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¿Dónde se encuentra la fabulosa Arca de la

Alianza, uno de los objetos más sagrados y


terribles de Dios?
¿Qué fue de este sagrado cofre que encerraba las 10 tablas de la ley? Se dice que el
Arca que detenía a ejércitos enteros, derribaba murallas y era capaz de abrir las
aguas de los ríos, se encuentra oculta en Jerusalén o custodiada en secreto en una
iglesia de Etiopía.
Lunes 9 junio 2014

   
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 Héctor Fuentes
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La búsqueda de la mítica Arca de la Alianza, uno de los tesoros más míticos del Antiguo
Testamento y que fue construido siguiendo las precisas instrucciones de Dios a los pies del
monte Sinaí, ha durado decenas de siglos y ha encendido la imaginación de teólogos,
aventureros y arqueólogos.

La Biblia, en Éxodo 25, 10-22, la describe con mucho detalle: era una especie de cofre de
madera de acacia, revestida por dentro y por fuera con oro puro, que medía 2,5 codos de
longitud y 1,5 de ancho y alto ( unos 1,25 mts de largo por 0,75 de ancho y 0,75 de alto). Una
cornisa o guirnalda de oro rodeaba su parte superior y por fuera llevaba fijos cuatro anillos de
oro a ambos lados, a través de los cuales se insertaban dos largas varas, también de madera de
acacia revestidos de oro, para poder transportarla. Su tapa superior, llamada “propiciatorio”, era
de oro macizo y llevaba encima la imagen de dos querubines de oro, uno de cara al otro y con
las alas desplegadas, que miraban hacia el centro de la caja. Entre el espacio entre ambos
querubines y el propiciatorio se formaba un espacio abierto –una especie de triángulo sagrado-
que se llamaba oráculo, y era la parte más sagrada del Arca. Allí Yahveh hacía sus
prescripciones a Israel. “Allí”, el Señor le había dicho a Moisés, “me encontraré contigo, desde
encima del propiciatorio, de en medio de los dos querubines colocados sobre el arca del
Testimonio, te comunicaré todo lo que haya de ordenarte para los israelitas”. (Ex. 25,22).
Una vez que el Arca fue construida, la Biblia nos cuenta que “y dio Moisés en el Monte Sinaí
dos tablas del testimonio, dos tablas de piedra escritas con el dedo de Dios. Y Moisés tomó el
testimonio y lo puso dentro del Arca.” (Libro del Éxodo).Una leyenda posterior, contada en
carta a los Hebreos, relata que, aparte del “testimonio” o las tablas de la ley con los 10
mandamientos, allí también fueron guardados la vara de Aaron que reverdeció y una vasija con
el Maná que cayó del cielo y alimentó al pueblo israelita en el desierto.

El Arca de la Alianza, que representaba la alianza (pacto o convenio) entre Dios y el pueblo
judío, se transformó a partir de ese momento en el objeto más sagrado para Israel. Estaba
situada en el sancta sanctorum o lugar más sagrado del tabernáculo o del Templo. Su utilidad
fue variada, pues no sólo estaba destinada a contener los elementos sagrados antes descritos,
sino que además tenía fama de ser un arma capaz de proteger al pueblo elegido, siendo brazo
ejecutor de los castigos de Dios. Los significados del Arca, así, iban más allá de lo simbólico:
tener el Arca era tener a Dios.

Su transporte y cuidado fue reservado sólo a la tribu de los levitas. Luego de dejar Egipto y
durante la vida nómada y las expediciones en el desierto del pueblo judío, el Arca siempre iba
antes que el pueblo porque ella mostraba qué camino seguir y dónde hacer alto cada noche. Y
cuando era levantada, los sacerdotes decían: “Levántate, Yahveh, que tus enemigos se
dispersen, huyan delante de ti los que te odian”. Si alguna tribu enemiga atacaba, los israelitas
sacaban el Arca al frente de batalla y los enemigos huían despavoridos (Nm 10,34-35). El arca
viajaba siempre cubierta por un velo de protección, más una capa de cuero fino, y un paño de
color púrpura.

Poderes terribles
La Biblia nos relata que el Arca de la Alianza tenía poderes excepcionales e incomprensibles.
Podía detener el curso de los ríos, aplastar montañas y destruir ejércitos enteros. Cuando el
pueblo de Israel llegó a la Tierra Prometida y los judíos se encontraron con el río Jordán, el
Arca de la Alianza detuvo las aguas del torrente para que los hebreos pudieran cruzarlo. (Jos
3,14-17: “…Y en cuanto los que llevaban el arca llegaron al Jordán, y los pies de los sacerdotes
que llevaban el Arca tocaron la orilla de las aguas… las aguas que bajaban de arriba se
detuvieron y formaron un solo bloque a gran distancia…).

