La definición o calificación de conceptos es un instituto común a diversas disciplinas,
pero en el derecho internacional privado –que tiene por función solucionar de manera justa los casos multinacionales-, la comprensión del “problema de las calificaciones” requiere razonamientos más complejos pues el juez debe poder regular –por la norma de DIPr de su sistema, normalmente, una norma de conflicto- una realidad que ha tenido nacimiento en extraña jurisdicción, tal vez con rasgos relativamente similares o con rasgos diferentes. SE TRATA DE ENCASILLAR LA REALIDAD PROBLEMÁTICA –la situación jurídica multinacional- en alguna de las categorías jurídicas definidas por las normas de conflicto del foro (en una interpretación que deberá esforzarse por un ensanchamiento comparativo, a fin de dar cabida a realidades creadas bajo otras legislaciones). Algunas veces el legislador ha proporcionado la definición y eso simplifica el razonamiento (calificaciones autónomas o autárquicas, por ejemplo, el art. 2621, último párrafo, del CCCN). Por lo demás, la necesidad de comprender una realidad (para poder hacer funcionar la norma de conflicto) afecta tanto a conceptos del tipo legal, de la consecuencia jurídica y del derecho extranjero.
En contadas circunstancias, una misma realidad es comprendida bajo determinada
“categoría” de las normas de conflicto del foro (y ello la somete a un derecho designado por esa regla), en tanto, en el otro Estado vinculado al caso, el legislador ha encasillado esa realidad en otra categoría completamente diferente (regulada por otra norma de conflicto de ese sistema), que conduciría a aplicar otro derecho con distintas consecuencias. Este fenómeno se denomina conflicto de calificaciones y es de compleja resolución. Se han elaborado distintas teorías académicas. Los primeros juristas que estudiaron el problema (Bartin, en Francia en 1897 y Kahn en Alemania, en 1891) propusieron buscar la definición en la ley interna del foro (la lex civilis fori) por tratarse de un problema de interpretación de las categorías de las normas de conflicto del foro, que es finalmente un problema previo a la selección de la norma de conflicto y debe ser solucionado según la ley del foro pues todavía –por hipótesis- no se ha realizado el razonamiento que permite llegar a la ley designada (lex civilis causae). Sería un razonamiento viciado: cómo demandar una definición a un derecho que todavía no ha sido designado (Monéger, p. 30). No obstante, quienes han seguido esta línea y la sostienen actualmente, afirman que calificar es elegir e interpretar y siempre se trata de interpretar el alcance de las categorías del foro. Incluso en esta posición (que es la postura de la Corte de Casación francesa al resolver en 1955 el asunto “Caraslanis”(22.6.1955, Revue critique de droit international privé, 1955, p. 723) es evidente que la descripción de la institución extranjera –que se busca calificar y comprender en una de las categorías del foro- debe comenzar por conocer sus rasgos según el derecho que le dio origen. A fines del siglo XIX otro gran jurista, Despagnet, propuso obtener las calificaciones de la lex civiles causae, puesto que una realidad extranjera debe ser calificada con referencia a la totalidad del sistema jurídico extranjero que no debe ser desnaturalizado. En síntesis, en nuestro tiempo, la doctrina más prestigiosa sugiere efectuar una primera calificación “provisional” mediante el derecho privado del foro (lex fori) (Falconbridge, Boggiano). Ese paso nos permitirá llegar lógicamente a un derecho designado (la lex causae) y proceder a un nuevo encuadramiento de esos hechos esta vez desde el punto de vista de ese derecho conectado y también todos los derechos conectados al caso de manera relevante (Uzal, María Elsa, Derecho Internacional Privado, p. 90). Si esos derechos que se comparan categorizan los hechos del caso de manera idéntica, bajo una misma categoría, eso significa que la definición lex fori está bien justificada y esa calificación nos permitirá seleccionar la norma de conflicto aplicable. Si, por el contrario, las categorizaciones difieren, correspondería proceder a un ensanchamiento de los conceptos enriqueciendo el alcance con las calificaciones de los otros derechos conectados por las normas de conflicto de posible aplicación al caso. Este estudio puede conducirnos: a) a abandonar la calificación lex civilis fori si todos los derechos conectados al caso coinciden en aportar otra categorización del problema: habrá que preferir la calificación coincidente de los derechos conectados que pueden ser eventualmente aplicables; y b) si no se da esta coincidencia y, por el contrario, uno de esos derechos coincide con la calificación dada por la lex civilis fori, entonces esta última calificación es la que prevalece pues tiene mayores títulos de justificación. Tal como la Dra. María Elsa Uzal lo aclara, se trata de una propuesta doctrinaria y podrían existir motivos para efectuar un razonamiento diferente (obra citada, p. 93). En la práctica, los jueces prefieren la simplicidad de la calificación lex civilis fori, y tratan el problema del conflicto de calificaciones como un problema de interpretación de las normas de conflicto del propio sistema y de las categorizaciones dadas por el propio legislador (doctrina de “Caraslanis”). Ejercicio práctico para resolver y debatir: El señor Juan Weiss, oriundo de Austria pero nacionalizado español, coleccionista de arte, viudo, había vivido cuarenta y ocho años en Madrid realizando activamente su profesión, hasta que tuvo un accidente coronario, que no dejó secuelas evidentes pero que convenció a sus hijos, nacidos y domiciliados en Argentina, a mudar a su padre a la Ciudad de Buenos Aires pues ya estaba en edad de retirarse y disfrutar de sus nietos en la última etapa de su vida. Juan Weiss aceptó y se estableció en Buenos Aires en octubre de 2019, procediendo a trasladar a Buenos Aires algunas de sus piezas que se hallaban en préstamo en museos de Madrid y de Barcelona. En febrero de 2020 realizó un viaje por España para arreglar detalles de sus negocios y decidió visitar a su primo Pieter Weiss, domiciliado en Viena. Sorpresivamente se descompensó y gracias a la rápida intervención de su primo logró salvar su vida superando un infarto. No bien se sobrepuso, en atención al feo panorama de la pandemia en Europa, regresó a su domicilio en Buenos Aires. Al despedirse de su primo en el Aeropuerto de Schwechat (Austria), le expresó verbalmente que le donaba un pequeño jarrón ceremonial chino, de la dinastía Shang, conocido como “El pájaro de bronce”, probablemente del s. XI a.C., que había trasladado en octubre de 2019 de Barcelona a su casa de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Su primo estaba emocionado, dijo que no era necesario, que había actuado como era natural para un familiar y se despidieron. Una vez en Buenos Aires, Juan –que tenía en mente el derecho español, donde había vivido durante casi cincuenta años- pensó que no iba a enviar a Austria una pieza tan valiosa pues uno de sus hijos también se inclinaba a la colección de obras de arte. En todo caso, no contó a su familia la conversación con Pieter en el aeropuerto austríaco.
