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LA MEJORA
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J. M. BOSCH EDITOR
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Reservados todos los derechos. De conformidad con lo dispuesto en los arts. 270, 271 y 272 del
Código Penal vigente, podrá ser castigado con pena de multa y privación de libertad quien
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de los correspondientes derechos de propiedad intelectual o de sus cesionarios.
I.S.B.N.: 84-7698-678-5
PRÓLOGO
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1. CONCEPTO Y NATURALEZA
DE LA MEJORA
1. CONSIDERACIONES PREVIAS
traña una primera decisión, que es convertirlo en mejora, haciéndola plenamente su-
cesión voluntaria. También supone adoptar la resolución selectiva de atribuir un bien
determinado, ganancia, ventaja o cuota a uno de los descendientes legitimarios ex-
cluyendo de ésta a los demás. En la doctrina únicamente KIPP-COING, Derecho de su-
cesiones, trad. esp. por ROCA SASTRE, I-2ª, Barcelona, 1976, pp. 172-173, han adver-
tido que el poder dispositivo para mejorar opera, no sólo respecto de la atribución de
bienes, sino en cuanto previamente a ella hace surgir la mejora como institución su-
cesoria de naturaleza voluntaria.
Es opinión francamente minoritaria y aislada la de FUENMAYOR, «La mejo-
ra ...», en Bol. fac. dir. Coimbra, XXII (1946), p. 249, quien se inclina a que la me-
jora, incluso después de haber sido dispuesta, sigue participando de algún modo y en
cierto grado de la legítima de la que proviene. En efecto, niega que el mejorante,
en realidad, disponga la mejora, ya que se limita a detraerla de la legítima larga. Pero
esta opinión no convence, pues ¿detraer no es también disponer?
Pueden, además, cfr. MONEDERO GIL, Código civil, Madrid, 2000, pp. 800-
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803 y CASTRO GARCÍA, Código civil, 9ª, 1997, pp. 378-381. Por su parte, LACOSTE,
La mejora, trad. esp. de GARCÍA GUIJARRO, Madrid, 1913, pp. 219-220, atribuye al acto
de mejorar y a la mejora misma una naturaleza sui generis, pues ella está a caballo en-
tre la herencia forzosa de la que proviene y la voluntaria que en cierto grado llega a ser.
Contra O’CALLAGHAN, «art. 823», en Com. al C.c. dir. por SIERRA GIL, IV, Barcelona,
2000, pp. 684-685, atribuye a la mejora la naturaleza de legítima. JAÉN, Derecho civil,
Madrid, 1928, p.783, dice que la mejora implica la influencia del principio de la liber-
tad de testar en el sistema de legítimas. La define como porción de la herencia de la
que el padre o la madre puede disponer libremente, aunque exclusivamente en benefi-
cio de alguno de los herederos forzosos. PUIG BRUTAU, Fundamentos, V-3, 3ª, p. 46, se
sitúa en una perspectiva plural y relativa y opina que la mejora es parte de la legítima
frente a extraños, pero supone una disposición sucesoria de naturaleza voluntaria en-
tre los descendientes. SANTOS BRIZ, Derecho civil, VI (Sucesiones), Jaén, 1979,
pp. 630-631, aún admitiendo la naturaleza híbrida de la mejora en cuanto ésta partici-
pa de la sucesión forzosa y de la voluntaria, tiende a considerarla herencia forzosa.
Para ello, se apoya en que en todo caso, incluso si recae sobre cosa determinada (con-
forme ESPINAR LAFUENTE, La herencia legal..., Barcelona, 1956, pp. 399-405), el me-
jorado responde ultra vires de las deudas y cargas de la herencia. Conforme, MORELL
y TERRY, Estudios, Madrid, 1894, pp. 7 y ss., atribuye al acto de mejorar la naturaleza
de una disposición voluntaria (art. 825, «voluntad de mejorar»), pero la mejora
—dice— forma parte de la sucesión forzosa en cuanto que el mejorado responde de
las deudas y cargas de la herencia (conforme GONZÁLEZ, «Las conferencias del dr. Fe-
rrara», en RCDI., V (1929), pp. 53-69); ya que, si no fuera así, el causante podría de-
fraudar a sus acreedores mediante mejorar.
Para un estudio histórico, ROMERO VIEITEZ, La mejora, Madrid, 1936.
