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Los griegos consideraron bárbaros a todos los pueblos no helenos y los romanos, que intentaron conquistar territorios que habitaron diversos pueblos, los que
consideraron casi como animales salvajes, antropófagos y con poderes infernales en el campo de batalla.
Los bárbaros fueron, sin embargo, los extranjeros, que en muchos casos influyeron en la gestación de la cultura clásica, o que pretendieron inmigrar o
conquistar a las grandes civilizaciones con la que colindaban o con las que competían por mercados, finalmente fundando nuevas culturas al fusionarse con sus
antiguos enemigos.
Las tribus que terminaron con el Imperio Romano de Occidente en el siglo V dC. ya moraban en Europa mil quinientos años antes. También controlaron
regiones en Asia y en África y fueron pueblos con un gran poderío militar, una desarrollada organización política y habilidades diplomáticas.
Estos pueblos bárbaros –vándalos, alanos, suelvos, francos, godos, ostrogodos, visigodos- tuvieron una estructura social y económica que los mantuvo unidos y
les permitió subsistir. No llegaron a ser romanizados y mantuvieron sus tradiciones e idiomas.
La economía de los pueblos bárbaros solía basarse en la agricultura, la ganadería y la caza. Dependiendo de la región, algunos grupos podrían practicar la
agricultura sedentaria, cultivando cultivos como trigo, cebada y legumbres, mientras que otros podrían ser más nómadas, dependiendo de la caza y la
ganadería para su sustento. La metalurgia también era importante en algunas culturas, con la fabricación de armas y herramientas de hierro y bronce.
Los pueblos godos, nómadas procedentes de Polonia que se desplazaron hacia el sureste de Europa, presionaron a los romanos que lograron contenerlos.
Los visigodos lograron derrotar al emperador Valente en el año 378, aunque el imperio romano de Occidente logró sobrevivir 98 años más.
Las tensiones entre romanos y bárbaros fueron inevitables. Sin embargo, los invasores no pretendieron repartirse el imperio, más bien empezó una forzada
convivencia entre ellos.
Muchos de ellos se integraron al ejército y a la administración romanos y gran cantidad de godos sirvieron como soldados mercenarios, aprendiendo así el latín
y los modos y costumbres latinos.
Sin embargo, la llegada de los hunos acabaría siendo catastrófica para el imperio. Procedentes de Asia, eran jinetes implacables que arrasaban con los
territorios conquistados. Se enfrentaron a los visigodos a los que arrojaron al Oeste de Europa.
A mediados del siglo V su caudillo Atila mantuvo en jaque a los romanos, llegando con sus ejércitos a las puertas de Roma. Finalmente en 476 otro pueblo
bárbaro, los herúlos, depusieron al último emperador, Rómulo Augusto.
Los pueblos invasores se repartieron el gran botín que representó el imperio romano occidental. Los visigodos se asentaron en España y los ostrogodos en
Italia. Con este repartimiento de tierras y con su conversión al cristianismo inició la Edad Media. Por lo tanto, en el origen de los estados europeos actuales
están subsumidos los pueblos extranjeros que terminaron con la hegemonía romana.
Durante la Edad Media, otros pueblos considerados también bárbaros amenazaron a Europa. Nuevamente la guerra y los saqueos fueron su forma de vida,
como fue el caso de los vikingos del norte, grandes navegantes que zarparon de Escandinavia entre los siglos VIII y XI y llegaron hasta el Mar Negro y las costas
de Norteamérica. En muchas ocasiones, sus invasiones fueron en realidad movimientos de migración y en el siglo X se establecieron en las costas del noroeste
de Francia, cristianizándose y pasando a la historia como normandos. El nombre de la región perdura hasta la fecha.