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MARIANO R. LA ROSA
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Derecho
C = ~ c ezl; penal
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E t r m W g i u de U t i p M m . Ciprdtratán aon&fnua
DERECHO
PROCESAL PENAL
CARLOS ALBERTO CHIARA D ~ A Z
Director
MARIANB R. LA ROSA
Coordinador
Derecho
procesal penal
Sistemas adversaria1 y acusatorio. Debido proceso
Consenso y medidas de coerción. Medios de prueba
Modos de impugnación. Ejecución de sentencia
Juicio con jurados. Procedimientos especiales
Estrategias de litigacidn. Capacitación continua
Colaboradores
Chlara Diaz, Carlos A.
Derech,o procesal p m a l / Carlos A. Chiara Diaz y Marirno R. La Rosa
la ed. - Buenos Aires: Astrea, 2013.
t. 1,624 p.; 23x16 cm.
ISBN 978-950-508-997-0
{obra completa)
ISBN 978-950-508-996-3
NÓMINA DE AUTORES
O EDITORTAL
ASTREA
Y RICARDO
DE ALFREDO DEPALMA
SRL
Lavalle 1208 - (C1048AAF) Ciudad de Buenos Aires
www.astrea.com.ar - info@astrea.com.ar
CONCEPTO Y FUNDAMENTO
DEL DERECHO PROCESAL PENAL
e ) Indisponibilidad ..........................................
fi Verdad real ................................................
g ) Inmediación ................................................
h) Publicidad del debate .................................
i) De la forma en que se adelanta la investiga-
ci6n .................... .......................................
2) Inviolabilidad de la defensa en juicio ...............
a) Incoercibiiidad del imputado ......................
b ) La regla "ne procedat iudex ex officio" ......
c) CorreIato entre el inicio de la investigación,
la acusación inicial y la decisión final ........
19. Debido proceso ..........................................................
3 S0. Análisis general de los principios ..............................
11
CAP~TULO
MODELOS PROCESALES
C A P ~ T U111
L~
LA ACCIÓN PROCESAL PENAL
A) CAIZACTERIZACI~N
Y ATRIBUTOS
B) EL EJERCICIO DE LA A C C I ~ N
POR EL MINISTERIOP ~ ~ L IFISCAL
CO
El actor penal público en el proceso penal ................
SeparaciOn entre decisión y acusaciOn .......................
Evolución del Ministerio Público Fiscal ......................
Funciones del Ministerio Fiscal ..................................
a) La lucha contra el absolutismo .............................
b) Función objetiva .................................................
c) Control sobre la policía ........................................
Principios reguladores de la actividad fiscal ..............
Organización y ubicación del Ministerio Público Fiscal
Función del fiscal en la etapa preparatoria ................
Funciones del fiscal en la etapa de Juicio público ......
Actividad recursiva del fiscal. Problemática del do-
ble conforme .............................................................
El fiscal en la etapa de ejecución ..............................
La golicia judicial ......................................................
9 45 . Introduccion ..............................................................
4 46 . IntervenciOn del Ministerio Público ............................
47 . Requerimiento instructoriu ..................., . . ...........
3 48 . Fiscal como actor penal .............................................
CAP~TULO
IV
JURISDICCI~NY COMPETENCIA
CAP~TULO
VI1
EL IMPUTADO
MEDIOS ANORMALES
DE TERMINACI~NDEL PROCESO
* Por RUBENA. C m .
l Para M~GGIORE,
ordenamiento jurídico es sinónimo de derecho y en esa
línea concluye que "no hay sociedad sin derecho, no hay derecho sin socie-
dad". Considera al ordenamiento jurídico como el conjunto de normas que
puede coordinar las zonas reciprocas de acción, a fin de establecer la con-
vivencia y, ademgs, que contenga un poder que imponga y garantice la ob-
servancia de ese ordenamiento. Concluye afirmando que cuando esas dos
cuestiones se cumplen se verifica el afonsmo ubz sometas zb2 tus, es decir,
"donde hay sociedad hay derecho" ((Derecho p m l , t. 1, p. 5).
2 DERECHO PROCESAL PENAL
5 2. F U N C I ~JURISDICCIONAL
N ESTADO.
DEL -Ella consti-
tuye una respuesta disciplinada ante un hecho considerado
delictivo, g tiene como rnisidn permitir la realización del de-
recho penal por medio de un procedimiento legal y previa-
mente establecido. Bajo esas premisas es posible declarar la
culpabilidad de un sujeto que con su obrar ha quebrantado el
ordenamiento jurídico, permite aplicar una pena y facilita los
instrumentos coercitivos para hacerla cumplir.
Más allá de las críticas que se ciernen sobre la actividad
jurisdiccional, en la actualidad nadie puede poner en tela
Estado no debe echar mano a ia espada m8s afilada cuando otras medidas de
política social puedan proteger igualmente, incluso con más eficacia, a un de-
terminado bien jurídico (ROXIM, Derecb p d . Parte general, p. 66).
DERECHO PROCESAL PENAL
6 , LA DENOMINADA 4 4 ~GARANTISTA
~ ~ ~
DEL PRO- ~
CESO''~ - Se identifica a la concepción garantista del proceso,
fruto de la tradición liberal ilustrada, como aquella corriente
que pregona el apego a la estricta legalidad, la materialidad y
lesividad de los delitos, la responsabilidad personal, el juicio
oral y contradictorio entre las partes sometidas al proceso, la
presunción de inocencia y la aplicación de principios que fa-
vorecen la posición del imputado entre otras situaciones ante
CONCEPTOY FUNDAMENTO DEL DERECHO PROCESAL PENAL
l-n ese sentido, MAER afirma que el poder penal en manos del Estado
configura el medio más poderoso de control social y que su utilización puede
ser para lograr la paz, pero también para que un grupo de individuos sojuzgue
a sus semejantes (Derecho procesal p m 1 , p. 473).
CONCEPTO Y FUNDAMENTO DEL DERECHO PROCESAL PENAL 11
nible, e1 resultado será la absolucicin Cp. 507). En esta misma lhea, VELEZ
MARICONDE, para quien, a fin de evitar exageraciones, el principio debe ser re-
gulado como regla para la deliberación de la sentencaa (Derecho procesal
penal, t. 11, p. 49).
24 "La culpa y no la inocencia debe ser demostrada y es la prueba de la
culpa y no la de la inocencia -que se presume desde el principio- la que for-
ma el objeto del juicio" (FERRAJOLI, Derecho procesal m i , p. 549).
25 En este aspecto, se toma como una contradicción la posibilidad de so-
meter al imputado a medidas de coerción personal, en tanto en cuanto era
considerado inocente. Se vio que la detención sin condena configuraba un
verdadero anticipo de pena sobre quien todavía no había sido declarado culpa-
ble. Ante tal situacióin se afirma que debe primar el principio favor liberta-
tZs, por el cual se asienta un criterio interpretativo tendiente a determinar que
todos los institutos procesales deben tender al mantenimiento de la libertad
durante e1 proceso y, en aquellos casos en que el imputado se encuentre cau-
telarmente privado de ella, se debe tender a la más rhpida y mejor restitución
de su libertad. Este principio es complementado con el llamado favor rei,
que resulta orientador de toda la actividad procesal dirgida a llegar a un esta-
do de certeza sobre la responsabilidad del imputado.
CONCEPTOY FUNDAMENTO DEL DERECHO PROCESAL PENAL
5 9 . INADMISIBILIDAD
DE LA P E R S E C U C I ~ N PENAL MULTI-
PLB. - Este principio acuñado bajo el latinazgo non bZs in
idem o n e bis in idem, fue establecido expresamente en la
Ley 7 del Digesto, y reproducido modernamente en la V en-
mienda de la Constitución de los Estados Unidos de America,
al establecer que "no se someter$ a ninguna persona dos ve-
ces al riesgo de perder la vida o miembro por el mismo deli-
tons. Esta garantía merece un tratamiento particular, pues a
la par de exigirse en favor del imputado, involucra también
a la administración de justicia. En la actualidad, esta garan-
tía ha sido receptada en todas las legislaciones y, si bien no
fue expresamente mencionada por el art. 18 de la Const. na-
cional, ha sido admitida como garantía no enumerada, mhs
aún ante su consagración legislativa por medio del art. $O,
punto 4, del Pacto de San José de Costa Rica.
Su importancia est5 dada en que ninguna persona puede
ser perseguida ni juzgada en más de una oportunidad por el
mismo hecho delictivo. Se busca así evitar que una persona
pueda ser ilimitadamente sometida a una persecución penal,
C L A ROLMEDO,
~ Derecho procesal penal, t. 1, p. 251.
WR,
Derecb procesal penal, t. 1, p. 624.
MAIER,Derecho procesal penal, t. 1, p. 635. El autor se opone a la
llamada "bilateralidad", sosteniendo que se debe conceder un recurso único
al condenado contra la sentencia condenatoria, y que lo demh significa que la
DERECHO PROCESAL PENAL
5 11. DERECHOS
HUMANOS Y DEBIDO PROCESO PENAL. - Si
bien sobre la base de pensadores anteriores, es a partir de
la Revolución francesa que se va tejiendo un nuevo rnode-
lo de proceso penal, cobrando paulatinamente impulso la
idea de que el respeto por las formas, el mantenimiento del
rito, no satisfacía la garantía de toda persona a tener un
juicio justo. Pero sólo a mediados del siglo xx, castigados
por la devastadora experiencia bélica, los llamados dere-
chos humanos comienzan a tener una importancia decisiva.
Actualmente no s610 se pretende que la persecución penal
sea legal, sino que ademas debe resultar acorde a! diversos
estándares de seguridad individual, privilegiando un trato dig-
no hacia el acusado.
El desarrollo se dio en diversos estamentos. Mientras
en el d e r e c h ~penal se mantuvo -y aún se mantiene- cierto
apego al dogmatismo, en el derecho procesal, influido por el
derecho constitucional, el cambio apareci6 más rápido. Sin
embargo, ese cambio en la legislación no siempre transuntd
uno dentro del proceso, pues la cultura inquisitiva arraigada
en la sociedad, y en particular en los estamentos judiciales,
ha impedido avanzar con más premura hacia la concreción de
Señala que no podrá formar parte del tribunal quien haya intervenido
anteriormente, de cualquier modo o en otra funcióln o en otra instancia en la
misma causa. Tampoeo quienes hayan participado en una decisión despues
anulada por un tribunal superior.
4"1 imputado tiene derecho irrenunciable a declarar Libremente a a
guardar silencio sobre los hechos que se le imputan, en tanto no podrá ser
constreñido o inducido a confesar mediante violencia, amenaza, engaño, re-
compensa u otro medio de efecto semejante. También tiene derecho a con-
tar con un abogado defensor elegido libremente durante la etapa del procedi-
miento o la ejecución de la condena. Si careciere de medios, igualmente
deberá contar con un abogado, debiendo el propio Estado establecer los me-
canismos adecuadas para que pueda gozar de este derecho.
30 DERECHO PROCESAL PENAL
49 ~ E R Derecho
, procesal pmal, t. 1, p. 75. Hay innumerables defini-
ciones de derecho procesal. Para este trabajo escogeremos la singular carac-
terización dada pos CHIOVENDA, quien afirma: "Para la consecución o para el
mejor goce de un bien garantizado por la ley, necesítase la actuación de
ésta mediante los órganos del Estado, lo que da lugar a un proceso c i d , así
como el proceso penal aparece en el campo en que es afirmada la necesidad
de un actividad punitiva del Estado" (t. 1, p. $1).
50 ~ Z I N I Tratado,
, t. 1, p. 123.
DERECHO PROCESAL PENAL
'' ~ E R Derecho
, procesal penal, t. 1, p. 128 y SS,; sin embargo, el au-
tor rechaza que la jurisprudencia pueda ser clasificada como una fuente de
interpretación. Apunta que en la funci6n propia de los tribunales de justi-
cia se encuentra la sinrazón de erigirla como fuente de normas jurídicas. Esa
función consiste en conocer los hechos reales que provocan el caso y su labor
en la reconstrucción histórica, para -desde ese punto de partida- formular
proposiciones acerca de las normas juridicas, de su vigencia o significado,
con el objeto de fundar la solución jundica del caso concreto que conoce el
tribunal.
CONCEPTOY FUNDAMENTO DEL DERECHO PROCESAL PENAL
69 LEOME,Tmtado, t. I, p. 11.
70 ImtitucU;ines, t. 1, p. 334.
CALAMANDREI,
71 C A R N E L U1mtZt~~Zmzes,
~I, t. 1, p. 63.
72 CLARL~ OLMEQO, Derecho procesal p m l , t. 1, p. 390.
CONCEPTO Y FUNDAMENTO DEL DERECHO PROCESAL PENAL 51
73F E ~ o L IDerecho
, g razón, p. 732.
74 Entre otros, CHIOVENDA, COUTURE, FLORW, hkwzm, LEOFE,ALCALA-ZAMORA
Y
y LEVEPIE. En contra, C A R N E L ~KIXH
CASTILLO I , y GOLDSCHMIDT.
75 CALAMANDREI, Instituciones, t. 111, p. 267.
52 DERECHO PROCESAL PENAL
84 C m O ~ D ODerecho
, procesal p m l , t. 1, p. 471.
85 El ejercicio de oficio de la acción penal es la regla por medio de la
cual se oblrga al 6rgano pública, dotado de esa función, a ejercerla de manera
obligatoria y espontánea (CHAIA,La investigacidn penal, p. 14).
CONCEPTO Y FUNDAMENTO DEL DERECHO PROCESAL PENAL 59
aquellos casos en los que, dependiendo de instancia privada,
exista un grave riesgo para el orden social, autorizando a in-
tervenir sin el consentimiento de su titular. A partir de allf
se afirma que el proceso es inevitable (art. 71, Cód. Penal).
e ) Legalidad, Por medio de este principio derivado se
intenta impedir que el inicio de la investigación penal sea
discrecional y, a partir de allí, llegar a convertirse en selecti-
va o arbitraria, pretendiendo además impedir toda posibilidad
de que sea utilizada con propósitos distintos del de realizar
el derecho penal sustantivo. Vemos, entonces, que legalidad
implica, a su vez, la promoción necesaria del proceso penal
en los supuestos que la ley marca, asi como irrectractabilidad
de la accidn penal instada.
Bajo la primera premisa, se descarta, por parte de los 6r-
ganos obligados a actuar, la utilizaci6n de criterios de valora-
ci6n que apelen al llamado p-2ncipio de oportunidad de ini-
ciar una investigación penal y, a partir de alli, puedan decidir
iniciar o postergar la promoción de la instancia, convirtiendo
al proceso en necesario e inevitable en toda su extensibn,
esto es, hasta agotar el ejercicio de la acción, o mientras no
emerja una causa legal que obligue a detenerla, convirtién-
dolo en irrectractable, de curso continuado, imposible de ser
interrumpido o transado, sin motivo fundado en ley (ver jui-
cio abreviado).
Para que este complejo sistema de control funcione, los
códigos procesales en su gran mayoría, han receptado la pu-
sibilidad de que el órgano jurisdiccional. a cargo de tramitar
el proceso -no el que da inicio a la investigación; es decir, el
fiscal- pueda. conformar la decisión propuesta por el urga-
nisrno requirente o, si no está de acuerdo, recurrir ante el
superior de dicho organismo, motivado en una disconformi-
dad fundada con la solución propuesta.
Vernos que esta fórmula cierra de algún modo la posibili-
dad de que quien tiene a su cargo investigar decida arbitra-
riamente no hacerlo. Ello así por dos cuestiones. En pri-
mer lugar, porque no queda librada al azar su actuación, sino
que debe sujetarse a los parámetros que la ley previamente
le ordena y, por otro lado, es consciente de que su actua-
ción, en todos los casos, será meritada por el órgano requeri-
60 DERECHO PROCESAL PENAL
a defensa e n juicio.
S) Inviolabilidad de E Si bien en
la actualidad nos puede parecer extraño que la inviolabilidad
de la defensa en juicio del imputado deba formar parte de los
llamados principios del proceso penal, no debemos perder de
vista que ellos fueron establecidos como una suerte de orien-
tación, como parárnetros correctores dirigidos a las partes y
fundamentalmente al tribunal, para ser aplicados de manera
uniforme en los casos sometidos a su jurisdicci6n. Decimos
esto pues entendemos que todo lo relativo a las garantías
que hacen a la defensa en juicio superan al marco procesal,
integrando las llamadas garantías constitucionales, pautas mí-
nimas a las que deben adaptarse todos los procesos en el ám-
bito nacional, lo que lleva a marginar su reducci6n o limita-
ción por paste de ordenamientos localesg5,
La fuente directa de este principio que regula la selaciQn
jurídica procesal la encontramos en el art. 18 de la Const. na-
cional, el que expresamente sostiene que "es inviolable la
defensa euz juicio de la persona y de los derechos"g6,en-
tronando asi legislativamente un derecho humano, como la
necesidad y la consecuente ob1igació.n del Estado de garanti-
zar -y permitir- la defensa en juicio del sujeto.
La inviolabilidad de la defensa en juicio no es aplicable
solamente a1 sujeto que estd sometida a proceso. Su protec-
ci6n puede resultar más intensa; sin embargo, entendemos
que abarca a todas las partes en el marco de la relación que
se establecen en el dmbito de un proceso, y este incluso debe
velar por la protección más favorable del interés general 0 so-
% V ~ L EMARICONDE
Z entiende que Ia Constitución acuerda a las partes el
derecho subjetivo de tutelar sus intereses en la forma y en las condiciones
que la ley procesal establezca, dando con ello cabida a la reglamentacion de
los derechos por parte de los ordenamientos locales (Derecho procesal penul,
t. 11, p. 204). Por nuestra parte creemos que las leyes procesales sólo pueden
ampliar el piso mínimo contenido en la Constituci6n y en los instrumentos in-
ternacionales incorporados, pero j a h s limitarlos de modo de aniquilar la garan-
tía establecida.
96 La palabra '3uicio" debe aquí ser interpretada en sentido amplio, abar-
cando a todo proceso -aun el administrativo- en el cual se tienda a fijar
un hecho, determinar uno o más responsables y, eventualmente, aplicar una
sancidn.
DERECHO PROCESAL PENAL
El daño puede estar dado tanto por la posibilidad de fuga del irnputa-
do, como par la posibilidad de que en libertad impida la práctica de medidas
investigativas. En este úItimu supuesto siilo se justifica al inicio de la investi-
gación, pero no en su etapa final y con la prueba ya colectada. Aceptando la
medida cautelar ante la posibilídad de fuga, encontramos, entre otros, a C m
OLMEDO, Derecho procesal penal, t. 1, p, 500.
