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Evaluaciones:
1ª Prueba escrita / 2ª Prueba escrita / 3ª Trabajo en pareja (apelación y alegato).
Clase 13.03.24
❖ INTRODUCCIÓN A LOS RECURSOS.
Concepto de recurso: El recurso es el acto jurídico procesal de parte o de quien tenga legitimación
actual; mediante el cual impugna una resolución judicial no ejecutoriada, dentro del mismo proceso que se
pronunció, solicitando su revisión a fin de eliminar el agravio que sostiene se le ha causado con su
pronunciamiento.
El recurso es un medio técnico que ejerce una parte dentro del proceso en que se dictó una resolución,
esta no debe haber alcanzado el carácter de firme o ejecutoriada, para la impugnación y subsanación de los
errores que ella eventualmente pueda adolecer, dirigido a provocar la revisión de la misma, ya sea por el mismo
juez que la dictó o por otro de superior jerarquía; ellos tienen la facultad de revisar. Por lo tanto, el recurso es un
medio del cual se hace valer la parte (o tercero) interesada debido a un error en una resolución, este medio revisa
la resolución para dar cuenta de si efectivamente existe o no el error. El fundamento de los recursos es el margen
de error humano que siempre está presente, por ejemplo, un juez se puede equivocar al dictar una sentencia
definitiva de primera instancia ya que otorgó más de lo que la parte demandante pidió, en este caso hay
ultrapetita lo que causa un perjuicio sobre la parte demandada.
Lo que busca el recurso es satisfacer la pretensión judicial de las partes o terceros afectados, siendo
revisada la resolución por el tribunal respectivo.
Elementos:
Para que nos encontremos en presencia de un recurso es menester que concurran conjuntamente todos y
cada uno de los siguientes elementos:
a) Debe estar previsto por el legislador, o sea que la ley debe contemplar el recurso junto con el
Tribunal que debe conocer de él y el procedimiento que debe seguirse para su resolución.
La existencia de todo recurso debe ser contemplada por parte del legislador, por cuanto ello implica
reconocerle atribuciones a los tribunales para conocer de él, resolviendo los asuntos que la ley ha
entregado a su conocimiento. Al efecto, de conformidad a lo previsto en el art. 77 inciso 1 primera parte
de la CPR que señala “Una ley orgánica constitucional determinará la organización y atribuciones de
los tribunales que fueren necesarios para la pronta y cumplida administración de justicia en todo el
territorio de la República”. En consecuencia, debe establecerse mediante una LOC el Tribunal a quien le
corresponde conocer de un determinado recurso, ello importa concederle a éste determinadas
atribuciones. Esta materia, como regla general, se regula específicamente en el COT, al tratar de la
competencia que corresponde al pleno y a las salas de las Cortes de Apelaciones y de la Corte Suprema,
sin perjuicio de las LOC especiales que puedan establecerse sobre esta materia.
Por otro lado, respecto a la oportunidad y con la forma que debe seguirse para la tramitación y
resolución de un determinado recurso, atendido a que éste forma parte del procedimiento que debe
seguirse para la solución de un conflicto, debe también ser establecido por el legislador, todo en razón de
lo que señala el artículo 19 N°3 de la CPR ya que toda sentencia de un órgano que ejerza jurisdicción
debe fundarse en un proceso previo legalmente tramitado. Corresponderá al legislador establecer
siempre las garantías de un procedimiento y una investigación racional y justa.
Lo anterior queda reconocido por el legislador en el artículo 352 del código procesal penal.
b) Es un acto jurídico procesal de parte o de quien tenga legitimación para actuar. El
impulso legítimo para oponerlo puede estar en la parte o un tercero. O sea, el recurso es un acto jurídico
unilateral (al igual que la mayoría de actos jurídicos procesales). La mayoría de los recursos presentan
1. Ordinarios y Extraordinarios.
- Ordinarios: Son aquellos que tienen causas genéricas de admisibilidad y proceden en contra de toda
clase de resoluciones, siendo el más característico de ellos el de apelación.
- Extraordinarios: Proceden en contra de ciertas y determinadas resoluciones establecidas por la ley, y,
por causales específicamente señaladas por ella misma, como el recurso de casación.
3. De Nulidad y de Corrección:
- De nulidad: Son aquellos en que la parte recurrente pretende obtener la declaración de nulidad de la
resolución impugnada mediante el respectivo recurso. Por ejemplo, los recursos de casación y revisión.
- De corrección: La parte recurrente, mediante la interposición del recurso no pretende la invalidez de la
resolución sino que busca la modificación o revocación de la decisión contenida en la resolución. Por
ejemplo, el recurso de apelación.
5. De acuerdo con el tribunal ante el que se interpone y por quien se conoce y falla: Atendiendo a este
aspecto, podernos distinguir las siguientes clases de recursos:
a. Recursos que se interponen ante el mismo Tribunal que dictó la resolución para que el mismo los falle:
En doctrina estos recursos reciben el nombre de "recursos de retractación" o remedios procesales. En
nuestro ordenamiento jurídico pertenecen a este grupo el denominado recurso de aclaración,
rectificación o enmienda y el recurso de reposición.
Sara Abisag Càrcamo Aguayo
Apunte: Impugnaciones y Recursos - Año 2024 -
Prof: Ercilia Alday Bugueño
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b. Recursos que se interponen ante el mismo Tribunal que dictó la resolución para que los falle el superior
jerárquico: En nuestro ordenamiento jurídico pertenecen a esta categoría los recursos de apelación y de
casación en la forma. En el nuevo sistema procesal penal, por regla general se encuentra dentro de esta
categoría el recurso de nulidad en contra de la sentencia definitiva pronunciada por los tribunales
orales en lo penal, el que es conocido por la Corte de Apelaciones respectiva.
