Está en la página 1de 8

GABRIEL BRENER - GUSTAVO GALLI

(COMPILADORES)

Inclusión y calidad
como políticas educativas
de Estado

Colección Periferia

LA CRUJÍA EDICIONES
24 · INCLUSIÓN Y CALIDAD COMO POLÍTICAS EDUCATIVAS DE ESTADO

Integral. Asimismo, plantea los avances y los desafíos al respecto que, sin más,
suponen la transformación de las prácticas escolares y de los enfoques a la hora Capítulo 1
de asumir que la educación sexual integral debe atravesar el currículum y las
prácticas escolares en los diversos contextos. Al decir de Morgade, la ESI “resig- LA EDUCACIÓN COMO DERECHO.
nifica y potencia la inclusión”. NOTAS SOBRE INCLUSIÓN Y CALIDAD
En el capítulo 15, Ricardo Baquero realiza un análisis de experiencias de
inclusión en la escuela secundaria. Propone una caracterización de las condi-
ciones de época y nos invita a pensar acerca de aquellos recién llegados al nivel
secundario. Para hacerles lugar a estos recién llegados debemos repensar las eduardo Rinesi5
prácticas escolares y sus efectos de sentido, de modo de evitar prácticas estig-
matizantes o patologizantes.
Los invitamos a recorrer los diferentes capítulos, donde estos referentes
ponen en tensión el sentido común acerca de la calidad educativa y nos ayu-
dan a problematizar desde las prácticas escolares al gobierno de la educación, Durante los últimos años, en los que se produjo en la Argentina un conjunto
teniendo siempre como horizonte el rol igualador del Estado y la defensa de la de transformaciones muy relevantes que no siempre nos hemos ocupado de
educación pública. conceptualizar como habría sido necesario, dos palabras que aquí vamos a tra-
tar de poner en diálogo recíproco poblaron abundantemente la retórica pública
en general y la gubernativa en particular. Me refiero a las palabras inclusión
y derecho, que formaban parte por igual de un tipo de discurso, sin duda am-
pliamente celebrable, que acompañó y organizó una serie de prácticas y de
decisiones tomadas desde la cima del aparato del Estado en favor de una dis-
tribución más justa de los bienes públicos y de las posibilidades vitales de los
ciudadanos. Esas posibilidades, en una sociedad tan desigual como la nuestra,
son por supuesto muy desparejamente usufructuadas por los individuos que
pertenecen a grupos y estratos diferentes, y garantizar que incluso los más des-
protegidos pudieran incorporarlas a su horizonte existencial fue un norte muy
visible de una cantidad de políticas impulsadas en el país en esos años. Esas
políticas se calificaron de manera general como inclusivas, porque buscaban
incluir en un cierto sistema a quienes, por la razón que fuera, estaban fuera de
él: a quienes nunca habían estado adentro o a quienes, habiendo estado aden-
tro alguna vez, habían sido desplazados de ese sitio como consecuencia de los

5 Politólogo y Filósofo. Autor de diversos libros de Teoría Social y Filosofía Política, entre los que pueden
mencionarse Política y tragedia (2013), Las máscaras de Jano (2009), ¿Cómo te puedo decir? (2013) y
Filosofía (y) política de la Universidad (2015). Ha enseñado en varias universidades públicas del país,
y desde 2001 lo hace en la Universidad Nacional de General Sarmiento, donde fue director del Instituto
del Desarrollo Humano entre 2003 y 2010, y rector entre 2010 y 2014, y donde actualmente se desem-
peña como Director de la carrera de Especialización en Filosofía Política.
26 · INCLUSIÓN Y CALIDAD COMO POLÍTICAS EDUCATIVAS DE ESTADO CAPÍTULO 1 · 27

procesos de desindustrialización, de privatización y de severa reducción de las mejorías a lo largo de estos años. Se desarrollaron importantes sistemas de
funciones protectivas del Estado en los años anteriores. becas y de aliento a la permanencia y el avance de los estudiantes, así como a la
Así, en una cantidad de campos de la acción pública estatal, se diseñaron recuperación para el sistema escolar formal de aquellos que lo habían abando-
planes y estrategias para incorporar a los beneficios generales de un denso sis- nado. Se ideó y llevó adelante un plan de finalización de los estudios primarios
tema de resguardos sostenidos sobre las instituciones y las oficinas del Estado y secundarios para los ciudadanos adultos que, por la razón que fuera, no hu-
a millones de personas. Se crearon puestos de trabajo, se reconoció la dignidad bieran podido terminarlos a su hora.
