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CURSO ON-LINE

Módulo 1. Capítulo 5
REGULACIÓN NEUROENDOCRINA
DEL APETITO
Dr. José Manuel García Almeida
Dra. Lara Dalla Rovere
Dra. María García Olivares

www.cursonutricionycerebro.es

Con la colaboración de:


CURSO ON-LINE

MÓDULO 1. CAPÍTULO 5
REGULACIÓN NEUROENDOCRINA
DEL APETITO

Dr. José Manuel García Almeida


Hospital Quirónsalud de Málaga. Universidad de Málaga.

Dra. Lara Dalla Rovere


Hospital Quirónsalud de Málaga. Universidad de Málaga.

Dra. María García Olivares


Hospital Quirónsalud de Málaga. Universidad de Málaga.

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[MÓDULO 1] Capítulo 5. Regulación neuroendocrina del apetito

RESUMEN
La conducta alimentaria depende de la integración de dos factores fundamentales: el hambre
y el apetito. El hambre es la necesidad fisiológica de ingerir alimentos para satisfacer las nece-
sidades energéticas, está regulado por mecanismos homeostáticos situados en el hipotálamo. El
apetito es la intelectualización del instinto del hambre, está influenciado por factores sensoriales,
ambientales y sociales.

El hipotálamo es el centro de la regulación alimentaria. Los núcleos del hipotálamo se comunican


con otras áreas del sistema nervioso central (SNC), como la corteza, el tronco encefálico, la mé-
dula y el sistema nervioso simpático y parasimpático. Varias hormonas intervienen en el proceso
del comportamiento alimentario. Las más relevantes son: la grelina, la colecistocinina (CCK), el
cortisol, la leptina y la insulina.

El contenido de la comida y la cantidad de macronutrientes representan un factor fundamental


en la determinación del comportamiento alimentario. Las proteínas se consideran el nutriente más
saciante, aunque su efecto varía en función del origen y la variación de las diferentes proteínas
en la digestión y la absorción. Los hidratos de carbono prácticamente no actúan sobre la sacie-
dad, sin embargo, muchos estudios demuestran una fuerte e inversa asociación entre el índice
glucémico de los alimentos y la saciedad. Las grasas inducen consistentemente la saciedad, de-
bido al retardo de la evacuación gástrica que producen.

El sistema circadiano tiene un reloj central localizado en el núcleo supraquiasmático (NSQ) del
hipotálamo, el cual recibe, envía y coordina todos los ritmos biológicos. Algunos estudios sugieren
el papel fundamental de la microbiota en la influencia del apetito y la ingesta. La microbiota
intestinal juega un papel importante en el metabolismo, la función inmune, la protección del hués-
ped ante patógenos y en la comunicación bidireccional entre el tracto gastrointestinal y el SNC.

La malnutrición se relaciona con respuestas inmunológicas inadecuadas y con un aumento de


la incidencia de infecciones. Las alteraciones en la regulación del apetito están íntimamente
relacionadas con los procesos de desnutrición. Las diferentes opciones terapéuticas tratan de
incrementar la ingesta oral de forma natural o artificial o disminuir la pérdida de masa libre de
grasas a partir de diversos tratamientos farmacológicos.

El tratamiento farmacológico y nutricional de las alteraciones del apetito puede ser de utilidad.
La finalidad del tratamiento farmacológico es mejorar la calidad de vida a través de una me-
joría del apetito y de la ingesta oral.

Palabras clave: apetito, hipotálamo, malnutrición, grelina, leptina, suplementos.

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ÍNDICE

Objetivos.............................................................................................................................................................. 5

1. Regulación del apetito................................................................................................................................. 6


1.1. Definiciones.................................................................................................................................... 6
1.2. Regulación neurológica de la conducta alimentaria.............................................................. 6
1.3. Regulación neuroendocrina de la conducta alimentaria.....................................................11
1.4. Otros aspectos que influyen en la regulación neuroendocrina del apetito.....................14

2. Bases de las alteraciones en desnutrición............................................................................................18


2.1. Factores implicados en la desnutrición...................................................................................18
2.2. Cambios secundarios al tratamiento.......................................................................................19

3. Líneas de tratamiento.................................................................................................................................21
3.1. Tratamiento farmacológico.......................................................................................................22
3.2. Soporte nutricional.....................................................................................................................24

4. Mensajes para llevar a casa.....................................................................................................................25

5. Bibliografía....................................................................................................................................................26
5.1. Artículos imprescindibles............................................................................................................26
5.2. Sitios web recomendados.........................................................................................................27

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[MÓDULO 1] Capítulo 5. Regulación neuroendocrina del apetito

OBJETIVOS

1. Conocer las bases de la regulación del apetito.

2. Reflexionar sobre la regulación neuroendocrina.

3. Conocer el efecto de otros aspectos relacionados con la composición de la dieta y los


factores ambientales.

4. Estudiar los factores específicos que afectan al apetito en desnutrición: inflamación y


citocinas.

5. Conocer las líneas potenciales de tratamiento.

6. Valorar los posibles efectos del soporte nutricional en el manejo del problema.

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1. REGULACIÓN DEL APETITO

1.1. Definiciones
Comer es un acto cotidiano que se repite varias veces al día, y que forma parte de las necesidades
básicas del organismo, capaz de influenciar la estructura y el funcionamiento del organismo. La
conducta alimentaria depende de la integración de dos factores fundamentales: el hambre y el
apetito1.

El hambre es la necesidad fisiológica de ingerir alimentos para satisfacer las necesidades energéticas,
está regulado por mecanismos homeostáticos situados en el hipotálamo. Una alteración en esos
mecanismos podría ser una causa de la desnutrición. Por otro lado, el apetito es la intelectualización
del instinto del hambre, está influenciado por factores sensoriales, ambientales y sociales. Su
alteración podría ser una causa de la obesidad. El sabor y la presentación de los alimentos serían
determinantes mayores en la provocación del estímulo del apetito1.

Cada alimento consumido tiene diferentes grados de capacidad de suprimir el hambre e inhibir el
momento de inicio de una nueva ingesta. En función de esto, se consideran otros dos conceptos: la
saciedad y la saciación. La saciedad es la inhibición del hambre después de la ingesta y determina
el tiempo entre las comidas. Por otro lado, la saciación o plenitud es el control del tamaño o cantidad
de cada comida, así como la duración de su tiempo1.

1.2. Regulación neurológica de la conducta alimentaria


La regulación de la conducta alimentaria está marcada por cuatro fases o señales, cada una de las
cuales ejerce diferentes funciones sobre la regulación del apetito y la conducta alimentaria1:

1. Fase de preingesta: señales psicológicas dadas por la visión y el olfato antes de que el
alimento llegue a la boca.

2. Fase prandial: las señales generadas por la comida en cada sector del aparato digestivo
son estimulantes o inhibitorias de la ingesta en distintos grados. Cuando el alimento llega
a la boca es cuando más deseos de comer se siente. En cambio, al llegar al intestino del-
gado, es cuando más se inhibe este deseo.

