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ALUMNO: LIC. IRVIN FUENTES FUENTES.

ASESOR ACADÉMICO: LIC. LENIN PÉREZ MIRANDA.

MATERIA: AMPARO I.

TEMA: AMPARO I.

ACTIVIDAD: INVESTIGACIÓN DE LOS CONCEPTOS


ACORDE A LA SEMANA.

LICENCIATURA EN DERECHO

CUATRIMESTRE: QUINTO CUATRIMESTRE.

FECHA DE ELABORACIÓN: 06 DE AGOSTO DEL 2022.


INTRODUCCIÓN

Para saber si en los diversos sistemas sociales y políticos, históricamente dados,


se puede hallar de alguna institución que pudiera constituir un índice preexistente
de nuestro juicio de amparo, se debe primero inquirir sobre la situación jurídica y
social en la que se encontraba el individuo en cuanto a sus derechos fundamentales
y principalmente por lo que concierne a su libertad, cuya posición histórica, por
consiguiente, es la que en realidad interesa.

Indudablemente, la creación de cualquier medio de defensa o preservación, debe


ser siempre a posteriori del elemento tutelado; así, la existencia jurídica de las
garantías individuales, en cualquier régimen o sistema histórico estatal de que se
trate, forzosamente tiene que preceder al establecimiento del conducto protector
correspondiente.

Por ende, la libertad jurídica es toda posibilidad de actuación social del hombre,
reconocida por el orden jurídico estatal, propiamente es un hecho reciente, producto
de constantes y sangrientas luchas. El momento histórico en que surge la libertad
humana, como derecho fundamental del individuo, incorporada a un régimen
normativo a título de garantía contra los excesos del poder público, es muy
complicado de precisar.

Así pues, la Declaración de los Derechos del Hombre, implica el comienzo de una
era en la que el respeto a la libertad del individuo y a sus derivaciones específicas
es el objeto de consagración de la mayor parte de los regímenes constitucionales;
pero al igual, en tiempos pasados, en Inglaterra, a través de una larga e incesante
evolución social, fruto de circunstancias y factores de arraigo en el pueblo inglés, se
fue imponiendo a las autoridades, y en particular al rey, el reconocimiento de la
libertad humana de lo cual es importante razonar.
1. GÉNESIS DEL JUICIO DE AMPARO.

1.1. Grecia.

El individuo poco gozaba de sus derechos fundamentales como persona


reconocidos por las polis y oponibles a las autoridades, no tenía derechos públicos
individuales. La esfera jurídica estaba integrada casi exclusivamente por derechos
políticos y civiles, en cuanto que intervenía directamente en la constitución y
funcionamiento de los órganos del Estado y tenía una situación protegida por el
derecho en las relaciones con sus semejantes, mas no gozaba de ninguna
prerrogativa frente al poder público.

En Esparta, existía la desigualdad social, se dividía la población en tres capas: los


ilotas o siervos, los cuales se dedicaban a los trabajos agrícolas; los periecos o
clase media, estos desempañaban la industria y el comercio y; los espartanos, estos
constituían la clase aristocrática y privilegiada. Era evidente la falta de situación
igualitaria que presupone todo derecho público individual. En Esparta el Estado era
una estructura superhumana, a la cual todo miembro de la comunidad debía una
natural sumisión, su esfera jurídica se integraba exclusivamente por derechos
políticos y civiles.

La situación social en Atenas era diferente, no existía la diferenciación jerárquica de


clases sociales, claro, había una desigualdad entre los hombres, aunque no tan
marcada como en el régimen espartano. Se gozaba de una libertad fáctica frente al
poder público, podía libremente actuar ante este y aun impugnar o criticar su
proceder en las asambleas cuando fuere contrario a su criterio, más esa libertad
solo tenía una existencia de hecho.

1.2. Roma.

La situación del individuo y su libertad como derecho exigible y oponible al poder


público, era parecida a la que privaba en Grecia; el civis romanus tenía como
elemento de su personalidad jurídica el status libertatis, pero esa libertad se refería
a sus relaciones civiles y políticas, esta se reputaba como una cualidad en oposición
a la condición del servus. Además, la libertad en el régimen romano estaba
reservada a cierta categoría de personas, como el pater-familias, quien gozaba de
amplio poder sobre los miembros de su familia y sobre los esclavos.

El ciudadano romano estaba plenamente garantizado como individuo, en las


relaciones de derecho privado, al grado que el Derecho Civil en Roma alcanzó tal
perfección, que en la actualidad constituye la base jurídica de gran parte de las
legislaciones, principalmente en los pueblos de extracción latina. El romano
disfrutaba también del derecho de votar y ser votado, teniendo injerencia en su
funcionamiento. En el Derecho Romano tanto la libertad civil como la libertad política
alcanzaron gran incremento, más en el campo de las relaciones entre el poder
público y el ciudadano romano, no como depositario de una cierta actividad política,
sino como mero particular, como simple individuo, la libertad humana como derecho
público era desconocida.

La única garantía del pueblo frente a las arbitrariedades posibles de la autoridad,


radicaba en la acusación del funcionario cuando expiraba el término de su cargo, lo
cual de ninguna manera implicaba un derecho patrimonial público, el cual siempre
tenía que respetarlo, mientras que la acusación era el acto inicial de una especie de
juicio de responsabilidad incoado en contra de la persona física que encarnaba a la
autoridad y nunca un dique a la actividad de esta. Además, el juicio de
responsabilidad tiene como finalidad esencial sancionar al funcionario público y
nunca implica una verdadera protección del gobernado frente al gobernante, como
es la garantía individual. La historia romana comprende tres etapas: La monárquica
o real, la republicana y la de los emperadores; la organización política de Roma en
cada una de dichas etapas o periodos era diversa y disimiles también las relaciones
entre los diferentes poderes en que se desarrollaba la función o actividad del
Estado.

