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Título: La acción de revocación de la donación por incumplimiento de cargos


Autor: Freytes, Alejandro E.
Publicado en: LA LEY 22/06/2011, 22/06/2011, 9 - LA LEY2011-C, 646
Cita Online: AR/DOC/1976/2011
Sumario: I. Antecedentes.- El caso anotado.- II. La revocación de la donación.- III. Incumplimiento de los
cargos impuestos al donatario.- IV. La solución brindada por la Corte Suprema de Justicia de la Nación.- V. La
disidencia del Dr. Fayt.- VI. Reflexiones Finales.-
I. Antecedentes. El caso anotado
Juan Girondo donó al Museo Nacional de Bellas Artes (MNBA) de la ciudad de Buenos Aires a comienzos
del siglo pasado varias obras pictóricas de su valiosa colección, imponiendo al donatario eleve a escritura
pública el acuerdo concertado, asigne su nombre a una de sus salas y mantenga perpetuamente los cuadros en el
centro cultural. Varias décadas después uno de sus herederos, Alberto Eduardo Girondo, inició acción de
revocación de la donación en contra del Estado Nacional, aduciendo la inejecución de la obligación de elevar el
convenio a escritura pública. Después, al alegar en primera instancia y al expresar agravios en contra de la
sentencia que dictara el Tribunal de Primer Grado, amplió su queja denunciando dos irregularidades más: la
referida ausencia de la imposición del nombre de su abuelo a una dependencia del Museo y la violación de
mantener en todo momento los cuadros dentro de la entidad cultural. La sentencia de grado, confirmada por la
Cámara de Apelaciones en lo Civil y Comercial Federal de la ciudad de Buenos Aires admitió la excepción de
prescripción liberatoria opuesta por el Estado Nacional y rechazó la demanda de revocación. El Máximo
Tribunal de la Nación, por mayoría, confirmó las decisiones de las sedes anteriores.
II. La revocación de la donación
En principio la donación es irrevocable por la sola voluntad del donante o por causales que no estén especial
y legalmente previstas, pues, de lo contrario, se cerniría una inadmisible incertidumbre sobre el derecho
transmitido al donatario.
Es casualmente la naturaleza contractual (1) de la donación la que impone esa irreversibilidad salvo casos
excepcionales regulados según estrictas reglas de procedencia y acotados efectos que son propios de una figura
netamente convencional.
Así, la irrevocabilidad por la sola voluntad del donante, como ha dicho Messineo con acierto, revela ese
carácter contractual en la donación, que siempre tiene fuerza obligatoria y constituye un dar y recibir
definitivos. (2)
Nuestro Cód. Civil lo ha destacado en dos oportunidades de modo categórico: en el art. 1802, impidiendo
que mediante condiciones aún posibles y licitas, pueda el donante directa o indirectamente, reservarse el poder
de revocarla, neutralizar o restringir sus efectos; y en el art. 1848 diseñando un sistema numerus clausus de
causales expresamente contempladas.
En ese orden de ideas, nuestro derecho positivo (art. 1848 a 1868 del Cód. Civil), sólo admite tres causales
taxativas de revocación: a. incumplimiento de los cargos impuestos al donatario, b. ingratitud del donatario y c.
supernacencia de hijos al donante después de celebrada la donación, si el evento estuviere expresamente
previsto en el acuerdo.
Y en lo que aquí nos interesa, los arts. 1849 y 1850 del Cód. Civil facultan al donante y sus herederos a
pedir la revocación de la donación ante la inejecución de los cargos impuestos al donatario, cualquiera fuere la
causa del incumplimiento, aunque la prestación se hubiere vuelto imposible por circunstancias independientes
de su voluntad, salvo que la imposibilidad hubiere advenido antes de que el obligado hubiere sido constituido en
mora.
III. Incumplimiento de los cargos impuestos al donatario
En el momento de consumar la liberalidad, el donante puede imponer al donatario un cargo o modo,
imposición nada extraña si se para mientes que el acto beneficia al segundo sin una correlativa ventaja para el
primero. Normalmente es un recurso para compensar el beneficio acordado, y satisfacer intereses particulares
del benefactor.
