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9.3. El bienio de la CEDA y del partido radical. El Frente Popular. Desórdenes públicos.

Violencia y
conflictos sociales.

1. El bienio radical-cedista.
Las elecciones de 1933, primeras en las que votaron las mujeres, supusieron el inicio de una República de derechas,
ya que la izquierda se presentaba muy desunida: los republicanos y socialistas enfrentados por los conflictos
sociales de la etapa anterior, presentaron candidaturas separadas, y la CNT impulsó en los obreros la abstención.
Por el contrario, la derecha se presentó unida y organizada. Por ello, se inaugurarán dos años de gobierno
conservador, conocido como el Bienio Negro.
Dos fuerzas políticas obtuvieron los mejores resultados: el Partido Radical de Lerroux y la CEDA, de Gil Robles.
La CEDA estaba conformada por partidos muy conservadores y tradicionalistas, y no se había declarado
abiertamente republicana. Alcalá Zamora sigue siendo el presidente de la República y, dudoso de las intenciones
cedistas, decide nombrar a Lerroux como jefe de Gobierno y este formará un gabinete sólo con miembros de su
partido. El apoyo parlamentario de la CEDA se obtuvo con la condición de emprender un programa de
rectificación de la acción legislativa del bienio anterior. Por esta razón, la labor de gobierno de este periodo
consistió en una contrarreforma de lo legislado en el bienio anterior. Todas sus disposiciones tendieron a eliminar
una parte considerable de las decisiones del bienio azañista. El gobierno paralizó por completo la Reforma Agraria,
al igual que la Reforma Educativa. La reforma militar quedó también detenida y se situó en destinos clave a
militares manifiestamente antirrepublicanos. Se aprobó una amnistía para los sublevados con Sanjurjo en 1932.
También se intentó contrarrestar la reforma religiosa aprobando un presupuesto de culto y clero e iniciando las
negociaciones para firmar un concordato con la Santa Sede.
Así, comienza un proceso de radicalización constante desde los extremos ideológicos, reflejo del contexto europeo
de ese momento. Por una parte, tenía lugar el auge de los fascismos en países como Alemania, Italia o Austria, e
incluso gobiernos democráticos como Francia e Inglaterra se habían desplazado hacia la ultraderecha, mientras
que en la URSS se encontraba en auge el comunismo.
2. La Revolución de 1934.
En el contexto de huelgas y conflictos se produjo la revolución de octubre de 1934, sin duda el periodo más crítico
de la historia de la república. El clima de enfrentamiento en las Cortes, los conflictos en el campo y la radicalización
en la opinión pública generaron una situación explosiva que llevaron a la izquierda obrera a preparar la insurrección
armada.
En octubre de 1934, los catalanes se rebelarán y crearán el Estado Catalán, con apoyos de los independentistas,
comunistas y socialistas. Se declaró el estado de guerra y el ejército, al mando del general Batet, reprimirá la
revuelta. Varios líderes de la izquierda serían encarcelados.
En Asturias, los mineros protagonizan una revolución social, fruto del acuerdo previo entre anarquistas, socialistas
y comunistas. Columnas de mineros armados ocuparon los pueblos de la cuenca, tomaron gran parte de los
cuarteles de la Guardia Civil y sustituyeron los ayuntamientos por comités revolucionarios. Los mineros sitiaron
Oviedo y se enfrentaron a las fuerzas del orden. El gobierno envió desde África al general Franco para reprimir el
levantamiento. La represión fue durísima, y desencadenaría una campaña de solidaridad internacional. A partir de
este momento no hay ya posibilidad de convivencia entre la izquierda y la derecha.