Pero quizás su proeza más impresionante fue la destrucción de las murallas de Jericó. La Biblia
relata que, para lograrlo, los israelitas estuvieron dando vueltas durante seis días alrededor de la
ciudad con el Arca de la Alianza a cuestas. Al séptimo día dieron siete vueltas, lanzaron un
grito de guerra, dejaron oír sus trompetas y las murallas cayeron como castillos de naipes.(Jos
6,1-20).

Cuando los israelitas llegaron a la Tierra Prometida, el Arca fue puesta en la ciudad de Guilgal,
y se le construyó un pequeño santuario. Más tarde fue trasladada a Siquem, después a Betel y
finalmente a Silo, su primera residencia de larga duración. Allí fue cuidada por la familia del
sacerdote Elí. Muchos años más tarde, durante una cruenta guerra contra los filisteos, el Arca
fue llevada al campamento israelita con el objeto de levantar la moral de los guerreros. Pero
después de una trágica derrota de los hebreos, donde también murieron los dos hijos del juez y
el sacerdote israelita Elí, los filisteos la tomaron como un valiosísimo trofeo, desatando un
verdadero luto en todo el país de Israel. Los filisteos creían que la toma del Arca significaba
una victoria de sus dioses sobre el Dios de Israel, así que la llevaron a la ciudad de Asdod y la
colocaron como un trofeo de guerra en el templo de su dios Dagón. A la mañana siguiente, sin
embargo, hallaron la estatua de Dagón caída de bruces en tierra delante del Arca, así que la
levantaron y la colocaron de nuevo en su lugar. Pero, a la mañana siguiente, hallaron de nuevo
a Dagón en el piso, sólo que esta vez estaba sin cabeza y sin manos.

Al mismo tiempo una cruel enfermedad (la plaga bubónica quizás) azotó a los asdodeos,
mientras que una terrible invasión de ratas afligió a todo el territorio circundante. Estos castigos
fueron de inmediato atribuidos a la presencia del Arca dentro de las paredes de la ciudad, así
que los filisteos trasladaron el Arca a Gat y a Ecrón, lugares donde ocasionó los mismos azotes.
Finalmente, luego de siete meses de espantosos sucesos, por sugerencia de sus sacerdotes y
adivinadores, los filisteos decidieron renunciar a su pavoroso trofeo y la pusieron sobre un
carro tirado por dos vacas, sin conductor, y la enviaron por los campos para que fuera donde
quisiera.
La carreta, así, llegó sola a la ciudad judía de Bet Shemesh. Allí, los israelitas salieron a su
encuentro, pero imprudentemente abrieron el Arca y miraron dentro. Todos cayeron
fulminados. Espantados, los habitantes de Bet Shemesh decidieron deshacerse del Arca, y la
mandaron a la vecina ciudad de Kiryat Yearim, donde permaneció 20 años olvidada. El rey
David se acordó entonces de ella y decidió trasladarla a Sión. La puso en una carreta tirada por
bueyes y organizó una procesión. Pero en cierto momento, por un brusco movimiento de los
animales, la carreta se tambaleó, y un hombre llamado Uzzá, para evitar que el Arca cayera al
suelo, intentó sujetarla. Y apenas la tocó cayó muerto.

Cuando por fin llegó el Arca a Jerusalén, fue depositada en una pequeña tienda, a modo de
santuario, construida por David. Y cuando años más tarde su hijo Salomón construyó el
Templo de Jerusalén, fue definitivamente colocada en la parte más sagrada del mismo. Y es
curiosamente allí, en el lugar más protegido y seguro de todos los que estuvo, donde, alrededor
del año 900 A.C., se perdió su pista para siempre. Esto dio origen a una búsqueda que ha
inspirado a creyentes y cazadores de fortunas durante milenios.

¿Qué fuerzas ocultas escondía este cofre?