El cargo entraña entonces una obligación accesoria que se endilga al adquirente de la cosa transmitida
limitando o restringiendo el derecho adquirido. Lo definió Vélez en la nota al art. 558 del Cód. Civil, siguiendo
al romanista Mackeldey "Entiéndase por modo toda disposición onerosa por medio de cual el que quiere
mejorar a otro, limita su promesa exigiendo de él y obligándole a una prestación en cambio de lo que recibe...El
modo puede existir lo mismo en los actos de beneficencia que en los de título oneroso; pero es de advertir que

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en los primeros tiene el donador en los casos que no se ejecute el modo, la elección de intentar su acción, bien
sea para la ejecución del modo, o para la restitución de lo que ha dado, mientras que en los segundos, se limita
su acción a pedir la ejecución del modo. Derecho Romano, parágrafo 179."
En la medida y proporción del cargo, el acto gratuito de la donación participa parcialmente de una
naturaleza lucrativa, por lo que en principio, se aplican a esta porción de la donación las reglas contenidas en los
arts. 558 a 565 del Cód. Civil que regulan las obligaciones con cargo, aunque es dable extender este régimen a
los actos jurídicos en general y no sólo a las donaciones.
Específicamente la donación admite la variedad de un cargo resolutorio (art. 559 del Cód. Civil) a través del
cual se permite al imponente reclamar a su solo arbitrio el cumplimiento de la carga accesoria o bien, en casos
extremos, la resolución del beneficio acordado. (3)
Como ya se adelantó, el cargo desdibuja el carácter eminentemente gratuito de la donación, y aun cuando no
entrañe una verdadera contraprestación o contravalor del beneficio acordado, llega a tener tanta influencia en la
naturaleza jurídica del acto, que supone un desplazamiento parcial del régimen legal aplicable hacia otro
reservado a negocios puramente onerosos o mixtos (art. 1827 y 1828 del Cód. Civil), haciendo responsable al
donante por ejemplo, de la evicción y los vicios redhibitorios, o impidiendo la declaración de inoficiosidad (art.
1832 inc. 2 del Cód. Civil).
Ello no obstante, compartimos con Belluscio (4) que la imposición de esta obligación accesoria no muda la
naturaleza esencialmente gratuita de la donación, que continúa teniendo tal carácter en todo lo relativo a la
forma, capacidad de los sujetos, aceptación, efectos, etc.
El obligado natural del compromiso es el donatario, o sus sucesores si éste fallece sin haber satisfecho la
imposición, cualquiera fuere su naturaleza, salvo que tuviere carácter intuitu personae.
Los beneficiarios del cargo sólo pueden ser el donante o los terceros (art. 1826 del Cód. Civil), pero nunca el
donatario, pues en este último supuesto la cláusula entrañaría un mero consejo que dejaría al beneficiario en
libertad absoluta de cumplirlo, sin posibilidad de ejecución forzosa de parte del imponente. (5)
Cuando el cargo fue establecido a favor del donante, y el donatario no cumple en tiempo y forma oportunos,
puede aquél —como ya se precisó— ejercer a su arbitrio la acción de cumplimiento forzado o la de revocación
de la donación (art. 1852 del Cód. Civil). Estas opciones se extienden a sus sucesores universales (arts. 1852 y
3842 del C. Civil), pero no a los terceros o a sus acreedores en ejercicio de la acción subrogatoria (art. 1196 del
Cód. Civil) (6) que sólo pueden intentar el cumplimiento forzado. (7)
Si en cambio el cargo se estableció en provecho de terceros ajenos a las partes contratantes, la acción de
cumplimiento corresponde a los beneficiarios de la obligación accesoria, y a sus sucesores o acreedores que
pueden subrogarse en ese derecho (art. 1829 del Cód. Civil), pero están inhabilitados para peticionar la
revocación, por la sencilla y elemental razón de que esta facultad está sólo reservada a quienes detentaron la
calidad de partes del negocio concertado. Nadie puede revocar un contrato del que no participó.