laboral de trabajadores y trabajadoras cuyo estatuto estaba signado por una En el campo específico de la educación universitaria, el impulso inclusi-
fuerte informalidad y desprotección, se ampliaron muy significativamente las vo de las políticas diseñadas e implementadas estos años fue especialmente
posibilidades de ingreso al sistema de beneficios previsionales, se permitió el manifiesto. Hubo un aumento significativo del presupuesto destinado a las uni-
reconocimiento cabal de la identidad de género de todas las personas, se am- versidades públicas, que en estos años tuvieron un crecimiento muy visible de su
plió la posibilidad de contraer matrimonio a las parejas de orientación diferente matrícula, de su infraestructura y de sus posibilidades de expansión. Se amplió
a la heterosexual que hasta hace poco funcionaba (y que sigue funcionando en considerablemente el sistema público de universidades a través de la creación
la mayoría de los países del planeta) como norma excluyente de cualquier otra de una cantidad de instituciones nuevas, muchas de ellas en regiones o provin-
posibilidad, se amplió el universo de votantes de los representantes del pueblo cias que todavía carecían de una, y se desplegaron, por todas partes, sistemas
reduciendo en dos años la edad mínima exigible para poder ejercer esa compe- muy amplios y generosos de becas tendientes a garantizar la permanencia, el
tencia, se diseñaron estrategias comerciales, financieras, crediticias, para que avance y la promoción de los estudiantes. Y se alentó un tipo de trabajo, en las
una cantidad de personas, matrimonios y familias tradicionalmente excluidos universidades y de las universidades, tendiente a favorecer este movimiento
de la posibilidad de acceso a determinados bienes (electrodomésticos, automó- de inclusión social y educativa, y las propias universidades, en muchos casos,
viles e inmuebles) pudieran acceder –y solía subrayarse: “por primera vez”– a incorporaron a su modo de gestionarse y de vincularse con su entorno, con su
esos consumos. Se celebró y se puso a la cuenta del éxito de estas políticas comunidad de referencia, con las escuelas, las organizaciones y la vida social y
inclusivas el hecho de que cientos de miles de familias de trabajadores inunda- política de su localidad, su provincia o su región, orientaciones favorables a este
ran todos los veranos, las semanas santas y los fines de semana largos centros espíritu inclusivo: creación y puesta en marcha de consejos sociales asesores,
turísticos que, durante décadas, les habían estado vedados. despliegue de programas culturales y de todo tipo, y un modo de entender la ac-
En el terreno educativo, el despliegue de estas políticas de inclusión fue ción comunitaria no asociado ya al espíritu del extensionismo más tradicional,
muy notorio. Se diseñaron cantidad de planes para permitir que todos los ni- sino al de una apertura de las puertas de la Universidad hacia adentro, por así
ños, adolescentes y jóvenes del país estuvieran adentro del sistema educativo decir, de sus propios muros, menos para permitir su más o menos filantrópica
formal. Se estableció, por una ley de la nación, la Ley de Educación Nacional, la salida de sí misma que para facilitar la llegada a ella, el ingreso a ella (de nue-
obligatoriedad de la escuela secundaria, y de hecho se consiguió incrementar la vo: la inclusión en ella), de actores a los que ella había sido tradicionalmente
cantidad de adolescentes y jóvenes en edad escolar que, en efecto, están hoy refractaria.
dentro de la escuela y no afuera de ella. Se implementó la Asignación Univer- Lo que me importa subrayar como signo común de todas estas políticas, de
sal por Hijo, importantísima política pública de transferencia de ingresos hacia todos estos programas, y de los discursos que los promovieron y los acompa-
las familias con hijos en edad educativa. Se construyó una enorme cantidad ñaron, es la centralidad de esta idea de inclusión, de esta vocación por incluir,
de escuelas que permitieron albergar, y hacerlo en mejores condiciones, a los por incorporar, por hacer entrar: por meter adentro lo que está afuera, por meter
millones de nuevos estudiantes que iba recibiendo un sistema que, por todos adentro a los que están afuera. Por sacar de la intemperie (“de la esquina”, solía
estos motivos, protagonizó durante estos años un franco proceso de expansión. decir el ministro Sileoni en sus discursos) a los jóvenes, o a los ciudadanos de
Se incrementaron muy significativamente los salarios docentes, que estaban manera general que no venían encontrando un lugar en otra parte, por sacarlos
seriamente deprimidos a comienzos de este siglo y que verificaron sustantivas de la inclemencia de la desprotección, de la falta de redes de contención, de la
28 · INCLUSIÓN Y CALIDAD COMO POLÍTICAS EDUCATIVAS DE ESTADO CAPÍTULO 1 · 29

ausencia de instituciones y de Estado, y por meterlos dentro de esas redes, de y porque nos reconoce a nosotros como sus titulares, debe asegurarnos. Por
esas instituciones, de ese Estado protector (de sus escuelas, de sus universida- supuesto que podríamos conversar sobre esto un rato largo. Incluso para intro-