70 DERECHO PROCESAL PENAL
5 19. DEBIDO
PROCESO. - Tal corno se refleja de los pRn-
cipios repasados, el debido proceso no puede ser reducido a
un concepto, ni conforma una definicion agradable pero ca-
rente de efectos prácticos. Debe ser definido desde sus ca-
racterísticas, desde las garantías que lo conforman y que se
convierten en un piso mínimo que debe contener un proceso,
sin las cuales no puede afirmarse válidamente que estemos
ante un trámite judicial legal.
Esos caracteres indispensables para que podamos rotular
a un proceso como "debido" son derivados tanto de princi-
pios como de dispositivos legales nacionales y supranaciona-
les; todos los que confluyen en la abolición del procedimiento
inquisitivo como necesario para averiguar la verdad de lo su-
cedido, en la supresisn de la tortura y su producto -la con-
CONCEPTO Y FUNDAMENTO DEL DERECHO PROCESAL PENAL 73
fesión- como medio necesario de prueba, en la negacióln al
sometimiento del imputado al designio del juez-dictados que
rige el curso de las acciones procesales, en derribar el siste-
ma de prueba tasada legalmente, por el que se atribuye el va-
lor negando la posibilidad de recurrir a valores superlativos
de equidad o justicia, como también a la conciencia libre y
soberana del juzgador.
En definitiva, se pretende que el sospechoso de haber
cometido un acto delictivo tenga derecho a un proceso acu-
satorio, asentado en el reconocimiento de su Estado de ino-
cencia, el que concluirá en un plazo razonable, conteniendo
una sentencia que ha de ser la derivación de una cadena de
argumentos racionalmente expuestos, y exclusivamente deri-
vado de las pruebas que han sido introducidas de manera le-
gal al contradictorio, como producto de las peticiones partiti-
vas en funci6n de acreditar, atenuar, impugnar o descartar la
hipótesis de trabajo inicial.
Se pone aqui el acento en limitar el poder represivo
estatal, permitiendo perseguir sólo a quienes cometen actos
contrarios al ordenamiento penal vigente, lo que veda la posi-
bilidad de hacerlo en función de Io que las personas son, ó
por motivos raciales, religiosos o de otra índole.
Las garantías mínimas a las que nos hemos referido son
las que consagran la imposibilidad de condenar a una perso-
na sin juicio previo, el que habrA de materializarse por medio
de un juez natural e imparcial, el que debe siempre tener por
acreditada la inocencia del imputado, a quien s61o se lo po-
drA perseguir una vez por el hecho atribuido, asistiéndole
al sospechoso el derecho a obtener un pronunciamiento que
ponga fin definitivamente al proceso, fundado en las pruebas
arrimadas durante el trámite judicial y valoradas mediante la
libre convicción, en un plazo razonable.
Corno veremos durante todo este trabaja, estas pautas
mínimas que los Estados deben garantizar a todo ciudadano
van siendo insuficientes o, a1 menos, permiten ínterpretaciu-
nes restrictivas, lo que ha llevado a elaborar, en algunas le-
gislaciones, un enunciado que intenta abarcar la mayor canti-
dad de derechos que en el trámite del proceso se convierten
en garantias a favor de las partes.
DERECHO PROCESAL PENAL
Ij 21. I N ~ E R C IDEL
~ N DERECHO PROCESAL PENAL EN LA
HISTORIA PóLITrcA. - Por ser el derecho un slntoma del nivel
de desarrollo político y cultural de una sociedad, va acompa-
ñando sus transformaciones, amoldándose a las circunstan-
cias sociales que rodean al medio en el que es insertado; se
convierte, así, en un verdadero producto de la comunidad or-
ganízada.
a) Los GRIEGOS. En Grecia prevaleció un proceso penal
reglamentado por normas legales y consuetudinarias, caracte-
rizado por la intervencibn del pueblo en forma de tribunal y
en el ejercicio de la acusacibn, con evidentes signos de lo
que hoy llamaríamos un sistema acusatorio, delegando su au-
toridad a las comisiones populares ante el juzgamiento de
delitos más graves1.
El proceso era dominado por las partes; se sometía un
conflicto subjetivo a decisión de la jurisdicción. En ese or-
den, los griegos distinguieron los delitos públicos de los pri-
vados, en tanto el ejercicio de la acción en los primeros fue
acordada en favor de los ciudadanos" quienes tenían el de-
* Por R W A. C m .
GwuA OLMEDQ, Derecha procesal p d , t. 1, p. 164.
Pero en caso de delitos que pongan en peligru a Ia ciudad, la acci6n
podía ser entablada también por los Themnatetas. En todos los casos, el
acusador wumía una @mresponsabfidad, pues si bien en el caso de la crin-
dena recibía parte de los bienes confiscados al delincuente, en el caso de ab-
78 DERECHO PROCESAL PENAL
~ I N I TmtadO,
, t. 1. Vemos cómo el derecho penal romano, desde
tiempos remotos, tendid a convertir en ptlblca la acción penal, por lo que el
proceso penal privado fue prontamente abandonada, dando paso al pi3blico.
80 DERECHO PROCESAL PENAL
Dios las pruebas principales. En el primer caso, el reo debfa jurar en la creen-
cia de Dios, y éste -por conocer su pasado- podfa castigar a quien juraba fal-
samente, pidiendo la venganza divina a quien lo invocaba para perjurar. Con
las ordaltas, incluso el duelo o e1 combate judicial, se entendfa obligar a la di-
vinidad a revelar la verdad del hecho discutido mediante signos físicos pa-
tentes o manifiestos, que eran fácilmente dernastrables y que traían justicia al
caso. Entre las pruebas que más frecuentemente se utilizaban encontramos
las purgaciones, el agua fria, el agua hiMendo y el hierro candente (V~LEZ
MARICONDE, Derecho procesal penal, t. 1, p. 67; MAIER,Derecho procesal pe-
nal, t. 1, p. 269).
l1 ALCALA-ZAMORA Y CASTILLO- LEVENE,Derecho procesal penal, t. 1, p. 65;
LEONE,Tratado, t. 1, p. 22.
l2 La palabra "inquisición" proviene del latín inquisitio, que significa in-
vestigar, averiguar, sacar a la luz. El t6rrnino fue empleado para comprender
a todas las instituciones dedicadas a la supresiíin de la herejía (znq.uisztio
hareticm pravitatis sanetum o@iczum). La primera apariciOn de la Inquisi-
ción fue en la Edad Media, pero sus características no son las mismas de las
que present6 luego en la Edad Moderna.
84 DERECHO PROCESAL PENAL
2 ~ Derecho
WOLMEDO, ~ procesal
~ penal, t. 1, p. 175. ALCAL~-~AMORA
- LEEN, Derecho procesal penal, t. 1, p. 72.
Y CASTILLO
MODELOS PROCESALES
26 ALCALA-SAMORA - LEVENE,
Y CASTILLO Derecho procesal p m l , t. 1, p. 72
a 81,
27 MAIER,Derecho procesal penal, t. 1, p. 310. La pemecucidn de ofi-
cio generó su propio órgano, el Ministerio PUblico, encargado -en un princi-
pio- de excitar la jurisdicción y de tener injerencia directa en la persecución
pend.
MODELOS PROCESALES 95
5 22. ENUMEBACI~N
DE LOS -Aunque con ma-
MODELOS.
tices históricos, son s61o dos los modelos de proceso penal
que han Estado en puja desde que se tiene memoria: el lla-
mado "acusatorio" y el "inquisitivo". Si bien las diferencias
son diversas, centralmente los aspectos más distintivos entre
el sistema inquisitivo y el garantista abarcan cuestiones pena-
les y procesales que repercuten en toda la actividad jurisdic-
cional.
En primer lugar, la definición normativa del sistema in-
quisitivo parte de una concepción ontológica o sustancialista
de la desviación penal. Por ese motivo, el derecho penal se
expande y llega a abarcar todos los aspectos de la vida so-
cial. Su regulación se torna agobiante y pretende no dejar
ningún aspecto sin regular, no tiene en cuenta sólo el daño a
la convivencia que provoca el delito, sino que también com-
prende aspectos morales, religiosos, éticosz8. Por su parte,
30 LEOME,Tratado, t. 1, p. 26.
Teoma &lle leggi della sicurexxa sociale, p. 296. El
CARMIGIGNANI,
autor hace notar la raigambre democratica de esta forma de resolver 10s con-
flictos, entendiendo que la autoridad soberana está en todos los miembros de
la organización politica.
MODELOS PROCESALES 101
5 23, ANTECEDENTES
PATRIOS Y MODELOS PROCESALES m-
GENTINOS. - A partir de la conquista de nuestro suelo patrio,
España impuso sus rasgos culturales, politicos y religiosos a1
nuevo territorio, con lo cual la implantación y propagación en
estas latitudes del sistema inquisitivo fue un hecho. La jus-
ticia era una atribución real y, por tanto, correspondía al mo-
narca impartirla, pues concentraba en su cabeza la suma del
poder público. Cuando se organizó la administración de jus-
ticia, esto no cambió; la justicia fue administrada por deriva-
ci6n real.
a) PER~ODO COLONIAL (SIGLOS m111 Y XIX). La organización
judicial era presidida entonces por el monarca de turno; lue-
go de 6ste se posicionaba el Consejo de Indias, que cumplía
las funciones de un tribunal de iíltima instancia. Debajo de
éste se encontraba la Casa de Contratación de Sevilla, con
competencia especifica en cuestiones de comercio y navega-
ci6n; luego, las reales audiencias de Indias, que funcionaban
en nuestro continente en las principales ciudades, divididas en
virreinales -se encontraban en la capital del virreinato y eran
presididas por el virrey- y pretoriales -con sede en cada ca-
pital de la capitanía general, presididas por el capitan gene-
ral-, y finalmente estaban los alcaldes del crimen, con juris-
dicción penal originaria.
Este regunen de investgación y percecuci6n penal se man-
tuvo desde su instalación en 1511 y perduró más allá de la
Revolución de Mayo. Se presentó con todas las característi-
cas de un sistema inquisitivo, manteniendo la concepcibn ab-
MODELOS PROCESALES 107
solutista, asumiendo funciones judiciales de última instancia
quien también ejercía el mando político-militar del territorio.
La jurisdiccidn era, entonces, delegada y como tal la rnálxima
autoridad podía recuperarla y ejercerla, puesto que la seguía
manteniendo dentro de sus atribuciones.
b) LEGISLAGI~N PATRIA. Con la incipiente organizaciáin na-
cional, a partir de la Revolución de 1810, se inicio el desarrollo
del derecho procesal patrio, en el cual -si bien no fue total-
mente respetada la funcidn jurisdiccional y en oeasiones se
recurrid a prácticas absolutistas, otorgando a los miembros
del. Poder Ejecutivo de turno atribuciones judiciales- no debe
dejar de reconocerse el importante avance que significó la
sanción de diversos reglamentos y decretos que fueron el pre-
cedente inmediata de nuestra Constitución nacional, que sin
duda cobij6 de la mejor manera las garantías y derechos re-
conocidos en las primeras leyes
Asi, podemos mencionar al acta constitutiva de la Prime-
ra Junta, en la cual se estableció la división de funciones de
gobierno, a partir de la exclusi6n del ejercicio del Poder Ju-
dicial a sus miembros, principio mantenido luego en los suce-
sivos reglamentos dictados en 1811 y 181243,como también
en el estatuto de 1815 y el reglamento de 1817, llegando a
nuestros días por el art. 109 de la Gonst, nacionaP4.
4G JOFRÉ, M a ~ ~ u at.l ,1, p. 107 y SS., y t. 11, p. 245 y SS.; VÉLEZ MARICONDE,
Derecho pmcesal penctí, t. E, p. 198 y SS.; CLARL~ OLMEDO, Derecha procesal
penal, t. 1, p. 198 y SS.; MAIER,Derecho procesal penal, t. 1, p. 412.
MODELOS PROCESALES 111
BUENOS
G) AIREIS.Esta provincia concentra la mayor par-
te de ia población argentina y, por ende, la mayor cantidad
de problemas, entre los que el delito no es la excepcidn.
Por ello debid rapidamente aggicirnar su proceso penal a la
realidad que le tocaba vivir, en la conciencia de que, con e1
viejo sistema de administracidn de justicia, el Estado queda-
ria simplemente paralizado.
Así se sancionó la ley 11.922, el 1" de enero de 1997, que
entríi en vigencia el 23 de enero del mismo año, siguiendo
los pasos cordobeses. No extenderemos demasiado nuestro
análisis sobre esta norma, dado que se ha escrito mucho y
muy bueno específicamente sobre ella, por 10 que nuestros
comentarios siempre quedaran escuetosM. Baste decir que
fue y es una norma que en su redaccidn original era muy
buena y que ha sufrido muchos retrocesos, producto de los
vaivenes politicos que mencionamos al principio del acgpite,
pero que tarnbien ha avanzado muchisimo. Un e~emplode
ello es la adopción del sistema de mediación penal para re-
solver conflictos de baja intensidad.
Como notas salientes, se trata de un Código de corte
acusatorioydonde el fiscal es quien ejerce y dispone de la ac-
ci6n penal, donde el juez de garantías es quien observa por
encima al proceso y controla debidamente el cumplimiento
de las garantías y decide sobre las cuestiones que las partes
someten a su consideración. Asimismo, prevé el sistema de
procesos de flagrancia (debe recordarse que las experiencias
de Mar del Plata, Mercedes y San Martin han sido de las pri-
meras, con excelentes profesionales y excelentes resultados
en la trarnitaciún de los procesos).
El Código Procesal Penal es hoy un híbrido de proceso
acusatorio con ciertos retoques autoritarios, donde hace al-
gunos años poseía los ya derogados 'Velitos inexcarcelables",
lo cual chocaba con su espíritu propio, que consagra la liber-
tad como regla y la privación de ella como herramienta muy
La ley 12.405, del año 2000, estableci6 las reformas al regimen ex-
carcelatorio, imponiendo delitos inexcarcelables, los que lograron triplicar en
poco tiempo la poblaci6n carcelaria y no aportaron soluciDn alguna al pro-
blema delictivo bonaerense, pese a que el entonces gobernador hablaba de
"meterle bala a los delincuentes", El fallo "Verbitsky", de la Corte Suprema
de Justicia de la Nación, evidenció esta realidad terrible, la que luego tuvo
que ser derogada, con el dafio ya hecho (CSJN, 3/5/05, Fallos, 328:1146).
130 DERECHO PROCESAL PENAL
* Por RIJ@NA. C m .
VAZQUEZ Rosa, Derecho procesal pmd, t. 1, p. 310. Deñne a la ac-
ción como una pretensidn de tutela jurídica hecha a bs 6rganos pertinentes
del Estado, agregando que existe en función de la pretensi611,y que es el me-
dio, facultad o potestad de abrir y proseguir el desenvolvimiento pracedirnen-
tal hacia el accionado, vinculanda la respectiva actividad jurisdiccional @. 313
y siguientes).
136 DERECHO PROCESAL PENAL
5 27. CONCEPTO
Y BZIOLUCI~N
DE LA ~cc16N.- La
acción
penal ha sido definida corno aquel poder jurídico de carác-
ter público que, según lo dispuesto en el ordenamiento legal,
tiende a excitar la jurisdicción y a obtener una sentencia
sobre su contenido, conformado por la pretensión inicialmen-
te deducida, Del concepto antes expuesto se distingue con
claridad la acción de la pretensión en ella contenida. La ac-
ciiin supone la facultad de instar el procedimiento ante la
organizacibn jurisdiccional, en procura de hacer valer un de-
recho sustantivo; resulta ser un concepto autónomo, vinculado
a la tutela del derecho2.
Si bien la diferencia entre acción y pretensión aparece
actualmente con claridad, no siempre ha sido de ese modo,
pues no era vista de manera independiente al derecho sub-
jetivo que se pretendfa hacer reconocer y actuar; es decir,
existía una verdadera confusi6n entre el contenido sustantivo
y el derecho a perseguir en el juicio3.
La discusion no es nueva. En el derecho romano exis-
tió una visible evoluci6n con relación a la noci6n de acción.
En un primer momento, las acciones de la ley eran una deno-
minación genérica, un conjunto de formalidades en el marco
de un proceso formulario. Estas formas debian ser cumpli-
das con independencia del reclamo que se realizaba; es decir,
no importaba el derecho, sino el estricto cumplimiento de los
ritos. ha acción era, entonces, un derecho autónomo. Lue-
go, la acción pas6 a ser un elemento del derecho; lo impor-
tante no era si se tenía el derecho, sino si se tenia una ac-
5 30. ACCIONES
PROCESALES bien
CIVILES Y PENALES. - Si
los códigos procesales regulan la posibilidad de interponer la
acci6n civil en el proceso penal, ambas acciones son presen-
tadas de manera independiente por la mayoria de los osdena-
mientos. La accibn penal pública debe ser instada por los
6rganos estatales predispuestos, sin perjuicio de reconocer,
en ciertas ocasiones, esa facultad en cabeza de los particula-
res. La accfbn penal privada es de carácter eventual, pero
-a diferencia de la acción civil reparatoria- es principal, no
accesoria, quedando exclusivamente en manos del particular
la posibilidad de instarla y promoverla; esto quiere signifi-
car que el Estado carece de toda facultad al respecto.
Esta separación no fue conocida siempre. Existid una
época anterior al derecho canónico, en la cual la acción penal
l1 Por regla general, la acciún penal es pública y debe ser instada por
los órganos estatales predispuestos, es decir, no se encuentra subordinada a
actividad particular alguna, La excepción se encuentra dada por los supues-
tos previstos en el art. 72 del C6d. Penal, en aquellos casos en los que el
Estado necesita remover el obsthculo a partir de un acto realizado por un par-
ticular. En los supuestos del art. 73 del Cód. Penal, el Estado no tiene inje-
rencia alguna en cuanto al ejercicio de la acción; es el propio particular el que
debe promoverla y llevarla adelante hasta el final de1 proceso.
LA ACCTÓN PROCESAL PENAL 143
Denunciu es el acto oral o escrito por medio del cual el afectado por
un delito pone en conocimiento de la autoridad policial o judicial el hecho de-
lictivo que lo ha ofendido. La acusación se realiza por medio de una quere-
lla, que no es una denuncia que comunica el hecho, sino que configura una
acusación contra el presunto responsable de un delito que implica el ejercicio
pertinente de la aeci6n penal, liga al querellante con el proceso y, por con-
150 DERECHO PROCESAL PENAL
Así, V ~ ~ L E
M~RICONDE
Z afirma que existe una potestad represiva que
sólo puede acaecer mediante un juicio previo a la sancion penal, juicio
que tendra por fmalidad comprobar Judicialmente los extremos fáeticos que
faculten la imposición de la sanción. En esa lúaea considera que el derecho
penal es de coerción indirecta, pos exigencia del art. 18 de la Const. nacional
(Derecho procesal penal, t. 11, p. 525).
154 DERECHO PROCESAL PENAL
* Por RU&N A. C m .