Correlativamente, en este último supuesto —cargos en provecho de terceros—, el donante no puede
promover el cumplimiento forzado de la obligación (art. 1829 del Cód. Civil), estándole reservada solamente la
revocación, según un criterio excesivamente utilitarista manifestado por Vélez y sustentado en el hecho de que
como no media interés del donante en que el cargo se cumpla, sino en el tercero en beneficio de quien se
estipuló, no corresponde asignarle la facultad de exigir el cumplimiento.
La limitación, que contradice la máxima inveterada en derecho que quien puede lo más puede lo menos, ha
merecido duras críticas doctrinarias, que compartimos por ampliamente convincentes. (8)
IV. La solución brindada por la Corte Suprema de Justicia de la Nación
La sentencia que comentamos del Máximo Tribunal de la Nación, confirmó por mayoría las decisiones
previas del Tribunal de Primera Instancia y de la sala II de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil y
Comercial Federal de la ciudad de Buenos Aires, haciendo lugar a la prescripción liberatoria opuesta por el
Estado Nacional y rechazando la demanda articulada por el heredero del donante, que persiguió la revocación de
la liberalidad y la restitución de 25 obras pictóricas que aquel había donado al Museo Nacional de Bellas Artes a
comienzos del siglo pasado.
Una lectura detenida del voto de la mayoría permite inferir en prieta síntesis que la Corte Federal sustentó su
resolución en los siguientes fundamentos: 1. Es extemporáneo el denunciado incumplimiento del cargo
sostenido por el heredero del donante fundado en la omisión del beneficiario de imponer a una de las Salas del
Museo el nombre del donante, si ello sólo se articula en oportunidad de alegar; 2. aunque el incumplimiento del
cargo impuesto se hubiere sostenido en el momento procesal oportuno, esto es, al peticionar la revocación, la

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demanda debe rechazarse por variadas razones: a. Corresponde a los herederos del donante, como titulares de la
acción de revocación, verificar la oportuna y total ejecución de las cargas impuestas al donatario, b. si éstas no
se cumplen, el reclamo para su ejecución forzada o para deducir la revocación debe articularse en forma y
tiempo oportunos, c. el término para demandar la revocación por incumplimiento de los cargos comienza a
correr desde que el heredero del donante conoce el incumplimiento, d. en el caso de autos la acción de
revocación por esta causal estaba prescripta, pues no podía alegarse desconocimiento de tal situación —con
entidad suficiente como para incidir en el computo de la prescripción— por la circunstancia de que el heredero
accionante se hallare fuera del país desde temprana edad, desde que la falta de asignación del nombre del
donante a una de las salas del Museo era un hecho fácilmente verificable por terceros, y corroborable en un
espacio abierto al público y asequible para cualquiera sin necesidad de una engorrosa investigación.
V. La disidencia del Dr. Fayt
El voto en disidencia del Dr. Carlos Santiago Fayt aconseja modificar la sentencia de la sede anterior y
hacer lugar a la acción de revocación de la donación, pues si bien al demandar el actor planteó como
fundamento de su pretensión el incumplimiento del deber de elevar a escritura pública el acuerdo celebrado por
las partes, durante el decurso del proceso adujo otras dos irregularidades más: la falta de imposición del nombre
de su abuelo a una de las Salas del Museo, y la violación del deber de mantener en todo momento los cuadros
dentro de la entidad, carga esta última que condicionaba el mantenimiento de la liberalidad como modo de
asegurar la conservación de las obras cedidas.
Afirma el disidente que cuando Juan Giordano donó las obras de arte al Superior Gobierno de la Nación, lo
hizo con la condición de que las depositara a perpetuidad en el MNBA de la ciudad de Buenos Aires, y asignara
su nombre a una de sus salas.
Que el apartamiento de lo convenido surge evidente del Decreto 150.132/43, cuya aplicación al caso no fue
cuestionada por la donataria. Esta normativa que regula específicamente el préstamo a terceros de obras de arte,
lo califica de excepcional, sólo admisible a titulo precario y bajo determinadas y estrictas condiciones de
seguridad.