3. Fase postingestiva: señales de saciedad enviadas por vía aferente al cerebro a través
de los quimiorreceptores del tracto gastrointestinal.

4. Fase postabsortiva: depende directamente de los nutrientes digeridos y absorbidos.

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[MÓDULO 1] Capítulo 5. Regulación neuroendocrina del apetito

La ingesta alimentaria es el acto de comer de forma voluntaria, que depende de la corteza cerebral,
y de manera involuntaria, modulada por procesos neurobiológicos como el hambre, el apetito y
la saciedad. El motivo que lleva a un individuo a comer puede ser por la necesidad de hacerlo,
caracterizada por la sensación de hambre, o por una necesidad inconsciente inducida por la búsqueda
de placer que alivia temporalmente sentimientos, aburrimiento o estrés1.

La regulación de los diferentes mecanismos que afectan a la ingesta alimentaria se realiza en el SNC.
El hipotálamo es el centro de la regulación alimentaria. Los núcleos del hipotálamo se comunican con
otras áreas del SNC, como la corteza, el tronco encefálico, la médula y el sistema nervioso simpático
y parasimpático (Figura 1)1.

Figura
Localización del hipotálamo y la hipófisis en el diencéfalo1
1

Tercer
Hipotálamo ventrículo

Núcleo Hipotálamo
paraventricular lateral Glándula
pineal

Comisura anterior Pituitaria


Hipotálamo
Hipotálamo lateral dorsomedial
Hipotálamo posterior
Hipotálamo anterior
Núcleo preóptico
Núcleo Cuerpo mamilar
supraquiasmático

Hipotálamo
Quiasma óptico ventromedial

Pituitaria anterior Pituitaria


posterior

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El hipotálamo lateral y el hipotálamo ventromedial representan, respectivamente, el centro del


hambre y de la saciedad. La estimulación del hipotálamo lateral produce hiperfagia y su inhibición
produce hipofagia o afagia. Y en el hipotálamo ventromedial, el centro de la saciedad, ocurre lo
contrario1.

En el hipotálamo medial está el núcleo arcuato, un importante centro de regulación de la alimentación,


e integra señales hormonales para la homeostasis energética. Contiene neuronas que liberan
neuropéptidos estimulantes del apetito, como el neuropéptido Y (NPY) y el péptido relacionado con
la proteína agutí además de neuropéptidos inhibitorios, como el precursor de la melanocortina, la
proopiomelanocortina y el transcrito regulado por cocaína y anfetaminas1.

Las neuronas NPY y el péptido relacionado con la proteína agutí son inhibidas por la insulina y la
leptina y activadas por la grelina2. La secreción de estas dos neuronas se eleva durante el ayuno
y cuando las concentraciones de leptina son bajas, potenciando la ingesta e inhibiendo la acción
supresora del apetito1.

Neurotransmisores
Son más de 50 las sustancias involucradas en la modulación del comportamiento alimentario,
agrupadas como neurotransmisores, péptidos y hormonas, que actúan a nivel central o periférico,
estimulando o inhibiendo la ingesta alimentaria. El siguiente esquema clasifica algunas de dichas
sustancias según el mecanismo de actuación sobre la ingesta alimentaria (Tabla 1)3.

La alimentación genera cambios en los niveles de los neurotransmisores, que conducen las preferencias
hacia la selección de los nutrientes más “adecuados”. Pero estas alteraciones se traducen en una
conducta en la que no participan solo funciones motoras involuntarias, sino que también se pone en
marcha el sistema cognitivo y emocional3.

La noradrenalina participa en las señales para terminar una comida, actuando específicamente en
el receptor ß, localizado en el núcleo paraventricular. También actúa como señal en el inicio de la
comida, en este caso actuando en el receptor α2. Su influencia en la comida es más bien sobre el
tamaño que en la frecuencia de esta, tendiendo a generar mayor preferencia por alimentos ricos
en carbohidratos. El efecto de la noradrenalina sobre la ingesta alimentaria requiere un nervio
vago intacto y la presencia de corticoesterona. Parece ser que su influencia en la alimentación
involucra la inhibición de la liberación de factores de saciedad dentro del núcleo paraventricular.
En pacientes con malnutrición, se observan valores inferiores del metabolito de noradrenalina, el
metoxihidroxifenilglicol en orina, así como una disminución en el recambio de noradrenalina cerebral
en el hipotálamo. Además, se ha encontrado un mayor número de receptores α2 plaquetario, lo
que indicaría una menor actividad de la noradrenalina5. Esta reducida actividad jugaría un papel
importante en la disminución de la tasa metabólica, la presión arterial, la frecuencia cardiaca y la
temperatura corporal, relacionándose con síntomas depresivos. En pacientes con anorexia nerviosa
(AN), se ha demostrado que la regulación de la noradrenalina está alterada, pero tiende a
normalizarse con la recuperación de peso3.

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[MÓDULO 1] Capítulo 5. Regulación neuroendocrina del apetito

Tabla

1 Componentes que participan en la regulación de la conducta alimentaria3

ESTIMULADORES INHIBIDORES
Grelina Péptidos Colecistocinina.
Neuropéptido Y Enterostatina.
Péptido relacionado con la Péptido similar al glucagón tipo 1.
proteína agutí Somatostatina.
Galanina Amilina.
Orexina Péptido liberador de gastrina.
ß-endorfinas Péptido YY.
Sistema de melanocortina (POMC).
Transcrito regulado por cocaína y
anfetaminas (péptido CART).
Péptido liberador de prolactina.
Neurotensina.
Tiroidea Hormonas Leptina.
Glucocorticoides Insulina.
Concentradora de Liberadora de melanocortina.
melanocortina Proteína estimuladora del α-melanocito
(α-MSH).
Citocinas Interleucina-6.
Factor tumoral α.
Metabolitos Cuerpos cetónicos.
3-hidroxibutirato.
Oleiletanolamida.

Noradrenalina (receptores α1 Monoaminas Serotonina.


y ß2) Dopamina.
Ácido gamma-aminobutírico Histamina.

CART: transcrito regulado por cocaína y anfetaminas; MSH: hormona estimulante de los melanocitos; POMC:
proopiomelanocortina.

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En cuanto al papel de la dopamina respecto a la alimentación, así como los opioides endógenos,
está más relacionada con sentimientos de recompensa alcanzados con la comida3.

Por último, la serotonina está relacionada con la reducción del apetito. Su acción central representa
uno de los más importantes mecanismos en el desarrollo de la saciedad postprandial y de la
determinación de la cantidad de alimento ingerido, siendo capaz de reducir el tamaño de la ingesta
sin alterar su inicio o su frecuencia3.

