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Prof. Dr.

Gonzalo Blanco Figueroa

AÑO 2024.-

Carrera: Tecnicatura Universitaria en Gestión Judicial y Asistencia Jurídica.

Materia: Introducción al Derecho.

MODALIDAD VIRTUAL

Clase Escrita Nº 2

DERECHO Y SOCIEDAD POLÍTICA

1.- Persona y Sociedad. Diversas Posturas.

2.- Causas de la Sociedad Política.

En esta parte vamos a sintetizar y actualizar datos respecto de hombre


–persona dotada de derechos y obligaciones, pero como protagonista de la
vida en sociedad, y de la vida jurídica-.

Haremos un pequeño repaso, teniendo en cuenta que los aspectos


socio-políticos los verán en otro eje temático con otro profesor.

El punto de partida entonces será siempre “el hombre” en pleno


desarrollo en sociedad.

Así, encontramos a la sociedad primitiva, donde existía una muy


elemental división del trabajo, sin haber una formal división de las funciones
públicas. Encontramos a los preceptos jurídicos confundidos con los morales
y los religiosos, incluso la autoridad eclesiástica era la que gozaba de
autoridad de sacerdote, jefe político y juez. Pero siempre existe una persona
que dirime los conflictos de interés que se suscitan y una autoridad que dicta
normas (antes se las transmitían oralmente y a través del tiempo constituían,
junto a las prácticas habituales, la costumbre jurídica que rige la vida de la
comunidad.

Luego, aparece una sociedad con incipiente organización formal de


sus instituciones a la que le corresponde una estructura jurídica más
compleja, por el ejemplo la antigua República Romana. Tenían bien
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diferenciadas las instituciones que detentaban el poder: “El Emperador”, “El


Senado”, etc. Tenían normas escritas (lex) y las ejecutaban a través de un
procedimiento formal. Los Jurisconsultos se encargaban de estudiar las
conductas humanas y de dar soluciones a los principales conflictos a través
de normas escritas que serán obligatorias para los ciudadanos. Del antiguo
Derecho Romano se desprende una gran cantidad de normas que sirvieron
de modelo al derecho de nuestros días.

Finalmente, en la sociedad moderna, ya se diferencia perfectamente la


función legislativa, la gubernativa y la judicial. El Derecho Público fija con
precisión a través de normas constitucionales la competencia de las
autoridades, las que están subordinadas al “Estado de Derecho”. Prevalecen
las normas escritas, tanto en el ámbito del Derecho Público como en el del
Derecho Privado, a través de las Constituciones y de los Códigos. Las normas
escritas (constituciones, leyes, decretos, resoluciones judiciales, etc.)
pretenden en esta etapa dar respuesta sistemática a la totalidad de las
situaciones jurídicas que pudieran plantearse. Atrás quedaron la costumbre
jurídica y los jurisconsultos.

Sociedad y vida

El origen de la vida humana requiere de la procreación (o de otros


métodos alternativos como la adopción) y del nacimiento de la familia según
los planes de la unión de dos personas de manera estable.

Para la crianza de ese nuevo integrante de la familia, se requiere


durante muchos años el apoyo de estructura familiar que lo ayude a crecer
con todas sus aptitudes y capacidades.

Es digno de ser resaltado que hasta para el normal desarrollo


fisiológico de su complejo sistema nervioso, el hombre requiere del estímulo
de la convivencia. Al respecto, muchos autores exponen que “el hombre es
un ser social por naturaleza” que no puede vivir aislado y que necesita de la
sociedad.

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Esta célula básica de la sociedad que es la familia, se interrelaciona en


la vida comunitaria con otras familias y estructuras sociales que cooperan
entre sí en función del objetivo principal de la supervivencia. De este modo
advertimos una espontánea organización para proveer a objetivos comunes
de defensa y de consecución de bienes materiales.

Sociedad y cultura

Pero toda congregación humana persigue otros fines tales como la


formación moral y espiritual de sus integrantes. Asimismo, persigue el
progreso y la transmisión de generación en generación de los avances
técnicos, científicos, artísticos, políticos, económicos, etc., que va
configurando una cultura con identidad propia y con valores propios. El
perfeccionamiento de los miembros de la sociedad, va enriqueciendo la vida
social y va cumpliendo con los fines para los cuales existe.