Un objeto que despedía rayos de luz divina, podía detener el curso de los ríos, aplastar
murallas, destruir ejércitos, provocar enfermedades o matar por contacto tenía que encerrar
poderes secretos. Muchos aventuraron que el Arca era un condensador, un arma nuclear o una
caja fuerte electrificada. En 1948 el físico Maurice Denis-Papin afirmaba que el Arca era un
condensador eléctrico “capaz de producir poderosas descargas de hasta 700 voltios”. Más tarde
Erich von Däniken, en su libro “Recuerdos del futuro” (1968), decía que ésta “era una especie
de transmisor de radio entre Yahvé y Moisés”. Y el famoso escritor español J.J. Benítez
afirmaba que era “un arma mortífera” al servicio del pueblo de Dios. Los científicos actuales la
definen como una suerte de objeto tecnológico, ya que combinaba un material conductor como
es el oro con otro aislante como es la madera. Las placas de oro por dentro y fuera, separadas
por madera de acacia, lo transformaban en algo muy parecido a un condensador eléctrico,
formado por un par de superficies conductoras separadas por un material dieléctrico.

¿Dónde está el Arca?


La búsqueda del Arca, así como el Santo Grial, ha sido objeto de deseo de muchos durante
siglos. El historiador alemán Otto Rahn, por ejemplo, sin ir más lejos, tal como se cuenta en las
famosas películas de la saga de Indiana Jones, afirma que los nazis persiguieron con ahínco
ambas reliquias.

Hay muchas teorías para explicar el actual paradero del Arca. Algunos sostienen que los
babilonios, comandados por el rey Nabucodonosor II, tras conquistar Jerusalén el año 586 A.C.,
se apoderaron del Arca, la destruyeron y fundieron su oro. Otros sostienen que, durante esta
invasión, fue oculta por sacerdotes del templo. Según el libro de los Macabeos, el profeta
Jeremías tomó el Arca y la ocultó en el Monte Nebo (“”El profeta, después de una revelación,
mandó llevar consigo la Tienda y el Arca; y salió hacia el monte donde Moisés había subido
para contemplar la heredad de Dios. Y cuando llegó Jeremías, encontró una estancia en forma
de cueva; allí metió la Tienda, el Arca y el altar del incienso, y tapó la entrada. Volvieron
algunos de sus acompañantes para marcar el camino, pero no pudieron encontrarlo.

En cuanto Jeremías lo supo, les reprendió diciéndoles: “Este lugar quedará desconocido hasta
que Dios vuelva a reunir a su pueblo y le sea propicio. El Señor entonces mostrará todo esto; y
aparecerá la gloria del Señor y la Nube, como se mostraba en tiempo de Moisés”).

El diario británico The Telegraph, en un reportaje sobre el Arca, respaldó esta teoría al
entrevistar al Rabino Chaim Richman, quien afirmó que la santa reliquia estaba ubicada a un
kilómetro del actual templo de Jerusalén, “oculta en cámaras subterráneas, cavadas en los días
de Salomón”. Richman agregó que “los judíos tienen una cadena ininterrumpida de
información grabada y transmitida de generación en generación, lo que indica su posición
exacta. Sabemos dónde ha estado el Arca durante miles de años atrás. Podríamos cavar para
sacarla, pero esta zona está controlada por los musulmanes”.

Sin embargo, otros historiadores y especialistas se inclinan a creer que el Arca se encontraría en
Etiopía, celosamente custodiada en la catedral de Tsion Maryam, en Axum, donde habría sido
custodiada por siglos por monjes ortodoxos de la ciudad. El Arca habría sido llevada de
Jerusalén por el hijo del rey Salomón-el vástago Emperador Menelik I-, quien la llevó primero
a la isla de Elefantina, cerca del río Nilo. Después habría sido llevada a una especie de
tabernáculo en la isla de Tana Cherkos (Tana Kirkos), ubicada en el lago Tana, donde
permaneció durante 800 años. Posteriormente, el rey Ezana de Etiopía decidió trasladar el Arca
de la Alianza a Axum, considerada como la Jerusalén de Etiopía. Hay variadas pruebas
arqueológicas que respaldan esta teoría, como la existencia allí de reliquias pertenecientes al
pueblo judío de la época del Arca, y que pertenecerían al templo de Jerusalén. Además,
extrañamente el Arca es el punto central del culto y la adoración cristiana en Etiopía: cada uno
de los 20.000 templos de Etiopía contiene una réplica del Arca de la Alianza.

En 1989 el periodista británico Graham Hancock respaldó esta teoría al afirmar que la
legendaria reliquia no se encontraba perdida, sino que a salvo en una iglesia de Etiopía, adonde
había sido trasladada secretamente hace más de mil años (alrededor del 1.650 AC). El patriarca
ortodoxo de Etiopía, Abuna Paulos, de hecho, confesó hace pocos años que había “visto” el
Arca de la Alianza y que su estado de conservación era “bueno”.

