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ANTECEDENTES DEL JUICIO DE AMPARO

IGNACIO BURGOA

 GRECIA

La persona no disfrutaba de derechos esenciales reconocidos por la comunidad y


oponibles a las autoridades, es decir, carecía de derechos públicos personales. Su
ámbito legal estaba compuesto casi exclusivamente por derechos políticos y
civiles, participando directamente en la formación y operación de los órganos
gubernamentales, y teniendo una posición protegida por el derecho en sus
interacciones con sus semejantes. Sin embargo, no contaba con ninguna
prerrogativa frente al poder estatal.

El ciudadano ateniense experimentaba una libertad práctica frente al poder estatal,


actuando libremente y cuestionando o criticando sus acciones en las asambleas si
iban en contra de su criterio. No obstante, esta libertad solo existía de manera
factual, sin implicar, por lo tanto, una obligación para las autoridades estatales de
respetarla. En otras palabras, la libertad del ciudadano ateniense, evidente en
diversos actos específicos, no conllevaba un derecho público individual, es decir,
no constituía una demanda legal ante el Estado con una obligación ineludible por
parte de sus autoridades de acatarla.

En Atenas, se puede identificar una suerte de garantía de legalidad, reflejada en la


condición de que todo acto público y ley debían concordar con la costumbre
jurídica. Una de las funciones de las asambleas de ciudadanos consistía en
comparar la ley o el acto con la práctica consuetudinaria para determinar si la
misma se violaba o no.

Adicionalmente, Atenas contaba con el famoso Tribunal del Areópago, encargado


de preservar la integridad de las costumbres, revisar y anular las decisiones de las
autoridades de la polis. Este tribunal representaba la máxima instancia judicial que
decidía de manera definitiva sobre los asuntos significativos presentados ante él.

Afuera de este control o equilibrio ejercido por la asamblea ateniense, que actuaba
como el órgano supremo del Estado, no existía ninguna institución dentro del
marco jurídico de la resplandeciente polis griega que estableciera derechos en
favor del gobernado frente al gobernante, y por ende, no proporcionaba protección
contra el poder público.ROMA

Es cierto que el ciudadano romano tenía como parte integral de su identidad legal
el status libertatis; no obstante, esta libertad se circunscribía a sus relaciones
civiles y políticas. Además, podemos afirmar que en el sistema romano, la libertad
estaba reservada para determinadas personas, como el pater-familias, quien
ejercía un amplio control sobre los miembros de su familia y los esclavos.
La libertad civil y política experimentaron un marcado desarrollo, especialmente en
el ámbito de las interacciones entre el poder público y el ciudadano romano, no
como resultado de una actividad política específica, sino como un simple individuo.
La libertad humana como un derecho público era desconocida; más bien, esta
libertad se experimentaba como un hecho, sin ninguna consagración jurídica.

La única salvaguarda del pueblo ante posibles abusos de la autoridad residía en la


acusación del funcionario al finalizar su mandato. Sin embargo, esto de ninguna
manera constituía un derecho público individual, ya que un derecho es un
obstáculo legal cuyo titular es el individuo frente al poder público, el cual siempre
está obligado a respetarlo. En cambio, la mencionada acusación marcaba el inicio
de una suerte de juicio de responsabilidad dirigido contra la persona física que
representaba la autoridad y no actuaba como una barrera a la actividad de esta
última, la cual ya se encontraba desplegada en dicha situación. Además, el juicio
de responsabilidad tenía como objetivo principal sancionar al funcionario público y
nunca implicaba una verdadera protección del gobernado contra el gobernante,
como lo es la garantía individual.

La acción resultante del interdicto de bomine libero exbibendo iba dirigida contra
acciones de un individuo, situado legalmente en la misma esfera que su titular.
Esto es suficiente para concluir que dicha institución romana no puede
considerarse un antecedente de nuestro juicio de amparo. El interdicto no tiene
como objetivo salvaguardar los mencionados derechos que puedan ser
amenazados y afectados por el poder público, sino más bien evitar que una
persona física, un individuo en particular, pueda privar de la libertad a otro hombre
libre sin enfrentar sanción o responsabilidad alguna, siendo el único titular en
Roma de la acción correspondiente.

Es muy probable que el edicto romano de bomine libero exbiaendo haya dado
origen al procedimiento del cual se sirvió el habeas corpus; sin embargo, no al
derecho de demandarlo ni a la autoridad del juez contra las órdenes del rey o sus
agentes, aspectos que los romanos desconocieron.