c. Recursos que se interponen ante el mismo Tribunal que dictó la resolución para que los falle con
competencia per saltum, o sea no su superior jerárquico, sino que el Tribunal de superior
jerarquía de éste: El caso de competencia per saltum para el conocimiento de un recurso lo
encontramos en el recurso de nulidad en contra de una sentencia definitiva pronunciada por un
Tribunal oral o por un juez de garantía en un procedimiento simplificado en el que si se interpone por
algunas de las causales y concurriendo las circunstancias específicas previstas en la ley, es conocido
excepcionalmente por la Corte Suprema y no por la Corte de Apelaciones respectiva. Además, debemos
tener presente que esta competencia per saltum tiene una fuerza atractiva, dado que la Corte Suprema
no sólo es competente para conocer esas dos causales del recurso, sino que también puede conocer
conjuntamente con ellas de las otras causales en que se hubiere fundamentado el recurso y cuyo
conocimiento sería de competencia de la Corte de Apelaciones de no haberse hecho valer alguna de las
dos causales antes referidas.
d. Recursos que se interponen directamente ante el Tribunal que la ley señala para los efectos que los falle
el mismo. Normalmente, en estos casos, los recursos se interponen ante el superior jerárquico.
Pertenecen a esta clasificación los recursos de revisión, de queja y de hecho. Tratándose de los árbitros,
el Tribunal superior jerárquico para los efectos de la interposición de un recurso de queja es la Corte de
Apelaciones respectiva.
6. Clasificación en relación con el efecto devolutivo que produce la interposición del recurso: El efecto
devolutivo es aquel que confiere competencia a un Tribunal de superior jerarquía al que dictó la
resolución impugnada para que conozca y se pronuncie acerca del recurso interpuesto.
- Nos encontraremos en presencia de un recurso que no comprende el efecto devolutivo, denominado
también remedio procesal, cuando el recurso deberá ser conocido y resuelto por el mismo Tribunal que
dictó la resolución impugnada. Ejemplo típico de esta clase de recursos es la reposición. En este caso,
tendremos un solo Tribunal competente para conocer de la causa, como lo es el que está conociendo del
asunto, y a quien le corresponderá también fallar la reposición deducida en contra de la resolución
impugnada por él pronunciada.
-En cambio, nos encontraremos en presencia de un recurso que comprende el efecto devolutivo,
denominado también propiamente recurso procesal, cuando el recurso deberá ser conocido y resuelto
por un Tribunal de superior jerarquía al que dictó la resolución impugnada. Ejemplo típico de esta clase
de recursos es el recurso de apelación, casación en la forma y fondo y recurso de nulidad. En este caso,
tendremos dos tribunales competentes, como lo son el que está conociendo del asunto, ante quien se
interpone normalmente el recurso, y el Tribunal superior, a quien le corresponderá conocer y fallar el
recurso deducido en contra de la resolución impugnada.
7. Clasificación en relación con el efecto suspensivo que produce la interposición del recurso: En los
procesos escritos y de lato conocimiento, la regla general es que se prevea por el legislador que la sola
interposición del recurso genera la suspensión de la tramitación del asunto y la imposibilidad de
cumplimiento de la resolución impugnada. En estos casos, se señala que el recurso se concede en ambos
efectos - devolutivo y suspensivo- y produce el efecto de suspender el cumplimiento de la resolución
impugnada, encontrándonos en presencia por ello de una resolución que no causa ejecutoria y respecto
de la que no es posible por ello pedir su cumplimiento provisional. Ejemplo típico de ello es el recurso de
apelación en el proceso civil. Sin embargo, esta regla general encuentra hoy limitada su procedencia en la
práctica por las modificaciones posteriores introducidas a la apelación en contra de la sentencia
definitiva dictada en un juicio ordinario de mayor cuantía en el proceso civil y en contra de la sentencia
definitiva dictada en contra del ejecutante en el juicio ejecutivo o demandante de cumplimiento
incidental. Otro ejemplo sería el recurso de nulidad en contra de la sentencia condenatoria en el nuevo
sistema procesal penal. En los procesos orales y concentrados, la regla general es que se prevea por el
legislador que la sola interposición del recurso no genera la suspensión de la tramitación del
conocimiento y por ello es posible solicitar el cumplimiento de la resolución impugnada, salvo que nos
encontremos ante una sentencia condenatoria penal. En estos casos, se señala que el recurso comprende
el solo efecto devolutivo mediante el cual se otorga competencia al superior para conocer del recurso,
pero no comprende el efecto suspensivo para, como su nombre lo indica, provocar la suspensión del
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cumplimiento de la resolución impugnada. Aquí nos encontramos en presencia de una resolución que
causa ejecutoria que puede cumplirse provisionalmente. En este caso, tendremos dos tribunales
competentes:
a. El que está conociendo del asunto, ante quien se interpone normalmente el recurso, que continuará
conociendo del mismo, pudiendo incluso pedirse ante él el cumplimiento provisional del fallo;
b. El Tribunal superior, a quien le corresponderá conocer y fallar el recurso deducido en contra de la
resolución impugnada. Ejemplo típico de ello son los recursos de casación en la forma y en el fondo, el
recurso de apelación y el recurso de nulidad en contra de una sentencia absolutoria en el nuevo sistema
procesal penal. El recurso de apelación en el proceso civil contempla, como principio general, su
procedencia en ambos efectos, pero en la práctica procede respecto de la mayoría de las resoluciones en
el solo efecto devolutivo después de las diversas modificaciones introducidas a ese Código.
Clase 14.03.24
Partes y Plazos
Los plazos para interponerlos son fatales. Una vez firme una resolución, no pueden interponerse
recursos de ninguna índole, salvo el de revisión. No cabe duda de que las partes pueden deducir los recursos
procesales consagrados en la ley. Esta posibilidad es absolutamente independiente de la calidad que ocupen en el
proceso: pueden ser demandantes o demandados, para efectos de los recursos procesales es exactamente
indiferente. Lo relevante es que la parte se encuentra agraviada. Con todo, puede presentar un recurso procesal
la parte que haya efectivamente comparecido en el juicio como aquella que se encontraba en rebeldía. Respecto
de este último, la única limitación es que debe respetar lo obrado en juicio.