Por lo pronto, los más ortodoxos afirman que el paradero de este mítico y fabuloso cofre
sagrado, signo visible de la presencia y protección de Dios, tal como decía el profeta Jeremías,
seguirá siendo “desconocido, hasta que Dios vuelva a reunir a su pueblo y le sea propicio”.

Historia del Arca de la Alianza: cómo, cuándo y por qué se extravió


02/04/2019
Construida para trasladar las tablas de los Diez Mandamientos a la Tierra Prometida, el Arca
de la Alianza desapareció misteriosamente hace unos 2.600 años a pesar de estar custodiada
en el Templo de Salomón. Esta es su apasionante historia…

El Arca de la Alianza es el cofre construido para guardar las Tablas de los Diez Mandamientos
que fueron entregadas por Yahveh a Moisés en el monte Sinaí y que el pueblo hebreo
trasladó hasta la Tierra Prometida.

Salomón construyó un majestuoso templo donde el Arca de la Alianza estuvo protegida


durante casi cuatro siglos, pero luego desapareció misteriosamente hace más o menos 2.600
años.

Los arqueólogos han buscado esta reliquia incansablemente pero no ha aparecido ningún
vestigio de la misma ¿Tuvo la reina de Saba algo que ver con este hecho?

La historia de la época antigua relacionada con el Oriente Próximo y el Oriente Medio está
contenida en la Biblia, libro que se compone del Antiguo Testamento y del Nuevo Testamento.
El Antiguo Testamento narra las memorias del pueblo hebreo, mientras que el Nuevo
Testamento se refiere a la vida, muerte y resurrección de Jesucristo. Entre ambos textos se
recopilan escritos que cubren un período de mil años. 

Sin embargo, los judíos tienen su propia biblia, que se llama Tanaj y consta de veinticuatro
libros que versan sobre diferentes eventos de su devenir histórico; estos textos también
forman parte del Antiguo Testamento y, por lo tanto, de la Biblia cristiana.

Existen algunas discrepancias entre lo que dice la Biblia y los hechos que los historiadores
han comprobado a través de sus fuentes científicas, las cuales se fundamentan en los
descubrimientos arqueológicos así como en otros documentos que consideran fidedignos.

Para la mayoría de los historiadores, la Biblia es parcialmente creíble, aunque diversos


hallazgos arqueológicos han confirmado gran cantidad de acontecimientos que están
recogidos en la misma.

Hasta el momento, los arqueólogos no han comprobado la existencia de Salomón, ni tampoco


de la reina de Saba.  Pero en Israel, así como en todo el Oriente Próximo y Medio Oriente, la
actividad arqueológica es incansable.

Tanto propios, como extranjeros que se sienten atraídos por la increíble riqueza histórica que
en la zona se encuentra, buscan los testimonios físicos de las miles de referencias contenidas
en la Biblia.

El pueblo hebreo y el Arca de la Alianza


Hay evidencias de que existió un grupo de tribus nómadas que habitaba la región de
Mesopotamia  y que se trasladó, en el año 1850 a.C., a las tierras de Canaán. Se trata  del
pueblo hebreo.

Mapa de Mesopotamia (Wikimedia Commons)


Canaán era una zona privilegiada por ser  riquísima en agua y por lo tanto muy fértil, además
de que contaba con preciados minerales y una extraordinaria ubicación estratégica ya que
poseía salida al mar Mediterráneo. Adicionalmente, era la zona de paso de todo el comercio
de la época.

Según cuenta la Biblia, Dios se le apareció al patriarca Abraham cuando éste tenía cien años
y le dijo que de su estirpe nacerían muchos pueblos y muchos reyes, y que les daría unas
tierras hacia donde habrían de dirigirse:

“Porque Yahveh, tu Dios, te introduce en la buena tierra; tierra de arroyos, de fuentes, de


manantiales (…); tierra de trigo y cebada, de vides, higueras y granados; tierra de ¡ olivos, de
aceite y miel; tierra  en la cual no comerás pan con escasez y donde no te faltará nada; tierra
cuyas piedras son de hierro y de cuyos montes sacarás cobre (…)”. DEUTERONOMIO 8:7
Emprendió entonces Abraham el camino hacia a Canaán, seguido de las tribus hebreas, para
al llegar convertirse en agricultores sedentarios que se mezclaron con los pobladores que ya
estaban en aquel territorio.›

Pero pasados más o menos cien años una terrible sequía azotó a la región, por lo que los
hebreos y otros habitantes de Canaán tuvieron que emigrar  a Egipto, donde al principio los
trataron bien pero terminaron siendo esclavos.