En definitiva, el papel que juegan esos neurotransmisores para el desarrollo de una determinada
conducta alimentaria va a depender de la activación de las fibras nerviosas y del estímulo que hacen
llegar a los receptores de los neurotransmisores. Por ejemplo, el sistema de control de la ingesta
de glúcidos está integrado por receptores serotoninérgicos y α2 noradrenérgicos. La inyección de
noradrenalina en el hipotálamo paraventricular produce en menos de un minuto una respuesta que
consiste en la ingesta de carbohidratos con preferencia frente a las proteínas y un aumento del
volumen de las ingestas. Por otro lado, los estímulos serotoninérgicos producen respuestas opuestas
a los anteriores, reducen la cantidad de hidratos de carbono y preservan la ingesta proteica. A su
vez, la inyección de agentes dopaminérgicos (como las anfetaminas) en el hipotálamo lateral inhibe
la ingesta, retardando la iniciación de la alimentación3.

Neuropéptidos
El sistema gastrointestinal contiene tantas neuronas como el cerebro, las cuales producen los mismos
neurotransmisores que las neuronas centrales. Son muchos los péptidos conocidos, los más involucrados
en el comportamiento alimentario son el NPY y el factor liberador de la hormona corticotropina (CRF,
corticotropin releasing factor)-hormona adrenocorticotropa3.

El NPY es el neuropéptido orexígeno más potente que se conoce (fundamentalmente de carbohidratos).


Se relaciona con un mejor aprendizaje y recuerdo de las conductas alimentarias, hecho destacable en
pacientes con trastorno de la conducta alimentaria. Por otro lado, al ser estimulado por la producción
de glucocorticoides, el NPY es capaz de inhibir, de forma indirecta, la producción central de CRF
y, por lo tanto, aumentar el apetito. Es conocido por proporcionar un balance energético positivo
al ser un potente estimulador del apetito, aumentando el peso corporal y los depósitos de grasa.
La ruta del NPY se activa en situaciones en las que se reduce la masa grasa o el peso corporal:
durante el ayuno y/o restricciones de la ingesta, en la diabetes mellitus insulinodependiente no
controlada, en la lactancia y en la realización de ejercicio intenso. Esta activación parece estar
relacionada, al menos en parte, con la reducción de la leptina y la insulina y con el incremento en
la concentración de glucocorticoides. Respecto al papel de la insulina sobre el NPY, es conocido que
su administración reduce el incremento de este péptido producido por el ayuno y por la diabetes
mellitus insulinodependiente3.

El CRF es otro neurotransmisor abundantemente expresado en las neuronas del núcleo paraventricular
hipotalámico. Coordina las respuestas endocrinas, autonómicas y de la conducta frente al estrés.

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[MÓDULO 1] Capítulo 5. Regulación neuroendocrina del apetito

Anormalidades en la señalización de los receptores CRF1 y CRF2 pueden contribuir con la fisiopatología
de los desórdenes relacionados con el estrés, tales como ansiedad, depresión y trastornos alimentarios.
Según algunos estudios, cuando un individuo está expuesto a situaciones crónicas de estrés (físico o
psicológico), existe un aumento en la producción de glucocorticoides (fundamentalmente cortisol), que
puede conllevar a una disminución de los receptores del CRF de la hipófisis anterior4.

El sistema CRF puede jugar un importante papel en la regulación del balance energético. Su presencia
induce anorexia, pero la determinación de los sitios exactos de actuación todavía necesita más
estudios3.

1.3. Regulación neuroendocrina de la conducta alimentaria


Varias hormonas intervienen en el proceso del comportamiento alimentario, la más relevantes son: la
grelina, la CCK, el cortisol, la leptina y la insulina.

La grelina
El fundus gástrico es responsable de aproximadamente el 70% de la producción de grelina, y es allí
donde esta hormona se encuentra más concentrada. De hecho, se ha observado que, en pacientes
gastrectomizados, los niveles plasmáticos de grelina disminuyen entre un 50 y 77%.

La grelina es el único péptido gastrointestinal que estimula el apetito. Cuando se produce un


incremento de la demanda energética, inicia una vía de señalización hacia el hipotálamo. Es el
principal responsable del control del hambre prepandial y la iniciación de una comida. Sus niveles
se elevan de forma gradual antes del inicio de la comida, estimulando la motilidad y la secreción
gástrica, y se va reduciendo en respuesta a la ingestión de nutrientes. Parece que la insulina juega un
papel decisivo en la disminución de las concentraciones de grelina postprandial.

También la composición de la dieta regula las concentraciones postprandiales de la grelina: una


dieta baja en grasa y alta en carbohidratos disminuye eficazmente sus concentraciones, más que
una dieta alta en grasa. La grelina participa en el sistema homeostático de la regulación del peso
corporal, mediante un sistema clásico de retroalimentación. De tal manera, sus niveles aumentan
cuando se experimenta una pérdida de peso como respuesta adaptativa al déficit energético. De
hecho, sus niveles se encuentran aumentados en situaciones de bajo peso, típicas en la AN, la caquexia
cancerosa o, incluso, tras la pérdida de peso de sujetos obesos. Se observa que está disminuida en
pacientes obesos, con esteatosis hepática no alcohólica, síndrome de ovario poliquístico, síndrome de
intestino corto e hipogonadismo. Por otro lado, se encuentra aumentada en pacientes celiacos o con
enfermedad hepática crónica3.

La colecistocinina

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La CCK ha sido el primer péptido intestinal relacionado con el control de la alimentación. Este
péptido es secretado en el duodeno y el yeyuno proximal en respuesta a la llegada al intestino de
nutrientes, sobre todo grasas y proteínas.

El consumo habitual de una dieta alta en grasa y baja en carbohidratos puede comprometer la
saciedad inducida por la CCK a través de una regulación negativa de sus receptores. Además,
cuando se aumenta la cantidad de fibra aportada, se produce una mejoría en las concentraciones
postprandiales de CCK, así como una elevación más prolongada de sus niveles.

Su tiempo de bioactividad es corto y su acción principal es promover la adecuada digestión de los


nutrientes a través de la regulación de la secreción de enzimas pancreáticas, sales biliares y de la
motilidad gástrica, estimulando la distensión del estómago proximal y la contracción del esfínter
pilórico, para retrasar el vaciamiento gástrico y facilitar la digestión. Además, induce la saciedad a
través de señales mecánicas hacia el SNC, reduciendo el tamaño y el tiempo de una comida3.

El cortisol
El cortisol es un glucocorticoide que afecta a todos los sistemas corporales. Juega un papel importan-
te en la regulación del metabolismo de los carbohidratos, proteínas y grasas. Cuando disminuyen los
niveles de glucosa en sangre, el cortisol se eleva y genera la movilización de aminoácidos y ácidos
grasos de las células para la producción de energía. En pacientes diagnosticados de anorexia ner-
viosa, los niveles de cortisol se encuentran significativamente más elevados con respecto a personas
sanas, no solo por un aumento en la liberación, sino también por una prolongación en su tiempo de
vida media debido a su hipometabolismo. Este efecto es atenuado cuando dichos pacientes están
sometidos a tratamientos con psicofármacos3.