2 VALLET DE GOYTISOLO, «La mejora tácita», en AAMN., VIII, 1954, pp. 9-140.
Contra PLANAS y CASALS, Derecho civil, II, Barcelona, 1925, p. 39, entiende que el
concepto técnico de mejora abarca tradicionalmente sólo el segundo tercio. Sin em-
bargo, la doctrina en general permite la invasión de la parte libre por la mejora hecha
en cosa determinada cuando su valor exceda del segundo tercio, como solución ten-
dente a evitar que el mejorado en cosa cierta tenga que «abonar la diferencia (del va-
lor de la cosa) en metálico a los demás interesados» (art. 829); lo que sólo hará si el
exceso de valor de la cosa no cabe tampoco en el sobrante de la parte libre. P.ej. so-
bre este punto cfr. ESPÍN, Manual, V-5ª, Madrid, 1978, p. 458.
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rios3; por lo que, visto así, no está tan claro que la mejora sea
de libre disposición. Hasta tal punto, que FUENMAYOR4 ha sos-
tenido que el testador que mejora a un descendiente no dis-
pone del segundo tercio, sino que «detrae» todo éste o una par-
te de él en beneficio exclusivo del mejorado. Y es que el autor
citado no ha logrado sacudir de la mejora lo que ésta tiene ori-
ginariamente de legítima larga. Sin embargo, de derecho, la le-
gítima que se convierte en mejora deja de ser legítima y asume
la vestidura de una disposición sucesoria netamente volunta-
ria. Tan voluntaria como cualquier otro acto dispositivo, inter
vivos o mortis causa, pues es elemental advertir que todos ellos
tienen unos límites legales (ley, moral, orden público, art.
1255; buena fe, art. 1258; no pueden ser contrarios a las nor-
mas imperativas, etc.) por muy dispositivos que sean. Sólo que
3 De todas formas, hay alguna base legal para mantener la posibilidad de esta-
blecer una mejora, saltándose a los herederos forzosos en esa herencia concreta de
que se trate, a favor de descendientes posteriores que no lo sean; así, p.ej. la mejora
del nieto viviendo el padre. A favor de esta tesis se citan los arts. 824, sobre gravá-
menes impuestos a la mejora a favor de descendientes sin más requisito y el art. 782,
que es una prolongación ideológica del citado art. 824, al permitir sustituciones fi-
deicomisarias gravando la mejora, siempre que sean a favor de «descendientes».
Pero, en contra de mejorar a descendientes no legitimarios, se aduce que el Cc. cuan-
do se refiere a ellos, aunque no añada la expresión de «herederos forzosos», este re-
quisito está implícito. En otras ocasiones y en general en la regulación de la mejora
la repite. Por otra parte, hay que tener en cuenta que, si se entrega la mejora a un des-
cendiente de ulterior grado que no sea heredero forzoso, se les quita a los legitima-
rios nada menos que la mitad de la legítima. ¿Ha querido esto el legislador ochocen-
tista? Sin embargo, si se mejora a un legitimario, no se arrebata al grupo de
legitimarios generalmente considerado nada de la legítima. Este criterio parece más
sensato que el de poder mejorar a no legitimarios y más conforme con el espíritu con-
servador del Cc. del grupo compacto que supone la familia más cercana al causante.
A ello hay que añadir que no es lo mismo, p.ej., que el abuelo mejore al nieto, saltán-
dose a su hijo, padre a su vez de éste, que mejore al hijo imponiendo una sustitución
fideicomisaria (piénsese, p.ej., de residuo o íntegra) a favor del nieto. Pues es del
todo evidente que en tal supuesto el hijo legitimario disfruta de la mejora aunque no
haga suyos plenamente los bienes entregados.
4 Op. loc. cit.
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5 En el sentido del texto ALBÁCAR, Código civil, III-4ª, Madrid, 1995, p. 959.
Pero, ANNO, cit., opina que la naturaleza de herencia o legado de la mejora no depen-
de de que ésta recaiga sobre una cuota o sobre una cosa cierta, sino exclusivamente
de la voluntad de causante en cada caso. Ello lleva a la posibilidad de mejoras en cuo-
ta que son legados y de mejoras en cosa que son herencias.