Los tribunos de la plebe, los funcionarios de significado importante, su actividad


consistía, primordialmente, en oponerse, mediante el veto, a los actos de los
cónsules y demás magistrados, e incluso a los del Senado, cuando estimaban que
eran lesivos o contrarios a los intereses y derechos de la plebe. La intercessio,
medio por virtud del cual los tribunos desplegaban sus facultades vetatorias, no
tenía como finalidad anular o invalidar el acto o la decisión atacada, sino
simplemente impedir o paralizar sus efectos o su ejecución. El poder de los tribunos
radicaba en los plebiscitos, a los que podían convocar, para enjuiciar las leyes y
demás actos de autoridad, incluyendo las resoluciones judiciales, que perjudicaban
o pudieren perjudicar los derechos e intereses de la clase plebeya.

1.3. España.

Antes de su formación social y política definitiva, vivió una larga etapa de su historia
en periodos de acomodamiento y adaptación entre los diferentes pueblos que
habitaron su territorio, tanto la dominación romana como después del
desmembramiento del imperio romano en el siglo V de la era cristiana. De los
diversos pobladores de España antes de la integración de los distintos reinos que
al andar del tiempo debían constituirla, los más importantes de la historia jurídica
fueron sin duda los visigodos, en ellos surgieron las primeras instituciones de
derecho escrito o codificado que sustituyeron a las viejas costumbres jurídicas,
considerándose a Eurico como el primer legislador del pueblo y de quien se afirma
fue una especie de compilador de antiguos hábitos y usos.

Ahora bien, el ordenamiento que mayor significación tiene en la historia jurídica de


España durante la época visigótica fue indudablemente el famoso Fuero Juzgo,
también denominado Libro de los Jueces o Código de los Visigodos, originalmente
redactado en latín y algunos siglos después traducido al antiguo castellano. El fuero
juzgo fue, un ordenamiento normativo que comprende disposiciones relativas a
múltiples materias jurídicas, tanto de derecho público como de derecho privado.

Otro importante estatuto que integraba el derecho escrito español era el Fuero Viejo
de Castilla, el cual, como ordenamiento compilador de diversos fueros y
disposiciones anteriores, fue publicado en 1356, componiéndose de cinco libros.

En cuanto a las Leyes de Estilo, también conocidas con el nombre de Declaración


de las Leyes del Fuero, no constituyeron una legislación propiamente dicha, sino un
conjunto de reglas establecidas por los tribunales a manera de jurisprudencia que
vinieron a definir y aclarar, mediante la interpretación adecuada, disposiciones
contenidas en diversos ordenamientos anteriores sobre diferentes materias
jurídicas.

Una de las legislaciones que en forma singularmente marcada contribuyó a la


unidad del derecho español y antecedente inmediato de las famosas Siete Partidas
del rey don Alfonzo X, el Sabio, fue el Fuero Real de España debido al noble rey del
Alfonzo IX.

El Ordenamiento de Alcalá expedido por don Alfonzo XI en el año de 1348 en Alcalá


de Henares, en los treinta y dos títulos que comprende, regula, como los otros
cuerpos legales, diferentes cuestiones atañederas a diversas ramas jurídicas,
principalmente en lo que concierne al Derecho Civil, penal y procesal.

En 1805 en España fue promulgado el ordenamiento denominado Novísima


Recopilación de Leyes de España bajo el reinado de Carlos IV, implicando una
regulación minuciosa y detallada de diferentes materias jurídicas, por lo que no se
puede considerar exclusivamente como un código procesal, ni civil, ni penal, ni de
comercio, sino que es todo ello a la vez.

Independientemente de los códigos mencionados con anterioridad, el derecho


positivo español se localizaba en múltiples fueros o estatutos particulares que en
los distintos reinos de la península ibérica y en diferentes épocas expedían los
reyes, tanto en favor de los nobles o fijosdalgo (fueros nobiliarios) como en beneficio
de los moradores de las villas o ciudades (fueros municipales).

Ahora bien, uno de los fueros que más significación tiene para la antecedencia
hispánica de algunas de nuestras garantías individuales, es sin duda el llamado
Privilegio General que en el reino de Aragón expidió don Pedro III en el año de 1348,
estatuto que ya consagraba derechos fundamentales en favor del gobernado
oponibles a las arbitrariedades del poder público en lo que concierne a la libertad
personal. Las garantías de seguridad jurídica que dicho fuero general contenía en
beneficio de dicha libertad, se hacían respetar a través de distintos medios
procesales que él mismo instituía y los cuales se conocen con el nombre de
procesos forales, constituyendo algunos de ellos verdaderos antecedentes o
precedentes hispánicos de nuestro juicio de amparo. En abril de 1931 se implanta
el régimen republicano en España mediante la Constitución de ese año, y en la que
además de contenerse un catálogo de garantías individuales, se instituyen medios
para su protección.

1.3.1. Fuero de Aragón.

Antes de 1247 hubo también fueros de ámbito local o comarcal, los Reyes otorgaron
cartas de población y privilegios a muchas ciudades, villas y aldeas, indicando en
muchos casos con mayor o menor detalle los fueros por los que habían de juzgar y
ser juzgados: normas penales, civiles y procesales, fundamentalmente. Jaime I, ya
rey de Valencia y Mallorca, en Corte general celebrada en Huesca, promulgó en
1247 unos Fueros de Aragón de aplicación territorial en todo el reino (salvo, por el
momento, Teruel). En la compilación de los Fueros de Aragón intervino Vidal de
Canellas, gran jurista, que escribió también el Vidal Mayor (Liber in Excelsis); los
Fueros de Aragón (Huesca, 1947) contiene la totalidad del ordenamiento judiciario,
es decir, las normas de procedimiento y las sustantivas o de fondo que los jueces
han de tener en cuenta al juzgar tanto pleitos civiles como penales.