3. La crisis del bienio radical-cedista.


Debido a la revolución de octubre se endurece la política del gobierno. Se suspendió el Estatuto de Autonomía
de Cataluña y se nombró a Gil Robles ministro de Guerra, y a Francisco Franco jefe del Estado Mayor.
La CEDA propuso una modificación de la Constitución para restringir el poder de las autonomías y que
contemplaría la abolición del divorcio, etc. Tanto los radicales como el presidente, Alcalá Zamora, se mostraron
favorables a esta reforma, pero el proyecto no llegó a ser votado, ya que en 1935 estalla una grave crisis: el Partido
Radical se vio afectado por una serie de escándalos de corrupción, como el “caso del estraperlo” (del juego de
ruleta eléctrica de la marca "Straperlo", acrónimo derivado de Strauss, Perel y Lowann), o casos de malversaciones
de fondos por parte de varios políticos radicales. Finalmente, Alcalá Zamora convoca nuevas elecciones para
febrero de 1936.
4. Las elecciones de 1936.
Para presentarse a las elecciones, los partidos de izquierda (republicanos, socialistas y comunistas) se agruparon
en el Frente Popular, una coalición con un programa común que defendía la amnistía para los encarcelados por la
revolución de 1934, la reintegración a cargos y puestos de trabajo para los represaliados políticos y la aplicación
de las reformas suspendidas por el gobierno radical-cedista. La CNT no participó en este pacto, pero esta vez no
pidió la abstención.
Los partidos de derecha formaron distintas coaliciones, pero no llegaron a cohesionarse del mismo modo, aunque
sí se creó el Bloque Nacional (CEDA, monárquicos y tradicionalistas).
En las elecciones, el ganador será el Frente Popular, si bien los votos estuvieron extraordinariamente igualados
(46,5% frente a 48%). La derecha tuvo buenos resultados en el interior de la Península, Navarra y parte de Aragón,
mientras que la izquierda obtuvo la mayoría en las grandes ciudades (Madrid, Barcelona, Valencia…), en las zonas
industriales y del litoral.
El nuevo presidente de la república será Manuel Azaña, con gran oposición de la derecha y de buena parte del
ejército, y el nuevo jefe del gobierno será Casares Quiroga.
5. El Frente Popular.
El nuevo gobierno decretó una amnistía, y se obligó a las empresas a readmitir a los obreros despedidos a raíz de
la huelga de octubre de 1934. Se restableció el Estatuto de Autonomía de Cataluña, y en el País Vasco y Galicia se
iniciaron las negociaciones para la aprobación de sus respectivos estatutos.
El nuevo gobierno reanudó el proceso reformista interrumpido en 1933.
Esperanzados con las perspectivas de cambio, los partidos de izquierda y los sindicatos comenzaron una
movilización popular. Los anarquistas defendían acciones revolucionarias, e incluso un sector del socialismo,
encabezado por Largo Caballero, se inclinaba hacia posiciones más radicales, cercanas a las del PCE. En las
ciudades se convocaron huelgas para pedir la mejora de las condiciones laborales, y en el campo los jornaleros
ocupaban las tierras, adelantándose a la legislación.
La nueva situación fue recibida por la derecha con absoluto rechazo: muchos propietarios se opusieron a las
medidas del gobierno, algunos empresarios industriales cerraron sus fábricas y expatriaron capitales, y la Iglesia
volvió a lanzar campañas contra la República. Falange Española asumió un fuerte protagonismo y fomentó un
clima de enfrentamiento y crispación política. Utilizando la “dialéctica de los puños y las pistolas”, en palabras de
José Antonio Primo de Rivera, grupos falangistas protagonizaron acciones violentas contra la izquierda, que
reaccionó del mismo modo. Entre febrero y julio de 1936, los enfrentamientos se habían extendido por casi todo
el país.
6. Hacia el golpe de Estado. Desórdenes públicos. Violencia y conflictos sociales.
En la calle proliferan los enfrentamientos entre grupos paramilitares de la Falange y las milicias anarquistas y
socialistas. Las tendencias más extremas se habían radicalizado cada vez más y las organizaciones juveniles de los
partidos se habían militarizado. Poco a poco el gobierno pierde el control de las calles.
Además, desde el principio se produjeron fisuras en el Frente Popular. El gobierno pronto se vio cogido entre dos
fuegos:
- Una derecha que pasó abiertamente a la conspiración, la provocación y el enfrentamiento.
- Una izquierda obrera que en vez de apoyar la política del gobierno se dejó arrastrar a la radicalización.
El clima de violencia favorecía a los sectores decididos a organizar un golpe de Estado militar contra la República.
Aunque ya desde las elecciones existía una conspiración militar, estaba mal organizada y tuvo escasa fuerza hasta
que el general Emilio Mola se puso al frente. Su plan consistía en organizar un pronunciamiento militar simultáneo
en todas las guarniciones posibles, siendo claves las de Madrid y Barcelona, y con especial protagonismo de las
tropas de África, las mejor preparadas, al mando del general Franco. Para frenar esta conspiración, el gobierno
había trasladado de destino a los generales directamente implicados, alejándolos lo más posible (Franco, a Canarias
y Mola a Navarra).
Sin embargo, la conspiración militar contaba con un fuerte apoyo de la derecha (monárquicos, carlistas, falangistas,
cedistas…), e incluso se habían establecido contactos con la Alemania nazi y la Italia fascista. Pero las discrepancias
entre los conspiradores respecto al tipo de régimen a instaurar tras el golpe de Estado hacían retrasar la fecha del
levantamiento: Mola quería una dictadura militar durante un tiempo, pero no tenía claro si volver a la República o
a la Monarquía; la CEDA pretendía una vuelta a la monarquía alfonsina; los falangistas querían un régimen a la
italiana; los carlistas pretendían instaurar una monarquía constitucional.
El día 14 de julio es asesinado el dirigente monárquico José Calvo Sotelo, como represalia por el asesinato del
teniente Castillo, que colaboraba con las milicias de izquierdas. Su muerte aceleró los planes de los golpistas, y el
17 de julio de 1936, la comandancia de Melilla, con Franco a la cabeza, se sublevó contra el gobierno.
Había comenzado la Guerra Civil.

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