 EDAD MEDIA

Para efectos prácticos se seguirá la clasificación periódica de Mariano Azuela Jr.


abordada por Ignacio Burguoa en su obra, de forma que la Edad Media se divide
en tres épocas: la época de las invasiones, la época feudal y la época municipal.

a) Época de las invasiones

Durante la etapa en que los pueblos llamados bárbaros aún no tenían una
organización claramente definida, dado que generalmente estaban
compuestos por tribus dispersas y aisladas, prevalecía la arbitrariedad y el
despotismo en detrimento de la libertad humana. En este período, la libertad ni
siquiera estaba regulada legalmente en las interacciones privadas, a diferencia
de lo que sucedía en Grecia y Roma. En su lugar, existía lo que se denomina
como "vindicta privada", permitiendo que cada individuo tomara la justicia en
sus propias manos. En este contexto, es ineficaz hablar de la existencia de la
libertad del individuo como un derecho público subjetivo, y mucho menos de un
medio de protección correspondiente.

b) Época Feudal
Se distingue por la supremacía del propietario de la tierra, el dueño absoluto de
la misma, sobre aquellos que la trabajaban, y cuyas interacciones dieron
origen a la institución medieval de la servidumbre. La propiedad territorial
confería a su titular no solo un poder práctico, sino también un poder legal
sobre los cultivadores, quienes rendían homenaje y juraban obediencia al
terrateniente o señor feudal. El sistema de servidumbre le otorgaba a este
último un control absoluto sobre los llamados siervos o vasallos, permitiéndole
disponer casi ilimitadamente de sus vidas. Debido a esto, resultaba imposible
concebir un sistema legal que garantizara la libertad del ser humano como un
componente inherente a la personalidad humana, especialmente frente a los
actos arbitrarios y en ocasiones despóticos del señor feudal. Este último no
tenía más límite en su actividad que su propia conciencia en relación con sus
servidores y un vasallaje, en su mayoría simbólico, hacia el monarca o
emperador.

c) Época municipal

En la Edad Media, a medida que las ciudades libres se desarrollaban y sus


intereses económicos cobraban importancia, los habitantes urbanos pudieron
resistir el control de los señores feudales exigiendo salvoconductos o cartas de
seguridad, así como el reconocimiento general de ciertos derechos que
constituyeron una legislación especial (derecho cartulario). De esta manera,
durante este tercer periodo medieval, conocido como el municipal, se
estableció un sistema legal que limitaba y sometía el poder de los señores
feudales en beneficio de los residentes de las ciudades.

El crecimiento económico y político gradual de las poblaciones medievales


llevó a que los gobernantes cumplieran con los compromisos que habían
asumido con sus habitantes. No obstante, la posibilidad de infringir estos
compromisos y las violaciones mismas no tenían ninguna sanción legal para
los afectados. Por esta razón, no se puede encontrar en este periodo un
antecedente histórico del juicio de amparo, a pesar de la implementación de un
sistema legal.

Así se encontraba la posición del individuo como súbdito frente al Estado y los
detentadores del poder público. En los inicios de la Edad Media y al finalizar la
época antigua, el Cristianismo, como corriente moral y humanitaria, intentó
suavizar las duras condiciones de desigualdad presentes en el mundo pagano.
Propugnaba que los hombres eran iguales al menos ante Dios, regidos por una
ley universal basada en los principios de piedad y caridad. Aunque Cristo
centró su enseñanza en el ámbito religioso, es decir, en las relaciones entre el
Creador y las criaturas, su excepcional tesis moral sugería a los gobernantes
tratar humanitariamente a los gobernados, abogando por que su conducta
pública se ajustara a las normas de la justicia universal.

Partiendo de la idea incuestionable de que todo hombre es igual a sus


semejantes y considerando a todos los seres humanos como hijos de Dios, sin
importar su condición social o religiosa, la doctrina de Jesús fomentaba la
tolerancia hacia distintas creencias, siempre y cuando sus seguidores las
profesaran de buena fe. El Cristianismo, por ende, buscó suavizar y atenuar el
despotismo observado por los gobernantes hacia los gobernados. No obstante,
cuando Constantino declaró la doctrina cristiana como religión oficial del
Estado, sus características fundamentales fueron alteradas y hasta
contradichas por las ideas adoptadas por la Iglesia.

Durante la Edad Media, las personas vivieron una realidad en la que estaban
completamente sometidas al poder público, a pesar de la existencia del derecho cartulario
en las ciudades libres de Alemania e Italia. Aunque en la patrística y, especialmente, en la
escolástica, particularmente con Santo Tomás de Aquino, se intentó proclamar la
existencia de un "derecho natural" basado en la esencia misma del ser humano, estas
ideas no se reflejaron en las instituciones legales medievales. Aquino, partiendo de la idea
de que el hombre está hecho a semejanza de Dios y orientando su razón práctica hacia la
consecución del bien y el desarrollo pleno de su propia esencia, afirmó la existencia de
una ley natural que debería guiar la conducta de la criatura racional en la búsqueda de
sus objetivos vitales fundamentales. Afirmó que cualquier norma positiva que no respetara
estos objetivos humanos era contraria a la naturaleza; sin embargo, lamentablemente,
estas ideas no se implementaron en ninguna institución legal de la época medieval.

