Está en la página 1de 17

CUESTIONES PRÁCTICAS DEL PROCESO MONITORIO

I INTRODUCCIÓN

Es bastante unánime la opinión de que la Ley


Enjuiciamiento Civil 1/2000 está prestando un buen servicio,
necesario aunque no suficiente, a la modernidad de nuestro
sistema de Justicia Civil.

Entre sus muchas novedades, hoy ya una realidad


cotidiana, se encuentra el procedimiento monitorio, de
acreditada utilidad en el Derecho Comparado pero
desconocido hasta entonces en nuestro Ordenamiento
Jurídico.

En el presente estudio se afrontará una visión


sustancialmente práctica sobre cuestiones controvertidas que
han ido apareciendo y podrán seguir haciéndolo en la
aplicación de este procedimiento.

La visión del autor se ha visto enriquecida por el


intercambio de visiones con otros juristas prácticos en el
marco del Encuentro entre Magistrados de las Audiencias y
de los Juzgados de 1.ª Instancia celebrado en Santiago de
Compostela en el mes de Mayo de 2009.

II BREVE CONSIDERACIÓN TEÓRICA SOBRE LA


MATERIA
El enfoque práctico del trabajo no puede prescindir de
establecer como punto de partida teórico, de la conceptuación
y fundamento del Monitorio, que no es sino la necesidad del
agilizar procedimientos con ausencia de oposición del deudor,
basados en el impago de una deuda.

En efecto, mediante el MONITORIO el acreedor


mediante un proceso especial y privilegiado puede conseguir
la creación rápida de un título ejecutivo que le permita la
satisfacción del crédito impagado.

El procedimiento, como indica su raíz etiológica, se


funda en la presentación de un documento de los que
ordinariamente documentan créditos, que justifica el
requerimiento al deudor para que pague o de razones para la
oposición.

Nuestro legislador ha sido prudente en su introducción


en nuestro Ordenamiento Jurídico pues no opta por el
monitorio puro (países del Norte y Centro Europa) basado
en la declaración del acreedor y despachado por
el Rechtspfleger (similar a nuestro Secretario Judicial)), sino
por el monitorio documental (Francia, Italia) en el que al
acreedor no le basta con decir que se le debe, sino que tiene
que aportar un principio de prueba documental que es
controlado por el Juez como paso previo a emitir el
requerimiento monitorio.

Desde la atalaya de estos ocho años de monitorio


podemos decir que el mismo ha funcionado razonablemente,
pero que existen diversas dudas prácticas que con toda
modestia se pretenden analizar en este trabajo.

III - EL TIPO DE DEUDA

Señala la Ley de Enjuiciamiento Civil (art. 812) que ha


de tratarse de una deuda dineraria, vencida y exigible de
cantidad determinada que no exceda de 30.000 euros.

No ofrece duda la exclusión de la reclamación por esta


vía de las prestaciones de hacer, o entregar cosa diferente del
dinero, siendo además necesario que esa deuda dineraria no
esté sujeta ni a condición ni a término, que es tanto como
decir que sea exigible en el momento de la reclamación
monitoria.

Pero además la deuda ha de ser líquida, es decir ha de


estar fijada en una cantidad cierta no sujeta a la necesidad
de ser establecida por una decisión voluntaria o judicial, sin
que parezca que presente inconveniente aquella para cuya
fijación únicamente se precisen operaciones aritméticas
sencillas, pues lo único que está excluido es la incertidumbre
en la fijación.

Las dudas afloran con mayor intensidad cuando


hablamos de las deudas vencidas de una obligación que
establece pagos periódicos, aunque existe bastante
uniformidad en el criterio de que, si el propio contrato
incorpora una cláusula de vencimiento anticipado, también
estas deudas pueden ser reclamadas por esta vía (1). Por
ejemplo, una póliza de préstamos en la que se pacta que el
impago de alguna de las cuotas permite a acreedor efectuar la
liquidación y vencimiento anticipado.

También puede ofrecer dudas la exigencia de "cuantía


no superior a 30.000 euros", manifestación que parte de
la doctrina crítica en cuanto a que se haya mantenido sin
eliminar el límite por no respetar la Directiva 35/2000
transpuesta a nuestro Ordenamiento Jurídico mediante
la Ley 3/2004.