des, de sus sistemas previsionales, de sus marcos normativos), y por esa vía, ducir el interesante tema de los derechos cuyo sujeto no es, o no es solamente,
también –y de manera aún más general, y como expectativa última, sin duda, de un sujeto individual (el ciudadano: cada uno de nosotros en tanto ciudadano),
todo este movimiento de inclusión–, del sistema social en su conjunto: de las sino un sujeto colectivo: las audiencias, por ejemplo, sujeto colectivo del dere-
oportunidades de trabajo, de las oportunidades de consumo, de las oportuni- cho a recibir información de calidad, o el pueblo, sujeto colectivo del derecho
dades de bienestar, de las oportunidades (que no deberían conocer reservas ni a usufructuar los beneficios de la existencia y el trabajo de la Universidad que
exclusiones) de usufructuar el tiempo libre, de disfrutar de las vacaciones, de sostiene con sus impuestos. Pero no me propongo ingresar aquí a estas espe-
acceder al mundo de la cultura y el arte. A garantizar para todos estas posibili- suras, ciertamente muy interesantes. Lo único que, más modestamente, quería
dades es a lo que se llamó, en estos últimos años argentinos, incluir. señalar es que los derechos que el Estado debe promover, defender, garantizar,
Lo interesante, decía, es que este discurso y estas prácticas de la inclusión tienen siempre un titular al que se le deben. De otro modo: que, de los derechos
estuvieron también acompañados, durante estos mismos años, por una retórica que reclamamos al Estado y que el Estado debe asegurarnos que podamos ejer-
que ponía el acento en otra idea, no necesariamente opuesta a la de inclusión cer, nosotros somos los sujetos.
pero que tiene con ella un conjunto de diferencias importantes, que es la idea de De la inclusión, en cambio, no. De las políticas de inclusión, de las medidas
derecho. La postulación, la pretensión, de que las personas tenían un derecho de inclusión, de los planes de inclusión y de los discursos sobre la inclusión ni
a gozar de tal o cual beneficio u oportunidad: de que existía un derecho, verbi- nosotros ni ningún otro ciudadano ni ningún grupo de ciudadanos es sujeto,
gracia, a la jubilación. O a la educación. O a casarse. O a lo que fuera. De que no sino objeto. En efecto, somos sujetos de derechos pero objetos de inclusión.
había derecho a que algunas posibilidades fundamentales para la vida de todos Tenemos, nosotros, un derecho, somos titulares, somos sujetos de un derecho
los sujetos no fueran posibilidades ciertas y efectivas para todos: fueran enton- que nos corresponde y que la ley nos reconoce y que, por lo tanto, el Estado
ces, al no ser para todos, privilegios de solamente algunos (de unos pocos, de debe garantizar que podamos ejercer. Pero el sujeto de ese derecho que requie-
unos cuantos, aun de muchos, pero no de todos), y de que, por lo tanto, esas re del Estado y a favor del cual el Estado debe movilizar sus recursos y su acción
posibilidades que tenían que poder ser ciertas y efectivas para todos debían ele- no es el Estado: somos nosotros. En cambio, no somos nosotros, sino el Estado,
varse a la categoría de derechos, y debía exigirse al Estado que los garantizara. el sujeto, el protagonista, el responsable de las acciones de inclusión social,
La idea de derecho, en efecto, supone la noción de un Estado activo, garante e educativa, previsional, sanitaria o lo que fuera de las que nosotros, u otros in-
incluso –a veces– promotor. Tenemos derechos porque tenemos un Estado que dividuos u otros grupos, somos en cambio los objetos. La población objeto: así
los promueve, defiende y garantiza. A diferencia de la idea liberal de libertad (de se dice. Y hasta podríamos abundar sobre esa primera palabrita, población, y
la idea de libertad negativa de los individuos frente a todos los poderes, inclui- sobre todo lo que Michel Foucault nos ha enseñado sobre el modo en que ella
do el del Estado), que pone al Estado del lado de las cosas malas de la vida y de pone siempre a los individuos que la integran en posición de objeto, por así de-
la historia, la idea democrática de derecho pone al Estado en otro sitio: no en el cir, de las políticas y de los discursos que se dirigen a ellas y que hablan, en los
de las amenazas de las que debemos preservarnos, sino en el de los recursos dos sentidos en que puede usarse la palabra, que ahora escribo y destaco, so-
con los que contamos para que nuestros derechos puedan realizarse. bre ellas. Pero no es necesario entrar aquí en muchos más detalles. Basta dejar
Pero lo que aquí querría resaltar, para indicar una primera diferencia (ve- establecido, para resumir, que si los discursos sobre los derechos nos interpe-
remos tres) entre la idea de inclusión que consideramos al comienzo y la idea lan como los sujetos de esos derechos que se nos atribuyen, los discursos sobre
de derecho que estamos presentando ahora, es que, de esos derechos que la inclusión nos solicitan como los objetos de esa inclusión de la que somos, por
el Estado tiene la obligación de garantizar, nosotros, los ciudadanos, somos así decir, beneficiarios. Primera diferencia, entonces.
