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Los últimos años del reinado de Isabel II estuvieron marcados por problemas económicos,
políticos y sociales que la oposición identificó con los Borbones. Entre 1868 y 1874 se da en
España un periodo revolucionario que supone la caída de la monarquia, y la implantación de
un gobierno provisional seguido de una regencia, una monarquia parlamentaria extranjera,
una republica federal y otra unitaria y que finaliza con la restauración de los Borbones en el
trono con Alfonso XII. El sexenio supone una etapa clave en nuestra historia
contemporánea (sufragio universal masculino, movimiento obrero, republicanismo y
federalismo)
REVOLUCIÓN DE 1868
Sus desencadenantes fueron numerosos: una crisis múltiple (económica, social, finaniciera,
de subsistencia), la rápida sucesión de gobiernos inoperantes, manifestaciones estudiantiles
(Noche de San Daniel) y en prensa y la falta de apoyos populares, del ejército, la burguesia
y los intelectuales.
El pronunciamiento militar tuvo lugar en Cádiz en 1868 al frente de Topete, dirigido por Prim
y Serrano y al grito de « Viva España con Honra ». La revolución, conocida como la
Gloriosa, extendió al resto de la península con la formación de juntas en las ciudades y
triunfó tras el exilio de la reina y la victoria en Alcolea.
CONCLUSIÓN
Al mismo tiempo y en un intento por estabilizar la situación, las clases políticas más
conservadoras se alinearon para traer de vuelta la monarquía en la persona de Alfonso XII
(Alfonsinos). En el manifiesto de Sandhurst (escrito por Cánovas del Castillo), Alfonso XII
muestra su disposición para convertirse en rey constitucional. Los planes de Cánovas
incluían una restauración civil pero Martínez Campos se adelantó proclamando al monarca
mediante un pronunciamiento en Sagunto, dando comienzo a la nueva etapa política: la
Restauración, un régimen monárquico conservador y católico.