Teniendo en cuenta lo expuesto podemos concluir que el hombre


necesita de la sociedad tanto para su subsistencia cuanto para obtener la
plenitud de todas sus potencialidades y dado que esta necesidad está
causada por su misma naturaleza sabemos que el hombre es un ser
constitutivamente social.

La sociedad es una unidad de orden que persigue fines comunes a la


diversidad de las personas que la integran y la finalidad de la sociedad (o fin
último) es el bien común, que no es la sumatoria de los fines particulares de
cada miembro, sino que está orientado a la satisfacción de las necesidades
que se derivan de la naturaleza social del hombre y que por ser tales son
comunes a todos los integrantes de la comunidad. Por ejemplo: el acceso a
la salud, a la educación, al trabajo y la seguridad son pilares de un estado de
derecho que aspira al bien común porque constituyen el acceso a
condiciones materiales mínimas para la dignidad humana.

En síntesis:

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- Encontramos una íntima relación entre persona, sociedad y


derecho: “donde hay hombre, allí hay sociedad; donde hay sociedad, allí
hay derecho”.

- La célula básica de la sociedad es la familia, llamada también


sociedad primaria.

- El hombre, en cuanto ser sociable por naturaleza es fundamento


y fin de todas las instituciones sociales.

- Toda asociación, para el cumplimiento de sus fines, debe


observar el cumplimiento de sus normas (entendidas como reglas de
conducta).

- La sociedad política está estructurada por normas jurídicas,


indispensables para su existencia y perfección. Dichas normas son de
jerarquía eminente.

- La naturaleza humana, constitutivamente ética y social es la


primera explicación de la necesidad de la sociedad y del derecho.

Causas de la Sociedad Política y Formas de Asociación. Por José


Durand Mendioroz.

Las "causas" del ser de la sociedad política

Tradicionalmente se ha considerado que la ciencia es "certa cognitio


per causam" (conocimiento cierto por las causas). Aristóteles es el autor de la
teoría de las cuatro causas del ser. Estas son: la causa material y la causa
formal (ambas son principios internos del ser causado); a diferencia de las
causas extrínsecas o exteriores al ser causado), que son: la causa eficiente y
la causa final.

1.- Causas internas del ser:

- Material: aquello a partir de lo cual el ser se constituye.

- Formal: aquello por lo cual el ser es lo que es.

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2.- Causas externas del ser:

- Eficiente: aquello que origina el nuevo ser.

- Final: aquello para lo cual el ser existe.

Aristóteles proporciona este ejemplo: "Fidias hace una estatua de


mármol para ganar gloria". Claramente, las causas “internas de este ser” son
la materia (mármol) que recibe su especificidad de la causa formal (estatua).
Por otra parte, las causas “externas al ser” son la eficiente: aquello que lo
origina (Fidias) y la final, aquello para lo cual se originó la estatua (ganar
gloria). -Cfr. Vigo, Rodolfo, "Las causas del Derecho", Abeledo Perrot, 1ª ed.,
Buenos Aires, 1983.

Ahora analizaremos las causas de la sociedad política.

1) Causa material: ¿Qué es aquello a partir de lo cual está constituida la


sociedad política? En una primera instancia pareciera que la sociedad política
está constituida por seres humanos. Y esto es parcialmente verdadero. Pero
sería más exacto decir que aquella está constituida por un "conjunto de
acciones comunes" que emanan de las personas, por cuanto esta definición,
además de incluir implícitamente a los hombres (únicos seres capaces de
"actuar"), pone de resalto el factor dinámico de la interacción de la
convivencia.

2) Causa formal: ¿Qué es aquello por lo cual la sociedad política es lo


que es?, ¿Qué es aquello que le da forma de sociedad política a su materia?;
¿Qué es lo que hace que este "conjunto de acciones comunes" (causa
material) no sea una cosa distinta de la sociedad política, como por ejemplo
un enjambre de abejas? Lo que le da forma de tal a la sociedad política es el
orden normativo. El orden es la recta disposición de las partes con relación al
todo. De manera que las normas (fundamentalmente las normas morales y
jurídicas) le darán unidad y forma a la materia de la sociedad, por cuanto
estructurará la convivencia de una diversidad de personas y de
asociaciones.