los sujetos. Somos nosotros, ciudadanos, los que tenemos, los que detenta- La segunda se refiere a la relación que establecen las ideas de derecho y de
mos, unos derechos que el Estado, porque los reconoce como tales derechos, inclusión con la noción, fundamental, de igualdad. Está claro que la idea de de-
30 · INCLUSIÓN Y CALIDAD COMO POLÍTICAS EDUCATIVAS DE ESTADO CAPÍTULO 1 · 31

recho supone y reclama, al mismo tiempo, la idea de una igualdad fundamental Quiero decir: Si yo me represento, no como sujeto de un derecho a la edu-
entre las personas, y esto por la simple razón –como se dice– de que los dere- cación que me asiste, que me corresponde (y que por ser un derecho universal
chos son siempre, y necesariamente, universales. Los derechos son de todos o tiene que serlo a una educación de la misma calidad que la de aquella a la que
no son. O no son derechos: son privilegios, son prerrogativas. Nadie diría, por tiene derecho cualquier otro), sino como objeto de una política de inclusión
ejemplo: “En este país todo el mundo tiene derecho a casarse, siempre que sea educativa, ¿reclamaré una educación igual a la de cualquier otro, de la misma
heterosexual”, igual que nadie diría “En este país todo el mundo tiene derecho calidad que la de aquella a la que tiene derecho cualquier otro, de la misma
a ir a la escuela, siempre que su apellido empiece con B o con F”. En esos casos calidad que la de aquella que recibían, por ejemplo, quienes ya estaban adentro
no estaríamos ante un derecho, sino ante un privilegio de algunas personas o cuando una política de la que fui objeto me incluyó a mí también, pero de los
grupos de personas en particular. Entonces: a diferencia de la de privilegio, que que la idea misma de inclusión me declara, de movida y por principio, diferente?
presupone una relación desigual entre las personas o los grupos, y que natu- Y si yo no soy ya, en este ejemplo que estoy dando, el individuo que puede pen-
raliza esa desigualdad aceptando que algunas de esas personas o esos grupos sarse como sujeto de ese derecho a la educación o como objeto de esa política
pueden gozar de determinado bien, determinada posibilidad o determinado be- de inclusión educativa, sino –pongamos– el profesor o el funcionario o el bedel
neficio del que otras personas u otros grupos, en cambio, quedan excluidos, la de la escuela o de la universidad en la que ese individuo desarrolla sus estudios,
idea de derecho, la postulación de que sobre ese bien, esa posibilidad o ese ¿será lo mismo, pensaré del mismo modo mi propia tarea y mi propia responsa-
beneficio todos tienen un derecho, supone una relación igualitaria, o la cons- bilidad, si pienso a ese individuo como el sujeto de un derecho que lo asiste y
truye. La supone: todos somos iguales; ergo, todos tenemos tal y cual derecho. que él busca ejercer en esa institución en la que yo trabajo o si me lo represento
O la construye: todos tenemos tal derecho; ergo, al menos en tanto titulares de como el objeto de una política inclusiva que lo ha depositado allí? Volveré un
ese derecho (ya que no en muchos otros sentidos, en los que seguimos siendo poco después sobre este asunto.
