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Introducción.

La terrible tragedia ocurrió el 20 de diciembre de 1993, en Avenida del Libertador al 1900, partido de
Olivos. Un grupo de alumnos del Colegio de La Salle celebraba su fiesta de egresados en la discoteca
Kheyvis. Dicen que empezó como una travesura, que dos chicos volcaron una bebida alcohólica en un
sillón y luego lo encendieron. Lo cierto es que la noche terminó en tragedia: el brutal incendio se llevó la
vida de 17 jóvenes, y otros 24 quedaron heridos.

Quien inició el fuego, fue identificado como Nicolás Zunino, quien permaneció 45 días en prisión. Luego,
fue liberado debido a que la Justicia de Menores lo ordenó, ya que consideró que las pruebas no eran
suficientes para incriminarlo.

Las irregularidades en el funcionamiento de la disco eran evidentes pero nadie las advirtió. El peritaje
realizado por los investigadores concluyó que “los materiales del local, en su mayoría madera, eran
altamente inflamables; cualquier foco de incendio de orden menor llevaba a la catástrofe por las
características ilegales de la construcción y la existencia de materiales combustibles y productores de
humo; la única puerta habilitada para la circulación era la de entrada; las salidas de emergencia no se
encontraban habilitadas; la capacidad del local era para 150 personas y esa madrugada permanecían
alrededor de 600; la carencia de controles municipales fue absoluta.

Las llamas rápidamente tomaron el techo de paja del lugar y el pogo se desarmó. En medio de la
oscuridad y tratando de no ahogarse con el humo, los jóvenes intentaron escapar del incendio por la
puerta de emergencia. Pero las salidas estaban cerradas con candado.

"Enseguida nos dimos cuenta de que había olor a quemado. Nos picaba la garganta y nos lloraban los
ojos. La puerta que daba al patio estaba cerrada y la única que quedaba para escapar era la de entrada.
Muchos se cayeron al piso en la desesperación por salir y sus cuerpos bloquearon la puerta". Famosa cita
anónima sobre lo ocurrido.

Muchos de los adolescentes, entre ellos Nicolás Bonomi y su primo Maximiliano Tejedor, entraban y
salían para sacar más personas, hasta que el techo de paja se desmoronó y dejó a muchos atrapados
bajo los escombros en llamas.

Los familiares de las víctimas iniciaron juicios civiles por 27 millones de pesos, pero, ante todo,
reclamaron justicia y culpables. Hubo tres causas penales. Al dueño del local, Francisco de Jesús, lo
sentenciaron a cinco años de prisión y diez de inhabilitación para el comercio, condena que cumplió.

A la mañana siguiente, los diarios de todo el país publicaron imágenes de los restos del edificio en sus
portadas. Kheyvis fue la mayor tragedia en un club nocturno argentino hasta los años 2000, e incluso una
de las más fatales del mundo. Los padres comenzaron a desconfiar de la seguridad de las discotecas y
cada día había un artículo nuevo sobre los peligros de salir a bailar. El colegio La Salle se vistió de luto y
los testigos recordaron de “La Madrugada del Horror” hasta que los mismos nombres de sospechosos y
culpables se repetían una y otra vez, hasta aparecer en los reclamos de justicia por las víctimas.

Desde 1993 hasta el 2011, los seres queridos de las víctimas se movilizaron para reclamar justicia por la
memoria de sus hijos. En el 2013, a 20 años del hecho, los allegados los homenajearon en la plaza
Vicente López y Planes, con una ceremonia y una placa con sus nombres, regalo de sus amigos y los
sobrevivientes. Actualmente, los padres continúan su lucha en solidaridad con otras causas desde la
Asociación “Grupo de Padres de Kheyvis”, que fundaron el 20 de julio de 1996 para alentar la resolución
de la tragedia y evitar desastres futuros similares.

Más adelante, los Padres de las víctimas en Kheyvis estarían presentes junto a los familiares de las
víctimas de Cromañón y formarían un programa de radio para la educación, ayuda y prevención
comunitaria, además de reaparecer en los diarios cada 20 de diciembre para recordar lo ocurrido y
mantener viva la memoria de sus hijos.

1ra etapa. Comunicación en situación.

