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Las familias como sistemas complejos y complicados están en un proceso permanente, flexible y
dinámico donde deben adaptarse a dichos cambios. Las interacciones cotidianas dentro de un
subsistema tienden a cobrar tal importancia que organizan la vida cotidiana de sus miembros,
manteniéndose el mayor tiempo posible la índole de la relación de sus miembros.
M. Bowen propone en el trabajo terapéutico con las familias que cuando la índole de sus
relaciones no es la óptima, regresarlas al origen en el presente, indagando el funcionamiento de
sus miembros en otros holones y generalizando el buen funcionamiento que pueda tener en
algún holón hacia el resto. Las técnicas de reestructuración puede ser: la fijación de fronteas, el
desequilibramiento y la complementariedad.
Fronteras
La técnica de fijación de fronteras regula los límites de los holones entre si, apuntando a la
distancia psicológica y la permanencia de la interacción dentro de un holón significativo.
Esta técnica implica la observación y modificación de las interacciones emocionales entre los
miembros de la familia. El terapeuta observará y analizará las interacciones que ocurren durante
las sesiones, prestando atención a la proximidad física, a quién habla más, a quién se interrumpe,
a quién se ayuda más y a otros indicadores similares. A partir de esta observación, el terapeuta
puede sugerir cambios para aumentar o disminuir la proximidad emocional entre los miembros de
la familia.
Minuchin también introduce la idea de tareas para el hogar para reforzar las técnicas utilizadas en
la sesión y promover el cambio fuera de la terapia. Estas tareas pueden incluir acciones concretas
para establecer y mantener nuevas fronteras.
Estas técnicas son particularmente útiles para las familias con indiferenciación de roles, donde los
miembros están demasiado fusionados. El objetivo final es crear un sistema familiar que respete y
apoye la individualidad y la interdependencia de cada miembro.
El desequilibramiento.
Es una técnica terapéutica utilizada en terapia familiar para modificar las dinámicas de poder y
comunicación dentro del sistema familiar. Se emplea cuando se identifica un desequilibrio en la
jerarquía familiar, donde uno o varios miembros ejercen un control dominante sobre los demás.
El objetivo principal del desequilibramiento es romper con los roles y patrones establecidos que
mantienen la dinámica disfuncional, y promover un equilibrio más saludable y equitativo.
El objetivo del desequilibramiento es crear conciencia y provocar una reflexión sobre estas
dinámicas disfuncionales. El terapeuta puede intervenir de diferentes maneras para desafiar y
cuestionar los roles y comportamientos que perpetúan el desequilibrio.
Por ejemplo, el terapeuta puede dirigirse directamente a un miembro de la familia que está
asumiendo un papel de control o cuidador excesivo y plantear preguntas que lo hagan reflexionar
sobre su rol. Esto puede ayudar a que el miembro se dé cuenta de que está asumiendo
responsabilidades que no le corresponden o que está impidiendo que otros miembros se
desarrollen y tomen decisiones por sí mismos.
Al generar esta reflexión, se busca fomentar un cambio en la dinámica familiar. Los miembros
pueden comenzar a reconocer la importancia de la autonomía y la participación equilibrada de
cada individuo en la familia. Esto puede llevar a un reequilibrio en la distribución del poder y a una
mayor colaboración en la toma de decisiones y resolución de problemas.
Alterar la estructura: El terapeuta puede cambiar la disposición física de los miembros de la familia
durante la sesión terapéutica para interrumpir las interacciones habituales y fomentar nuevas
formas de comunicación. Al cambiar los lugares y las posiciones físicas, se crea un nuevo contexto
que permite a los miembros de la familia experimentar diferentes roles y perspectivas.
Desafiar creencias y normas: En este caso el terapeuta cuestiona las creencias y normas arraigadas
en la familia que mantienen el desequilibrio. Se exploran las expectativas y reglas implícitas para
fomentar la reflexión y el cambio. Al desafiar estas creencias, se abre la posibilidad de establecer
nuevas normas y valores familiares que promuevan una dinámica más equilibrada y saludable.
Asignación de tareas: El terapeuta puede asignar tareas específicas a los miembros de la familia
para desafiar los roles establecidos y promover nuevas formas de interacción. Estas tareas pueden
implicar responsabilidades compartidas, toma de decisiones conjuntas o actividades que fomenten
la colaboración y el apoyo mutuo. A través de estas tareas, se busca reequilibrar el poder y
fomentar una mayor participación de todos los miembros de la familia.
Apoyo a los miembros más vulnerables: En casos de desequilibrio de poder, el terapeuta puede
formar una alianza con un miembro de la familia que esté en una posición de desventaja. Esta
alianza se crea con el propósito de otorgarle poder y respaldo a ese miembro, brindándole la
oportunidad de expresarse y participar de manera más equitativa en la dinámica familiar. El
profesional se convierte en un defensor de esta persona, lo cual puede ayudar a desafiar y
cuestionar la posición disfuncional de los otros miembros.
Esta intervención permite que el miembro en desventaja sea escuchado y tome un papel activo en
la toma de decisiones familiares. Al fortalecer su posición, el terapeuta busca nivelar la jerarquía
familiar y promover un equilibrio más saludable en el sistema. Sin embargo, es importante que el
terapeuta tenga en cuenta el bienestar emocional de todos los miembros y aborde cualquier
conflicto o reacción negativa que pueda surgir como resultado de esta intervención.
Complementariedad
Es una estrategia que busca modificar y mejorar la forma en que los miembros de una familia se
relacionan entre sí, enfocándose en cómo las interacciones entre los miembros afectan el
funcionamiento de la familia como un todo. Se centra en desafiar y reestructurar ciertas
suposiciones y patrones de comportamiento dentro de la familia.
Uno de los principios fundamentales de esta técnica es el reconocimiento de que la familia debe
ser entendida como un sistema interconectado, en lugar de simplemente un conjunto de
individuos. En otras palabras, los miembros de la familia no operan en aislamiento, sino que están
intrínsecamente vinculados entre sí a través de sus relaciones, roles, expectativas y patrones de
comunicación.