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Para citar este artículo:Marianne Girard, Caroline Dugal, Martine Hébert & Natacha Godbout (2020)
¿Está bien mi vida sexual? El papel mediador de la ansiedad sexual en la asociación entre el abuso
sexual infantil y la coerción sexual contra las mujeres, Journal of Child Sexual Abuse, 29:6, 717-733,
DOI:10.1080/10538712.2020.1774697
asociado con la revictimización sexual por parte de una pareja romántica Revisado el 16 de marzo de 2020
Aceptado el 25 de marzo de 2020
masculina en las mujeres sobrevivientes. Sin embargo, los mecanismos
potenciales que subyacen a esta asociación siguen sin estudiarse. PALABRAS CLAVE
Estudios anteriores indicaron que las mujeres sobrevivientes de abuso Abuso sexual infantil;
sexual infantil informan más ansiedad sexual, lo que a su vez se vinculó ansiedad sexual; sexual
con un mayor riesgo de sufrir coerción sexual. El estudio actual, realizado coerción; violencia sexual por
con una muestra de 448 mujeres adultas de la comunidad, tuvo como parte de la pareja íntima;
objetivo examinar la ansiedad sexual como un mecanismo potencial en la revictimización sexual; la violencia
contra las mujeres
asociación entre el abuso sexual infantil y la coerción sexual sostenida
por mujeres en relaciones románticas heterosexuales. Los resultados de
los análisis de ruta confirmaron el efecto indirecto de la ansiedad sexual
en la relación entre el abuso sexual infantil y la victimización por coerción
sexual. Los hallazgos indicaron que el abuso sexual infantil está asociado
con niveles más altos de ansiedad sexual, lo que a su vez se vinculó con
una mayor frecuencia de experiencias de coerción sexual perpetradas
por la pareja romántica. Este estudio contribuye a una mejor
comprensión de los determinantes de la violencia sexual contra las
mujeres y proporciona una base empírica para informar mejor las
iniciativas de prevención y orientar las intervenciones futuras.
Cada vez se reconoce más que la violencia contra la mujer es un importante problema de
salud pública (Organización Mundial de la Salud,2012), particularmente la violencia que
tiene lugar en el contexto de una relación íntima. Una forma de violencia de pareja íntima
que aún no se ha estudiado es la violencia sexual, que incluye cualquier contacto sexual
no deseado y experiencias sexuales sin contacto no deseadas (p. ej., insistir en tener
relaciones sexuales una vez que la pareja ya se ha negado, usar amenazas para tener
relaciones sexuales; Barker et al.,2018; Negro et al.,2011). Las mujeres son las principales
víctimas de este tipo de violencia, y las encuestas nacionales de EE. UU. indican que hasta
el 44 % de las mujeres adultas han experimentado violencia sexual perpetrada por una
pareja íntima en algún momento de su vida (Breiding,2015). Además, la violencia sexual
por parte de una pareja romántica podría
ser igual o incluso más dañina para la salud mental de las mujeres que la violencia
sexual por parte de una persona que no es su pareja porque la pareja coercitiva está
constantemente presente y tiene contacto continuo con su víctima (Temple et al.,
2007). Sin embargo, muy pocos estudios han examinado los factores asociados o
correlatos específicos de este tipo de violencia de pareja.
La coerción sexual es una forma de violencia sexual por parte de la pareja íntima
(Gámez-Guadix et al.,2011) que se refiere al uso de manipulación, mentiras, drogas o
alcohol, fuerza física y otras tácticas (p. ej., uso de promesas, amenazas de terminar
la relación o difundir rumores, uso de la propia influencia o autoridad; Black et al.,
2011) tener contacto sexual con la pareja bajo presión, coacción o en contra de su
voluntad (Struckman-Johnson et al., 2003). En este estudio, la coerción sexual se
refiere a un amplio espectro que, por lo tanto, incluye el uso de la fuerza física, las
amenazas y la presión persistente bajo la forma de insistencia en un intento de lograr
que su pareja tenga relaciones sexuales (Straus et al.,1996). Según estudios
norteamericanos, más de la mitad (54,5%) de las parejas heterosexuales han
experimentado algún tipo de coerción sexual en su relación actual (Brousseau et al.,
2011), siendo las mujeres dos veces más propensas que los hombres a reportar
haber sufrido coerción sexual por parte de su pareja romántica (Kar & O'Leary,2010).
La evidencia reciente también sugiere que la coerción sexual perpetrada por una
pareja masculina contra una pareja femenina en el último año afectó
aproximadamente a una quinta parte de las parejas (15-19%; Daspe et al.,2016).