El problema puede venir respecto de los terceros. Parte de la doctrina estima que los terceros no pueden
en ningún caso interponer recursos puesto que el ordenamiento jurídico establece otros mecanismos para
proteger a estos terceros de los efectos de una resolución judicial. Estas son personas que, sin ser partes directas
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en el juicio, intervienen en él por tener un interés actual en sus resultados. La razón de permitir la intervención
de sujetos aparentemente extraños al juicio es extender los efectos de la sentencia judicial a todos los que pueden
verse afectados por ella. A estos terceros les afectarán los resultados del procedimiento, y esa es una materia en
que existe claramente un interés general.
Para poder intervenir en juicio como tercero es necesario cumplir con los requisitos para ser parte: 1)
tener capacidad para ser parte y capacidad procesal. Pero además se requiere satisfacer una exigencia adicional:
2) deben tener un interés actual comprometido en los resultados del pleito. Ese interés se produce, de acuerdo al
artículo 23 inciso 2° del CPC, "siempre que exista comprometido un derecho y no una mera expectativa, salvo
que la ley autorice especialmente la intervención fuera de estos casos". Debe tratarse de un interés pecuniario,
objetivamente apreciable, descartándose el puro interés moral, intelectual, académico o aquel que se basa en
simples apreciaciones de carácter personal.
La situación de los terceros tiene una solución normativa desde que la interposición de recursos
procesales se encuentra expresamente prevista. Los artículos 22 y 23 del CPC disponen que los terceros que se
presentan en juicio y sean admitidos por el tribunal tienen los mismos derechos que concede el artículo 16 del
CPC a las partes, dentro de ellos, el de "interponer los recursos a que haya lugar, tanto sobre las resoluciones que
recaigan en estas solicitudes, como sobre cualquier sentencia interlocutoria o definitiva". Sin embargo, la
situación respecto de los terceros coadyuvantes es más compleja. Parte de la doctrina entiende que el tercero
coadyuvante tiene la posibilidad de interponer recursos procesales conforme a las reglas generales. La razón que
se esgrime es que al haber ingresado al proceso le alcanzan los efectos de la cosa juzgada, por lo que cuenta con
plena autonomía respecto de la parte a la cual coadyuva. No obstante, la Corte Suprema ha tenido una postura
diferente. Ha dicho en reiteradas oportunidades:
"La posición jurídica de los terceros coadyuvantes determina el tratamiento procesal en una materia
directamente relacionada con la decisión preliminar que debe adoptar esta Corte, vinculada a la facultad de
los terceros para deducir recursos de casación cuando las partes principales han demostrado su conformidad
con aquella sin interponer recurso alguno o bien cuando, interpuesto, se han desistido del mismo. En efecto,
para decidir tal materia es esencial tener a la vista que, como lo ha reconocido la jurisprudencia de esta Corte,
'el tercero coadyuvante participa en el proceso respaldando y reforzando el interés de la parte principal, es
decir, su posición se encuentra subordinada a dicha pretensión y no puede subsistir de manera autónoma'
(Corte Suprema Rol N° 11.600-2014)”, cuestión que determina que, si la parte a quien coadyuva no interpone
recurso, este tercero no puede recurrir".
De acuerdo con esta corriente jurisprudencial, la posición procesal del tercero coadyuvante para la
interposición de los recursos procesales se encuentra subordinada a la decisión de la parte a la cual coadyuvan.
La solución a esta problemática podría lograrse distinguiendo si el tercero invoca a) un derecho subjetivo o b)
un interés legítimo. Cuando se invoca un derecho subjetivo -como por ejemplo la calidad de comunero de una
cosa cuyo dominio se litiga en juicio-, el tercero debería poder actuar sin limitaciones de ninguna especie, pues se
está disputando un derecho que en realidad es propio. En cambio, cuando el tercero invoca un interés legítimo
que se subordina o depende de la parte a la que coadyuva, entonces es evidente que la posición procesal está
subordinada al derecho o interés de la parte.
Derecho al recurso
No existe una consagración expresa en la CPR de un derecho al recurso. La realidad, en la generalidad de
los países, es que este no se encuentra consagrado expresamente en las cartas fundamentales. Sin embargo, no
ha sido impedimento para que tanto la doctrina como la jurisprudencia constitucional deriven de ciertos
derechos fundamentales de corte procesal el denominado "derecho al recurso". De esta forma es común observar
que la doctrina ha estimado que este derecho se encuentra implícitamente previsto en normas de rango
constitucional que se refieren a derechos procesales.
En este punto han existido algunos matices a partir de sentencias dictadas por los tribunales
constitucionales. Así, en el caso Español, el Tribunal Constitucional ha "venido manteniendo, reiteradamente y
sin variaciones, que no existe en el sistema procesal español un derecho constitucional o fundamental al recurso;
esto es, que no existe propiamente un derecho derivado de la Constitución española a disponer de un recurso en
contra de las resoluciones judiciales, salvo en lo relativo a las sentencias penales condenatorias [...]. La
jurisprudencia del Tribunal Constitucional entiende que es perfectamente imaginable y posible que el sistema
procesal no ofrezca medio de impugnación contra las resoluciones o contra alguna de ellas" No obstante, en el
mismo derecho español, el Tribunal Constitucional ha dicho que una vez que el legislador consagra un recurso
procesal, este se incorpora dentro del derecho a la tutela judicial efectiva, siendo deber de los jueces y tribunales
permitir el acceso al recurso. De esta forma el derecho del justiciable adquiere un carácter legal. Se estima que
esta materia debe ser resuelta por el legislador en base a motivaciones políticas, considerando especialmente la
posibilidad de utilización de los recursos con fines dilatorios y torticeros (o sea: injusto, o que no se arregla a las
leyes o a la razón) que no busquen una genuina revisión de lo resuelto sino extender el estado de incertidumbre e
incerteza de la controversia.