ESPAÑA

Durante la era medieval, entre los siglos XI y XIII, se identifica en Aragón un


precedente en lo que respecta a la presencia de una entidad encargada de
supervisar la estricta observancia de las leyes y, aún más importante, de moderar
las acciones de la autoridad, incluyendo tanto la real como la eclesiástica: el
Justicia mayor de Aragón. En Aragón, la nobleza se configura como una entidad
política, asemejándose a una república aristocrática, y experimenta una
transformación hacia una monarquía sin renunciar a su soberanía original. Por
esta razón, sus primeros monarcas, más que gobernantes, fueron considerados
"caudillos", ostentando únicamente la posición de primus inter pares y ejerciendo
autoridad y liderazgo, principalmente en el ámbito militar más que en el político.

En ese periodo, la monarquía aragonesa se caracterizó por rasgos singulares. En


aquel tiempo, la realeza ya no buscaba una centralización absoluta del poder, ya
que este se compartía entre la monarquía y la nobleza. A pesar de sus orígenes
militares, la nobleza evolucionó hacia una entidad política con una organización
consolidada, respaldada por derechos fundamentales que surgieron tanto de la
ocupación bélica de los territorios como de la jurisdicción que ejercía sobre ellos.

Esta dualidad en la soberanía política del Estado llevó a la creación de una


autoridad mediadora, representada por la figura del Justicia o juez intermedio,
cuya función era mantener el equilibrio. En consecuencia, el Justicia mayor de
Aragón se destacó como una institución única, sin parangón más allá de las
fronteras del reino de Aragón. Se convirtió en la máxima autoridad del Estado al
cumplir plenamente su tarea de mantener a la aristocracia y a la corona dentro de
los límites de la disciplina legal, en un momento en que ambas luchaban por la
supremacía del poder.

En sus inicios, el Justicia era simplemente un funcionario más en la corte del rey,
al cual se le delegaban ciertas responsabilidades que normalmente eran
competencia exclusiva de la autoridad regia del monarca. La transformación del
Justicia de Aragón en un juez intermedio entre la corona y la nobleza se llevó a
cabo de manera gradual y no radical. Fue el resultado de un proceso lento,
concentrado en forma de fueros o leyes. La figura del Justicia como "Juez
intermedio" surgió en las Cortes reunidas en Ejea de los Caballeros en 1265, y su
consagración como tal entre todas las personas del Reino y el propio Rey ocurrió
en 1266.

El Justicia aplicaba los denominados "procesos forales" o "juicios privilegiados",


que se clasificaban en cuatro categorías distintas: la firma, la aprehensión, el
inventario y la manifestación.

a) La firma

Se hacía alusión a una disposición de restricción adquirida a través de la Corte de


Justicia, fundamentada en objeciones y concedida en contra de magistrados,
funcionarios e incluso individuos particulares. Su propósito radicaba en evitar
perturbaciones a personas y propiedades contraviniendo normativas y leyes, y su
alcance abarcaba tanto cuestiones civiles como criminales, además de aspectos
políticos.

A través de este proceso, el Justicia emitía una orden completa para evitar que se
molestara o perturbara a la persona que lo solicitaba, ya fuera en sus derechos, en
su persona o en sus bienes. Este enfoque legal no solo aseguraba la protección
de la propiedad, impidiendo cualquier intento de apoderamiento o despojo de
bienes, sino que también aplazaba cualquier acción hasta que se emitiera la
sentencia en el juicio correspondiente. Existían varias categorías de estas
medidas: las comunes (o volanderas), dirigidas contra cualquier tipo de agravio;
las motivadas o simples; las de agravios cometidos, que buscaban la revocación
de los agravios infligidos, sujeta a la decisión del Justicia sobre la ratificación de la
medida; las causales, relacionadas con agravios temidos, donde se argumentaba
que algún funcionario o juez tenía la intención de actuar indebidamente,
solicitando al Justicia que le ordenara abstenerse de proceder; las posesorias, las
titulares y las de apelación.

b) La aprehensión
Este proceso consistía en la toma temporal de bienes, tierras o propiedades
realizada por el Justicia o la Real Audiencia, con el objetivo de determinar
quién era el poseedor legítimo. Se dividía en cuatro etapas: provisión y
ejecución; artículo del litispendente o procedimiento sumario; artículo de la
firma o procedimiento posesorio plenario; y artículo de la propiedad.

c) El inventario
Implicaba la toma temporal de bienes muebles, documentos y papeles para
identificar al verdadero poseedor. La persona que tenía la posesión de los
bienes inventariados judicialmente podía mantenerlos bajo su cuidado si los
recibía como garantía. Sin embargo, si se negaba después de ser requerida
hasta en tres ocasiones por la autoridad judicial, los bienes podían retirarse,
retenerse y entregarse como garantía a quien había solicitado el inventario.