diferentes: desiguales), somos iguales. Pero antes quiero plantear lo que anuncié como la tercera diferencia entre
Y, si esto último es cierto, podemos cambiar la o que escribí recién por una estas dos ideas que animaron por igual, durante los últimos años, las políticas
y. La idea de derecho supone una relación igualitaria y la construye: la refuerza y los discursos desplegados en materia educativa (y en tantas otras también)
si ya existe, la crea si no existía. En cualquier caso, pensarnos como sujetos desde el Gobierno del Estado en la Argentina: la idea de inclusión y la idea de
de unos derechos que nos corresponden y que se nos deben nos lleva a pen- derecho. Esta tercera diferencia es un poquito más difícil de exponer. Me gusta-
sar, y a construir, sociedades más igualitarias. En cambio, la idea de inclusión ría hacerlo sugiriendo que estas dos ideas se sitúan, por así decir, en dos planos
no supone la igualdad entre las personas, sino, al contrario, su desigualdad. diferentes de la realidad. La de inclusión, para empezar por la que me resulta
Su diferente acceso a un conjunto de posibilidades de las que gozan quienes definitivamente más sencillo presentar, lo hace en lo que con cierta solemnidad
están adentro de los beneficios de tal o cual sistema y de las que no gozan llamaré el plano del ser, que es el plano de lo que cierto conocido himno parti-
quienes están afuera de esos beneficios, y a los que, justo por esto, es nece- dario llama la realidad efectiva de las cosas. Quiero decir: que cuando hablamos
sario hacer entrar: incluir. Y es aquí cuando la comparación entre las ideas de de inclusión, de personas incluidas, de trabajadores o de amas de casa o de
derecho y de inclusión resulta más inquietante. La idea de derecho, dije recién, jóvenes o de ancianos incluidos en tal o cual dispositivo laboral, educativo, pre-
supone una relación igualitaria y la construye. Si yo me represento como su- visional o lo que sea, hablamos de un hecho verificable en el terreno empírico,
jeto de un derecho, por ejemplo, a la educación, exigiré la educación que me comprobable en general en cifras: seis millones de puestos de trabajo, tantos
corresponde, y como en tanto sujeto de ese derecho soy igual a cualquier otro, millones de nuevos jubilados… Las políticas de inclusión, que buscan corregir
reclamaré la misma educación que cualquier otro, una educación de la misma una desigualdad que también pertenece a ese mismo plano del ser, de la reali-
calidad que cualquier otro. La idea de inclusión, estoy diciendo ahora, supone dad efectiva de las cosas (todos los hombres, todas las personas, de hecho, no
una relación desigualitaria, y debemos preguntarnos si no contribuye también son iguales: todas las personas, de hecho, en la realidad efectiva del modo en
a reforzarla. que funciona el mundo, son desiguales: tienen distintas posibilidades vitales,
32 · INCLUSIÓN Y CALIDAD COMO POLÍTICAS EDUCATIVAS DE ESTADO CAPÍTULO 1 · 33

tienen distintas chances de desplegar sus –eventualmente idénticas– capacida- indignación que rápidamente compartimos, dice (aunque en rigor no sea cierto,
des…), operan en el terreno de los hechos y producen resultados que se pueden o mejor todavía: exactamente porque no es cierto) que tiene derecho a todo eso.
constatar en ese mismo terreno. En general, no decimos que tenemos los derechos que tenemos, y decimos que
Cuando hablamos de derechos, en cambio, cuando decimos que tenemos tenemos los derechos que, de hecho, no tenemos.
un derecho, nos situamos, en general, en un plano diferente. No es poco im- Rara paradoja, que está en el corazón de la riqueza que presenta esta cuestión
portante, me parece, reflexionar sobre este asunto, y, para hacerlo, un buen que discutimos aquí, y que es la misma que nos lleva a decir que somos iguales
camino puede ser el de preguntarnos qué decimos, qué queremos decir, cuando a todos los demás cuando, de hecho, somos manifiestamente desiguales, y a
decimos que tenemos un derecho. ¿Qué quiere decir la frase “Yo tengo derecho preguntarnos en qué sentido, en qué plano o en relación con qué específica
a… tal o cual cosa”? Por supuesto, si le hiciéramos esta pregunta a un abogado cuestión somos iguales, a pesar, por detrás o por debajo de nuestra notoria des-
positivista, nuestro interlocutor nos respondería que la frase “Yo tengo derecho igualdad fáctica. ¿Diremos que nuestra desigualdad pertenece al campo de lo
a…” quiere decir que en la Constitución, los códigos o las leyes del país donde que estudia la sociología, y que nuestra igualdad corresponde al plano de lo que
vive aquel que la pronuncia está escrito que los ciudadanos tienen derecho a postula la filosofía? ¿O la política? ¿Que somos sociológicamente desiguales,
eso a lo que él proclama tener derecho. Pero la verdad es que esta respuesta a en el sentido de que de hecho somos desiguales, pero políticamente iguales,
nuestra pregunta es muy poco interesante, y esto por dos motivos. Primero, por- en el sentido de que, en tanto ciudadanos, en tanto sujetos de derechos, somos
que muchas veces la Constitución, los códigos o las leyes de un país dicen que iguales? ¿Diremos que somos desiguales de hecho e iguales de derecho, que
los ciudadanos tienen derecho a cosas a las que, de hecho, no tienen derecho. somos desiguales en el plano (ya usamos más arriba esta expresión: estamos
La Constitución argentina, sin ir más lejos, dice que los argentinos tienen una tratando ahora de complejizar un poco el argumento), en el plano –digo– del ser,
cantidad de derechos que de verdad no tienen, y es porque no los tienen que e iguales en el del deber ser? No es seguro que la cosa sea tan sencilla, porque
seguimos luchando por hacerlos efectivos de una vez. Segundo, porque muchas lo cierto es que lo que la gran filosofía contemporánea nos ha enseñado (pienso
veces decimos que tenemos un derecho que la Constitución, los códigos o las aquí, claro, en la obra de Jacques Rancière) es que la igualdad radical entre los
leyes no nos reconocen, y lo decimos justo porque no nos los reconocen, y para hombres no es una igualdad apenas de derecho, abstracta o de principio, sino
que lo hagan de una buena vez. que esa igualdad de derecho se sostiene sobre una igualdad radical de nues-
De modo que no: que las cosas son más complicadas. En primer lugar, y tras inteligencias y de nuestros talentos: que si todos tenemos por igual –en
resumiendo los dos asuntos que acabo de presentar, porque, aunque la mili- relación, por ejemplo, con el punto que aquí nos interesa: el del derecho a la
tancia en pos del reconocimiento legal de ciertos derechos puede ser un paso educación, el de la educación como derecho– un derecho a aprender es porque
importante en la lucha por la efectiva vigencia de estos, el mero asiento de tales todos tenemos la misma capacidad o competencia para hacerlo.
