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Es extraño como actúan las musas!!!

Te
despiertan y de repente no estás escribiendo
sobre ellas, ni sobre ti. Escribes como si otro la
amara de otra forma, o como si fueras tu
amando a otra que no es ella….. pero siempre
eres tú y siempre es ella, en otra situación, en
otra historia, en otro mundo, distintos
completamente. Como si naciésemos y nos
volviésemos a encontrar reencarnados en otros
dos pero siempre los mismos. Y tal vez seamos
eso pensó mientras lo escribían.

La canción mas hermosa del mundo

A algunos hombres retomar el camino nos puede llegar a costar demasiado


tiempo y muchísimas mujeres. Solo la indicada podrá hacernos volver, y si, y solo si él
se deja caer en lo que (como todo animal herido alguna vez por ellas), sospechara una
trampa.

La acababa de agendar como LCMHDM y ella, que por curiosidad y porque él inclino la
pantalla lo suficiente como para tentarla a espiar, le pregunto por el significado de
aquellas siglas. “La Canción Mas Hermosa Del Mundo” respondió como si lo hubiesen
interrogando por las siglas más conocidas de la humanidad. Sin embargo, él bien sabía
que lo que realmente debería haber puesto era LTMHDM.

“Helena” la había bautizado dos años antes, antes de perderla de vista hasta
hoy, y para hacerlo solo le había bastado apreciar sus ojos y desatar sus labios con una
estupidez que la hizo reír mucho y que ya no recordaba.

-No me mires….-

-¿Como sabes que te estoy mirando?-

- Porque te siento.–

-Si me sentís es porque algo nos conecta.- le dijo enarcando una ceja, mirándola fijo y
dibujando media sonrisa victoriosa con sus labios, a la que ella sin mirarlo, y en lugar de
decirle que era un canalla como lo pensaba desde el primer momento que lo vio, se
limito a sonreír con esa sonrisa mágica capaz de silenciar una batalla. Se encontró de
repente perdido, desarmado y sintió que en ese momento cualquiera que quisiera
podría verle el corazón a través de su coraza. Y entonces recordó lo que su recopilación
de pasado llevaba escrita: (“Hablando de mujeres… de ángel van disfrazados los peores
demonios.”) e intentó interponer un escudo de palabras seductoras, pero ella era una
estupenda bruja lectora de auras, percibía cada una de sus capas y veía todos los
movimientos detrás de todos sus movimientos como si estuviese sentada frente al
monitor de un resonador de intenciones.
.- No se que puede suceder de esto – dijo ella casi al final de su primera cita. Después
del beso que recibió luego de inclinar su cabeza y cerrar sus ojos tiernamente en señal
de que estaba dispuesta a destruir su maniobra de no besar en la primera cita.
-¿Era honesta, o sabia por naturaleza que decir y qué hacer para atraparlo?
.-¿Para qué pensarlo?, no sería mejor si lo descubrimos- se contesto y le contesto
intentando disfrazar con su gesto más seductor el alma que se le desbordaba del pecho.
Sabiendo que si se mostraba tal cual era nunca podría acercarse todo lo que quería.
Cada paso debía ser realizado con sigilo, y solo podría desnudarse después de haber
entrado carnalmente en ella, bajo las sabanas de un cuarto oscuro, y solo por unos
minutos, porque esa oscuridad y el olor a sexo son capaces de ensombrecer hasta las
mejores intenciones, pensaba. Aunque, sagaz, también callaría en aquel momento dos
semanas después, en el que ella sí se atrevió a decirle que no quería que estuviese con
otra mujer y él se supo completamente perdido.

Bien sabía que cualquier cosa podía pasar entre ellos pero que las
probabilidades no estaban a favor de que ella lo amase. Tampoco le importaba
(intentaba engañarse). La cuenta era simple: Aun cuando no podía leer en ella, aun
cuando no podía descifrar la (x) de aquella ecuación perfecta como para saber si podía
encontrarla en él, en él nadie podía encontrar mucho, y ni siquiera poco. Pero ¿Como
no arriesgar su tan poco todo a esa hermosa casilla del cero tan verde esperanza?, solo
había que esperar y disfrutarla mientras aquella ruleta de incontables posibilidades
siguiese girando.

Le temía… por alguna extraña razón no le importaba su boca, ni su cuerpo, no


sentía necesidad de su sexo. Solo deseaba verla ocasionalmente a los ojos y si
además podía, robarle una sonrisa cada tanto. Nada podía sacarle la idea del corazón
de que de esa manera se estaba lo más cerca del paraíso posible, y como él ya suponía
reservada una sala vip en el infierno para cuando se fuese de este mundo, debía
aprovechar el mientras tanto.