En ese orden, agrega que la pericia determinó que dos de las obras donadas fueron sustraídas mientras
permanecían en poder de terceros, y que por revestir el carácter de "señeras", quedaban automáticamente
excluidas de la posibilidad de facilitarlas precariamente. Incluso que hubo algunas, que a pesar de no sufrir tan
desgraciada suerte, fueron trasladas al extranjero en abierta violación a lo dispuesto por la normativa citada.
Así, concluye el voto en disidencia, aun admitiendo que pueda interpretarse el art. 1850 del Cód. Civil como
lo hace el Tribunal de Alzada, limitándolo a supuestos en que las incumplidas fueren cláusulas accesorias
expresamente convenidas y no normas reglamentarias de la actividad museística, una exégesis armónica e
integradora de los términos del contrato base de la acción, aconseja recibir la demanda de resolución contractual
según los parámetros de la buena fe que deben gobernar la celebración, interpretación y ejecución de los
contratos (art. 1198 del Cód. Civil).
VI. Reflexiones
El fallo en análisis, acertado a nuestro criterio en cuanto a su decisión central, interesa al comentario no sólo
por provenir del Máximo Tribunal de la Nación, sino porque aborda los alcances de una cuestión debatida
doctrinaria y jurisprudencialmente que incentiva las siguientes reflexiones:
a. La revocación intentada, estaba supeditada en su ejercicio a dos condiciones de admisibilidad emergentes
de una interpretación armónica de los arts. 1849 y 1850 del C. Civil: el incumplimiento de los cargos impuestos
y la constitución en mora del donatario.
El primero de estos recaudos aparece suficientemente tratado y unánimemente admitido por el Tribunal, y el
relato de los hechos corrobora que fue acabadamente probado en el decurso del proceso, pues una constatación
notarial informa que el MNBA omitió asignar a alguna de sus dependencias el nombre del donante y que las
obras cedidas ocasionalmente fueron retiradas de su lugar de emplazamiento.
Respecto del último, la situación se exhibe más difusa en el relato de la sentencia analizada, y merece
algunas reflexiones sobre el particular, que tienen decisiva influencia si se las relaciona con el motivo principal
del rechazo de la demanda: la prescripción de la acción.
Siguiendo a parte de la doctrina francesa, (9) Vélez impuso en el art. 1849 del Cód. Civil que para revocar el
contrato, "el donatario sea constituido en mora respecto a la ejecución de los cargos o condiciones impuestas en
la donación", lo que exige un estado de incumplimiento imputable previo a la petición de ineficacia.
Luego de la reforma de la ley 17.711 (Adla, XXVIII-B, 1810) al art. 509 del Cód. Civil, la imposición del

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art. 1849 antes referido, deviene superflua en los casos de obligaciones que tienen asignado un plazo cierto,
pudiendo omitirse la interpelación previa que exigen las obligaciones puras y simples.
El caso comentado no refiere si hubo o no término pactado para cumplir las cargas impuestas, pero aun no
habiéndolo, era obligación del benefactor y sus herederos procurar judicial o extrajudicialmente su fijación (art.
561 del Cód. Civil). A ese respecto no deben soslayarse dos extremos trascendentes: por un lado, que la acción
quedó expedita en 1971 con la apertura de la denominada "Sala Santamarina" y la ausencia desde entonces de
otra a nombre de Juan Girondo; y por otro, que el actor dedujo la acción de revocación un cuarto de siglo
después, el 18 de diciembre de 1996.
En cualquier caso, el término de cumplimiento no podía ser otro que el decenal, (10) que es el plazo
ordinario o general asignado por el art. 4023 del Cód. Civil a toda acción personal por deuda exigible, en
supuestos que, como el comentado, no tienen fijado otro por una disposición especial. Además, es el término de
la acción para demandar los daños y perjuicios provenientes de un contrato incumplido. Así, resulta evidente
prima facie que el plazo para demandar la revocación de la donación por incumplimiento de los cargos había
fenecido, dicho esto sin perjuicio de las consideraciones que apuntamos infra.
b. Desde esa perspectiva parece razonable que el Estado Nacional contestara el reclamo articulando la
defensa de prescripción y sosteniendo que al plazo para peticionar la revocación por el incumplimiento de los
cargos impuestos, se hallaba precluido.
