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LA NOVELA DESDE PRINCIPIOS DEL SIGLO XX HASTA 1939

La literatura que va desde finales del siglo XIX hasta 1940 se encuadra dentro de un contexto que está
muy ligado a conflictos sociales (Desastre del 98, dictadura de Primo de Rivera, Guerra Civil), un hecho que
favoreció el atraso económico, científico y cultural de España. En cuanto a la narrativa, son tres las
generaciones que presenta este periodo: la Generación del 98, el Novecentismo y la Generación del 27.

1. LA NOVELA DE LA GENERACIÓN DEL 98


Las producciones de esta generación coinciden en la angustia vital y en el rechazo al realismo
decimonónico. De este modo, se impone la preocupación existencial y la preocupación por la situación del
país, por encima de los aspectos formales. El tema de España se abordará a través su historia, de sus
autores clásicos y de los paisajes y gentes de Castilla. Los noventayochistas huyen del costumbrismo y la
retórica antigua, y por esto tienen un estilo sobrio, sencillo y natural.

MIGUEL DE UNAMUNO (1864-1936)


Unamuno acuñará el término "nivolas" para diferenciar sus novelas de las producciones realistas. El
autor vasco se sirvió de la novela para expresar sus enormes dudas existenciales. Para ello interviene en el
relato, dialoga con sus personajes, los convierte en símbolos e interpela al lector. Su mejor novela es
Niebla (1914), en la que el protagonista se enfrenta con su creador en un ambiente de confusión entre lo
que es verdad y lo que es ficción.

PÍO BAROJA (1872-1956)


Su producción narrativa se suele organizar en trilogías. Las novelas están centradas en un personaje
que, o bien es activo y dominador, o bien pasivo y sin voluntad. En cuanto al estilo, el principal rasgo es el
uso de descripciones llenas de colores y efectos luminosos (descripción impresionista). Destaca también la
marcada presencia del narrador a través de comentarios y reflexiones.

Entre su producción se encuentra El árbol de la ciencia, publicada en 1911 dentro de la trilogía La raza.
En esta novela presenta un protagonista (Andrés Hurtado) que es incapaz de adaptarse al mundo que lo
rodea.

JOSÉ MARTÍNEZ RUIZ, “AZORÍN” (1873-1967)


Azorín es el autor que más atención presta al paisaje, a los autores clásicos y a la reinvención de
personajes conocidos. En sus novelas la narración se fragmenta en instantáneas que congelan el tiempo y
captan la impresión del instante. Un ejemplo de novela impresionista es La voluntad (1902), donde la
acción se sustituye por descripciones con frases cortas que funcionan a modo de pinceladas.

RAMÓN MARÍA DEL VALLE-INCLÁN (1866-1936)


Los años iniciales de su trayectoria están marcados por la tendencia modernista (melancolía y evasión
espacio-temporal) y representados por las cuatro Sonatas (1902-1905), que son las memorias del Marqués
de Bradomín, una especie de donjuán, "feo, católico y sentimental".

En la segunda etapa aparecen sus esperpentos, (1920-1932) en los que deforma grotescamente la
realidad para retratar una sociedad sin virtudes. Destacan obras como Tirano Bandera (1926) o El ruedo
ibérico (1927).
2. LA NOVELA DE LA GENERACIÓN DEL 14
La Generación del 14 o Novecentismo integra a intelectuales que están entre el noventayochismo y las
vanguardias. Son más vitales que los autores del 98, más europeístas y liberales.

GABRIEL MIRÓ (1879-1930)


Miró destaca por las descripciones sensoriales (luz, color, aromas, sonidos, etc.) y por el uso de
personajes inadaptados que acaban suicidándose o llevando una vida insignificante. Sus obras más
interesantes son Nuestro Padre San Daniel (1921) y El obispo leproso (1926), en las que el fanatismo
religioso impide la vida espontánea.

RAMÓN PÉREZ DE AYALA (1880-1962)


Es el autor de las “novelas intelectuales”, donde la trama no es lo más importante sino las reflexiones
(filosóficas, literarias, estéticas, etc.) que las acercan al ensayo. Predomina el tono reflexivo, la ironía y, en
cuanto a la técnica, el perspectivismo (contraste de varios puntos de vista). Dentro de esta tendencia se
sitúa Belarmino y Apolonio (1921), protagonizada por dos zapateros que representan la doble visión de la
realidad.

RAMÓN GÓMEZ DE LA SERNA (1888-1963)


La base de su producción literaria es la “greguería” (humor + metáfora). Gómez de la Serna rompe con
todos los moldes del género y abre definitivamente la puerta a las vanguardias. Entre su narrativa destaca
El doctor inverosímil (1921), que narra la historia de un médico que cura por medio de extraños métodos.

3. LA NOVELA HACIA 1927


Junto a los poetas del grupo del 27, destacan también novelistas, que pueden clasificarse en dos grupos:
los que comienzan siguiendo las pautas de la novela deshumanizada planteada por Ortega y Gasset
(Benjamín Jarnés, Rosa Chacel, Max Aub o Francisco Ayala, etc.) y lo que plantean una novela social muy
comprometida políticamente (Luisa Carnés o Ramón J. Sender, etc.).
LA POESÍA DESDE EL MODERNISMO A LAS VANGUARDIAS

La literatura que va desde finales del siglo XIX hasta 1940 se encuadra dentro de un contexto que está
muy ligado a conflictos sociales (Desastre del 98, dictadura de Primo de Rivera, Guerra Civil), un hecho que
favoreció el atraso económico, científico y cultural de España. En cuanto a la poesía, este periodo puede
dividirse en dos grandes etapas: la primera de ellas abarcaría a los movimientos modernista y
noventayochista y la segunda al novecentismo y las vanguardias.