Considerando la ocurrencia común de este tipo de violencia, es sorprendente
observar que la violencia sexual y sus correlatos dentro de las relaciones románticas
siguen siendo poco estudiados. De hecho, dichos datos podrían ofrecer pistas útiles
para prevenir una mayor victimización y desarrollar intervenciones efectivas para los
sobrevivientes. Un factor de riesgo destacado que se ha relacionado empíricamente
de manera constante con las experiencias de coerción sexual entre mujeres adultas
es un historial de abuso sexual infantil (CSA, por sus siglas en inglés) (Abramsky et al.,
2011).
Los investigadores y médicos han realizado varios intentos para explicar la asociación
entre la experiencia de CSA y la coerción sexual sostenida en las relaciones de pareja
de adultos. Según Briere (1992), CSA puede conducir a una capacidad disminuida
para juzgar correctamente la confiabilidad de los demás, una aversión al sexo y la
intimidad, dificultades para identificar y expresar las propias necesidades y deseos, o
un sentimiento de impotencia hacia otros que son dañinos o manipuladores, lo que
puede aumentar los sobrevivientes. ' vulnerabilidad a la victimización sexual futura.
Otros autores también han sugerido que las posibles repercusiones psicológicas de
la CSA, como la ansiedad (Orcutt et al.,2005), síntomas de estrés postraumático
(Hébert et al.,2017), y desregulación emocional (Messman-Moore et al.,2010) podría
ayudar a explicar la revictimización sexual en sobrevivientes de CSA. Sin embargo,
esas repercusiones no consideran la naturaleza sexual de estas experiencias de
victimización. De hecho, se ha prestado muy poca atención al examen de los posibles
mecanismos sexuales (es decir, procesos y asociaciones entre variables, que están
relacionados con la sexualidad), como el papel de la ansiedad sexual en la relación
entre CSA y posterior revictimización. La sexualidad del sobreviviente puede
descubrir el núcleo de algunos procesos de revictimización.
ansiedad sexual
ansiedad, desencadenada durante los encuentros sexuales (para más información, véase
Finkelhor & Browne,1985).
La ansiedad sexual también puede ser un correlato clave de la revictimización sexual en
las mujeres, ya que se descubrió que aumenta la vulnerabilidad a la coerción sexual
sostenida en mujeres adultas (Messman-Moore et al.,2008). En otras palabras, los rastros
residuales del CSA soportado podrían alterar la capacidad de los sobrevivientes para
abordar el sexo de una manera libre de miedo y ansiedad y, por lo tanto, es posible que la
ansiedad sexual esté “asociada con” un mayor riesgo de victimización por coerción sexual.
Noll y Grych (2011) teorizaron un modelo de revictimización sexual en el que la CSA está
asociada a procesos biológicos desregulados en reacción a situaciones estresantes o
ansiosas que luego pueden influir en las respuestas cognitivas, fisiológicas y emocionales
de las víctimas a las amenazas sexuales. Como tal, la ansiedad sexual, potencialmente
asociada con CSA, puede a su vez afectar la capacidad de reconocer las señales de
coerción y movilizar comportamientos de resistencia asertivos sobre las tácticas
sexualmente coercitivas de la pareja (Hamby & Grych, 2016, pag. 75).
experiencias de victimización por coerción sexual por parte de la pareja romántica actual, a
través de una elevada ansiedad sexual.
Método
Participantes y procedimiento
Canadá 82.1
Estados Unidos 8.3
Europa 6.0
Otro 3.6
Lenguaje primario
Francés 84.5
Inglés 12.3
Otro 3.2
Ocupación
Alumno 53.6
trabajador a tiempo completo 33.4
Trabajador de medio tiempo 9.9
Otro 3.1
Educación
Escuela primaria/secundaria 6.7
Universidad/profesional 21.0
De licenciatura 42.2
Graduado 30.1
Ingresos anuales
$19,999 CAD o menos 47.0
CAD$20,000 – CAD$39,999 22.8
CAD$40,000 – CAD$59,999 15.4
CAD$60,000 o más 14.8
Estado civil
Relación con pareja estable 47.8
Unión de hecho/cohabitación 37.1
Casado 15.1
722 M. GIRARD Y AL.
Medidas
ansiedad sexual
La ansiedad sexual se evaluó utilizando la versión francesa (Ravart et al.,2000) de la
subescala de Ansiedad Sexual de 5 ítems del Cuestionario de Sexualidad
Multidimensional (MSQ; Snell et al.,1993). Los participantes indicaron el grado en que
experimentaron ansiedad con respecto a los aspectos sexuales de su vida en una
escala Likert de 5 puntos que va desde 0 (para nada caracteristico de mi) para 4 (muy
caracteristico de mi) en elementos como “Me siento ansioso cuando pienso en los
aspectos sexuales de mi vida.”. Las puntuaciones totales oscilaron entre 0 y 20, y las
puntuaciones más altas reflejaron más ansiedad sexual. Las cualidades psicométricas
de la escala original estandarizada y validada se replicaron en la muestra actual, con
un alfa de Cronbach de 0,87 en la muestra original (Snell et al.,1993) y .91 en la
muestra actual.