El actor por su parte, intentó enervarla y eludir los efectos de la prescripción cumplida, invocando la
dispensa regulada en el art. 3980 del Cód. Civil y aduciendo en su defensa que el plazo no corrió en su contra,
porque se encontraba desde su infancia residiendo en el extranjero.
Para poder determinar si una acción se encuentra prescripta es menester conocer no sólo el plazo que fija la
ley, sino también el momento en que ese plazo comienza a correr, elemento de capital importancia, si se
advierte qué mal puede determinarse el momento en que vence el plazo de prescripción, si no se sabe cuándo
inició su curso. (11) La irrefutable lógica de los romanos nos adelantó hace dos milenios que "actio non nata non
praescribitur" (la acción que no ha nacido no prescribe).
En el caso de autos, como se adelantó más arriba, el término se inició en 1971 con la apertura de la
denominada "Sala Santamarina" y la ausencia desde entonces de otra a nombre de Juan Girondo. Desde esa
data, tuvo el donante y sus herederos la acción expedita para reclamar la revocación, pues aunque el inicio del
cómputo no esté indicado de modo expreso en el Cód. Civil, surge evidente del juego armónico de los arts.
3956, 3957 y 3958 de ese cuerpo legal.
Ahora bien, cuando el plazo de prescripción ha corrido íntegramente, en el caso comentado los diez años
fijados en el art. 4023 ante la inexistencia de otra norma especifica, el juez puede liberar al acreedor o
propietario de los efectos de la prescripción, si median dificultades o imposibilidad de hecho que impidieren
temporalmente el ejercicio de la acción, y siempre que el acreedor después de su cesación, hubiere hecho valer
su derecho en el termino de tres meses. (12)
Así, el juez se encuentra autorizado para conceder o negar la dispensa valorando las circunstancias que
impidieron el ejercicio de la acción y evaluando si ellas están suficientemente justificadas. (13)
Se ha sostenido siguiendo la doctrina francesa que la imposibilidad debe tener un carácter general (afectar a
todos) y externo (ajeno al acreedor) para justificar la elusión solicitada, por ejemplo, una guerra, una epidemia,
una inundación o un terremoto. (14) Nuestro art. 3980 no exige en verdad tales recaudos, se contenta con
"dificultades o imposibilidades de hecho" que impidan al acreedor el ejercicio de la acción, por lo que aunque
fueren particulares, si son insuperables, estimamos que deberían aceptarse. (15)
Empero en el caso de autos, ni remotamente puede sostenerse que el accionante se hubiere encontrado en tan
extremas situaciones que le hubieren imposibilitado ejercer su acción en tiempo oportuno. Ello así, no sólo
porque su residencia fuera del país no le imposibilitaba corroborar la falta de cumplimiento de las obligaciones
accesorias impuestas al donatario —pudo verificarlo mediante la gestión de terceros—, sino porque, como se
advierte en el decisorio comentado, éste era un hecho de fácil acreditación, pues los cuadros estaban emplazados
en un lugar público de libre acceso para cualquiera. Tan indiscutible es el aserto, que el propio actor gestionó la
constatación notarial del incumplimiento (asignar el nombre del donante a una sala y verificar el perpetuo
emplazamiento de las obras en el Museo), aunque ya sin operatividad suficiente para conjurar la prescripción
debido al largo tiempo transcurrido.
Además, no puede soslayarse que la prueba colectada no acreditó durante este alongado pleito que el
heredero del donante hubiere ejercido su derecho de reclamar la revocación en la última oportunidad que otorga
el comentado art. 3980 del Cód. Civil, esto es, dentro del plazo de caducidad de 90 días de regresado al país. (16)

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Creemos que la indiferencia y la desidia no pueden constituirse en causas liberadoras de las consecuencias
de la prescripción corrida, y que en consecuencia, el Máximo Tribunal ha apreciado con justo criterio los
requisitos condicionantes de esta norma de interpretación y aplicación invariablemente restrictiva.
c. Párrafo aparte, pero de idéntica trascendencia en la suerte de la acción, merecen para nosotros los
incumplimientos denunciados.