Si pensamos en la primera ayuda psicológica, debemos dirigirnos al lugar de la emergencia, donde los
damnificados, es decir, los sujetos con los que podemos intervenir, serán aquellos sobrevivientes y
familiares, tanto de los jóvenes que experimentaron lo sucedido como de aquellos jóvenes que
fallecieron, sumándose a estos aquellas personas ajenas a la situación concreta pero que se encuentran
allí viviendo esa experiencia de desesperación, que le genera miedo.

Para el armado de este dispositivo, nos basamos en la guía para trabajadores de

campo en relación a la primera ayuda psicológica. En esta primera ayuda psicológica, se tendrá el fin de
apoyar a las personas respetando su dignidad, cultura y capacidades. Esta estará dirigida, como
mencionamos, tanto a los damnificados sobrevivientes como a los familiares, de ellos y de quienes han
fallecido, siendo estas las personas que recientemente fueron afectadas por el acontecimiento,
ofreciendo esta ayuda siempre que estos se vean dispuestos a recibirla, ya que no se debe forzar la
ayuda en aquellos que no la quieren, sino estar disponible para aquellos que puedan desear apoyo.

En primer lugar, los profesionales llegamos al lugar de los hechos. Este grupo estará compuesto de
psicólogos, psiquiatras, médicos, y consideramos también la posibilidad de que haya un sacerdote, ya
que quizá algunas personas necesiten de algún referente religioso con el que se puedan sentir más
alojadas, según sus creencias.

Una vez que llegamos al lugar del acontecimiento tendremos como objetivo alejar a las personas de
peligros inminentes, intentar proteger a la persona de los medios de comunicación si los hubiera para
resguardar su privacidad y su dignidad, y, si la persona está muy angustiada, intentar que no se queden
solas.

Luego, en esta primera ayuda psicológica en el acontecimiento será la de la comunicación


tranquilizadora. Las personas ante situaciones de crisis pueden estar confundidas, alteradas y ansiosas.
Muchas personas tienden a culparse a sí mismas por lo ocurrido, por lo tanto es importante poder
ayudar a los damnificados a mantener la calma y demostrar comprensión, para que las personas se
sientan seguras y a salvo.
Es importante que para esto, se pueda ofrecer un espacio seguro y tranquilo, para esto, pensamos en la
instalación rápida de una carpa dirigida específicamente para las personas que necesitan atención en
relación a la salud mental, ya que si intervenimos en el mismo lugar que los demás profesionales de
urgencia, obstaculizamos el trabajo de los médicos que buscan atender a los heridos, como también los
bomberos y personal policial que suelen trabajar en estos accidentes.

Entonces, una vez identificadas a las personas que consideramos que necesitan de nuestra intervención,
buscaremos guiar a las familias que se acercan desesperadas a ese lugar, y a los damnificados que no
saben a dónde dirigirse, para que también puedan estar más tranquilos recibiendo información y no
obstaculizando el trabajo de los demás.

En dicha carpa, lo primero que deberíamos hacer es poder determinar el estado psíquico global y actual
que ha podido despertar el acontecimiento en las personas, por ejemplo, su estado de conciencia, su
grado de orientación global viendo si está en tiempo y espacio, su aspecto físico, su actividad motora,
actitud, lenguaje ya sea verborrágico, mutismo, neologismos, su pensamiento, que puede verse desde el
curso y del contenido, su juicio, viendo si este está conservado o insuficiente, ver si hay alteraciones de la
sensopercepción, etc.

En esta búsqueda de comunicación, ante la incertidumbre de las familias, se buscará poder ofrecer
información de la forma más concreta y empática posible, siendo honestos sobre lo que sabemos y de lo
que no tenemos conocimiento, haciendo saber además que comprendemos cómo se sienten y cómo
lamentamos lo que está pasando, reconociendo las fortalezas de la familia y la manera de cómo ellos, se
están ayudando a sí mismos y a quienes están trabajando.

Para esto será importante que los profesionales estén informados acerca de lo ocurrido, sobre los
servicios y apoyos disponibles y sobre los posibles riesgos de seguridad. Estos son datos que nos servirán
para poder entender y para tener información concreta que podrá ayudar a los damnificados. Las
personas afectadas por una situación de crisis querrán recibir información sobre lo sucedido, sobre cómo
se encuentran sus seres queridos y de otros que han sido afectados, sobre su seguridad, sus derechos y
también, cómo acceder a los servicios, entre otras cosas en general que necesitan.