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3. CONCEPTO DE MEJORA
4. CONCLUSIONES
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2. ELEMENTOS PERSONALES
1. CONSIDERACIONES GENERALES
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1 Admiten la mejora del nieto en vida del padre DE BUEN, Der. civil, Madrid,
1922, p. 840; CASTÁN, Der. civil, VI-2, 7ª, Madrid, 1973, p. 565; KIPP-COING, Der.
suc., trad. esp., I-2ª, Barcelona, 1976, p.176; PUIG BRUTAU, cit., pp. 46-61; ESPÍN, cit.,
p. 459; FUENMAYOR, MORELL y TERRY, ALBALADEJO, op., loc. cits.; O’CALLAGHAN,
cit., p. 685; MANRESA, cit., pp. 751-756.
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2 OTERO, «La mejora del nieto», en An. hist. der. esp., XXXI (1961), pp. 389-
400.
3 Militan a favor de la tesis negativa de la mejora del nieto viviendo el padre
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3. CONCLUSIONES
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3. EL OBJETO DE LA MEJORA
1. CONSIDERACIONES PREVIAS
1 ESPÍN, cit., p. 457, admite que se mejore con una cosa, con una cuota o con una
suma de dinero.
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2 Dice VALLET DE GOYTISOLO, «art. 829», en Com. al Cc. dir. por ALBALADEJO,
XI, pp. 345-350, que si la mejora comprende varias cosas ciertas, la imputación que
corresponda deberá hacerse cosa por cosa aisladamente consideradas, eliminando
aquéllas que resulten inoficiosas y sin necesidad de compensar, en su caso, el exceso
en metálico.
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3 ALBALADEJO, «La mejora del nieto», cit., dice que el art. 829 parte de que el
mejorante quiso dar la cosa solamente como mejora, por lo que no cabe cargar su va-
lor además sobre la parte libre.
4 Ha sido VALLET, op. loc. cits., el exponente de que el concepto tradicional de
mejora y también técnico es más amplio de lo que se pensaba; pues no se limita al se-
gundo tercio hereditario sino que comprende también el tercero de la parte libre.
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5 MORELL y TERRY, cit., pp. 55-57; VALLET, «La mejora tácita», cit., p. 74.
6 MORRELL, cit.; LÓPEZ JACOISTE, cit.
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7 VÁZQUEZ IRUZUBIETA, cit.; ALBÁCAR, cit., p. 977; SCAEVOLA, cit. Contra VA-
LLET, «art. 829», cit., y CASTÁN, Der. civil, VI-2, 7ª, Madrid, 1973, p. 580, sostienen
que, para que proceda el pago en metálico del exceso de valor de la cosa con la que
se mejora, ésta debe ser indivisible y proceder necesariamente su venta (art. 404) en
pública subasta para ser transformada en una suma de dinero.
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8 VALLET, cit.
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11 Dice la STS 1 febrero 1907 que los gravámenes sobre la mejora a que se re-
fiere el art. 824 del Código civil pueden consistir, entre otros, en prestaciones obli-
gatorias personalísimas como lo es que el mejorado ayude a sus hermanos necesita-
dos cuando éstos recurran a él.
12 VALLET, cit., p. 294; ESPINAR LAFUENTE, cit., pp. 399-405. Contra MORELL y
TERRY, cit., pp. 40-41, limitan los gravámenes del art. 824 a las cargas reales imponi-
bles sobre los bienes componentes de la mejora. Excluyen así de este precepto la con-
dición, la prohibición, el plazo e incluso la sustitución fideicomisaria sobre la mejo-
ra a que se refiere el art. 782.
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13 ESPINAR, cit., entiende como gravamen la sustitución vulgar, puesto que está
gravamen sobre el segundo tercio de la herencia que no ha sido dispuesto como me-
jora MANRESA, «art. 824», en Com. al Cc., VI-1, Madrid, 1973. Cfr. también PLANAS,
Der. civ. esp., II, Barcelona, 1925, p. 40.
15 MORELL y TERRY, cit.; FUENMAYOR, cit., p. 253, entienden que los beneficia-
rios de los gravámenes tienen que ser descendientes legitimarios. Así, p.ej., los nie-
tos podrán recibir la ventaja de un gravamen sobre la mejora sólo si su padre ha muer-
to, pues en tal caso son herederos forzosos del abuelo.