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3) Causa eficiente: ¿qué es aquello que origina la sociedad política?


Aquí distinguimos: una causa eficiente remota: ¿Cuál es la raíz de la sociedad
política? Indudablemente es la naturaleza constitutivamente social de la
persona. Y, desde una perspectiva creacionista, es Dios autor de la naturaleza
del hombre y de todo lo creado. Pero también hay una causa eficiente
próxima, porque si bien la naturaleza humana nos proporciona los grandes
principios del orden moral y del orden jurídico, dichos principios no son de
por sí suficientes para estructurar la totalidad del orden normativo que la
sociedad requiere. Existe, pues, la exigencia de una causa eficiente próxima
que, precisamente, determine en forma positiva todo el orden normativo
que la convivencia de esa comunidad requiere para lograr en plenitud la
formalidad de sociedad política. La causa eficiente próxima de la sociedad
política es la autoridad. Esta denominación genérica comprende a toda
autoridad, unipersonal o colegiada, cualquiera sea la función que cumpla (sea
ejecutiva, legislativa o judicial), con potestad para dictar normas jurídicas
que estructuren el todo social, que ordenen y subordinen la convivencia.

4) Causa final: ¿qué es aquello para lo cual la sociedad política existe?


¿A qué fin está ordenada la sociedad política? La importancia del tema,
merece un mayor detenimiento.

El Bien Común, causa final de la sociedad

Teniendo en cuenta que la causa eficiente remota de la sociedad


política es la naturaleza social del hombre, es necesario que la causa final de
aquella esté vinculada estrictamente al hombre y a sus necesidades
esenciales. Hay una relación directa entre el fin y el constitutivo de un ser. El
fin es lo que da la razón de porqué una cosa está organizada de un modo u
otro, y consecuentemente, decimos que una cosa está bien constituida
cuando responde cabalmente al fin para el cual ha sido hecha.

Por ello la causa final de la sociedad no estará vinculada a las


necesidades particulares que tenga un hombre o un grupo más o menos
numeroso de personas, sino a las necesidades que se derivan de la naturaleza

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social del hombre y que, por ende, son comunes a todos los integrantes de la
comunidad.

Obsérvese que lo que cualifica este tipo de necesidades, es el que éstas


sean derivadas de la naturaleza social del hombre. Y, por eso, por ser la
naturaleza humana idéntica en todos los hombres, es que estas necesidades
son comunes. Aquello que satisfaga las necesidades del hombre, en cuanto
ser social, por fuerza ha de ser un tipo de bien apto para ser "participado"
por todos. Este bien no es otro que el "bien común".

Queda aclarado ab initio que el bien común no es el equivalente a la


suma de los bienes particulares de todos los miembros de la comunidad. Ello
porque su naturaleza es distinta a la de los bienes particulares cuya esencia
consiste en que sólo es participable por uno o varios particulares.

Paradójicamente, el bien común es un bien de "todos" en cuanto a que


sus beneficios llegan a todos y cada uno de los miembros de la comunidad;
pero a la vez, no es un bien de alguien en particular, porque nadie en
particular puede "apropiarse" del bien común. Si, por vía de hipótesis, un
particular o un grupo de particulares, se "apropiara" del bien común, pues
inmediatamente perdería su esencia y dejaría de ser, propiamente, bien
común.

Este es un tipo de bien requerido por todo hombre en cuanto ser


social, y por todos los hombres que integran una sociedad histórica. Su logro
equivale a alcanzar una finalidad social apetecible y, por ende, el bien común
es "participable" por todos. En tanto, el bien particular es requerido por
necesidades del hombre en cuanto individuo, y sólo es poseído y
"participado" (analógicamente hablando) por una persona o un grupo
determinado de personas (por ejemplo, el bien de familia). Ahora bien ¿En
qué consiste, sumariamente, el bien común? ¿Cuáles son sus elementos? La
Doctrina Social de la Iglesia tiene una larga tradición en la enseñanza de este
concepto. Juan XXIII, en una de las encíclicas sociales capitales de la Doctrina
Social (Mater et Magistra, 65) afirma que "este concepto abarca todo un