d) La manifestación
En este contexto, la acción y pretensión de revelación de personas consistía
en la facultad del Justicia y sus Lugartenientes para emitir una orden dirigida a
cualquier juez o persona que tuviera a otra detenida o presa, ya sea pendiente
de juicio o no. El propósito era evitar la violencia antes de dictar sentencia.
Examinado dicho proceso o acto, si no contravenía la ley, el preso era devuelto
a la autoridad para su juicio o ejecución de sentencia. Sin embargo, si el acto o
proceso era injusto, el preso quedaba en libertad. El objetivo del proceso de
revelación era asegurar al presunto delincuente y prevenir daños ilegítimos; no
se buscaba liberar al preso de la cárcel ni evadir la jurisdicción penal ordinaria,
ya que, si se emitía sentencia, el preso regresaba para su ejecución. Este
proceso abordaba diversos campos en la defensa de los derechos individuales:
revelación de personas; de bienes muebles; de documentos, papeles y notas;
y de procesos tanto seculares como eclesiásticos. El fuero de revelación de
personas implicaba informar a las autoridades ordinarias de la acción en contra
de una persona específica, previniendo así cualquier tipo de abuso. Además,
tenía objetivos civiles al prevenir la amenaza civil de personas retenidas
injustamente por sus parientes, pero sin malos tratos.
De forma que el llamado “Privilegio General”, un fuero existente en el reino de Aragón
expedido por Pedro III en 1348, era un estatuto, es decir, un conjunto de leyes que
reconocía derechos fundamentales en beneficio de los gobernados, proporcionando
protección contra posibles abusos del poder público, especialmente en lo que respecta a
la libertad personal. Este conjunto de normas, conocido como fuero general, aseguraba la
certeza jurídica mediante distintos procedimientos denominados "procesos forales",
algunos de los cuales pueden considerarse como precursores españoles del juicio de
amparo.
En el reino de Aragón, este fuero ya constituía un cuerpo normativo que reconocía
derechos individuales frente a la autoridad, compartiendo una concepción similar a las
garantías individuales contemporáneas, con la intención de limitar el poder público en
favor de los gobernados.

Aunque los procesos de aprehensión y de inventario eran medidas de aseguramiento en


casos civiles, los procesos de manifestación de las personas y de jurisfirma se consideran
auténticos medios de protección de los derechos establecidos en el "Privilegio General".
El primero protegía la libertad personal contra acciones de las autoridades, mientras que
el segundo representaba un control de la legalidad de los actos de los tribunales
inferiores. En este sentido, estos dos procesos aparecen como antecedentes históricos
del juicio de amparo, ya que comparten similitudes, al menos en cuanto a sus
características externas y objetivas como medios de control de los derechos públicos
individuales frente a los actos de las autoridades.

INGLATERRA
En Inglaterra, la consolidación y protección legal de la libertad no fueron eventos
repentinos ni producto de un estudio teórico premeditado o de imitación. Más bien, a lo
largo de diversos eventos históricos, estos conceptos se desarrollaron y fortalecieron. En
los primeros tiempos de la sociedad inglesa, predominaba la "venganza privada". Sin
embargo, con el tiempo, se impusieron restricciones a esta práctica social, estableciendo
períodos en los que no se permitía la violencia en nombre del rey, conocidos como "la paz
del Rey". Así, la venganza privada disminuyó gradualmente, y las violencias asociadas
con ella desaparecieron con el tiempo.

Se crearon los primeros tribunales, como el "Wilar" o consejo de nobles, el tribunal del
Condado y el Consejo de los Cien, encargados de supervisar los juicios de Dios
conocidos como ordalias. Más tarde, ante la dificultad del monarca para administrar
justicia en todo el reino, se estableció la "Curia Regis" o Corte del Rey, con diversas
atribuciones delegadas. De esta manera, los tribunales locales en Inglaterra se
sometieron a la autoridad judicial central, respetándose siempre sus costumbres y
tradiciones jurídicas, aunque eventualmente tuvieron que ceder. Así, en toda Inglaterra se
difundió el "common law", un conjunto de normas consuetudinarias enriquecido y
complementado por las decisiones judiciales de los tribunales ingleses, especialmente de
la Corte del Rey, que a su vez se convirtieron en precedentes no escritos obligatorios para
casos futuros.
Las tensiones entre el monarca y el derecho consuetudinario, junto con la resistencia a las
decisiones judiciales, generaron conflictos en Inglaterra. Estos enfrentamientos
contribuyeron a que el pueblo lograra victorias sobre el monarca, consolidando sus
avances en materia de libertades mediante "bills" o "cartas", documentos públicos
obtenidos del rey en los que se consignaban los derechos fundamentales del individuo.
En el inicio del siglo XIII, los barones ingleses consiguieron que el rey Juan Sin Tierra
firmara un documento político crucial para los derechos y libertades en Inglaterra. Este
documento sentó las bases de diversas garantías constitucionales, especialmente en
América. Estamos hablando de la famosa Magna Carta, la cual, en sus setenta y nueve
capítulos, detalla numerosas garantías prometidas a la Iglesia, a los barones, a los
'freemen' y a la comunidad. Estas garantías poseen un valor jurídico actual que se
compara con las fórmulas que han evolucionado hacia las libertades modernas. A pesar
de ello, algunas de estas garantías han experimentado cambios solo en las palabras, pero
continúan siendo parte de los principios de las constituciones actuales.

