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El Joven, el Alce y el Mago.

Esta carta, poema, texto, va en nombre de mi amada, va en nombre de mi propio amor, el cual debo
verbalizar, pero no tengo a quien contar, me tiemblan las manos desde que se anunció, aquel momento
que conmigo terminó, me conozco lo suficiente y se que puedo vivir, pero en este momento, solo
pienso en sufrir.
Existía una reina a la cual un arquitecto sin duda admiró, le ayudo a construir un castillo, una casa y
un asilo, ella escogió los cojines del sofá, las sábanas de la cama y escribió un torá, en él se narran
los hermosos momentos de un arquitecto, el cual al leer su bitácora solo siente descontento, la reina
no contenta con el trabajo del arquitecto, empieza a buscar otros que puedan mejorar sus cimientos,
es aquí cuando ya no se sabe de la reina y el arquitecto solo busca otra rutina, el pobre obrero ya no
siente ganas de construir, más bien puede deberse al dolor cercano a si, el solo quiere estar junto a
ella, por lo que intenta mejorar sus obras más bellas.
En un pueblo olvidado por la realeza, existe un alce lleno de belleza, quien creía que su belleza
provenía de su cornamenta, hasta que los matones de la aldea desierta, lo despojaron de lo que le
representa, el futuro de este alce es incierto, solo se sabe que no caerá muerto, buscará la forma de
recuperar su cornamenta, da igual cuantas dificultades la vida le presenta, el enfrenta, intenta, se sienta
y se orienta, intentará hablar con todos, con tal de recuperar su vida que opulenta, el ciervo se perdió
en el camino, pero intenta conseguir un buen pan con vino, quiere acercarse a un hombre externo,
alguien a quien el nunca creyó divino, sus ojos se empañaron al no encontrar respuesta, pero al
analizar su situación es que ofrece una propuesta.
- “Quien sea el que me oiga, pido por favor que se presente y me diga, que debo hacer por un atisbo
de esperanza, con tal de recuperar mi imagen, ofrezco una alianza.” Mas nadie entrega ordenanza.
Hablamos de un arquitecto y de un alce, pero también falta hablar de aquel que renace, un mago
efímero no tiene culpa de nada, pero de no ser por él, este texto no tendría entrada, Eros era su nombre,
un hechicero caprichoso y burlesco, tiene todo que ver en nuestros relatos novelescos.
Su primera victima fue un joven estudiante, quien no tenia rumbo por delante, a este joven le entregó
un mapa, que al seguirlo le brindaría una nueva etapa, se encontró con un tesoro el cual llamo cielo,
desde arriba miraba a quien ahora es un pordiosero, este cielo no era como el de otros reinos, ya que
poseía detalles que en sus ojos eran divinos, nuestro estudiante quiso materializar su sentir, es por
ello por lo que construyo sin presentir, aquel desafortunado suceso, narrado en este confeso.
Pero aquel mago no se quiso detener ahí, le entrego a unos matones, un espacio sin poblaciones, un
reino olvidado por la realeza, donde existía un ser gozante de su naturaleza, ya conocemos a la bestia,
así como su molestia, sin embargo, ella, no sabía de su próximo momento amargo.
Este mago no tiene forma física, es solo una idea o tal vez una crítica, una búsqueda a quien culpar,
pero también es un mal intento de querer escapar, aquel mago le quito mucho al hablante, acompañado
de un dolor y pena constante, solo busca volver con su amada, pero a lo largo de la creación de su
llamada, siente que solo hace el ridículo, por su idea cruzada.
Te amo y siempre te amaré, Reina, Realeza y Cielo, eres todo eso y más para mí, te amé y te amaré,
aunque conmigo no estés, pero juro por mi alma, que contigo soñaré.
Un ser desesperado.

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