El ritmo circadiano influye en la secreción de hormona adrenocorticotropa y cortisol. Las personas


que adquieren un ritmo de sueño estable desarrollan un patrón de secreción de estas hormonas,
caracterizado por una elevación progresiva durante la tercera y la quinta hora del sueño profundo,
alcanzando un pico máximo antes o inmediatamente después de despertar, que va descendiendo a lo
largo del día, hasta alcanzar valores mínimos de secreción entre las 18:00 y las 23:00 h de la noche3.

La leptina
La leptina es producida principalmente en el tejido adiposo, y pasa por la circulación alcanzando el
SNC, hasta unirse a sus receptores OB-R, localizados en los plexos coroideos y en el hipotálamo. Tiene
efectos anorexígenos y es capaz de aumentar el gasto energético. Investigadores de todo el mundo
empezaron a considerar la leptina mediadora de la teoría lipostática, según la cual sería capaz
de informar al cerebro del estado de los almacenes de energía en el tejido adiposo, generando
cambios en el apetito, el metabolismo, el sistema nervioso autónomo y el balance de energía.

Con un efecto potencialmente saciante, la leptina favorece el gasto energético por medio de la
normalización de la reducida actividad simpática, la termogénesis y el consumo de oxígeno3 (Figura 2).

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[MÓDULO 1] Capítulo 5. Regulación neuroendocrina del apetito

Figura
Mecanismo de acción de la leptina3
2

Pérdida de peso Aumento de peso

Leptina Leptina

SNC
Hipotálamo Hipotálamo

NPY Melanocortina CRH


Balance + Balance -

Respuesta Respuesta a
al ayuno la obesidad

Gasto
Ingesta energético CRH Ingesta Gasto
energético

CRH: hormona liberadora de corticotropina; NPY: neuropéptido Y; SNC: sistema nervioso central.

En los obesos, la concentración plasmática está aumentada en proporción a la masa grasa. En estas
personas, la concentración de la leptina en el líquido cefalorraquídeo es menor que en los delgados,
lo que posiblemente indicaría la leptinorresistencia. De hecho, en los obesos, se ha demostrado la
existencia de unos niveles de leptinemia e insulinemia significativamente más elevados que en los
pacientes con anorexia nerviosa o controles. En los pacientes con anorexia, se observan reducidos
niveles de leptina en plasma, posiblemente debido a la baja masa grasa3.

Las funciones de la leptina como reguladora del apetito y del balance energético son principalmente
a largo plazo. Actúan a través de la modulación de neuropéptidos que estimulan o inhiben el
apetito. Si existe un desequilibrio energético que pone en peligro el estado nutricional, sus niveles
se correlacionan con el aumento del apetito y la ingesta alimentaria para ajustar la situación. Sin
embargo, existen evidencias de que cuando la ingesta se adecúa a las necesidades del estado
nutricional actual, la leptina no influye en el apetito. De hecho, sus reducidos niveles observados en
la AN aumentan a medida que el paciente va mejorando y recuperando el peso3.

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La ingesta es otro factor que regula los niveles de leptina: el ayuno prolongado reduce sus niveles
y la realimentación los incrementa. Durante un proceso de realimentación, es necesario un mínimo
de ocho semanas para que aumenten los niveles de leptina. La producción de leptina puede estar
alterada por diferentes moléculas, entre ellas el cortisol, el factor de necrosis tumoral y la IL-63.

La insulina
La insulina actúa sobre receptores hipotalámicos con efectos análogos a la leptina, y ambas son
liberadas en función de la reserva adiposa. Durante el ayuno, la concentración de insulina se reduce
y, con la realimentación, sus valores se incrementan. La administración de insulina estimula la expresión
de leptina, aunque su efecto tarda horas en reflejarse en la concentración de leptina circulante. La
insulina está en la base de la regulación de la homeostasis glucostática y energética. A nivel central,
la insulina que llega por el torrente circulatorio estimula las neuronas del núcleo arcuato y el núcleo
ventromedial, disminuyendo el apetito y la ganancia de peso. Al contrario, la insulina periférica
disminuye la glucemia, generando una señal orexígena. La insulina se considera una excelente señal
a largo plazo en la regulación del apetito y el control de la homeostasis energética3.

El péptido similar al glucagón


Por último, el péptido similar al glucagón (GLP-1) se sintetiza como un precursor, el preproglucagón,
que se expresa en las células L del íleon, en el estómago y en el SNC, además del páncreas. El GLP-1
inhibe el vaciamiento gástrico, estimula la secreción de insulina dependiente de la glucemia y reduce
la secreción de glucagón3.

1.4. Otros aspectos que influyen en la regulación neuroendocrina


del apetito

Influencia dietética en la conducta alimentaria


El contenido de la comida (tipo de alimento, tipo de cocción, consistencia, volumen...) y la cantidad
de macronutrientes representan un factor fundamental en la determinación del comportamiento
alimentario de las personas1.

El volumen de alimentos que se ingiere está relacionado directamente con la velocidad de vaciamiento
gástrico. Cuanto más rápido sea este vaciamiento, más acelerada puede ser la absorción de
nutrientes. Es importante destacar aquí el papel de la insulina. Cuanto más rápida sea la liberación
de insulina tras una comida, más lenta será la utilización de los lípidos almacenados en el organismo,
y sus depósitos estarán menos disponibles para servir de energía inmediata cuando disminuyan los
niveles de glucosa, generándose así una percepción más temprana de hambre1.

Así mismo, la palatabilidad de un alimento es un factor que puede promover que ocurra una ingesta
aumentada del mismo. Además, la cantidad ofrecida de comida también puede afectar, es decir,

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[MÓDULO 1] Capítulo 5. Regulación neuroendocrina del apetito

cuanto más grande sea la ración de comida ofertada, mayor será la ingesta. Incluso la variedad
de alimentos que componen la comida puede aumentar la ingesta, siendo los alimentos de mayor
densidad energética los que más lo hacen1.

Nutrientes de la dieta
En la actualidad, existe un gran interés en la búsqueda del “cuerpo perfecto”, lo que contribuye
a la aparición de importantes cambios en la alimentación. La omisión de algunas ingestas, llevar
dietas restrictivas e hipocalóricas…, pueden ser la causa de un desequilibrio por falta de nutrientes,
principalmente de micronutrientes. Además, pueden comprometer el funcionamiento del SNC y
desencadenar problemas psicológicos como la depresión1.

Como ya se ha comentado, conceptos como hambre, apetito y saciedad delimitan la ingesta


alimentaria. Parece no existir demasiada evidencia científica en cuanto a que el apetito selectivo,
en relación con el tipo de macronutrientes o de alimentos específicos, provoque una alteración en el
patrón de ingesta habitual1.