Ante una situación tan catastrófica como un incendio, quizá no contemos con información precisa ante
esas preguntas, pero debemos transmitir tranquilidad. Es por eso que debemos ocuparnos de averiguar
dónde conseguir información correcta y actualizada, poder contarles cuales son los servicios de
búsqueda de familiares y de salud existentes, ofreciendo detalles si es pertinente, para esto, un
instrumento que pensamos que ayudaría, es el de los woki toki, donde cada profesional posea uno, y
puedan dar información siempre que esta sea pertinente, por ejemplo, cuando encuentran e identifican
a una persona que ha fallecido, y así su familia puede saber de ello de la manera más empática posible.

En casos que sea posible, podemos acompañar a las personas en la búsqueda de sus familiares,
ayudando al reencuentro o la comunicación con los mismos. Ahora, si tratamos con personas o
familiares de un fallecido en el acontecimiento, poder darle un acompañamiento y contención. Podemos
tratar de ubicar vínculos y redes de confianza que le den seguridad y sostén en un momento tan difícil.
Ahora, en el caso de que la situación del sujeto sea algo que nos excede como psicólogos, debemos
recurrir al abordaje psicofarmacológico, ya que a través de la medicación se pretende lograr la sedación
de la persona y disminuir el sufrimiento, con el fin de poder definir una conducta efectiva para el
seguimiento. Por eso nos parece importante que en nuestro equipo también haya psiquiatras y
podamos trabajar con alguna obra social o con el Estado, para facilitar la distribución de medicación
psiquiátrica para estas personas, de manera gratuita. Pero, es importante, como dice Demydrian,
medicar teniendo en cuenta el caso por caso, sin pensar que la medicación debe tapar esa falta, saturar
lo imposible. Ya que, como sabemos la falta es estructural y de nada serviría buscar algo para taponarla.
Más bien, se debe utilizar a la medicación como ayuda para retornar a un sujeto a la palabra o para
producir algún enganche con el otro, y cuando la vía de la palabra esté imposibilitada. Entonces, es
importante hablar de una intervención farmacológica, en donde el médico tiene un lugar de terceridad
que pueda otorgar a ese medicamento otro lugar que el de tapón, que pueda producir algún
movimiento. Ese psicofármaco debe poder apuntar a que se produzca una escena analítica, a poder
hacer borde y ofuscar el exceso de goce para que se pueda encauzar la pulsión nuevamente.

SIGUE 2DA ETAPA. Por otro lado, a los muertos como dice Freud, ya no se los critica, no se habla mal de
ellos, hasta se respetan más que a los vivos. Proponemos, que los familiares y amigos de las victimas que
formen parte de nuestro dispositivo, tengan un espacio en donde puedan recordar a sus seres queridos
que pierden la vida en casos como el de Khevys. Un lugar, donde puedan llevar un objeto que les
recuerde a ellos y que puedan armarlo entre todos.

Cuando un ser querido muere, golpea al yo de una persona porque la persona que falleció formaba
parte de él. En este dispositivo se busca acompañar en los procesos de duelo de las personas. Sería
buena idea que en las reuniones terapéuticas, se pueda hablar de la muerte, como ésta atraviesa a los
presentes, y lo que quieran decir acerca de ella. Como sabemos, las personas no pueden representar la
muerte, entonces, ¿qué les pasa cuando se les presenta en estas tragedias?. El duelo surge en el lugar
donde falta un significante porque no hay significante de la muerte, frente a esto, la clínica psicoanalítica
del duelo reconoce lo “incurable” del duelo, pero también, la tramitación probable.

Entonces, si a esa carga afectiva no tramitada le sumamos la subjetividad psíquica, las cosas previas del
sujeto, dará como resultado la capacidad de tramitación.Si hay fracaso defensivo, aparece la
vulnerabilidad, cuando el psiquismo no alcanza a elaborar la carga afectiva en exceso.