Ixl Aunque los primeros antecedentes datan de los procuradores cesu-
y d e los & o c & i ~ c i romanos, verdaderos funcionarios fiscales encarga-
dos de los intereses del emperador, fundamentalmente en lo que hace a im-
puestos y gabelas (MAIER,El MinbtBmo Riblico: dun adakscen@?,en MAIER
y otros, "El Ministerio Pública en el proceso penal", p. 22). Agrega el autor
que el puente se establece por medio de los mtom re& domus y de 10s
m t o r e s f i s ~ encargados
, de los derechos feudales hasta el medioevo, para iie-
gar a Francia, con bs p.roares du mi y a los dvacads du d.
156 DERECHO PROCESAL PENAL
5 35. SEPARACI~N
ENTRE bien
DECIS1diV Y ACUSACP6N; - Si
actualmente no resulta novedoso verificar que el 6rgano que
acusa o investiga no sea el mismo que decide la cuestión, ello
no siempre fue así. Una nota saliente de la justicia penal la
constituia la llamada "persecucidn ex off2ci0, que permitía, a
quien tenía a su cargo juzgar, inicias por si la investigación
de un hecho que consideraba delictivo, llevando adelante su
investigación.
En ese marco, era el inquisidor -modernamente, con
poderes más atenuados, el rol es cumplido por el juez de
instrucción- quien tenía un papel preponderante, excluyen-
te. En ese entonces se consideraba que bastaba s61o con el
juez, y si bien luego se erigió la figura del fiscal, se encon-
traba desdibujada, actuando s61o de frontdn, utilizado para
convalidar las decisiones tomadas y ejecutadas por el ins-
tructor.
Los antecedentes mas rernot~sde esta institución pue-
den ser rastreados hasta el antiguo Egipto, pasando luego
por Grecia y Rorna3O, pero como antecedente reciente del Mi-
torio coma una dualidad funcional del Ministerio Pública Fiscal (Derecho pm-
cesa1 p m l , t. 1, p. 369 y siguientes).
DERECHO PROCESAL PENAL
5 36. E v o ~ u c r dDEL
~ MINISTERIO
POBLICOFISCAL.
- La
división de roles aportada a partir de la vigencia del sistema
mixto sin duda resultó útil. No obstante ello, en la actuali-
dad se reclama ir mhs lejos y consagrar de manera definitiva
la necesidad de distinguir absolutamente entre las etapas y los
sujetos encargados de perseguir y decidir; se busca dividir
drásticamente la función de los jueces y fiscales, mezcladas y
confundidas a partir de la obligación jurisdiccional de investi-
gar y de la fiscal de controlar la legalidad del proceso.
Esta cuestibn ha llevado a poner en tela de juicio el pa-
pel que cumplen tanto los jueces de instrucci6n como los fis-
cales, postulando el reemplazo del sistema por uno más de-
finido; esto es, el sistema acusatorio. En esa senda se han
reformado los sistemas de persecución penal de las provin-
cias de Buenos Aires, Córdoba, Tucumán, Catamarca y Entre
Rios, entre otras.
5 37. FUNCIONES
DEL MINISTERIO - Luego del
FISCAL.
repaso realizado, no cabe duda de que la génesis del Ministe-
rio Público Fiscal en la antgüedad estuvo inspirada en una
actividad muy distinta de la que ahora conocemosx, pues re-
presentaba más a los intereses personales del soberano que
al propio pueblo; ademas, concentraba funciones de tipo ad-
ministrativas, relacionadas con e1 erario ptíblico, más ajusta-
das a quienes resultan ser representantes del fisco. Con el
paso del tiempo, las principales funciones de este actor penal
se han ido forjando a partir de las necesidades o reclamos so-
ciales de mayor libertad ciudadana, y pareciera que ése es el
rol que la sociedad -tanto víctimas, corno victimario$- pre-
tende de sus fiscales.
En ese orden, ROXINha clasificado los fines que persiguió
-y a su juicio logró- la creaci6n del Ministerio Publico33,y los
analizaremos a continuacidn.
a) LA LUCHA CONTRA EL ~ S O L U T I S M O . El Ministerio Fiscal
fue un medio decisivo para la abolición del proceso penal in-
quisitivo antiguo, el cual concentraba en una persona toda la
actividad judicial; esto es, perseguir y juzgar. Con la atenua-
ción del sistema inquisitivo, y los cambios posteriores, se pro-
curó -aán se sigue intentando- lograr que la función judicial
esté a cargo de un sujeto independiente de las pretensiones
partitivas; imparcial, equidistante. Sin embargo, debemos
convenir que este objetivo se logra a medias con el sistema
llamado "mixto", pero -más allá de los avances que se están
logrando a partir de un consenso generalizado de la conve-
niencia de dividir las funciones, poniendo en marcha el siste-
ma "acusatorio"- que el proceso haya tenido un nuevo actor,
al menos formalmente hablando, tuvo repercusiones positi-
vas, porque a partir de ese hito ha ido ganando terreno en el
campo del proceso y actualmente se perfila como un actor
indispensable, de incuestionada
5 39. ORGANIZACI~N
Y U B I C A C I ~ NDEL &~INISTBRIOP ~ B L I -
co FISCAL. -Se lo considera un conjunto de funcionarios or-
ganizados de manera jerárquica y funcional, que actúa bajo
los principios de legalidad, imparcialidad y unidad37,en de-
del criterio del cuerpo que los delega y que sus peticiones y dickknenes tie-
nen que ser expresión, antes que de su individual juicio, de las Kistrucciones
obligatorias de sus superiores (Derecho pmcesal; penal, t. I, p. 384 y siguien-
tes). Particular visidn es la de JQFRG, quien -siguiendo la tradición inglesa-
afirma que el Ministerio Público representa a la saciedad y que es un agente
del Poder Ejecutivo, a quien le compete e1 mantenimiento del orden público,
tomando parücipaci6n en la justicia por intermedio de los fiscales. Su función
primordial es la de ser un vigilante celoso de la buena y rápida adrninistra-
ción de justicia (Manual, t. 1, p. 219 y siguientes). VWASHUSCER, siguiendo a
G L A R IOLMEDO,
~ afirma que el Ministerio Fiscal tiene una doble función. Una
es custodiar los intereses patrimoniales del fisco; la otra, la custodia del inte-
rés social de justicia en la actuaci6n del derecho (ManwtJ, p. 334).
37 Por legalidad, hemos visto que se entiende a Ia respuesta automá;tica
que debe tener el funcionario público al ser anoticiado de un hecho ilícito,
ejerciendo la acción penal pUbllca de acuerdo a la ley. Aquí se plantea la po-
sibilidad de utilizar criterios de oportunidad o prelación, los cuales -según
entendemos- han de ajustarse a1 fin superior de afianzar la justicia. Al ha-
blar de Zrnparcialidad queremos significar que el fiscal debe actuar sin tener
corno meta un interés propio o particular, sino un interés social, 10 que lleva a
sostener que no resulta .un mero acusador. La unidad en la acción está dada
por la propia organizaci6n jerárquica y funciomI, haciendo que 10 actuado por
un fiscal represente a todo el Ministerio Público, haciendo posible el cambio
de los fiscales sin contrariar principio alguna, como también que el superior
jerárquico pueda impartir órdenes sobre todo de tipo generales, formular y es-
tablecer de manera uniforme criterios de persecuci6n que hacen a la política
166 DERECHO PROCESAL PENAL
criminal del Estado, siempre en pos de cumplir con el mandato legal de ser
un celoso custodio del interés popular.
38 Así, LEONE,Tratado, t. I, p. 421.
LA ACCTÓN PROCESAL PENAL 167
5 40. F U N C I ~DEL
N FISCAL EN LA ETAPA PREPARATORIA. -
Se llama investigación penal preparatoria al conjunto de
actividades de adquisici6n probatoria necesarias para soste-
fiscal asume esa prueba como propia -incluso puede ofrecer la que crea con-
veniente-, pero en realidad quien dirige la investigacion es el propio juez, por
lo que resulta común, sobre todo cuando el fiscal de juicio no es el mismo
que el de la etapa anterior, que no hayan coincidencias en la apreciación del
material probatorio colectado, llevando a absolver al fiscal del plenario a no
acusar o a soiicitar la absolucidn del acusado.
LA ACCIÓN PROCESAL PENAL 173
45. I N T R ~ D U C C-IEn
~ Nel
. apartado B abordamos el
impulso necesario para el procedimiento oficioso, en el caso
en que el juez de instrucción, en la órbita nacional, desee
avo carse personalmente al conocimiento de la encuesta,
M ~ I E RAntologia.
, El proceso p m l colztempordneo, p. 29.
M GAFFERTA NORES,Introdzcccion al derecho procesal penal, p. 180.
5'5 GUARIGLIA, La i~vestiguci8npreliminar m el nuevo Cddigo Proce-
sal Penal de la Nación: imtrmccid.n yizcfisdiccionai vs. investigucidn fis-
cal preparatoma, en MAIER y otros, "El Ministerio Público en el proceso
penal", p. 207 y 208.
178 DERECHO PROCESAL PENAL
5 47. REQUERIMIENTO
PNSTRUCTORIO. - Establece el orde-
namiento procesal vigente que el agente fiscal requerird. a1
juez competente la instrucción de las actuaciones cuando la
denuncia de un delito de acción pfiblica se formule directa-
mente ante el magistrado o la policia y demas fuerzas de se-
guridad, y este no decidiera hacer uso de la facultad de dele-
gar la instrucción del sumario que le concede el párr. lo del
art. 196 del Cód. Proc. Penal de la Nación.
Mas en los casos en los que la denuncia de un delito
de accidn pUblica fuere recibida directamente por el fiscal o
éste promoviera la acción penal de oficio, si el juez de ins-
trucción, de acuerdo con lo estipulado por el párr. 2" de la
norma citada, decidiere tomar a su cargo la investigación, el
agente fiscal deber& así requerirla.
Es clara la ley en cuanto a que resulta indispensable que
el Ministerio Público Fiscal impulse la acción penal en el le-
gajo a su requerimiento, dado que en razón del sistema acu-
satorio, el juez de instruccilcin en ningún caso puede proceder
de oficio, bajo pena de nulidad de los actos procesales lleva-
dos a cabo.
Sin embargo, si el proceso se inició por denuncia y el
juez hizo uso de SU facultad de delegar la instrucción según
lo estipulado por el art. 196 del Cód. Proc. Penal de la Na-
cidn, el impulso de la vindicta pública ya no es necesario y
puede comenzar la investigación sin necesidad de formular el
debido requerimiento de instruccidn.
En tal sentido, en los casos en que la actuación policial
tenga su génesis por expresa denuncia de la víctima, es in-
dispensable el requerimiento fiscal; mas en los supuestos en
que su intervención se haya iniciado con la declaracion de un
agente policial que relató las circunstancias en las que tomó
conocimiento de un hecho delictivo -sea que lo presenció,
sea que se lo informó la víctima o sea que tornó conocimiento
por una denuncia anónima-, el sumario tiene su origen en lo
que se conoce como p~euencidno información policial, no
siendo necesaria, en consecuencia, la formulación del reque-
rimiento.
E n los casos en que el juez reciba una denuncia debe
transmitirla inmediatamente ante el agente fiscal. Dentro
LA A C C T ~ N
PROCESAL PENAL 183
del término de veinticuatro horas, salvo que por la urgen-
cia del caso aquél fije uno menor, éste debe formular el re-
querimiento según lo estipulado por el art. 188 del Cód, Pro-
cesal o pedirá que la denuncia sea desestimada o remitida a
otra jurisdiccidn.
Sin perjuicio de 10 recien apuntado, bien puede el juez
de instrucción que reciba la denuncia, dentro del mismo ter-
mino, hacer uso de la facultad que le acuerda el párr. lodel
art. 196 del C6d. Proc. Penal de la Nacibn, en cuyo caso es el
Ministerio Público quien asumira la direccibn de la instruc-
ci6n del sumario, según las reglas establecidas en el Título 11
del Libro 11 del ordenamiento de rito, o pedirá que la denun-
cia sea desestimada o remitida a otra jurisdicción.
El digesto nos indica que las actuaciones serán desesti-
madas cuando los hechos referidos en ella no constituyan
delito, o cuando no se pueda proceder. El auto resolutivo
que disponga la desestirnacl6n de la denuncia o su rernisi6n a
otra jurisdicción puede ser apelable, aun por quien pretendia
ser tenido por parte querellante.
Así las cosas, el ordenamiento procesal nos instruye del
modo en que debe proceder el magistrado cuando toma co-
nocimiento de un hecho criminal perseguible de oficio, en
cuanto a que inmediatamente tiene que correr traslado al Mi-
nisterio Público para que se expida en los terminos de los
arts. 180 y 188 del C6d. Procesal, o bien delegar en cabeza
de aquél la dirección del sumario, de conformidad a la facul-
tad conferida según el art. 196.
De la citada normativa se desprende el imperativo cons-
titucional de que el juez se encuentra vedado para iniciar el
proceso penal de oficio, siendo que necesita indefectiblernen-
te la previa excitacion de un órgano ajeno.
Segirn el art. 188 del C6d, Proc. Penal de la Nación, son
requisitos del requerimiento de instrucción fiscal que conten-
ga las condiciones personales del imputado. En el caso de
que se ignoren, deber&hacer alusión a las señas o datos que
mejor puedan darlo a conocer o identificarlo, Asimismo, se
manifiesta necesario que se detalle la relación circunstancia-
da del hecho y, finalmente, que se indiquen las diligencias
útiles a la averiguacidn de la verdad.
184 DERECHO PROCESAL PENAL
5 48. F~SCAL
COMO ACTOR PENAL. hemos delineado
- Ya
que, por mandato imperativo de nuestra ley sustantiva, la
persecución de los delitos de acción pública responde al de-
nominado princ2pis de oficialzdad, criterio en virtud del
cual el proceso ha de iniciarse, desarrollarse y finalizar, con-
m El art. 5" del COd. Proc. Penal precisa que la accibn penal púbhca
será ejercida por e1 Ministerio Público, en tanto que la ley orgánica del Minis-
terio Pfiblico, en su art. 25, contempla expresamente que a éste le correspon-
de "promover y ejercer la acci6n pública en las causas criminales y correccio-
nales, salvo cuando para intentarla o proseguirla fuere necesario instancia o
requerisniento de parte conforme las leyes penales".
FALC~N, El @cal como titular de la a c c i h penal, "Revista d e Dere-
cho Procesal Penal", 2008-111-25.
66 ALMEYRA, J-laciu el fin de la legalidad procesal?, LL, 1997-E-357;
B&z - COHEN, El agente fiscal y La a c c w penctl pziblica, LL, 2001-A-575.
M D'ALBORA, Pautas reguladorm de la prosecucih del delito, JA,
doctrina 1971-467.
'iPrObutim"sdlo para delitos de bagateLa, LL, 1995-E-604.
ALMEYRA,
186 DERECHO PROCESAL PENAL
7"~ LUCA,'We bis in. i d m " , "Revista del Ministerio Público Fiscal",
no 7, p. 194 a 206.
77 M ~ E RDerecho
, procesal p m l , p. 553.
m FFDLGUEIRO, La necesidad de funda;mentación de los requerimientos
del Ministerio Publico, LL, 2001-E-804.
B k z , Ace~cadel Mznwteno Públtco Fwcal g d e la necestdad de
f u m h m t u r sus reque~mientos,LL, 2003-A-1071.
LA ACCTÓN PROCESAL PENAL
D) INWSTXGACI~N
PENAL PBEPARATORLA*
* Por JULIO
C. EAEZy PAOMCORBET~A,
GONZALEZNOVILLO- FIGUEROA,
Comenta&s al Código Procesal Penal,
p. 23.
Cddigo Procesal P m l de la Nacidn, t. 8, p. 339.
D'ALBORA,
190 DERECHO PROCESAL PENAL
CAFFERATA
NORES,La imvestigaciófi fiscal preparator2a. como alter-
natwa frentea la 2mtrucc%dnj ~ m d z c ~ z o n a"Doctrina
l, Penal", oct.-dic.
1987, p. 675.
LA ACCTÓN PROCESAL PENAL 191
GONZALEZ
NOVILLO C o m t a m s al Cddzgo Procesal P m l ,
- FPG'UEROA,
p. 67.
194 DERECHO PROCESAL PENAL
8g MAIER,De~eclzoprocesal p m l , p. 560.
90 Ver, en general, ABREGÚ, La irzstmcci6n c o m prejuicio.
LA ACCIÓN PROCESAL PENAL 195
5 50. ETAPA
INTERMEDIA. -La etapa, intermedia o critica
es aquella donde se examina la preparación del caso y es
comprensiva de dos fases: el cierre de la investigación y el
trámite de elevación a juicio. Está comprendida entre los
arts. 346 al 353 del C6d. Proc. Penal de la Nación.
a) C ~ C T E R ~ S T I C A S . Hay quienes se refieren a esta etapa
como el periodo de transicidn del sumario al plenario, aun-
que se sostiene que se la caracteriza con mayor propiedad al
denominarla p r o c e d i m ~ e n tzntemedio.
~ En ese sentido se
ha dicho que termino '%-itermedio"es una denominación más
descriptiva que conceptual, puesto que sólo hace referencia a
una etapa procesal posterior a la instrucción.
Otros opinan que esta etapa tiene por objeto controlar
los requerimientos acusatorias o conclusivoS del Ministerio
Piiblico y, así, prevenir la realizacibn de juicios mal provoca-
dos por acusaciones con defectos formales o insuficientemen-
te fundadas.
En principio, resumiendo y conglobando, en esta etapa se
decide respecto del mérito de la investigacibn llevada a cabo
en la instrucción-preparasiQn para Ilevar el asunto a juicio, y
se analiza tambien lo relativo al principio de legalidad prsce-
sal y las decisiones que hubiera tomado el Ministerio Público.
b) G ~ T Í DE
A IMPARCIALIDAD. A modo de introducci611,
diremos que uno de los problemas más importantes de esta
etapa del procedimiento es aquel que gira en torno a la ga-
rantía de imparcialidad. ¿Debe ser el juez de instrucción el
&gano encargado de revisar no sólo la opinión acusatoria del
Ministerio Público, sino también la desvincrilatoria? ¿Debe
realizarse un control interno dentro del mismo Ministerio Pú-
blico? ¿O debe existir un drgano independiente de las par-
tes que intervinieron en la greparacidn del asunto y del tri-
bunal que llevará adelante el juicio?
En principio, la base del analisis será el requerimiento
del Ministerio Público, ya sea acusatorio o desvinculatorio,
bastando para hacer progresar la acción la probabilidad posi-
196 DERECHO PROCESAL PENAL
91 M ~ E RDerecho
, procesal p m l argentino, t. lb, p. 259.