Análisis estadístico
Resultados
ansiedad sexual
Los participantes presentaron una puntuación media de 4,37 (Dakota del Sur=5.12) en la escala de ansiedad
sexual, que representa un nivel medio bajo de ansiedad sexual. Los resultados de las pruebas de
comparación de grupos indicaron que las puntuaciones de ansiedad sexual diferían significativamente entre
los sobrevivientes de CSA y los participantes sin antecedentes de CSA,t(126,50) = −2,41,pag < .05, presentando
los sobrevivientes de ASI más ansiedad sexual (METRO=5.65,Dakota del Sur=6.20) que los participantes sin
Correlaciones bivariadas
Se realizaron correlaciones bivariadas de Pearson para determinar la asociación entre CSA,
ansiedad sexual y coerción sexual sostenida. Se encontraron correlaciones positivas
estadísticamente significativas entre todas las variables del estudio. CSA se correlacionó
positivamente con la ansiedad sexual (r= .14,pag< .01), así como experiencias de coerción sexual
(r= .14,pag< .01). De manera similar, la ansiedad sexual se correlacionó positivamente con las
experiencias de coerción sexual (r= .29,pag< .001).
R2: 1,7%
ansiedad sexual
. 13* . 29*** R2: 8,6%
Figura 1.Modelo integrador del papel mediador de la ansiedad sexual en la asociación entre el abuso
sexual infantil y la coerción sexual sostenida.Nota. *pag< .05; **pag< .01; ***pag< .001.
Discusión
El estudio actual examinó el papel mediador de la ansiedad sexual en la relación entre CSA y la
coerción sexual sostenida en mujeres adultas. En nuestra muestra, más de una de cada cinco
mujeres (22,1 %) informó CSA, lo que es consistente con las tasas de prevalencia anteriores
informadas por mujeres recopiladas en varios estudios epidemiológicos (Stoltenborgh et al.,
2011). Además, más de una de cada cinco mujeres (21.1%) reportó al menos un ex
experiencia del sexo victimización por coerción dual por parte de su pareja romántica en
726 M. GIRARD Y AL.
el año pasado. Este hallazgo corrobora la prevalencia encontrada por Daspe et al. (2016) y
brinda confianza en el hallazgo de que la coerción sexual perpetrada por una pareja masculina
contra una pareja femenina en el último año afecta a casi una quinta parte de las parejas de la
comunidad. De acuerdo con resultados anteriores (Daspe et al.,2016), nuestros hallazgos
mostraron una alta ocurrencia de presión verbal como táctica de coerción sexual y una menor
ocurrencia del uso de amenazas o fuerza física. En resumen, nuestros resultados indican que la
coerción sexual es una forma común de violencia entre las parejas heterosexuales,
principalmente a través del uso de la insistencia verbal.
Los resultados del estudio actual respaldan los de estudios anteriores (Daigneault et al.,2009;
DiLillo et al.,2016) que han mostrado una asociación entre CSA y coerción sexual sostenida por
parte de una pareja romántica en mujeres sobrevivientes. Además, los hallazgos actuales
agregan que la ansiedad sexual puede actuar como un mecanismo que explica el vínculo entre
la CSA y la coerción sexual sostenida. Si bien el modelo de mediación propuesto nunca se
examinó antes, los resultados actuales corroboran estudios anteriores que han encontrado que,
en las mujeres, la CSA está relacionada con una mayor ansiedad sexual (Lacelle et al.,2012), y
que los altos niveles de ansiedad sexual aumentan la ocurrencia de coerción sexual sostenida
en mujeres adultas (Messman-Moore et al.,2008). Estos hallazgos podrían reflejar que el efecto
de la ansiedad sexual en la disminución de la capacidad de los sobrevivientes para ser
conscientes de su experiencia del momento presente, sensaciones corporales (Déziel et al.,2018
), autocomprensión (p. ej., reconocimiento de necesidades sexuales o falta de voluntad para
tener intimidad sexual) y tal vez asertividad sexual (Zerubavel & Messman-Moore,2013), puede a
su vez estar relacionado con la victimización sexual por parte de una pareja íntima (Testa et al.,
2007). Estos hallazgos concuerdan con la teoría de Finkelhor y Asdigian (Finkelhor & Asdigian,
1996), que afirmaba que las características personales de las supervivientes podrían representar
vulnerabilidades que aumentaban el riesgo de que los agresores las escogieran como blanco.
