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28 I ENSEÑANZAS

SESIÓN 5
CAMINO A LA LIBERTAD (LIBERACIÓN)

Duración: 1 hora y media

Objetivo:
Llevar a las personas a identificar y romper las maldiciones que estén sobre su vida.
Aceptar, a través de la fe, la libertad total que sólo se encuentra en Jesús.

Fundamento bíblico:
“Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición
(porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero)” (Gálatas
3:13).

INTRODUCCIÓN

- Preguntas de reflexión -
¿Padece usted de alguna enfermedad hereditaria?
¿Considera que su carácter es igual al de sus padres?
¿Alguna vez ha intentado suicidarse?
¿Tiene arrebatos de ira incontrolable?
¿Se ha divorciado alguna vez?
¿Siente que no ha sido feliz?
¿Siente que, a pesar de su lucha por salir adelante, su vida no avanza?
¿Sus padres eran idólatras?
¿Nota que sus hijos repiten algunos comportamientos incorrectos suyos?

DESARROLLO DEL TEMA

El Milagro del Intercambio


Jesús permaneció colgado en la Cruz del Calvario por horas. Tomar aire
era una agonía, pues para lograrlo debía apoyarse en uno de los clavos que
había atravesado sus talones y, por la opresión de los tendones, el dolor era
insoportable. Sumado a esto, contrajo fiebre a causa de la infección producida
por las heridas en todo Su cuerpo. Su vida fue menguando poco a poco. Su
sangre, gota a gota, iba cayendo a tierra. Allí permaneció hasta saber que Su
obra había sido consumada.

Este cuadro de la crucifixión debe reproducirse claramente en cada uno de


nosotros, para comprender que, en aquella Cruz, el Señor absorbió toda nuestra
iniquidad y toda nuestra maldición, destruyéndola de una vez y para siempre.
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Al recibir esta revelación, opera el milagro del intercambio: Todo lo malo que
hayamos sido es absorbido por el poder de la Cruz, Dios toma esa naturaleza,
caracterizada por la rebeldía y el pecado, y la lleva sobre el cuerpo de Su Hijo. Y
nosotros podemos recibir la naturaleza de Jesucristo.

San Pablo entendió esta revelación claramente, por eso dijo: “No lo hago yo,
sino el poder de Cristo en mí”.

IDENTIFICANDO LA MALDICIÓN
¿Cómo podemos saber si la bendición de Dios está con nosotros o si, en realidad,
estamos cargando con algún tipo de maldición? Todo esto se reconoce a través
de la Palabra de Dios. El Dr. Derek Prince comparte siete situaciones, extraídas
de Deuteronomio 28, que nos permiten identificar si hay alguna maldición en
nuestra vida:

Nota: La información correspondiente está en el cuaderno de los asistentes.


El predicador debe darles cinco minutos para que, individualmente,
identifiquen las maldiciones que pueda haber en sus vidas.

• Desintegración mental y emocional (perder el equilibrio mental ante la


presión, perder el control, etc.).
• Enfermedades repetidas o crónicas (diabetes, hipertensión, cáncer, asma,
etc.).
• Abortos involuntarios o problemas femeninos relacionados con la
procreación.
• Desintegración del matrimonio y enemistades familiares.
• Insuficiencia o escasez económica constante.
• Predisposición a los accidentes.
• Historia de suicidios en la familia, o muertes por causas no naturales.

CAUSAS DE LA MALDICIÓN
Si existe una maldición, usted debe saber cómo romperla. Cuando Salomón dijo:
“Nunca la maldición viene sin causa” (Proverbios 26:2), estaba hablando de que
el mal se manifiesta cuando existe un origen. Es importante poder identificar las
causas más comunes de la maldición:

• Idolatría
“Maldito el hombre que hiciere escultura o imagen de fundición,
abominación a Jehová, obra de mano de artífice, y la pusiere en oculto. Y
todo el pueblo responderá y dirá: amén” (Deuteronomio 27:15).
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La idolatría es adorar a cualquier persona u objeto diferente a Dios. El


ser humano es muy dado a venerar lo que puede ver, tocar o palpar, por
esto fue que cayó en el engaño de la idolatría. Estas conductas llevan a
las personas a prácticas ocultas y a que se endurezcan sus corazones. La
idolatría, no sólo afecta a la persona, sino que acarrea maldición hasta
cuatro generaciones (Éxodo 20:4-5).
“Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario
que adoren”. (Juan 4:24).

• Deshonra a los padres


“El que maldiga al padre o a la madre, muera irremisiblemente” (Marcos
7:10b).

“Hijos, obedeced en el señor a vuestros padres, porque esto es justo. Honra


a tu padre y a tu madre, que es el primer mandamiento con promesa; para
que te vaya bien, y seas de larga vida sobre la tierra”. (Efesios 6:1-3).

Cuántos hijos, en algún momento, se sintieron airados contra sus padres


y los ofendieron con palabras. Es importante que los padres aprendan a
ejercer de manera sabia la autoridad que Dios les ha dado.

Ningún hijo debe sublevarse en contra de sus padres. Si usted lo ha


hecho, lleve esas palabras a la Cruz y diga al Señor: “Me arrepiento de
esas palabras y anulo su efecto”.

Quien no se arrepiente está muerto espiritualmente. Esta es la razón por


la cual mucha gente no prospera.

También se debe tener muy presente que los suegros deben ser honrados,
sin mirar su condición o pecado. Ellos son como los segundos padres, por
lo que merecen igual respeto, honra y exaltación, que los padres directos.

• Relaciones sexuales ilícitas


¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? no erréis; ni
los fornicarios, (...) ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan
con varones, (...) heredarán el reino de Dios” (1 Corintios 6:9-10).