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17 Sobre el particular MELÉNDEZ VALDÉS, cit., pp. 195-198; LOZANO SICILIA, In-
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4. CONCLUSIONES
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1. CONSIDERACIONES GENERALES
1 ALBALADEJO, «... mejora presunta ...», en Rev. der. priv., XXXI (enero-diciem-
bre 1997), pp. 515-535, defiende la existencia de la mejora presunta, que se pro-
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3. CONCLUSIONES
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6 Puede cfr. URIARTE, «art. 827», en RCDI., V (nº 53, 1929), pp. 321-337 y GON-
ZÁLEZ, «Las conferencias del dr. Ferrara», en RCDI., V (1929), pp. 53-69.
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1. EL ORIGEN DE LA IRREVOCABILIDAD
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rencia. Es en tal instante del óbito cuando hay que valorar los
bienes y liquidar las deudas y cargas de la herencia, que ten-
drá también que asumir el mejorado, aunque de manera dis-
tinta si lo es en cuota (extra vires) o en cosa cierta (intra vires).
También es cuando procede apreciar la capacidad y, en su
caso, la indignidad del mejorado, hacer la partición (arts.
1056, 1057), etc.
Cabe asimismo mejorar por capítulos o por contrato onero-
so con un tercero mediante una donación ordinaria. Esta es una
donación con la finalidad de mejorar y, por ello, un contrato in-
directo. La entrega traditoria de los bienes en vida del mejo-
rante produce su adquisición por el mejorado. Y, si la entrega se
demora a la apertura de la sucesión, el mejorado tiene entre
tanto un crédito definitivo, por ser la donación indesistible (art.
1256) y la mejora irrevocable (art. 827), a su obtención. Ello le
atribuye las acciones de conservación (art. 1121), que pueden
llegar a la anulación de los actos fraudulentos (art. 1291,3º) o
lesivos (arts. 1074 y ss.) de la mejora.
No tiene mucho sentido, sin embargo, mejorar utilizando
una donación mortis causa. Pues, aunque ésta no se hiciera, el
mejorado recibiría la atribución patrimonial que acompaña a la
mejora en el mismo momento que si se hubiera hecho la dona-
ción, o sea a la apertura de la sucesión.
Cuando se mejora irrevocablemente mediante una dona-
ción entre vivos, la revocación de la donación conlleva también
la de la mejora. Pues, revocada la donación, no hay ya una atri-
bución patrimonial imputable al segundo tercio. Pero, si se re-
voca sólo la mejora, la donación subsiste.
La extinción de la mejora por premoriencia del mejorado
impide que la adquieran sus sucesibles por tratarse de un dere-
cho personalísimo. Pero no es impedimento para que adquie-
ran la cosa donada que, dada la irrevocabilidad de este contra-
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1 CASTÁN, Derecho civil, VI-2, 7ª, Madrid, 1973, pp. 572-573, dice que las pro-
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3 En el sentido del texto ALBÁCAR, Código civil, III-4ª, Madrid, 1995, pp. 968-
969 y antes de él VALVERDE, Tratado, V-2ª, Valladolid, 1921, p. 285, quien admite
promesas de mejorar y mejoras en capitulaciones a favor, no sólo de los hijos que
nazcan de ese matrimonio, sino también de los nietos. Puede cfr. también BLASCO, La
mejora irrevocable, Valencia, 1990, p. 200.
4 LACRUZ, Derecho de sucesiones, Barcelona, 1988, p. 476 y VALLET DE GOYTI-
SOLO, «art. 826», en Com. al Cc. dir. por ALBALADEJO, XI, p. 319.
5 MORELL y TERRY, Estudios, Madrid, 1894, pp. 48-52.
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6 ANNO, «La mejora ...», en Rev. der. not., XVI (nº 63, enero-marzo 1969), p. 46.
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7 MELÉNDEZ VALDÉS, «Variaciones sobre las legítimas», Rev. der. not., XVI
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8 A principios del siglo pasado se opinó que el art. 831 constituía una excepción
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mente potestativa («prudente arbitrio»); por lo cual, se añade, el art. 831 no se refie-
re a un pacto sucesorio ni excepciona la prohibición de los mismos. Así ALPAÑÉS, «La
delegación de la facultad de mejorar», en RGLJ., XXVI (nº 194, marzo 1953), pp.