La opinión en el derecho comparado no deja de tener algunos detractores. Reducir el derecho al recurso
a una cuestión de pura legalidad permitiría, desde luego, que el legislador ordenara procedimientos sin
posibilidad de revisión de la decisión judicial. Al respecto se ha indicado que, "en aras de lograr un mejor
funcionamiento y calidad de la administración de justicia que se imparte, los recursos constituyen una auténtica
garantía para los ciudadanos que en cuanto dirigida a evitar los errores cometidos en la instancia que provocan
un gravamen, debería gozar de tratamiento en el marco del modelo constitucional de proceso justo”.
La situación en el derecho nacional es diferente, tanto porque la doctrina como la jurisprudencia del
Tribunal Constitucional han estimado que los ciudadanos tienen un derecho al recurso derivado de la CPR. Al
respecto se ha dicho que "una de las garantías mínimas puede consistir en entender que los justiciables tienen
derecho a que la decisión judicial que emana del tribunal de primera instancia pueda ser revisada tanto en
cuestiones fácticas como jurídicas por otro tribunal. Un sistema 'racional' de justicia debería permitir que lo que
decida un juez pueda ser revisado por otro tribunal”. Se ha entendido que el derecho al recurso constituye una
garantía auxiliar o instrumental para el litigante, puesto que a través de los recursos procesales se permite una
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revisión y control del cumplimiento de los demás derechos y garantías de índole procesal, como la motivación de
la sentencia, la contradicción, el derecho de defensa, la legalidad de los actos procesales, entre otros. Constituye,
además, una garantía para el Estado de derecho, dado que tiende a comprobar que los jueces y tribunales
sometieron su decisión únicamente a los parámetros legalmente previstos. Por estos motivos resulta difícil
entender que el legislador pueda prescindir completamente de los recursos procesales en un determinado
proceso. Lo anterior se produce sin perjuicio de que el legislador pueda recortar, para determinados tipos o
clases de procesos, tanto los recursos admisibles como las causales en que este pueda fundarse, ya sea por
razones sustantivas o simplemente por la necesidad de armonizar la celeridad del proceso y el derecho a recurrir.
Lo que no está claro es en qué garantía específica es posible situarlo. Algunos autores entienden que el
derecho al recurso se incorpora en la tutela judicial efectiva (artículo 19 N° 3 inciso 1° de la CPR), siendo un
derecho de contenido prestacional que impone al legislador el deber de establecer la existencia de un recurso
procesal en contra de la sentencia definitiva. Otros, en cambio, entienden que forma parte del debido proceso.
Esta línea sigue la Corte Suprema que, en sentencia de queja de 18 de noviembre de 2011, Rol N° 7735-2011,
entendió que el derecho a recurrir forma parte de la garantía de un justo y racional procedimiento:
"Que, por lo expuesto, en resguardo del interés social comprometido y por existir un vicio que afecta la
garantía asegurada por el inciso quinto del numeral tercero del artículo 19 de la Carta Fundamental, relativa al
justo y racional procedimiento, atendido que en la especie, como ha quedado dicho, se ha denegado a la parte
afectada el derecho de recurrir de la sentencia que se estima agraviante, para ante el tribunal superior a fin de
que éste revise lo allí actuado, y no obstante que dicho recurso, era del todo procedente, tal defecto no resulta
posible de subsanar por otra vía que no sea mediante la declaración de nulidad de los actos viciados y de aquéllos
que de éstos deriven"
Por otro lado, el Tribunal Constitucional ha entendido en reiteradas oportunidades que los ciudadanos
tienen derecho a un recurso procesal, derecho que se encontraría implícito en las garantías de un procedimiento
racional y justo. Con todo, el derecho al acceso al recurso se satisface cuando el legislador determina la
procedencia de al menos un recurso procesal respecto de una resolución judicial, cuidando además no establecer
exigencias impracticables o que dificulten en demasía su ejercicio. No existe, por lo mismo, el derecho a un
recurso concreto.
De esta forma, se distingue entre lo que es el derecho a la impugnación de las sentencias, que podría
configurarse como el derecho a deducir un recurso como parte del debido proceso, de otro supuesto que es el
derecho a un recurso en concreto. Este último no existe, y el legislador podrá disponer libremente el recurso que
sea procedente en contra de una resolución judicial en base a razones discrecionales o de política sustantiva.
El Tribunal Constitucional ha sido enfático en esto. Así ha señalado:
"Existe acceso efectivo a la jurisdicción en todos los momentos de su ejercicio, que se manifiesta en la
exigibilidad de la apertura y, consecuentemente, de la sustanciación del proceso, además del derecho a participar
en los trámites del mismo, en igualdad de condiciones que los demás intervinientes. Pero una cuestión distinta es
que la Constitución obligue al legislador a establecer algún recurso judicial determinado. Establecida la
posibilidad de revisión, el legislador es libre para determinar el modo y los procedimientos para lograrla". Con
mayor razón, si el legislador puede establecer la procedencia de un recurso, podrá restringir los que consagre
para ciertas hipótesis. Así lo hace, por ejemplo, con la casación en la forma, que resulta improcedente en contra
de la sentencia de segunda instancia en materia de familia (artículo 67 N° 6 letra a) de la Ley N° 19.968) o con
algunas causales del recurso de casación en algunos juicios especiales por aplicación del artículo 768 inciso 2° del
CPC. Todas estas restricciones y limitaciones son perfectamente tolerables en la medida que se contempla la
procedencia amplia de otros recursos procesales ordinarios o extraordinarios. Ahora bien, en la jurisprudencia
constitucional esto sigue siendo algo controvertido. Últimamente, por voto de mayoría, se ha estimado que la
exclusión de causales de recurso de casación en la forma para los procedimientos especiales según la regla del
inciso 2° del artículo 768 del CPC no resulta constitucionalmente justificada.
Cabe señalar, por otro lado, que este derecho al recurso no implica que este deba seguir un
procedimiento concreto o establecido. Así, por ejemplo, se estima que cumple con el estándar constitucional el
recurso de apelación que, de acuerdo a la ley, debe tramitarse en cuenta y no previa vista de la causa. Por último,
el derecho al recurso debe ser concebido como una instancia de revisión de las resoluciones judiciales más
relevantes, es decir, aquellas que se pronuncian sobre el fondo del asunto, las que ponen fin al procedimiento o
generan consecuencias extraprocesales como las que se pronuncian sobre medidas cautelares. De esta manera, si
el legislador restringe o simplemente niega la posibilidad de recurrir en contra de alguna resolución que no sea
de las indicadas precedentemente, no se produce lesión del derecho al recurso.
