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Derecho a la intimidad en el CCyCN

Carlos García Macián

1. Concepto

Dentro de los derechos que tienen su origen en la existencia misma de la persona, y que derivan
y se fundan en el reconocimiento de la dignidad de la persona humana por su sola condición de tal
(los denominados derechos personalísimos) encontramos al Derecho a la Intimidad.
Este derecho ha sido caracterizado como el derecho personalísimo que permite sustraer a la
persona, de la publicidad u otras turbaciones a la vida privada, el cual está limitado por las
necesidades sociales y los intereses públicos.1
Es un derecho existencial que protege la reserva espiritual de la vida privada del hombre,
asegurando su libre desenvolvimiento en lo personal, en sus expresiones y en sus afectos.2
Se ha dicho que el derecho a la privacidad e intimidad, posee una relación directa con la libertad
individual, y protege jurídicamente un ámbito de autonomía individual constituido por los
sentimientos, hábitos y costumbres, las relaciones familiares, la situación económica, las creencias
religiosas, la salud mental y física, etc.

2. Fundamento y origen

Desde una mirada filosófica, la intimidad constituye una condición esencial de la Persona, que le
permite vivir dentro de sí misma, y desde allí, proyectarse al mundo exterior. La Persona Humana es
el único ser de la naturaleza capaz de darse cuenta de su propia existencia, de su inmanencia y de su
trascendencia. Toda obra humana ha comenzado en el interior y en la intimidad del Hombre, y desde
allí ha florecido para dar paso a las grandes creaciones y manifestaciones culturales. Ello demuestra
que la intimidad del Hombre es una clara manifestación de su libertad espiritual y de su humanidad.

1 Cifuentes, Santos, citado por Genovesi, Mariano. Principios Generales de Derecho Privado, Eudeba, 2021.Libro digital, PDF - (Material de cátedra)
2 Zavala de González, Matilde M. Derecho a la Intimidad. Abeledo Perrot, 1982.
Todos los Hombres gozan de intimidad, sin que puedan ser discriminados por su condición moral
o sus particulares circunstancias individuales, por ser ella (la intimidad) un derecho fundamental y
existencial de la Persona Humana.

3. Antecedentes en el Sistema Normativo Argentino

En nuestra Constitución Nacional (CN) no se contempla a la intimidad como un derecho tutelado


en forma expresa. No obstante, dicha tutela puede ser encontrada en diversos artículos de la Carta
Magna que la contienen, ya sea en forma indirecta o elíptica, protegiendo la vida privada y diversas
manifestaciones propias de la intimidad personal.
El primero de ellos es el artículo 19, que refiriéndose a las acciones privadas de los hombres,
protege la conducta obrada en el fuero interno, y en un ámbito de reserva íntima 3. Y respecto a
dichas acciones, prescribe que, si no ofenden al orden y a la moral pública, ni perjudican a un tercero
“…están sólo reservadas a Dios, y exentas de la autoridad de los magistrados...”.
También el artículo 18 de la CN protege de forma indirecta al derecho a la intimidad,
prescribiendo la inviolabilidad del domicilio, de la correspondencia, y de las comunicaciones o los
papeles privados, que son manifestaciones de aquel.
En el plano supra legal, el Derecho a la Intimidad se encuentra regulado y protegido en la
Declaración Universal de Derechos Humanos, en el Pacto de San José de Costa Rica, y en la
Convención sobre los Derechos del Niño. La Declaración Universal establece en su artículo 12 que
nadie será objeto de injerencias arbitrarias en su vida privada, su familia, su domicilio o su
correspondencia, ni de ataques a su honra o a su reputación, y que toda persona tiene derecho a la
protección de la ley contra tales injerencias o ataques. Y el Pacto de Costa Rica, regulando de igual
modo y repitiendo casi textualmente dicha norma, además de las injerencias arbitrarias (previstas
en el referido artículo 12 de la Declaración), contempla también –como conducta antijurídica– a las
injerencias abusivas en la vida privada. En igual sentido, la Convención sobre los Derechos del Niño