273-331; ANNO, cit., pp. 20 y ss.; O’CALLAGHAN, «art. 831», en Com. al Cc. dir. por
SIERRA GIL, IV, Barcelona, 2000, p. 699. Pero todavía en el período descrito queda al-
guna opinión aislada en el sentido de que el art. 831 se refiere a un pacto sucesorio de
delegación de facultades, que excepciona al art. 1271,2º. En tal sentido, DÍAZ-FUEN-
TES, «Excepciones legales al personalismo de las disposiciones mortis causa», en
ADC., XVIII-3 (julio-septiembre 1965), pp. 877-909, quien cree, en efecto, que el
art. 831 excepciona al art. 1271,2º, pero no al art. 669, que prohíbe el testamento
mancomunado, ya que la delegación del art. 831 puede no ser recíproca.
9 LACRUZ y SANCHO, Derecho de sucesiones, Barcelona, 1988, p. 482.
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no solamente puede, sino que debe efectuar la partición de los bienes del premuerto,
como si fuera él mismo, entre los hijos comunes; ya que, por virtud de la delegación
sucesoria, el viudo actúa en nombre del fallecido. Deber éste además impuesto por la
necesidad de que la distribución termine en una adjudicación de bienes concretos y
determinados, pues de otro modo sería teórica e ilusoria. El citado autor añade que
la partición del viudo no es rescindible por lesión (art. 1075), porque la hace con su
«prudente arbitrio», lo que significa que no está sujeta al principio de igualdad en lo
posible de los lotes adjudicados (art. 1061). Siguen esta línea de pensamiento SAN-
TOS BRIZ, cit., p. 636; DOMÍNGUEZ RODRIGO, «El art. 831 ...», en Rev. gal. del der.,
XXXIX (nos. 459-461, 1982-83), pp. 1813-1823, 3-11, 1516-1522. Contra, DÍAZ-
FUENTES, cit., dice que el cónyuge viudo no puede efectuar la partición de los bienes
del premuerto, ya que no es «el testador» (art. 1056) ni «el difunto» (art. 1075), a par-
te de que la jurisprudencia ha prohibido partir al viudo (SSTS 8 febrero 1892, 16 ju-
nio 1898), a menos que renuncie a la titularidad hereditaria que le corresponde en la
sucesión del premuerto (STS 18 mayo 1932). MORELL, «Mejoras», en RGLJ., XLI
(t. 83, 1893), pp. 259-288, opina que al viudo le está prohibida la partición por ser he-
redero forzoso (art. 807,2º) y conforme a la STS 8 febrero 1892.
11 SCAEVOLA, cit., pp. 608 y ss.
12 ALPAÑÉS y DÍAZ-FUENTES, cits., consideran la exigencia de ser prudente en
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cada hijo común por pequeña que sea la cuota o parte que le en-
tregue13. «Prudente arbitrio» supone la posibilidad de que el
cónyuge distribuidor pueda motivar el reparto desigual que
realiza, atendiendo a las especiales circunstancias del caso. A
contra sensu, implica que la falta de suficiente motivación hará
impugnable la distribución o la mejora practicadas sin el debi-
do fundamento.
Hasta la reforma introducida en el Código civil por ley 13
mayo 1981 solamente era posible establecer la delegación de
facultades a que se refiere el art. 831 por virtud de capitulacio-
nes matrimoniales. Después de esta ley, el citado precepto aco-
ge también el testamento como medio idóneo de ordenar la
delegación y coherentemente suprime el requisito, a que an-
teriormente hacía referencia, de que el cónyuge ordenante
muriese intestado. Por ello, actualmente la delegación de fa-
cultades de distribución y mejora en el cónyuge viudo no cons-
tituye un sustitutivo, una suplencia del testamento que pudiera
faltar, sino un complemento de la última voluntad del premuer-
to. Para conjugar ésta con las disposiciones del cónyuge viudo
en el uso del poder en él delegado, se establece la subordina-
ción de la distribución y mejora que practique a «las legítimas
y las mejoras y demás disposiciones del causante» (art. 831).