1.3.2. Fueros de Vizcaya.

En su origen fueron un conjunto de normas, tanto del derecho público como de


derecho privado, que regulaban la administración de los territorios históricos vascos
y, tenían una peculiaridad: su facilidad para adaptarse a diferentes situaciones y
momentos, manteniéndose de este modo en continua renovación. Los fueros se
asentaban en las juntas vecinales, que a su vez mantenían representación en las
juntas generales, órgano supremo de gobierno de cada territorio.

Con unos orígenes que se remontan incluso antes de la Edad Media, los fueros se
pueden considerar como uno de los primeros sistemas políticos democráticos de
Europa, con una participación de la comunidad en la vida pública difícilmente
comparable a otra en ese momento. Si alguna disposición del señor Vizcaya y Rey
de Casilla infringía el fuero pasaba a aplicarse el denominado Pase Foral por las
Juntas Generales, esto es, “se obedece, pero no se cumple”, así se recogía en el
Fuero Viejo de Vizcaya de 1452 y en el Fuero Nuevo de 1526.

1.3.3. Institución “obedézcase y no se cumpla”.

De acuerdo a la ley 238 de estilo, el orden y prelación en la aplicación del derecho


por los jueces era el siguiente: en primer lugar, se aplicaban los principios del
derecho natural; después se aplicaban las costumbres razonables; y por último
debía aplicarse el derecho positivo. El derecho natural tal como lo concibe la razón
y lo explicaban filósofos y juristas, era la constitución, y los actos del rey contrarios
al mismo debían obedecerse, pero no cumplirse, constituía la supremacía legal
dentro del ordenamiento jurídico de aquella época.

1.3.4. Recurso de la fuerza.

Consistía básicamente en la reclamación que la persona que se sentía injustamente


agraviada por un juez eclesiástico, se presentaba ante el juez secular, implorando
su protección para que esta autoridad civil dispusiera que la eclesiástica alzara la
fuerza o violencia que sufría el agraviado. El rey Felipe III expidió el 12 de febrero
de 1559, una ley que regulaba las facultades de la audiencia de México, en este
ordenamiento se prevé que se podía interponer el recurso de fuerza, por protesta
ante el propio tribunal eclesiástico, o bien directamente ante la audiencia.

Existen tres diferentes supuestos por los cuales el juez eclesiástico podía hacer
fuerza: Cuando conocía en causas meramente profanas y que, no estaban sujetas
a jurisdicción; *Cuando conociendo de una causa correspondía a sus atribuciones
no observaba en sus trámites el método y forma que prescribían las leyes y los
cánones; Cuando se otorgaban las apelaciones que debían ser admisibles
conforme a derecho (*en estos dos supuestos, reencuentra un verdadero
antecedente hispánico del amparo).

1.4. Inglaterra.

El régimen jurídico fue evolucionando lentamente, y es fruto de sus costumbres y


tradiciones, cristalizadas en la Carta Magna del Rey Juan Sin Tierra (5 de junio de
1215); Petición de Derechos (Petition of Rights, de 7 de junio de 1628); Ley de
modificación del habeas corpus (Habeas Corpus Amendment Act, de 28 de mayo
de 1679); Declaración de Derechos (Bill of Rights, de 13 de febrero de 1689); Ley
de Instauración, de 12 de junio de 1701); Ley Orgánica del Parlamento (Parliament
Act. De 18 de agosto de 1911); Estatuto de Westminster (de 11 de diciembre de
1931, sobre las relaciones del Reino Unido de Gran Bretaña con los Dominios de la
Commonwealth); Ley Orgánica del Parlamento (Parliament Act, de 16 de diciembre
de 1949). Ordenamientos jurídicos que forman parte de su Constitución.

1.5. Francia.

El despotismo y la autocracia siguieron imperando principalmente en Francia, cuyo


régimen gubernamental, se cimentaba en un sistema teocrático, puesto que se
consideraba que la autoridad monárquica tenía su origen y fundamento en la
voluntad divina, por lo que se reputaba a aquella como absoluta, es decir, sin
ninguna limitación de su ejercicio.

Las corrientes políticas que surgieron en Francia en el siglo XVIII fueron los
Fisiócratas, los Voltaire, los enciclopedistas. El pensador que ejerció mayor
influencia en las tesis jurídico políticas llevadas a la práctica por la Revolución
Francesa, fue Rousseau con su teoría Contrato Social. Al crearse la sociedad civil,
en oposición al estado de naturaleza, se estableció un poder o una autoridad
supremos, cuyo titular fue y es la comunidad, capaz de imponerse a los individuos.

Si las garantías individuales, si el respeto a la libertad surgió en Inglaterra por


impulsos propios del pueblo, sentidos y experimentados por su misma idiosincrasia,
en Francia, en cambio, fueron producto de elaboraciones doctrinarias, de corrientes
teóricas, propias y ajenas, que encontraron en el pueblo francés un amplio y propicio
campo de desarrollo y realización, y cuya precaria situación contribuyo no poco a
ello. En 1789 se formula y proclama la Declaración de los Derechos del Hombre y
del Ciudadano, que es uno de los más importantes documentos jurídicos políticos
del mundo.

Sieyés concibió la idea de crear un organismo, cuyas atribuciones constituyen una


garantía jurídica y política a los meros derechos contenidos en la Declaración de
1789 y, en general, del régimen constitucional. En este sistema se encontró un
verdadero antecedente de nuestro juicio de amparo. El Senado Conservador, se
creó en la Constitución del año VIII, estaba compuesto de ochenta miembros
inamovibles, figurando entre los primeramente designados el propio Sieyés. Dicho
cuerpo tenía como función primordial, a semejanza del Jurado Constitucional,
estudiar y decidir todas las cuestiones que sobre inconstitucionalidad de leyes y
otros actos de autoridad se sometiesen a su consideración.