Las proteínas se consideran el nutriente más saciante, aunque su efecto varía en función del origen
y la variación de las diferentes proteínas en la digestión y la absorción. Por otro lado, la propia
presencia de las proteínas estimula la liberación de hormonas gastrointestinales que intervienen en
la saciedad, como la CCK y el GLP-11. En cuanto al papel que juega el tipo de aminoácido en la
saciedad, cabe destacar el triptófano. Es precursor de la serotonina, y se asocia con la regulación de
la ingesta de glúcidos, la concentración de serotonina cerebral y la conducta alimentaria. De hecho,
en situaciones clínicas de anorexia, parece existir una mayor permeabilidad cerebral al triptófano1.

Los hidratos de carbono prácticamente no actúan sobre la saciedad, sin embargo, muchos estudios
demuestran una fuerte e inversa asociación entre el índice glucémico de los alimentos y la saciedad.
El contenido de fibra de los alimentos sí juega un importante papel en esta sensación de saciedad,
mientras que el refinamiento de los alimentos aumenta la respuesta insulínica y reduce la saciedad1.

En general, se supone que cuanto más digerible es el alimento, en términos de hidratos de carbonos,
menor es su tiempo de permanencia en el estómago y más reducida puede hacerse la sensación
de saciedad. Por ello, el proceso de cocción también puede influenciar de forma sustancial en la
digestibilidad de los hidratos de carbono, ya que favorece su dextrinización (hidrolisis del almidón)1.

Las grasas inducen consistentemente la saciedad, debido al retardo de la evacuación gástrica que
producen. Es fundamental mencionar el papel que juega la estructura de los ácidos grasos en las
características fisicoquímicas de las grasas dietéticas. Los triglicéridos de cadena media son los que
producen más efectos saciantes, puesto que son hidrolizados y absorbidos más rápidamente que los
de cadena larga1.

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Características físicas de la dieta


Un mismo alimento puede tener su grado de digestibilidad alterado cuando tiene afectada algunas
de sus características físicas, como la temperatura, el volumen y el tipo de preparación utilizada.

La temperatura caliente de los alimentos es capaz de retardar la evacuación gástrica, debido


al aumento de la secreción de enzimas, incrementando el valor de la saciedad. En cuanto a la
consistencia, cuando está aumentada, exige masticación y dificulta la disgregación gástrica. Por
otro lado, el contenido de agua presente en los alimentos aumenta su volumen y, a pesar de tener
reducida su densidad energética, promueve mayor distensión gástrica. En ambos casos, el tiempo de
evacuación gástrica se puede ver incrementado y generar tanto una mayor sensación de saciedad
como de saciación1.

En cuanto a las características químicas de la dieta, se sabe que cuando el sabor y el aroma de los
alimentos son suaves y agradables, pueden actuar como estimulante del apetito desde la preingesta1.

Ritmo circadiano
Un ritmo biológico es la recurrencia de un fenómeno biológico en intervalos regulares de tiempo,
que se relaciona con ciclos geofísicos, como la noche y el día, el verano y el invierno, resultantes de
la rotación y la traslación de la Tierra. La existencia de estos ritmos permite al organismo anticiparse
a los cambios ambientales y adaptar la respuesta fisiológica a ellos. Los ritmos biológicos que tienen
una periodicidad de 24 horas se llaman ritmos circadianos5.

El sistema circadiano tiene un reloj central localizado en el NSQ del hipotálamo, el cual recibe, envía
y coordina todos los ritmos biológicos. Además del reloj central, existen otros periféricos en algunos
órganos, como el hígado, el páncreas, la retina, el tejido adiposo, el pulmón, el tracto gastrointestinal
y el músculo esquelético. Estos intervienen en la regulación de la expresión rítmica de los genes reloj5.

La ingesta energética y los procesos de gasto energético fluctúan en periodos de 24 horas, y muchos
comportamientos oscilatorios, como los ciclos de sueño, la temperatura corporal, la presión arterial y
los ciclos de ayuno/alimentación, están regulados por la oscilación circadiana del metabolismo.

Tanto los sistemas circadianos como los metabólicos implican una comunicación entre el NSQ y los
tejidos periféricos a través de las señales químicas de los nutrientes, la secreción hormonal y la
activación del sistema nervioso simpático y el sistema nervioso parasimpático. El hígado es uno de
los principales órganos reguladores del metabolismo, y también es un reloj periférico que, junto con
el central y la alimentación, va a controlar los ritmos de secreción de hormonas, que juegan un papel
fundamental en la homeostasis y el control del peso corporal5.

Microbiota
Algunos estudios sugieren la función fundamental de la microbiota en la influencia del apetito y la
ingesta. La microbiota intestinal juega un papel importante en el metabolismo, la función inmune,

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[MÓDULO 1] Capítulo 5. Regulación neuroendocrina del apetito

la protección del huésped ante patógenos y en la comunicación bidireccional entre el tracto


gastrointestinal y el SNC.

La disbiosis (desequilibrio de la microbiota intestinal) se ha asociado con diversas enfermedades y


síndromes, como la enfermedad inflamatoria intestinal, el síndrome del intestino irritable, el síndrome
metabólico, la ansiedad, la depresión6...

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2. BASES DE LAS ALTERACIONES EN DESNUTRICIÓN

2.1. Factores implicados en la desnutrición


Las citocinas son sustancias proinflamatorias producidas por los leucocitos, sintetizadas y liberadas
tras procesos agudos (infecciosos o inflamatorios) o crónicos (infecciosos o neoplásicos). Algunas de
estas moléculas, principalmente el factor de necrosis tumoral alfa (TNF-α) y la IL-6 (IL-1b), han sido
descritas como inductoras de anorexia mediante mecanismos neuronales centrales, encontrándose la
principal diana de acción en el hipotálamo. Estas citocinas, además de un importante papel sobre los
factores de riesgo cardiovascular, procesos ateroscleróticos y la resistencia a la insulina, inician una
reacción de fase aguda caracterizada por la aparición de fiebre, pérdida de apetito, disminución de
la ingesta alimentaria, hipermetabolismo celular y alteración de respuestas endocrinas y enzimáticas1.

El papel de la nutrición es cada día más evidente respecto a la capacidad que tienen los nutrientes
para modular las citocinas implicadas en los procesos infecciosos. La malnutrición se relaciona con
respuestas inmunológicas inadecuadas y con un aumento de la incidencia de infecciones. En presencia
de AN, puede observarse una alteración en la síntesis de proteínas (inmunoglobulinas) y cambios en
la demanda asociada a la proliferación celular, que es fundamental para un correcto funcionamiento
inmunológico1.

El desequilibrio energético observado en pacientes con AN se atribuye a una serie de causas, como
alteraciones neuroendocrinas y metabólicas, las cuales también pueden estar asociadas a la acción
de las citocinas. Estas sustancias están muy relacionadas con la regulación del metabolismo y actúan a
nivel periférico, induciendo anorexia vía factores anoréxicos hipotalámicos, incluyendo el aumento de
secreción de serotonina y dopamina, además de la inhibición de NPY. Dichos factores conllevan a la
reducción de la ingesta de alimentos y disminución del peso corporal, enfatizando la interconexión de
los sistemas inmune y neuroendocrino en la regulación del metabolismo durante el proceso infeccioso,
caquexia y obesidad1.