1. LA POESÍA MODERNISTA-NOVENTAYOCHISTA
En España, al principio, se llamó modernistas a todos los escritores que tenían impulsos estéticos y
artísticos innovadores. Posteriormente, se utilizó este término con aquellos que se preocupaban
especialmente por la estética y adoptaban una postura de evasión de la realidad cotidiana, mientras que
el término de Generación del 98 se reservó para los que adoptaban una actitud de reflexión y de crítica
ante la situación política, social y económica de España.

Entre los temas modernistas se encuentran la recreación de ambientes exquisitos y exóticos (salones
versallescos, jardines maravillosos con sus estanques, sus cisnes, la mitología grecolatina, extremo oriente)
y todo lo que concierne a la intimidad del poeta. Por su parte, los temas del 98 son las preocupaciones
existenciales y España.

RUBÉN DARÍO (1867-1916)


Rubén Darío es la figura más sobresaliente del modernismo. A partir de 1892, este movimiento se
introdujo en España gracias a la llegada del poeta nicaragüense. Su poesía pasa de un primer modernismo,
más centrado en la forma (Azul, 1888), a uno más íntimo, de cierto compromiso social e influido por el
simbolismo (Cantos de vida y esperanza, 1905).

ANTONIO MACHADO (1875-1939)


En su obra poética se observa una evolución desde el modernismo intimista hasta una postura más
cercana al 98.

Soledades, galerías y otros poemas (1907) está dentro del modernismo intimista. En este poemario le
interesa expresar el amor, el paso del tiempo, la conciencia de la muerte, Dios, etc. Se trata de una poesía
simbolista: la tarde, el camino, el río o un árbol son símbolos de realidades profundas, de estados de ánimo
o de obsesiones íntimas.

En la etapa noventayochista aparece Campos de Castilla (1912-1917), una reflexión sobre la realidad de
España, sus tierras y sus gentes. La actitud crítica de Machado sirve para dar testimonio del atraso y la
pobreza, y de las desigualdades e injusticias.

2. LA POESÍA NOVECENTISTA
La Generación del 14 o Novecentismo integra a intelectuales que están entre el noventayochismo y las
vanguardias. Son más vitales que los autores del 98, más europeístas y liberales. Entre estos autores,
destacan Gabriel Miró, Ramón Pérez de Ayala, Ramón Gómez de la Serna y, sobre todo, Juan Ramón
Jiménez.
JUAN RAMÓN JIMÉNEZ (1881-1958)
El propio poeta dividió en tres etapas su producción: sensitiva, intelectual y verdadera.

La etapa sensitiva (hasta 1916) está marcada por la influencia de Bécquer, el simbolismo y el
modernismo. Algunas obras de este periodo son Almas de violeta y Ninfeas.

La etapa intelectual (1916-1936) está marcada por la publicación en 1916 de Diario de un poeta recién
casado, que rompe definitivamente con el modernismo y el simbolismo francés, y abre la poesía española
a las innovaciones vanguardistas.

En la etapa verdadera (1937-1958) la poesía se va haciendo cada vez más difícil, y en ella Juan Ramón no
se cansa de buscar la belleza y la perfección del poema. Su ansia por la trascendencia lo lleva a identificarse
con la figura de Dios, como en Animal de fondo y Dios deseado y deseante.

3. LAS VANGUARDIAS
Las vanguardias surgen en los primeros años del siglo XX y significan una ruptura con toda la literatura
anterior. En España, el vanguardismo fue el punto de partida para autores del grupo del 27, como Rafael
Alberti o Federico García Lorca. Entre las vanguardias más importantes se encuentran las siguientes:

- El futurismo pretende cantar al progreso, a la modernidad, e invita a no reverenciar el pasado.

- El cubismo se propone descomponer la realidad jugando con la tipografía y formando imágenes


visuales (caligramas).

- El ultraísmo busca ir más allá de todos los ismos mediante una síntesis de varios (futurismo, cubismo).

- El dadaísmo propone liberar la imaginación de cada individuo y recurrir a un lenguaje incoherente.

- El creacionismo se propone crear una realidad dentro del poema. Se trata de crear mundos y palabras,
no hay lugar para la imitación.

- El surrealismo es la vanguardia más importante. Propugna la liberación total del hombre que está
sometido a las convenciones morales y sociales. Hay que liberar el poder creador del hombre mediante
el sueño y el subconsciente.
LA POESÍA DEL GRUPO DEL 27

El Grupo del 27 fue denominado así porque sus integrantes se unieron para conmemorar el
tricentenario de la muerte de Góngora en 1927, y reivindicarlo como su principal referente poético.

Aunque la poesía de cada uno de ellos presenta un estilo particular, todos tienden al equilibrio: entre
una poesía intelectual, pura, deshumanizada (influjo de Juan Ramón y de las vanguardias) y una poesía más
sentimental y humanizada (influencia de Bécquer y la poesía popular); entre las estrofas cultas y las
estrofas populares; entre lo universal y lo español; y entre la tradición (Góngora, Quevedo, Lope, sonetos,
etc.) y la innovación (Juan Ramón, Gómez de la Serna, vanguardias, etc.)