La actual Constitución de la república francesa, adoptada en el referéndum de 28


de septiembre de 1958 y promulgada el 4 de octubre siguiente, encomienda su
preservación a un organismo creado por ella, denominado Consejo Constitucional.
El sistema jurídico en Francia es de índole jurídico política, no jurisdiccional como
nuestro amparo, pues aparte de que la tutela de la Constitución no se confía a los
tribunales, sino al mencionado Consejo, la actividad de este, en el desempeño de
sus funciones protectoras, se excita por otros órganos estatales. Además, del pre-
control constitucional que ejerce dicho Consejo no se despliega en interés de los
ciudadanos, sino en el de los poderes públicos para mantener entre ellos la
separación de funciones establecidas por la Constitución.

1.6. Estados Unidos de América.

El sistema constitucional de este país, se organiza primero por una Constitución de


la Confederación y posteriormente, por el de una Constitución federal; esta última
de 17 de septiembre de 1787, cuyo texto de únicamente 7 artículos, con una
orientación a organizar al Estado y al gobierno, sin contener una declaración de
derechos, como si la habían tenido las Constituciones de los Estados, a partir de
1776, esta Constitución fue sufriendo posteriormente enmiendas; dos de las cuales
contienen derechos individuales, siendo estas la V y XIV. La primera encierra la
garantía de que nadie podrá ser privado de la vida, de la libertad o de la propiedad,
sin el debido proceso legal. Por lo que se refiere a la enmienda XIV, esta contiene
las mismas garantías que la enmienda quinta, pero puestas como un obstáculo al
poder de los Estados federados.
En este país se establece el habeas corpus, mismo que desde sus orígenes ha sido
un recurso (writ) que se puede interponer ante la autoridad judicial para preservar
la libertad personal contra aprehensiones o detenciones arbitrarias.

1.6.1. Writ of habeas corpus.

Desde sus orígenes, el habeas corpus ha sido en los Estados Unidos un recurso
(writ) ante la autoridad judicial para preservar la libertad personal contra
aprehensiones o detenciones arbitrarias o no justificadas provenientes de
autoridades administrativas y específicamente políticas. Sin embargo, como afirma
J. A. Grant, su procedencia se ha hecho exclusiva contra actos de los órganos
judiciales mediante los que se afecta la mencionada libertad, inclusive dentro de
procedimientos judiciales. En suma, el habeas corpus se ha convertido virtualmente
en un juicio de amparo en materia penal.

1.6.2. The judicial review.

Es un recurso que tiene por objetivo revisar los actos de un órgano judicial inferior
o de un organismo que actúe en forma quasi-judicial, de tal manera que la parte
interesada pueda obtener justicia más rápidamente y que para que se corrijan las
irregularidades y los errores que hubiere en el procedimiento. Se da en favor de
aquel que no reciba pronta y expedita justicia o cuando en el negocio en que sea
interesado no se proceda con imparcialidad. Corresponde al Juicio de Amparo y
Recurso de Casación en la parte que se relaciona con la violación de las leyes de
procedimientos.

Este recurso procede ante la Corte cuando existan razones especiales e


importantes para ello, figurando entre ellas las consistentes en que exista la
contradicción en la decisión de dos cortes de apelación; cuando una corte estadual
(estatal), o una corte federal de apelaciones, hayan resuelto una cuestión importante
de derecho federal, sobre la cual nunca se ha pronunciado la Suprema Corte; o en

{una corte federal se ha apartado tanto de los cánones aceptados en los


procedimientos judiciales, que justifique el ejercicio del poder de supervisión de la
Suprema Corte (Pritchett).
2. FUENTE DEL JUICIO DE AMPARO.

2.1. Época Prehispánica.

Los regímenes sociales en que estaban estructurados los principales pueblos


prehispánicos se vaciaron en forma primitiva y rudimentaria, y conforme a las cuales
la autoridad suprema, con facultades omnímodas, era el rey o el emperador, nombre
que, por una especie de proyección conceptual política, se ha estilado adscribir a
los jefes máximos de tales pueblos.

En los regímenes políticos y sociales primitivos el gobernado no era el titular de


ningún derecho frente al gobernante, resultando aventurado tratar de descubrir en
ellos algún precedente de nuestras actuales garantías individuales. Esto no quiere
decir que antes de la conquista no haya habido ningún derecho consuetudinario,
pues, por el contrario, existía en ellos un conjunto de prácticas que regulaban las
relaciones propiamente civiles entre los miembros de la comunidad y fijaban cierta
penalidad para hechos considerados como delictuosos, quedando la observancia
de tales prácticas, en el terreno contencioso, al criterio o arbitrio del jefe supremo,
a quien la administración de justicia ayudaba a diversos funcionarios.

Podemos mencionar al igual que entre los aztecas la administración de justicia era
arbitraria, como se afirma, la justicia no se administraba conforme a normas legales
o consuetudinarias pre-establecidas, sino según el criterio del funcionario
respectivo. Tales eran las condiciones que privaban en el régimen azteca, el más
adelantado culturalmente hablando de todos los autóctonos pre-europeos, por
mayoría de razón se debe concluir que en suelo de México, antes de la colonización
española, nunca podremos hallar un precedente de nuestro juicio de amparo, ni
siquiera con una semejanza muy relativa; pues, como cuerpo de leyes, la historia
del derecho patrio empieza con la primera cédula real dictada para el gobierno de
la Indias, es decir, con el advenimiento del derecho colonial (Mendieta y Núñez).

2.2. Época Colonial.

En la Nueva España el derecho colonial se integró con el derecho español


propiamente dicho en sus formas legal y consuetudinaria, y por las costumbres
indígenas, principalmente. Al consumarse la conquista de México y al iniciarse la
colonización de las tierras recién dominadas, la penetración jurídica española se
encontró con un conjunto de hechos y prácticas sociales autóctonas, las cuales,
lejos de desaparecer y quedar eliminadas por el derecho peninsular, fueron
consolidadas por diversas disposiciones reales y posteriormente por la Recopilación
de Leyes de Indias de 1681.