¿Es la doble instancia un derecho constitucional en materia civil?
Quedó claro que los justiciables únicamente pueden reclamar el derecho a interponer un recurso
procesal, cualquiera que este sea. Existe un derecho al recurso procesal pero no a un recurso específico. Esta
interpretación abre la posibilidad de considerar a la doble instancia en materia civil como una decisión entregada
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exclusivamente al legislador, así como también su regulación específica, cuidando, por cierto, no afectar el
ejercicio del derecho en su esencia. No hay, en consecuencia, un derecho a la doble instancia, esto es, a que
la decisión sea revisada íntegramente en sus cuestiones fácticas y jurídicas por un tribunal superior jerárquico.
Esta conclusión no parece generar mucho problema en el contexto actual del CPC que consagra de modo
amplio el recurso de apelación. Pero sí tiene mucho sentido en la discusión de la reforma al proceso civil, donde
el carácter disponible o no de la doble instancia podría constituirse en un verdadero acertijo jurídico. Para
quienes apuestan por la doble instancia como garantía de revisión integral de las cuestiones jurídicas y fácticas
del litigio, esa revisión se condice con las exigencias de un procedimiento racional y justo, en la medida que
permite controlar la determinación de los hechos en un sistema probatorio de libre apreciación judicial. Mientras
más espacios de libertad de decisión se les otorguen a los jueces, mayores y mejores deberían ser los controles
jurisdiccionales para garantizar la racionalidad y justicia del proceso y de la decisión. Esta conclusión tiene un
alto grado de plausibilidad (mayor libertad para los jueces, mayor control de sus decisiones), pero la
jurisprudencia del Tribunal Constitucional ha dicho sistemáticamente que el derecho del
justiciable es al recurso procesal pero no a la doble instancia; tampoco se alinea con la evolución en el
sistema de recursos procesales que ha tenido nuestro país en el último tiempo, donde se ha abandonado, incluso
en materia penal, el recurso de apelación generando paradigmas recursivos mucho más estrechos a la
impugnación de la resolución final, fundados seguramente en el carácter oral, público y concentrado de los
nuevos procesos.
En este sentido, al menos en nuestro país la evolución legislativa ha ido caminando hacia una suerte de
incompatibilidad entre la oralidad y la apelación. Se estima que el recurso de apelación no es compatible con un
proceso oral, pues los jueces superiores no estarían en posibilidad de revisar el juicio en su integridad al no haber
presenciado la práctica de la prueba, como la testimonial y pericial. Con todo, entiendo que la oralidad no tendría
por qué constituir un obstáculo insalvable para el recurso de apelación. Por tres razones: en primer lugar, porque
en los procesos civiles los elementos determinantes para la resolución de los litigios suelen estar recogidos en
documentos, en los que no hay inconveniente en que sean valorados en segunda instancia; en segundo lugar,
porque existen procesos, como el de familia, en el que sí se consagra la doble instancia como regla general para el
conocimiento de los conflictos, lo que ha demostrado, en la práctica, que oralidad y apelación no son
incompatibles pero sí más difíciles de articular. En tercer lugar, porque la doble instancia no supone reproducir
las pruebas, sino únicamente revisar cómo han sido valoradas por los tribunales inferiores. Lo anterior, por
cierto, no resta mérito a que la doble instancia sea un mecanismo muy deseable de revisión judicial, pues supone
la posibilidad de control amplio de las cuestiones jurídicas y fácticas de la sentencia. Esto puede ser
particularmente necesario en juicios complejos, que son conocidos por órganos unipersonales, en que la cantidad
de procesos e información disponible hacen a la decisión más susceptible de error.
Entender que el derecho al recurso tiene un carácter constitucional tiene importantes repercusiones en
la forma en que se conciben las normas que lo regulan. Estas repercusiones pueden resumirse en las siguientes:
a. En primer lugar el legislador debe cuidar la regulación de los respectivos recursos procesales, no
pudiendo someterlos a requisitos o condiciones que hagan imposible o dificulten en demasía su ejercicio.
Estos requisitos no pueden ser desproporcionados u obstaculizadores, esto es, deben ser “razonables";
en síntesis, no pueden afectar el libre ejercicio del derecho a interponer un recurso procesal.
Con todo, al menos en nuestro país la tendencia es a rigidizar cada vez más la regulación de los recursos
procesales, con exigencias formales, que muchas veces no resultan del todo justificables. Hay un
abandono progresivo de la apelación, por antonomasia un recurso amplio y flexible, y un acercamiento a
los recursos de nulidad (penal y laboral) sustentados en la invocación de causales tasadas y con
requisitos de formalización que los hacen de difícil acceso.
Los jueces y tribunales están obligados a efectuar una interpretación de las normas que regulan los
recursos procesales, sus requisitos de admisibilidad, de la forma más favorable para el litigante, de
manera que frente a casos de dudas deben preferir la interpretación que permita el acceso al recurso.
Esta consecuencia no puede, sin embargo, llegar a desvirtuar la verdadera naturaleza jurídica de las
resoluciones judiciales impugnadas.
Un fallo palmario de esta forma de entender el derecho al recurso se lee en la sentencia de la Corte
Suprema, de 28 de noviembre de 2011, Rol N° 7888-2011. En ese caso, la Corte de Apelaciones de
Concepción había declarado inadmisible un recurso de casación por entender que no estaba cumplida la
carga de ser patrocinado por abogado habilitado para el ejercicio de la profesión. La Corte Suprema, sin
embargo, conociendo por vía de queja, y sin perjuicio de su rechazo, entendió que la Corte de
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Apelaciones de Concepción había efectuado una interpretación formalista del artículo 772 del CPC,
generando una obstaculización al ejercicio del derecho a recurrir, transgrediendo la garantía de un justo
y racional procedimiento. En dicho fallo nuestro Máximo Tribunal actúa efectuando una interpretación
finalista de la disposición, analizando el objetivo previsto por el legislador al momento de exigir el
patrocinio de un abogado habilitado. A juicio de la Corte, dicha finalidad -con las múltiples reformas
introducidas a la casación-, perdió todo sentido, convirtiéndose en un requisito carente de justificación.
