Está en la página 1de 21

CLASE 3

Percepción

La percepción nos pone en contacto con el mundo y ese contacto nos informa acerca
de
lo que ocurre en él, permitiendo nuestra paulatina adaptación. Las variables del
estímulo,
factores estructurales u objetivos interactúan con los factores conductuales,
subjetivos, de
naturaleza psicosocial.

La percepción es una reproducción fiel de los objetos, y el pensamiento, una


combinación
mecánica de esas imágenes en función de las leyes de asociación.

Nuestro primer contacto con el mundo se cumple mediante percepciones


(organizaciones
sensoriales).

Además de las formas percibidas, existe una organización que comprende el sistema
nervioso
y su interacción con el ambiente. Existe una conexión entre el proceso fisiológico
y el psíquico.
En situaciones normales percibimos un campo organizado a pesar de la complejidad de
la
estimulación (filtramos información, y tomamos lo que necesitamos).

¿Cómo se relacionan organización e información? El ser psíquico percibe


supersignos,
forma totalidades; la cantidad de información no debe ser excesiva porque el ser
psíquico decodifica poca información en la unidad de tiempo. El conocimiento y
manejo
conciente de esta problemática es condición “sine qua non” para el diseñador, a fin
de
brindar la información con la mayor estabilidad posible.

También hay que tener en cuenta la cantidad de ruido existente en el canal y de


ruido en el
receptor (limitaciones sensoriales, experiencias y filtros culturales).

Factores conductuales:

En el problema de la percepción social podríamos decir que interviene como factor


determinante, la personalidad (integración de factores innatos y adquiridos). El
individuo
influye en lo social y lo social se impone al individuo.

La percepción es flexible, es modificable por la acción de factores


intersubjetivos: motivos,
actitudes, significados, sistemas de valores; de ¡a personalidad, factor de todo
acto perceptivo.
Las motivaciones dependen de las tensiones provocadas por las necesidades, y de
nuestra
actitud.

En función de la defensa perceptual, la persona no percibirá todo aquello que es


contrario a sus actitudes y creencias, porque la perturba y pone en crisis su
equilibrio
psíquico,

Existen dos niveles preceptuales:

- Nivel personal: como la percepción es selectiva, si la motivación es fuerte, la


capacidad
organizativa del estímulo disminuye y la percepción tendrá mayor o menor grado de
distorsión.

- Nivel socio-cultural: toda percepción es social. La selectividad depende del modo


personal como interactúan motivación y actitudes personales dentro de un marco
sociocultural.
Para comunicar es necesario conocer al receptor. En la comunicación masiva es
necesario
conocer en primer lugar, las creencias, ideas, valores y normas (ideología)

PERCEPCIÓN
Energía física > Leyes estructurales <D» | Significación
Procesos sensoriales (figura — fondo) v

Selectividad

Motivos <> Actitudes

Estructura básica Estructura social

Bases Cognitivas de la semiosis

Los procesos de Semiosis en si, requieren procesos cognitivos anteriores

Operaciones Cognitivas

Percepción Conceptualización Representación

- Es el primer vínculo del - Proceso de formación del - Paso de la representación

hombre con el mundo, concepto mental a la representación

cuyo resultado es el - Selección de los rasgos semiótica mediante signos

precepto del objeto percibido de un lenguaje

- Interacción sujeto juzgados como esenciales - Procesos

perceptor y objeto (aislando el resto):

percibido, el sujeto no abstracción

recibe todo, sino que +

organiza y reduce datos - Integración de la diversidad Onomasiológico: de la


sensoriales de singulares en una unidad P conceptualización a la

v general: generalización representación. Ej. tengo

especificidad biológica de v una idea en la cabeza,


nuestros aparatos Concepto: representación una obra de teatro y
perceptivos más hábitos mental que consiste en un la represento

perceptivos del sujeto esquema abstracto que < Semasiológico: me


construidos por integra a todos los individuos enfrento con una realidad
mediaciones individuales, que compartan las y le doy un sentido, voy
sociales y culturales. características seleccionadas hacia el concepto
Más atención e intención, - Implica construcciones
+ conocimiento del de esquemas

mundo + estímulo externo

del objeto - Requiere esquemas


Modelo lineal de la comunicación

Comunicarse implica una interacción con alguien. Sin embargo, esta interacción
posee
cualidades y consecuencias distintas según el punto de vista con el que anaticemos
la
comunicación. El punto de vista más clásico en la teoría de la comunicación es
aquel en el que
se tiene en cuenta un aspecto de la interacción: la transmisión de información.
Este punto de
vista ha surgido desde el modelo lineal de la comunicación.