Parece que no ofrece duda que si la deuda es por una


cantidad mayor, puede el acreedor acudir al monitorio si
renuncia a la reclamación del exceso.

En el caso de que sean varios deudores por un mismo


título habrá que entender por "deuda" la suma de lo
reclamado.

De lege ferenda parece conveniente eliminar el límite


cuando ya a nivel de la Unión Europea el Reglamento
1896/2006 del Proceso Monitorio Europeo no establece
ninguna limitación por razón de la cuantía.

Por último no puede dejar de señalarse la polémica


sobre la posibilidad de acudir al procedimiento monitorio
contra más de un deudor. Ante todo, parece evidente la
posición negativa cuando la deuda nazca de un título
diferente. Por el contrario, cuando la deuda nace de un
mismo título, por ejemplo una Comunidad de Propietarios
contra tres propietarios morosos de las correspondientes
cuotas, parece que no debe existir impedimento, pues aunque
es verdad que la postura que puede adoptar cada deudor es
diferente: uno paga, el otro no comparece y el otro se opone,
el procedimiento admite archivar el procedimiento respecto al
primero, despachar ejecución respecto al segundo y convocar
a juicio respecto al tercero (2).

IV – DOCUMENTOS

Toda la doctrina está de acuerdo en la configuración


legal como "númerus apertus", al efectuarse una
enumeración ilustrativa y no tasada que admite múltiples
variedades de documentos, tanto contractuales, como
unilaterales; tanto firmados, como no firmados, siempre que
sean de los que "habitualmente documentan los créditos y
deudas en relaciones de la clase que aparezca existente entre
acreedor y deudor".

Por tanto podrán ser tanto facturas, como pagarés,


albaranes, etc.

Se plantea la duda en relación con las "certificaciones


bancarias", respecto de las cuales la doctrina de las
Audiencias está dividida, aunque con una mayoría a favor de
la admisión de tales documentos, aún cuando no vengan
acompañados por otros complementarios y ello porque:
a) la propia dicción legal en el art. 812.1.2ª incluye en el
listado a este tipo de documentos.

b) porque el sistema parte de el principio de la buena


apariencia jurídica que debe ser interpretada de forma
flexible para no desnaturalizar la institución.

c) porque, en definitiva, basta la oposición del deudor para


que el acreedor venga obligado a justificar debidamente la
existencia de la deuda certificada.

Mayores problemas presenta la admisión de


documentos cuyo soporte no sea papel sino digital o
informático, cuestión no baladí si consideramos el incremento
de relaciones jurídicas a través de Internet y por tanto el
incremento de reclamaciones nacidas de este tipo de
contratos que en varios aspectos ya han sido objeto de
regulación (3). Partiendo de la amplia conceptuación legal del
término documento parece que no debe existir obstáculo a su
admisión.

Puede resultar también controvertida la posibilidad de


acudir al monitorio como alternativa a otro proceso especial
como en el caso del proceso cambiario o la jura de cuenta.
Dicho en otros términos, algún autor (4) mantiene la
improcedencia del monitorio cuando existe un procedimiento
específico para el tipo de reclamación. Según esta tesis el
tenedor de una letra de cambio o pagaré no podría acudir al
monitorio, ni tampoco el letrado o procurador para
reclamación de sus honorarios o derechos a su cliente,
opinión que no compartimos, pues encajando los documentos
dentro de la exigencia legal del procedimiento monitorio el
mismo constituye una alternativa libre y lícita que no es
incompatible con la existencia de otras causas específicas.

V- COMPETENCIA

Resulta peculiar y novedoso el régimen específico que


nuestro legislador ha establecido para el proceso monitorio, el
cual viene configurado por un doble parámetro:

a) existencia de un fuero legal electivo para el acreedor que


consiste en la alternativa subsidiaria entre, en primer lugar,
el domicilio del deudor, y si no fuese conocido el del lugar en
que el deudor pudiera ser hallado a efectos de requerimiento
de pago por el tribunal (5).

b) exclusión de las normas sobre sumisión expresa ó tácita


contenidas en la parte general de la L.E.C.