En la evolución conjunta de estos poetas señalaremos tres grandes etapas:


Primera etapa (hasta 1927). En los tanteos iniciales es evidente la influencia de Bécquer, el influjo de las
vanguardias y la admiración por Juan Ramón Jiménez.

Segunda etapa (de 1927 a la Guerra Civil). En esta época, una parte del grupo evoluciona hacia una
poesía más politizada y social.

Tercera etapa (después de la guerra). La Guerra Civil rompe la unidad del grupo: Lorca es asesinado y
varios miembros del grupo se exilian. A partir de este momento, cada uno de los poetas evoluciona en un
sentido más personal.

PEDRO SALINAS (1892-1951) Exiliado


Inicialmente cultivó una poesía influida por el vanguardismo, que se manifestó en la predilección por los
objetos de la vida moderna: el automóvil, el cine, la luz eléctrica. Ya en su época de plenitud, el tema
central de su producción será el amor, como se puede apreciar en sus dos obras maestras: La voz a ti
debida (1933) y Razón de amor (1936).

JORGE GUILLÉN (1893-1984) Exiliado


Es el más importante representante de la poesía pura dentro del grupo. Sus dos obras mayores son
Cántico y Clamor. En Cántico tiene como tema el entusiasmo ante la perfección del mundo, mientras que
en Clamor da testimonio del dolor y del mal producido en el mundo.

GERARDO DIEGO (1896-1987) No exiliado


Gerardo Diego cultiva tanto la poesía tradicional como la vanguardista. En Imagen o Manual de
espumas, se siente el peso del creacionismo. Tras la guerra se volvió más tradicionalista, como se puede
ver en Alondra de verdad con el uso del soneto clásico.

DÁMASO ALONSO (1898-1990) No exiliado


Su producción más auténtica llega tras la guerra, bajo la tendencia de la poesía desarraigada (años 40).
Su obra más importante es Hijos de la ira (1944), obra fundamental en la posguerra española y que supone
un grito de protesta contra las injusticias, el odio y la crueldad.

VICENTE ALEIXANDRE (1898-1984) No exiliado


Su obra poética toma como principales temas el amor y la naturaleza en fusión con el hombre. En La
destrucción o el amor (1932-1933), el amor se opone o se identifica con la destrucción del hombre. Tras la
guerra, compone Sombra del paraíso (1939-1943), donde evoca, desde la angustia de la posguerra, el
paraíso anterior a la aparición del hombre en la tierra.
FEDERICO GARCÍA LORCA (1898-1836) Fusilado
Es el poeta más importante del grupo, creador de un sistema poético propio en el que el mundo popular
andaluz cobra enorme fuerza gracias a un tratamiento exquisito. La opresión, la muerte y el tema sexual
aparecen con frecuencia en sus versos. La poesía andalucista y popular aparece en Canciones, Poema del
cante jondo y Romancero gitano. El surrealismo le sirve de cauce para expresar su crisis personal en la
obra maestra Poeta en Nueva York, desgarrado grito contra la civilización inhumana y cruel.

RAFAEL ALBERTI (1902-1999) Exiliado


Alberti es otro de los poetas fundamentales del grupo. En su poesía es destacable la influencia
surrealista y el neopopularismo que mezcla elementos tradicionales con la vanguardia y su compromiso
político. Dentro de la poesía ligada al surrealismo destaca Sobre los ángeles, que responde a una crisis
religiosa y vital del poeta. Por su parte, el neopopularismo se aprecia en Marinero en tierra, donde muestra
su nostalgia por el mar de Cádiz.

LUIS CERNUDA (1902-1963) Exiliado


Cernuda es el más becqueriano, romántico, y sentimental del grupo. En 1936, el propio autor reúne
toda su poesía bajo el título La realidad y el deseo, palabras que recogen el conflicto central de su vida, el
anhelo de realización personal y libertad amorosa frente a las limitaciones impuestas por el entorno social.
Esta obra fue objeto de varias ediciones, en las que va incorporando su producción del exilio. Los poemas
del exilio abordan el tema de la nostalgia y problema de España.
EL TEATRO DESDE PRINCIPIOS DEL SIGLO XX HASTA 1939

La literatura que va desde finales del siglo XIX hasta 1940 se encuadra dentro de un contexto que está
muy ligado a conflictos sociales (Desastre del 98, dictadura de Primo de Rivera, Guerra Civil) , un hecho que
favoreció el atraso económico, científico y cultural de España. En cuanto al teatro, el éxito estará
condicionado por los intereses comerciales.

1. TEATRO COMERCIAL Y DE ÉXITO


La comedia burguesa de Benavente. Jacinto Benavente propuso un teatro sin grandilocuencia, con
atención preferente a los ambientes cotidianos. Su obra supone una crítica amable de los ideales
burgueses. Así sucede en Los intereses creados, donde utiliza dos personajes arquetipos del idealismo y del
materialismo.

El teatro en verso. Supone la mezcla del lenguaje romántico y modernista, lo que lo convierte en muy
exagerado y ripioso. De los cultivadores de esta línea merecen citarse Francisco Villaespesa, Eduardo
Marquina y los hermanos Machado.

El teatro cómico. Los tipos y ambientes castizos que habían sido la materia de los cuadros costumbristas
del Romanticismo vuelven ahora a la escena. Los hermanos Álvarez Quintero presentan en sus obras la
imagen de una Andalucía superficial, tópica e incluso falseada (Malvaloca). Por su parte, Carlos Arniches
produce sainetes con el ambiente castizo y achulado de Madrid (La señorita de Trévelez).