El TNF-α es una citocina sintetizada principalmente por los macrófagos. Perpetra su actividad
biológica a través de dos receptores, el tipo 1 y el tipo 2. El TNF-α y sus receptores, además de
inducir anorexia por mecanismos neuronales centrales, también han demostrado tener relación con el
exceso de peso, estando sobreexpresados en el tejido adiposo de personas con obesidad1.

La IL-6 es una citocina multifuncional producida por diferentes tipos celulares, incluyendo las células
del sistema inmune, células endoteliales, fibroblastos y tejido adiposo, actuando como intermediaria
en la respuesta inflamatoria y de estrés.

Su producción está estimulada por el TNF-α y la IL-1 que, en cambio, son inhibidas por la presencia
de IL-6. Siempre se ha correlacionado la menopausia con osteoporosis, y esta con la disminución

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[MÓDULO 1] Capítulo 5. Regulación neuroendocrina del apetito

en la producción de estrógenos, pero ahora se sabe que esta disminución disregula la síntesis de
IL-6, produciendo su elevación a nivel de la médula ósea. Esta condición conlleva un aumento en la
actividad osteoclástica y, como consecuencia, se produce osteopenia, factor a tener en cuenta cuando
se valora a un paciente diagnosticado con AN1.

La principal fuente de IL-1 es el macrófago activado, pero es producida también en la piel


por queratinocitos, células endoteliales y fibroblastos. Comparte muchas de las actividades
proinflamatorias del TNF: contribuye a la caquexia y colabora en la síntesis de proteínas de fase
aguda, que principalmente ejecuta la IL-6.

Parece haber una correlación positiva entre los niveles de cortisol y la secreción de IL-1 en pacientes
con AN, lo que podría indicar que la relación normal entre ambos parámetros está muy alterada
como consecuencia de la enfermedad. La producción de la IL-1 por los macrófagos está regulada
por un receptor de cortisol que se encuentra en los monocitos. Sin embargo, los altos niveles de cortisol
sérico observados en casos de AN conllevarían a un defecto en la producción de esa interleucina en
respuesta a los procesos infecciosos1.

2.2. Cambios secundarios al tratamiento


La prevalencia de desnutrición en pacientes quirúrgicos oscila entre el 30 y el 54%. Sus consecuencias
en estos pacientes se relacionan con la edad, la enfermedad de base, la intensidad de la desnutrición,
la duración de la misma y el grado de agresión7.

La presencia de un tumor supone importantes cambios metabólicos en el paciente. Las alteraciones


metabólicas representan el aspecto más importante de la caquexia cancerosa, ya que incluso cuando
no hay malnutrición, pueden determinar un balance energético y nitrogenado negativo, junto con un
deterioro del organismo7.

La caquexia cancerosa tiene sus orígenes en dos aspectos fundamentales: la incrementada demanda
calórica por la presencia del tumor y la malnutrición debida a la anorexia (disminución en la ingesta).
El apetito y la capacidad para comer han sido descritos como los factores más importantes para la
calidad de vida del paciente, tanto en su aspecto físico como en el psicológico7.

Cirugía, quimioterapia y radioterapia


Los pacientes oncológicos que van a ser operados presentan ya un grado de desnutrición por su
propia enfermedad de base. Además, durante la cirugía, se produce una respuesta hipermetabólica
con un gran catabolismo, lo que conduce a un déficit nutricional e inmune. Los tratamientos adyuvantes
de radioterapia y/o quimioterapia, sobre todo de los tumores del tracto gastrointestinal, suelen
dan lugar a la aparición de síntomas secundarios, tales como mucositis, disfagia, anorexia, náuseas
o vómitos, diarrea o estreñimiento..., y por lo tanto, la posibilidad de que ocurra una disminución

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de la ingesta de alimentos y la consiguiente pérdida de peso involuntaria, además de posibles


interrupciones del tratamiento7.

Patogénesis del síndrome anorexia-caquexia


Anorexia:
̠ Hipofagia: disgeusia (alteraciones gustativas), distensión gastrointestinal prolongada, do-
lor, alteraciones depresivas de la personalidad, disfagia…

̠ Náuseas y vómitos: relacionados con el tratamiento del tumor, por fallo autónomo (gastro-
paresis), por inhibición del vaciado gástrico…

̠ Obstrucción mecánica y malabsorción.

̠ Cambios metabólicos: intolerancia a la glucosa, aumentada gluconeogénesis hepática,


activación lipolítica adiposa, pérdida de proteínas musculares, alterado ambiente hormo-
nal, respuesta inflamatoria (proteínas de fase aguda y citocinas).

Como se ha visto anteriormente, muchos pacientes sometidos a radiación de dosis intensiva


experimentan disminución del gusto (ageusia) o alteración de este (disgeusia), lo cual puede afectar
negativamente a su calidad de vida8.

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[MÓDULO 1] Capítulo 5. Regulación neuroendocrina del apetito

3. LÍNEAS DE TRATAMIENTO

Las alteraciones en la regulación del apetito están íntimamente relacionadas con los procesos de
desnutrición. Los cambios en la regulación a nivel central o periférica del apetito condicionan una
disminución en la ingesta, con el consecuente desequilibrio energético que conduce a la pérdida
de peso. La aparición asociada de cuadros inflamatorios crónicos condiciona un aumento del gasto
energético que influye de manera determinante en la pérdida de peso y en la disminución de la
masa libre de grasa.

Los cuadros clínicos que asocian afectación de la regulación del apetito en procesos inflamatorios
crónicos relacionados con diferentes patologías (insuficiencia cardíaca congestiva, sida y en otros
procesos inflamatorios, como en la artritis reumatoidea, enfermedades inflamatorias intestinales,
fibrosis quística…) se manifiestan por una pérdida importante del peso, a partir principalmente de
la disminución de la masa muscular esquelética y también la cardiaca, debidas a un proceso de
respuestas a la enfermedad.

Las manifestaciones clínicas que se pueden observar asociadas a la anorexia son la astenia, náuseas,
fatiga, malestar general y una disminución muy significativa de la ingesta.

Probablemente uno de los modelos mejor estudiados es el de la afectación del apetito en pacientes
con enfermedades neoplásicas. En este caso, la pérdida de peso deriva de la regulación a la baja
de las señales orexígenas junto con cambios en la regulación neuroendocrina a nivel periférico. La
asociación al síndrome de caquexia cancerosa implica un aumento de requerimientos energéticos
(hipermetabolismo >10% de las necesidades de calorías en reposo según Harris Benedict) por parte
del paciente, vinculados a los cambios bioquímicos inducidos por la neoplasia. La limitación de la ingesta
también está condicionada por los cambios secundarios al tratamiento quirúrgico (gastrectomía total,
duodenopancreatectomía) y a la quimioterapia/radioterapia, todo ello conlleva una disminución
de la calidad de vida del enfermo. El modelo de la caquexia cancerosa muestra una incidencia
variable, llegando a ser casi del 60-80% en neoplasias que afectan el tracto gastrointestinal o
neoplasias pulmonares avanzadas9.