Es por este motivo que la forma en que debe entenderse cumplido el requisito del patrocinio de abogado
debe ser laxa, no formalista ni estricta.
b. Ligada a esta característica también se ha dicho que corresponde a los jueces y tribunales realizar una
interpretación de los requisitos de admisibilidad de los recursos procesales en una forma que no sea
arbitraria, manifiestamente irrazonable o con error patente, pues ello implicaría una abierta
transgresión al derecho al recurso. Una interpretación excesivamente rígida de los requisitos
establecidos por el legislador para la interposición de un recurso podría dar lugar a un recurso de queja
en aquellos casos que se compruebe que ha existido falta o abuso.
c. Otra consecuencia del carácter constitucional del derecho al recurso es la impugnabilidad de las
resoluciones judiciales como regla general. Al contrario, la inimpugnabilidad de las resoluciones tiene un
carácter excepcional y acotado a los casos que expresamente se establecen por el legislador. Si no hay
regla expresa, se entiende que la resolución es impugnable. En nuestro país, al menos para el
proceso civil patrimonial, se respeta íntegramente esta regla. En prácticamente todos los ordenamientos
jurídicos existen resoluciones judiciales que no pueden ser objeto de impugnación. El caso chileno no es
la excepción desde que los artículos 159 inciso final y 210 del CPC establecen el carácter inimpugnable de
esas resoluciones. Sin embargo, estas no afectan el derecho al recurso desde que este no tiene que ver
con los actos o resoluciones de trámite, sino que, tal como ya se advirtió, con las resoluciones definitivas
o interlocutorias que causen un daño que debe repararse por medio del recurso procesal.
d. Otro aspecto que puede conectarse indirectamente al derecho al recurso es la motivación de las
resoluciones judiciales. Se estima que la motivación de las resoluciones es un aspecto clave en la
posibilidad de impugnarlas, desde que el tribunal da conocimiento público de los motivos y
razonamientos que lo llevaron a la decisión, y las partes quedan en situación de discrepar y fundamentar
su impugnación. Esto ha sido un lugar común en la doctrina.
Nuestra jurisprudencia también ha resaltado esa estrecha relación. La Corte Suprema, en
sentencia de 9 de septiembre 2010, Rol N° 563- 2010, expresamente vinculó la motivación de la
sentencia con la efectividad del recurso procesal. Ciertamente si los jueces no tuvieran el deber de
exponer los motivos de su decisión sería difícil, por no imposible, detectar el error jurídico o fáctico en
que han incurrido.
En nuestro derecho esta relación, que no siempre está presente, el legislador ha previsto las
exigencias de motivación solo para las sentencias definitivas de primera instancia y para las de segunda
instancia siempre que revoquen o modifiquen las de primer grado (art. 170 del CPC). Para los autos y
sentencias interlocutorias el legislador sólo ha exigido motivación cuando la naturaleza del negocio así lo
permita (art. 171 del CPC). De igual forma, tratándose de la sentencia de segundo grado que se limita a
confirmar la de primera instancia, tampoco existe el deber legal de fundamentarlas.
Así, la exigencia de motivación de las resoluciones judiciales es siempre aplicable cuando se trata
de decidir cuestiones controvertidas, puesto que estas requieren que el tribunal exponga los motivos que
justifican su decisión. Por lo demás, la única forma de dejar a las partes en condiciones de deducir los
recursos procesales es fundamentando las resoluciones judiciales. Serán los motivos que justifican las
decisiones del juez los que las partes deberán ponderar al momento de discernir si recurren o no en
contra de la resolución.
e. Otra consecuencia derivable de esta característica del derecho al recurso es que los defectos del escrito de
interposición no debieran afectar su admisibilidad, salvo que consistan en defectos de trascendencia y
sin posibilidad de subsanación. Esta consecuencia puede ser más resistida en el ámbito de los recursos
extraordinarios, donde la calidad de derecho estricto hace exigente el cumplimiento exacto de sus
presupuestos de admisibilidad. Lo dicho es sin perjuicio de la interpretación que ha sostenido la Corte
Suprema sobre el estándar de cumplimiento del requisito de patrocinio en el recurso de casación.
Clase 20.03.24
❖ RECURSOS PROPIAMENTE TALES.
Recurso de aclaración, agregación, rectificación o enmienda
Para estudiar este recurso es necesario referirse, en forma previa, por su estrecha vinculación, al
principio del desasimiento, también denominado invariabilidad de las resoluciones judiciales, como uno de los
efectos de estas.
No se ha de olvidar, asimismo, que todas las resoluciones judiciales están llamadas a adquirir firmeza o
ejecutoriedad, lo cual permite y garantiza la continuidad de los actos jurídicos procesales y su dirección hacia la
obtención final de una sentencia definitiva invariable y firme o ejecutoriada, así como a su posterior ejecución en
el caso de las sentencias declarativas de condena que imponen una prestación de dar, hacer o de no hacer (arts.
1°, 10 y 11 del COT y arts. 174, 175, 182 y 231 y ss. del CPC), a diferencia de las sentencias meramente declarativas
o constitutivas que no requieren, en puridad de conceptos, de ejecución posterior"
Pues bien, el denominado recurso de aclaración constituye, como se verá, una excepción al principio del
desasimiento del tribunal o de invariabilidad de las resoluciones judiciales, regulado en el artículo 182 del CPC
que se produce mediante la notificación de la respectiva resolución a alguna de las partes del proceso.
No se produce el desasimiento del tribunal respecto de los autos y de los decretos, los cuales podrán
ser modificados por el superior jerárquico del tribunal que los dictó, a petición de partes, mediante el recurso de
reposición, según lo señala el Art. 182 inciso 1°.