Lo definitorio de la tramitación es lo actual y la capacidad vincular del sujeto, esto vincular es central
para que el hecho sea estresante y no traumático. Esta capacidad vincular no la pensamos solo del lado
del sujeto, sino que el foco va a estar puesto en los dispositivos que puedan captar al sujeto en crisis, una
protección comunitaria, que buscaremos lograr con este dispositivo de los talleres terapeuticos.

Freud, en su texto más allá del principio de placer, ubica que sucede luego de los accidentes, choques,
donde hay un peligro de muerte y dice que luego de este tipo de eventos aparece una perturbación que
se le da el nombre de neurosis traumáticas.
Este cuadro, la manifestación clínica, tiene similitud con la histeria porque hay síntomas motores que son
parecidos, pero el padecimiento subjetivo es mayor y se asemeja con lo aparece en la melancolía o
hipocondría.

Piensa que sucede en estos eventos donde aparece una perturbación mayor en la vida anímica, y ubica
que el factor capital es la sorpresa, un sobresalto, un susto, como ocurre en accidentes de esta índole,
donde jóvenes estaban divirtiéndose sin pensar en la existencia de un peligro.

Freud hace hincapié en las instancias del psiquismo, ubica que es el yo, el prcc, el cc. El psicoanálisis era
ante todo una ciencia de la interpretación, su labor se basa en vencer las resistencias de los pacientes,
mostrarselas y mediante la transferencia hacer caer esas resistencias. No se puede recordar todo lo
reprimido, por ende, mas que recordar como algo del pasado, hay cosas que se van a actuar y repetir.

Hay una obsesión de repetición, en los tratamientos de los neuróticos la repetición toma carácter de la
insistencia. Algo de la resistencia aparece del lado del yo, es indudablemente que la resistencia del yo cc
e icc se halla al servicio del principio del placer, se pone de manifiesto que cuando un sistema se
satisface otro no, como el yo y el ello.

Habla del perpetuo retorno de lo mismo, cuando es una conducta activa del sujeto, parece no extraño
las repeticiones, pero tiene efecto de extrañeza cuando esas repeticiones se le escapan al sujeto. Estas
insistencias que generan maletas pueden ser comunes en aquellas personas que atraviesan una
situación traumática, por ejemplo en el hecho de culpabilizarse de los hechos ocurridos. Podemos hablar
en base a esto sobre la tendencia masoquista del yo permanece oculta casi siempre al sujeto, razón por
la cual, la persona vive esta serie de repeticiones dolorosas como algo ajeno, atribuyéndolo a un
infortunio de la vida.Todo esto implica un trabajo terapéutico para empezar a trabajar por el bienestar de
los damnificados, que siempre va a estar sujeto a los imprevistos de la vida, que no podemos evitar, pero
con dicho trabajo podrán elaborar sus padecimientos de una forma menos sufriente.

En estas situaciones traumáticas hay algo que queda no ligado que produce efectos displacenteros, ante
esto nos preguntamos ¿qué podemos diseñar para ligar algo de esto? Debemos dar cuenta a que se
refiere el sujeto con lo traumático. Lo traumático no está dispuesto por la situación en sí, hay que pensar
por qué deviene traumático. Pensar modos de ligadura en el dispositivo para que eso traumático se
ligue.

Lo primero que pensamos es escuchar el problema que trae el paciente y alojarlo en un espacio donde
pueda asociar sobre aquello que genera el malestar, es por eso que desde nuestro dispositivo se
motivara además de los talleres grupales, poder ofrecer una escucha individual en un espacio de
intimidad para aquellas personas que quieran acceder a esto. La decisión de comenzar una terapia
individual no es una decisión simple para todas las personas, por eso es importante hacerle saber a
aquellas personas que entendemos que la necesitan, poder hacerles saber que estamos disponibles para
ayudarlos y para ofrecerles este lugar de escucha.

La terapia individual implica trabajar con el paciente, a través de su palabra, aquello que le sucede y lo
que le ha sucedido en la vida, aportando sus recuerdos, sueños y las diferentes manifestaciones del
inconsciente que en el mejor de los casos podrá expresar, todos elementos que son analizados por el
terapeuta. Así se buscará que aparezcan cuestiones deseantes del sujeto y que las inhibiciones, angustias
y síntomas no actúan como un obstáculo para el desarrollo de su vida y la elaboración de lo traumático.

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