El tratamiento ideal de las alteraciones de la regulación del apetito que se produce en los pacientes
desnutridos sería la corrección de los problemas inflamatorios asociados y el tratamiento adecuado
de la enfermedad de base.

Las diferentes opciones terapéuticas tratan de incrementar la ingesta oral de forma natural o
artificial, o de disminuir la pérdida de masa libre de grasas a partir de diversos tratamientos
farmacológicos. Antes que nada, se ha de resolver la causa de la reducción de la ingesta, como la
náuseas-vómitos, que están relacionadas directamente con las diferentes enfermedades (patología
digestiva, obstrucción intestinal) o las alteraciones producidas por los tratamientos (quimioterapia/
radioterapia).

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3.1. Tratamiento farmacológico


La finalidad del tratamiento farmacológico es mejorar la calidad de vida a través de la mejora del
apetito y la ingesta oral. El tratamiento debe inducir un efecto positivo en el incremento del apetito
que produzca un aumento de peso que repercuta en la masa muscular, con efectos adversos asumibles
y que lleven a una ganancia global en la calidad de vida. A pesar de que la nutrición artificial no
consta como tratamiento farmacológico es una primera opción en los enfermos desnutridos.

Hay diferentes clasificaciones para explicar los fármacos que se utilizan para mejorar el apetito en
base a su mecanismo de acción, y se detallan a continuación.

Estimulantes del apetito


Los progestágenos son el grupo de fármacos de primera línea en el tratamiento de la caquexia
tumoral y son los que han elaborado más literatura, tanto del acetato de megestrol como quizá, en
menor grado, la medroxiprogesterona.

Son fármacos sintéticos que se utilizaban en un principio en el tratamiento de las neoplasias


hormonodependientes y donde se observó una ganancia de peso y una estimulación del apetito.
Su mecanismo de acción podría estar relacionado con la actividad de los corticoesteroides, ya
que a nivel químico son similares a aquellos. Actúan induciendo el apetito vía estimulación del
NPY (neuropéptido orexigénico) en el hipotálamo, modulando los canales de calcio en el núcleo
ventromedial del hipotálamo, conocido centro de la saciedad. También inhiben la actividad de las
citocinas proinflamatorias, como la IL-1, la IL-6 y el TNF-α. Por otro lado, es importante valorar la
seguridad y la eficacia del acetato de megestrol en el síndrome de la anorexia-caquexia, tanto en
pacientes oncológicos como en otras patologías, como en el virus de la inmunodeficiencia humana
(VIH), fibrosis quística, geriátricos, etc.

En muchos de los estudios publicados, se observa una mejoría de peso, de apetito y de calidad de
vida. En el subgrupo de enfermos oncológicos, también producen ganancia de peso y mejor calidad
de vida. El efecto adverso más frecuente en el grupo de megestrol es la afectación en la esfera
sexual en los hombres, además de edemas en las extremidades inferiores, trombosis venosa profunda
e intolerancia gastrointestinal.

El otro grupo de fármacos orexígenos más importante en la práctica clínica son los corticoesteroides.
El mecanismo de acción de los corticoesteroides en el apetito incluye la inhibición de la síntesis de
las proteínas proinflamatorias IL-1 y TNF-α, que disminuyen la ingesta y también actúan sobre los
mediadores anorexígenos como la leptina, el factor de liberación de la corticotropina y la serotonina.
También incrementan los niveles del NPY, que es responsable del aumento de apetito. La duración de
la acción del apetito y del bienestar general (disminuye las náuseas y mejora la astenia) es limitante
máxima a cuatro semanas. Sus efectos adversos, como osteoporosis, debilidad, inmunosupresión, etc.,
suponen una importante limitación en su utilización. En general, se usa en enfermedades en las que
este tratamiento es necesario por otros motivos o supone un beneficio global para la patología.

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[MÓDULO 1] Capítulo 5. Regulación neuroendocrina del apetito

Los ácidos grasos omega-3 (eicosapentaenoico y docosahexaenoico) inhiben la lipolisis y la


degradación de la proteína muscular a partir de la inhibición del factor inductor de la proteolisis.
En estudios dirigidos a pacientes oncológicos con soporte nutricional, sobre todo en neoplasias de
páncreas, se observa un incremento del apetito, bienestar general y reducción de náuseas y fatiga.
Existen otras líneas de investigación que no han logrado demostrar efectos terapéuticos positivos.

Los derivados cannabinoides (dronabinol) han demostrado la estimulación al apetito y ganancia de


peso en personas sanas. El mecanismo de acción de la posible ganancia de peso no está claro, pero
podría basarse en la inhibición de la secreción de IL-1 o las prostaglandinas. Los efectos adversos
de euforia, empeoramiento de las funciones cognitivas, vértigos y somnolencia, limitan su uso clínico.

Existe otro grupo de fármacos con potencial efecto orexígeno, los antihistamínicos, con menor
evidencia clínica. La ciproheptadina es un antiserotoninérgico que inhibe la acción orexigénica del
NPY, con propiedades antihistamínicas. Los antagonistas de 5HT3, como los antieméticos ondansetrón
y granisetrón, mejoran el apetito.

Sustancias que inhiben las citocinas


La melatonina es una hormona endógena producida por la glándula pineal y que se utiliza para
alteraciones del sueño. Su mecanismo de acción es la inhibición del TNF-α. Podría inducir mejoría en
la astenia y anorexia en pacientes oncológicos.

La talidomida inhibe el TNF-α en enfermos con cáncer, sida y otras enfermedades. En cuidados
paliativos, actualmente se utiliza además en el síndrome de anorexia-caquexia, náuseas crónicas,
insomnio, fiebre de origen neoplásico, angiogénesis y dolor.

Anabolizantes
Los anabolizantes derivados de la testosterona (fluoximesterona, nandrolona decanoato y
oxandrolona) incrementan la masa muscular en personas sanas. No se conocen sus efectos sobre las
citocinas, pero se quiere utilizar su efecto de estímulo de masa muscular para equilibrar las pérdidas
musculares. Se ha utilizado principalmente en pacientes con VIH y oncológicos, pero sus efectos
secundarios limitan su uso.

Inhibidores metabólicos
El sulfato de hidracina inhibe la gluconeogénesis hepática. Al interrumpir el ciclo de Cori, deberían
normalizarse algunos aspectos del metabolismo de los hidratos de carbono. En tres estudios
randomizados placebo-control, no se observa beneficio ni en la ganancia de peso ni en el apetito,
por lo cual no se recomienda su uso.