derechos en los textos que conforman el plexo normativo de un país no los vuel- En su hermoso libro sobre el pensamiento del autor de El maestro ignorante
ven ipso facto derechos ciertos y efectivos de los que tengamos la seguridad y de El filósofo y sus pobres, Federico Galende glosa el modo en que el filósofo
de que podemos disfrutar. En segundo lugar, por otro lado, porque la verdad francés recurre a las reflexiones contenidas en La eternidad por los astros, de
es que muy rara vez decimos que tenemos un derecho cuando en efecto lo te- Louis Auguste Blanqui, para sostener su tesis de una igualdad radical de todas
nemos. Nadie que puede comer dos veces por día, en efecto, anda diciendo por las inteligencias. Blanqui, preso durante buena parte de su vida en una peque-
ahí que tiene derecho a comer dos veces por día. Nadie a quien no le prohíban ña celda apenas provista de una ventana por donde mirar, por las noches, las
usar (en el trabajo o en la escuela, por ejemplo) tal o cual indumentaria anda a estrellas, observaba que desde hace miles y miles de años todos los hombres
los gritos diciendo que tiene derecho a hacerlo. Nadie que puede elegir a sus (varones y mujeres, ricos y pobres, letrados e iletrados) se han sentido atraídos,
representantes dice (ni se detiene mucho tiempo a pensar, generalmente) que maravillados, por el misterioso espectáculo del cielo estrellado, que desde hace
tiene ese derecho. Por el contrario, es el que no puede comer dos veces por día, miles y miles de años todos ellos han sospechado que en ese magnífico espec-
vestir como se le ocurra o elegir a sus gobernantes el que, lleno de una santa táculo hay una suerte de mensaje cifrado para nosotros, que desde hace miles y
34 · INCLUSIÓN Y CALIDAD COMO POLÍTICAS EDUCATIVAS DE ESTADO CAPÍTULO 1 · 35

miles de años todos ellos se han preguntado cuál es ese mensaje, y que desde seguir incluyendo jóvenes en el sistema educativo, sin bajar la calidad, sin afec-
hace miles y miles de años todos ellos por igual, exactamente igual, han fraca- tar la calidad, sin disminuir la calidad. La pregunta se hace, como digo, todo el
sado en el intento de responderse esa pregunta. Esa idéntica incapacidad, esa tiempo, y en general se la hace y se la oye hacer sin mayor escándalo, como
idéntica impotencia, esa conmovedoramente idéntica ignorancia (el verdadero si fuera de suyo que entre la calidad y la cantidad, que entre la excelencia y la
tema de Rancière no es el saber, sino la ignorancia), nos iguala de una manera masividad, que entre una escuela o una universidad buena y una escuela o una
radical, inapelable, demuestra que de hecho, y no sólo de derecho, todos los universidad para todos hubiera una contradicción en términos, o, por lo menos
hombres son iguales y funda, sobre la evidencia palmaria, incontestable, de esa (porque si se tratara de una contradicción en términos la pregunta carecería de
igualdad de hecho, la posibilidad de postular nuestra igualdad también en el sentido), o por lo menos –digo– una tensión que, por lo que se deja ver en el
terreno del derecho. Y de los derechos: todos tenemos los mismos derechos, modo mismo en que se formula la pregunta, parece suponerse ilevantable.