Por otra parte, la Leyes de Castilla tenían también aplicación en la Nueva España
con un carácter supletorio, pues la Recopilación de 1681 dispuso que en todo lo que
no estuviese ordenado en particular para las Indias, se aplicarán la Leyes de
Castilla.

En el orden político, la autoridad suprema en las colonias españolas de América era


el mismo rey de España, quien estaba representado por los virreyes o capitanes
generales, según la importancia de la colonia de que se tratase. Por otro lado, el
derecho español positivo y, sobre todo el colonial, tenía la pretensión de ser
eminentemente realista; con el fin primordial de garantizar el realismo jurídico, se
creó el llamado Consejo de Indias, organismo que, aparte de las funciones propias
que se le adscribieron en lo tocante a todos los asuntos de las colonias españolas
en América, actuaba como consultor del rey en las cuestiones que a estas
interesaran.

Persiguiendo el objeto de unificar todas las disposiciones que bajo distintas formas
perceptivas se dictaban para los dominios españoles en América, el rey Carlos II,
en 1681 y por sugestión de dicho Consejo, ordenó la conjunción de ellas en un
código que se conoce con el nombre de Recopilación de Leyes de Indias, cuyo
contenido versa sobre múltiples y variadas materias.

Es pertinente afirmar que en el recurso de obedézcase pero no se cumpla,


mencionado anteriormente, se halla un precedente histórico español de nuestro
juicio de amparo, aunque técnicamente consideradas ambas instituciones ofrezcan
profundas diferencias por su diversa estructura jurídica, que hace creer que
específicamente el mencionado recurso prehispánico, en su funcionamiento, es el
origen de la reconsideración administrativa, aunque genéricamente, es su aspecto
teleológico, puede serlo del amparo.

Ahora bien, Toribio Esquivel Obregón aduce otras instituciones neo-españolas que
considera como antecedente de nuestro juicio de amparo, se refiere a una especie
que se le denomina incompetencia inconstitucional, mencionando, se daba el caso
con frecuencia de que una persona, que se creía agraviada con una resolución del
virrey, apelaba de ella para ante la Audiencia, por juzgar que aquel se extralimitaba
en el uso de su jurisdicción, y que el hecho era el conocimiento de la justicia…,
suspendiéndose el curso de los autos en tanto que aquel tribunal decidía si el
negocio era de justicia o de gobierno.

Por otra parte, Andrés Lira habla de un amparo colonial, el que, según este autor,
era el sistema por el cual la autoridad máxima de entonces, el virrey, otorgaba
protección a una persona frente a autoridades inferiores y también frente a otras
personas, que si tener ese carácter de autoridad, se hallaban en una situación
ventajosa en las relaciones con el protegido, debido a su posición social y a su poder
real dentro de la sociedad colonial.

2.3. Época Independiente.

En materia político-constitucional, rompe con la tradición jurídica española,


influenciada por la doctrina derivada de la Revolución Francesa e inspirado por el
sistema norteamericano. Los constituyentes de 1824 expidieron una constitución,
cuya vigencia fue relativamente efímera, pues en el año de 1836 se dictó otra de
carácter centralista, por aquellos a quienes se conceptuaba como los reaccionarios
de aquella época entre los cuales sobresalía Antonio López de Santa Anna. Por
último, no sin dificultades y trastornos, se establece definitivamente en México el
régimen constitucional federal en la Constitución de 1857, emanada del famoso Plan
de Ayutla, y sucesora del Acta de Reformas de 1847, que había reimplantado la
abrogada Constitución Política de 1824.

El México independiente no se conformó con la condición jurídica que guardaban


los derechos del hombre en el régimen colonial, sino que quiso, siguiendo el modelo
francés, plasmarlo en un cuerpo legal, al que consideró como la ley suprema del
país, inspirándose posteriormente, en el sistema inglés y en el norteamericano, con
el fin de dotarlos de un medio de preservación que definitivamente fue el juicio de
amparo, gloria y prez de nuestro régimen constitucional, y que en muchísimos
aspectos, supero a los modelos extranjeros.

2.3.1. Constitución Federal de 1824.

Su principal función era organizar políticamente a México y establecer las bases del
funcionamiento de los órganos gubernamentales, fue natural que colocaran en
segundo plano secundario los derechos del hombre, comúnmente llamados
garantías individuales. Solo en preceptos aislados, cuyo contenido dispositivo no
concuerda con el rubro del capítulo en el que están insertados, podemos encontrar
algunos derechos del individuo frente al Estado, que generalmente se refieren a la
materia penal, aunque el artículo 152 encierra una garantía de legalidad.

Al igual, está tampoco consigna el medio jurídico de tutelarlas; sin embargo, en la


última parte del inciso sexto de la fracción V del artículo 137, se descubre una
facultad con la que se envistió a la Corte Suprema de Justicia, consistente en
conocer las infracciones de la Constitución y leyes generales, según se prevenga
por ley.

Por otra parte, e independientemente de la facultad en favor de la Corte Suprema


de Justicia, el Consejo de Gobierno, que funcionaba durante el receso del Congreso
general en los términos del artículo 113 de la Constitución Federal de 1824, tenía
entre otras atribuciones, la de velar sobre la observancia de la Constitución, de la
acta constitutiva y leyes generales, formando expediente sobre cualquier incidente
relativo a estos objetos (artículo 116, fracción I). Esta potestad implicaba un
incipiente control constitucional de carácter político, sin que haya significado ningún
antecedente directo de nuestro juicio de amparo.