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3.2. Soporte nutricional


Dado que existen importantes limitaciones en los tratamientos farmacológicos para mejorar el apetito,
el principal foco terapéutico se centra en la mejoría del aporte energético calórico en los pacientes,
tratando de minimizar el efecto de la anorexia sobre la situación nutricional. La consecuencia final de
la anorexia, que es la desnutrición, puede revertirse incrementando el aporte energético y proteico
de la dieta. En este sentido, el uso de suplementos nutricionales trata de mejorar la desnutrición y
revertir sus consecuencias.

La composición de las fórmulas enterales posibilita un mayor aporte energético, incrementando la


densidad calórica de las mismas y el aporte específico de diferentes nutrientes como efecto en la
recuperación de la masa muscular y masa libre de grasa.

La pérdida de masa libre de grasa condiciona un incremento de morbimortalidad asociado a la


destrucción y la pérdida de la masa muscular. El aporte proteico adecuado es fundamental para
el mantenimiento de esta. Se han estudiado diferentes fuentes proteicas y sus capacidades en la
recuperación de la masa muscular. En este sentido, los aminoácidos ramificados son, por su efecto
anticatabólico a nivel muscular, una de las principales líneas de tratamiento para los pacientes
desnutridos. Trabajos diferentes con aminoácidos ramificados, la leucina y el hidroximetilbutirato,
han demostrado un efecto beneficioso en el mantenimiento de la masa muscular en cuadros de
desnutrición. Así como en las situaciones clínicas en las que la anorexia y limitación de la ingesta
produce desnutrición, una de las vías terapéuticas más importantes es el soporte a través de fórmulas
específicas que mantengan la masa libre de grasa.

Por último, también puede resultar interesante estudiar los efectos de los alimentos en el apetito. En
este sentido, existe un potencial de mejora de la anorexia a través del efecto de los alimentos.

Un aumento del sabor umami en sus comidas puede ayudar. El glutamato estimula el apetito y ayuda
a mejorar la secreción de saliva, conduciendo a una masticación y deglución más suaves, pudiendo
conllevar un mejor estado nutricional y de calidad de vida de los pacientes10.

El sabor umami se asocia a sabores salados, y es estimulado por la combinación del glutamato
monosódico libre y el ribonucleótido inosina-5-monofosfato. Los autores describen al sabor umami
como la “esencia de la delicia”, ya que puede ayudar a mejorar la percepción sensorial de una
comida.

Algunos alimentos con mayor concentración de glutamato monosódico son: carnes (jamón curado, pato,
pollo), huevos, algunos pescados y mariscos (anchoas marinadas, sardinas, pulpo, ostras), algunos
vegetales y hortalizas (tomate seco y natural, patata, maíz, guisantes), algunos quesos (parmesano,
roquefort), las setas y hongos, algunos frutos secos (nueces), algas y productos fermentados.

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[MÓDULO 1] Capítulo 5. Regulación neuroendocrina del apetito

4. MENSAJES PARA LLEVAR A CASA


1. La conducta alimentaria depende de la integración de dos factores fundamentales: el
hambre y el apetito.

2. El hipotálamo es el centro de la regulación alimentaria.

3. Varias hormonas intervienen en el proceso del comportamiento alimentario, la más


relevantes son: la grelina, la CCK, el cortisol, la leptina y la insulina.

4. El contenido de la comida y la cantidad de macronutrientes representan un factor


fundamental en la determinación del comportamiento alimentario.

5. La malnutrición se relaciona con respuestas inmunológicas inadecuadas y con un aumento


de la incidencia de infecciones.

6. El tratamiento farmacológico y nutricional de las alteraciones del apetito puede ser de


utilidad en la práctica clínica.

7. El glutamato estimula el apetito y ayuda a mejorar la secreción de saliva, conduciendo a


una masticación y deglución más suaves, pudiendo conllevar un mejor estado nutricional y
de calidad de vida de los pacientes desnutridos.

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5. BIBLIOGRAFÍA

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Disponible en: https://docplayer.es/77540368-Tesis-doctoral-tesis-doctoral.html
2. Del Val Martínez L. Factores y mecanismos reguladores de la ingesta, apetito y saciedad. [Trabajo Fin de
Grado]. [Internet]. Universidad de Zaragoza; 2018.
3. Gamberale MC. Regulación de la conducta alimentaria. Secr la Com Dir la Soc Argentina Nutr. 2009;4:129-
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4. De Souza EB, Grigoriadis DE, Webster EL. Role of brain, pituitary and spleen corticotropin-releasing factor
receptors in the stress response. Methods Achiev Exp Pathol. 1991;14:23-44.
5. Mongil D. Adaptaciones fisiológicas a la perdida de peso y factores que favorecen nuevamente la ga-
nancia de peso. [Trabajo Fin de Grado]. [Internet]. Santander: Facultad de Medicina de la Universidad de
Cantabria; 2016. Disponible en: https://repositorio.unican.es/xmlui/bitstream/handle/10902/8754/
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6. Corfe BM, Harden CJ, Bull M, Garaiova I. The multifactorial interplay of diet, the microbiome and appetite
control: Current knowledge and future challenges. Proc Nutr Soc. 2015;74(3):235-44.
7. Huguet JMA, Busquets Rius S, López-Soriano FJ. Trastornos nutricionales: fisiopatología. En: Gómez C y
Sastre A, eds. Soporte Nutricional en el Paciente Oncológico. Madrid: Editorial You & Us; 2002. p. 57-69.
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9. Cardona D. Tratamiento farmacológico de la anorexia-caquexia cancerosa. Nutr Hosp. 2006;21(3):17-
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10. Mouritsen OG. Umami flavour as a means of regulating food intake and improving nutrition and health.
Nutr Health. 2012;21(1):56-75.

5.1. Artículos imprescindibles


• Palma JA, Iriarte J. Appetite regulation: neuroendocrine basis and clinical approaches. Med Clin.
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• Valassi E, Scacchi M, Cavagnini F. Neuroendocrine control of food intake. Nutr Metab Cardiovasc Dis.
2008;18(2):158-68.

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[MÓDULO 1] Capítulo 5. Regulación neuroendocrina del apetito

5.2. Sitios web recomendados


• Cederholm T, Barazzoni R, Austin P, Ballmer P, Biolo G, Bischoff SC, et al. ESPEN guidelines on definitions
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espen.org/files/ESPEN-guidelines-on-definitions-and-terminology-of-clinical-nutrition.pdf
• Medina Chávez JH. Anorexia fisiológica del envejecimiento. Cap 35. [Internet]. En: Rodrígez R, Lazcano
GA, Medina H, Hernández MA. Práctica de la geriatría. 3ª ed. McGraw-Hill Interamericana; 2011. Dispo-
nible en: https://accessmedicina.mhmedical.com/content.aspx?bookid=1500&sectionid=98098808
• Volkert D, Chourdakis M, Faxen-Irving G, Frühwald T, Landi F, Suominen MH, et al. ESPEN guidelines on
nutrition in dementia. [Internet]. Clin Nutr. 2015;34(6):1052-73. Disponible en: https://smgg.es/images/
articulos/guia-espen.pdf

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Organizado por:

www.cursonutricionycerebro.es

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