El aspecto más relevante de la Carta Magna inglesa es el artículo 46, que sirve como un
claro antecedente de nuestros artículos constitucionales 14 y 16, así como del artículo 59
de las reformas y adiciones a la Constitución americana. Este artículo establecía una
verdadera garantía de legalidad al afirmar que ninguna persona libre podía ser arrestada,
expulsada o despojada de sus propiedades sin un juicio ante sus iguales y de acuerdo
con las leyes del país. Esta disposición aseguraba que cualquier privación de libertad solo
podía ocurrir por una causa legal suficiente permitida por el derecho consuetudinario.
Además, la Carta Magna requería que cualquier afectación a los derechos individuales de
libertad y propiedad se llevara a cabo no solo de acuerdo con las leyes del país, sino
también a través de un juicio de los pares. Con esta idea, se concedía al individuo el
derecho a ser escuchado en su defensa y se garantizaba la legitimidad del tribunal
encargado del proceso, que debía ser precisamente los pares del afectado, es decir,
órganos judiciales establecidos antes del evento en cuestión.

Con el tiempo, el poder del monarca inglés se redujo debido a la formación del parlamento
y a la gradual transferencia de la potestad legislativa real a este organismo. El parlamento
impuso otro estatuto legal al rey para consolidar las garantías establecidas en la Carta
Magna: la Petition of Rights, expedida por Carlos I.

Por otro lado, el writ of habeas corpus, que era un procedimiento consuetudinario que
permitía a los jueces revisar las órdenes de arresto y evaluar la legalidad de sus causas,
se elevó a la categoría de ley en 1679. Tenía como objetivo proteger la libertad personal
contra cualquier detención y prisión arbitraria, sin importar la autoridad que las hubiera
ordenado, aunque con ciertas limitaciones.

En el habeas corpus, encontramos el antecedente inglés de nuestra institución de amparo


en cuanto al mencionado bien jurídico, como un sistema de garantía en el estricto sentido
de la palabra. A diferencia de los diversos estatutos legales mencionados, que solo
contenían derechos declarados, el writ de habeas corpus buscaba proteger la libertad
personal contra cualquier acto arbitrario, siendo tanto un recurso de derecho público
frente a la actuación del poder público como un recurso de derecho civil para proteger la
libertad personal de la mujer casada frente al marido y de los menores frente a quienes
ejercen la patria potestad
En síntesis, en Inglaterra, solo el habeas corpus puede ser considerado como un
antecedente del juicio de amparo pues, al igual que este, era un medio directo e
independiente para impugnar actos autoritarios ilegales, que en definitiva contenían un
derecho garantizado. Por el contrario, los demás estatutos ingleses solo declaraban
derechos, sin proporcionar simultáneamente un medio legal para su protección.

FRANCIA
Debido a las injusticias continuas perpetradas por los reyes, quienes imponían impuestos
elevados al pueblo para financiar el lujo y los gastos exagerados de la corte real y la
nobleza corrupta, surgieron en Francia corrientes políticas importantes en el siglo XVIII.
Estas corrientes buscaban proponer medidas y reformas para poner fin al régimen
absolutista, abogando por el establecimiento de sistemas de gobierno más adecuados
para abordar los problemas públicos.

A diferencia de Inglaterra, donde el constitucionalismo se desarrolló gradualmente a lo


largo del tiempo debido a diversos eventos históricos, en Francia el régimen monárquico
absolutista fue destruido de manera abrupta y repentina, dando paso a uno nuevo,
democrático, liberal, individualista y republicano, todo con la Declaración de los Derechos
del Hombre y del Ciudadano en 1789. Esta declaración estableció la democracia como
sistema de gobierno, afirmando que el poder público se originaba en el pueblo o, usando
su propio lenguaje, en la nación. Además, contenía un principio claramente individualista y
liberal. Era individualista porque consideraba al individuo como el objeto esencial y único
de la protección del Estado y sus instituciones jurídicas, llegando al extremo de no permitir
la existencia de entidades sociales intermedias entre él y los gobernados particulares.
También consagraba el principio liberal al prohibir al Estado intervenir en las relaciones
entre individuos, a menos que tuviera como objetivo evitar que el libre desarrollo de la
actividad individual perjudicara o dañara los intereses de otros.