El principio de congruencia importa que el magistrado como juzgador de la causa se encuentre limitado por
las pretensiones y oposiciones deducidas por las partes en el decurso del proceso. Esta derivación del sistema
dispositivo que impera en el proceso civil impone al sentenciante limitar su actuación y posterior resolución del
caso sometido a su conocimiento a lo alegado y probado por las partes en contienda. Admitir lo contrario
entrañaría violentar la prohibición de innovar con relación a la causa del litigio y a sus peticiones concretas. (17)
Desde este ángulo resulta una obviedad palmaria que devino extemporáneo el planteo del actor relativo al
incumplimiento de algunos de los cargos impuestos al donatario, si tal argumento fue introducido en
oportunidad de alegar en primera instancia o de expresar agravios en contra de la sentencia del inferior, ya
radicada la causa en el Tribunal de Alzada.
Como acertadamente lo resalta la resolución anotada, remitiendo a fallos precedentes del Máximo Tribunal,
un planteo de esa naturaleza excede los límites de la vía recursiva extraordinaria, si idénticas consideraciones no
se ensayaron al articular la demanda. Una solución diferente, agregamos nosotros, importa modificar los
términos de la litis, en desmedro del derecho de defensa y los intereses del contrario.
Es que la revocación de la donación constituye un remedio extremo, una facultad resolutoria que tiene como
primordial consecuencia privar de efectos a un contrato consumado. Su ejercicio siempre debe ser prudente y
fundado en evidentes e inequívocas razones, expuestas con absoluta claridad e precisa oportunidad por los
legitimados a su ejercicio. La excepcionalidad del derecho que se otorga al donante y sus herederos impone
rechazar conductas ambivalentes o mudables motivos que lastimen el deber de buena fe impuesto a las partes
durante todo el iter contractual.
Desde esa perspectiva, nos parece desacertado el voto en minoría que admite como válidos dos fundamentos
de revocación que no fueron planteados inicialmente: La ausencia de imposición del nombre del abuelo del
actor a un gabinete del Museo y la violación del deber de mantener las obras permanentemente en el domicilio
de aquél.
A este respecto, cuadra resaltar que, como se adelantó más arriba, las causales del incumplimiento que
provoca este desenlace contractual no pueden ser alternativas o sucedáneas, sino concretas e irreversibles desde
el momento mismo de reclamar la resolución. Lo imponen la seguridad del tráfico y el cardinal principio de
buena fe.
Esta excepcionalidad impide asimismo que la revocación por esta causal pueda encontrar abono en razones
extrañas a la voluntad expresa de las partes al momento de consumar el acuerdo. Los únicos "cargos o
condiciones" que pueden sustentar la ineficacia, son los libremente convenidos por las partes y consignados de
modo inequívoco al perfeccionar el negocio.
Por ello, son inadmisibles motivos ajenos a la voluntad concorde de los otorgantes. Desde esa perspectiva
resulta equivocado el fundamento rescatado por el voto minoritario para sustentar la revocación: el
incumplimiento del decreto del PEN 150.132/43 (Adla, III-161).
Más allá de la efectiva aplicabilidad de esa normativa al caso sub examine, y de las hipotéticas violaciones a
la misma en que habría incurrido el MNBA desplazando las obras cedidas a eventuales exposiciones temporales
con desgraciada suerte para el patrimonio cultural de la Nación, creemos que esas inconductas podrían habilitar
eventuales sanciones administrativas en contra del beneficiario, pero en modo alguno puede admitirse que
tengan entidad suficiente como para provocar la revocación del acuerdo, estigmatizando la voluntad libremente
expresada por los otorgantes.
