y los tuyos y les
acompañe siempre!
Diácono Ronal Salvo Olave.
La Palabra en mi Vida
Febrero 2024
Familia, vive la Palabra de Dios
Domingo 18.02.2024
El evangelista San Marcos, siguiendo los pasos de la vida de Jesús, da testimonio de que
Éste, después de haber sido bautizado por Juan el Bautista en las aguas del Jordán, a
impulsos del Espíritu Santo, dirigió sus pasos hacia el desierto para madurar en la
reflexión y contemplación, la misión que sentía le había encomendado su Padre eterno.
No debemos olvidar que Jesús era el Hijo de Dios encarnado en el seno virginal de María
virgen. Por lo tanto, su nacimiento fue el de un hombre verdadero y como tal debió
emprender el desarrollo de su ser humano, como uno más, hasta lograr comprender y
asumir que su Padre real era el mismo Dios que, a través de su persona, se acercaba a
los hombres; razón por la cual debía cumplir su ciclo humano, para mostrar, a un mundo
que se había apartado de Él, el rostro paternal de ese Dios del que se habían separado por
soberbia.
La reacción de Jesús ha de ser la de todo aquel que busca al Señor y que con seguridad
encontrará las piedras de la tentación en su camino, pues el demonio no descansa y sus
falsas promesas de bienes temporales, si son escuchadas, obnubilan la mente y atrapan
el alma de los incautos que le escuchan.
Jesús, así como lo hará más adelante, al exponer su doctrina, ratificará con su propia
vida que aquello que nos muestra como el camino hacia la vida eterna, es todo cuanto
ha vivido en esta etapa de hombre verdadero y no es un
engaño o algo imposible de vivir. Porque Él es el único que
no defrauda y como lo dijo al demonio: “su Palabra es vida,
pues todo cuanto sale de boca de Dios es para nuestro
bien.”
La Palabra en mi Vida
Febrero 2024
Al volver del desierto, del retiro espiritual que había
llevado a cabo y enterándose del arresto de Juan por
parte de las tropas de Herodes, determina dejar su
casa para trasladarse a Galilea y comenzar su
misión de predicador. Allí comienza su labor de
predicador, comenzando por las sinagogas de los
judíos, donde éstos se reunían para escuchar las
Escrituras, las que eran interpretadas por los
maestros de la ley y los más eruditos y letrados,
como los fariseos que ostentaban una buena
educación.
Su mensaje seguía siendo claro y sencillo: “El plazo se ha cumplido. El reino de Dios está
llegando. Conviértanse y crean en el evangelio.”
Cuando Jesús habla del plazo cumplido, ciertamente se está refiriendo a la promesa hecha
por Dios de enviar un Mesías Salvador, pues su pueblo le había sido infiel a la alianza
pactada con Él, de seguir sus mandamientos, con lo que se aseguraban, no sólo el ver
cubiertas sus necesidades temporales, sino su destino que, era la tierra prometida que
manaba leche y miel. Así ocurrió en aquel tiempo memorable, cuando el Señor, por medio
de su caudillo Moisés, liberó al pueblo de la esclavitud de Egipto.
Ya antes Dios había pactado una primera alianza con su siervo Abrahán a quien prometió
hacer cabeza de un gran pueblo que sería de su propiedad. Pero los descendientes de
Abrahán no se mantuvieron fieles. Por eso, liberados de la esclavitud del Faraón, Moisés
presentó al pueblo una nueva alianza sellada con la sangre del sacrificio de acción de
gracias, en el que éste se comprometía a mantenerse fiel, respetando los mandamientos
que el mismo Dios entregó a Moisés y adorándolo como al Dios único y verdadero. Pero
una vez más incumplieron el juramento y estaban a la espera del Mesías, pues Dios es
fiel a su Palabra.
Es por eso que su llamado explícito es a la conversión, al cambio del corazón, dado que
es la única forma de recibir el reino de Dios que, en la persona de su Hijo amado, se hace
real y patente entre los hombres que, con su soberbia y anhelos de autonomía, desprecian
la acción de Dios, el Padre que se ocupa hasta de los cabellos que caen de nuestra cabeza.
Y para quien ha leído con atención estas líneas: ¡Que la bendición de Dios que es Padre,
que es Hijo y que es Espíritu Santo, descienda abundantemente sobre ti y los tuyos y les
acompañe siempre!
Diácono Ronal Salvo Olave.
La Palabra en mi Vida
Febrero 2024
Familia, vive la Palabra de Dios
Domingo 25.02.2024
Jesús, tenía por costumbre buscar lugares solitarios y tranquilos para hacer oración y
hablaba largo tiempo con su Padre Dios. En esta ocasión se hizo acompañar de Pedro,
Santiago y Juan, subiendo a lo alto de una montaña que fue el lugar elegido.