2. TEATRO RENOVADOR Y MARGINADO


2.1 EL TEATRO DE LOS AUTORES DEL 98
Al margen de pretensiones comerciales, estos autores (Unamuno, Azorín, Valle-Inclán o Jacinto Grau,
entre otros) producen un teatro complejo, centrado en sus conflictos religiosos, existenciales y sociales.

RAMÓN MARÍA DEL VALLE-INCLÁN (1866-1936)


En Valle-Inclán se aprecia una evolución desde el modernismo elegante y nostálgico a una literatura
crítica, basada en una feroz distorsión de la realidad. Su obra teatral suele agruparse en tres ciclos:

1ª etapa: modernista (1895-1907). Su primer teatro se inscribe en el modernismo, en su faceta más


decadente1 (evasión, estilo brillante y actitud rebelde). Destacan dos piezas basadas en dos novelas suyas:
El Marqués de Bradomín (Sonata de Otoño) y El yermo de las almas (Octavio Santino).

2ª etapa: ciclo mítico (1908-1920). Tras la incursión modernista inicia el camino hacia el esperpento. La
acción de las piezas de este periodo transcurre en una Galicia mítica y rural en la que los personajes,
hidalgos mendigos o seres tarados, actúan gobernados por instintos y pasiones violentas y primitivas.
Ejemplo de esto lo vemos en su trilogía Comedias bárbaras (1907-1923)

3ª etapa: esperpento (1920-1936). El esperpento es un intento de presentar la realidad española, pero


dando una visión exagerada y burlesca para que el espectador quede sorprendido y tome conciencia. La
pieza que mejor representa esta etapa es Luces de bohemia. Su protagonista, Max Estrella, recorre los
lugares más sórdidos y marginales del Madrid de principios del XX. Así, se muestra una España injusta,
opresiva y absurda traspasada por la miseria y el hambre.

1
El decadentismo es una tendencia cultural, de origen francés. Entre sus rasgos se encontraban el estilo elegante, la evasión de
la realidad, el exotismo e interés por lo países lejanos (especialmente orientales). La denominación fue adoptada por esta
corriente a partir del uso despectivo con el que lo usó la crítica en un principio.
2.2 EL TEATRO DE LOS AUTORES DEL 27
Aunque la mayor parte de la producción del 27 está constituido por poesía, varios componentes de la
generación se vieron tentados por el teatro. Son interesantes las obras escritas por Salinas, Rafael Alberti,
Miguel Hernández, Alejandro Casona y, principalmente, Federico García Lorca.

FEDERICO GARCÍA LORCA (1898-1936)


La obra dramática de Lorca puede agruparse en tres grandes bloques:
Primeras obras. A este periodo pertenece Mariana Pineda, drama histórico basado en la heroína
ajusticiada por Fernando VII en Granada tras haber bordado una bandera liberal; y La zapatera prodigiosa,
farsa en la que combina el verso y la prosa.

Teatro vanguardista. Entre 1925 y 1928 Lorca se centra en un teatro surrealista, de muy difícil
representación e imposible de entender por el gran público. Se incluyen aquí Así que pasen cinco años y El
público.

Teatro de plenitud. Lorca escribe durante los años treinta obras teatrales que sí alcanzan el éxito
comercial: Bodas de sangre, Yerma, Doña Rosita la soltera o el lenguaje de las flores y La casa de Bernarda
Alba. Todas ellas tienen en común el protagonismo de las mujeres y la marginación social que estas sufren.
La pieza que mejor recoge los presupuestos lorquianos es La casa de Bernarda Alba, donde da cuenta de
una mujer despótica y opresiva que obliga a sus cinco hijas a guardar 8 años de luto por la muerte de su
segundo marido.
LA NOVELA DESDE 1939 HASTA LOS AÑOS 70

La literatura que va desde 1939 hasta los años 70 se encuadra dentro de la dictadura franquista, algo
que afectó sobremanera a la cultura. De este modo, cada una de las décadas está marcada por una
tendencia dominante, producto de las circunstancias histórico-políticas y socio-culturales del momento.

1. AÑOS 40. TREMENDISMO Y NOVELA EXISTENCIAL


En la década de 1940, debido al exilio y a la censura, son pocos los autores que pueden publicar en
España. Aquellos que lo hacen se encuadran dentro de dos tendencias narrativas: la novela existencial y el
tremendismo.

1.1 NOVELA EXISTENCIAL


Lo existencial se convierte en uno de los temas fundamentales de la narrativa. La novela refleja el clima
de miseria moral reinante en la primera posguerra. Los personajes son seres desorientados, disconformes
con el mundo que le ha tocado vivir, lo que desemboca en una actitud pesimista.

En la línea existencial destaca Nada (1945) de Carmen Laforet, primer premio Nadal. La novela es
protagonizada por una joven que se va a estudiar a Barcelona. Allí se aloja con unos parientes derrotados
en la Guerra Civil, que viven en un ambiente moral y físicamente degradado.

En 1947, un joven Miguel Delibes publica La sombra del ciprés es alargada, novela impregnada de
preocupaciones existencialistas, como la obsesión por la muerte y por la infelicidad.

1.2 EL TREMENDISMO
Algunas novelas reflejan los aspectos más desagradables y brutales de la realidad para efectuar una
reflexión profunda sobre la condición humana. El tremendismo pretende reflejar la vida real tal cual se
produce, sin obviar sus aspectos más sórdidos. Los personajes son violentos, incluso criminales, lo que
tiene consecuencias penales.