Desde la Teoría de la Comunicación, Shannon elaboró una teoría matemática de la


comunicación. Esta teoría describía la comunicación como un proceso lineal. En el
contexto de
la comunicación humana a este proceso de comunicación se le etiquetó como modelo
lineal de
la comunicación. El modelo tuvo gran influencia en las ciencias sociales de la
época, hasta el
punto de que posteriores modelos, que han intentado describir el proceso de la
comunicación
desde la psicología, han mantenido el esquema básico del modelo de Shannon.

El estudio de la comunicación desde este modelo se apoya en la descripción del


proceso
que sigue el acto comunicativo. Un primer aspecto a tener en cuenta desde este
proceso es
que sólo hay comunicación cuando aquello que se comunica tiene un significado común
para los dos elementos de la interacción. Antes de atribuir significado a una idea
es
necesario codificarla en términos comprensibles, y a partir de ahí realizar el acto
de la
comunicación. Un segundo aspecto consiste en que no se puede transmitir una idea
sin
disponer de un medio o soporte. Aquí es necesario referirse a dos conceptos que
suelen
confundirse: información y comunicación. Para el modelo lineal de la comunicación,
el primer
concepto (información) hace referencia a la acción de informar, es decir, al
contenido de una
comunicación (mensaje); el segundo (comunicación) se refiere a cómo el proceso pone
en
contacto dos o más polos (emisores y receptores) que intercambian información.

La comunicación desde el modelo lineal se concibe como un proceso de transmisión de


información, realizado con un acto lingúístico, consciente y voluntario. En este
proceso los dos
elementos más importantes para el éxito de la comunicación son el emisor y el
receptor,
considerados individualmente.

Este modelo ha sido pensado para sistemas técnicos. Cuando se intentó aplicarlo a
la
comunicación entre personas se vio que era insuficiente. Posteriores modificaciones
del
modelo desde la psicología, siguen manteniendo una concepción de la comunicación
entre dos
personas como transmisión de un mensaje sucesivamente codificado y después
decodificado.
Sin embargo, ha sido necesario incorporar al modelo el concepto aplicado por
Wienner de
retorno. El retorno proviene del modelo cibernético de VWienner, y rompe el esquema
lineal al
hacerlo circular. Es la única forma de que la base del modelo pueda tener una
aplicación en la
comunicación humana, puesto que las personas no son elementos estáticos en el
proceso
de comunicación, como lo puedan ser dos terminales telegráficos.
De esta forma la estructura del acto comunicativo sigue manteniendo la misma
concepción
de comunicación como proceso de transmisión de información, pero desarrollando un
modelo
circular, más próximo al modelo cibernético de Wiener. Un modelo humano basado en
el
modelo lineal de la comunicación quedaría así:

Canal
Emisor mm Codificación Mensaje Em Decodificación mm) Receptor
Código

Vemos, pues, la relevancia que tienen los procedimientos simétricos de codificación


y
descodificación en todo proceso comunicativo. Estos procedimientos se llevan a cabo
mediante signos y por ello ha irrumpido la semiótica (la ciencia de los signos) en
el
campo de la Teoría de la Comunicación.

La relación entre semiótica y comunicación.

Todo acto de comunicación puede describirse como un par constituido por un signo
producido por un emisor, interpretado luego por un receptor. Su estudio combinará
producción e interpretación de un mismo signo. Tomando el modelo peirceano
podríamos
representar los procesos de producción e interpretación con un gráfico como el
siguiente, en el
que O representa el objeto, S representa el signo, | representa el interpretante y
las flechas
muestran las relaciones de dependencia:

La mayor parte de los autores se han interesado casi exclusivamente en el problema


de la

LA

ETA. S

Producción Interpretación

interpretación de los signos, partiendo de la opinión, ampliamente extendida, de


que la
producción y la interpretación son procesos absolutamente reversibles. De esto se
desprendería que describir la interpretación es describir también, como en un
espejo, la
producción.
Contra esta afirmación se puede observar que, si el productor es dueño del objeto
que elige
para comunicar su mensaje (elección de palabras, de grafismos, de gestos, de
configuraciones
múltiples de unos y de otros), el intérprete está obligado a efectuar un trabajo de
reconstrucción
de ese objeto (una semiosis inferencial) que no tiene por qué llegar necesariamente
a
reencontrar el mensaje original. En efecto, las relaciones singulares que productor
e intérprete
mantienen con las instituciones de la significación son las que regulan su
comunicación. Hay,
entonces, una disimetría a priori, puesto que el primero pone en marcha algo ya
presente en él,
mientras que el segundo debe descubrir precisamente lo que el primero actualizó.