Se dice que aproximadamente en el año 1330 a.C., luego de permanecer más de


cuatrocientos años en Egipto, Dios se le apareció nuevamente al pueblo hebreo, esta vez a
Moisés en monte Sinaí, y lo exhortó a que volvieran a su tierra: la Tierra Prometida, mientras
ponía en sus manos  las Tablas de la Ley.

Las Tablas de la Ley eran dos piedras planas donde estaban grabados los Diez
Mandamientos. También Yahveh, al momento de entregar a Moisés los  diez preceptos por los
que habrían regirse, le indicó que debía construir un arca para guardar las Tablas,
especificándole las medidas exactas.

Regresaron entonces los hebreos al lugar del que habían salido, en un viaje que duró
cuarenta años y llevando consigo el Arca de la Alianza con las Tablas de la Ley. En el largo
recorrido, cuando acampaban, levantaban una tienda de campaña como templo provisional,
colocaban allí el Arca y honraban a Yahveh.

El legendario rey Salomón


Cuando los hebreos llegaron nuevamente a Canaán se hizo necesario conquistar el territorio,
que luego fue dividido entre las doce tribus: los doce hijos del patriarca Jacob -nieto de
Abraham-, al que Yahveh le había cambiado el nombre por el de Israel, que quiere decir “el
que lucha junto a Dios”.
El del rey Salomón apuntaba todas sus fórmulas mágicas en un manuscrito que desapareció
Posteriormente estas tribus se unieron para fundar el gran Reino de Israel, que  tuvo tres
reyes antes de volverse a separar en dos partes. Estos tres monarcas fueron: Saúl, David, y
Salomón.

Salomón fue el hijo de David con una de sus esposas, y al parecer gobernó entre los años 965
y 928 a.C. Es considerado un gran profeta en el Antiguo Testamento y también por los
musulmanes; aparece como Sulayman en el Corán: el libro sagrado que contiene la palabra
que Alá le revelara al profeta Mahoma.

La historia de Salomón es narrada con detalle en el Libro 1 Reyes, que forma parte de la
Biblia y constituye una recopilación de los documentos donde se llevaba cuenta de todas las
actividades de los reyes de Israel.  

Igualmente, existe un texto medieval, escrito por un obispo de Génova en el siglo XIII, cuyo
nombre es “Leyenda Áurea” y de donde mayormente provienen todas las leyendas que
rodean a Salomón.

Este último libro cuenta que el rey Salomón tuvo setecientas esposas y trescientas
concubinas; que entendía el lenguaje de los pájaros, de lo cual provenía su gran sabiduría, y
que practicaba tanto la magia como la alquimia.

Así mismo, dice esta leyenda que el sello con la Estrella de David había sido otorgado por
Dios a Salomón, para dotarlo de poderes sobrenaturales, y  que el mítico rey escribió el
desaparecido “Manuscrito secreto de Salomón” donde se encuentran todas las fórmulas
mágicas que utilizaba.
Por otra parte, la Biblia menciona que Salomón guardaba grandes cantidades de oro
proveniente de unas minas lejanas, que supuestamente se encontraban en Ofir: una ciudad
que nunca se ha ubicado, aunque se cree que puede haber estado en África.

Al morir Salomón, el gran Reino de Israel se dividió en dos partes, lo que debilitó a los
hebreos exponiéndolos a futuras invasiones. La región del norte siguió conservando el nombre
de Reino de Israel, mientras que la del sur, donde se ubicaba la ciudad de Jerusalén, pasó a
llamarse Reino de Judá.

División del
gran Reino de Israel después de la muerte de Salomón. Reino de Israel (norte) y Reino de
Judá (sur). (Wikimedia Commons)
 División del gran Reino de Israel luego de la muerte de Salomón.
Fuente: https://es.wikipedia.org/wiki/Reino_de_Israel
El Templo de Jerusalén
Según se deduce de los escritos bíblicos, el gran templo construido por el rey Salomón,
conocido como el Templo de Jerusalén,  estuvo terminado para el año 968 a.C. 

Las sagradas escrituras especifican que los planos que soportaron la construcción del Templo
fueron enviados por Dios a través de un profeta y por tal razón éste era absolutamente
perfecto.