Representante de esta tendencia es La familia de Pascual Duarte (1942) de Camilo José Cela,
considerada como la primera novela de la posguerra. La trama gira en torno a una serie de crímenes y de
atrocidades llevadas a cabo por el protagonista. Como un nuevo pícaro, Pascual Duarte narra su biografía
para que entendamos cómo ha llegado a ser un condenado a muerte.

2. DÉCADA DE LOS 50. REALISMO SOCIAL


La novela renace en los años cincuenta gracias a la Generación del medio siglo (Rafael Sánchez Ferlosio,
Juan Goytisolo, Carmen Martín Gaite, Ana María Matute, entre otros), quienes, junto a la primera
generación de posguerra, desarrollan un tipo de narrativa de gran compromiso social.

Dentro de la novela social es habitual distinguir dos grandes tendencias: el objetivismo y el realismo
crítico. En ambas hay compromiso social, pero en el caso del objetivismo se refleja fielmente la realidad,
las conductas y los diálogos de los personajes, sin mediar comentarios o interpretaciones del autor.
Ejemplo de objetivismo es el El Jarama (1955) de Rafael Sánchez Ferlosio, novela que retrata fielmente la
conducta y diálogos triviales de unos jóvenes obreros disfrutando de un día de ocio a orillas del Jarama.

Por su parte, en el realismo crítico predomina la sencillez en el lenguaje y en la estructura del relato,
que suele ser lineal y con pocas descripciones. Destaca también el uso del personaje colectivo y el
personaje representativo (de un grupo o clase social). Dentro de esta tendencia encontramos La colmena
(1951) de Cela, novela en la que aparecen como protagonistas cientos de personajes. La colmena ofrece un
retablo del Madrid de los años 40, donde prácticamente todos los tipos sociales tienen cabida.

3. DÉCADA DE LOS 60 Y PRIMEROS AÑOS 70. EXPERIMENTALISMO


Durante la década de los sesenta se detecta un agotamiento del realismo social y una clara evolución
hacia la experimentación y la renovación. Las novelas pasan a ser más complejas y experimentales, y están
dirigidas a un lector con mejor preparación intelectual que en los años cincuenta. Entre las principales
novedades se encuentran el monólogo interior, el perspectivismo, la narración en segunda persona, el
desorden cronológico y la fusión de géneros literarios.

La técnica del monólogo interior sobresale en obras como Tiempo de silencio (1962), de Luis Martín
Santos, y Cinco horas con Mario (1966) de Miguel Delibes. Juan Goytisolo en Señas de identidad (1966),
recurre a técnicas como la narración desde diferentes puntos de vista y a los saltos temporales.

A finales de los 60 y, sobre todo, en los años 70, una serie de escritores, educados y formados durante el
franquismo, comienza a escribir. La crítica habla de Generación del 68 para referirse a algunos de ellos,
como Manuel Vázquez Montalbán (Los mares del sur) o Eduardo Mendoza (La verdad sobre el caso
Savolta), entre otros. Lo más importante de este grupo es el gusto por la vuelta a la narratividad, dejando
de lado las experimentaciones formales.
LA POESÍA DESDE 1939 HASTA LOS AÑOS 70

La literatura que va desde 1939 hasta los años 70 se encuadra dentro de la dictadura franquista, algo
que afectó sobremanera a la cultura. De este modo, cada una de las décadas está marcada por una
tendencia dominante, producto de las circunstancias histórico-políticas y socio-culturales del momento.

1. AÑOS 40. POESÍA ARRAIGADA Y DESARRAIGADA


En el panorama poético la posguerra destacaron dos tendencias: la poesía arraigada y la desarraigada.
Al margen de estas, en los años 40 sobresale la figura de Miguel Hernández, epígono del Grupo del 27.

MIGUEL HERNÁNDEZ (1910-1942)


En los primeros años de su producción etapa sobresale su libro El rayo que no cesa (1936), cuyo tema
central es el sufrimiento, casi siempre por amor o por la muerte. En los años de la Guerra Civil escribe
Viento del pueblo (1937), ejemplo de poesía comprometida. Mismo camino sigue en Cancionero y
Romancero de ausencias (1938-1941), escrita ya en la cárcel. La intensidad de los sentimientos
(principalmente el del amor), el compromiso social y su estilo, que va de lo culto a lo más sencillo, marcan
su trayectoria.

POESÍA ARRAIGADA
Se trata de una poesía muy próxima a las ideas del régimen, que se desvincula de la realidad del
momento y presta más atención a la belleza formal. Los temas principales son el amor, la naturaleza, la
patria y la religión. Utilizan estrofas clásicas, como sonetos, y cultivan mucho el verso endecasílabo. Entre
los autores destacan Luis Rosales, Leopoldo Panero, Dionisio Ridruejo. La mayoría de sus obras serán
publicadas en las revistas Escorial y Garcilaso.

POESÍA DESARRAIGADA
Dentro de esta tendencia se sitúa un grupo de autores que, conmovidos por la situación social que
atraviesa España, expresan el dolor y la angustia que produce contemplar el sufrimiento de un país
desolado. La religiosidad también aparece aquí, pero tratada desde un tono de desesperanza. Esta poesía
tendrá su lugar en torno a la revista Espadaña. Las obras más decisivas fueron Hijos de la ira (1944) de
Dámaso Alonso, y Sombras del Paraíso (1944) de Vicente Aleixandre, dos libros de protesta y denuncia
social.