2.3.2. Siete Leyes Constitucionales de 1836.

Estas cambian el régimen federativo por el centralista, manteniendo la separación


de poderes; la característica de este cuerpo normativo, tuvo vigencia efímera, es la
creación de un superpoder, verdaderamente desorbitado llamado el Supremo Poder
Conservador, fruto probablemente, de la imitación del Senado Constitucional de
Sieyés, habiendo sido su más ferviente propugnador don francisco Manuel Sánchez
de Tagle; este organismo se integraba por cinco miembros, cuyas facultades eran
desmedidas, hasta tal punto de constituir una verdadera oligarquía.

El control constitucional ejercido por el denominado Poder Supremo Conservador,


no era, como lo es el que ejercen los Tribunales de la Federación, de índole
jurisdiccional, sino meramente político, y cuyas resoluciones tenían validez erga
omnes. Por otro lado, no se encuentran rasgos generales del juicio de amparo en el
control político ejercido por el Supremo Poder Conservador, ya que en este control
es patente la ausencia del agraviado, la carencia absoluta de relación procesal y la
falta de efectos relativos de sus decisiones, porque estas, eran erga omnes, es
decir, con validez absoluta y universal.

El funcionamiento del Supremo Poder Conservador no tenía pues, todas aquellas


virtudes que se descubren en el juicio de amparo, principalmente las que conciernen
a los efectos relativos de la cosa juzgada, dando sus resoluciones motivo a que se
crearan, dentro del propio régimen constitucional, ruptura, tensión y desequilibrio
entre las diversas autoridades, máxime que eran estas mismas las que se atacaban
mutuamente, al ejercer la excitación ante el mencionado orden de control, cuyas
demás atribuciones, eran ilógicas y absurdas, en especial la relativa a restablecer
constitucionalmente, a cualquiera de los tres poderes, o a los tres, cuando hayan
sido disueltos revolucionariamente, y la que declaraba que el Supremo Poder
Conservador no es responsable de sus operaciones más que a Dios y a la opinión
pública, y sus individuos en ningún caso podrán ser juzgados ni reconvenidos por
sus opiniones.

En lo concerniente al Poder Judicial la asignaba atribuciones nugatorias e inútiles,


la facultad de conocer de los reclamos que el agraviado por una errónea calificación
de las causas de utilidad pública en los casos de expropiación podía intentar
directamente ante la Suprema Corte o ante los tribunales superiores de los
Departamentos en sus respectivos casos (Ley Quinta, artículo 12, fracción XXII).
2.3.3. Constitución de Yucatán de 1941.

Manuel Crescencio Rejón juzgó conveniente y hasta indispensable la inserción en


su Carta Política de varios preceptos que instituyeran diversas garantías
individuales, consignado por primera vez en México como tal la libertad religiosa, y
reglamentando los derechos y prerrogativas que el aprehendido debe tener, en
forma análoga a lo que preceptúan las disposiciones de los artículos 16, 19 y 20 de
la Constitución vigente. Más lo que verdaderamente constituyó un progreso en el
Derecho público mexicano, fue la creación del medio controlador o conservador del
régimen constitucional o amparo, como el mismo lo llamó, ejercido o desempeñado
por el Poder Judicial, con la ventaja de que dicho control se hacía extensivo a todo
acto (lato sensu) anticonstitucional.

Los lineamientos generales esenciales del juicio de amparo establecidos por las
Constituciones de 57 y de 17 se encuentran en la obra de Rejón, con la circunstancia
ventajosa, de lo que hacía procedente contra cualquier violación a cualquier
precepto constitucional, traducido en un agravio personal y en los términos
siguientes: Competencia a la Suprema Corte para conocer de todo juicio de amparo
contra actos del gobernador del Estado (Poder Ejecutivo) o leyes de la Legislatura
(Poder Legislativo) que entrañaran una violación al Código Fundamental. A los
jueces de primera instancia los reputaba como órganos de control, pero solo por
actos de autoridades distintas del gobernador y de la legislatura que violaran las
garantías individuales, siendo los superiores jerárquicos de los propios jueces
quienes conocían de los amparos interpuestos contra sus actos por análogas
violaciones constitucionales.

El principio básico sobre el que descansa la procedencia del juicio de amparo en las
Constituciones de 1857 y de 1917, o sea, el relativo a la instancia de la parte
agraviada (gobernado en particular), así como el de la relatividad de las sentencias
que en dicho juicio se dictan, se encuentran no solo consagrados en los preceptos
del proyecto de Ley Fundamental del estado de Yucatán, sino formulados
nítidamente en la exposición de motivos correspondiente.
Ahora bien, el control constitucional ejercido mediante el amparo dentro del sistema
concebido por Rejón en el proyecto de Constitución yucateca de 1840, operaba
sobre dos de los principios que caracterizan a nuestra institución actual, a saber, el
de iniciativa o instancia de la parte agraviada y el de relatividad de las decisiones
respectivas, este control, además, era de carácter jurisdiccional. Por otro lado, el
régimen de los Estados Unidos el control jurisdiccional de la Constitución se ha
ejercido por la vía de excepción o defensiva, en la Ley suprema de Yucatán se
estableció por vía activa, que es en la que se promueve y desarrolla nuestro juicio
de amparo.

2.3.4. Bases Orgánicas de 1843.

En estas bases se suprimió el desorbitado Poder conservador de la Constitución de


1836, sin que se colocara al Poder Judicial en el rango de órgano tutelar de régimen
constitucional, ya que propiamente sus funciones se reducían a revisar las
sentencias que en los asuntos del orden civil y criminal pronunciaban los jueces
inferiores. Dicho documento constitucional adoptó abiertamente el régimen central,
sin implantar ningún sistema de preservación constitucional por órgano político,
aunque en preceptos aislados, como en el 66, fracción XVII, permaneció latente un
resabio del control por órgano político que ejercía en forma omnipotente el Supremo
Poder Conservador, al establecerse en la disposición invocada que eran facultades
del Congreso reprobar los decretos dados por las asambleas departamentales que
fuesen contrarios a la Constitución o las leyes.