Lo que hay que remarcar antes que nada es que toda producción es, en alguna medida,
una
interpretación a priori. Dicho en otras palabras, la producción es un proceso de
incorporación
de un pensamiento en una configuración que se ubica bajo la dependencia de una
interpretación anticipada, respecto de la que el productor se vuelve un intérprete
más. En este
sentido participa en este proceso colectivo de interpretación que describimos como
una
institución social. Por parte del intérprete hay un proceso que va de lo particular
a lo universal,
de lo individual a lo colectivo, mientras que, de parte del productor, se va de lo
universal a lo
particular y de lo colectivo a lo individual. Más que de reversibilidad, que no
diferencia los dos
procesos, debemos hablar de dualidad.

Algo pasa de la mente del productor a la del intérprete. Más formalmente, puede
considerarse que en todo fenómeno semiótico hay un traspaso, a través de un signo,
de
una cierta forma de relaciones que está en la mente de un productor hacia la mente
de un
intérprete. El signo se transforma en un medio para la comunicación de una figura.

Hay que destacar que en el acto de comunicación, definido como un par (signo
producido /
signo interpretado), tanto el productor como el intérprete hacen referencia a la
misma relación
de naturaleza institucional que liga al signo con su objeto. El productor lo
utiliza como algo ya
institucionalizado que le permite elegir una cosa (el signo) y presentaria como el
sustituto de
otra cosa ausente (el objeto), con la garantía (en el interior de su comunidad) de
que un
intérprete eventual que comparta su cultura tendrá la posibilidad de poner en
funcionamiento la
relación empleada en el otro sentido. La comunicación sólo se logra cuando el
objeto del
que habla el productor es el mismo que imagina el intérprete.

Es precisamente en este sentido donde la concepción peirceana del signo se muestra


más
potente que sus rivales binarias. La noción de interpretante nos remite a las
normas sociales
compartidas que hacen posible la simetría en el proceso de producción y en el de
interpretación, mientras que, en las concepciones binarias, nada nos remite a una
intersubjetividad indispensable para cerrar felizmente el proceso comunicativo.
El proceso cognitivo.

Para que exista esta intersubjetividad que permite la comunicación, es necesario


postular
que existen rasgos comunes en los procesos cognitivos de todos los seres humanos.
Tanto si
se cree que el proceso de conocimiento es categorial (como dirían Aristóteles o
Kant) como si
se cree que es puramente perceptivo (como defenderían Locke o Hume), el producto de
este
conocimiento individual establece un área de consenso con el resto de los miembros
de la
comunidad.

La filosofía de la mente y demás ciencias cognitivas debaten todavía sobre los


procesos
neuronales y/o ambientales que permiten la configuración de los esquemas de
conocimiento
(imágenes mentales o lo que quiera que éstas sean) que compartimos
intersubjetivamente.
Desde el campo de la semiótica, lo máximo a lo que podemos aspirar es al control
del producto
mental de este conocimiento.

Los signos de la naturaleza (cualisigno, sinsigno y legisigno) están en el origen


de los
signos del individuo (icono, índice y símbolo) que a su vez son socializados como
signos
compartidos por la comunidad (rema, dicente y argumento). El signo más elemental es
el
cualisigno (pura posibilidad lógica) que puede interpretarse como signo del ser
(como rema) y
como similaridad (como icono). En un nivel parejo se halla el sinsigno (existencia
real) que se
interpreta como existencia efectiva (dicente) y como objeto real (icono). El
legisigno representa
el signo convencional (el más importante, ley de la naturaleza) que se interpreta
como norma
(argumento) y como precepto de la naturaleza (símbolo). Esta triple triada puede
reorganizarse
en el siguiente esquema:

Interpretant (3rdness)
¡ Argument

Dicent sign

Sinsign
2 ndness
Legisign Symbol

Representamen

(Istness) Object (2ndness)

3 rdness
Con ello Peirce puede estarnos sugiriendo que cuando actuamos en el mundo, lo que
percibimos no es de hecho el mundo real sino el mundo como un desplazamiento de
signos; que el mundo que existe en nuestras mentes es una representación simbólica
determinada por nuestra cultura.

En este sentido puede tener razón Umberto Eco cuando propone la hipótesis de que
existe
"una especie de petición incondicional por parte de la semiótica que exigiría que
el conjunto de
la cultura se estudiara como un fenómeno de comunicación".