Pues —como se indica— lo hecho por el cónyuge viudo en el
uso de sus facultades de distribución es un complemento, una
continuación o continuidad, que no puede contradecirla, de la
voluntad del causante. Tan es así, que tiene tan sólo un poder
delegado, es decir un poder representativo post mortem; el cual
no es distinto de cualquier otro poder de representación, de
modo que, si el causante, anticipándose, hace toda la distribu-
ción de sus bienes, no podrá ya disponer de ellos el cónyuge
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ESPÍN, Manual, V (Sucesiones), 5ª, Madrid, 1978, p. 456, quien considera que en el
art. 831 subyace un mandato recíproco entre los desposados a los efectos de distribuir
y mejorar a los hijos comunes aquél de los dos que sobreviva. Probablemente el error
procede de sobrevalorar que la delegación se hace en capitulaciones matrimoniales,
que son contratos, como tales normalmente productores de obligaciones recíprocas.
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15 ALBÁCAR, Código civil, III-4ª, Madrid, 1995, p. 983; VALLET, «art. 831», en
Doctrina y jurisprudencia del Cc., 5ª, Barcelona, 1999, «art. 831», quienes exigen
que el matrimonio se mantenga en la fecha de apertura de la sucesión del delegante.
Contra, VALVERDE, cit., BORRELL y SOLER, Derecho civil, V, Barcelona, 1954, p. 288,
y ANNO, cit., consideran que el cónyuge de buena fe en caso de nulidad del matrimo-
nio o declarado inocente en el divorcio o separación legal conserva las facultades de-
legadas. No convence esta última opinión, pues el conservarlas o perderlas no es una
cuestión de culpabilidad sino de fiducía, que desaparece con la inexistencia o con la
ruptura del vínculo conyugal.
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nieto padre vivente, sino específicamente a si, en concreto, el cónyuge viudo del art.
831 puede, o no, hacer este tipo de mejora, aunque a ella no se refiera en absoluto di-
cho precepto y aunque en la delegación no conste expresamente la facultad del su-
pérstite de mejorar al nieto, muerto o viviendo el padre de éste. MORELL, «Mejoras»,
en RGLJ., XLI (t. 83, 1893), pp. 259-288, admitió que el viudo mejorase al nieto a
falta de hijos comunes. SÁNCHEZ ROMÁN, SCAEVOLA, ANNO y VALLET DE GOYTISOLO,
cits., admiten la posibilidad de que el cónyuge delegado mejore al nieto incluso vi-
viendo el «hijo común», padre de éste.
En ningún caso, la doctrina ha analizado la posibilidad de que en la delegación
el ordenante atribuya expresamente la facultad indicada. Pero, no parece que el que
lo haga o no tenga importancia o eficacia, pues la solución que se dé depende del cri-
terio imperativo que sobre ésta materia se aplique a las legítimas. Puede cfr. también
SAPENA, «La fiducía conyugal», en Homenaje a Vallet de Goytisolo, VIII, Madrid,
1988, pp. 907-985. PUIG BRUTAU, Fundamentos, V-3, 3ª, Barcelona, 1984, p. 65, se
muestra muy cauto al admitir la mejora del nieto en el caso del art. 831, pero exi-
giendo que no haya hijos comunes legitimarios.
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19 VALLET, cit., considera que la partición realizada por el viudo no se rige por el
art. 1056, como si fuere hecha por el propio delegante premuerto, sino por el art.
1057, como ejecutada por una persona especialmente designada al efecto. Pero, en-
tiende que el viudo no tiene sólo «la simple» facultad de partir, ya que, en el uso de
su prudente arbitrio, no está sujeto al principio de igualdad en lo posible de los lotes
(art. 1061), sino que actúa libremente en el ejercicio de la facultad de distribuir y me-
jorar. También SCAEVOLA, cit., admite que el viudo pueda partir, pero, frente a LA-
CRUZ y SANCHO, cits., que consideran rescindible por lesión la partición, lo niega en
base a la libertad de distribuir los bienes que tiene el supérstite; aunque la entiende
impugnable por evidente descoincidencia con la voluntad del testador (art. 1075).
Contra DÍAZ FUENTES, cit., niega que el viudo pueda partir, ya que no es el testador
(art. 1056), incluso aunque renuncie a la herencia del premuerto.