Según los resultados actuales, la ansiedad sexual podría comprometer la capacidad de los
sobrevivientes para resistir o disuadir una mayor victimización y, por lo tanto, aumentar su
vulnerabilidad a las experiencias de violencia sexual.
Implicaciones prácticas
A pesar de estas limitaciones, nuestros datos brindan una nueva comprensión del
mecanismo a través del cual las mujeres sobrevivientes de CSA pueden experimentar
728 M. GIRARD Y AL.
coerción en sus relaciones románticas adultas. El estudio actual destaca la ansiedad sexual
como un mecanismo relevante involucrado en la revictimización sexual en las mujeres. Por lo
tanto, este estudio proporciona una base empírica para programas de prevención o
intervención adaptados dirigidos a mujeres sobrevivientes de CSA o mujeres que reportan
coerción sexual sostenida en su relación romántica. Por ejemplo, los resultados respaldan la
necesidad de evaluar el historial de CSA en mujeres víctimas de coerción sexual por parte de
una pareja íntima.
Los resultados también enfatizan la importante necesidad de educación sobre derechos
sexuales y de programas de prevención e intervención que aborden la ansiedad sexual en
mujeres sobrevivientes de CSA para prevenir la coerción sexual. Por ejemplo, el Programa de
resistencia a la agresión sexual Enhanced Assess, Acknowledge, Act (EAAA) (Centro SARE,2019)
brinda herramientas para que las mujeres reconozcan mejor las señales de riesgo de violencia
sexual, superen los obstáculos personales para priorizar sus propios derechos sexuales y
elaboren estrategias efectivas para defender sus límites. Dichos programas también podrían
educar sobre los procesos de colaboración en curso necesarios entre las parejas para tener
relaciones sexuales saludables y satisfactorias, lo que requiere consentimiento, conexión,
humanidad, vulnerabilidad, habilidades de comunicación compasivas y tratar a su pareja como
un igual.
Los profesionales deben enfocarse en la regulación de la ansiedad sobre los aspectos
sexuales de la vida de uno, a través de métodos como el entrenamiento de atención plena para
reducir la ansiedad y elevar la conciencia del momento presente y del cuerpo (Silverstein et al.,
2011), y promover la asertividad sexual como una forma de ayudar al funcionamiento relacional
de las mujeres. Por ejemplo, Livingston et al. (2007) han documentado los beneficios de las
intervenciones diseñadas para mejorar la capacidad de las mujeres para rechazar actos
sexuales no deseados a fin de reducir el riesgo de revictimización sexual (Livingston et al., 2007).
El autoconocimiento sexual, la asertividad sexual y el aumento de las habilidades de
comunicación de la pareja podrían disminuir la ansiedad sexual de las mujeres, promoviendo la
expresión saludable de los deseos, necesidades y límites de la pareja dentro de una discusión
clara y honesta. El objetivo de la mejora de la asertividad sexual es ayudar a los socios a
desarrollar y compartir una intimidad sexual mutuamente consensuada y placentera,
asegurando así un clima de confianza entre los socios (Greene & Faulkner,2005; MacNeil y
Byers,2009). A pesar de la modesta proporción de varianza explicada, la relevancia de la
ansiedad sexual en la práctica clínica determina la necesidad de explorar más este fenómeno.
Por lo tanto, el estudio actual aporta nuevos conocimientos sobre posibles prácticas educativas,
preventivas, curativas y clínicas con el objetivo de promover la salud mental y relacional en las
mujeres, especialmente en las sobrevivientes de CSA.
Conclusión
Expresiones de gratitud
Los autores desean agradecer a todas las mujeres que participaron en el estudio y al personal
investigador de la Unidad de Intervención de Investigación en Trauma y Pareja (TRACE).
Divulgación de interés
Fondos
Este trabajo fue apoyado por The Fonds de recherche du Québec – Santé (FRQS) [# 29051].
ORCIDO
Todos los procedimientos seguidos estuvieron de acuerdo con los estándares éticos del Comité de Revisión
de Investigación en Humanos de la Université du Québec à Montréal, y con la Declaración de Helsinki de
1975, revisada en 2000. Se obtuvo el consentimiento informado de todos los participantes para ser incluidos
en el estudio. No se incluyó información de identificación sobre los participantes en el artículo.
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