3 Ernesto GARZÓN VALDÉS, 1998: «Privacidad y publicidad», en Doxa, n.º 21, vol. I, 1998: pp. 223-244. Este autor distingue tres esferas de actuación de
la persona: lo íntimo, lo privado y lo público, definiendo a cada una de ellas de la siguiente manera: “La intimidad es el ámbito de los pensamientos de
cada cual, de la formación de decisiones, de las dudas que escapan a una clara formulación, de lo reprimido, de lo aún no expresado y que quizás nunca
lo será. El velo protector de la intimidad puede ser llamado, siguiendo a Hobbes, discreción. Se trata aquí de un velo de total opacidad que sólo podría
ser levantado por el individuo mismo. El ámbito de la intimidad escaparía a toda valoración moral si es que la moral ha de ser entendida como el conjunto
de reglas que gobiernan relaciones interpersonales...La privacidad es el ámbito donde imperan exclusivamente los deseos y preferencias individuales.
Es condición necesaria del ejercicio de la libertad individual. Parafraseando a Amartya Sen, podría decirse que la privacidad es la esfera personal
reconocida…Lo público está caracterizado por la libre accesibilidad de los comportamientos y decisiones de las personas en sociedad…las cosas que
pueden y deben ser vistas por cualquiera.”
establece en su art. 16 que "1. Ningún niño será objeto de injerencias arbitrarias o ilegales en su vida
privada, su familia, su domicilio o su correspondencia, ni de ataques ilegales a su honra y a su
reputación. 2. El niño tiene derecho a la protección de la ley contra esas injerencias o ataques.”
Ya en el plano legal, fue en el año 1933 que la Ley N° 11.723 de Propiedad Intelectual, sin referirse
expresamente al Derecho a la Intimidad, introdujo la tutela en nuestro país de algunas de sus
manifestaciones, como ser el retrato fotográfico (art. 31), y las cartas misivas (art. 32). Es recién en
el año 1975 que el Derecho a la Intimidad es regulado expresamente, con la sanción de la Ley 21.173
que incorporó el artículo 1071 bis al Código Civil, que sancionaba la conducta de quien
“…arbitrariamente se entrometiere en la vida ajena, publicando retratos, difundiendo
correspondencia, mortificando a otros en sus costumbres o sentimientos, o perturbando de cualquier
modo su intimidad…” Dicha norma era procedente si el hecho no fuere un delito penal. La conducta
prohibida era la intromisión arbitraria en la vida ajena que perturbare de cualquier modo su
intimidad. Si la violación a la norma se producía, el autor de tal conducta era obligado a cesar en tales
actividades, si antes no hubieren cesado, y a pagar una indemnización que fijará equitativamente el
juez, de acuerdo con las circunstancias. Es decir, se establecía una reparación fundada en la equidad 4,
la que podía ser complementada, “…a pedido del agraviado… con la publicación de la sentencia en
un diario o periódico del lugar, si esta medida fuese procedente para una adecuada reparación.”
El artículo 1.071 bis del Código Civil sirvió durante muchos años de fuente a una abundante
jurisprudencia, y de base a una prolífera actividad doctrinaria, que supieron aplicar, interpretar y
describir el instituto, que estuvo vigente hasta la sanción del nuevo CCyCN.

4. Regulación en el CCyCN

En el sentido indicado, la Comisión Redactora del nuevo Código, reconociendo el valor de la


norma anterior, y toda la elaboración científico jurídica que sobre la misma se erigió, al momento de
presentar los Fundamentos del Anteproyecto de Código Civil y Comercial de la Nación, señaló que
“la vida privada está tutelada por medio de los derechos personalísimos y las acciones preventivas.
En cuanto a la responsabilidad, se reproducen normas vigentes en la actualidad que han demostrado
ser eficaces”.

4 “En el artículo 1071 bis la equidad no es el fundamento autónomo de la responsabilidad, sino un criterio judicial para determinar la medida del

resarcimiento.” Zavala de González, op cit., pág. 184.