2.3.5. Actas de Reforma de 1847.

Vino a restaurar la vigencia de la Constitución federal de 1824; su expedición tuvo


como origen el Plan de la Ciudadela de 4 de agosto de 1846, en que desconoció el
régimen central dentro del que se había teóricamente organizado el país desde
1836, propugnando el restablecimiento del sistema federal y la formación de un
nuevo congreso constituyente, el cual quedó instalado el 6 de diciembre del mismo
año. La reimplantación del federalismo en la mencionada Acta se inspiró en la
amarga experiencia que durante el régimen centralista había sufrido la República y
al cual se achacaban los graves trastornos que de manera continuada había durante
él, no sin invocarse, además, al carácter espurio de los documentos constitucionales
que lo establecieron. Esta disposición encierra el sistema de control jurisdiccional
ideado por Otero.

Las ideas de Mariano Otero, fueron acogidas en sus perfiles cardinales en el Acta
de Reformas de 1847, se contienen en su célebre voto particular de 5 de abril del
propio año; dicho voto, además de entrañar un valiosísimo documento en la historia
del Derecho Constitucional de nuestro país, encierra muy importantes enseñanzas
en esta rama jurídica, implicando un estudio penetrante de sus diversos aspectos,
que legitima a su autor como uno de los más brillantes juristas mexicanos.

En el Congreso Nacional extraordinario que, iniciado a fines de 1846, expidió el Acta


de Reforma, además de Otero figuraba don Manuel Crescencio Rejón como
diputado para el Distrito Federal. Rejón presentó el 29 de noviembre de 1846, un
documento dirigido a la Nación con el nombre de Programa de la mayoría de los
diputados del Distrito Federal, en el que además de proclamar el sistema federal
como el único conveniente a México, propuso la implantación del juicio de amparo,
aunque no con la amplitud con lo que hizo adoptar en Yucatán, sino restringido a la
sola protección de las garantías individuales, sugiriendo que fuesen los jueces de
primera instancia a los que incumbiese el conocimiento de dicho juicio y a sus
superiores jerárquicos cuando los actos impugnados proviniesen de tales jueces.

2.3.6. Constitución Federal de 1857.

Emanada del Plan de Ayutla, que fue la bandera política del partido liberal en las
Guerras de Reforma, implanta el liberalismo e individualismo puros, como
regímenes de relación entre el Estado y el individuo. Dicha Constitución fue el reflejo
auténtico de las doctrinas imperantes en la época de su promulgación,
principalmente en Francia, para las que el individuo y sus derechos eran primordial,
si no el único, objeto de las instituciones sociales, que siempre debían respetarlos
como elementos superestatales.

La Constitución de 1857 no solo adopta una posición francamente individualista,


sino que implanta también el liberalismo como régimen de relaciones entre el Estado
y los gobernados. Esta Constitución instituye el juicio de amparo, reglamentado por
las distintas leyes orgánicas que bajo su vigencia se fueron expidiendo, tal como
genérica y básicamente subsiste en nuestra Constitución vigente, cuyos artículos
(de ambas leyes Fundamentales) 101 y 103, respectivamente, son iguales con toda
exactitud.

En esta Constitución desaparece el sistema de control por órgano político que


estableció el Acta de Reformas de 1847, documento que, lo combinó con el sistema
jurisdiccional. Este proyecto (Constitución de 1857) en su artículo 102, estableció el
sistema de protección constitucional por vía y por órgano jurisdiccional
considerando competentes para conocer de los casos por infracción a la Ley
Fundamental, tanto a los tribunales federales como a los de los Estados, previa la
garantía de un jurado compuesto de vecinos del distrito respectivo, cuyo jurado
calificaría el hecho (acto violatorio) de la manera que dispusiese la ley orgánica.

El artículo 102 original del proyecto constitucional, después de discutido, se dividió


definitivamente en tres preceptos, los que, a su vez, se refundieron en dos que
hubieren llegado a ser los artículos 103 y 104 de la Constitución Federal de 1857.
Conforme a su texto se conservó la intervención del jurado popular para calificar el
hecho infractor de la Ley Fundamental.

Sin embargo, al expedirse esta se suprimió dicho jurado, para atribuir la


competencia exclusiva de conocer de todas las controversias que se suscitaren por
leyes o actos de cualquier autoridad que violaran las garantías individuales o que
vulnerasen el régimen federal, a los tribunales de la Federación (artículo 101),
eliminándose así, la injerencia en dicha materia de los tribunales de los Estados y
consignándose en el artículo 102 los principios cardinales que informan al sistema
de protección constitucional por órgano y por vía jurisdiccionales, como son los de
iniciativa de la parte agraviada, la substanciación del procedimiento y la relatividad
de los fallos correspondientes.

León Guzmán, con o sin la conformidad del constituyente, al haber suprimido del
texto definitivo del artículo 102 la injerencia de un jurado en el conocimiento del
amparo, aseguró la supervivencia de esta institución en la vida jurídica de México,
pues de haberse conservado a dicho cuerpo, independientemente de su
composición, dentro de su mecanismo procesal, se habría cometido una grave
aberración que con el tiempo pudo originar el fracaso del citado juicio.

2.3.7. Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos de 1917 que


reforma la de 5 de febrero de 1857.

