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No debemos pasar por alto que en el ejercicio del poder, las tres armas se
repartieron el control de los distintos canales de TV, las radios estatales y que
en pos de cumplir con sus objetivos en la denominada “lucha antisubversiva”
la dictadura se encargó de perseguir a algunos medios, incluso, llegó intervir,
expropiar y clausurar diarios y revistas cuando no podía prosperar la
“cooperación” que sí de hizo efectiva entre el periodismo, los principales
medios del país y el gobierno militar. Según datos de la Unión de
Trabajadores de Prensa de Buenos Aires (UTPBA) 80 trabajadores de prensa
fueron desaparecidos.
***
La alumna …………………………. comparte con nosotros la lectura de
un fragmento de la novela “La casa de los conejos”, escrita por Laura
Alcoba.
FRAGMENTO:
Mamá me contó de un niño que había visto el escondite que sus padres
camuflaban detrás de un cuadro. Pero los padres se habían olvidado de
explicarle hasta qué punto es importante callar. Era un niño muy
pequeño, que apenas sabía hablar. Seguramente, habrían creído que
no era necesario, que él no podía decir nada a nadie o que, de todas
maneras, no podría comprender sus advertencias.
[...]
Gente que pasea, un hombre que lee el diario en un banco, novios que
se han tendido sobre el césped para abrazarse y acariciarse como si
tuvieran todo el tiempo del mundo, y, por supuesto, muchos niños.
Casi siempre, soy yo la que se vuelve a mirar hacia atrás. Resulta más
natural que un niño pare, dé media vuelta y desande sus propios pasos;
en un adulto, en cambio, este comportamiento podría considerarse
sospechoso, signo de una inquietud que nos pondría en peligro de
llamar la atención. Por mi parte, aprendí a disimular estos actos de
prudencia bajo la apariencia de un juego. Me adelanto encadenando
tres saltitos, luego entrechoco las palmas y me doy vuelta de pronto,
saltando con los pies juntos. Entre la casa de mi abuela y la de su
hermano Carlitos, tengo tiempo de hacerlo unas diez veces,
comprobando, así, que nadie nos ha descubierto y nos persigue.
Si algo me resulta sospechoso, se lo digo al adulto que me acompaña.
Entonces nos paramos frente a alguna vidriera, o fingimos habernos
equivocado de camino, tratando de entender de qué se trata.