Este régimen particular está planteando en la práctica


actuaciones judiciales discrepantes entre los tribunales. Un
frecuente error consiste en archivar el expediente por falta de
competencia en cuanto el deudor no aparece en el domicilio
señalado en la solicitud monitoria. Es evidente que la
comunicación del requerimiento monitorio es un acto
procesal de gran trascendencia que excluye la vía edictal (6),
pero antes de la declaración de incompetencia parece
razonable dar traslado a solicitante para que pueda aportar
un nuevo domicilio o solicitar el auxilio judicial para su
averiguación. De estas actuaciones puede resultar su
localización dentro o fuera de la demarcación judicial o bien
domicilio desconocido, siendo diversas las consecuencias
jurídicas. La aparición dentro de la demarcación debe dar
lugar a un nuevo acto de comunicación en dicho domicilio.
En caso de que fuese en otra diferente, es cuando procedería
la inhibición a dicho juzgado (art. 58 LEC). El sobreseimiento
o archivo del expediente, que no la declaración de
incompetencia únicamente procede en el supuesto de
domicilio desconocido.

A los anteriores supuestos podríamos añadir la posible


determinación del domicilio en un país extranjero.

En este supuesto será necesario distinguir a su vez si


ese país está dentro o fuera de la Unión Europea. Así en el
primer caso, entiendo que lo procedente sería dar traslado al
solicitante del monitorio a fin de que pueda elegir entre
acudir al Procedimiento Monitorio Europeo que sería
procedente si ese domicilio se encuentra en un país
comunitario y ya lo era en la fecha de presentación de la
solicitud o en el caso de que fuese un cambio posterior, o
cuando así lo solicitase pudiese el reclamante solicitar la
aplicación del Reglamento 1393/2007 sobre Notificación y
Traslado de Documentos.
Si estuviésemos ante un domicilio en un país no
comunitario habría que acudir a los instrumentos
convencionales que pudiesen estar en vigor, o en su caso
al Principio de Reciprocidad.

Aunque la mayoría de los supuestos dudosos se


plantean en este ámbito de la controvertida competencia
también pudieran darse supuestos controvertidos sobre la
atribución de jurisdicción.

VI - PETICIÓN MONITORIA

A diferencia de los procedimientos ordinarios, la


petición monitoria no requiere de demanda, siendo suficiente
un escrito (que incluso es facilitado por los servicios de
Atención al Ciudadano), con la mera reseña de las
identidades y domicilios de acreedor y deudor, cuantía que se
reclama y lógicamente acompañado del documento que
sustenta el crédito reclamado.

No es necesaria la intervención de Abogado y


Procurador, a diferencia de lo que ocurre cuando se formula
oposición por el deudor, pues entonces entran ya en juego las
reglas generales en materia de postulación y si supera los
900 euros la operación ha de ir suscrita por Abogado (7).

Se plantea la duda de la posibilidad de solicitar


coetáneamente medidas cautelares. En el monitorio de
reclamación a morosos de Comunidades de propietarios, tal
posibilidad aparece expresamente contemplada en el art. 21.5
de la L.P.H., pero nada se dice en relación con el que
podríamos llamar monitorio ordinario. La brevedad del
procedimiento puede llevar a pensar en su improcedencia,
pero lo cierto es que no está excluida la misma y por tanto no
debería existir óbice para la inadmisión de medidas
cautelares, aunque en este caso la cuestión de la postulación
quedaría modulada siguiendo el régimen propio de las
medidas cautelares que no es otro que el ordinario.

También puede ser polémica la admisibilidad de los


intereses de la deuda monitoria, y ello ante el silencio de la
L.E.C., a diferencia de lo que ocurre en el Procedimiento
Monitorio Europeo que expresamente contempla esta
posibilidad.

Los intereses vencidos y exigibles forman parte de la


deuda en el momento de su reclamación y por tanto no debe
existir obstáculo para su reclamación vía monitorio. Por otra
parte el art. 816.2 dispone que desde que se despacha
ejecución la deuda devengará los intereses de mora procesal
previstos en el art. 576.2 de la LEC.

Pero, nada se dice de los intereses intermedios esto es


los que se pueden devengar durante la tramitación del
expediente, en concreto entre la presentación y el auto
despachando ejecución, cuestión no baladí, si tenemos en
cuenta que el auto despachando ejecución ha de concretar la
cantidad por la que se efectúa tal pronunciamiento ejecutivo.
La solución podría ser que tanto la petición monitoria como el
auto ejecutivo mencionen la solicitud y condena de los
intereses de tramitación.