Así entonces, sólo se produce desasimiento respecto de las sentencias interlocutorias y las sentencias
definitivas, una vez se encuentren notificadas a alguna de las partes.
Desasimiento
La profe indica que en su apunte se encuentra un repaso o ayuda memoria de esta institución. Si bien no
fue comentado en clases (porque según ella deberíamos tenerlo suficientemente claro a esta altura de la carrera),
se reproduce a continuación íntegramente:
La voz "desasimiento", en su sentido natural y obvio, según el Diccionario de la lengua española, de la
Real Academia Española, es la "acción y efecto de desasir o desasirse", y el verbo en infinitivo "desasir" significa:
"soltar, desprender lo asido.
Por su parte, el inciso 1° del artículo 182 del CPC se refiere al principio del "desasimiento" en cuanto
expresa: "Notificada una sentencia definitiva o interlocutoria a alguna de las partes, no podrá el tribunal que la
dictó alterarla o modificarla en manera alguna".
Debe desasir y por ello no puede corregir su sentencia, en cuanto al objeto de la litis, y debe mantenerse
completamente desprendido, al margen.
En otras palabras, el desasimiento no es sino un efecto jurídico que se traduce en la invariabilidad de las
resoluciones por parte del mismo tribunal que las dictó; en ese sentido, el órgano jurisdiccional se desprende
figuradamente de lo "asido", una vez notificada, ya que después de ella le queda prohibido alterarla o modificarla
en manera alguna.
Sara Abisag Càrcamo Aguayo
Apunte: Impugnaciones y Recursos - Año 2024 -
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Del mismo modo, todas las sentencias definitivas e interlocutorias están llamadas a adquirir firmeza o
ejecutoriedad para que el proceso pueda seguir desarrollándose de manera normal y, en su caso, para llegar a la
etapa de cumplimiento o ejecución.
En efecto, como se dijo precedentemente, se pone de manifiesto que el desasimiento del tribunal es uno
de los efectos de las sentencias definitivas e interlocutorias en cuya virtud no pueden ser alteradas o modificadas
en modo alguno por el juez que las dictó. El juez queda desvinculado o separado de su sentencia y no puede
corregirlo o enmendarlo al haber concluido su actividad jurisdiccional.
El "desasimiento" es denominado, de modo equivalente, por el artículo 214 de la Ley de Enjuiciamiento
Civil 1/2000 como principio o regla de la "invariabilidad de las resoluciones" y en cuya virtud "los tribunales no
podrán variar las resoluciones que pronuncien después de firmadas", lo cual se considera parte del contenido del
derecho a la tutela judicial efectiva, desde la perspectiva de las garantías de los justiciables, al impedir variar o
modificar una sentencia al margen de los supuestos expresamente previstos por el legislador.
Entre nosotros, si se infringe dicho principio o regla y se actúa al margen de los objetivos procesales que
delimitan el ámbito de competencia de la aclaración, rectificación o enmienda, se puede incurrir, como lo ha
resuelto la Corte Suprema, en un vicio de casación en la forma; en concreto, la del numeral 1° del artículo 768 del
CPC, es decir, la incompetencia del tribunal, si se rebasan los límites de una rectificación o enmienda y se
altera el fondo de la decisión contenida en el fallo modificado.
Cuestión diferente al desasimiento o a la invariabilidad de las resoluciones judiciales, y no opuestas a
ella, es la aclaración o rectificación o enmienda en los supuestos previstos por el legislador.
Se ha dicho, de manera autorizada, al respecto: "El desasimiento implica que el tribunal libera la
resolución y ésta empieza a tener vida propia, lo que se traduce en una prohibición para el tribunal en el sentido
que no puede modificar en manera alguna la sentencia definitiva o interlocutoria, salvo las excepciones legales”.
Como se dijo antes, es la denominada regla de la "invariabilidad o inmodificabilidad" de las resoluciones
judiciales firmes como garantía contenida de la tutela judicial efectiva o del debido proceso, lo cual implica que
los órganos jurisdiccionales no pueden revisar sus decisiones al margen de los supuestos previstos expresamente
por la ley.
También puede decirse que es una forma de preclusión en cuanto se clausura o extingue la posibilidad de
actuación del juez una vez dictada y notificada la resolución, al menos, a una de las partes. No es necesario que
estén notificadas las dos partes. Así, pues, según el principio del desasimiento, desde la fecha de la notificación
de la sentencia precluye la facultad del órgano jurisdiccional de enmendar, alterar o modificar lo resuelto en una
sentencia definitiva o interlocutoria dictada; es decir, le está vedado al juez alterarla de alguna forma.
Requisitos
De lo dicho anteriormente se desprende que los requisitos que, según la ley, son necesarios para que
opere el desasimiento del tribunal que dictó la resolución son los siguientes:
1. Dictación de una sentencia definitiva o interlocutoria, dado que únicamente ellas producen el
desasimiento del tribunal. No los autos, ni los decretos. Así, por ejemplo, no serían susceptibles de la
aclaración, rectificación o enmienda la resolución que rechaza un abandono de procedimiento, así como
la que concede o mantiene una medida precautoria, en atención a que tienen la naturaleza jurídica de
"auto", ya que no establecen derechos permanentes a favor de las partes ni resuelven sobre un trámite
que debe servir de base a la dictación de una sentencia definitiva o interlocutoria, y, en el caso de la
cautelar, se trata, además, de medidas provisionales (arts. 158, inc. 3° y 301 del CPC). Atendida la
naturaleza de estas resoluciones, le está vedado al tribunal modificarlas.
2. Notificación de la resolución judicial a alguna de las partes. Para declarar de oficio la rectificación de la
sentencia definitiva o interlocutoria se requiere la notificación, al menos, a una de las partes (art. 184 del
CPC), no obstante la interposición de recursos. Igual derecho a pedir la rectificación lo podrá hacer la
parte, en la práctica, desde el momento que le sea notificada de la resolución judicial, pues allí podrá
darse cuenta de los errores formales o defectos de que pueda adolecer la sentencia, aun cuando la ley no
les fija un plazo para ello.