Ciertamente, fue una obra donde no cabría mayor perfección, según lo atestiguó el físico y
matemático Isaac Newton, considerado como quizás el científico más brillante de toda la
historia, quien vivió entre los años 1643 y 1727 de nuestra era y fue el descubridor de la
fuerza de gravedad.

Interp
retación del Templo de Salomón en Jerusalén (Israel Truths)
Newton confesó que pasó muchas noches sin dormir, maravillado al descubrir, en el Libro 1
Reyes, las medidas del Templo de Salomón. Aseguró que las proporciones utilizadas eran tan
asombrosas que parecía que la obra tuviera una inspiración divina.

Los textos sagrados ubican al Templo de Jerusalén en un monte llamado Moriah, sin aclarar
cuál era su ubicación geográfica. Sin embargo, los estudiosos posteriores concluyeron que se
trata lugar donde ahora se encuentra la Cúpula de la Roca, una mezquita árabe construida en
el año 691 de nuestra era bajo el dominio musulmán.
No existe información muy clara sobre dónde estuvo el Arca de la Alianza desde que llegó a la
Tierra Prometida hasta que fuera trasladada al Templo del Rey Salomón, mas sin embargo sí
se disponen de referencias acerca de que la misma fue colocada en el más suntuoso y amplio
recinto del mismo.

Pero el Templo de Jerusalén fue destruido aproximadamente en el año 597 a.C., cuando el
Imperio Babilónico invadió los territorios israelitas con Nabucodonosor II al frente: el mismo
que construyó los “Jardines Colgantes de Babilonia”, una de las Siete Maravillas del mundo
antiguo.

La mayor parte del pueblo de Israel fue llevado encadenado a Babilonia, donde permaneció
durante ochenta y pico de años, hasta que los Persas, procedentes de un lejano reino ubicado
hacia el este y que  hoy es Irán,  ocuparon toda la región.

Los israelitas volvieron otra vez a su territorio en el año 515 a.C. y entonces se construye el
Segundo Templo, pero para este momento ya no se menciona el Arca de la Alianza, por lo
que no se sabe qué pudo haber pasado con ella a partir de la invasión de Babilonia.

Y sucede que, casi terminando el milenio, cuando faltaban sesenta y tres años para que
naciera Jesús de Nazaret, otra gran invasión se cierne  sobre  el    pueblo  judío.  Esta   vez
es   el  Imperio  Romano  de  oriente  -llamado bizantino-  que,  luego de varias guerras,
destruye todos los vestigios de la cultura hebrea.

El Emperador romano Adriano (76 d.C.-138 d.C.) decidió demoler toda la ciudad de Jerusalén
y en su lugar construir una nueva metrópoli  que se llamó Aelia Capitolina.

A partir del año 135 de nuestra era los judíos fueron expulsados de sus territorios y comenzó
una larga diáspora por el mundo que duró más de mil ochocientos años, durante la cual este
pueblo supo preservar su religión y sus costumbres.

El enigma de la reina de Saba


Visita de la reina de Saba a Salomón (Tintoretto)
El Libro 1 de Reyes narra la visita de la reina de Saba a Jerusalén:

“Y vino a Jerusalén con un séquito muy grande, con camellos cargados de especias, y oro en
abundancia, y piedras preciosas; y cuando vino a Salomón, le expuso todo  lo que su corazón
tenía”. Libro 1 Reyes 10.

Esta extraña reina, que llegó a Jerusalén cargada de presentes para el rey Salomón, también
aparece mencionada en el Corán; así como en el Kebra Nagast, que es el libro sagrado de
Etiopía donde se relata la historia de todos sus reyes.

En las escrituras sagradas etíopes se cuenta que la reina de Saba, conocida también por los
nombres de Makeda o Balkis, fue la primera soberana de aquel reino: un territorio lleno de
jardines y muy rico en oro, plata, piedras preciosas, especias, incienso y mirra.

Parece que no hay lugar a dudas sobre la existencia de los sabeos, antiguas tribus
ampliamente reseñadas en la historia, que se cree ocuparon, entre los siglos XII y X a.C., los
territorios de las actuales naciones Etiopía y Yemen.

El Kebra Nagast narra que la reina de Saba regresó de Jerusalén embarazada y tuvo un hijo
al que puso por nombre Menelik, que quiere decir el “hijo del sabio”, el cual, llegado el
momento, asumió la jefatura del reino como Menelik I.

Cuando el hijo de Makeda fue hombre, quiso conocer a su padre; como prueba de que era hijo
de Salomón llevó un anillo que éste le había regalado a su madre al partir, por lo fue recibido
con mucho afecto y tratado como un príncipe en Jerusalén.