La Constitución vigente se aparta ya de la doctrina individualista, pues, a diferencia


de la de 57, no considera a los derechos del hombre como la base y objeto de las
instituciones sociales, sino que las reputa como un conjunto de garantías
individuales que el Estado concede u otorga a los habitantes de su territorio. Lejos
de sustentar nuestra actual Ley Fundamental la tesis individualista, se inclina más
bien hacia la teoría rousseauniana, que asevera que las garantías de que pueden
gozar los individuos frente al poder público son otorgadas a estos por la propia
sociedad, única titular de la soberanía, en virtud de la renuncia que, al formarla,
hacen sus miembros acerca de sus prerrogativas, las cuales son posteriormente
restringidas al sujeto, pero no como necesidad derivada de una imprescindible
obligatoriedad, sino como una gracia o concesión. La voluntad de la nación es, pues,
para Rousseau, el elemento supremo en que consiste la soberanía, sobre la cual
ningún poder existe y a la cual todos deben sumisión.

La Constitución vigente, además, consigna las llamadas garantías sociales, es


decir, un conjunto de derechos otorgados a determinadas clases sociales, que
tienden a mejorar y consolidar su situación económica, contenidos principalmente,
en los artículos 123 y 27 constitucionales, los cuales, podría decirse, cristalizan las
aspiraciones revolucionarias fundamentales, consistentes en resolver, en beneficio
de las masas desvalidas, los problemas obrero y agrario.

En materia de propiedad privada, nuestra Ley Suprema actual, junto a los derechos
fundamentales del gobernado o garantías individuales, adopta el concepto
correlativo, es decir, el de obligaciones individuales públicas, que tiene la
implicación opuesta a la idea de derechos públicos individuales. La obligación
pública individual, desconocida en la Constitución de 57, con exclusión de las
fiscales y militares, es aquella que el Estado impone al individuo, al sujeto,
constriñéndolo a obrar o a hacer uso de sus bienes en beneficio de la sociedad.
Entonces podemos decir que, en régimen jurídico constituido por la Constitución de
17, opera con notoriedad el sistema de intervencionismo de Estado, alternado con
otros regímenes, como son la libertad-individualista en cuanto a varias de las
garantías individuales, y el nacionalista por lo que respecta al artículo tercero
constitucional.

En definitiva, la Constitución de 1857 reputa a los derechos del hombre como


elementos superestatales, la Constitución vigente los considera como fruto de una
concesión por parte del orden jurídico del Estado. Además, en ambos
ordenamientos constitucionales el Estado adopta distinta postura frente a los
gobernados, ya que la Constitución de 57 son los principios liberales los que regulan
las relaciones respectivas, y en la vigente los postulados pertenecientes a diversas
tendencias político-jurídicas y sociales.

Si la forma de concepción de las garantías individuales varía en ambas Leyes


Fundamentales, así como la situación de relaciones entre el Estado y sus miembros,
no acontece lo mismo en lo tocante al medio de control o protección de los derechos
del hombre principalmente, pues su procedencia general es exactamente igual en
ambos regímenes constitucionales con la sola diferencia de que, mientras la
Constitución de 57 es muy sucinta por lo que se refiere a la normación del juicio de
amparo, la vigente, en su artículo 107, es mucho más explícita y contiene, una
completa regulación de su ejercicio, detallado por la Ley Reglamentaria
correspondiente.
CONCLUSIÓN

A través de la historia hemos podido comprender que el tener en nuestra manos un


medio por el cual uno pueda defenderse de cualquier acto de la autoridad que
violente nuestras garantías individuales, representa una medida de vital importancia
y trascendencia en la vida jurídica de nuestra nación, ya que esta figura ha sido
difundida a muchas otras naciones, siendo de gran ayuda en la construcción de una
mejor impartición de justicia combatiendo por la defensa de aquellos derechos a los
cuales todos somos acreedores, como los son nuestras garantías individuales.

La presente investigación me ayudó a tener una visión más general a lo referente


de donde tomaron aquellos personajes que implantaron esta figura jurídica en
nuestro sistema legal; y donde podemos decir que el juicio de amparo es creación
de nuestro México y cuyo autor principal es Don Miguel Crescencio Rejón. Las
luchas que acontecieron se debatían tanto decisiones políticas y económicas
fundamentales, independencia y sometimiento de república y Monarquía, régimen
federal, explotación, estos alcanzaron el Reconocimiento derechos del gobernado
o Garantías Individuales y así su protección como Juicio de Amparo.

El reconocimiento de ciertos Derechos de los súbditos Ingles, significó un


acontecimiento para la Constitución, y con el tiempo adquirieron calidad de leyes
supremas, dichas garantías fueron necesarias para la creación de la disciplina
jurídica que explicara el origen, desarrollo histórico y técnica de reconocimiento de
las mismas y las instituciones que se han ido creando para protegerlas.

El Juicio de Amparo hecho indispensable para los proyectos de la vida social que
se ha ido transformando con el tiempo; debido a los requerimientos económicos,
presiones sociales y a los trastornos políticos del país y mediante estas
características en los derechos fundamentales, la ciudadanía hace valer sus
derechos frente al poder el Estado, trazando los límites de actuación de este frente
a particulares y que consisten en el respeto a los derechos del hombre, que a su
vez están constituidos por la facultad de los individuos para disfrutar de la igualdad,
de la libertad, de la propiedad y de la seguridad.
FUENTES DE INVESTIGACIÓN:

I. Burgoa. (1° edición 1943). el juicio de amparo - ignacio burgoa.pdf


file:///C:/Users/hptes/Downloads/AMPARO%20I_el_juicio_de_amparo_ignacio_bur
goa_pdf.pdf

R. R. Marcos. (07 de abril del 2007). El juicio de amparo: origen y evolución hasta
la constitución de 1917.
https://archivos.juridicas.unam.mx/www/bjv/libros/9/4317/9.pdf

Hispanismo.Org. (13 de mayo del 2009). Los fueros de Aragón.


https://hispanismo.org/aragon/9528-fueros-de-aragon-print.html

O. F. A. Cruz. (2010). Antecedentes del amparo.


https://repositorio.iberopuebla.mx/bitstream/handle/20.500.11777/1180/ANTECED
ENTESDELAMPARO.pdf?sequence=1&isAllowed=y

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