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SEXENIO REVOLUCIONARIO

A la marcha de Isabel II comenzó el periodo conocido como Sexenio


Revolucionario en el que se promulgó la Constitución de 1869 por la que se
buscó un nuevo monarca. Esto propició la llegada al trono de Amadeo de
Saboya, cuyo corto reinado dio paso a la proclamación de la Primera República.

Previamente, la crisis de 1866, la inclinación de la reina por los moderados y el


descontento social motivaron a los progresistas, demócratas y unionistas a
aliarse (Pacto de OSTENDE, 1866) para derrocar a Isabel II. Esto acabó
derivando en la sublevación de 1868, la Gloriosa, liderada por el almirante
Topete y los generales Prim y Serrano, que comenzó en Cadiz. La derrota de las
tropas isabelinas obligaron a la monarca a exiliarse en Francia.

Tras la marcha de la reina se formó un Gobierno provisional compuesto por los


partidos que firmaron el pacto de Ostende, presidido por el general Serrano y
que incluía al almirante Topete como Ministro de la Marina y al general Prim
como Ministro de la Guerra. Durante su presidencia, Serrano convocó
elecciones a Cortes constituyentes celebradas por sufragio universal masculino
(mayores de 25 años) en las que obtuvieron la mayoría los progresistas,
demócratas y unionistas. Posteriormente, el 1 de julio de 1869 se aprobó el
nuevo texto constitucional cuyos principales puntos son:
- SOBERANÍA NACIONAL: pese a ser una monarquía parlamentaria
reconoció que la soberanía recae en la nación.
- PODER LEGISLATIVO: este reside en las Cortes, que eran bicamerales
(Congreso y Senado) ambos elegidos por sufragio universal masculino.
Se introdujo por primera vez el principio de representación territorial por
el que cada provincia contaba con 4 senadores.
- PODER EJECUTIVO: recae en el rey, pero a través de sus ministros que
responden ante las Cortes. El monarca se limitaba a promulgar o
sancionar las leyes.
- PODER JUDICIAL: era ejercido por los tribunales de justicia.
- AMPLIAS LIBERTADES: además de reconocer la libertad de cultos,
recogía por primera vez algunos derechos individuales como la libertad
de enseñanza, de residencia y la inviolabilidad del correo.
España era una monarquía sin rey por lo que las Cortes invistieron al general
Serrano como regente (de forma provisional) lo que el general Prim pasara a
formar un gobierno progresista caracterizado por su política reformista. Algunas
de las medidas que más destacaron fueron:
- El aumento del poder civil sobre el militar.
- La separación del Estado y la Iglesia, lo que suponía la ruptura del
concordato de 1851.
- La reforma de las leyes electorales.
- La política librecambista que permitió una reforma monetaria gracias a la
cual se puso en circulación la peseta.
- Ley Arancelaria de 1869.
No obstante, el gobierno tenía dos preocupaciones principales. En primer lugar
la crisis cubana causada por constantes revueltas y sublevaciones de los criollos,
y en segundo lugar la búsqueda del nuevo rey. Esta tarea recayó en el general
Prim que buscó entre las familias reales europeas (siempre y cuando no fueran
ni carlistas ni borbones). El elegido resultó ser Amadeo de Saboya, segundo hijo
de Victor Manuel II de Italia.
El nuevo monarca fue elegido por exclusión del resto de candidatos gracias a su
principal valedor, Prim, que fue asesinado días antes de su llegada a España

El reinado de Amadeo I estuvo marcado por la permanente inestabilidad


política. Pese a contar con el apoyo de progresistas, demócratas y
constitucionalistas, encontró una fuerte oposición en la nobleza, el clero, los
monárquicos alfonsinos, el movimiento obrero español y los republicanos. Estos
últimos se encontraban divididos en federalistas (defensores de una República
descentralizada) y unionistas (partidarios de un modelo centralizado).
Al mismo tiempo se tuvo que hacer frente tanto a la Tercera Guerra Carlista
como a la guerra de independencia de Cuba, así como el movimiento obrero.
Ante esta situacion y tras un intento de asesinato, Amadeo decidio abdicar por
lo que el Congreso junto con el Senado proclamo ese mismo dia la Republica.

El primer presidente fue elegido de inmediato: el federalista Figueras que


convocó elecciones a Cortes constituyentes en las que obtuvieron mayoría los
republicanos federalistas. Estos se encontraban divididos en transigentes, que
pretendían conseguir una república federal desde arriba, e intransigentes de
defendían que se debía comenzar la construcción de la federación desde abajo.
El nuevo gobierno continuó arrastrando los mismos problemas que afectaron a
España durante el reinado de Amadeo I de Saboya, además de la crisis mundial
de 1873. Por lo tanto, la presidencia pasó a manos del federalista Pi y Margall
que impulsó un nuevo proyecto constitucional que nunca llegó a aprobarse. Lo
más destacable de este texto era la organización en 17 estados, cada uno con su
propia Constitución siempre y cuando no contraviniera la de la república. Se
establece la soberanía nacional, el sufragio universal, la aconfesionalidad del
Estado y la división de poderes. Al presidente de la República se le otorgaba un
nuevo poder que consistía en mantener el equilibrio entre los estados federados.

La inefectividad y lentitud de las medidas federalistas, además de la retirada de


los intransigentes permitieron el auge del cantonalismo, un movimiento
desarrollado principalmente en Andalucía y Cartagena y por el que los
territorios comenzaron a declararse independientes. Esto causó la dimisión del
presidente que pasó a ser el moderado Salmeron. Este decidió recurrir a las
armas y la violencia para someter el cantonalismo, el carlismo y los
movimientos obreros. Sin embargo, se negó a firmar una serie de sentencias de
muerte lo que le llevó a dimitir a favor del conservador Castelar, partidario de la
república unitaria. Para entonces el cantonalismo había sido sometido.
Castelar acabó imponiendo una especie de régimen autoritario y suspendió las
Cortes. Estas, al reabrirse, superaron al presidente con una moción de confianza
que provocó su caída y aceleró el golpe de Estado del general Pavía (1 de enero
de 1874).
Entonces se eligió de nuevo como presidente al general Serrano que difundió el
Manifiesto de la Nación por el que se disolvieron las Cortes y se restituyó la
Constitución de 1869.

A finales de año era evidente que la única opción política viable era la
restitución de la monarquía en la persona del príncipe Alfonso. Entonces,
Antonio Canovas del Catillo difundió el Manifiesto de Sandhurst en el que
Alfonso declaraba su intención de convertirse en rey con la finalidad de
restaurar la monarquía de forma pacífica. Finalmente el general Martinez
Campos protagonizó un golpe de Estado que convirtió a Alfonso en rey de
España.
En definitiva, tras la marcha de Isabel II España se sumió en un periodo de
inestabilidad en el que en 6 años se redactaron dos constituciones, se sucedieron
cuatro presidentes e incluso reino un monarca extranjero. El modelo
republicano acabó fracasando por lo que se volvió a los Borbones comenzando
una nueva etapa de la historia de España: el régimen de la Restauración.

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