Pero lo más sorprendente de lo que se encuentra escrito en los libros sagrados de Etiopía, es
que Salomón entregó a Menelik, antes de que éste regresara a su tierra, el Arca de la Alianza.
Algunas conjeturas sobre el Arca de la
Alianza
Ante el misterio derivado de las infructuosas búsquedas del Arca de la Alianza, existen
algunos teóricos que, sin mucho fundamento en la mayoría de los casos, hacen mención a las
siguientes hipótesis:

 Quedó enterrada en el Primer Templo, que está debajo del Segundo Templo, ambos
sepultados en el monte Moriah donde actualmente se encuentra la Cúpula de la Roca.
 Se oculta en el Monte del Calvario, donde crucificaron a Jesucristo.
 La sacaron de Jerusalén ante la amenaza de los babilónicos y está escondida en la
actual Jordania.
 Fue llevada a un lugar desconocido en el sur de África.
 Los Caballeros Templarios la robaron durante las Cruzadas y se encuentra en Escocia.
 La tienen guardada en una iglesia de Etiopía.

Fuente: CincoNoticias

 133 nuevas infecciones reportadas durante el día anterior; 5 escuelas más cerradas
 “Israel no debe entregar dinero al gobierno dictatorial y corrupto de la Autoridad
Palestina”
 La gran obra de ayuda de la Embajada de Israel en Colombia
 Israel puede enseñarle al mundo cómo vencer a una pandemia
 La historia de la israelí «weizac», una de las primeras computadoras del mundo

Todo lo que
pensábamos sobre el
Arca de la Alianza
puede estar
equivocado
El origen de este mito se remonta a hace más de tres milenios.
Durante los últimos años, investigadores de todo el mundo están
intentando responder las preguntas que lo rodean
'Josué atravesando el río Jordán con el Arca de la Alianza' de Benjamin West.
AUTOR
HÉCTOR G. BARNÉS
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03/09/2017 05:00 - ACTUALIZADO: 03/09/2017 20:18

El Arca de la Alianza ha obsesionado a historiadores, arqueólogos y


religiosos durante siglos. Es probablemente el objeto sagrado más
misterioso de la tradición judía y cristiana, con permiso
del Santo Grial. Según cuenta el Antiguo Testamento, su diseño fue
dictado por Yahveh a Moisés para almacenar las Tablas de la Ley.
Sin embargo, su rastro histórico se pierde hace 2.600 años, en
Jerusalén. Desde entonces, las teorías que han intentado explicar
su posible paradero se han acumulado, hasta el punto que
los nazis llegaron a perseguir sus supuestos poderes paranormales,
que garantizaban la victoria en la batalla a quien lo portase.
Son muchos los investigadores que están intentando entender un
poco mejor el mito. Este mismo verano, un grupo de arqueólogos
liderados por el profesor israelí Israel Finkelstein, de la Universidad
de Tel Aviv, ha excavado Qiriath-Jearim, la conocida como ciudad
del bosque. Es uno de los pocos lugares donde la Biblia localiza al
Arca que aún no habían sido investigados en profundidad.
Según el libro de Samuel, fue el lugar donde se trasladó después
de ser recuperada de manos de los filisteos, y permaneció allí
durante 20 años, hasta que el rey David lo devolvió a Jerusalén,
donde terminaría almacenada en el Templo de Salomón.