92 CNCasPenal, en pleno, 11/6/09, '"lanc, María V.", LL, 2009-D-302.
InvestigaciGn delegada por imperio del art. 196 del C6d. Procesal en el Mi-
LA ACCTÓN PROCESAL PENAL 197
nisterio Pdblico (se dispone que el fiscal reunir6 los elementos probatorios
respecto de los extremos de la imputacidn y, en su caso, correrá vista al que-
rellante y luego se expedir& en los t6rminos del art. 347, inc. 2").
NAVARRO - DARAY,Código Procesal Pmal de la NacSón,t. I, p. 839 y
840. CLARIA OLMEDO, Derecho procesal p w l , t. IV, p. 352. Señala V ~ Q U E Z
ROSSIque el auto de procesamiento no aparecía en la legislación anterior, lo
que era objeto de unánime crítica (Derecho procesal penal, t. 11, p. 375 a
377). El auto de procesamiento, derivado de la legislación española y can-
sagrado por primera vez en la nuestra por intermedio del C6digo de Santa Fe
de 1895, es una verdadera sentencia instructoria, y de hecho constituye un
momento fundamental en el curso procesal, con una incidencia directa sobre
el posterior desarrollo.
CNCasPen, Sala 1, 27/4/00, LL, 2000-E-804; CNCrimCorr, Sala 1, i5/
3/01, DJ,2001-3-333; CNPenEcon, Sala A, 6/6/97, LL, 1997-E-421,
95 CNPenEcon, Sala 111, 30/12/99, ED, 187-1237.
'O9 V ~ L EM
Z ~ I C O N Derecho
DE, procesal penal, t. 11, p. 438.
'lo CLARIA OLMEDO, Tratado de derecho ~ T o C ~ S pW&iXl,
U ~ t. IV, p. 351
y 353.
LA A C C I ~ NPROCESAL PENAL 205
l 2 W D i Z L ~Cddigu
, Procesal Pmul de la Nuczdn, t. 8, p. 619.
2 14 DERECHO PROCESAL PENAL
13' V ~ E MARICONDE,
Z Derecho procesal p m l , t. 11, p. 223.
132 CSJN, Faltos, 242:227; 246:357; 302:328; 30:482; 298:104; 298:308;
302:791, y 284:54.
Primipw de coqmcencia, LL, 2000-F-926.
SAGRE'ISI,
134 CNCasPen, Sala W, 16/2/96, "Dulbecco, Claudio U. s/rec. de casa-
ci6nW,reg. 524.
216 DERECHO PROCESAL PENAL
15WCSJN,Fallos, 327:5863,
226 DERECHO PROCESAL PENAL
ROXW,POSZCW%
le7 g u ~ w gu tareas futuras &l M z n i s m Púbium, en
MAIERy otros, "El Ministerio Pública en el proceso penal", p. 40 y siguientes.
LA ACCTÓN PROCESAL PENAL 233
Is2 CNCasiPen, Sala 11, 15/7/10, "Storchi, Fernando M., y otros s/recurso
de casación", reg. 8361.
lWCCNasPen, Sala 1, 16/11M6, "Bernstein, Jorge H., y otro slrecurso de
casación", voto del doctor BISORDI.
CSJN, 29/4/04, "Eernstein, Jorge H., y otros sírecurso extraordinario",
B.505.XLIII.
Ia5 CNCasPen, SaIa 1, 6/6/05, "Linares, Martin M. sJrecurso de easaci6nW,
reg. 7721; íd., Sala 11, 21/3/09, "Baldi, Eduardo A. slrecurso de casación", reg.
14181, voto del doctor MRCHELL,que -por sus fundamentos- se adhiere a las
de Pos doctores GARC~A y YABOCUCCI; íd., íd., 23íZ/10, "Gallina, Mario, y otros
sJrecurso de casaci6n7',reg. 15921, voto minoritario del doctor MITCI-IELL,
LA ACCTÓN PROCESAL PENAL 239
lg4D'ALBORA,CódZgo P ~ ~ c e s aPenal
E de la Nación, t. 8, p. 633.
lS5BAEz, In~~n~titucimulidad d e l urt. 352 del Cddqcr Procesal Pencll
d e la Ndcidn, LL,2006-E-718.
LA ACCTÓN PROCESAL PENAL 247
5 51. CONCEPTO.
- Se entiende por jurisdicción a la
facultad conferida a determinados órganos para la interpreta-
ción y aplicación del derecho en los supuestos en que se pso-
duce una insatisfacción, conflicto o desobediencia con rela-
ción a las normas objetivas.
Originalmente este t6rmino fue empleado en el derecho
romano y deriva de los términos latinos ius y diciere, sinteti-
zados en iur2sdicti0, cuyo significado es "decir o mostrar el
derecho". En otros terminos, significa el poder de realizar
el orden jurídico vigente, disponiendo su concreta aplica-
ción a la situación que se presente ante el órgano respec-
t ivo.
La doctrina procesal. clásicamente ha distinguido entre
función jurisdiccional y órgano ju~sdiccioraal. La prirne-
ra consiste en la actividad de mantenimiento del orden jurí-
dico, cuando éste ha sido desobedecido, cuestionado o invocado
correctamente en la defensa de un derecho a interés tutela-
do e insatisfecho, cuestióln que aparece como consecuencia de
la potestad jurisdiccional. La segunda está compuesta por
instituciones y operadores que ejercen la funciQnjurisdiccio-
nal propiamente dicha1.
* Por R ~ A. NC m .
VÁZQUEZRossr, Ikrecho procesal penal, t. Ii, p. 107,
2 54 DERECHO PROCESAL PENAL
5 52. P R E ~ U P U E
socro~o~l~~cos.
~TOS - La separacion en-
tre el organismo encargado de crear las leyes y aquel encarga-
do de decidir su aplicaci6n no ha sido siempre clara. Exis-
tieron períodos en la historia de la humanidad -sobre todo en
el antiguo derecho griego y romano- en los que esas funcio-
nes eran concentradas en una misma persona, que hacia de
juez y legislador. El proceso de diferenciacidn entre ambas
esferas depende en gran medida de las especiales configu-
raciones técnico-jurídicas, derivadas de la estructura de la
asociación política2.
En sus primeras manifestaciones, la posibilidad de deci-
dir, de decir el derecho, estaba en cabeza de quien era conside-
rado jefe de la organización política. La posibilidad de adrni-
nistrar justicia era naturalmente vista como un poder superior
al de los sujetos sometidos a la potestad del jefe; quien tenía
la autoridad superior debia resolver la controversia.
La jurisdicción, como se entiende en la actualidad, per-
mite la aplicación del derecho a un caso concreto, como acto
distinto del de creación de una norma de derecho general; es
una cuestión de reciente aparición, relacionada con el nivel de
desarrollo sociopolitico e institucional de una sociedad.
En efecto, la aparición del constituciondismo y, por sobre
todo, el moderno sistema de división de poderes trajo apare-
jados cambios en la manera de concebir el poder y el modo
en que debia ser dividido, a fin de crear una suerte de frenos
y contrapesos capaces de impedir la concentracidn absoluta
de poder en manos de un solo drgano o sujeto. Como deri-
vación lógica de esta nueva visibn, que contempla la necesi-
dad de separar los poderes del Estado, se entiende que quien
crea el derecho no sea el mismo que lo aplique.
ROSSI,Derecho
VAZQUEZ procesal penal, t. 11, p. 108, con cita de MAX
WEBER.
JURISDJCCI~NY COMPETENCIA 255
5 56. COMPETENCIA
ORDINARIA. -Ella es, en realidad, la
que las provincias reservaron para sí, que no delegaran al po-
der federal, y es la que rige dentro de sus territorios; ello
pese al notorio avance del poder central por sobre los pode-
res provinciales. Las provincias tienen el deber constitucio-
nal de organizar sus administraciones bajo la forma repu-
blicana, representativa y federal, garantizando a todos sus
ciudadanos el acceso a la justicia, gozando sus prucedimien-
tos de entera fe en las demás jurisdicciones provinciales6.
8 59. ORGANIZACI~N
JUDICIAL. - Nuestro país, al igual que
el resto de los países bajo dominio español, organizó su es-
5 60. CONDICIONES
GENERALES Y PART~CULARES P A ~ ~EL
A
BESEMPENO DE du$ MAGISTRATURA. - Teniendo en cuenta la im-
JURISDICCIÓN Y COMPETENCIA 267
E -~ G
SAFFARONI I Derecho penol.
- ASIA~KAR, Parte general, p. 166.
2 76 DERECHO PROCESAL PENAL
6 63. NOVEDADES
DOCTRINALES EN MATERIA DE INTER-
P R E T A C I ~ NDE NORMAS CONSTITUCIONALES DEL DERECHO PENAL Y
DEL DERECHO PROCESAL PENAL. -En conjunci6n con lo dicho
anteriormente, así como la criminología juega un rol definito-
rio en la formación y actualizacidn del magistrado, también
influyen en el juez las novedades académicas en cuanto a
la interpretaciliin de los preceptos de la Constituci6n relativos
al derecho penal y al ordenamiento procesal penal. Como
hemos dicho ya en otros parágrafos de esta obra, es funda-
mental que las garantías constitucionales sean el norte al que
debe apuntar el proceso penal del nuevo modelo que se pro-
pugna y se intenta consolidar23.
Por ejemplo, es necesario un adecuado convencimiento
de los nuevos aportes doctrinales en la materia, como la posi-
bilidad de efectuar un análisis amplio de la sentencia del tri-
bunal oral por medio del recurso de casaci6nZ4,o la regla es-
tabIecida de la libertad del imputado durante el proceso, la
cual muy excepcionalmente cede ante determinados supues-
5 64. F U N C I ~JURISDIGCIONAL,
N GARANT~AS CONSTITUCIO-
NALES Y CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD. - Como vimos, el
juez es el representante del Estado, en forma de magistrado,
que ejerce la funci6n jurisdiccional, que en realidad asemeja
más a un "poder-deber", ya que tiene la potestad y la obliga-
ci6n de aportar la soluei6n que el ordenamiento jurídico pre-
vé para el caso que le llevan ante sus
La función jurisdiccional se contiene con las "'señas par-
ticulares" que las normas positivas le otorgan. Así, la fuente
primordial de donde sale el contenido de este poder-deber es
la Constitución nacional, la que contiene los rasgos caracte-
rísticos de las atribuciones de los jueces; Constitución na-
cional entendida en el sentido amplio, junto con los pactos
M La facultad d ~f%scalfederal
CORVAL~N, l de reczbwle declaruci6n al
imputado m tiene por qud ser cUnsiderada imonsti-, LL, 2004-C661,
288 DERECHO PROCESAL PENAL
5 66. EL - Antiguamen-
JUEZ EN LA ETAPA INTERMEDIA.
te, la etapa intermedia comenzaba con el auto de apertura de
37 GIMENO
SE~R otras, Derecho procesal.
y A Proceso penal, p. 402.
2 90 DERECHO PROCESAL PENAL
Citado en BINDER,
42 Introducción al derecho procesal penal, p. 101.
43 "En un proceso acusatorio, el juicio penal es el juicio oral y nada más
(BAY~ELMAN, El juicio oral, en "El nuevo proceso oral", p. 138, citado por
LAPORTA, Algunos aspectos del j u i c i o oral frente al principio acusatorio,
"Revista de Derecho Procesal Penal", 2008-1-337).
4 " ~ ~ Algunos
~ ~ , aspectos del juzczo oral f~mteal pmmzpzo acw
saiomo, "Revista de Derecho Procesal Penal", 2008-1-339.
JURISDICCIÓN Y COMPETENCIA 293
5 68. ELABORACI~N
DE LA SENTENCIA. es la sen-
- ¿Qué
tencia en el nuevo proceso penal acusatorio? Es el produc-
to central y basico que ha devengado el proceso penal; "es
el acto judicial por excelencia, que determina o construye
los hechos, a la vez que construye la solución jurídica para
esos hechos, 'solucionando' o 'redefiniendu' el conflicto social
de base, que es reinstalado de un modo nuevo en el seno de
la sociedad"48. Claramente aparece coma el acto procesal
más trascendente y que produce la mayor cantidad de efec-
tos jurídicos; es el documento del proceso. Es par ello que
el procedimiento mediante el cual ese documento se crea, se
elabora, se perfecciona y se termina merece una muy es-
pecial atención. Asimismo, el magistrado o tribunal encarga-
do de elaborarlo deberá respetar ciertos parámetros, bajo
pena de nulidad.
Para CLARIAOLMEDO, "el momento decisorio del juicio pe-
nal culmina con el pronunciamiento de la sentencia, o sea
con el más eminente acto jurisdiccional que pone fin al pro-
ceso una vez que ha sido integramente desarrollado. Se tra-
ta del tiltimo acto de la fase de conocimiento y en su etapa
de juicio, que agota el grado de merito; ello sin perjuicio de
" Dice el art. 400, en sus párrs. 2' y :'3 "Si la cornpkj2dud del asunto
o lo avanzado de la hora hicieran necesario diferir la redacción de la
sentencia, en dicha oportunidad se leerá tan sólo s u parte disposztivu, fi-
jándose audiencia para la lectura integral. &tu se efectuara, bajo pena
de nulidad, m lcts condiciones prmíistas en el párrafo antemor g en. el
plazo mcIximo de cinco d f m a contar del ciewe del debate.
Cuando se hubiere vemfU7cldo l a suspensZón extraordinadu prevista
en el art. 365, el plazo establecido en e1 párrafo a n t e ~ o rserá de diez
dius y se podrd extender hasta veinte d5.s cuando Ea uZLdZencia se hu-
bzere prolongado por mtis de tres meses y hasta cuarenta dZas cuando
JEubZere sido de de seis mesesv',
2 98 DERECHO PROCESAL PENAL
Derecho p m l
Al respecto, ver HENDLER, Q procesal p& de los
Estados Urtidos, p. 162.
JURISDICCIÓN Y COMPETENCIA 307
vigente en muchos países de Europa continental; lo siguen
Alemania, Francia, Italia y algunos cantones de Suiza.
c ) L)e jueces legos. Es el sistema compuesto integra-
mente por jueces legos. Éste es un modelo olvidado. El ju-
rado decidirá sobre la culpabilidad y sobre la pena. Sólo lo
encontramos en tribunales de instancia inferior en Inglaterra.
En la actualidad, los temas de mayor auge en cuanto a
juicio por juradas se dan respecto de cómo se los elige y
selecciona, sobre qué tipo de delito se juzgará por jurado,
c6mo se componen y qué competencia tienen los tribunales,
y cómo y cuándo se impugna la sentencia que ha dictado un
jurado.
Asimismo, hay distintos modelos de juicios por jurado.
El primero, llamado "anglosaji6nfl, está compuesto por
un gran jurado, o jurado de acusacidn, y un pequeño jura-
do, o jurado de enjuzciamiento; el primero es el que aprueba
o no la acusación de la fiscalía, utilizado para casos de co-
rrupción de funcionarios públicos y para casos de penas ca-
pitales, y el segundo el que establece la inocencia o culpa-
bilidad, siendo el juez quien califica el hecho y cuantifica la
pena. En el origen del derecho anglosajQn s61o encontramos
al gran jurado, establecido como un poder de policía para
consolidar la autoridad del rey, y que luego se convirtió en
un tribunal de instancia intermedia, encargado de las investi-
gaciones y de la validez de los casos a ser llevados a juicio.
Ambos figuran en distintas cláusulas de la Constitución de los
Estados Unidos de América (en la enmienda V, el Gran Jura-
do; en la enmienda VI, el jurado de enjuiciamiento). Estas
figuras fueron criticadas y suprimidas en Inglaterra en 1933,
a partir de la ley de Administracidn; en los Estados Unidos
de America, la Corte Suprema, en 1984, permitid a los Esta-
dos prescindir de la aplicacidn de la quinta enmienda, dado
que esta sólo se aplica para el gobierno federal, no afectando
su falta de aplicación el debido proceso. En sus orígenes
históricos, en el siglo xvrr, se utilizó el gran jurado para lu-
char contra la corrupción del gobierno y en los Estados Uni-
dos de América, en el siglo xwr, para responder a las demandas
de los ciudadanos e investigar casos de corrupción pública.
En este último país, diecinueve Estados conservan el gran ju-
308 DERECHO PROCESAL PENAL
* Por R-N A. C m .
VAZQUEZRossr, Derecho procesal p d , t. 1, p. 100.
DERECHO PROCESAL PENAL
5 72, NEUTRALIZAGI~N
Y PR6TAGONISMO DE Lue V~CTIMAEN
EL PROCESO, -Partimos de la base de que la víctima ha sido
neutralizada en el Ambito del proceso penal y poco o nada es
tenida en cuenta a la hora de decidir, lo que ha llevado a un
desinterés total por el sistema3, pero además a desconfiar de
las soluciones que un sordo Estado de derecho puede darle a
su conflicto. Podemos decir con justicia que, si no escucha
a la víctima, mal puede atender sus reclamos.
Dicha tendencia pareciera ir revirtiéndose y dia a dia se
ha ido reconociendo -tanto en la prdctica, como en la legisla-
ción- mayores prerrogativas a la víctima del delito. Se empezol
con darle la posibilidad de estar informada sobre e1 curso del
proceso en el cual se ha visto involucrada, para luego ir am-
pliando paulatinamente su protagonismo, hasta llegar, en al-
gunos casos, a tener una opinión decisiva a la hora de resol-
ver, como también lo es la reparacidn de la lesi6n sufrida.
El art. 73 del Cód. Penal establece: "Son acciones privadas Las que
nacen de los sigwientes delitos.
ID) Catunznias e injurias.
2") Violación de secretos, salvo en. tos casos de los a*. 154 y 157.
3") C m w e n c i a desleal, prevista en el ud. 159.
4") I72~~mplZmimtci de Los deberes de asistencia familiar, cuando La
victima fuere et cbnyuge".
El querellante exclusivo es el único sujeto legitimado para intervenir
como parte acusadora en los casos de acción privada, donde no interviene el
Z . Derecha procesal pmal, t. 11, p. 71;
fiscal. En ese sentido, V ~ Q U EROSSI,
VIVASUSSHER,Marzual, t. 1, p. 355; BIMER,I m t r ~ d ~ c c i p.
h , 328. También
CREUS,quien define los alcances de querellante adhesivo corno aquel que re-
sulta con cargcter accesorPo (Derecho procesal penal, p. 256).
322 DERECHO PROCESAL PENAL
l7 BIDART C ~ P O STmtado
, elemental, p. 791.
l8 ES obhgación de todo Estado parte "res~tar los derechas y libertades
recmcidos m ella y a gamntizur su Libre y pleno ejeni& a toda perso-
12a que esté sujeta a su jurisdicción" (art. lo,CDAH). 'Todo aquél a quien la
ley reconoce personería para actuar en juicio en defensa de sus derechos, está
amparado por la garantía del debido proceso legal consagrado en el art. 18 de
la Const. nacional" (CSJN, 3/12/98, "'Santini, Angelo, y otros", DJ,1999-2-751).
