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Filosofía del Conocimiento

Capitulo 7: La Verdad

1.- Adecuación a la realidad

La verdad es uno de los presupuestos fundamentales del pensamiento. La conciencia


de estar en la verdad, de poder discernir entre lo verdadero y lo falso, pertenece a los
primeros principios del conocimiento.

¿Qué es la verdad?

I.- Adecuación al ser: la verdad realista. Según Tomas de Aquino, la verdad es la


adecuación de la mente a la realidad (adaecatio rei et intellectus). Esta definición implia la
existencia de dos instancias, la mente humana y la realidad extramental, independiente de
nuestro pensamiento. El conocimiento o es verdadero o no existe.

La adecuación veritativa no es simétrica: la realidad no debe adecuarse a la mente


humana, sino que esta debe adecuarse a la realidad o dejarse medir por ella. La verdad no
es una creación humana, sino un descubrimiento: es como un don o una luz del ser para la
mente. Según Aristóteles, un enunciado es verdadero cuando dice que es lo que es, y que
noes lo que no es, o que no es lo que es.

El término de la correspondencia veritativa de la mente es la realidad del ser. La


verdad es la dimensión metafísica central del conocimiento. La verdad como adecuación es
el nucleo del realismo. El que no acepta esta noción o alguna equivalente no sostiene una
posición realista.

II.- La verdad ontológica. Los clásicos (san Agustín, santo Tomas) hablaban de una
verdad ontológica, propia de la misma realidad y no de la mente distinta de la verdad
epistémica o cognitiva.

La verdad ontológica que es una derivación analógica de la verdad cognitiva,


coincide, en la filosofía tomista, con el trascendental verdadero. Es decir, cualquier cosa, en
la medida en que es, puede decirse verdadera: aquí verdadera significa inteligible,
cognoscible por la inteligencia, precisamente en cuanto es.

Tomas de Aquino sostiene una noción más fuerte de verdad ontológica: una cosa es
verdadera en cuanto depende de una inteligencia que la ha proyectado o hecho.

La distinción entre verdad ontológica y verdad cognitiva se basa en la analogía: la


verdad, como el ser, se dice en muchos sentidos. La verdad es, ante todo, el reposo de la
mente cuando, al conocer el ser, alcanza su propio bien.
III.- Análisis de la verdad en el juicio y la proposición. Nuestra mente expresa la
verdad en las proposiciones sobre las que emite un juicio, no en las preguntas o frases
meramente hipotéticas. La verdad se conoce propiamente en el juicio, tanto afirmativo
como negativo. el acto consumado del conocimiento es el juicio, cuando la mente no solo
concibe contenidos inteligibles, sino que los refiere a la realidad.

El juicio implícitamente afirma la verdad respecto de si mismo. Notemos estos


puntos:

1. No toda proposición es verdadera o falsa.

2. Algunos enunciados, aunque no hayan sido juzgados en acto, pueden ser


verdaderos o falsos, si se adecuan o no a la realidad.

3. La verdad como correspondencia no exige un isomorfismo rígido entre la


estructura de la proposición y la estructura de la realidad, pues en la proposición
se introducen elementos lingüísticos y noeticos que responden a nuestro modo de
conocer.

Análogamente, los artículos son meramente sintácticos y los nombres no siempre se


refieren a sustancias concretas. El orden proposicional no sigue, necesariamente, el orden
real.

2.- Otras versiones de la verdad

Si la verdad como adecuación no se acepta o no se reconoce la posibilidad de


conocerla con certeza, fácilmente se acude a otras interpretaciones, fuera del realismo
gnoseológico.

I. La verdad como coherencia es predilecta por los sistemas idealistas. Una


proposición será verdadera según este criterio, si es coherente con el
conjunto de proposiciones de un sistema, con las leyes del pensamiento o
dados ciertos presupuestos. La verdad como coherencia no tiene necesidad
de ir más allá del pensamiento.

II. En el pragmatismo, la verdad se reduce a la praxis. Las modalidades de esta


reducción dependen del tipo concreto de praxis escogida como relevante
para el hombre o la ciencia.

La teoría pragmatista de la verdad es contradictoria, pues el hecho de considerar


como valido un tipo de praxis más que otro exige poseer una mínima noción de verdad
especulativa. En realidad, los juicios de valor normalmente no son valoraciones subjetivas
del hombre, sino que se refieren a autenticas dimensiones del ser, no empíricas,
ciertamente, sino inteligibles, y casi siempre son reconducibles al bien ontológico.

III. En el empirismo, la verdad se reduce a la conformidad con los hechos


empíricos (verificación o algo similiar). Un juicio será verdadero si es
conforme a un evento sensible. El acontecimiento sensible no funda la
verdad si no es entendido.

Los enunciados verdaderos no se reducen a afirmaciones sobre la existencia de


cosas sensibles. Ciertos juicios verdaderos expresan vínculos abstractos reales, que no son
necesariamente existenciales.