2. AÑOS 50. POESÍA SOCIAL


En esta década, los poetas desarraigados abandonan el tono individual y dolorido con el que
observaban la realidad de la posguerra. De este modo, comienzan a utilizar la poesía como un arma social
para protestar contra las injusticias, las desigualdades y la falta de libertades políticas. Se alzan como
portavoces de todos los que sufren. Con sus obras pretenden dar testimonio objetivo de la realidad del
momento (injusticias sociales, marginación, paro, falta de libertad) y usar la poesía como medio para
cambiar la sociedad y mejorarla. Se trata de una poesía muy comprometida, que no presta atención a los
aspectos formales. El estilo es sencillo, coloquial y directo, a veces, próximo a la prosa.

Los autores y obras más representativos de esta tendencia fueron Gabriel Celaya con Cantos íberos
(1955), José Hierro con Quinta del 42 (1952) y Blas de Otero con Pido la paz y la palabra (1955).
3. AÑOS 60. RENOVACIÓN
A finales de los cincuenta apareció un grupo de poetas que, sin dejar de lado los temas sociales, buscaba
una mayor elaboración del lenguaje poético y un desplazamiento de lo colectivo a lo individual. Para ellos
el poema es un instrumento que permite al ser humano conocer el mundo y conocerse a sí mismo. Son los
poetas conocidos como la Generación del 50, entre los que se encuentran Ángel González, Jaime Gil de
Biedma, José Ángel Valente, Francisco Brines, Claudio Rodríguez, entre otros.

Los temas tratados son la reflexión sobre el paso del tiempo, el amor, la amistad, la creación poética. En
algunos poemas se tratan asuntos de tema social y político, pero tratados con ironía. El estilo, aunque
destaca por la naturalidad y cierto tono conversacional, es muy cuidado. Publicaciones destacadas de esta
década son “Tratado de urbanismo (1967) de Ángel González y Poemas Póstumos” (1968) de Jaime Gil de
Biedma.

En los años finales de la década empieza a dominar el panorama poético un grupo denominado los
“novísimos”. Son jóvenes de gran formación cultural que conocen las vanguardias y buscan renovar el
lenguaje poético. Algunos de los temas tratados son la cultura, la historia y las preocupaciones
existenciales. Entre los autores destacan Pere Gimferrer, Manuel Vázquez Montalbán y Guillermo Carnero.
EL TEATRO DESDE 1939 HASTA NUESTROS DÍAS

La literatura que va desde 1939 hasta nuestros días se encuadra dentro de dos escenarios muy distintos:
la dictadura y la democracia. De este modo, aparecerán numerosas tendencias, producto de las
circunstancias histórico-políticas y socio-culturales del momento.

1. EL TEATRO DE POSGUERRA
El teatro de posguerra está condicionado por la sociedad burguesa del momento y dirigido a su
ideología. Por este motivo, no todos los dramaturgos podrán estrenar sus obras durante estos años. Entre
las corrientes que sí pueden subir a escena se encuentran el teatro cómico, heredero del sainete, y el
teatro histórico-político, que elogiaba a héroes del pasado.

En lo que respecta a la creación, sobresalen el drama burgués y el teatro de humor. El drama burgués es
la continuación de la comedia de Jacinto Benavente. Destaca Joaquín Calvo-Sotelo con La muralla. El teatro
del humor es el más interesante del periodo y en él destacan Enrique Jardiel Poncela con Eloísa está debajo
de un almendro, y Miguel Mihura con Tres sombreros de copa. Ambos crearán una comicidad de lo
inverosímil, cercano al absurdo, con la burla de los hábitos burgueses.

2. AÑOS 50. TEATRO REALISTA DE PROTESTA


A finales de los años 40 surge un teatro de compromiso que intentó renovar la escena española y
manifestar su oposición a la dictadura. Las obras plantearon temas como la injusticia social, la explotación,
o la vida de la clase media y baja. Muchas de las obras nunca llegaron al escenario, por lo que suele
hablarse de “teatro soterrado”. Estéticamente predomina el realismo: la escena imita espacios cotidianos y
el lenguaje se esfuerza por reproducir el habla de las clases sociales.

El camino del realismo social lo abre Historia de una escalera (1949) de Antonio Buero Vallejo, pieza que
supone una síntesis entre realismo y simbolismo, y que nos presenta una serie de problemas sociales y
existenciales de una comunidad de vecinos. Destacan también Escuadra hacia la muerte (1953) de Alfonso
Sastre.

3. AÑOS 60 Y 70. TEATRO VANGUARDISTA


Los nuevos autores consideran acabado el realismo social y buscan nuevas propuestas, opuestas
estéticamente a los “realistas”, aunque en bastantes ocasiones las obras no están exentas de crítica social.
Muchas de estas obras no encontraron facilidades para ser representadas, bien por problemas con la
censura, bien porque sus novedades formales no fueron comprendidas por el público. De esta forma, se
sigue hablando de “teatro soterrado”.

Los dos autores de mayor relevancia fueron Francisco Nieva, que incluye el erotismo, lo absurdo y las
técnicas cinematográficas y surrealistas en obras como Pelo de tormenta (1961); y Fernando Arrabal, que
recoge elementos surrealistas y del teatro del absurdo, como vemos en Pic-nic (1952).