San Pablo presenta, en su primera carta a los corintios, tres clases


diferentes de pecado sexual, todos abominables a los ojos de Dios:

• Fornicación: La palabra proviene del latín “formix” y del griego


“porneia” y significa tener relaciones sexuales prematrimoniales.

• Adulterio: Significa mantener relaciones sexuales extramatrimoniales.


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• Homosexualidad: Significa tener una inclinación romántica o erótica


hacia individuos del mismo sexo.

• Las obras de la carne


“Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra
la carne; y éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis”
(Gálatas 5:17).
En su epístola a los Gálatas, Pablo hace una lista de las obras de la carne
(Gálatas 5:19-21):

1. Pecados morales: adulterio, fornicación, inmundicia y lascivia.


2. Pecados religiosos: idolatría y hechicería.
3. Pecados sociales: enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas,
disensiones, herejías, envidias y homicidios.
4. Pecados de intemperancia o falta de dominio propio: borracheras y
orgías.

• Injusticia hacia los débiles


“Maldito el que redujere el límite de su prójimo. Y dirá todo el pueblo:
amén. Maldito el que hiciere errar al ciego en el camino. Y dirá todo el
pueblo: amén” (Deuteronomio 27:17-18).
Cometer una injusticia hacia los débiles significa haber sacado provecho
de cualquier persona que esté en una posición inferior a la nuestra. Por
ejemplo, si hacemos un recuento de nuestra historia familiar, podemos
encontrar que nuestros abuelos se apoderaron de algunas tierras o de
algunos animales injustamente, que quisieron pasarse de listos con sus
vecinos, o alguna circunstancia similar.
El aborto también se considera como injusticia contra seres indefensos,
pues es quitarle la vida a un pequeño que no tiene oportunidad de
oponerse. Podemos agregar el machismo, el maltrato a la esposa, la burla
contra los desprotegidos, incapacitados, mujeres viudas, niños y ancianos.

• Confianza en la carne
“Así ha dicho Jehová: maldito el varón que confía en el hombre, y pone
carne por su brazo, y su corazón se aparta de Jehová. Será como la retama
en el desierto, y no verá cuando viene el bien sino que morará en los
sequedales en el desierto, en tierra despoblada y deshabitada. Bendito el
varón que confía en Jehová, y cuya confianza es Jehová” (Jeremías 17:5-7).
Las personas tienen una tendencia a confiar en sus propias fuerzas y
capacidades o en cosas vanas como el dinero, el poder o las influencias,
por encima de Dios. Debemos entender que El Señor es soberano, por lo
que toda nuestra confianza debe estar exclusivamente en Él.
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• Robo
“No hurtarás” (Éxodo 20:15).
El significado del hurto es muy claro; consiste en retener cualquier bien
ajeno, en contra de la voluntad de su dueño. Lamentablemente, el hombre
ha tenido esta actitud frente:

• A Dios: La Palabra enseña muy claramente que quienes retienen el


diezmo están robándole a Dios lo que le pertenece (Malaquías 3:8-9).

• Al hombre y a la sociedad: Puede ser través de negocios ilícitos, malos


manejos de cualquier bien público, robo de ideas, cobrar más de los
precios justos (taxistas, vendedores, comerciantes, etc.)

• A la familia: Puede ser a través de la repartición injusta de una herencia,


estafando en algún negocio familiar, o tomando ilegítimamente alguna
posesión de un pariente.

El mismo día que Zaqueo tuvo su encuentro personal con Jesús, dijo:
“He aquí, Señor, la mitad de mis bienes doy a los pobres; y si en algo he
defraudado a alguno, se lo devuelvo cuadruplicado. Jesús le dijo: Hoy ha
venido la salvación a esta casa; por cuanto él también es hijo de Abraham”
(Lucas 19:8-9).

Zaqueo entendió que la restitución debía efectuarse con esfuerzo, y


demostró un desprendimiento total de lo que antes era su ídolo, el dinero.
El haber llevado a cabo la restitución le dio el derecho de ser llamado hijo
de Abraham.

TRES PASOS PARA ROMPER LA MALDICIÓN

1. ARREPENTIRSE: Tenemos que reconocer que, a través de nuestro


pecado o el de nuestra familia, hemos abierto puertas para la maldición y
arrepentirnos de todo corazón.

2. REVOCAR: Debemos cancelar cualquier palabra necia que hayamos


declarado (pactos, maldiciones, queja, etc.)

3. REEMPLAZAR: Hay que reemplazar nuestra mala confesión anterior, por


una confesión correcta, declarando la Palabra de Dios.

Es importante comprender que si no conocemos el poder de Jesús y su sangre,


no podremos recibir una liberación exitosa.
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CONCLUSIÓN

El anhelo de Dios es que podamos vivir en libertad plena. Hoy usted tiene la
oportunidad de romper cualquier maldición que haya entrado en su vida y
disfrutar de la plenitud de la vida en Cristo.

MINISTRACIÓN

Durante la ministración cada asistente debe:


• Reconocer las maldiciones que haya sobre su vida.
• Arrepentirse y cerrar toda puerta abierta.

DECLARE

• Por la sangre de Jesús he sido redimido del poder del enemigo


(Efesios 1:7).
• Por la sangre de Jesús, todos mis pecados han sido perdonados
(Efesios 1:7).
• Por cuanto ando en la luz de la Palabra, y tengo comunión con mis
hermanos, la sangre de Jesús me limpia ahora y continuamente de todo
pecado (1 Juan 1:9).
• Por la sangre de Jesús soy justificado, Dios me ve como si nunca hubiese
pecado (Romanos 5:9).
• Por la sangre de Jesús soy santificado, separado para Dios
(Hebreos 13:12).

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