~"AFFERATA NORES,En tomo al querellante particular, p. 20.
La víctima no aparece, se le expropió el confiicto y no puede traer al
proceso el reflejo de su situacion, sus apetencias, sus pretensiones ( C H ~
Q~Az,La leg penal t?$butarria y previsional, p. 181).
21 MMER,Derecho procesal penal, t. 11, p. 611.
326 DERECHO PROCESAL PENAL
24 R ~ I A N EM
S ,u a m I , t. 111, p. 47.
25 BALCARGE, En torno al querellante particular, p. 96,
328 DERECHO PROCESAL PENAL
2 " u ~ ~ Manual,
~ ~ , t. 111, p. 47.
27WR, Derecho procesal p m l , t. 11, p. 681. Es el sujeto pasivo el
paciente del delito. No todo damnificado resulta ofendido, pero todo ofendi-
do por un delito resulta damnificado.
28 RUBIANES, Manual, t. 111, p. 48.
SUJETOS DE LA RELACIÓN PROCESAL 329
Por último, debemos señalar que la aparición de asocia-
ciones no gubernamentales o intermedias ha motivado que se
plantee la posibilidad de que esas organizaciones se consti-
tuyan en querellantes particulares, en caso de verse ataca-
dos bienes jurídicos colectivos, supraindividuales o universa-
les que precisamente esas organizaciones buscan proteger.
Las soluciones aportadas desde la doctrina son diversas; en
ese sentido, MAIERafirma que debe resolverse aplicando ana-
lógicamente la propia ley, otorgándole a esas asociaciones
la misma posibilidad de querellar que la que tiene un ofendi-
do individual, respecto de los intereses difusas atacados29,
AROCENA, por su parte, entiende que si el art. 43 de la Const.
nacional les reconoce legitimacidn para que puedan accionar
en protecci6.n de intereses colectivos, podráa admitirse, con
fundamento en dicha disposición constitucional, que una per-
sona jurídica constituida a tal fin inste su participación como
querellante particular, en procesos incoados por delitos que
lesionan dichos intereses jurídicos colectivos3? Lo cierto, y
más alla de que se tome partido por una u otra postura, es
que hoy nadie puede poner en tela de juicio la posibilidad de que
las organizaciones sociales debidamente constituidas puedan
presentarse en juicio y hacer valer sus derechas de acuerdo
con la ley procesal vigente en cada jurisdiccióln p r o ~ i n c i a l ~ ~ .
e) REQUISITOS
PARA SU En cuanto a ellos, de-
CONSTITUCI~N.
bemos sostener que, con algunas diferencias o matices, las
diversas legislaciones resultan uniformes a la hora de postu-
lar las exigencias mínimas para deducir la querella. En ese
sentido se requiere, bajo sanción de inadmisibilidad, que el
presentante acredite su condición de ofendido por el hecho
investigado y su capacidad legal para estar en el proceso
-sea personalmente o por medio de su representante con po-
der especial-, Una vez salvado dicho recaudo debe indicar
lo siguiente:
1 ) Su nombre, apellido, documento y domicilio real y
legal.
M ~ I E RDerecho
, procesal penal, t. 11, p. 685.
AROCENA, En torno al querellante particular, p. 47.
31 C m , La znuestigacidn p m l , p. 74.
330 DERECHO PROCESAL PENAL
E ~ N T U A L E S . EL RESARCIMIENTO
B) SUJETOS
Y EL EJERCICIO DE LA A C C I ~ NCIVIL
EN EL PROCESO PENAL
5 75. A C C I ~CWL
N - De un hecho delic-
Y A C G I ~ NPENAL.
tivo pueden surgir acciones civiles como penales. Las pri-
meras pueden ser ejercidas en sede civil o en sede penal.
Las segundas, en cambio, sólo han de tramitar en su fuero
específico. Las acciones penales pueden ser públicas pro-
movibles de oficio o dependientes de instancia privada, o
acciones privadas. En cuanto al ejercicio de las acciones,
hemos visto que las civiles sólo son ejercibles por los particu-
lares dañados por el hecho ilícito, en tanto que las penales
dependientes de acción póblica exigen la participación del
Ministerio Público Fiscal y, a su vez, permiten la participa-
ción de las víctimas del delito, sea en ese carácter o como
quereIlante o acusador privado. Las de acción privada, por
su parte, excluyen al actor público -Ministerio Público Fis-
cal- y sdlo permiten al querellante exclusivo.
5 78. DERECHO
SUBJETIVO u REPARAGI~N DEL DAÑO
A
CAUSAD^ POR EL DELITO. - Estos presupuestos que dan origen
a la reparaci~ndel daño causado tienen su correlato en el su-
jeto titular -o damnificado-, a quien la ley considera que tie-
ne derecho a reclamar el resarcimiento del daño de manera
solidaria contra todos los sujetos que hayan ejecutado, parti-
cipado u colaborado en la cornisi6n del delito, o bien, contra
aquellos que, de conformidad con las reglas civiles, resultan
responsables por éstos40.
Se puede establecer siguiendo a VÉLEZMARICONDE,que el
derecho resarcitorio tiene distintas visiones. Una es la obje-
tiva, constituida por la conducta humana que se exterioriza
en un hecho, el cual -en sentido estricto- constituye un deli-
to por estar definido en el Código Penal o en las leyes com-
plementarias, y que causa una lesión de un bien privado, un
daño que afecta al patrimonio econ6mico o moral de una per-
sona, y por tanto los partícipes del delito -autores, conseje-
ros ó cdmplices- asumen desde la comisi6n del delito una
obligaci6n solidaria de reparar el perjuicio; a ello se le suma
una visión subjetiva, que consiste en el poder que el dere-
cho objetivo le atribuye, al sujeto cuyo interés tutela, de
exigir a otro que cumpla con la obligación que la norma jurí-
dica le impone. En otras palabras, es el poder de exigir
una determinada actitud o comportamiento que el orden ju-
ridico le ha puesto a la libre disposición del damnificado, de
modo tal que este puede hacer uso o no de esos medios o
40 Particularmente, arts. 1081, 1100, 1077, 1113, $s. y cones., C6d. Civil;
arts. 31 y 45, C6d. Penal.
41 VÉLEZ MAMCONDE, Acndn msacr&to&, p. S9 y siguientes.
42 VIVAS USSHER,
Manual, t. 11, p. 402.
SUJETOS DE LA RELACIÓN PROCESAL
5 79. PRESUPUESTOS
DEL DERECHO A LA REPARACI~NPOR
EL DAR0 CAUSADO POR EL DELITO. - Mediante el estudio de la
organización y fines del derecho, en particular del penal y
procesal penal, hemos visto que el Estado, una vez organi-
zado, se ha preocupado por monopolizar la venganza y qui-
tar de la esfera privada ese derecho. La acción procesal ha
reemplazado a la física y se permite que en un solo reclamo
se haga efectiva la responsabilidad civil y a partir del
cumplimiento de determinados recaudos o de la confluencia
de ciertos presupuestos.
Estos presupuestos, que ya han sido analizados, dan lu-
gar a la responsabilidad civil y resultan aplicables al campo
del derecho penal cuando, a partir de la comisisn de un deli-
to, nace el derecho subjetivo a la reparacisn del daño causa-
do. En esa línea, para que exista tal posibilidad -mutando
los recaudos antes explicados- se debe dar en el caso eon-
creto: a ) un hecho delictivo que haya sido cometido a título
de dolo o culpa; b) un daño de carácter actual, cierto y efec-
tivo, y c ) el nexo de causalidad que permita unir el delito
con el daño, todo lo cual, una vez acreditado en el transcurso
del proceso, dará lugar al dictado de una sentencia declarati-
va que fije los alcances de la reparación, atendiendo a los
presupuestos que han dado origen al reclamo.
V ~ L EMARICONDE,
Z Accidn re$aWw&, p. 7.
En esa Enea, VIVASUSSHER, ROSSI,Dere-
Manual, t. 11, p. 408; VAZQUEZ
cho p.rocesal p m 1 , t. 11, p. 98.
338 DERECHO PROCESAL PENAL
Entre otros, arts. 1068, 1069, 1083, 1113, ss. y concs., C6d. Civil.
340 DERECHO PROCESAL PENAL
e) S I T U A ~ DE
I ~ LAS
N A S E G U ~ O R A SCITRDAS EN G M T ~ A . La
posici6n en que se encuentran las compañías de seguro den-
tro del proceso penal varia en las legislaciones locales. Has-
t a hace un tiempo no se admitía que el asegurador pudiera
intervenir como parte en el proceso penal, sin embargo, con
la nueva orientaci61-i -acusatoria-, que pretende satisfacer
también los intereses resarcitorios de la víctima del delito y,
por sobre todo, buscar en esa cuestión una vía de solución
del conflicto penal, también llamada "tercera vía", se ha con-
siderado indispensable la intervencibn de la aseg~radora.~~.
Convengamos, finalmente, que estos cambios se orientan
a permitir que el proceso penal tambign pueda reparar los
perjuicios sufridos por el accionar delictivu, incluso que s61o
repare en aquellas casos en que se admite la conclusi6n del
proceso a partir de acuerdos que las partes presentan al juez
y que éste homologa -modelo consensual-, o de supuestos en
que la ley considera suficiente el castigo que el autor del he-
cho ha tenido con el evento mismo -pena natural-.
* LEONE,Tratada,t. 1, p. 443.
55 G w , Pmgrum, p. 288. Este autor agrega que "un juicio no pue-
de ser lanzado al viento, sino es preciso que se dirija contra alguno", desta-
cando que apenas se conozca el sospechado, debe tomar parte en el proceso.
56 C m , La znuestigacidn p m l , p. 84.
348 DERECHO PROCESAL PENAL
8 88,~DENT~FIGACI~N IDENTIDAD
. F ~ S I G AE JDENTíDAD
NOMINAL DEL IMPUTADO, - E l imputado debe ser identificado
de la mejor manera posible, tanto física como nominalmente.
Se entiende por identificacibn fiszca a la coincidencia entre
la persona indicada y la persona sometida al juicioa, en tan-
to la identzdad nominal se encuentra dada por su estado
civil, nombres, apellidos y demás circunstancias generales.
Esta última adquiere valor, indudablemente, para establecer
los antecedentes del imputado, una posible reiteración o su
reincidenciaG3.
La identificación se lleva a cabo mediante la corrobora-
ci6n de los datos que proporciona la misma persona, por par-
5 90. REBELDIA.
-Puede ocurrir que el imputado no
comparezca ante el organismo encargado de la investigación,
juez o fiscal, segun el sistema de que se trate; ante esa even-
tualidad, se da una situación conocida como rebeldia. Cuan-
do el imputado es citado y no concurre, desobedeciendo la
orden judicial, se fuga del establecimiento en que se encon-
traba a disposición de la autoridad respectiva, o se ausenta,
sin autorización, del lugar que se le asignó para la residencia,
asume la condición de c ~ n t u m a xo rebelde, can efectos
determinantes en lo que respecta a la libertad personal y su
7g BINDER,
1~~truducciÓ72
al derecIw procesal penal, p. 185.
80 NORES,Derecho procesal pmal, t. 1, p. 153.
CAFFERATA
SUJETOS DE LA R E L A C I ~ NPROCESAL 357
titular de esta defensa es siempre el imputado, quien además
la ejerce de manera personal e insustituible, en la etapa in-
vestlgativa y durante el debate, pudiendo participar en la re-
construcción del hecho, reconocimiento de otras personas o
elementos probatorios y careos con otros imputados o testi-
gos. Esta participación es facultativa, porque forma parte
de su defensa material y no puede ser obligado a hacer aque-
llo que -considera- concurre contra sus intereses defensivos.
La defensa técnica, en tanto, puede ser ejercida por el
propio imputado, cuando reúne la condicion de ser abogado
y se le autoriza su autodefensa; caso contrario, deberá ser
asistido, sea por el defensor oficial o el particular. En la ma-
yoría de los casos, el imputado encomienda a un abogado de
la matrícula el ejercicio de su defensa técnica, siendo éste
quien asumirá el papel de parte formal y efectuará las inter-
venciones y peticiones tendientes al desecho de su repre-
sentados1. Si fuere autorizada la autodefensa y ésta, a juicio
de los jueces, obstaculiza la buena tramitacióln de la causa,
aquéllos pueden ordenar que se nombre defensor letrado
dentro de un término prudencialmente fijado, bajo apercibi-
miento de designarlo de de igual modo se procederá
si, a entender del juez, existen factores que pueden influir
negativamente, tanto en la efectividad de la defensa cuanto
en la marcha normal del proceso menoscabando aquélla u
obstaculizando esteB3.
Resulta válido que varios imputados confíen la defensa
de sus intereses a un mismo defensor, el que puede asumirla
salvo que haya inccirnpatibilidades entre 61 y sus asistidos, o
de asistidos entre si, al asumir distintas posiciones frente al
hecho requerido. La incompatibilidad de la defensa surge
de la colisión o del conflicto de los intereses de los imputa-
dos entre sí, es decir, cuando los intereses de uno son opues-
tos a los del otro, de tal modo que, al excluir o disminuir la
culpabilidad de uno, se vaya a establecer o a agravar la del
otro; en este caso, si la defensa eficaz de uno conduce inevi-
V ~ Q U EROSSI,
Z Derecho procesal p m l , t. 11, p. 224.
82 ALCALMAMORA - LEVENE,Derecho procesal penal, t. 11, p. 53.
Y CASTILLD
&3 CREUS,Derecho procesal p m l , p. 276.
SUJETOS DE LA R E L A C I ~ NPROCESAL 355
sultar pariente o En cambio, si la propuesta es reali-
zada por el imputado, cualquier manifestación de voluntad de
nombramiento de un defensor llevada de cualquier modo a
conocimiento de la autoridad procedente tiene valor7" y debe
accederse a su nombramiento, siempre que se trate de un le-
trado que cumpla con las exigencias formales de rnatricula-
ción en la provincia.
Por su parte, y atento a cómo ha quedado definitiva-
mente redactada la norma, queda claro que no existe posibi-
lidad de designar defensor por el imputado ante la autoridad
preverttora o policial, sino que e110 debe hacerse inexcusa-
blemente frente y por ante el juez actuante, quien está en
condiciones de examinar las condiciones de habilitación del
propuesto y, en su caso, determinar si esth o no aquél en si-
tuacidn de defenderse por si' mismo, entre otros aspectos so-
bre los cuales no es el sumario policial el lugar más indica-
do para analizar y res01verlos~~; la eventual intervención del
juez para decidir con relacl6n al nombramiento del defensor
no implica un avocamients en la causa.
Nombrado el letrado, se invitara a éste a aceptar el cargo
conferido, el cual lo puede rechazar por motivos atendibles.
Una vez designado y tenido como defensor técnico del impu-
tado, el letrado asume todas las funciones inherentes al car-
goT8,debiendo durante todo el proceso, o el tiempo que dure
al frente de la defensa, asistir y representar al imputado y
si hubiere colisi6n de voluntades entre el imputado; su defen-
5 92. A ~ A ~ r s rDEs
LAS REGLAS M~NIMAS DE LAS NACIO-
NES UNIDASSOBRE LAS MEDIDASNO PRIVATIVAS DE LA LI-
BEBTAD (REGLAS DE TOKIO). - La Asamblea General de las
Naciones Unidas las aprob6 mediante res. 451110, del 14 de
diciembre de 1990. Ellas contienen una serie de principios
básicos para promover la aplicación de medidas no privativas
de la libertad, así como salvaguardias mínimas para las perso-
nas a quienes se aplican medidas sustitutivas de la prisión, y
para fomentar una mayor participación de la comunidad en la
gestión de la justicia penal, especialmente en la que respecta
al tratamiento del delincuente, y promover entre los delin-
cuentes el sentido de su responsabilidad hacia la sociedad.
a) OBLIGACIONES
ASUMIDAS POR LOS ESTADOS Por
MIEMBROS.
medir, de esta resolucidn, ellos asumen los siguientes com-
promisos:
6) Esforzarse por alcanzar un equilibrio adecuado entre
los derechos de 1 ~ delincuentesg8,
s los derechos de las victi-
mas y el interés de la sociedad en la seguridad páblica y la
prevención del delito.
2 ) Introducir medidas no privativas de la libertad en sus
respectivos ordenamientos jurídicos para proporcionar otras
opciones, y de esa manera reducir la aplicación de las penas
de prisión, y racionalizar las políticas de justicia penal, te-
niendo en cuenta el respeto de los derechos humanos, las
exigencias de la justicia social y las necesidades de rehabili-
tación del delincuente.
g3 D h o ~Cúdigo
, P7m& Pentll dr3 l a N d z , t. 1, p. 392 y siguie~~tes.
94 Desufiero y facultades d.iscipliw,ariczs, LL, 2000-E-1225.
CAYUSO,
SUJETOS DE LA RELACIÓN PROCESAL 369
- JIMGNEzLa
ARAGONE , znmuntddd de 10s legzsladores ffW?%teG ~ L$lT'O-
ceso penal, LL, 2000-E-1149.
3 70 DERECHO PROCESAL PENAL
97 G R I S E ~Munual.
I, Parte gmzeral, t. 1, p. 128 y 129.
98 Gsers~nr,Manual. Parte general, t. 1, p. 130.
372 DERECHO PROCESAL PENAL
lAs
TU m - BUSTOS, en AL ME^ (dir.) - h z (coord.), Cddigo Procesal
Penal de La N a c i h , t. 11, p. 173.
GONZALEZ DA SILVA, R e J h m de los m d o s de La denuncm en. el Cdd6
go Procesal Penal de la Nucidn, LL, 2008-E-1100.
EL JUICIO COMO A F I R M A C T ~ N 377
lácial, desligándola de tareas meramente administrativas, posi-
bilitándole así asumir sus funciones específicas3.
a) CONCEPTO.Son varias las definiciones que la doctrina
ha ensayado a lo largo del tiempo, respecto de lo que implica
el término "'denuncia". Sin embargo, es cipinicin de la gran
mayoria que el vocablo en cuestión se circunscribe al "acto
procesal mediante el cual una persona anoticia a la autoridad
competente de la cornisi6n de un delito de acción pública.
En el caso de tratarse de un delito dependiente de instancia
privada sólo podrá hacerlo quien sea particular ofendido con
derecho a ejercer la acci6n penalv4.
Ello se puede inferir sin vaeilación alguna de la redac-
ción del art. 174 del Cddigo, el cual dice que "toda persona
que se considere lesionada por un delito cuya represidn
sea perseguible d e ofzcio o que, sin pretender ser lesiona-
do, tenga noticias de él, podrá denunciarlo al juez) al
agente fiscal o la policfa. Cuando la accidn penal de-
pende de instancia przuada, sólo podrá denunciar q u i e n
tenga derecho a instar? conforme a lo d2spuest.o a este
respecto por el Cddzgo Penal. Con Eus formalidades pre-
vistas e n al Cap. IK del Titulo 1v del Libro 1, podrá pe-
dzrse ser tenzdo por parte quereLEante".