20 LACRUZ y SANCHO, cits.
21 SCAEVOLA, ANNO y DÍAZ FUENTES, cits.
22 SANTOS BRIZ, cit., dice que en el caso del art. 831 no cabe la declaración de
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cónyuge supérstite la distribución de los bienes diferente del orden sucesorio intesta-
do. SCAEVOLA, cit., considera que tal declaración es, por lo mismo, innecesaria, pero
conveniente para identificar a los «hijos comunes» receptores de los bienes reparti-
bles por el supérstite. Pero, cree que la indicada declaración no sirve, en el caso del
art. 831, para definir el derecho hereditario de cada beneficiario, porque esta función
queda encomendada, por virtud de la delegación, al cónyuge sobreviviente.
23 DÍAZ FUENTES, cit.
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24 GARRIDO DE PALMA, «... art. 831», en Libro homenaje a ROCA SASTRE, III,
haga entrega gratuita de bienes, porque —dicen— que éstos no son suyos sino del
causante.
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de pendencia, que dura hasta la adjudicación de los bienes a cada uno de los cohere-
deros.
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marios pueden ser mejorados por el cónyuge sobreviviente y, si ello ocurriera, no val-
drían los actos dispositivos adoptados por los hijos comunes durante la yacencia he-
reditaria contrarios a los intereses de los descendientes mejorados. Por ello, entiende
que los hijos no pueden entre tanto codisponer de la herencia.
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6. CONCLUSIONES
32 VALLET,cit.
33 VALLET,cit.
34 SCAEVOLA, cit.
35 SCAEVOLA, cit.
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6. EFECTOS DE LA MEJORA
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incluso en cosa cierta (art. 829), por mucho que éste parezca un legatario, en cuanto
que lo es quien sucede a título singular. Lo que se debe a que, incluso el mejorado en
cosa determinada, ha sido previamente llamado a recibir en general los bienes here-
ditarios en su conjunto (art. 832); sólo que, por un acto particional posterior a la vo-
cación, queda aislada o apartada la cosa cierta del resto de los bienes. Por ello, —se
nos dice— el mejorado tiene en todo caso, aún en el del art. 829, la condición de he-
redero y con ella la posesión civilísima del as hereditario, la acción de petición de he-
rencia y la responsabilidad ultra vires por las deudas y las cargas de la misma, salvo
si la acepta a beneficio de inventario. Contra GARCÍA GRANERO, cit., pp. 805-830, ca-
lifica siempre al mejorado incluso en cuota de sucesor a título singular, como lo es el
legatario; pues recibe el bien o bienes de la herencia sin responder de sus deudas y
cargas, ya que la mejora se le entrega después de haberlas liquidado previamente , es
decir, neta.
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puesta del segundo tercio las disposiciones del Código civil so-
bre la mejora. Pero requiere la voluntad de favorecer al des-
cendiente mejorado en detrimento de los otros descendientes.
Si la intención es, en efecto, ésta, se producirán dos conse-
cuencias coetáneas; una, la conversión del segundo tercio he-
reditario de legítima amplia en una porción voluntaria (mejo-
ra), otra, la entrega de ésta o parte de ella al mejorado, además
de su legítima.
La imputación a la mejora es tan esencial que no es sufi-
ciente la mera atribución patrimonial. En este caso de atribu-
ción sin imputación, habrá que reducir la donación (arts.
819,1º, 820,1º) o el legado (art. 820,2º) para conseguir la inte-
gridad de la legítima amplia. La imputación es expresa, tácita
o, al menos, presunta. Por presunta debe entenderse la que re-
sulta de las atribuciones de valores o bienes a los tercios here-
ditarios, la que se deduce de su encaje o falta de encaje en ellos
de un modo matemático, siempre y cuando no vaya contra la
voluntad del testador.
2. EL DERECHO DE ACRECER
presa, de un mejorado por otro que deja una porción vacante es de ALBI, cit., pp. 114-
119. Idea digo porque la tiene, aunque no la fórmula como lo hace el texto. Pero GON-
ZÁLEZ PALOMINO, y no le falta razón, añade que el derecho de acrecer se deriva del
carácter solidario de cualquier vocación sucesoria; por lo que acontece en la sucesión
testada e intestada, en la legítima, en la mejora, y en la parte libre, con tal de que va-
rios sean llamados a suceder sin especial asignación de partes.
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Por ello, es del todo seguro, pese a que la letra del art.