Cuestión distinta es la que se refiere a las costas, pues


al no ser necesario Abogado y Procurador, la mención a las
costas no parece necesaria y si se incluye puede constituir un
pronunciamiento vacío que deja de serlo en el caso de
oposición del deudor pues entonces sí que rige la regla
general en materia de costas.

VII- VALORACIÓN JUDICIAL DE LA PETICIÓN


MONITORIA

De la lectura conjunta y separada de los art. 812 y 815


parece deducirse un distinto grado de intensidad en la
valoración judicial de los documentos a la hora de que el juez
dicte la providencia de admisión.

En efecto, los documentos reseñados en el apartado 2


del art. 812 permiten una práctica "automaticidad" de la
admisión del requerimiento, a diferencia del resto, respecto
de los cuales la Ley habla de que constituyesen "a juicio del
tribunal un principio de prueba del derecho del peticionario".

Existe una lógica explicación ante la mayor entidad


probatoria que enumeran los supuestos descritos en ese
apartado 2.

Evidentemente además del citado control del "fumus"


documental, existen los controles ordinarios sobre
jurisdicción, competencia y capacidad procesal que
conjuntamente con aquél conforman el ámbito propio de la
valoración judicial tras la presentación de un Monitorio.

VIII - POSTURAS DEL DEUDOR

1 - Incomparecencia del deudor

Practicado el requerimiento, si en el plazo de 20 días ni


paga, ni se opone, prevé el art. 816 la consecuencia de que
"se despachará ejecución por la cantidad adeudada".

Los que conocen la práctica judicial cotidiana son


privilegiados observadores de cómo una norma igual para
todos puede ser aplicada desigualmente por muy diversos
motivos, entre los cuales alguno es tan poco científico como el
"aquí siempre se hizo así".

Se trae a colación la cita en este punto, pues aquí


empiezan inexplicables diferencias procedimentales que no
pueden ampararse en la interpretación cuando el texto legal
no lo permite. En efecto, el despacho de ejecución es
automático, sin necesidad de petición del acreedor monitorio.
Sin embargo en algunos tribunales se espera la expresa
petición del acreedor para su dictado lo que constituye una
innecesaria dilación del procedimiento.

Cuestión distinta es que el acreedor luego haga uso de


ese título ejecutivo respecto de lo cual también pueden
plantearse diferentes comportamientos judiciales, pues
algunos tribunales notifican el auto y exigen la presentación
de demanda ejecutiva, mientras que a otros les basta un
simple escrito instando la ejecución postura que parece a
nuestro juicio la más correcta.

2 - Pago por el deudor

El art. 817 establece nítidamente que si el deudor


atendiese el requerimiento de pago, tan pronto como lo
acredite, se le hará entrega de justificante de pago y se
archivarán las actuaciones.

A pesar de la claridad de la dicción legal también aquí


surgen dudas. Algunos entienden que el pago ha de ser
extrajudicial apoyándose en la frase "tan pronto como lo
acredite" argumentando además que el Juzgado no es una
oficina bancaria.

Sin embargo entiendo, con la mayoría, que nada debe


impedir que el deudor venga a consignar al Juzgado el
importe de la deuda monitoria, en cuyo caso el Secretario
Judicial le indicará la forma y lugar del ingreso, y una vez
efectuado, expedirá el justificante oportuno.

Además nada debería impedir tampoco admitir un pago


por cantidad inferior, pues evidentemente se minoraría en
dicha medida el despacho de ejecución.

Por tanto, el pago puede ser tanto en el juzgado o extra-


procesalmente, y por la totalidad o por una cantidad inferior.
Si el pago es por la totalidad la consecuencia jurídica es el
archivo de las actuaciones pues ha quedado satisfecha la
tutela judicial tras el pago al acreedor y la justificación
documental del mismo al deudor.
Si por el contrario el abono fuese por cantidad inferior a
la reclamada y no hubiese oposición por la diferencia, la
consecuencia tendría que ser el despacho de ejecución por
dicha diferencia.

3 - Oposición del deudor

Al deudor le basta oponerse para que el monitorio


pierda su naturaleza especial y privilegiada y las partes
hayan de dirimir su contienda a través del procedimiento
contencioso que corresponda según la cuantía.

A diferencia de lo que ocurre con la petición monitoria si


la oposición es frente a una reclamación superior a 900 euros
es necesaria la firma de Abogado y Procurador.