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conjunto de condiciones sociales que permitan a los ciudadanos el desarrollo


expedito y pleno de su propia perfección". De donde se sigue que todos los
ciudadanos están obligados en conciencia a contribuir a la consecución del
bien común, de acuerdo a sus posibilidades. La autoridad política de la
sociedad, por su parte, tiene como obligación principal y específica la de ser
gestora del bien común. Es de destacar que esta raíz ética y antropológica es
la que da un sólido fundamento al orden jurídico y a la autoridad constituida.

En lo que respecta a los principales elementos constitutivos del bien


común, podemos mencionar, a título ejemplificativo y sin coartar ulteriores
desarrollos que nacen de la naturaleza humana, los siguientes:

1) La paz social: es considerada como un bien común universal,


(Juan XXIII, Pacem in terris, 167). Para San Agustín la paz es la tranquilidad en
el orden. No es pues, una paz como la mera ausencia de conflictos, sino una
situación de armonía que presupone la integración de todos los hombres en
la sociedad, así como la de todos los pueblos en un orden internacional justo.

2) El orden: es la recta disposición de las partes en relación al todo,


o bien, en la enseñanza de San Agustín, la unidad en la diversidad. Por ello, el
orden no es la negación de las particularidades personales ni grupales, sino
su relación armónica entre sí y con las necesidades generales de la sociedad
política. Esta relación armónica implica la vigencia del principio de la justicia,
por el cual le es dado a cada uno lo que le corresponde. De allí que no hay
orden perdurable sin justicia, ni paz sin un orden justo.

3) El acceso a condiciones materiales mínimas para la dignidad


humana: este elemento está implicado en un orden justo, pero es tal su
importancia que conviene tratarlo particularmente. Sin desconocer la
experiencia de que la iniciativa de los particulares es por lo general el motor
del progreso material, ello -de por sí- no asegura que todos los seres
humanos tengan en concreto la posibilidad de acceder a condiciones
materiales mínimas requeridas por su dignidad humana. Por ello constituye
un deber propio de la autoridad política, promover tales condiciones,

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corrigiendo prudentemente asimetrías en este sentido, que suelen


ocasionarse por defectos o fallas concretas, por ejemplo, en el acceso a la
nutrición, a la salud, a la educación, etc.

En tal sentido la Doctrina Social de la Iglesia ha recalcado que debe


posibilitarse a todos los ciudadanos el acceso a lo necesario para desarrollar
sus posibilidades personales e, inclusive, cumplir sus obligaciones; de allí que
se haya recomendado, concretamente, "facilitar trabajo al mayor número
posible de obreros; evitar que se constituyan categorías sociales
privilegiadas; mantener una adecuada proporción entre salario y precio..."
(Juan XXIII, Mater et Magistra, 79), además de: procurar el incremento de
servicios generales; incorporar los progresos científicos; servir no sólo a la
generación presente sino preparar el porvenir a las próximas generaciones,
etc.

4) El acceso a los bienes culturales: "Con la palabra genérica


“cultura” se indica todo aquello con lo que el hombre afina y desarrolla
innumerables cualidades espirituales y corporales; procura someter el mismo
orbe terrestre con su conocimiento y trabajo; hace más humana la vida
social... De aquí se sigue que la cultura humana presente necesariamente un
aspecto histórico y social...". (Gaudium et Spes, N°53). La cultura, pues, para
ser adecuado marco que posibilite la plenitud de las potencialidades
humanas, debe estar impregnada de valores morales y espirituales.

5) Bien común y bienes particulares: luego de esta somera visión de


los principales elementos que constituyen el bien común, analicemos cuáles
son los criterios directivos para solucionar situaciones de tensión entre el
bien común y los bienes particulares.