985,2º pudiere remotamente producir cierta confusión, que
hay derecho de acrecer en la mejora a la que se llama a varios
favorecidos sin especial asignación de partes (art. 982,1º).
A favor está también que «entre herederos forzosos el dere-
cho de acrecer sólo tendrá lugar en la parte de libre dispo-
sición» (ex art. 985,1º), lo que es extensible a la porción de
mejora. Y es que, una vez dispuesta la mejora, ésta es ya
una «parte de libre disposición». El derecho de acrecer tie-
ne también lugar entre comejorados legatarios por serlo en
cosa cierta (art. 829), ya que les es expresamente aplicable
(art. 987).
3. EL DERECHO DE REPRESENTACIÓN
p. 290; MANRESA, cit., pp. 761-774. Hay que entender esta opinión favorable al dere-
cho de acrecer en ella, y, si no puede tener lugar (p.ej., premoriencia, renuncia o in-
dignidad también de los otros mejorados), la mejora se reintegrará en la legítima.
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4. INSCRIBIBILIDAD DE LA MEJORA
5 GONZÁLEZ PALOMINO, cit., dice que el que el acrecimiento se produzca por vir-
tud del carácter solidario del llamamiento sucesorio a varios mejorados en la misma
cosa o cuota, explica que no sea necesaria una nueva aceptación de la parte corres-
pondiente de la porción vacante, además de la de la mejora; pues, por el acrecimien-
to no se recibe una nueva cuota sino un incremento de la propia.
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6. CONCLUSIONES
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CONCLUSIONES GENERALES
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Tan irrevocables como las mejoras del art. 827 lo son las
promesas de mejorar o no mejorar hechas en capitulaciones
matrimoniales por escritura pública (art. 826); pues, aunque
como promesas sean negocios jurídicos unilaterales (pero re-
cipticios por el promisario), equivalen a mejoras perfec-
tamente constituidas (dada su indisponibilidad, art. 826,2º).
Por ello, el testamento posterior revocándolas es nulo en este
punto.
A pesar de que la facultad de testar por ser personalísima
no puede encomendarse a otro (art. 670) ni, por lo mismo, es
posible el testamento mancomunado, sea recíproco o en bene-
ficio de un tercero (art. 669), y que la facultad de mejorar es in-
delegable (art. 830), cabe la excepción contenida en el art. 831.
Esta regla debe considerarse, por referirse a una delegación, no
un contrato sucesorio permitido (contra la prohibición, art.
1271,2º), sino un negocio jurídico unilateral de naturaleza su-
cesoria. Pues, las facultades de distribución y mejora de los
bienes del difunto entre los hijos comunes por el cónyuge viu-
do, se actúan tras la muerte del delegante.
El art. 831 está construido sobre la fiducía de la relación
matrimonial. Por ello, nada importa que, si el matrimonio base
de la delegación se declaró nulo o hubo divorcio o separación,
el viudo hubiese sido el cónyuge inocente o el de buena fe;
pues, aún así, no tendría ya más las facultades de distribución
y mejora encomendadas en la confianza del buen funciona-
miento del matrimonio.
El plazo de párrafo 2º del art. 831 debe entenderse de ca-
ducidad y no de prescripción.
El cónyuge supérstite puede distribuir y mejorar por cual-
quier medio en derecho, así, p. ej., por virtud de una donación
o de un legado, ordenado éste en su propio testamento. Tam-
bién puede imponer modos o condiciones a la mejora o a la
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ÍNDICE
Prólogo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9
2. ELEMENTOS PERSONALES
1. Consideraciones generales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 29
2. La mejora ordenada a favor de descendientes no legi-
timarios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 30
3. Conclusiones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 35
3. EL OBJETO DE LA MEJORA
1. Consideraciones previas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 39
2. La mejora en cosa determinada . . . . . . . . . . . . . . . . . 43
3. Gravámenes sobre la mejora . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 47
4. Conclusiones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 52
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ÍNDICE
6. EFECTOS DE LA MEJORA
1. Efectos que produce la mejora . . . . . . . . . . . . . . . . . . 99
2. El derecho de acrecer . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 103
3. El derecho de representación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 105
4. Inscribibilidad de la mejora . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 108
5. Efectos de las mejoras irrevocables . . . . . . . . . . . . . . 109
6. Conclusiones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 112
Bibliografía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 125
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