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**Capítulo 2: El Barco del Árbol de Adán**

Allí, sobre la arena de aquella isla misteriosa, bajo la vigilancia de Lucifer, quien
brillaba con la luz del conocimiento prohibido, Lilius y yo nos enfrentábamos a
revelaciones que desafiaban nuestra comprensión del mundo. El ángel caído, con voz
serena y ojos que contenían la profundidad del cielo y del infierno, nos habló del árbol
bajo cuya sombra nos encontrábamos.

"Este es un retoño del Árbol de Adán, cuyas raíces, más allá de penetrar la tierra, se
extienden a través del tiempo y el espacio", comenzó a explicar Lucifer. "Fue plantado
aquí en los albores del mundo, cuando Edén aún caminaba por la faz de la Tierra como
un ser viviente, cambiando de lugar antes de que se asentara en la esfera de lo divino".

Lilius, cuya mente siempre hambrienta de conocimiento, inquirió con reverencia y


cautela: "¿Cómo es que este árbol puede ayudarnos en nuestro viaje? ¿Qué poder
contiene que sea esencial para nuestra misión?"

Lucifer sonrió, un gesto que contenía milenios de tristeza y sabiduría. "Este árbol es
único, forjado tanto de lo celestial como de lo terrenal. Su madera es inmortal,
impermeable a los elementos y el desgaste del tiempo. De él construiréis un barco que
os llevará más allá de los confines de este mundo conocido, hacia Rupes Nigra, el polo
magnético, donde la verdadera brújula os espera."

Tomados de la mano, Lilius y yo observamos el árbol. Su corteza brillaba sutilmente


bajo la luz del crepúsculo, y sus hojas susurraban melodías antiguas, como si recordaran
el canto de los ángeles que alguna vez rondaron el Jardín del Edén.

Con herramientas proporcionadas por Lucifer, cuyos filos cortaban con la precisión del
pensamiento, comenzamos la construcción de nuestro nuevo barco. La madera del árbol
de Adán era tan dura como flexible, resistiendo cada golpe del martillo, cada corte del
hacha, adaptándose a nuestras necesidades como si estuviera predispuesta a convertirse
en el vehículo de nuestra odisea.

Durante semanas trabajamos bajo el sol y las estrellas, aprendiendo de Lucifer no solo
cómo construir un barco, sino también sobre la naturaleza del cosmos y nuestro lugar en
él. Nos enseñó sobre la dualidad de la creación, sobre cómo la luz necesita de la
oscuridad para ser verdaderamente entendida y cómo el conocimiento puede ser tanto
un don como una maldición.

"Ambos, Serug y Lilius, debéis estar preparados para lo que encontraréis", nos advirtió
mientras la última tabla era colocada. "La brújula que buscáis no solo os mostrará la
dirección, sino que también revelará la verdadera naturaleza de todo lo que se considera
sagrado y profano."

Con el barco completado, lo bautizamos como *Aurora Edeni*, en honor a la nueva


aurora que esperábamos para nosotros mismos y para la humanidad, una aurora de
verdadero entendimiento y revelación.

El día que partimos, el mar frente a la isla estaba tranquilo, reflejando el azul profundo
del cielo sin nubes. Subimos a bordo del *Aurora Edeni*, dejando atrás la isla del árbol
de Adán, llevándonos con nosotros no solo un barco hecho de madera divina sino
también un nuevo entendimiento del equilibrio eterno entre lo celestial y lo terrenal.

Y así, con el corazón lleno de promesas y preguntas, nos dirigimos hacia el norte, hacia
el misterio de Rupes Nigra y la brújula que aguardaba en el corazón del mundo.

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