En tal sentido, conviene recordar que el bien común es, por definición,
participable por todos. Por eso no es un bien ajeno a todos y cada uno de los
hombres que integran la comunidad. Por el contrario, es un bien
principalísimo de toda persona, y constituye una condición necesaria para
que dicha persona obtenga y conserve sus bienes particulares. De allí que

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Santo Tomás afirmara que "el que persigue el bien de la multitud persigue su
propio bien". El bien propio no puede concebirse sin el bien común, ni a costa
de éste. Por lo expuesto, los bienes particulares no deben poner en peligro la
existencia del bien común. Porque no debe perderse de vista que, en última
instancia, el bien común está referido a la persona humana. Por eso jamás
sería válido alegar razones de bien común para atentar contra la dignidad de
la persona humana. Ello en realidad implicaría un falso concepto de bien
común, porque éste, por su esencia, nunca puede desconocer la dignidad de
la persona porque afectaría su mismo fundamento.

Tampoco será válido oponer a un bien particular un pretendido bien


común, cuando este fuese en realidad un disfraz de apetencias personales o
sectoriales.

6) Historicidad: otro aspecto muy importante a tener en cuenta es


que el bien común debe ser realizado históricamente por cada pueblo. No es
un concepto que pertenece y debe permanecer en el limbo de las ideas. Es,
por el contrario, un concepto que debe corresponderse con una realidad que
hay que construir. Si eso no ocurriese, la sociedad política no cumpliría con su
causa final ni, en última instancia, con su razón de ser. Y eso ocurre en
definitiva por el incumplimiento o la deficiencia del orden normativo (que
por definición debe ser justo) y por la defección de aquellos a quienes les
corresponde obrar con justicia. De este modo sobrevendría una situación de
progresiva decadencia de la sociedad política; y si esta situación no se
revirtiese oportunamente, aquella se disgregaría y desaparecería de la faz de
la historia, como tantas veces ha ocurrido.

Formas de Asociación

Ya hemos anticipado que entre la célula básica de la sociedad que es la


familia (llamada también "sociedad primaria"), y la sociedad política, capaz
de por sí de proveer a las necesidades comunes de sus integrantes, existe
una variadísima gama de asociaciones llamadas también sociedades
"intermedias":

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1) La sociedad política: caracterizada como "perfecta" en virtud de


que es la forma de asociación capaz de bastarse a sí misma (capacidad de
autarquía) y de darse una organización normativa propia (capacidad de
autonomía). En su seno viven las familias y las sociedades intermedias y su fin
es el bien común. Cuando se habla de "sociedad" a secas, por lo general se
está haciendo referencia a la sociedad política.

2) Sociedades "infra políticas": permanentes y voluntarias.


Sociedades permanentes son aquellas que responden a necesidades
naturales del hombre, que se dan en todas las épocas y a las que muy
difícilmente aquel puede obviar. Esas necesidades conllevan que los
integrantes de la comunidad se propongan como finalidad su satisfacción.

Dicha finalidad implicará la deliberación y elección de los medios para


llevarla a cabo. Cuando la finalidad es la satisfacción de una necesidad, dicha
finalidad puede ser llamada, propiamente, "bien". El ser humano por
naturaleza vive en un espacio. De allí la necesidad de cubrir necesidades
comunes relacionadas al espacio físico donde las familias moran. Existen
pues diversas asociaciones de base territorial y vecinal como la aldea, el
barrio, el pueblo, la ciudad, el municipio, la región, etc. También es
connatural al hombre el desempeño de una actividad mediante la cual cada
uno gana su propio sustento. Con el fenómeno de la división del trabajo en la
sociedad, se produjo una unión espontánea de todos aquellos que, por tener
una actividad afín, tenían intereses comunes. Dichas congregaciones, por su
trascendencia social, fueron progresivamente reglamentadas, primero por las
costumbres, luego por las leyes. De allí la necesidad, que permanece en el
tiempo, de la formación de asociaciones de base laboral, tales como los
sindicatos, gremios, colegios profesionales, etc. Otra necesidad permanente
de la persona es el saber, necesidad que es también de la comunidad toda.
Recurriendo a una hipótesis absurda, si el saber no se hubiese transmitido de
generación en generación, probablemente nos hubiéramos olvidado de la
utilidad de la rueda. Los avances técnicos, científicos y de orden moral y

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religioso, fueron creando la genuina necesidad de una especialización, no


solo para la conservación y transmisión del conocimiento sino también para
la investigación y la capacidad de afrontar renovados desafíos. De allí que,
tanto de manera espontánea como por directa intervención de la autoridad
social, se fueron formando asociaciones de orden educativo, tales como
escuelas elementales, de artes y oficios, universidades, etc.