Llegados a dicho lugar se adelantó a sus discípulos para hacer oración y de pronto su
figura se transformó. Todo su ser adquirió un aspecto sobrenatural y sus discípulos
pudieron ver que aparecían Moisés y Elías conversando con Él.
De pronto fueron cubiertos por una nube y desde ella surgió una voz: “Este es mi Hijo
amado, escúchenlo.” Al oír la voz ocultaron su rostro en tierra y al alzar la cabeza no
vieron a nadie sino a Jesús.
Al bajar de la montaña y aún conmovidos por la experiencia vivida, Jesús los conminó a
no contar a nadie lo vivido hasta que el Hijo del hombre hubiera resucitado de entre los
muertos. Ellos cumplieron el pedido de su Maestro, pero no
comprendieron el sentido de ello, pues no tenían experiencia de
alguna resurrección.
Nos surge entonces una pregunta: ¿Por qué Jesús permitió que
estos discípulos vivieran esta experiencia, si luego les prohibió
darla a conocer? Una vez más demuestra con ello la importancia
de su misión que no era mostrarse como un ser extraordinario,
sino resaltar el motivo de su venida, que los hombres, ante la
perspectiva de acceder al reino eterno de Dios, emprendieran el
proceso de conversión, como era claramente estipulado en su
prédica. Él no quiere centrar la atención en su persona, sino en el
corazón del hombre herido por la soberbia que le aleja del reino
de Dios.
La Palabra en mi Vida
Febrero 2024
Por otra parte, era necesario confirmar en la fe a quienes debían
continuar con la misión que les dejaría como herencia: “Vayan
por todo el mundo y proclamen la buena noticia a toda criatura.
El que crea y se bautice, se salvará, pero el que no crea, se
condenará.” Mc 16, 15.
Pero hoy, nos hemos alejado de la ruta trazada por Él y hemos elegido como norte y guía
nuestros propios criterios y los que el mundo en que vivimos nos presenta, con ciertos
postulados que nada tienen que ver con la voluntad de Dios, pero que, al ser libres de
escoger entre el bien y el mal, optamos por lo más gratificante en el momento, sin
considerar su costo a largo plazo. Es así como despreciamos la ley natural inscrita en la
naturaleza humana, dejándonos atrapar por las redes del mal que impresionan a nuestros
sentidos, bajo el cariz prometedor del placer fácil e inmediato.
El Señor no nos quiere como marionetas, sino como personas, por lo cual nos da la
capacidad de discernimiento y el poder elegir entre el bien y el mal, libre y
voluntariamente. Para ello debemos emplear la capacidad de discernimiento con que el
Creador adornó nuestra naturaleza.
El seguimiento del Señor no es fácil, ni como dice el léxico popular “pan comido”. Tampoco
es un camino cuesta arriba, para el que nos faltan fuerzas y “hacer cumbre”. Por eso el
Señor ha procurado dejarnos todo aquello que nos ayude a recuperar las energías, cuando
sintamos que es un peso superior a nuestras débiles fuerzas. Uno de estos refuerzos es
el testimonio creíble de algunos testigos que Él pone en nuestro camino que nos
muestran con claridad a quien seguimos y que cuanto nos ha enseñado es la voluntad
explícita de Dios, su Padre y por sus méritos, nuestro Padre.
En cierta ocasión conversando con un creyente que había abandonado nuestra religión,
me daba como razón el que un sacerdote no fue capaz de mostrarle con claridad por qué
Jesús era considerado Hijo de Dios; habiendo recibido como respuesta que era un misterio.
En esto podemos apreciar la importancia que adquiere un testigo cuando no se es capaz
de dar razones de nuestra fe, que puedan guiar al otro a reforzar su apego, al Hijo amado
de Dios. Despreciando las Escrituras, su doctrina que no es un legajo de mandatos, sino
un modelo de vida que nos asegura vivir en la presencia viva del Padre. Y si eso no fuera
suficiente, está su generosidad extrema que, sin tener culpa alguna, “se hace pecado,
para pagar con su propia vida nuestro desamor a Dios”.
Él es nuestro Redentor, nuestro Salvador, “Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de
Dios verdadero, engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre”.
Y para quien ha leído con atención estas líneas: ¡Que la bendición de Dios que es Padre,
que es Hijo y que es Espíritu Santo, descienda abundantemente sobre ti y los tuyos y les
acompañe siempre!
Diácono Ronal Salvo Olave.
La Palabra en mi Vida
Febrero 2024