A pesar de estos principios, la Declaración francesa de 1789 se violó en la práctica en


varias ocasiones sin que hubiera un remedio o medio efectivo para prevenir estas
violaciones. En el año III Thermidor, Sieyes propuso la creación de un organismo político
de control llamado Jurado Constitucional, que se establecería en la Constitución francesa
del año III para conocer de quejas por atentados al orden establecido. Posteriormente, se
creó el arraigo popular y Napoleón I introdujo el Senado Conservador en la Constitución
del año VIII (1799), que tenía como objetivo controlar el orden constitucional y anular
cualquier acto que violara sus disposiciones. Este sistema de control ideado por Sieyes
puede considerarse como un antecedente del juicio de amparo, ya que tenía como
objetivo proteger un orden superior de derecho contra actos de autoridades estatales que
lo violaran o intentaran violar.
Años después, con la Constitución de la República Francesa en 1946, se estableció un
sistema peculiar de control constitucional. Si una ley votada por la Asamblea Nacional se
consideraba contraria a la Constitución y el Comité Constitucional, compuesto por el
Presidente de la República, el Presidente de la Asamblea Nacional, el Presidente del
Consejo de la República y siete miembros de dicha Asamblea, opinaba que la ley requería
revisión del pacto fundamental, dicha ley no entraba en vigor hasta que se reformara la
Constitución en los preceptos violados, si era necesario. Este enfoque hizo que el
principio de supremacía fuera ineficaz, ya que admitía la posibilidad de ajustar una
disposición constitucional a una ley secundaria mediante la reforma de la primera.

Además, en Francia existe un control de legalidad sobre los actos de la administración


pública a través del recurso llamado "de exceso de poder", presentado ante el Consejo de
Estado. Este recurso es similar al amparo administrativo en su objetivo de controlar la
legalidad de los actos de los órganos estatales, aunque difiere en que el recurso de
exceso de poder francés tiene efectos erga omnes, a diferencia del juicio de amparo.

Por último, en Francia también existe el recurso de casación, que es un medio para
impugnar la ilegalidad de las sentencias definitivas de último grado en juicios civiles y
penales. La Corte de Casación, el órgano judicial supremo de Francia, se encarga de este
recurso y se sitúa en el mismo rango jerárquico que el Consejo de Estado en sus
respectivos casos. Este recurso es similar al amparo directo en materia civil y penal, y a
menudo se le menciona como "amparo casacional".

ESTADOS UNIDOS
Con la modificación de la Constitución estadounidense derivada de la independencia de
las trece colonias, se agregaron dos enmiendas las cuales contienen derechos
individuales frente al Estado: las enmiendas V y XIV. La primera garantiza la legalidad, la
audiencia previa y el juicio ante jueces o tribunales establecidos previamente, de manera
similar a los derechos del segundo párrafo de nuestro artículo 14 constitucional. La
enmienda XIV contiene las mismas garantías que la quinta, pero se dirige como una
barrera al poder de los estados federados, ya que se consideró que la quinta solo se
aplica a las autoridades federales.

El habeas corpus se practicaba en las colonias inglesas de América y, al independizarse,


mantuvieron esta tradición jurídica. En Estados Unidos, el habeas corpus no es un
recurso federal, sino una institución local, y solo cuando la autoridad que ordena o ejecuta
la detención arbitraria es federal, la competencia para conocer del recurso del habeas
corpus corresponde a los jueces federales.
Además del habeas corpus, como medio de garantía de la libertad humana y otros
derechos consagrados por la Constitución, existía en Estados Unidos el “juicio
constitucional”, similar al contemplado en el régimen jurídico inglés. Este abarca todos los
procedimientos para llevar un caso a la Suprema Corte en el que se aplique la
Constitución. Cuando se aplica preferentemente una disposición legal inferior en un
procedimiento específico, el afectado puede interponer el recurso correspondiente,
generalmente conocido como writ of certiorari, ante el superior jerárquico del juez que
cometió la violación. El control del orden constitucional y legal federal en Estados Unidos
funciona como una excepción o en vía defensiva, es decir, como una defensa procesal
hecha valer en un juicio previo donde se haya desconocido la supremacía jurídica.