Esepcial para La Ley. Derechos reservados (Ley 11.723)
(1) Sobre la naturaleza jurídica de la donación entre otros, PUIG PEÑA, J., "Donación", en Nueva
Enciclopedia Española, t. VII, p. 798; PUIG BRUTAU, J., "Fundamentos de Derecho Civil, t. II, vol. II, 2ª
edición, Bosch, Barcelona, 1982, p. 67; MAZEAUD, H., L. y J., "Lecciones de Derecho Civil", traducción de
Alcalá Zamora, Ejea, Buenos Aires, 1959, Parte IV, vol. III, p. 277; RIPERT, G. - BOULANGER, J., "Tratado
de Derecho Civil según el Tratado de Planiol", traducción de García Daireaux, La Ley, Buenos Aires 1987, t.
XI, p. 19; DE LOS MOZOS, J., "La Donación en el Código Civil y el problema de su naturaleza jurídica", RDP,
1977-803; DE DIEGO, F., "Instituciones de Derecho Civil Español", Nueva edición revisada por De Cossio y
A. Guillón Ballesteros, J. San Martín, Madrid, 1959, t. II, p. 242; ALBALADEJO GARCÍA, M., "Derecho Civil
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- Derecho de las Obligaciones", 4ª edición, Bosch, Barcelona, 1977, t. II, vol. II, p. 102; LARENZ, K.,
"Derecho de las Obligaciones", traducción de Santos Briz, RDP, Madrid, 1959, t. II, p. 174; BORDA, G.,
"Manual de Contratos", 13ª edición, Perrot, Buenos Aires, 1987, p. 667; COMPAGNUCCI DE CASO, R.,
"Naturaleza de la donación", LA LEY, 1997-B, 1394; SALAS, A., "Código Civil y leyes complementarias
anotadas", t. II, Depalma, Buenos Aires, 1957; del autor, "Naturaleza jurídica de la donación", en La Ley C año
27, n° 7 agosto de 2010, p. 747, y la doctrina nacional y extranjera allí citadas.
(2) MESSINEO, F., "Manual de Derecho Civil", Traducción de S. Sentís Melendo, Ejea, Buenos Aires,
1955, t. V, p. 7.
(3) COMPAGNUCCI DE CASO, R., "Contrato de donación", Hammurabi, Buenos Aires, 2011, p. 215.
(4) "Código Civil y leyes complementarias. Comentado, anotado y concordado", Augusto C. Belluscio
(Dir.) - Eduardo Zannoni (Cord.), Astrea, Buenos Aires, 2004, t. IX, p. 96.
(5) MACHADO, J., "Exposición y comentario del C. Civil argentino", Lajouane, Buenos Aires, 1898, t. V,
p. 85; LORENZETTI, R., "Tratado de los Contratos", Rubinzal Culzoni, Santa Fe, 2000, t. III, p. 630.
(6) COMPAGNUCI DE CASO, R., "El contrato...", ob. cit., p. 219, extiende la facultad al albacea
testamentario sólo en supuestos particulares.
(7) Los herederos del donante ejercen la acción de revocación como sucesores de aquel y no por un derecho
propio, razón por la cual no pueden intentarlo aún vivo el donante. Cuando hay pluralidad de herederos,
compartimos con LÓPEZ DE ZAVALIA, F., "Teoría de los contratos", t. II, Parte Especial 1, p. 495,
BELLUSCIO, A., Código..., t. IX, p. 147 y ss., que la acción debe ejercerse por todos conjuntamente, no
admitiéndosela por partes. En contra, COMPAGNUCI DE CASO, R., "El contrato...", ob. cit., p. 281 que lo
acepta cuando la cosa donada y el cargo son divisibles, pero lo rechaza en caso contrario. Igual de estrictos nos
expresamos respecto de los terceros en ejercicio de la acción subrogatoria, y ello así, porque entendemos que la
acción de revocación por incumplimiento de los cargos, pertenece a la esfera intima del donante, único que
conoce las razones de índole personal o económica que justifican la resolución del acuerdo. En este sentido,
LÓPEZ DE ZAVALIA, F., "Teoría...", ob. cit. p. 484.
(8) Cfr. SPOTA., A., "Instituciones de Derecho Civil. Contratos", Depalma, Buenos Aires, 1982, t. VII, p.