En esa línea el nuevo Código ha mantenido en términos generales el sistema anterior en cuanto
a la responsabilidad por la violación al derecho a la intimidad, pero ha introducido reformas
metodológicas, y mejoras en la redacción de los artículos.
Primeramente, y en cuanto al método, el nuevo Código receptó la primera recomendación
efectuada en las IX Jornadas Nacionales de Derecho Civil, llevadas a cabo en el año 1983 en la Ciudad
de Mar del Plata. De lege ferenda, la Comisión 1 de las Jornadas (que analizó la Protección jurídica de
la Intimidad), recomendó “Insertar la regulación del derecho a la intimidad dentro del régimen
integral y sistemático de los derechos personalísimos.” Y eso fue precisamente lo que la reforma hizo.
En efecto, el nuevo Código incorporó expresamente al Derecho a la Intimidad, dentro del
catálogo de derechos personalísimos. Lo hizo en el artículo 52, cuyo título es Afectaciones a la
dignidad, el cual prescribe que “La persona humana lesionada en su intimidad personal o familiar,
honra o reputación, imagen o identidad, o que de cualquier modo resulte menoscabada en su
dignidad personal, puede reclamar la prevención y reparación de los daños sufridos, conforme a lo
dispuesto en el Libro Tercero, Título V, Capítulo 1.”
Por su parte, reguló lo concerniente a la responsabilidad por la violación a la intimidad en el
nuevo artículo 1770 del CCyCN, que lleva por título Protección de la vida privada, con una redacción
casi idéntica a la del anterior 1071 bis, dispone:
“El que arbitrariamente se entromete en la vida ajena y publica retratos, difunde
correspondencia, mortifica a otros en sus costumbres o sentimientos, o perturba de cualquier modo
su intimidad, debe ser obligado a cesar en tales actividades, si antes no cesaron, y a pagar una
indemnización que debe fijar el juez, de acuerdo con las circunstancias. Además, a pedido del
agraviado, puede ordenarse la publicación de la sentencia en un diario o periódico del lugar, si esta
medida es procedente para una adecuada reparación.”
Vemos así que el diseño del nuevo Código regula al Derecho a la Intimidad en dos normas: Una,
en el Libro Primero, en la parte destinada a los Derechos y actos personalísimos; y otra, en el Libro
Tercero, en la sección que regula los Supuestos especiales de responsabilidad. La primera de las
normas reconoce a la intimidad personal o familiar, como bien jurídico protegido, por ser una
manifestación de la dignidad de la persona, y remite lo concerniente a la reparación de los daños al
capítulo del Código que regula la responsabilidad civil. La segunda norma describe los modos y formas
en que puede producirse la afectación, y regula las consecuencias de la misma.
En efecto, el artículo 1770 protege las costumbres, sentimientos, y la vida privada ajena, como
manifestaciones de la intimidad, reservados al fuero interno de las personas (o de un grupo reducido
de sus allegados), y sustraídos del conocimiento o exposición pública, cuya violación se produce
cuando se interfiere arbitraria e intencionalmente en ellos.
Se consideran parte de la intimidad, tanto de la persona afectada como de su grupo familiar, los
aspectos privados relativos a su salud, los afectos, la filiación y el parentesco, las creencias religiosas
e ideológicas, como así también otros aspectos no tan íntimos, pero igualmente privados, que hacen
a la vida familiar y la vida social 5.
La violación de la intimidad puede darse tanto a partir de la difusión de información sobre la vida
privada, como también por el sólo hecho de entrometerse en ella. Esta intromisión o difusión de
aspectos de la vida privada debe ser arbitraria, es decir, debe ser ilegítima por no estar justificada,
autorizada ni consentida.
En efecto, la sola intromisión arbitraria es suficiente para configurar el ilícito. No es necesario
que medie dolo o culpa en el agresor para lograr la aplicación de la norma 6, ni es relevante el hecho
de que se divulgue información o se revelen aspectos de la vida privada de la persona. Es por ello
que, el hecho de que la información que se divulgue sea verdadera, no opera como eximente de
responsabilidad, por cuanto lo que se protege es la intimidad, valor que resulta lesionado con sólo
hacer público algo que tenía carácter reservado, independientemente de su contenido. En esto se
diferencia la violación a la intimidad de las calumnias o injurias, ilícitos éstos que dañan al honor o a
la reputación (también regulados en el artículo 52 del CCyCN), ya que en estos últimos hay una
acusación de un hecho falso o insultante. Pero que, de acreditarse su existencia o veracidad, servirá
como excusación para el demandado, y no será procedente reparación alguna. En la violación a la
intimidad el hecho que se publica no necesariamente es falso. Normalmente es verdadero, pero
nadie tiene derecho a conocerlo 7.
Por el contrario, no toda indagación o avance sobre la intimidad cae bajo las previsiones de los
artículos 52 y 1770 del Código Civil y Comercial, ya que este derecho es parcialmente disponible por
su titular, quien puede autorizar o consentir “intromisiones”, haciendo público lo que era íntimo o
privado, y permitiendo la divulgación o exposición de su propia intimidad.
Tampoco habrá intromisión arbitraria si el hecho de que se trate sucedió en un lugar público, o
si se corresponde con asuntos de interés público. Lo mismo sucede si la violación a la intimidad