Los recursos específicos que principalmente reflejan el sistema de control estadounidense


son el writ of error (subsistente hasta 1928), el de injunction, el mandamus y el certiorari.
El writ of error es una especie de apelación contra la sentencia definitiva de un juez que
no haya aplicado preferentemente las leyes supremas del país frente a una disposición
legal que se les oponga. El writ of mandamus es una especie de orden dirigida a la
Suprema Corte y a las autoridades para obligarlas a ejecutar sus propias decisiones. El
writ of certiorari es un recurso para revisar los actos de un órgano judicial inferior o de un
organismo que actúe de manera cuasi judicial, para que la parte interesada obtenga
justicia más rápidamente y se corrijan las irregularidades y errores en el procedimiento. El
writ of certiorari corresponde al Juicio de Amparo y Recurso de Casación en lo que se
refiere a la violación de las leyes de procedimiento. El writ of injunction cumple la misma
función que el incidente de suspensión y el juicio de amparo en el sistema mexicano, pero
no en materia penal, sino exclusivamente civil. En resumen, en Estados Unidos, el habeas
corpus es un procedimiento tutelado de la libertad humana, y junto con el juicio
constitucional, constituyen los medios principales de control del sistema jurídico.

NUEVA ESPAÑA

En México, antes de la llegada de los españoles, no existe evidencia clara de un


juicio de amparo ni de algo similar.

Durante la época de la Nueva España, el sistema legal colonial se fusionó con el


español, abarcando tanto aspectos legales como costumbres, incorporando
también prácticas indígenas, especialmente a través de la Recopilación de Leyes
de Indias de 1681 y las Leyes de Castilla. En el ámbito político, la máxima
autoridad en las colonias españolas de América era el rey de España,
representado por virreyes o capitanes generales según la importancia de la
colonia. El monarca español, en un régimen absolutista, concentraba las funciones
fundamentales del Estado: administrador público, legislador y juez. Todas las
acciones ejecutivas, leyes y sentencias se realizaban en nombre del rey de
España, quien, en asuntos judiciales, delegaba sus funciones soberanas en
tribunales que él mismo designaba.
En un sistema legal y político como el español y, por extensión, en el de la Nueva
España, basado en el principio del origen divino de la investidura soberana de los
monarcas, no encontramos ninguna institución que reconociera las prerrogativas
inherentes a los gobernados como parte de un poder jurídico. Aunque este sistema
estaba influenciado por principios morales y religiosos derivados de la ética
cristiana, los monarcas españoles, bajo la influencia de las enseñanzas
evangélicas, generalmente se inspiraban en motivos humanitarios y piadosos al
legislar.

En el Derecho Español, tanto en su aspecto legal como consuetudinario, se


establecía una genuina garantía jurídica para los gobernados en una jerarquía
normativa. Existía una jerarquía jurídica real donde la norma suprema era el
Derecho Natural, cuyos mandatos debían prevalecer sobre las costumbres y las
leyes. Cuando se intentaba aplicar una ley o norma contraviniendo el Derecho
Natural, la persona afectada podía recurrir al rey para solicitar protección contra
actos de autoridad. Este recurso se conocía como amparo al rey, donde se
informaba al monarca sobre los hechos, especialmente cuando se consideraba
que la orden real se basaba en información incorrecta o se ocultaban hechos
fundamentales. Este recurso protegía la supremacía jurídica del Derecho Natural y,
en segundo lugar, las costumbres, que no podían ser contradichas por ninguna
disposición autoritaria. En este contexto, podríamos considerar que hay un
precedente histórico español del juicio de amparo en el recurso de obedézcase
pero no se cumpla.

Además, existían otros recursos similares al juicio de amparo, como el recurso de


fuerza, que no solo se utilizaba para plantear problemas de incompetencia, sino
que también actuaba como un medio de protección. Desde el punto de vista de su
carácter protector, este recurso funcionaba como un medio para controlar la
legalidad y el derecho de audiencia, utilizado contra las autoridades judiciales
cuyos actos afectaban los bienes jurídicos de una persona, incluida la posesión.

MÉXICO
En la época de México independiente, especialmente en asuntos político-
constitucionales, se produce un cambio importante respecto a la tradición jurídica
española. Este cambio está influenciado por las ideas derivadas de la Revolución
francesa y toma inspiración del sistema norteamericano. La influyente Declaración
francesa de los derechos del hombre y del ciudadano tiene un impacto significativo
en el México recién emancipado. Durante este período, además de organizar
políticamente al Estado, la principal preocupación es garantizar y consagrar los
derechos individuales.

a) Constitución de Apatzingán:
La Constitución de Apatzingán es el primer documento político-constitucional de
México independiente. Incluye un capítulo especial dedicado a los derechos
individuales. En este capítulo, se establece una declaración general sobre la
relación entre los derechos del hombre, clasificados de manera similar a la
Declaración francesa, y el gobierno. La idea central es que la Constitución de
Apatzingán consideraba los derechos individuales como elementos inviolables por
el poder público, que debía respetarlos por completo. Aunque esta constitución no
ofrece medios legales para hacer respetar estos derechos a nivel individual, no
encontramos un antecedente histórico directo del juicio de amparo, cuya principal
finalidad es la protección preventiva o reparadora de los derechos individuales.