porque todos somos, de hecho, iguales. Y que puede condicionar, si no se cuestiona frontalmente, el modo de pen-
Si no fuera así, si de verdad, de hecho, todas las personas fuéramos (nada sarse una política de inclusión educativa que, en nombre de la importancia de
más que) desiguales, el postulado de un derecho igualitario de todas ellas a la incorporación de nuevas camadas de estudiantes, se plantee de buena fe,
disfrutar de unos mismos bienes o posibilidades no pasaría de ser un postulado como si fuera necesario, la pregunta por cuál de los dos términos de la relación
más o menos voluntarista, y tendrían razón aquellos que, con sonrisita sobra- que estamos presentando se debería (como a veces se dice: “llegado el caso”)
dora y haciendo pasar su incomprensión de esta igualdad fundamental entre resignar. O se felicite porque, aunque la educación que garantiza no sea la de la
los hombres por un conocimiento más cabal de cómo funcionan de verdad las más alta calidad, la garantiza para todas las chicas y todos los muchachos que
cosas, nos explican a diario que somos unos muchachos macanudos, pero que buscan acceder a ella, y que por eso deberían celebrar esta posibilidad que se
nuestra pretensión de que todos tengan un igual derecho a aquello que están les brinda sin andar mirándole los dientes al caballo, al fin de cuentas, regalado
desigualmente preparados para recibir no hace más, en el fondo, que generar ni pretender tener acceso al mismo tipo de educación al que accedían las chicas
seguros desengaños posteriores, y, por lo tanto, es una pretensión equivocada. y los muchachos de su edad cuando la educación era cosa de unos pocos. O a
Eso cuando nos dicen que somos unos muchachos macanudos: otras veces nos la que siguen accediendo hoy mismo las chicas y los muchachos de su edad
dicen que somos unos estafadores seriales, unos demagogos imperdonables y que además tienen más dinero que ellos. No digo que todo pensamiento sobre
unos populistas sin remedio, que no hay derecho a decirles a los jóvenes que la inclusión tenga que terminar en este tipo de razonamiento. De hecho, sos-
están preparados para ejercer un derecho que no tienen condiciones adecuadas tengo que no tiene por qué terminar en este tipo de razonamiento, y que en la
para ejercer, y que sería menos cruel dejarnos de macanas con esta cantinela experiencia argentina de los últimos años, que es la que aquí estamos teniendo
del derecho y permitir que sean incluidos (inclusión sí, derechos no) allí donde como referencia de estas consideraciones, con mucha frecuencia no terminó en
están preparados para serlo con provecho para ellos y para la sociedad, y sin este tipo de razonamientos. Lo que digo es que, para no terminar en este tipo
tener que temer futuras frustraciones. de razonamientos, ese pensamiento sobre la inclusión debe serlo también, al
Lo que nos va acercando entonces al último problema que querría considerar mismo tiempo (como lo fue con frecuencia en esa experiencia argentina más
acá, que es el problema de la calidad de la educación. Problema que adquiere reciente), sobre los derechos.
un especial interés o dramatismo cuando se lo asocia al otro problema, al que Porque es cuando la cuestión se plantea en términos de derechos que todas
tanto la idea de la educación como un derecho cuanto la idea de inclusión edu- estas confusas contraposiciones se desvanecen de inmediato. Porque el dere-
cativa nos conducen, que es el problema de la cantidad. De la masificación. Del cho a la educación (no lo dijimos todavía, pero es obvio: en todo caso, vale la
número. La pregunta que con frecuencia se plantea en contextos de ampliación pena explicitarlo ahora) no es solamente el derecho a ingresar sin restricciones
de las posibilidades de acceso a las instituciones educativas es, palabras más, a las instituciones donde esa educación se imparte: es el derecho a ingresar,
palabras menos, la pregunta por cómo seguir ampliando esas posibilidades de naturalmente, pero también el derecho a aprender, y a avanzar, y a recibirse, y a
acceso, cómo seguir ampliando el derecho de los jóvenes a la educación, cómo hacer todo eso en plazos razonables, y a hacer todo eso sin tener que soportar
36 · INCLUSIÓN Y CALIDAD COMO POLÍTICAS EDUCATIVAS DE ESTADO CAPÍTULO 1 · 37

humillaciones ni desprecios, y a hacer todo eso –que es lo que aquí quiero de- poner en el centro de nuestros esfuerzos en favor de una educación de calidad
cir– en los más altos niveles de calidad. Entre la idea de derecho a la educación para todo el mundo la cuestión, fundamental, de la docencia. De una docencia,
y la idea de educación de calidad, hay una relación de mutua determinación y de desde luego, reconocida y bien remunerada, de una docencia responsable y
necesidad recíproca. En una dirección, porque en la medida en que pensamos a la altura de su misión, de una docencia que no busque en los déficits de los
la educación como un derecho (por definición, universal: los derechos, dijimos, niveles anteriores el pretexto para excusarse del cumplimiento de sus deberes,
son universales o no son), y al Estado y a las instituciones educativas como que no desprecie a sus estudiantes ni busque en ellos, en sus problemas, las
los encargados de garantizar ese derecho universal, es obvio que no podemos causas de nuestro fracaso en nuestra tarea de enseñarles (como si hubieran
imaginar una educación de calidad si esa educación no es para todos. Si no pen- sido otros, distintos de nosotros mismos, los que en los niveles educativos
samos de este modo, sino pensamos la educación como un derecho, es decir, previos a aquel en el que a nosotros nos toca intervenir no hicieron lo que
como algo que tiene que poder ser para todos, sí podemos pensar una educa- deberían haber hecho), que reemplace una actitud de culpabilización de los es-
ción de calidad que lo sea sólo para algunos. Pero si pensamos la educación tudiantes por una pregunta reflexiva sobre las cosas que no estamos haciendo
como un derecho, queda implícita en la idea de calidad de esa educación la idea como deberíamos. Que pueda entender que los estudiantes no son objetos de
de que esta tiene que ser para todo el mundo. carencias sino sujetos de un derecho que, un poco a tientas, y sin saberlo del
Pero tan importante como esto es que, en la otra dirección, una educación todo ellos mismos, buscan ejercer, y que nosotros, sus docentes, tenemos la
(un sistema educativo, una institución educativa) sólo es verdaderamente para obligación de garantizarles.