El propio Umberto Eco ha propuesto recientemente unos conceptos que nos brindan
otra
aproximación al fenómeno cognitivo. Partiendo de dos ejemplos en los que un
individuo y su
comunidad se enfrentan a un fenómeno desconocido hasta la fecha, estudia el proceso
de
formación de los contenidos o conceptos de dicho fenómeno. En el primer caso se
trata del
ornitorrinco, de los zoólogos de finales de XVIII y buena parte del XIX y de Kant
quien
probablemente nunca llegó a saber nada del animal ya que falleció en 1804, mucho
tiempo
antes de que la comunidad científica se pusiera de acuerdo sobre su clasificación.
En el
segundo caso se trata de los caballos, de los aztecas y de su rey Moctezuma quienes
nunca,
hasta la llegada de los tercios españoles, habían visto animales como aquellos.

Eco afirma que a la vista del fenómeno nuevo (ornitorrinco o caballos) los
individuos
elaboran un Tipo Cognitivo (TC). Este TC no tiene nada que ver con un tipo ideal
platónico ni
con un juicio perceptivo kantiano. Es algo similar a un esquema morfológico,
parecido a un
modelo tridimensional, pero que puede incluir otras características como el olor,
el ruido del
relincho u otras propiedades funcionales (ser cabalgable, por ejemplo). Mediante el
TC, los
individuos son capaces de reconocer otros ejemplares del mismo fenómeno que no han
visto
anteriormente: tienen un tipo, un parámetro mediante el que pueden cotejar las
ocurrencias.
Este tipo tampoco tiene nada que ver con una esencia aristotélico escolástica (la
caballinidad).

Sin embargo, el TC que se desarrolla en las primeras instancias no es común a todos


los
hablantes. Como en el caso del ornitorrinco en los primeros años de su estudio, en
que
diferentes zoólogos pretenden clasificarlo en distintos grupos (mamíferos,
anfibios, aves), cada
hablante destaca alguna característica por encima de las otras.

Cuando los aztecas empiezan a hablar entre ellos sobre los caballos o los zoólogos
a
discutir sobre el ornitorrinco, se empiezan a establecer áreas de consenso.
Empiezan a
aparecer las primeras interpretaciones colectivas que se asemejan bastante a una
definición.
Estas interpretaciones serían como los interpretantes en sentido peirceano. Eco
denomina a
este conjunto de interpretantes Contenido Nuclear (CN), señalando que mientras el
TC es
privado el CN es público. En este sentido el CN es el modo en que
intersubjetivamente
establecemos los rasgos que componen el TC, de tal forma que el CN puede
transmitirse
creando TC en individuos que no han tenido percepción alguna del objeto. ¿Acaso no
identificaríamos hoy en día un ornitorrinco sin haberlo visto jamás sabiendo que es
una especie
de topo can pico de pato? ¿No pudo identificar Moctezuma los caballos la primera
vez que los
vio gracias a las informaciones que le habían suministrado sus emisarios? Como
hemos visto,
pues, el TC se puede constituir por dos vías: la directamente perceptiva y la
informada por un
CN. Podríamos llamar a esta segunda vía TC tentativo que podría llegar a ser tan
imperfecto
que impidiese la identificación. Al distinguir entre los casos empíricos (el
ornitorrinco o los
caballos) de los casos culturales (la amistad, la enfiteusis o el matrimonio) se
pone de
manifiesto que en los primeros se va del TC al CN, mientras que para los casos
culturales
sucede lo contrario. En cualquiera de ambos casos queda claro que tanto los TC como
los CN
son negociables siempre, fruto de la cultura y las circunstancias.

Finalmente, una vez los zoólogos acabaron los estudios sobre el ornitorrinco (en
1884, 86
años después de su descubrimiento) se alcanzaría el Contenido Molar (CM), un tipo
de
conocimiento complejo que abarca una gran cantidad de características. Sin embargo
el CM de
caballo sería distinto para un zoólogo que para un jinete profesional, ya que sus
áreas de
competencias son diferentes. La suma de los distintos CM sería el conocimiento
enciclopédico
del caballo.

Eco plantea estos conceptos de TC, CN y CM desde lo que el denomina folk


psychology, es
decir, desde el sentido común, y no desde las ciencias cognitivas que requerirían
conceptos
más precisos. Pero no por ello debemos despreciarlos, ya que evidencian los
fenómenos del
reconocimiento y de la referencia feliz sin los que la comunicación sería
imposible. La
experiencia cotidiana nos demuestra que asociamos de forma constante ciertos
nombres a
ciertos objetos y esta asociación, compartida por el conjunto social, garantiza la
simetría entre
codificación y descodificación de los mensajes. La comprensión sólo es posible
atribuyendo al
interlocutor creencias similares a las nuestras y esta uniformidad de creencias
sólo puede
garantizarla la cultura.

También podría gustarte