IV. La verdad como consenso nace, también, de la crisis del concepto realista de
la verdad. La verdad resultaría aquí del acuerdo al que puede llegarse
después de una discusión racional bien llevada, sostenida entre interlocutores
considerados en una situación de igualdad ideal. Esta posición podría
referirse a la verdad práctica, no teórica. Los consensos, normalmente, son
decisiones sobre lo que se ha de hacer.

En conclusión, ante el rechazo de la verdad como adecuación, surgen teorías


alternativas, que reducen la verdad a algún otro elemento epistémico o
antropológico: creación humana, símbolo, opción, o postura voluntaria, convención,
práctica, fe.

3.- El acceso a la verdad. Escepticismo

El hombre puede conocer la verdad. Este es un primer principio epistemológico


basado en la experiencia de nuestra vida cognitiva y en la naturaleza misma del acto de
conocer.

La gnoseología realista no pretende que el hombre alcance siempre la verdad, que


conozca exhaustivamente o que sea siempre capaz de vencer las dudas y descubrir todo tipo
de errores. Basta la experiencia de conocer algunas verdades.

El conocimiento de la verdad o es cierto o no existe. La certeza no es una cualidad


especial que se añadiría al conocimiento verdadero.

Para el escepticismo, el hombre no puede conocer la verdad. Nuestro conocimiento


seria siempre incierto, problemático, discutible. Como posición teórica, la tesis escéptica es
contradictoria, pues afirma algo como verdadero: que no podríamos conocer la verdad.

Normalmente, el escepticismo lleva a negar la trascendencia del conocimiento.


El escepticismo tiene una raíz auto-contradictoria. Contra el escepticismo puede
argumentarse renovando la estrategia dialéctica de ver en él una autocontradiccion. Afirmar
que no hay principios generales o que los pueblos poseen ideas muy diverdas sobre la
verdad conlleva la negación de la tesis que se pretende sostener.

4.- Características de la verdad realista

En las discusiones gnoseológicas es habitual asignar a la verdad ciertos calificativos,


como unidad o pluralidad, su carácter inmutable y absoluto, su relatividad parcialidad y
contextualidad. Una aclaración sobre estos puntos nos llevara a profundizar en las
dimensiones de la verdad realista.

I.- Unidad y Pluralidad.- Existen numerosas verdades y muchos tipos y niveles


veritativos, también en un sentido analógico: verdades universales y particulares, necesarias
y contingentes, esenciales y existenciales, ciertas y probables, filosóficas, científicas,
teológicas.

La verdad única en un sentido absoluto es la Inteligencia de Dios, suma verdad y


fuente de toda verdad creada. Se puede hablar de unidad de la verdad (sin embargo no de
unicidad), en el sentido de que, dada una proposición verdadera, serán invalidados los
enunciados que la contradigan.

No cabe admitir la contradicción entre varias fuentes del conocimiento, afirmando,


por ejemplo que una tesis verdadera para la fe cristiana seria falsa para la ciencia (teoría de
la doble verdad). Las contradicciones, cuando se presentan, son aparentes o implican una
falsa postura escondida.

Finalmente, dos proposiciones contradictorias no pueden ser verdaderas a la vez.


Según el principio de tercero excluido, si una proposición es verdadera, su contradictoria
será falsa, y no cabe una tercera posibilidad. En cambio dos o más posibilidades opuestas
pueden ser verdaderas a la vez, mientras se mantengan como posibilidades.

II.- Grados de Verdad. La cuestión de las verdades parciales. Los enunciados


verdaderos, normalmente son verdaderos del todo no a medias.

El uso social del lenguaje determina cuando hay que indicar circunstancias
importantes para no decir frases materialmente verdaderas, pero que inducen a error, si
tenemos en cuenta que los enunciados no suelen estar aislados, sino ligados a otros y que, a
veces contienen o sugieren presupuestos implícitos.

III.- ¿Es inmutable la verdad? Las cosas pueden cambiar, y cabe profundizar en su
conocimiento. Cuando se dice que la verdad es inmutable, se da a entender que no puede
transformarse en error con el paso del tiempo o por el cambio de opiniones humanas. En
este sentido cualquier verdad es universal, es decir, vale para todos y en todo tiempo.
El conocimiento de la verdad es histórico, pero lo enunciado por una frase sobrepasa la
historia (lo verdadero es siempre verdadero). La dimensión hermenéutica del conocimiento
es compatible con la trascendencia supratemporal de los enunciados verdaderos.

¿Es posible expresar una frase verdadera de múltiples modos? Si, como sucede en
las traducciones o cuando usamos sinónimos.

IV.- Carácter absoluto o relativo. Contextualidad. Decimos que la verdad es


absoluta y no relativa para indicar su universalidad: un enunciado no puede ser verdadero
para algunos y falso para otros. Cualquier verdad, aunque no todos la entiendan, es
potencialmente comprensible por toda persona que ejerza los actos necesarios para
entenderla (estudiar la materia, aprender una lengua). En este sentido, la verdad es
independiente del que la dice: este punto suele mencionarse con el término objetividad. La
verdad es objetiva, no una simple posición del sujeto. No existe mi verdad, contrapuesta a
tu verdad. La verdad es patrimonio común de la humanidad.