Es muy probable que durante


la mayor parte de su
existencia estuviese asociada
con cultos que nada tienen
que ver con el judaísmo
canónico
Los arqueólogos barajan otras teorías muy distintas y que pueden
poner patas arriba todo lo que conocíamos acerca de este tesoro,
como expone un reportaje publicado en 'Haaretz'. Para empezar,
que el Arca pudo pasar mucho más tiempo en Qiriath-Jearim de lo
que se pensaba. Para seguir, que es muy probable que durante la
mayor parte de su existencia estuviese asociada con cultos que
nada tienen que ver con lo que hoy se conoce como judaísmo. Por
último, que no fue David quien trasladó el arca a Jerusalén. En
definitiva, que el mito cumplió una función propagandística como
consolidación del poder de reyes israelíes.
“Si las teorías son ciertas, significaría que el Arca de la Alianza, uno
de los símbolos asociados más a menudo con el judaísmo, solo se
conservó en Jerusalén durante las últimas décadas antes de la
invasión de los babilonios”, recuerda el reportaje, que ha contado
con la colaboración de diferentes historiadores y arqueólogos.
“Durante la mayor parte del tiempo, se encontró en Qiriath-Jearim y,
con anterioridad, en Silo”. Jerusalén fue arrasada en el 587
a.C. por los babilonios bajo la dinastía caldea.
La teoría de Josías de Judá
Según los investigadores, es muy probable que esta reliquia no
fuese trasladada a la capital por David, que reinó entre los siglos XI
y X a.C., sino mucho más tarde de mano de Josías de Judá, que
ostentó el poder entre el 639 y 608 a.C. Es más, posible que el gran
reino de Israel que se describe en la Biblia antes del primer milenio
antes de Cristo nunca fuese tan poderoso. Las leyendas de David
y Salomón cristalizasen en la época de Josías, asegura Thomas
Römer, profesor de la Universidad de Lausana y autor de 'El
Antiguo Testamento comentado' que está colaborando en las
excavaciones.
Para muchos estudiosos de la
Biblia, la historia del Arca es
un texto separado del Antiguo
Testamento que se incorporó
al libro de Samuel más tarde
“Es posible que el Arca permaneciese durante mucho más tiempo
en Qiriath-Jearim, y que fuese Josías quien lo trasladase a
Jerusalén para centralizar toda la actividad religiosa y política, y
sus biógrafos reforzasen su autoridad creando la historia de David”,
explica al medio israelí. “Eso puede explicar por qué no hay más
relatos sobre él”. El propio Antiguo Testamento lo desvela, recuerda
el autor, ya que es Josías el que indica a los levitas que pusiesen “el
Arca en la casa que edificó Salomón, hijo de David, rey de Israel” en
2 Crónicas 35:3. Fue Josías quien expandió las fronteras de Judea y
centralizó el culto a Yahvé en el Templo de Jerusalén, relegando al
resto.
Las excavaciones muestran que Qiriath-Jearim siguió siendo un
importantísimo lugar de culto mucho después del traslado del Arca,
lo que hace sospechar a los arqueólogos que pudo encontrarse allí
todo ese tiempo. Una actividad religiosa tan importante que
competía con la del Templo de Jerusalén y a la que atendían ante
todo los benjaminitas, una de las tribus de Israel. Se encontraba en
la frontera entre el reino del norte de Israel y Judea. La invasión de
los asirios permitió finalmente que Josías expandiese el reino de
Judea hacia las tribus que se resistían, como la de los benjaminitas
y trasladase el Arca a Jerusalén.
Reproducción virtual del Arca de la Alianza. (iStock)

Para muchos estudiosos de la Biblia, la historia del Arca es un texto


separado del Antiguo Testamento que se incorporó al libro de
Samuel con posterioridad, y quizá con fines políticos o religiosos, al
igual que puede ocurrir con las leyendas de David o el propio
Salomón; incluso en el caso de que estos existiesen, los textos que
narran sus gestas no fueron contemporáneos. La narración original
concluía con la llegada del tesoro a Qiriath-Jearim, que se
encuentra a apenas 12 kilómetros al oeste de Jerusalén.
Concretamente, según indica el libro de Samuel, el Arca se
conservó “en la casa de Abinadab en la montaña”. Según Römer,
los versículos de la Biblia que indican que el Arca albergaba las
Tablas de la Ley probablemente se escribieron durante el reinado
de Josías o más tarde.
Ritos paganos
¿Qué era, por lo tanto, lo que se encontraba almacenado en el Arca,
que según la leyenda medía 11 centímetros x 67 x 67, estaba hecho
con madera de acacia y estaba revestida de oro? Muy
probablemente, estaba vinculado a los cultos politeístas de la región
de Canáan, que adoraban a dioses como Baal o El. En sus
primeras encarnaciones, Yahvé no era la deidad invisible y universal
que nos ha legado la tradición religiosa, sino que adoptaba la forma
de un toro y gozaba de la compañía de una consorte, Asherah.
Römer sospecha que, al igual que ocurría con los ritos religiosos de
los pueblos árabes preislamistas y beduinos, que utilizaban arcas
para transportar sus iconos religiosos, esta servía para almacenar
figuras que representaban a Yahvé y Asherah. Una muestra de que
el Antiguo Testamento está conformado a partir de un sincretismo
que amalgamaba cultos, culturas, tradiciones e intereses
nacionales. De ahí que Finkelstein no busque el tesoro, sino como
él mismo explica, “saber lo que se encuentra detrás de la narración,
qué nos dice acerca de la historia de Judea e Israel, del culto al dios
de Israel y del Templo de Jerusalén”.

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