El 15 de julio de 2020, en plena cuarentena, falleció el señor Juan Weiss de un infarto
en su domicilio en Buenos Aires. Su hijo Alfredo, también coleccionista de arte, efectuó un inventario de los valiosos bienes de su padre, en el país y en España, para resguardar sus derechos y los de su hermana Silvia, radicada en Madrid, que era coheredera. Una vez iniciado el proceso sucesorio ante el juez civil de Buenos Aires, recibieron una nota de condolencias de Pieter Weiss, en la que lamentaba el fallecimiento del primo y reclamaba la entrega del jarrón con forma de pájaro, de la dinastía Shang, que le había sido donado por Juan durante el viaje. A todo evento, por si fuera necesario para sacar la pieza del país, manifestaba formalmente en esa nota la aceptación de la donación. Los hermanos consultaron al abogado quien les informó que la donación no había existido pues era un contrato y no constaba en vida de don Juan Weiss que el donatario hubiera manifestado la aceptación, imprescindible para la conclusión del contrato. Además, no se había hecho tradición de la cosa mueble.
El primo Pieter Weiss se presentó ante el juez argentino competente en la sucesión de
Juan Weiss y reclamó la separación de “El pájaro de bronce” del acervo sucesorio. Sostuvo que ese bien era de su propiedad, que había salido del patrimonio del causante por donación antes de que sucediera la muerte. Afirmó que según el derecho austríaco, la donación era un acto de liberalidad unilateral y no exigía ningún requisito de forma. Cuestiones en las que el juez de la sucesión debe reflexionar para decidir el incidente sobre la composición del acervo sucesorio:
a) Según el derecho argentino, la donación es un contrato y como tal supone dos
voluntades que coincidan, la del donante –que es válida aún sin la tradición de la cosa- y la del donatario. La aceptación de la donación es una materia sustancial, pues es la voluntad que perfecciona el contrato (y es de interpretación estricta, art. 1545 CCCN). La aceptación sólo puede ser hecha en vida del donante. b) Según el derecho austríaco, la aceptación de la donación es un acto irrelevante, que hace a la forma del acto y que no se exige pues es un acto unilateral, concluido por la voluntad de quien efectúa la liberalidad. c) Según el derecho español, que era el país donde había vivido Juan Weiss y donde había ejercido su pasión de coleccionista, la donación tenía un concepto tradicional, volcado en el Código Civil, que la consideraba un contrato y que, por tanto, exigía la aceptación del donatario. No obstante, algunas interpretaciones más modernas, le daban la categoría de un acto obligacional si bien todos aceptaban la limitación del art. 632 del CC español. Esta norma establece: “La donación de cosa mueble podrá hacerse verbalmente o por escrito. La verbal requiere la entrega simultánea de la cosa donada. Faltando este requisito, no surtirá efecto si no se hace por escrito y consta en la misma forma la aceptación”.
Usted ocupa la posición del juez argentino:
1. ¿debe seguir la categoría del foro y encasillar la aceptación de la donación como cuestión sustancial, y por tanto evaluar la exigencia de aceptación según la ley que rige la donación, es decir, el derecho del domicilio del obligado a cumplir la prestación característica del contrato (art. 2652 CCCN), en el caso, el derecho argentino del domicilio del donante?, o 2. ¿debe efectuar el encasillamiento del problema como una cuestión formal, que se rige por el derecho del lugar en que se celebró el acto, en el caso, el derecho austríaco pues el acto –la expresión verbal de la donación- tuvo lugar en Austria? 3. Reflexione en el dilema y tome una decisión como juez, dando fundamento a su respuesta. ¿Dará a la categorización del instituto de la ACEPTACIÓN DE LA DONACIÓN, una definición según la lex civilis fori o según otro derecho o derechos?