5 Genovesi, Mariano, op. cit., pág. 604.


6
IX Jornadas Nacionales de Derecho Civil. Universidad Nacional de Mar del Plata Conclusiones Comisión n° 1: Protección jurídica de la intimidad. De
lege lata: “…VII. No es necesario que medie dolo o culpa en el agresor para lograr la aplicación de la norma del artículo 1071 bis del Código Civil.”
7 López Herrera, Edgardo, Comentario al artículo 1770 en Código Civil y Comercial de la Nación comentado. José María Curá Director. 2a ed.- CABA La

Ley, 2016.
persigue un propósito superior, como es castigar un delito y fue ordenada por un juez, como ser la
interceptación de correspondencia o intervención de líneas telefónicas.8
La reforma mejoró la redacción del artículo 1071 bis del viejo Código Civil en lo relativo a la
responsabilidad ante la lesión de la intimidad ajena, por cuanto eliminó la mención a la equidad como
parámetro para establecer la indemnización. Las pautas para la reparación del daño a la intimidad se
encuentran ahora claramente establecidas en el artículo 52 del nuevo Código, que faculta a la
persona humana lesionada en su intimidad a reclamar la prevención, y la reparación de los daños
sufridos, conforme a las reglas generales prescriptas en el Libro Tercero (Derechos Personales), Título
V (otras fuentes de las obligaciones), Capítulo 1 (Responsabilidad civil). De este modo se regula
expresamente que la tutela judicial será preventiva 9, cuando se haga previsible la producción de un
daño, su continuación o agravamiento; o resarcitoria 10, cuando se viole el deber de no dañar a otro.
Por último, el artículo 1770 mantiene la facultad del agraviado de solicitar al juez que ordene la
publicación de la sentencia que condena al autor del hecho, en un diario o periódico lugar, si ello
permite o coadyuva a una adecuada reparación del daño causado. Esta norma es complementada
con el artículo 1740, cuyo título es Reparación plena, el que en su parte pertinente prescribe: “La
reparación del daño debe ser plena... En el caso de daños derivados de la lesión del honor, la intimidad
o la identidad personal, el juez puede, a pedido de parte, ordenar la publicación de la sentencia, o de
sus partes pertinentes, a costa del responsable.” De la lectura e interpretación armónica y conjunta
de ambas normas, puede colegirse que la publicación de la sentencia hará que la reparación sea
adecuada, cuando con la misma se logre una reparación plena del daño sufrido. ♦

8 López Herrera, Op. Cit.


9
CCyCN, ARTICULO 1711.- Acción preventiva. La acción preventiva procede cuando una acción u omisión antijurídica hace previsible la producción de
un daño, su continuación o agravamiento. No es exigible la concurrencia de ningún factor de atribución.
10 CCyCN, ARTICULO 1716.- Deber de reparar. La violación del deber de no dañar a otro, o el incumplimiento de una obligación, da lugar a la reparación

del daño causado, conforme con las disposiciones de este Código.

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