Ahora bien, analizando la definición brindada al cornien-
zo, en consonancia con lo que la norma penal nos indica su-
bre este punto, nos encontramos en condiciones de afirmar
que cualquier persona, sin importar su edad -pues la ley no
hace diferencia sobre esta cuestión-, puede presentarse ante
el 6rgano jurisdiccional, el Ministerio Público Fiscal o la autu-
ridad policial y demás fuerzas de seguridad y poner en su cu-
nocimiento cualquier delito de accián pública que sea perse-
guible de oficio del que haya sido victima o testigo, o bien
cuando se haya enterado de su comisión. Al respecto, apun-
ta el art. 71 del COd. Penal que "debercin iniciarse de oficio
todas Las acciones penales) c o n excepcidn de las siguientes:
- BUSTOS,en ALMEYRA
ASTURIAS (dir.) - BAEZ(coord.), Código Procesal
PenaE de la Nacibn, t. 11, p. 175.
ALMEYRA(dir.] - BAEZ Ccoord.) , Código Procesal Penal de Iu Nacidn,
t. Ir, p. 1.
DERECHO PROCESAL PENAL
5 95. AVOCAMIENTOS.
- Como lo mencionáramos, son
diversas las formas en que puede formularse una denuncia,
pero en lo atinente a quién ser6 el órgano que tendrá la di-
rección de su instrucci6n, sin duda dependerá del modelo de
investigación que regule el ordenamiento procesal que se ha-
lle vigente en el ámbito jurisdiccional en que el suceso tuvie-
ra lugar.
Ello así por cuanto son varias las provincias de Ba Repú-
blica Argentina que en los últimos tiempos han efectuado
modificaciones en sus ordenamientos procesales (entre las
que se encuentran las provincias de Córdoba, Buenos Aires y
Chubut), quedando en consonancia no s6lo con las constitu-
ciones provinciales sino que éstas han receptado el modelo
delineado en nuestra carta magna con motivo de la reforma
constitucional de 1994, puesto que del juego sist4mico de
los arts. 18 y 75, inc. 22,de la Const. nacional, como de los
instrumentos y tratados internacionales (art . XXVI, DADDH;
arts. 10 y 11.1, DUDH; art. 8 O . 1 , CADH, y art. 14.1 DIDC]
EL JUICIO COMO AFIRMACTÓN 383
puede apreciarse que la intención de los legisladores fue que
se delineara un sistema acusatorio; empero, en el plano na-
cional aún no se ha llegado a implernentarlo, contándose en
la actualidad con un modelo mixto.
En este sentido no puede soslayarse que, desde la entra-
da en vigor de la ley 23.984, de 1991, que regula actualmen-
te el procedimiento punitivo, se han introducido importantes
modificaciones en la ley de enjuiciamiento criminal, que se
orientan hacia un modelo con características que contempla
un rnodelo acusatorio.
La aparición en el elenco normativo de la ley 25.409, con-
sagr6, como característica distintiva, la oralidad como princi-
pio cardinal del enjuiciamiento y la publicidad del contra-
dictorio, a la vez que introdujo nuevos institutos, como la
prohibicián del órgano jurisdiccional de proceder de oficio, el
dictado del auto de procesamiento -con o sin prisidn preven-
tiva-, la aparición del período critico de la instrucciOn duran-
te el curso y la eliminación del sobreseimiento provisional
como modelo de finiquitar el proceso6.
Por otra parte se hallan la instrucciuln sumaria, el juicio
abreviado, las modificaciones que se efectuaron con relación
al rol que hoy ocupa el Ministerio Pfiblico, como ser cuando
los sumarios se sustancian según la normativa prevista en el
art. 196 bis del CPPN, y es precisamente en esa directriz en
la que tampoco puede perderse de vista lo establecido por
el art. 26 de la ley orgánica de ese ministerio.
Por lo tanto, no puede dejarse de lado la injerencia que
ha ido cobrando la figura de la trictirna, encuadrarlo en el rol
querellante, dado que se ha consensuado la posibilidad de
que sea este quien impulse el proceso en el supuesto que el
Ministerio Pdblico considere la. posibilidad de abstenerse de
hacerlo.
Al respecto, MAIERseñala la tendencia general actual en
virtud de la cual "un regreso más profundo a las formas acu-
satorias y la influencia del sistema operativo penal de cuño
anglosajdn conducen, poco a poco, a un mayor protagonisrno
~ E y otros,
R El Mhisterio PGblico m el proceso pazal, p. 35,
EL JUICIO COMO A F I R M A C T ~ N 385
Al respecto, FERRAJOLI
explica que "la separacidn de juez
y acusación es el más importante de todos los elementos
constitutlvos del modelo teórico acusatorio, corno presupues-
to estructural y l6gico de todos los demás. Esta separación
es la base de las garantias orgánicas estipuladas en nuestro
modelo teórico". Y agrega que "comporta no sólo la diferen-
ciación entre los sujetos que desarrollan funciones de en-
juiciamiento y los que tienen atribuidas las de postulación
-con la consiguiente calidad de espectadores pasivos y desin-
teresados reservada a los primeros como consecuencia de
la prohibición ne procedat iudex ex of_fjccio-... y sobre todo,
el papel de parte -en púsici6n de paridad con la defensa-
asignado al órgano de la ac~saci6n"~.
Dicho proceso tiene por fin establecer corno procedimien-
to ordinario un sistema de enjuiciamiento penal cuya etapa
central sea un juicio oral y público, contradictorio, donde se
equiparan las partes del proceso, y de ese modo equilibrar el
poder coercitivo del Estado.
Asi, "la igualdad es consecuencia lógica de la vigencia
del principio de contradicción porque el modelo procesal
contradictorio pone el acento en la forma de instruir y con-
siderar que la investigacidn judicial ha de basarse en el
principio de igualdad de partes y debe permitir la efectiva
participacibn contradictoria de los intervinientes en el pro-
ces~"~.
En este modelo las investigaciones dejan de ser irnpulsa-
das por un poder jurisdiccional que actúa de acuerdo con
una cierta ritualidad prevista en la ley y pasan a ser desarro-
lladas por órganos de carácter administrativo, tales como las
fuerzas policiales y el Ministerio Público.
Sobre el particular, CAFFERATA NORESconsPder6 que resul-
taba conveniente "colocar en manos del Ministerio Público
Fiscal la investigacibn preliminar de los hechos delictivos,
con el auxilio de la policía judicial y bajo el control de un
FERRIWOLI,Derecho y r m h , p. 567,
PÉmz h f ~ Algunas
, re&Imms sobre la fase de imxstigacih en
al proceso pmal y el demcha de defensa, "Revista de Derecho Procesal Pe-
nal", 2008-2-669.
386 DERECHO PROCESAL PENAL
l5 NORES,La refoma
CAFFERATA procesal e n Amérzca Latznu, www.
dplfos.org.
EL JUICIO COMO AFIRMACTÓN 389
un eventual requerimiento de elevaei6n a juicio, sin otorgarle
funciones jurisdi~cionales~~.
SegUn LEDESMA,la figura del fiscal se introduce en el
proceso penal como un instrumento necesario, al oficializar
la acci6n penal, con el propósito de subsanar los vicios que
se han detectado en el sistema acusatorio y a fin de garanti-
zar la persecución penal como objeto público tutelado por el
Estado17.
La posicidn en que se ha ubicado institucionalmente el
Ministerio Pfiblico, luego de la enmienda constitucional de
1994, lo ha llevado a adquirir una jerarquía que lo coloca
como verdadero poder independiente del Estado, el cual "tie-
ne par función promover la actuaczón d e La justicia e n
defensa de la legalidad, de los intereses generales de Ea
sociedad" (art. 120, Const. nacional).
Ahora bien, las modificaciones que se gestaron en la es-
fera procesal en los últimos años han ido limitando al juez de
instruccidn o correccional con respecto a la facultad absoluta
que tenía de decidir si asume o no la conducción de la pes-
quisa, sino que ahora, obligatoriamente, deber6 remitir el le-
gajo al representante del Ministerio Público.
Tales innovaciones encuentran su incidencia directa en
los principios que se encuentran contemplados en el art. 120
de la Const. nacional, como la vigencia del sistema acusatorio
en el proceso penal, la igualdad entre las partes e imparciali-
dad del juzgador (art. 75, inc. 22, Const. nacional; art. 8 O . 2 ,
CADH), acciOn y pretensión y ne est iudex ultra petitu par-
tzum.
Lo cierto es que, a modo de corolario, hay que distinguir
el ejercicio o promoci6n de la acci6n penal -el requerimiento
punitivo- de la iniciaci6n o promocioin del proceso penal que
puede tener lugar por requerimiento fiscal (arts. 180, párr.
ultimo, 188 y 195, CPPN) por los supuestos legales de comu-
nicación judicial (arts. 252, 371, 350 y 401, párr. último) o
por prevención.
3s N ~ E zCddigo
, Pmcesal P m l de la provincia d e Córdoba, p. 322.
39 CLARL~ OLMEQO,Derecho procesal p m l , t. 111, p. 106.
EL JUICIO COMO AFIRMACIÓN
4 WOLMEDO,
~Derecho
~ procesal penal, t. 111, p. 109.
BOVINO,El debate, en ~ I E (comp.),
R "El nuevo Código Procesal Penal
de la Nación", p. 233.
45 BOVINO,Impu~cialidadde los jueces y causales d e recczlsaci6n no
escritas en el nuevo Cbdigo Procesal Pmal de la N a c i h , LL, 1993-E-566.
46 MOURDIAN,LOSactos preliminares m el C6d.iQ.oProcesal Penal, LL,
1993-B-779, can cita de DE LA ROA, VOZ Imtrncc%d% en "Enci-
suplen~enta.p-~a,
clopedia Juridica Orneba", t. m, p. 184.
406 DERECHO PROCESAL PENAL
48 M O ~ D W LOS
, actos preliminares en el Cbdigo Procesal Penal, LL,
1993-B-779.
CLARIAOLMEDO, Derecho procesal penal, t. W, 126.
El primero se refiere a sustmcci6n, retención u ocultamiento de una
persona con el fin de obligar a la víctima o a un tercero a hacer, no hacer, o
tolerar algo contra su voluntad. E1 segundo, a la sustracción, retencion u
ocultamiento de una persona para lograr un rescate. Ambos preven múltiples
calificaciones.
408 DERECHO PROCESAL PENAL
9 103. DEBATE.
- A menudo se lo define como el mo-
mento culminante del juicio que se desenvuelve en una o
más audiencias de manera oral, pública, contradictoria y con-
tinua, para establecer la base de la decisión. Es inevitable
para que pueda haber condena válida. Se integra con actos
formalmente regulados conforme a un ordenamiento lógico:
proposición, prueba y discusión de las cue~tiones"~.
Es el ndclea central del juicio, que se lleva a cabo de
manera oral, pública, continua y contradictoria y con la pre-
sencia conjunta y permanente de los integrantes del tribunal,
59 OLMEDO,
CLARI~I~ Derecho procesal penal, t. 111, p. 114.
m BINDER,
I?ztroducciÓ~~,
p. 100.
" CAFFERATANORESy otros, Ma7tuat, p. 655.
m D'ALBORA,Cddigo Procesal P m l de la Nacidn, p. 669.
414 DERECHO PROCESAL PENAL
" V ~ L EMARICONDE,
Z De?-echo p~ocesaEpenal, t. 11, p. 195.
" ~ E R Derecho
, ~ Y O G pertoll,
~ S ~ t. 1, p. 655.
EL JUICIO COMO A F I R M A C T ~ N 415
" C A F ~ R A NORES
T A y otros, Mu~cual,p. GGQ.
70 NORES,Proceso penal g derechos humnos, p. 129,
CAFFERATA
EL JUICIO COMO A F I R M A C T ~ N 419
CAFFERATA PTOceso p
NORES, d g d e r ~ c h itu.m<x,ms,
s p. 137 y 138.
Derecha procesad penal, t. 1, p. 559.
WR,
430 DERECHO PROCESAL PENAL
5 104. D E C L A R A C IDEL
~ N IMPUTADO. - Después d e la
apertura del debate o de resueltas las cuestiones inciden-
tales, el presidente procederá a recibir la declaraci6n del
imputado, conforme al art. 296 y ss. del Cód. Proc. Penal de
la Naciáin, advirtiéndole que el debate continuará aunque
no declare. La omisión de este acto nuliñca el resto de los
que se encuentran concatenados, vicio de carActer absolu-
tu por atentar contra garantías de raigambre constitucional,
como la inviolabilidad de la defensa y el debido proceso. No
darle la posibilidad de declarar, o hacerlo sin observancia
de las disposiciones que custodian que el acto sea un me-
dio de defensa y no de prueba, será causal de nulidad absolu-
ta del debatem.
a) FACULTADES. A nuestro criterio, una de Ias garantías
más importantes del procedimiento penal es la presunción de
inocencia, a la que ya nos hemos referido. A partir de ella
se deriva una concIusiOn tan lógica como simple: si el impu-
tado es inocente, no tiene nada que probar. Por lo tanto,
nadie puede tampoco obligarlo a colaborar con el procedi-
miento; tiene el derecho a no ser obligado a declarar contra
sí mismo, ni a confesar, ni a declararse culpable (art, 8",2.g,
CADH; art. 14.3.g, PIDCP).
5 105. RECEPCI~N
DE PRUEBAS. - Des-
GENERALIDADES.
puks de la indagatoria el tribunal procederá a recibir la prue-
ba en el urden indicado por el Código, salvo cuando conside-
re conveniente alterarlo. En cuanto sean aplicables y no se
disponga lo contrario, se observarán en el debate las reglas
establecidas en el Libro 11 sobre los medios de prueba y lo
dispuesto por el art. 206 (art. 382).
Se trata de reconstruir, positiva o negativamente, el he-
cho dado como hipótesis en la imputación y todas sus circuns-
tancias. Se resuelve en la recepcibn de las pruebas ordena-
das en su oportunidad y, de modo excepcional, de nuevas
pruebas, cuando durante el curso del debate aparezcan in-
dispensables o manifiestamente útiles para descubrir la ver-
dadE.
El orden indicado es el siguiente: a ) peritos e intérpre-
tes; b) testigos; c ) elementos de convicci6n; d) examen de
domicilio; e) inspeccidn judicial, yf) nuevas pruebas. La re-
cepción de la prueba es de gran importancia, puesto que, con
excepci6n de la oralizacidn por lectura y la instrucción su-
plementaria, la sentencia deber6 pronunciarse valorando las
pruebas recibidas y los actos del debate.
Dicho orden fijado normativamente tiene por objeto ar-
monizar la producciOn de prueba, toda vez que mediante
97 N ~ E zCódigo
, Pmcesal Penal de la P r ~ v i m i ade Córdoba, p. 360.
9a h m s , Código Procesal Penul d e la. NaciOn, t. 11, p. 841.
99 FERRAJOLI,Derecho y r m h , p. 59.
loO C O R V ~Valor
, d& la p w b a obtenxia en la etapa; z n s t m c t o m ,
LL, 1996-B-402.
EL JUICIO COMO A F I R M A C T ~ N 445
5 107. PARTICIPACI~N
DEL QUERELLANTE. - Como vimos
oportunamente, ESTEVEy ORIBEenseñan que el acusador pri-
vado fue concebido en nuestro Código adjetivo como una
parte absolutamente adhesiva al Ministerio Público Fiscallos.
Razones históricas abonan dicha tesitura. Es una verdad de
Perogrullo que el actual Código fue forjado -si acaso lo fue-
sin la figura en cuesti6nlog. De la propia Exposición de moti-
vos de la ley 23.984 surge con claridad que en ese momento
se entendía que, en materia penal, el Estado no puede po-
nerse al servicio de la (mal) llamada "venganza personal".
Esta y otras razones -vinculadas a la justificacibn del castigo,
la composiciQn entre autor y damnificado, etc.- hicieron que
el Proyecto se elevara así concebido.
Sin embargo, el lobby ejercido por distintos grupos de
poder logró que la figura del querellante particular fuera in-
troducida, aunque con limitaciones. Al respecto, el enton-
ces ministro de Justicia fue claro: "Tal vez no lo haya sido en
la medida requerida por los colegias, que querían un quere-
llante pleno como el que existe en este momento en el Código
nacional. S610 le retaceamcis una facultad: la de poder ejer-
cer autdnornamente la pretensión penal en el proceso. Lo
hemos hecho no porque no creamos en la instituci6n del que-
rellante sino porque su inclusión debe ser respetuosa del ré-
gimen de la orddad". Asi nació, en nuestra actual ]legislación,
el acusados privado, intrínsecamente vinculado al Ministerio
Público Fiscal.
La facultad reconocida legislativamente de hacerse que-
rellante en los delitos de acción pública no opera como si
119 CSJN, "Otto Wald", Fallos, 268:266; íd., "Santflán", Fallos, 321:2021,
entre otros.
120 CSJN, "Murcia", Fallas, 199:617; íd., "Cabrera", Fallos, 305:2150; íd.,
"SantillM, Fallos, 321:2021, entre otros,
121 CSJN, "Santillán", Fallos, 321:2021.
122 CNCrimCorr, Sala 1, 8/3/04, LL, 2004-F-224.
460 DERECHO PROCESAL PENAL
1 2 VDerecho
~ ~ ~h .~Zko&
y rw ~ a
~ ,
l guruntjsrno penal, p. 567.
466 DERECHO PROCESAL PENAL
5 110. SENTENCIA.
- Terminado el debate, las jueces que
hayan intervenido en 61 pasarán inmediatamente a deliberar
en sesi6n secreta, a la que solo podrá asistir el secretario,
bajo pena de nulidad (art. 396). Si el tribunal estimare de
absoluta necesidad la recepción de nuevas pruebas o la am-
pliación de las recibidas, podrá ordenar la reapertura del de-
bate a ese fin, y la discusión quedará limitada al examen de
aquéllas (art. 397).
El momento decisorio se integra con la deliberacidn del
tribunal y el pronunciamiento de la sentencia; aquel asume
su plena jurisdicción. Durante esta fase del juicio pierde vi-
gencia el principio de control por las partes, y aparecen reta-
ceadas la oralidad y la p~blicidad'~?
La sentencia es el acto de voluntad razonado del tribunal
de juicio, emitido luego del debate oral y príblico, el cual, ha-
biendo asegurado la defensa material del acusado, recibido
las pruebas ofrecidas con la presencia continua de las partes,
sus defensores y el fiscal, y escuchado los alegatos de estos
últimos, resuelve imparcial, fundadamente y de manera defi-
nitiva sobre el fundamento de la acusacidn y las demás cues-
tiones que hayan sido objeto del juicio, condenando o absol-
viendo al acusado129.