Al igual de lo que ocurre con el pago, la oposición puede


ser parcial, esto es, el deudor puede reconocer una deuda
(abonándola o no) y oponerse por entender que la
reclamación que se le efectúa es por cantidad superior
(pluspetición). Estamos ante un allanamiento parcial que
tendrá el tratamiento legal específico (art. 21.2 de la L.E.C.).

Los principales problemas prácticos que genera esta


tercera postura del deudor son:

a) la eventual preclusión de causas de oposición

b) la eventual extemporaneidad de prueba documental por el


acreedor

c) la tramitación procesal a desarrollar.

En relación con la primera cuestión, ha sido objeto de


amplio debate la posibilidad de que el deudor al contestar la
demanda subsiguiente a la oposición pueda o no alegar
causas o motivos diferentes a los que alegó en el momento de
la oposición.

El criterio esencial para resolver esta duda consiste, a


mi juicio, en la proscripción de la indefensión, de suerte que
lo que hay que evitar es una actuación sorpresiva que deje
sin posibilidad de defensa a la parte contraria.

Pensemos en una reclamación monitoria que, por ser


inferior a 900 euros, da lugar ante la oposición del deudor a
la inmediata convocatoria de vista en cuyo acto el acreedor
ratifica su petición y al contestar el demandado alega la
prescripción de la acción que no había sido invocada al
oponerse.

Por el contrario pensemos en una reclamación


monitoria que por su cuantía ante la oposición del deudor se
reconvierte en ordinario con nueva presentación de demanda,
que da lugar a la oportuna contestación y trámites
subsiguientes.

No parece que ambos supuestos merezcan una misma


solución. El primer caso se puede justificar bien la
suspensión del acto para que el acreedor pueda alegar y
probar sobre la oposición novedosamente invocada, bien la
improcedencia de la nueva causa por preclusión.

En el segundo la iniciación de un proceso nuevo por sus


trámites ordinarios permite excluir la preclusión de las
alegaciones.
Íntimamente relacionada con la cuestión se encuentra
la del momento de presentación documental, aunque en este
caso parece claro que no tiene el acreedor que presentar en el
momento inicial del monitorio toda la batería documental de
que disponga, pues se trata únicamente de acompañar el
documento que recoge la deuda y esperar la postura del
deudor. Ante la oposición de éste, entiendo plenamente
justificada bien en la vista convocada de inmediato, bien con
la posterior demanda completar la documental según las
reglas ordinarias.

Por último y en relación con el cauce procedimental, lo


único que parece claro es que la competencia corresponde al
mismo juzgado, pues en cuanto a los demás aspectos existen
muy diferentes modos de interpretar la dicción legal al
respecto.

Desde nuestro punto de vista, la solución procesal


correcta consiste en

a) Caso de que no exceda del juicio verbal.

En este supuesto, tras el escrito de oposición procede que en


el mismo expediente se convoque a las partes a una vista que
se celebraría por los trámites del juicio verbal, en cuyo acto el
reclamante tiene la posibilidad de bien verbalmente o por
escrito concretar su pretensión y acompañar documental
diferente a la acompañada inicialmente. En el supuesto de
una invocación de oposición diferente por el demandado el
Tribunal deberá actuar de forma que no se cree indefensión a
ninguna de las partes.
b) Caso de que excediera del verbal.

Aquí la duda es si la demanda da lugar a un nuevo


expediente o a otro diferente, entiendo que es preferible
incoar otro expediente ante el mismo Juzgado, siendo la
tramitación similar a la de cualquier otro sin monitorio
previo.

IX CONCLUSIONES

1) El proceso monitorio ha funcionado de forma


satisfactoria ayudando a depurar los procedimientos
judiciales de reclamación de cantidad.

2) Parece oportuno eliminar la limitación de cuantía


existente atendiendo a la Directiva 35/2000 y a la
inexistencia de tal límite en el Reglamento 1896/2006 del
Proceso Monitorio Europeo

3) Convendría que el legislador eliminase mediante la


oportuna reforma las dudas existentes sobre:

a) la suficiencia de determinados documentos

b) la competencia territorial

c) preclusión o no de las causas de oposición

d) automaticidad del despacho de ejecución

e) causas procesales en cado de oposición del despacho

También podría gustarte