Ya estaba hábil para leer cartas marcadas y sabía que inevitablemente todo iba
a volver a repetirse…. como siempre. Lo bueno es que ya ni siquiera estaba atento al
momento porque indefectiblemente lo sorprendía, y con el tiempo se había
acostumbrado a ser sorprendido, se había resignado, relajado. Ya era tan veloz para
descubrir su corazón como para cubrirlo nuevamente. Todo era una cuestión de
práctica… Cuando todo se desencadene solo recurriría a mujeres placebo que le
debilitasen el amor instintivo y le diesen un poco de brillo a la soledad. “La facilidad con
la que se recupera el salvajismo es relativa al tiempo que nos cuesta volver a ser
aquello que amamos”. Se decía para sí intentando justificar con instinto aquello que lo
llevaba a ser un truhan para cuanta mujer le despertara un apetito sexual.

Años atrás, cuando todavía enfrentaba el desamor como un caballero se decía


“el amor es la mejor arma del instinto, su mayor engaño y su mejor camuflaje” para
tratar de restarle importancia a su dolor, pero después comenzó a darse cuenta de que
la soledad no era tan desértica y fría si el calor de algún cuerpo, sin importar la dueña,
aliviaba su sed y calentaba su cama. Y desde entonces aquel había sido su derrotero,
pero ahí estaba nuevamente y aunque podía suponer el desenlace, detectar una
trampa, ver el par ganador de ases en las cartas al otro lado de la mesa, era imposible
resistir a ese tesoro, quien pudiera poder despertar con esa luna, a la que el brillo q le
dieron al nacer iluminaba cuanto se le acercara. Quien pudiera resistir la tentación de
admirar simplemente aquellas curvas, cuando él se deshacía tan solo al recordar el arco
que formaba su cuerpo entre la base de su oreja y el punto donde el hombro se unía
con el brazo.

Levanto la mirada, se dispuso a despejar los buitres, y pensó: Ojala que no


tenga que retornar a la oscuridad porque cuando mis ojos se acostumbren a tanta luz va
a ser complicado volver a bailar con sombras, sobre todo cuando deje de sonar (y
entonces supo erróneamente que no se había equivocado al agendarla así) la canción
mas hermosa del mundo.

La mañana que descubrió la trampa que le acechaba en ella ya era demasiado


tarde, su corazón ya había olido aquella piel durante toda la noche, ya había perdido
ese continente tan débil pero tan importante, ya estaba sitiado y aislado, ya estaban
cortadas todas las comunicaciones con su cerebro. Todavía, tal vez, quedaba algún tipo
de contacto que el instinto pudiese establecer. Pero el instinto es una tropa anárquica y
rebelde de mercenarios que nada harán si no están completamente convencidos de que
recibirán algo a cambio. Y a estas alturas, después de haber pasado toda una noche
abrazado a esa hembra sin haber tenido sexo, no existía posibilidad alguna, ni promesa,
que lo convenciera de intentar nada.

La trampa era una estrategia, un mecanismo inconsciente que funcionaba a la


perfección, y que, ahora podía estar bien seguro, se había accionado dos años atrás
cuando en aquel bar la miro a los ojos. Dos años habían pasado desde entonces.
Desde aquel momento soñaba con ella, incluso despertando con otras. Se despabilaba
y se decía a si mismo que ya tendría una oportunidad. Y ahora la tenía, tanto que la
canción ya bromeaba con una casa en común y con hijos juntos. Una noche hasta llego
a ponerle nombre a una supuesta hija. -Si llegamos a tener una hija seguro que se va a
llamar Helena- Su corazón derretía la roca que lo cubría desde algún tiempo mientras
intentando resistir se advertía “hoy es la trampa”, aunque esa resistencia duraba menos
que lo que podría durar un regimiento de hormigas ante un batallón de osos
hormigueros.

Y así fue. Como lo sospechaba y a pesar de todos sus inválidos recaudos. Un


día no muy lejano y sin poder entender el porqué, aquella ciudad Griega cerró sus
puertas y se amurallo de repente preparándose para una guerra que él no estaba en
condiciones de dar.

Esa noche aconteció el silencio, dejo de sonar aquel conjuro, aquel sueño, aquel
hechizo. Se esfumo pero no sin haberle dejado una nueva puntada en el pecho
demasiado cerca de su órgano preferido. Probablemente este filo lo haya alcanzado a
rozar, pensó cuando registro los restos de sangre secándose en su pecho. No sabía
distinguir si la magia había terminado y por eso ya no sangraba o si magia era la
velocidad con la que había secado su herida. No le importaba tampoco. Nada le
importaba, ni siquiera la tormenta que avanzaba destructora y amenazante. Se sabía
sobreviviente y hasta había aprendido a disfrutarlas. Miraba el cielo tormentoso,
iluminarse por relámpagos de los que no llegaban sus truenos…. De los que no
llegaban sus truenos se repitio…. el silencio era en él, como la trampa, como el amor,
como el miedo. Ya conocía aquella sordera absoluta posterior al desencanto. Tal vez la
canción seguía sonando en algún lado pero ya no en ese desierto en el que había
despertado. No deseaba recurrir aún a su cajita de sombras de reserva aunque la
adivinaba imprescindible. Ya estaba sintiendo a todos sus demonios volver cuando
pensó que aún le quedaba tiempo para escribir sobre “La Trampa Mas Hermosa Del
Mundo”.

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