335; BORDA, G., "Tratado de Derecho Civil Argentino. Contratos", 3ª edición, Perrot, 1974, t. II, p. 375,
sostiene que se trata de una "solución irrazonable", basada en la circunstancia de que no mediando interés no
media acción correlativa, advirtiendo acertadamente que no siempre anima al donante un interés puramente
económico, pudiendo abrigar otra propensión que lo incentive a pedir el cumplimiento; COMPAGNUCCI DE
CASO, R., "El contrato...", ob. cit., p. 284. Por la validez de la limitación pese a las críticas que ha merecido,
BELLUSCIO, A., "Código...", ob. cit., t. IX, p. 97.
(9) AUBRY, Ch. - RAU, Ch., "Cours de droit civil français. D'Après l'ouvrage allemand, de C.S. Zacharie",
3ª edición, Cosse Imprimeur et Editeur, Paris, 1857, t. VI, p. 102.
(10) SPOTA, A., "Instituciones...", ob. cit., p. 335.
(11) Por todos, MOSSET DE ESPANES, L., "El momento inicial de la prescripción y la ignorancia del
hecho ilícito dañoso", Ius, La Plata, 1984, n° 36, p. 41.
(12) TRIGO REPRESAS, F. - LÓPEZ MESA, M., "Código Civil y Leyes complementarias anotados", t.
IV-B, Depalma, Buenos Aires, 1999, p. 306 y ss; manifiestan que el supuesto se presenta cuando el acreedor
está dificultado o imposibilitado para obrar.
(13) MOSSET DE ESPANES, L., "Prescripción", Advocatus, Córdoba, 2004, p. 47 y ss.; TRIGO
REPRESAS, F. - LÓPEZ MESA, M., "Código...", ob. cit., p. 307, advierten que no cualquier dificultad puede
liberar al acreedor de su carga de accionar enervando los efectos de la prescripción operada, pues ello
desnaturalizaría la figura en tratamiento, tornando inseguras las relaciones jurídicas. Los impedimentos
previstos, agregan, deben tener el carácter de extraordinarios y asimilables al caso fortuito o fuerza mayor, pues
de lo contrario se autorizarían contiendas indefinidas alegando cualquier especie para desvirtuar la pérdida de un
derecho. Pueden verse con provecho, CNCiv., sala C, 06/05/1986 en LA LEY, 1987-A, 241, DJ, 987-1-577 y
ED, 119-265, entre muchos otros.
(14) CNCiv., sala D, 06/05/1957, LA LEY, 88-331; CNCiv., sala E, 13/08/1964, LA LEY, 116-547, entre
muchos otros.
(15) AREAN, B., en BUERES, A., HIGTHON, E., "Código Civil y normas complementarias. Análisis
doctrinario y jurisprudencial", t. VI-B, p. 657; la jurisprudencia lo ha sostenido en variadas oportunidades, entre
otros, CNCiv., sala C, 04/10/1988, LA LEY, 1989-E, 588; Cam. Civ. y Com. de Mercedes, sala II, 15/05/1997,

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Documento

LLBA, 1997-884.
(16) La liberación de la prescripción cumplida por reglar situaciones siempre excepcionales, es de
interpretación fatalmente restrictiva y la facultad debe ser ejercida por los jueces con máxima prudencia, desde
que importa una excepción al régimen general de liberación del deudor. Así lo ha entendido la doctrina y
jurisprudencia de modo invariable; AREAN, B., en BUERES, A., HIGTHON, E., "Código...", ob. cit., p. 655;
LLAMBÍAS, J., "Tratado de derecho civil. Parte General", 9ª edición, 1982, t. II, p. 688, n° 2130, entre muchos
otros. Además, la carga de probar las dificultades o la imposibilidad de hecho que afligen al acreedor y
autorizan a los jueces a liberarlo de la prescripción cumplida, recae sobre quien invoca la eximente, en ese
sentido, CNFed., sala II, 26-6-1984, LA LEY, 1985-B, 568; ED, 112-399.
(17) COUTURE, J., "Fundamentos de Derechos Procesal Civil", 4ª edición, B de F., p. 293.

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