b) Constitución Federal de 1824:


Los redactores de la Constitución de 1824 se centraron en organizar políticamente
a México y establecer las bases para el funcionamiento de los órganos
gubernamentales. Los derechos individuales, comúnmente llamados garantías
individuales, se colocaron en un plano secundario. Aunque se mencionan algunos
derechos individuales frente al Estado, principalmente en materia penal, esta
constitución no consagra de manera exhaustiva los derechos individuales, siendo
inferior en este aspecto a la de Apatzingán. A pesar de algunos indicios
relacionados con el juicio de amparo, como la facultad de la Corte Suprema de
Justicia para conocer de las infracciones a la Constitución y leyes generales, estos
no constituyen un antecedente directo del juicio de amparo.

c) Constitución Centralista de 1836:


Las Siete Leyes Constitucionales de 1836 cambiaron el régimen federativo por el
centralista, manteniendo la separación de poderes. Este cuerpo normativo creó un
"Supremo Poder Conservador" con facultades desorbitadas, pero su función no fue
jurisdiccional, sino política. No encontramos en este período un antecedente del
juicio de amparo.

d) Constitución Yucateca de 1840 (Proyecto):


El proyecto de Manuel Crescencio Rejón introdujo un medio claro y sistemático de
protección del régimen constitucional en México. La Constitución Yucateca de
1840 representó un avance significativo al consagrar la libertad religiosa y regular
los derechos de los aprehendidos, de manera similar a la Constitución vigente. La
contribución más destacada es la creación del juicio de amparo, ejercido por el
Poder Judicial, que permite impugnar cualquier violación a los preceptos
constitucionales, convirtiéndose en un hito importante.

e) Proyectos de la Minoría y Mayoría de 1842:


En 1842, se designó una comisión para elaborar un proyecto constitucional.
Mariano Otero, miembro de la comisión, propuso un sistema de protección
constitucional que combinaba elementos jurisdiccionales y políticos. Sin embargo,
este sistema fue inferior al instituido por Rejón en Yucatán. Aunque se introdujo la
competencia de la Suprema Corte para conocer de reclamos contra actos de los
poderes ejecutivo y legislativo locales, no constituye un antecedente directo del
juicio de amparo.

f) Actas de Reformas de 1847:


Estas actas restauraron la vigencia de la Constitución Federal de 1824 y
propusieron el restablecimiento del sistema federal. No encontramos antecedentes
directos del juicio de amparo en estos documentos. La disposición sobre el control
político de las leyes del Congreso por parte de las legislaturas de los Estados no
constituye un precedente del juicio de amparo.

g) Constitución Federal de 1857:


Esta constitución adoptó una posición individualista y estableció el liberalismo
como régimen de relaciones entre el Estado y los gobernados. Aunque fue sucinta
en cuanto a la normación del juicio de amparo, estableció un sistema de
protección constitucional por órgano y por vía jurisdiccional. El artículo 102 original
del proyecto constitucional, que proponía un control jurisdiccional mediante jurados
populares, se dividió en tres preceptos, resultando en los artículos 103 y 104 de la
Constitución Federal de 1857. El sistema mantuvo la intervención del jurado para
calificar el hecho infractor de la Ley Fundamental, pero esta disposición se eliminó
más tarde, atribuyendo la competencia exclusiva a los tribunales de la Federación.

h) Constitución Federal de 1917:


La Constitución de 1917 se apartó de la doctrina individualista y consagró
garantías sociales además de individuales. A diferencia de la Constitución de
1857, los derechos individuales no se consideraron como la base y objeto de las
instituciones sociales, sino como un conjunto de garantías individuales otorgadas
por el Estado. La Constitución de 1917 reguló de manera explícita el ejercicio del
juicio de amparo en su artículo 107, detallando los principios de iniciativa de la
parte agraviada, la substanciación judicial del procedimiento y la relatividad de los
fallos correspondientes.

REFERENCIAS
ARILLA BAS, Fernando, El juicio de amparo, 5a. ed., México, Kratos, 1992.
AZUELA RIVERA, Mariano, Amparo, México, Dirección General de la Coordinación de
Compilación y Sistematización de Tesis de la Suprema Corte de Justicia de la
Nación, 2006.
BURGOA, Ignacio, El juicio de amparo, 20a. ed., México, Porrúa, 1983.
UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO
FACULTAD DE DERECHO

“ANTECEDENTES DEL JUICIO DE AMPARO”

Juicio de Amparo y Derecho Procesal Constitucional


Grupo 2112
Lic. Antonio Cuéllar Steffan
Nombre: Parra Radilla Fabián Edén

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