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Derecho a la intimidad. Concepto
Derecho a la intimidad. Concepto
1. Concepto
Dentro de los derechos que tienen su origen en la existencia misma de la persona, y que derivan
y se fundan en el reconocimiento de la dignidad de la persona humana por su sola condición de tal
(los denominados derechos personalísimos) encontramos al Derecho a la Intimidad.
Este derecho ha sido caracterizado como el derecho personalísimo que permite sustraer a la
persona, de la publicidad u otras turbaciones a la vida privada, el cual está limitado por las
necesidades sociales y los intereses públicos.1
Es un derecho existencial que protege la reserva espiritual de la vida privada del hombre,
asegurando su libre desenvolvimiento en lo personal, en sus expresiones y en sus afectos.2
Se ha dicho que el derecho a la privacidad e intimidad, posee una relación directa con la libertad
individual, y protege jurídicamente un ámbito de autonomía individual constituido por los
sentimientos, hábitos y costumbres, las relaciones familiares, la situación económica, las creencias
religiosas, la salud mental y física, etc.
2. Fundamento y origen
Desde una mirada filosófica, la intimidad constituye una condición esencial de la Persona, que le
permite vivir dentro de sí misma, y desde allí, proyectarse al mundo exterior. La Persona Humana es
el único ser de la naturaleza capaz de darse cuenta de su propia existencia, de su inmanencia y de su
trascendencia. Toda obra humana ha comenzado en el interior y en la intimidad del Hombre, y desde
allí ha florecido para dar paso a las grandes creaciones y manifestaciones culturales. Ello demuestra
que la intimidad del Hombre es una clara manifestación de su libertad espiritual y de su humanidad.
1 Cifuentes, Santos, citado por Genovesi, Mariano. Principios Generales de Derecho Privado, Eudeba, 2021.Libro digital, PDF - (Material de cátedra)
2 Zavala de González, Matilde M. Derecho a la Intimidad. Abeledo Perrot, 1982.
Todos los Hombres gozan de intimidad, sin que puedan ser discriminados por su condición moral
o sus particulares circunstancias individuales, por ser ella (la intimidad) un derecho fundamental y
existencial de la Persona Humana.
3 Ernesto GARZÓN VALDÉS, 1998: «Privacidad y publicidad», en Doxa, n.º 21, vol. I, 1998: pp. 223-244. Este autor distingue tres esferas de actuación de
la persona: lo íntimo, lo privado y lo público, definiendo a cada una de ellas de la siguiente manera: “La intimidad es el ámbito de los pensamientos de
cada cual, de la formación de decisiones, de las dudas que escapan a una clara formulación, de lo reprimido, de lo aún no expresado y que quizás nunca
lo será. El velo protector de la intimidad puede ser llamado, siguiendo a Hobbes, discreción. Se trata aquí de un velo de total opacidad que sólo podría
ser levantado por el individuo mismo. El ámbito de la intimidad escaparía a toda valoración moral si es que la moral ha de ser entendida como el conjunto
de reglas que gobiernan relaciones interpersonales...La privacidad es el ámbito donde imperan exclusivamente los deseos y preferencias individuales.
Es condición necesaria del ejercicio de la libertad individual. Parafraseando a Amartya Sen, podría decirse que la privacidad es la esfera personal
reconocida…Lo público está caracterizado por la libre accesibilidad de los comportamientos y decisiones de las personas en sociedad…las cosas que
pueden y deben ser vistas por cualquiera.”
establece en su art. 16 que "1. Ningún niño será objeto de injerencias arbitrarias o ilegales en su vida
privada, su familia, su domicilio o su correspondencia, ni de ataques ilegales a su honra y a su
reputación. 2. El niño tiene derecho a la protección de la ley contra esas injerencias o ataques.”
Ya en el plano legal, fue en el año 1933 que la Ley N° 11.723 de Propiedad Intelectual, sin referirse
expresamente al Derecho a la Intimidad, introdujo la tutela en nuestro país de algunas de sus
manifestaciones, como ser el retrato fotográfico (art. 31), y las cartas misivas (art. 32). Es recién en
el año 1975 que el Derecho a la Intimidad es regulado expresamente, con la sanción de la Ley 21.173
que incorporó el artículo 1071 bis al Código Civil, que sancionaba la conducta de quien
“…arbitrariamente se entrometiere en la vida ajena, publicando retratos, difundiendo
correspondencia, mortificando a otros en sus costumbres o sentimientos, o perturbando de cualquier
modo su intimidad…” Dicha norma era procedente si el hecho no fuere un delito penal. La conducta
prohibida era la intromisión arbitraria en la vida ajena que perturbare de cualquier modo su
intimidad. Si la violación a la norma se producía, el autor de tal conducta era obligado a cesar en tales
actividades, si antes no hubieren cesado, y a pagar una indemnización que fijará equitativamente el
juez, de acuerdo con las circunstancias. Es decir, se establecía una reparación fundada en la equidad 4,
la que podía ser complementada, “…a pedido del agraviado… con la publicación de la sentencia en
un diario o periódico del lugar, si esta medida fuese procedente para una adecuada reparación.”
El artículo 1.071 bis del Código Civil sirvió durante muchos años de fuente a una abundante
jurisprudencia, y de base a una prolífera actividad doctrinaria, que supieron aplicar, interpretar y
describir el instituto, que estuvo vigente hasta la sanción del nuevo CCyCN.
4. Regulación en el CCyCN
4 “En el artículo 1071 bis la equidad no es el fundamento autónomo de la responsabilidad, sino un criterio judicial para determinar la medida del
Ley, 2016.
persigue un propósito superior, como es castigar un delito y fue ordenada por un juez, como ser la
interceptación de correspondencia o intervención de líneas telefónicas.8
La reforma mejoró la redacción del artículo 1071 bis del viejo Código Civil en lo relativo a la
responsabilidad ante la lesión de la intimidad ajena, por cuanto eliminó la mención a la equidad como
parámetro para establecer la indemnización. Las pautas para la reparación del daño a la intimidad se
encuentran ahora claramente establecidas en el artículo 52 del nuevo Código, que faculta a la
persona humana lesionada en su intimidad a reclamar la prevención, y la reparación de los daños
sufridos, conforme a las reglas generales prescriptas en el Libro Tercero (Derechos Personales), Título
V (otras fuentes de las obligaciones), Capítulo 1 (Responsabilidad civil). De este modo se regula
expresamente que la tutela judicial será preventiva 9, cuando se haga previsible la producción de un
daño, su continuación o agravamiento; o resarcitoria 10, cuando se viole el deber de no dañar a otro.
Por último, el artículo 1770 mantiene la facultad del agraviado de solicitar al juez que ordene la
publicación de la sentencia que condena al autor del hecho, en un diario o periódico lugar, si ello
permite o coadyuva a una adecuada reparación del daño causado. Esta norma es complementada
con el artículo 1740, cuyo título es Reparación plena, el que en su parte pertinente prescribe: “La
reparación del daño debe ser plena... En el caso de daños derivados de la lesión del honor, la intimidad
o la identidad personal, el juez puede, a pedido de parte, ordenar la publicación de la sentencia, o de
sus partes pertinentes, a costa del responsable.” De la lectura e interpretación armónica y conjunta
de ambas normas, puede colegirse que la publicación de la sentencia hará que la reparación sea
adecuada, cuando con la misma se logre una reparación plena del daño sufrido. ♦