133 CNCasPen, Sala 111, 28/2/06, LL, 2006-D-459, voto del doctor TRA-
GANT, con cita de Ios propios en "Tellos, Eduardo A. s/recurso de casa-
ción", causa 65, reg. 99/94, del 24/3/94; "Lorenzo, Ernesto s/recurso de
casaci6nn, causa 47.89, reg. 860/04, de1 29/12/04, "Pareja Sánchez, Mario, y
otros slrecurso de casación", causa 5657, reg. 1214/05, del 29/12/05, en-
tre otros.
La sana c r i t i c a en la legislacz&n pracesul penal argen-
134 CABALLERO,
tina, LL,1995-E-630.
470 DERECHO PROCESAL PENAL
5 112. NULIDADES.
- Corno dispone el art. 404, la sen-
tencia sera nula si: a ) el imputado no estuviere suficiente-
mente individualizado; b ) faltare o fuere contradictoria la
fundarnentación; c ) faltare la enunciación de los hechos impu-
tados; d ) faltare o fuere incompleta en sus elementos esen-
ciales la parte resolutiva, y e ) faltare la fecha o la firma de
los jueces o del secretario.
Respecto de todos estos supuestos nos hemos pronun-
ciado al analizar cada uno de ellos cuando fue oportuno, en
virtud de lo cual allí remitirnos al lector.
N ~ z C6dZQ.o
, Procesal Penal de la Provincia de Córdoba, p. 151.
DONNA - f i z ~ Código
, Procesal Penal de la Nacidn, p. 175.
BIDART Cmpos, Manual de l a Co-rwtitucióm refomzada, t. 11, p. 327.
CLARIAOLMEDO, Derecho procesal penal, t. 1, p. 31.
EL IMPUTADO 485
l5 En este sentido, el art. 193, inc. lo, del Cdd. Proc. Penal de la Nación
dispone: "La instmccci67G tmdrd por objeto: lo) comprobar si existe un h-
chcl delictuoso m d i a n t e las dil.igmc2ds conducmtes al descubrimiento de
la verdad, pero es mucho rnAs especifico el ordenamiento procesal de la pro-
vincia de Cbrdoba, que en su art. 192 dispone: "Todos los hechos y circwis-
tancias relacionados con el objeto del proceso pueden ser acreditados por
cualquier medio de prueba, salvo las excepciones previstas por las leyes".
~WCAFFRRATA NORES,La p m b a en el proceso penal, p. 26. Sin ernbar-
go, aclara que parte de la doctrina exige que los medios de prueba sean taxa-
tivamente d e f i d o s por la ley procesal, por lo que no se concibe la utilizacidn
de uno que no esté expresamente previsto en la ley.
I7 Roxm, Derecho procesaE pmat, p. 185.
l8 CAFFERATA NORES,La prueba en el proceso penal, p. 22. En el mis-
mo sentido, V ~ L EMARICONDE,
Z Tratado, t. 11, p. 198; CLAMAOLMEDO, Trabado,
t. V, p. 33; CSJN, Fallos, 3:383.
~"ER, Derecha procesal penal, t. 1, p. 698. El autor aclara que el
proceso penal cuenta con una serie de limites referidos a la dignidad del ser
humano, que impiden llevar a cabo el procedimiento aplicando formas crueles
y contrarias al respeto por el hombre individual, típicas de la Inquisici6n.
De ahí que nuestra Corte Suprema haya dicho en reiteradísimas oca-
siones que, "en materia criminal, la garantía consagrada por el art. 18 de la
Const, nacional exige que e1 juicio sobre la culpabiiidad tenga corno paso pre-
488 DERECHO PROCESAL PENAL
9 115. INSPECCI~N
JUDICIAL Y RECCONSTRUCGI~N
DE& HE-
CHO. - La inspección judicial es el medio probatorio por el
cual se observa directa e inmediatamente, por los sentidos,
personas, lugares o cosas, buscando de este modo datos que
pueden ser útiles para la averiguación de 1a verdad. Por
eso, consiste en el examen efectuado de manera directa y
personal por el investigador, conformando el arquetipo de la
inmediatez en la apreciación de la prueba.
Sin embargo, este examen no se restringe a la mera per-
cepciiin visual (es decir, la tradicionalmente denominada
"inspecci6n ocular"), dado que se puede utilizar cualquier
otro sentido, según la naturaleza del hecho que se pretende
probar. Si por su naturaleza el medio de prueba va a ser
definitivo o irreproductible se debe notificar fehacientemen-
te a los defensores de las partes, para que tengan la facul-
tad de asistir y controlar el acto.
La finalidad de este medio es comprobar 10s rastros y
otros efectos materiales que el hecho hubiera dejado. Los
rastros son las huellas que indican directamente la existen-
cia del delito. Los efectos materiales del hecho son modifi-
caciones del mundo exterior producidas por el delito, pero
que -a diferencia de los rastros- no indican directamente su
5 117. SECUESTRO.
- ES una medida de coerción real
(puesto que recae sobre objetos materiales y no sobre perso-
nas) para la adquisición material de la prueba. Es la aprehen-
sión y retención de la cosa o efectos relacionados con el hecho
que se investiga, limitando el derecho de uso y goce sobre
5 118. TESTIGOS.
- Se entiende que el testimonio es la
dec1aració.n de una persona física, no sospechada por el mis-
mo delito, recibida en el marco del proceso penal, acerca de
lo que pueda conocer, por percepción de sus sentidos, sobre
los hechos investigados, con el propósito de contribuir a la
reconstrucci6n conceptual de t l s t ~ s ~De
~ . esta manera se en-
tiende que el testimonio es toda declaracibn producida en el
proceso por la que el testigo transmite un conocimiento ad-
quirido por los sentidos y destinado a dar fe sobre datos que
interesan a la investiga~idn~~.
De aquí surgen algunas caracteristicas de tal medio de
prueba, como ser que el testigo es una persona fisica, dado
que sálo ésta es la que se encuentra en condiciones de
aprehender, expresar y referir; cualidades que resultan aje-
nas a las personas jurídicas. También debe ser una persona
distinta de aquellas que integran la relación procesal, de modo
que, al ostentar el caracter de parte (interesada) en el proce-
so, no podría reunir esa cualidad. Asimismo, el testigo de-
bid haber tomado conocimientcr del hecho por el que declara,
no por haber participado en el suceso criminoso o involucrado
en é1 con el solo fin de declararlo.
4 WOLMEDO,
~ Derecho
~ proce~ulpenal, t. 11, p. 479.
44 NORES,
CAFFERATA La. prueba m el p.r-oceso p m l , p. 104.
a CLARLÁ Derecho procesal penal, t. 11, p. 395.
OLMEDO,
500 DERECHO PROCESAL PENAL
5 1 19. PERITOS
E I N T ~ R P R E T E S .- La pericia es el medio
consistente en la obtención o valoración de un elemento de
prueba mediante métodos científicos, técnicos o artisticos.
Como al juez no puede exigírsele que conozca todas las cien-
cias necesarias para la resolución de un caso, en ciertos su-
puestos se impone la intervencibn en el proceso de una per-
sona que sepa lo que el órgano judicial no sabe; es el perito
el sujeto al cual el magistrado debe ineludiblemente recurrir
cuando se ha verificado que, para descubrir o valorar un ele-
mento de prueba, son necesarios determinados conmimien-
47 El art. 275 del C6d. Penal establece: "Serd repr2mido con prisión
de un mes a cuatro años, eL testigo, perZto o i n t é ~ r e t eque afimnare u m
falsedad 0 negam o callare la verdad, m todo o en parte, en su deposi-
&6n, informe, traducciún o Znteqwetación, hecha ante la auto?-$dad c o m
petate.
S i el falso testimmio se c m t i e r e en una causa crimiml, en per-
juicio del znculpado, la pena sera de uno a diez años de reclusfón o
prisión.
E n t o d a los casos se impondrá al reo, ad&, inhubflitacih abso-
luta por doble tiempo del de la condena".
* El art. 276 del Gód. Pend determina: "Lapena del testigo, perito o
intéqw-etef&oI cuga declamc%6nfuere pmstada mediunte cohechar se agra-
vani c m u n a multa igual al duplo de la cantidad ofrecida o recibida
El sobornante s u f r i d la. pena del szmpk testigo falso':
4g El art. 243 del Cód. Penal establece: "Serú r q ~ r n 2 d . oc m prisión
de quince dZm a un mes, al que siendo legalmente &Lado c m testigo,
perito o 2mt&prete, se abstuviere de comparecer o de prestar la declara-
cZdn 0 exposición respectiva.
Ea el caso del pemto o ~ n t d v r e t e ,se zmpondrá, udemás, al reo, zn-
habilitmión especiul de un m s a un año",
502 DERECHO PROCESAL PENAL
OLMEDO,
CLARI~ Derecha procesal penal, t. 11, p. 410.
57 ALMEYRAdi^) - BAEz (coord.), Código Procesai Pertdl de la Nacidn,
t. 11, p. 404,
DERECHO PROCESAL PENAL
58 M ~ I E RDerecho
, procesal pmzal, t. 1, p. 851,
59 CAFFERATA NORES,La prueba m el proceso penal, p. 5.
508 DERECHO PROCESAL PENAL
P~RE Z
BARBERA, La prueba por indicios segúrc /osdistintos sistemas
de enjuiciarnzento penal. Su repermsidn en la casación por agravio
f o m l , 'Cuadernos de Doctrina y Jurisprudencia Penal", no 4-5, p. 396. Acla-
ra el autor que los indicios si podían, en esa época, habiiitar la aplicación de la
tortura.
65 J&NVALLEJO, La prueba en el proceso penal, p. 27. Aclara el autor
que este sistema es el vigente por el art. 741 de la ley de enjuiciamiento cri-
minal, estando también reconocido en Alemania en el 9 261 del StPO que dis-
pone que "sobre el resultado de la práctica de las pruebas decidir6 el tribunal,
según su libre convencimiento formado de la totalidad de la vista".
LA SALVIA,LOSpmcesos 16gzcos en La vczloract6n de las pruebas, LL,
1998-3-1106.
EL IMPUTADO 511
7a M ~ J E RDerecho
, procesal p m L , t. 1, p. 854.
71 CAFFERATA NORES,C u e s t i m s actuales sobre el proceso penal, p. 59,
72 CAFFERATA NORES, dubio pro reo" s/ recurso de cusacidn contra
b sentenciu c-toma, LL, 1999-F-544. Asimismo, se ha dicho que lo
"esencial es que el juez que entienda en la causa... condene una vez que haya
adquirido la certeza o convicción de responsabilidad penal y que, desde lue-
go, descarte toda duda monable de inocencia" (CIDR, informe 5/96, caso
10.970).
EL IMPUTADO
ZAFFARONI- ~ G I - ASLO.OICAR,
Derecho penal. Parte g m e m l , p. 169.
86 CHIARAD h , Resultado de algunas reflexiones sobre la libertud y el
pmceso p m l , ED)94-907.
CAFFERATANORES,La excarceluciih, p. 14.
518 DERECHO PROCESAL PENAL
9"~sta para ello citar que "toda persona ... tendrú derecho a ser jw-
gadu dentro de un plazo r w m b l e o a ser puesta en libertad, sin.perjui-
c w de que continzie el proceso. S u libertad podrd estar cundicionada a
garuntius que aseguren su comparecencia m el juicio" (CADH -Pacto de
San José de Costa Rica-, art. P.5), y que "toda p e r m detenida o presa a
causa de una infracción penal ... tendrá derecho a ser jwg& dentro de
un plazo razonable o a ser puesta e n libertad. La prisión preventiva
de Em perscvnas que haya% de ser juzgadas no debe ser la regla general,
pero su libertad pod7.á estar subordinada a garantius que aseguren la
comparecencia del acvsado en el acto del juicio, o en cualquier otro m-
mento & lm dzlzgenczcts procesales jy, en ssu CGLSO, para la ejecucu5n del
fallo" (PIDCP, art. 9O.3).
EL IMPUTADO 52 1
3 12 5 . INTERPRETACI~N
Y APLICACI~NRESTRIGTWA DE LAS
MEDIDAS DE C O E R C I ~ N .-De
vital importancia para la recta
aplicacidn del instituto de la libertad caucionada resulta el
principio según el cual toda disposici6n que coarte la libertad
personal o que limite el ejercicio de un derecho atribuido al
imputado deba ser interpretada restrictivamenteloB. Tal pre-
supuesto surge de entender que el estado normal del sujeto
sospechado de haber cometido un ilicito es el pleno goce de
sus derechos, incluso el de libertad ambulatoria garantizado
por el art. 14 de la Const. nacional. Así ocurre, pues, hasta
$! 126. PRINCIPIOS
QUE DELIMITAN U A P L I C A C I ~ NDE LAS
MEDIRAS GAUTEWES PERSONALES. - Al respecto, analizamos los
siguientes principios.
a) DE INOCENCIA. El principio de inocencia fue consagra-
do por primera vez en la Declaración de los Derechos del
Hombre y del Ciudadano, que reaccionb contra el sistema im-
- SILVESTRONI,
VIRGOLINI Unm s e n t m i m discretas. Sobre dkcre-
ciunaLZdad judicial y el Estado de derecho, "Revista d e Derecho Penal",
t. 1, 2001-1-281.
117 CSJN, Faltos, 314:1091.
'18 Comité de Derechos Humanos, observación general 13, párr. 7.
124 CAVRLLERO,Jzcsticia i ~ u i s i t o m a l p.
, 88, El autor aclara que antes
que la condena justa, lo que se persigue es la condena que para el condenado
sea "castigo y para otros ejemplo".
125 PESS~A,F u n d u m t o s , p. 28. Tal principio, refiere, podría formular-
se en estos términos: toda persona es inocente hasta que una sentencia f i e
emanada del juez competente dictada en un proceso legal, la declare culpable.
Por lo tanto, toda persona sometida a proceso penal tiene derecho a permane-
cer en libertad durante el mismo, salvo situaciones excepcionales legalmente
fundadas. CAFFEMTANORES,La excarcelccc.ión, p. 7. 0, dicho de otro modo,
que no se adquiere la calidad de condenado hasta que sobrevenga una sen-
tencia condenatoria, por lo que mientras ésta no se produce el sujeto es un "no
condenado", insusceptib1e de castigo, jurídicamente inocente. DE M ROA, El fin-
damento const2tuc2mal de la excarcelaci0n, en "Proceso y justicia", p. 355.
"ER, Cwstiones f i n d a m t a E e s sobre la libedad del zmpzctado,
p. 24. De tal modo, el autor distingue entre la reacción por una infracción
a los deberes impuestos por las normas, que significa la pena, de la custo-
EL IMPUTADO 53 1
En consonancia con este espíritu, los pactos internaeio-
nales de derechos humanos incorporados a nuestra norma
fundamental de manera expresa disponen que "se presume
que todo acusado es inocente, hasta que se pruebe que es
culpable" (art. XXVI, DADDH), que "toda persona acusada
de delito tiene derecho a que se presuma su inocencia
mientras no se pruebe su culpabilidad, conforme a La le3
y e n juicio ptiblico en el que se le hayan asegurado to-
das las garantias necesarias para su defensa" (art. 11.1,
DUDH), que "toda persona acusada de un delito tiene de-
recho a que se presuma su inocencia rnienfras no se
pruebe s u ~ u l p a b i l i d a dconfome a la ley" Cart. 14.2, PID
CP), y que "toda persona inculpada de delito tiene dere-
cho a que se presuma su inocencia mientras n o se esta-
blezca legalmente su culpabilidad" (art. 8.2, CADH)12'. Se
colige que la incorporaci6n de estas disposiciones tiene como
efectos principales, por un lado, la introducción expresa en
el derecho positivo argentina de máxima jerarquía del princi-
pio de inocencia, el que hasta entonces sdlo podía deducirse
de la Constitucibn nacional; por otro, una formulacidn suma-
mente precisa de su contenido garantizador, a tal punto que
bien puede enunciarse diciendo que todo acusado es inocen-
te (art. XXVI, DADDH) mientras no se establezca legalmente
su culpabilidad (art. 8.2, CADH), lo que ocurrir8 s61o cuando
"se pruebe" (art. 14.2, PIDCP) que "es cuLpable" (art. XXVI,
DADDH), en las condiciones que se establecen. Quizás el
principal impacto de la normativa supranacional sea el de de-
jar sentado, expresamente, cólmo se debe hacer para estable-
cer la "no inocencia"; así, habrá que p r o b a r la culpabilidad
(art. 14.2, PIDCP) m8s allá de cualquier duda razonable, "con-
forme a la leg y en juicio público e n el que se le hayan
dia preventiva como manera de conseguir que los fines del enjuiciamiento se
cumplan, lo que significa que esta última sea de naturaleza cautelar y no, por
el contrario, anticipas de la pena posible, pese a la similitud del efecto privati-
vo de libertad de ambas formas coercitivas,
127 El art. 1" del C6d. Proc. Penal de la Nación, siguiendo estos postula-
dos, señala que "nadie podrá ser.. considerado culpable mientras una
s m t m c z a f z m no desvzrtW Ea presunczón de iu znocencm cle que todo
zmputudo goza".
532 DERECHO PROCESAL PENAL
manos", p. 95.
La pmsi&n p ~ e v m t z v d ,el plazo rwortdble, las v.ins o ~ d 6
la9 ALBANESE,
nurtcls y extraordinarias 9 el principio pro Izamim, JA, 2004-11-737.
EL IMPUTADO 537
trata de reconocer derechos protegidos e, inversamente, a la
norma o a la interpretaeidn más restringida cuando se trata de
establecer restricciones permanentes al ejercicio de los dere-
chos o su suspensión extraordinaria. Este principio coincide
con el rasgo fundamental del derecho de los derechos hkima-
nos, esto es, estar siempre a favor del hombre'4a.
Esta pauta se encuentra consagrada positivamente cuan-
do, en general, los instrumentos internacionales establecen
que ninguna de sus disposiciones autoriza a limitar los dere-
chos protegidos en mayor medida de la prevista, a lirnitar
el goce y ejercicio de cualquier otro derecho o libertad que
pueda estar reconocido en otra norma internacional a inter-
na en
5 127. INTRQDUCCJ~N.
- Sintéticamente advertimos que
la libertad es un derecho subjetivo, pero condicionado a la
reglamentación de las leyes, que incluye la libre elección
del lugar de residencia y de transitar libremente (aspecto
positivo), y por otro lado contiene la inmunidad de arrestos
arbitrarios (aspecto negativo), dado que a tal poder jurídico
individual corresponde el deber de abstención propio de los
brganos del Estado y de los otros indi~iduosl~~.
