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SESIÓN N° 8:

LA NATURALEZA
CAÍDA DEL
HOMBRE

Texto central: “¡Miserable hombre de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo de muerte?”.
(Romanos 7:24)

De acuerdo con los capítulos iniciales del Génesis, el destino de los primeros seres humanos era el de una
existencia feliz como colaboradores de Dios en el Edén. En ese “jardín del palacio real” (que es el signifi-
cado literal de “paraíso”) servirían a Dios (Génesis 2:15) y disfrutarían de una estrecha comunión con él (cf.
Génesis 3:8). La primera pareja podría beneficiarse con un principio sustentador de la vida, que se encuen-
tra en la cercanía con Dios y en comer el fruto del árbol de la vida (Génesis 2:9; 3:22).

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EL PECADO: LA REALIDAD do fracasaron en la gran prueba (Génesis 3; 6:5).
Inversamente, si ellos hubiesen pasado su prueba
QUE TODO LO IMPREGNA exitosamente, habríamos estado tan seguramente
establecidos en la justicia como ahora lo estamos
La gravedad de la rebelión de Adán y Eva y sus ex- en el pecado.
tensas consecuencias se analizan en Romanos 5:12 Dios anunció en el Edén que el pecado traería como
al 20. Aparecen con el fin de aclarar el carácter cru- resultado tristeza, dolor, trabajo ingrato, relaciones
cial de su antítesis: la obediencia de Cristo en la cruz humanas abusivas y muerte (Génesis 3:14-19). Esta
como la apertura de la puerta de salvación para descripción corresponde perfectamente con la ex-
toda la raza humana. periencia humana.
De acuerdo con el Nuevo Testamento, la persona
irregenerada, al enfrentar la voluntad revelada de
Dios, es incapaz de cumplirla o siquiera de apreciar-
la plenamente (Efesios 4:18). La mente pecaminosa
“es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de
Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la
naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios”
(Ro-manos 8:7, 8, NVI).
La educación cuidadosa, el ejercicio de la voluntad
o cualquier otro recurso humano carecen de poder
contra una naturaleza perversa con sus propensio-
nes egocéntricas. Si se excluye la gracia de Dios, las
propensiones de la naturaleza humana conducen
inevitablemente a la ruina moral. De ahí la necesi-
dad de una conversión antes de intentar la reforma
de la vida de uno (ver Salvación I. E). Las propensio-
nes malignas permanecen aún después de la con-
versión, pero no con su irresistible poder anterior.
De todas maneras, el carácter amenazador del pe-
cado no reside tanto en el nivel superficial de sus
frutos como en sus raíces profundamente arraiga-
das en la naturaleza humana. En nuestra vida, el pe-
cado es “sistémico”. El “pecado que mora en mí” es
la razón de que “el mal que no quiero, eso hago”
(Romanos 7:17, 20, 19). Aquí la Biblia llama “peca-
do” a la causa interior de los hechos perversos, lo
que muestra que el concepto bíblico de pecado in-
cluye pro-pensiones, no sólo hechos malignos.

DEPRAVACIÓN HUMANA Y
SUS EFECTOS
La depravación inherente es una expresión de nues-
tra solidaridad, como seres humanos, con nuestros
primeros padres (Efesios 2:3). Compartiendo un
origen común con Adán y Eva (Hechos 17:26), no
fue posible que pudiéramos heredar la voluntad
originalmente incorrupta que ellos perdieron cuan-

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Sufrimos porque, alejados de Dios, hemos perdido
los privilegios que se encuentran en la cercanía a él.
VALORES
Pero también nos infligimos sufrimientos los unos
La falta de valores en nuestra sociedad, tiene con-
a los otros a través de nuevos pecados. No sólo ha
secuencias en las familias y estas se extienden de
sufrido nuestra relación vertical con Dios; también
generación en generación, siendo las futuras gene-
se ha dañado la relación horizontal con otras criatu-
raciones más depravadas que las anteriores. Los hi-
ras. Nuestra inter-relación con la naturaleza ha sido
jos por lo general heredan los rasgos de carácter de
alterada radicalmente desde el Edén; ahora amena-
sus padres, y en adición a todo esto muchos crecen
za con convertirse en una pesadilla ecológica, con
sin experimentar una influencia compensadora.
hambre y enfermedades en su estela. El matrimonio
Si las mujeres de las generaciones pasadas siem-
fue pervertido primero en una situación de vasallaje
pre hubiesen actuado teniendo en cuenta las con-
y luego en una farsa prescindible. Otros casos de re-
sideraciones más elevadas, si siempre hubiesen
laciones horizontales pervertidas incluyen explota-
comprendido que las generaciones futuras serían
ción de clases, esclavitud, desigual-dad económica,
ennoblecidas o rebajadas por su conducta, habrían
guerras nacionales y étnicas, y otros males profun-
decidido que no podrían unir sus vidas a la vida de
damente impregnados en las estructuras sociales.
hombres que tenían un apetito antinatural por las
Cierta-mente, muchos conciben estas estructuras
bebidas alcohólicas y el tabaco, los que constituyen
como la raíz de todos los males, una diagnosis que
venenos de acción lenta pero segura y mortal, que
es fragmentaria, reducida peli-grosamente a algu-
debilitan el sistema nervioso y rebajan las faculta-
nos de los componentes horizontales de la maldad.
des nobles de la mente. Si los hombres insistían en
conservar esos malos hábitos, las mujeres deberían
haberlos dejado en su bendita soltería para que
NATURALEZA CAÍDA DEL disfrutasen de esos compañeros de su elección [el
alcohol y el tabaco].
HOMBRE Los hombres y las mujeres que han corrompido sus
cuerpos mediante hábitos disolutos, también han
La Naturaleza Caída del Hombre es llena de iniqui- rebajado sus intelectos y han destruido la delica-
dad, incapaz de discernir entre lo que es bueno y da sensibilidad del alma. Muchas personas que han
lo que es malo Dios tuvo que enviar a Su Hijo, con pertenecido a esta clase se han casado y han trans-
su misma naturaleza, para aprender en la tierra a mitido a sus hijos las taras de su propia debilidad
escuchar al Padre para hacer su voluntad. Jesucristo física y de su moral depravada. La complacencia de
tuvo que aprender a discernir entre lo bueno y lo las pasiones animales y de la tosca sensualidad han
malo. Todo aquel que en Él cree por ser llamado por constituido características notables de su posteri-
Dios, es nacido de nuevo, con una nueva naturaleza dad, que se ha ido rebajando de una generación a
divina. otra, aumentando las miserias humanas a un grado
La gracia de Dios, tomaría la naturaleza caída del terrible y apresurando la depreciación de la raza.
hombre y entraría en combate para contender con
el poderoso enemigo que triunfó sobre Adán. Ven-
cería a Satanás, y al hacerlo abriría el camino para
la redención de todos los que creyeran en él, sal-
vándolos de la ignominia del fracaso y la caída de
Adán.
Ahora, todo ser humano, sin excepción, está incli-
nado a rechazar el mal y a perseguir el bien. Pero,
arrastrado inconscientemente por una fuerza mala,
rechaza el bien deseado por su mente original y co-
mete actos malos que realmente no desea hacer.

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