todo el mundo si es, para todo el mundo, de la más alta calidad. Si no, si cree Todas estas cosas pudieron pensarse, y se pensaron mucho, en la Argentina,
que puede ser para todos sin imponerse ser, para todos, excelente, es una men- durante los años a los que aquí nos hemos referido. Pudieron pensarse y se
tira, una engañapichanga, un fraude, que termina confirmando, bajo la coartada pensaron bajo el muy fuerte estímulo de un Gobierno del Estado nacional que
de un pensamiento sólo en apariencia diferente, los peores prejuicios de la de- no sólo sostuvo una retórica de la inclusión y los derechos, en el campo de la
recha más elitista y más conservadora. Con la que acaso comparta la sospecha educación y en muchos otros, particularmente sistemática, sino que acompañó
de que los más no pueden hacer, en el mismo nivel de calidad, lo mismo que esa retórica con una cantidad de líneas de política tendientes a hacer efectiva
los menos. Con la que acaso comparta los prejuicios que la llevan a pensar que esa inclusión y a garantizar esos derechos. Hoy las cosas han cambiado, y eso
no hay que abrir demasiadas expectativas hacia los sujetos más desprovistos nos exige redoblar nuestro esfuerzo militante, pero también nuestro esfuerzo
de capitales culturales, tradición educativa y bibliotecas familiares. Con la que conceptual. Se trata de pensar el lugar del Estado en la garantía de un derecho
sin duda comparte la responsabilidad por seguir reproduciendo un sistema de que los propios gobernantes de ese Estado no demuestran representarse como
jerarquías y de diferencias que ha decidido que no puede transformar. Es con- tal, se trata de perseverar en un modo de pensar las cosas, que estamos conven-
tra esos prejuicios y contra esa decisión que nosotros queremos subrayar aquí, cidos de que no es necesario abandonar sólo porque el justo y legítimo mandato
digo entonces en resumen, que no hay calidad si no es para todos, y que no hay del voto popular haya puesto en el Gobierno del Estado a un grupo que piensa
para todos si no es con las más altas exigencias de calidad. de otro modo. La vida en democracia es siempre una ocasión para discutir y dis-
¿Que no es sencillo? ¿Que no es soplar y hacer botellas? ¿Que no hay que putar los modos en los que piensan los distintos grupos y las grandes mayorías
ser un reaccionario para advertir que esta calidad para todos es un objetivo nacionales. Llámese a eso lucha por la hegemonía o como se quiera: es preciso
dificilísimo de lograr, y que no es un factor ajeno a ello el nivel, los conocimien- empeñarnos en ella hoy más que nunca, porque es en el contrapunto con otros
tos, la formación con que muchos de nuestros estudiantes –por regla general paradigmas y otros universos de conceptos, principios y valores donde tenemos
los socialmente más desfavorecidos– salen de nuestras escuelas primarias y ahora que probar la pertinencia y la mayor justicia de una idea de la cosa públi-
llegan a las secundarias, salen de nuestras escuelas secundarias y llegan a la ca, de la res publica, asociada a los intereses y al bienestar de todos y no a la
Universidad? ¡Por supuesto! Por supuesto que ese es un problema que tene- preservación de los privilegios de las minorías y al puro funcionamiento de las
mos y con el que tenemos que lidiar, y es justo por eso que es fundamental leyes del mercado.

También podría gustarte