Sociedades Voluntarias: Son aquellas que se forman, generalmente


por iniciativas de particulares, para dar respuesta a opciones vocacionales de
sus miembros, siendo voluntario en todos los casos el ingreso a las mismas. A
modo de ejemplo, pertenecen a esta categoría los "clubes" sociales,
deportivos, las asociaciones culturales, recreativas, de fomento, de
beneficencia, etc. La gama de estas asociaciones es casi infinita. Basta que un
grupo de personas decida constituirlas para alcanzar objetivos que el hombre
en soledad no podría lograr.

Correspondería quizás considerar en una categoría intermedia entre


permanentes y voluntarias, a las asociaciones con objetivos económicos. De
alguna manera, responden a necesidades permanentes del hombre en
cuanto a que, cuando la persona individual y la empresa familiar resultan
insuficientes en algunos casos para alcanzar ciertos logros económicos, surge
espontáneamente la necesidad asociativa en orden a superar aquella
insuficiencia y así surgen sociedades de índole productiva, comercial, de
servicios, etc. Pero, por otra parte, la incorporación a tales sociedades es
voluntaria y de índole convencional.

3) Valoración de la sociabilidad en la calidad de vida de las


personas: La riqueza de la vida social estará dada por la cantidad y variedad
de asociaciones que existan en su seno (elemento cuantitativo) y por el
correcto funcionamiento de las mismas (elemento cualitativo). Dándose
ambos elementos, las personas tienen la posibilidad de proveer mejor a sus
necesidades, desarrollar sus aptitudes, cumplir con sus tendencias
vocacionales y, en definitiva, vivir con mayor plenitud.

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4) Otra característica de las asociaciones en general es el principio


de solidaridad que se da entre sus miembros, creándose -en diversa medida,
según el tipo de asociación de que se trate-, un ámbito de contención y de
protección recíprocas para sus integrantes. También tienen la función de ser
una auténtica "escuela" de dirigentes sociales, dado que receptan y forman
espontáneamente a las personas con vocación de servicio y protagonismo
social.

5) Entonces, vemos demostrado en la realidad -asequible a nuestra


constatación- la falsedad del antagonismo de principio entre persona y
sociedad, puesto que mientras "más sociedad" exista, tanto en sus
elementos cuantitativo y cualitativo, mayor amparo y beneficios obtienen las
personas individuales. Téngase presente que, como no puede ser de otro
modo, el límite para la constitución y funcionamiento de las asociaciones
intermedias va a estar dado por la exigencia de que los fines y las actividades
societarias no contravengan normas consideradas fundamentales para la
sociedad política.

6) Salvado esto, "siendo la sociabilidad una necesidad natural del


hombre y siendo lícito por la unión de las fuerzas promover todo lo
honestamente útil, no se puede, sin injusticia, negar o menoscabar (...) la
libre facultad de unirse en asociaciones".

SÍNTESIS CONCLUSIVA

1) Encontramos una íntima relación entre persona, sociedad y


derecho, pudiendo formularla así: "Ubi homo, ibi societas; ubi societas, ibi
ius" (donde hay hombre, allí hay sociedad; donde hay sociedad allí hay
derecho).

2) La persona humana, en cuanto ser sociable por naturaleza, es


fundamento y fin de todas las instituciones sociales, incluida especialmente
la sociedad política.

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3) Toda asociación, para el cumplimiento de sus fines, debe


observar el cumplimiento de las normas jurídicas que las estructuran
(entendidas como reglas de conducta obligatorias).

4) La importancia de las normas que regulan cada forma asociativa,


estará directamente relacionada con la jerarquía de la asociación que regule.

5) La sociedad política está estructurada por normas jurídicas que


"ordenan y subordinan la convivencia", indispensables para su existencia y
para su perfección. Dichas normas son de jerarquía eminente.

6) Conclusión general: la naturaleza humana, constitutivamente


ética y social es la primera explicación de la necesidad de la sociedad y del
derecho.

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