Algunas verdades son relativas, en el sentido de que incluyen de suyo una relación,
y no se entienden si esa relación no se especifica.

Como la verdad es una relación entre la mente y la realidad, no debe sorprender que
los enunciados, aunque hablen de la realidad, incluyan una referencia al sujeto, sin que, por
esto, pierdan su objetividad. Todo enunciado implica al sujeto que lo pronuncia.

Los enunciados verdaderos son contextuales, en el sentido de que deben entenderse


en su contexto lingüístico y conceptual, para poder ser reconocidos como verdaderos. Los
enunciados que pretenden ser verdaderos, ante todo, deben ser inteligibles, con una
determinación precisa de su sentido y referencia. Veamos algunos puntos concretos sobre la
contextualidad:

a) Contextos lógico-lingüísticos: para entender la verdad de las proposiciones se


han de conocer la lengua y los principios elementales de la lógica. Por eso, un
enunciado es contextual la lengua (sintaxis, semántica pragmática).

b) Contextos conceptuales: un enunciado debe entenderse según el tipo de


abstracción en que se sitúa y en relación a su fuente epistémica. Los contextos
de la vida corriente son claros y fijos para los que pertenecen a una comunidad
lingüística. Las verdades respectivas suelen conocerse sin problemas. En
cambio, ante frases científicas y filosóficas, el conocimiento de los contextos
requiere estudio y familiaridad.
c) Los contextos no son cerrados o inconmensurables. Ellos son como ventanas
(perspectivas) desde las que vemos aspectos de la realidad. A menudo pueden
comunicar entre sí por la analogía o ciertos tránsitos oportunos. Además, el
hombre es capaz de cambiar de contexto o puede aprender a hacerlo.

d) Los contextos deben ser relevantes. Es una técnica ideológica hacer pasar por
verdades frases incompletas, que omiten los contextos relevantes (por ejemplo,
introducir un enunciado probable como si fuese cierto), o añadir contextos
irrelevantes o inquietantes, para sucitar una adhesión injusta o la oposición a una
idea.

e) Mínimos contextos finitos suelen ser suficientes. Si buscáramos al infinito los


contextos de las frases, tendríamos que remitirnos a los conocimientos de toda la
cultura y de toda la historia de la humanidad.

5.- Dogmatismo y fanatismo

Las filosofías de Popper y Habermas llevaron a pensar a algunos que la convicción


de conocer una verdad no negociable, implicaría intolerancia y sería incompatible con el
pluralismo de las sociedades democráticas.

La racionalidad critica de Popper (estar dispuestos a corregir nuestras ideas) y la


teoría del diálogo ideal de Habermas (tenemos que dialogar dispuestos a revisar nuestras
posiciones) son convergentes en este punto. En tal sentido, se sugiere una antítesis entre la
gnoseología de la verdad fuerte o realista, con sus certezas, y el estilo democrático de vida,
que debería tener en cuenta otras cosmovisiones, otras visiones éticas, y religiosas, para
poder convivir en paz y sin violencia en una sociedad multicultural. Creer en la verdad seria
raíz de fanatismo y fácilmente llevaría a la imposición violenta de la verdad a los otros.

Estas ideas mezclan planos el plano epistémico con el político y, aunque estén
guiadas por el deseo de evitar el fanatismo y de respetar la libertad de los demás, no son
adecuadas. Una sociedad democrática, en la que todos respeten la libertad ajena y están
dispuestos a dialogar en paridad de condiciones con los que no comparten sus opiniones, no
se sostiene si no existe al menos un acuerdo de base sobre el valor de las personas, la
importancia de la libertad y la no violencia, el derecho de todos a participar en el dialogo.

La convicción de verdad no está ligada al fanatismo. Se puede estar sinceramente


convencidos de una verdad y, a la vez respetar otras opiniones. La estima de las creencias
adversas no tiene por que nacer de un convencimiento débil de las propias ideas, sino que,
ante todo, se apoya en una actitud moral ante las personas que las defienden.

Una persona convencida de la verdad puede tender al dogmatismo, en el sentido


negativo de la palabra, es decir, creer que siempre tiene razón, con desprecio de otras
opiniones. Pero esto suele obedecer a motivos emocionales, no tanto intelectuales y
germina donde faltan virtudes (por ejemplo, nace el orgullo).

Las personas realmente sabias suelen escuchar otras opiniones, temen equivocase y
tratan de comunicar las verdades con razonamientos. La verdad no puede difundirse en un
ambiente de falta de libertad.

El problema tocado por las teorías de Popper y Habermas, más que con la verdad, se
relaciona con el bien. El bien tiene que ser comunicado (también la verdad es un bien).

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