En los últimos años del franquismo surgen los grupos de teatro independiente, que buscan nuevas
formas de expresión a nivel textual y escénico: improvisación en escena, mayor importancia del
espectáculo (por encima del texto), y el traslado del escenario al patio de butacas para buscar la
participación del espectador.
4. DE LOS AÑOS 70 A LA ACTUALIDAD
Tras el fin de la dictadura, por fin se podía hacer un teatro en libertad, y se optó por montar obras de
autores clásicos consagrados y recobrar los textos silenciados. Sin embargo, el teatro experimentó en este
tiempo una crisis importante porque el público no asimila los cambios y abandona los teatros, rechazando
esos montajes vanguardistas. Fueron necesarios muchos apoyos económicos institucionales para su
supervivencia. Este impulso dio lugar a la creación de instituciones teatrales que dependían de instancias
oficiales. Así, se creó el Centro Dramático Nacional (1978), la Compañía Nacional de Teatro Clásico (1986),
el Centro Andaluz de Teatro (1988), etc.

Entre la innumerable nómina de dramaturgos importantes de la democracia, podemos destacar las


figuras de Antonio Gala, autor de Anillos para una dama; Ana Diosdado, con Los ochenta son nuestros; José
Luis Alonso de Santos, con Bajarse al moro; o Fernando Fernán Gómez, que triunfó con Las bicicletas son
para el verano.

En los últimos años, la novedad más importante ha sido la revalorización del texto y el “boom” del
teatro musical. El teatro actual es ecléctico, y los temas que trata pasan por el consumismo, la violencia
contra los débiles, la defensa de la libertad, etc. Juan Mayorga, autor de obras como Cartas de amor a
Stalin o El chico de la última fila, es uno de los autores más valorados. En sus que sus piezas nos presenta
asuntos como la corrupción urbanística, la contaminación o el terrorismo.
LA NOVELA DESDE 1975 HASTA NUESTROS DÍAS

El ambiente de libertad en el que comenzó a desarrollarse la cultura española con la llegada de la


democracia permitió un mejor conocimiento de la literatura española en Europa y de la literatura
occidental en España. A ello contribuyó la desaparición de la censura, lo que supuso la publicación de
novelas españolas prohibidas en nuestro país, la recuperación de la obra de los escritores exiliados y un
mayor conocimiento de la narrativa de otros países. A todo esto, se suma la convivencia de varias
generaciones: autores de posguerra, Generación del 50 y Generación del 68.

El estudio de la narrativa del periodo de la democracia resulta complicado debido a las numerosas
tendencias que han aparecido y a la individualidad de los autores, que impide la creación de un proyecto
común. Aun así, podemos señalar tres rasgos comunes: la recuperación del modo tradicional de contar
historias; la crisis del individuo, que se encuentra inseguro y perdido en el mundo; y la transformación de la
novela en un bien de consumo, lo que ha ayudado a la proliferación del best-seller.

1. NOVELA POLICIACA
Este subgénero resurgió con especial fuerza a partir de los 70, a partir de la publicación de La verdad
sobre el caso Savolta (1975), de Eduardo Mendoza. La novela policiaca plantea la investigación de un caso
criminal, en un espacio urbano y realista (Madrid, Barcelona) y es llevada a cabo por un detective con una
personalidad compleja. Entre los autores destaca Manuel Vázquez Montalbán, creador de una larga serie
protagonizada por el detective privado Pepe Carvalho. A esta tendencia pertenecen también algunas
novelas de Antonio Muñoz Molina, como El invierno en Lisboa, Beltenebros o Plenilunio.

2. NOVELA HISTÓRICA
La novela histórica es la tendencia de mayor éxito. Se trata de un subgénero que combina una base
histórica, bien documentada, con elementos ficticios. Las tramas históricas suelen estar relacionadas con el
presente, con el propósito de entender mejor los comportamientos actuales.

La Guerra Civil se ha convertido en el tema principal de un buen número de novelas, entre las que se
encuentran Luna de lobos (1985), de Julio Llamazares; Soldados de Salamina (2001), de Javier Cercas y Los
girasoles ciegos (2004) de Alberto Méndez. También han sido tratados otros periodos, como el Siglo de Oro
en la saga de El capitán Alatriste, de Pérez Reverte; y la revolución industrial en La sombra del viento, de
Carlos Ruiz Zafón.

3. NOVELA DE MEMORIAS
La novela de memorias combina las experiencias reales con la ficción hasta alcanzar un aire existencial
en el que los protagonistas luchan por desprenderse de la soledad, hallar su identidad y encontrar su lugar
en el mundo. De este modo, abundan las reflexiones existenciales de los protagonistas en un subgénero
que habitualmente se mezcla con la metanovela, la novela reflexiva o la novela de testimonio. El cuarto de
atrás (1978), de Carmen Martín Gaite, se adscribe dentro de la novela de memorias.

4. NOVELA DE TESTIMONIO
La novela de testimonio es de carácter realista y suele estar muy bien ambientada en momentos de la
historia reciente o cercanos a la vida del narrador. El objetivo es cuestionar ciertas conductas y actitudes
morales marcadas por la sociedad. Suele reflejar también la situación de ciertos grupos sociales, como los
afectados por la crisis, las mujeres, los jóvenes, etc.
Autoras como Rosa Montero, en Te trataré como a una reina (1983), y Almudena Grandes,, en Atlas de
la geografía humana (1998) reflexionan sobre la naturaleza femenina. Por su parte, Rafael Chirbes es el
autor de En la orilla (1917), novela que mejor refleja la crisis de la burbuja inmobiliaria.