Vemos también que la libertad como pauta genérica apa-
rece en el Preámbulo de la Constitucidn nacional, que propo-
ne como contenido axiol6gico del Estado asegurar los bene-
148 V ~ L EMARICONDE,
Z LOSprincipios f m d a m t a l e s del proceso penal
segun el Código de Córdoba, JA, 1942-N-15, secc. doctrina.
1 4 ~De allí también que a la libertad durante el proceso se la considere
consecuencia directa del estado de inocencia (PESSOA, F u n d a m i o s , p. 53).
540 DERECHO PROCESAL PENAL
8 129. JNTIMACI~N
DEL IL~CITO.-Ella
se compone de la
determinacibn del! hecho que se le atribuye al imputado en
la investigación y de los elementos que fundamentan esa atri-
buci6n. Para lo primero no basta la rnencibn del nombre del
delito que se le atribuye o la menci0n del artículo legal pesti-
nente. Esa determinación exige que al imputado se le ex-
prese qué es lo que -corno acto constitutivo del delito que se
le irnputa- se le atribuye haber hecho y, si fuera posible, se-
gún los antecedentes obrantes en la causa, dónde y cuando
lo hizo y quién fue el ofendido por el hecho. La descripción
de éste debe limitarse a lo que requiera la configuración fác-
tica del delito imputado y de sus circunstancias calificantes.
No es necesario que se mencione el articulo que prevé y cas-
tiga el delito, pero sí Ea menciOn de la calificación legal del
hecho atribuido, porque esto, a la par que facilita la defensa
técnica del imputado, le hace conocer su posible responsabi-
lidad legal1". En definitiva, "la intimaei6n consiste en poner
al imputado en pleno conocimiento del hecho objeto del pro-
ceso para que pueda contestarlo eficazmente... Se integra
con las pruebas existentes hasta el m ~ r n e n t o " ~ ~ .
Debe ser oportuna, para que la indagatoria sea lo que
realmente se persigue. Ello no era respetado en algunos c6-
digos antiguos, que la ubicaban al final del acto, o sea, una vez
que el imputado declaró, respondiendo al interrogatorio del
tribunaltH. Por eso, la gran innovación de V ~ ~ L MARICONDE
EZ y
SOLER, en sir Código de Procedimientos en lo Criminal para la
provincia de Córdoba (1939), consistid en situarla luego del
interrogatorio de identificación. De ese modo se posibilitaba
171 CASABALEL^, Una perversa situacih procesal penal que debe co-
rregirse c m premura, LL, 2002-E-996. Por eilo concluye que en esta situa-
ción, aderncís de absurda y nociva por muchas razones, no es justo que quien
quiere cumplir verdaderamente con la orden de comparecencia de m juez sea
desoido por este y obligado de hecho, y por el mismo magistrado, a esconder-
se de los agentes del orden.
548 DERECHO PROCESAL PENAL
5 131. E x c m c ~ ~ ~ c r b-rPuede
v. decirse en sentido lato
que ella es la libertad provisional que se ordena durante la
tramitación del proceso, por efecto de un proveído que pue-
de ser revocado o modificado. Este procedimiento se en-
cuentra destinado a interrumpir la privación de la libertad
ambulatoria en cuanto ejecución de la detención O prisión
preventiva172. Se opone, así, a la libertad definitiva, que
pone término a la causa y a la prisión preventiva impuesta al
encausado. Pero, en sentido estricto, llámase libertad pro-
visional a la que se ordena cuando no procede la prisi6n
preventiva, sea por falta de merito para dictar el procesa-
miento, sea porque el delito que 10 determina no está re-
primido con pena privativa de la libertad. Y se denomina
excarcelación (en sentido lato, como una forma de libertad
personal) a la libertad caucionada que hace cesar la prisiOn
preventiva antes dispuesta, o que, si es anticipada, evita el
encarcelamientul7% Entonces conforma un contrapeso -o
justo equilibrio- para aquellas reglas que tienden a privar
de la libertad locomotiva al imputado, dando nacimiento a un
estado de libertad sometido a vínculos especiales por las
diferentes cauciones. Convierte, entonces, la privación de
la libertad -como medio de asegurar los fines de un proce-
so- en una medida cautelar menos grave que asegura, en el
caso, eficazmente el cumplimiento de esos fines174,de modo
1 8 W ~R e~
D~Az, s u l t~
do ~
de algunas reflex%mws sobre la. libertad y
ED,94-903.
el proceso penal,
CAFFERATA
NORES, La excurcelac26n,p. 62.
EL IMPUTADO 553
VVÉLEZMARICONDE,
Derecho procesal penal, t. 11, p. 513.
1 8 W mDhz, Resultado de algunas reflexiones sobre Ea tibedad y
el proceso penal, ED,94-903.
lS0 PASTOR,EL encarcelamimto p ~ m m t z v o ,en MAIER(COMP.), "El nue-
vo C6digo Procesal Penal de la Nación", p. 43 y SS,, con cita de Roxm,
554 DERECHO PROCESAL PENAL
Ig1 M ~ E RDerecho
, procesal penal, t. 1, p. 663 y 664.
EL IMPUTADO 555
202 C L A ROLMEUO,
~ Derecho procesal penal, t. 11, p. 612.
203 TORRES BAS, Cddigo Procesal Penal de Ea N&6m, t. 11, p. 391.
EL IMPUTADO 559
so ni desterrado" (art. 9', DUDH), "nadie puede ser some-
tido a detencidn o encarcelamiento arb2trarios" (art . 7 O . 3 ,
CADH), principios bAsicos que denotan la importancia de la
justificación de toda orden que implique la privacidn de la li-
bertad del imputado. En el mismo sentido, las Reglas Mfni-
mas de las Naciones Unidas para la Administración de la Justi-
cia Penal ("Reglas de Mallorca") establecen que "la detención
de una persona s6lo se podrá decretar cuando existan funda-
das sospechas de su participación en un delito" (art. 19.1).
La forma en que esto se concreta es exigiendo suficiente fun-
darnentacidn para mantener cautelarmente privada de liber-
tad a una persona, sea tanto al resolver de manera negativa
el pedido de excarcelación como al decretar la prisi6n pre-
ventiva. Ello es así en razón de que la fundamentación es
una exigencia del sistema republicano como exteriorización
de la razonabilidad que deben llevar los actos de gobierno204.
De la letra de las referidas normas se desprende la clara
conexi6n entre la restricción a un derecho individual y los
justificativos que son empleados para ello, dado que se con-
sustancia con el imperio de la ley el contar con respaldo nor-
mativo y fáctico expresado mediante un razonamiento que
los ligue, para así dar sustento a toda afectación de derechos
fundamentales, mhxime si tenemos en cuenta la provisionali-
dad del auto que decreta la prisión preventiva. La motiva-
cidn, entonces, es un requisito indispensable del acto limita-
tivo del derecho y su contenido es aún mas necesario cuando
se trata de limitar la libertad personal en aras de la investiga-
ci6n de un delito, por lo cual se ha sostenido que "el cumpli-
miento de las garantías judiciales establecidas en la Conven-
ción requiere que en todos los casos, sin excepción alguna, las
autoridades judiciales nacionales cumplan en justificar plena-
mente la orden de prisión preventiva, y en adoptar la mayor
diligencia para decidir sobre el fondo de la cuestión mientras
dure dicha medida"205.
En esa direccidn, los códigos procesales establecen que
los autos sean motivadas bajo pena de nulidad, siendo por
Libertad
SOLIM ~, bajo c u u c i h ;y sifruacih procesal, p. G.
2u5 CIDH, 11/3/97, "Argentina", informe 2/97.
560 DERECHO PROCESAL PENAL
CAFFERATR
235 Ltl excur~eldCiÓ~z,
NORES, p. 101.
2 3 WOLMEDO,
~ ~Tratado de derecho procesal penal, t. V, p. 215,
570 DERECHO PROCESAL PENAL
5 138. LIBERTAD
POR soltura por
FALTA DE M~RITO.-La
falta de mérito se trata de una libertad que ya no se hace de-
pender de los motivos previstos para la excarcelación, sino
que se concede en defecto de ellos o sin tenerlos en cuenta;
no obstante lo cual exige (indefectiblemente, al contrario de
la eximición de prisidn) la presencia del imputado en la cau-
sa, incluso si ya hubiese prestado declaracion indagatoria257.
Esta modalidad se ensola dentro de las clases de libertad
provzsional, como una forma de cautela, Ello así porque
el imputado sigue bajo la jurisdicción del tribunal que, en el
acto de soltura, le hace constituir un domicilio para su cita-
cicin, con la advertencia de obligación de concurrir al llama-
do. Ello se cumple sin caucionar.
Importa, por lo tanto, la falta de elementos de prueba
suficientes corno para imputar un delito (de cualquier clase)
a un individuo encausado; aquf no entran en juego los pará-
metros de la libertad provisional del orden ritual, sino la im-
posibilidad de atribución del ilicito por carencia de pruebas.
Por lo tanto, no significa un mérito incriminador inicial por
un delito que da paso a la prisiOn preventiva, de modo tal que
no es una libertad caucionada sino meramente provisional258.
E s menester tener en cuenta que la falta de rn6rito es un
pronunciamiento intermedio, de alcance dubitativo, pero que
desde el punto de vista formal se muestra como un merito
desincrirninador y provisional del período instructorio, con res-
pecto al indagado corno imputado y al hecho que se le atribu-
y6, lo cual provocará que, mientras esta situación subsista, no
es posible llegar a la acusación y, si no se producen cambios
que determinen el procesamiento, es evidente que la causa
seguirá camino al ~obreseimiento~~?
5 139. SOBRESEIMIENTO.
-Podemos iniciar el análisis de
este instituto procesal mencionando que, con su implementa-
ciOn en el procedimiento penal, se decide la finalización de un
proceso criminal respecto de uno o varios imputados deter-
minados, previamente al dictado de una sentencia definitiva
que le otorgue el carácter de cosa juzgada, y ello en virtud
de la existencia de una causa expresamente fijada en la nor-
mativa regulatoria de la materia, impidiéndose de esta manera
la prosecución del t r h i t e contra el o los sujetos activos.
a) CONCEPTO.En lo S distintos digestos procesales vigen-
tes en el país se enumeran taxativamente los supuestos que
dan lugar a la aplicación del sobreseimiento.
Primeramente podemos detallar aquellas causales comu-
nes de la deelaracidn de sobreseimiento, para luego ejemplifi-
car algunos supuestos originales que se exhiben en determi-
nadas jurisdicciones provinciales.
Las diversas normativas provinciales han establecido un
patroln común en torno tanta al instituto como a las causales
que alientan su adopci6n.
Es así que, en líneas generales, se han establecido como
causales de procedencia del sobreseimiento:
a ) La extinción de la acción penal.
B k z - C ~ N EL~ARONA,
O El archivo de la Znstmccción. 2Acto adminis-
trativo o jurisdiccional?, LL, 2007-B-748; FILOZOF,E2 archiuo y La ley
25.409,DJ,2001-2-1240.
En materia de renuncia condicionada a1 avenimiento, es dable recrear
un pronunciamiento de la justicia provincial, en cuanto a que corresponde de-
clarar extinguida la acci6n penal y sobreseer al imputado cuando fuera denun-
580 DERECHO PROCESAL PENAL
A su turno, D'ALBORA
se explaya señalando que la duda
no autoriza a cerrar anticipadamente el proceso adunando que
la persuasion de las causales no debe tener la certeza apodic-
tica exigible para condenar13.
Por su parte, CAFFERATA NORESanota que, hasta antes de
la reforma constitucional de 1994, se había sostenido pacifi-
camente que el zn d u b i o p r o res era un simple precepto
de carácter procesal, pero actualmente es una garantía consti-
tucional, pues es la contracara del principio de inocencia (art.
8O.2, CADH; art. 14.2, PIDCP; art. 75, inc. 22, Const. nacio-
nal], que exige expresamente, para que se pueda dictar
una sentencia de condena, que se pruebe la culpabilidad
(art. 14.2, PIDCP) plenamente, es decir, rn5s allá de cual-
quier duda razonable. Y este ijlltimo aspecto de tal exigen-
cia es evidenciado por la propia normativa supranacional,
porque si para revisar una sentencia de condena a favor del
condenado se requieren hechos "plenamente probatorios" (art.
14.6, PIDCP) de la comisión de un error judicial sobre su cul-
pabilidad, queda claro que la misma fuerza conviccIona1 @le-
ma p ~ u e b a )es la que se exigirá para admitir como probada
su culpa. Sería absurdo pensar que, para declarar "mal pro-
bada" la culpa, hubiese más exigencias que para admitirla
como "bien probada" (o sea que, para dar por acreditado el
error, hubiese más exigencias que para dar por acreditada
la verdad)?
Postula MAIERque la probabilidad positiva que funda el
progreso de la persecución penal amerita -en el caso de
duda- la acusación y la elevación a juicio del legajo16.
A su turno, CORNEJOseñala que el principio zn dubzo pro
reo -que literalmente significa que, en caso de duda, debe
estarse a lo mas favorabk al imputado- se erige sin discusión
en la actualidad como un principio de raigambre constitucio-
nal, derivado del estado de inocencia del que goza todo impu-
tado en el proceso penal. Su proyección practica conlleva a
$ 140. PRINCIPIO
"ATE EFECTOS
BIS IN IDEM". DE LA
COSA JUZGADA. - El tema a tratar no deja de poseer ciertas
aristas. En primer lugar porque, a diferencia del cierre
definitivo del proceso por sentencia condenatoria o absolu-
toria, a grandes rasgos, no hay en los códigos procesales
provinciales normativas específicas que impongan al 6rga-
no decisorio resolver la acción civil en el auto de sobresei-
miento.
En segundo lugar, el Cbdigo Civil contiene un presupues-
to importante para la cuesti6n, esto es, la norma contenida
l9 CNCasPen, Sala 1, 23/5/01, "Navarro, J. M,"; íd., Sala 111, 18/2/00, "Sak-
sida, W. R.", causa 1885.
20 CNCasPen, Sala 111, 15/8/07, "barra, M a l s/recurso de waei6n".
MEDIOS ANORMALES DE T E R M Y N A C I ~ NDEL PROCESO 585
25 KEMELMAJER
DE CARLUCCI, (dir.) - ZANNONI
en BELLUSCIO (coord.), Código
Civil,t. 5, comentario a! art. 1103, 5 1, p. 311.
26CSJN, Fallos, 316:2824, consid. 11 y su cita, causa P.3 XXW, 21/4/92,
"Parada, Aide6 ~Ncirambuena,Luis E. ddaños y perjuicios".
27 CSJN, Fallos, 319:2336, cancid. 6; 316:2824, disidencia de los docto-
res BARRA y PETRACCHI,consid. 60, y 324:3537.
MEDIOS ANORMALES DE T E R M Y N A C I ~ NDEL PROCESO 587
los desde una perspectiva diferente: las normas del dere-
cho privado28. En ese sentido resolvió la Suprema Corte de
la provincia de Buenos Aires, cuando especified que "la cir-
cunstancia [de] que un hecho declarado 'existente' en sede
penal no constituya un delito, no impide que el juez civil
pueda calificarlo dentro de su competencia, pero no podría
sin violentar los principios de la cosa juzgada decIarar la
existencia de un hecho si tal [suceso] fue tenido por 'inexis-
tente' en sentencia penal firme"?
Por su parte, LLAMB~AS ha entendido que $610 cuando la
absolución del acusado o el sobreseirniento definitivo se fun-
da en la inexistencia del hecho principal que se le atribuye o
la ausencia de autorfa -que resultaría, s e g ~ nel autor citado,
otra forma de inexistencia del hecho que se le atribuyera al
imputado-, ese pronunciamiento no puede ser revisado en la
instancia civiFO.
El t6pico lejos está de ser urticante, pues si se establece
que la manda del juez penal se erige sobre el juez civil, nos
encontraríamos con que e1 primero sería un juez de jueces o
de una suerte de alzada del último. Estimamos que si bien
el juez civil debe atenerse a los supuestos fácticos detesmina-
dos por el juez penal, tiene un margen de decisión sobre los
temas no resueltos por este.
La norma alude, sin cortapisas, al extremo en el que el
juez civil se ve impedido de analizar el hecho principal en
el cual ha, recaído la absoluci6n criminal del imputado. De
manera invertida, si se pudiera efectuar la mentada revisión,
podría ponerse en crisis la estabilidad de la cosa juzgada
-que es un derecho del enjuiciado desde la faz penaL31, con el
consecuente escándalo jurídico, merced a la posible emisión
de dos sentencias diversas y en un punto c~ntradictorias~~.
37 BUERES
(dir.) - HIGHTON
(coord.), Ci5d.igo Civil, t. 3A, p. 311.
3s para delitos t7'i&LLtarios,LL,2007-E-326,
BAEZ,i'P~+obatimzy'
39 CSJN, Fallos, 320:2951,
MEDIOS ANORMALES DE T E R M Y N A C I ~ NDEL PROCESO 59 1
la perseguibilidad páxblica pueda desarrollarse en toda su am-
plitud.
Las decisiones firmes recaídas en sede civil, como princi-
pio general, no hacen cosa juzgada para lo criminal, sirviendo
sólo en calidad de elemento probatorio documental, cuyo va-
lor concreto sera decidido por el juez segdn las reglas de la
sana crítica o de la sincera convicción, aunque medie identi-
dad sobre la plataforma fáctica, dado que habrá diversidad de
objetos y partes en el ejercicio de las acciones respectivas.
En cambio, cuando la existencia del delito o la? persecución
represiva. dependan del fallo civil y de su contenido, estare-
mos aquí en presencia de una cuesti6n prejudicial para lo
pena140.
Desde la jurisprudencia se ha establecido que el psinci-
pio fundamental no es otro que el de evitar la simultaneidad
de dos procedimientos en los cuales pudieran recaer senten-
cias disconformes y aun contradictorias, subordinando la ju-
risdicción civil a la penal, por lo que aquellos preceptdan la
suspensión del pleito mientras continiie el. procedimiento cri-
minal. Terminada la causa penal, la jurisdicción civil puede
estimar libremente la trascendencia de la resoluci6n dictada
con relacion a los fundamentos de la accióln ejercitada, pero
han de respetarse los hechos.
Otra postura sobre la materia se apoya en entender que
la cuesti6n prejudicial penal no debe ser considerada en
modo absoluto por sobre el pleito civil, cuando se ha dictado
auto de sobreseimiento, y ello a partir de que en determina-
das crisis procesales se pueda dirimir alguna de las facetas
en el proceso civil.
Cabe aclarar que en nuestra jurisprudencia se ha estable-
cido que "aun con los mismos elementos de prueba se puede
absolver al demandado por no: haberse probado su responsa-
bilidad penal en un accidente de transito y adoptarse una
decisi6n inversa en orden a la responsabilidad civil del mismo,
ga que la responsabzíidud penal y La csvil no se confun-
den, porque se aprecian con criterio distinto y por consiguien-