5. NOVELA REFLEXIVA
Este tipo de narrativa se centra en la búsqueda personal y en la reflexión sobre la propia existencia. Es
una novela alejada del realismo, en la que abundan las digresiones y las descripciones minuciosas. Javier
Marías, el escritor español más internacional del momento, es autor de novelas reflexivas como Corazón
tan blanco (1992) y la trilogía Tu rostro mañana. Destaca también Juan José Millás con el Desorden de tu
nombre (1986).

6. OTRAS TENDENCIAS
Otros subgéneros que también han hecho presencia, aunque en menor medida, son la metanovela, la
novela poemática, la novela gráfica y la novela culturalista, entre otras muchas que siguen apareciendo
entre los autores más jóvenes.
LA POESÍA DESDE LOS AÑOS 70 HASTA NUESTROS DÍAS

El ambiente de libertad en el que comenzó a desarrollarse la cultura española con la llegada de la


democracia permitió un mejor conocimiento de la literatura española en Europa y de la literatura
occidental en España. Además, la desaparición de la censura permitió la difusión de obras literarias que
hasta entonces habían sido prohibidas, especialmente la de autores españoles exiliados (Rafael Alberti,
Francisco Ayala, Ramón J. Sénder, etc.). A todo esto, se suma la convivencia de varias generaciones: el Grupo
del 27, la Generación del 36, la Generación del 50 y los novísimos, entre otras que aparecerán
posteriormente.

El estudio de la poesía del periodo de la democracia resulta complicado debido a las numerosas
tendencias que han aparecido y a la individualidad de los autores, que impide la creación de un proyecto
común.

1. AÑOS 70. POESÍA CULTURALISTA


La poesía culturalista tiene sus raíces en la segunda mitad del siglo XIX. Desde entonces, han pasado por
esta tendencia movimientos como el Modernismo, el Grupo del 27 o los novísimos. El objetivo de la poesía
culturalista a finales de los años 60 es superar el lenguaje y la mentalidad del realismo social y del
intimismo confesional que predominaba en la poesía española. De este modo, se utiliza un procedimiento
renovador que permite hablar del yo utilizando personajes históricos, y referirse a situaciones de la vida
cotidiana a través de referencias culturales. Destaca también el gusto por los ambientes refinados y por la
experimentación lingüística. Tras los novísimos, el culturalismo sufre una evolución en la que tienen cabida
el intimismo, la cultura popular, el erotismo y la ironía.

Entre los poetas novísimos destacan Antonio Colinas con Sepulcro en Tarquinia, y Guillermo Carnero con
Música para fuegos de artificio. De la generación del 80 destaca Ana Rossetti, con poemas llenos de
erotismo en Los devaneos de Erato.

2. AÑOS 80. POESÍA DE LA EXPERIENCIA


La poesía de la experiencia vuelve a situar el texto en un lugar y momento concreto para conectar con
un público más amplio, algo que la aleja del elitismo de los novísimos. Esta tendencia reivindica una vuelta
a la expresión de la sentimentalidad, a la temática cotidiana y a la claridad expresiva. Los poetas de la
experiencia reconocen como maestros a los autores de la Generación de los 50, especialmente a Jaime Gil
de Biedma. También se sienten seguidores de algunos autores de preguerra, como Antonio Machado y
Rafael Alberti.

Los poetas más significativos son 4: Luis García Montero (Habitaciones separadas) Carlos Marzal (El
último de la fiesta), Felipe Benítez Reyes (Ya la sombra) y Vicente Gallego (La plata de los días).

3. POESÍA NEOVANGUARDISTA
Esta corriente, que nace a finales de los 60, asume los presupuestos artísticos transgresores de las
vanguardias de inicios del siglo XX, pero sin manifestar la carga política que las caracterizaba. La intención
de esta poesía es sorprender al lector a través de la sonoridad y distribución de las palabras, la ausencia del
verso, el uso de imágenes y símbolos. Entre los poetas neovanguardistas se encuentran Ignacio Gómez de
Liaño (Poesía experimental), Francisco Pino (15 poemas fotografiados) y Joan Brossa (Poemas visuales).
4. POESÍA MINIMALISTA
Es una poesía abstracta y libre de artificios, heredera de la corriente de la poesía pura de los años 20.
Los poemas son breves, y en ellos se condensan los conceptos y se eliminan los excesos verbales y la
anécdota. Se trata de composiciones que invitan a la sugerencia por medio del silencio. Olvido García
Cortés, Amparo Amorós y Andrés Sánchez Robayna son algunos de los seguidores de esta poesía.

5. POESÍA CONTEMPORÁNEA
Desde los años 90 son innumerables las tendencias que han ido apareciendo: la poesía del compromiso
social, la poesía de la contemplación, la poética de la nostalgia meditativa y la poesía de la diferencia son
algunas de ellas. Las líneas entre unas y otras, en ocasiones, no están muy definidas, y los poetas caminan
entre ellas en sus poemarios.

En la última década, la poesía ha experimentado un fuerte impulso gracias a su presencia en las redes
sociales, lo que ha provocado el acercamiento a los lectores más jóvenes. Otro hecho relevante ha sido la
conexión entre el verso y la música, desde la que los jóvenes han empezado a expresar sus problemas
cotidianos y a denunciar las injusticias sociales. Cantautores como Marwan o el rapero Diego Gil Fernández
han saltado a la fama en los últimos años.

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