Conforme al principio del desasimiento del tribunal desde el momento en que es notificada la sentencia a
cualquiera de las partes, principales o directas, sean demandante o demandado o, en su caso, a los terceros que
tienen interés en el juicio y que se hayan apersonado como coadyuvantes, excluyentes o independientes, no
podrá alterar o modificar la sentencia definitiva o interlocutoria que haya dictado anteriormente (art. 182 del
Código de Procedimiento Civil).
El desasimiento sería un caso de aplicación del principio general de “irrevocabilidad de los actos
procesales", sin perjuicio, claro está, de que dichas resoluciones judiciales puedan ser revocadas posteriormente
producto de que sean acogidos los recursos procesales interpuestos y ejecutoriadas que sean las referidas
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sentencias impugnadas. En otras palabras, puede decirse que precluye, se extingue o consuma la facultad
procesal del tribunal de modificar o alterar el contenido de la sentencia que dictó cuando ha sido notificada a
alguna de las partes.
Se extingue así, por tanto, la competencia del tribunal para conocer de la cuestión controvertida
sometida a su conocimiento y resolución.
Sobre su regulación
La profe dice que le interesa mucho que aprendamos los artículos que regulan las instituciones, pero que
no es necesario aprenderse de memoria el contenido de los mismos. Bastará para ello que las definiciones y
conceptos contengan todos los elementos que le son propios.
El recurso de aclaración o interpretación, rectificación o enmienda se encuentra regulado en los artículos
182 a 185 y 190 del CPC, dentro del Título XVII "De las resoluciones judiciales", del Libro Primero del referido
Código, que regula las disposiciones comunes a todo procedimiento.
No cabe duda de que el recurso en estudio es aplicable a los asuntos judiciales contenciosos. Sin
embargo, surge la duda (o más bien, “surgía”, porque la discusión se encuentra superada) en cuanto a si se aplica
también a los asuntos no contenciosos o voluntarios, resoluciones negativas que se dicten, sin sujeción a los
términos y formas establecidos para los asuntos contenciosos, de conformidad con lo establecido en el artículo
821 del CPC.
Podrá también, en igual caso, revocar o modificar las resoluciones positivas o afirmativas, con tal que
esté aún pendiente su ejecución.
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Por otra parte, las resoluciones dictadas en los actos no contenciosos o voluntarios no producen cosa
juzgada, pues, de acuerdo con la mejor doctrina, tienen un carácter o función más bien administrativa y no
jurisdiccional. En este contexto, se ha dicho de manera autorizada que "no existe sino una jurisdicción: la
contenciosa.”
Sin embargo, en relación a la cuestión de si es aplicable, o no, el recurso en estudio a los asuntos no
contenciosos, se estima que ante el silencio de la ley, y por aplicación del artículo 3° del CPC, a cuyo tenor "[s]e
aplicará el procedimiento ordinario en todas las gestiones, trámites y actuaciones que no estén sometidos a una
regla especial diversa, cualquiera que sea su naturaleza", es posible concluir que la aclaración,
rectificación o enmienda es procedente también en los actos judiciales no contenciosos, ya que no
se pretende revocar o modificar una resolución; no se puede cambiar la decisión de la sentencia, a diferencia de
lo que contempla el artículo 821 del mismo Código para los actos no contenciosos, en que se autoriza revocar o
modificar las resoluciones negativas, es decir, aquellas que rechazan la solicitud del interesado, así como las
resoluciones afirmativas, que acogen lo pedido, cuando está pendiente su ejecución.
Sobre su concepto
Desde la perspectiva de su consideración como un recurso procesal, puede definirse en los siguientes
términos: Es el medio de impugnación que la ley concede a las partes para que el mismo tribunal que dictó la
sentencia definitiva o interlocutoria aclare los puntos obscuros o dudosos de la misma o salve las omisiones o
rectifique los errores de copia, de referencia o de cálculos numéricos que aparezcan de manifiesto en ella.
Como ha señalado la Corte Suprema, no cabe duda, que el denominado recurso de aclaración,
rectificación o enmienda es "un concepto comprensivo que abarca tanto errores de hecho y de referencia y que,
en caso alguno, puede alterar o modificar el fondo [...], desde que ello sólo puede conseguirse a través del
sistema de revisión que consagra la ley”.
Si el tribunal accede a corregir una sentencia, a petición de parte, y con ello se excede de las facultades
previstas en inciso 2° del artículo 182 y, en definitiva, emite un pronunciamiento de fondo, se incurrirá en el
vicio de ultra petita previsto en el numeral cuarto del artículo 768 del CPC, como causal del recurso de
casación en la forma, al otorgar más de lo pedido por las partes, actuando fuera del ámbito de su competencia o
extenderse a puntos no sometidos a su decisión, al apartarse de los términos en que las partes situaron la
controversia por medio de las respectivas acciones y excepciones, con alteración del contenido de estas,
cambiando de objeto o modificando su causa de pedir, afectando el principio de congruencia en concordancia
con el principio dispositivo y de pasividad de los tribunales, con influencia en lo dispositivo del fallo, dado que la
corrección pedida y decretada excedió con creces la facultad correctora contemplada en el artículo 182 del CPC.
Algunos autores nacionales consideran que el párrafo segundo del artículo 182 del CPC contempla dos
recursos (o que el mismo recurso podría dividirse en dos partes), a saber: a) el recurso de aclaración o
interpretación, por una parte, y b) el de aclaración o enmienda, por otra.
Así, el primero tendría por objeto aclarar los puntos oscuros o dudosos que aparezcan de manifiesto en la
sentencia, a fin de darles la interpretación que corresponda; el segundo, por su parte, tendría por finalidad
obtener del tribunal que dictó la sentencia definitiva o interlocutoria salve las omisiones y rectifique los errores
de copia, de referencia o de cálculos numéricos que aparezcan de manifiesto en la sentencia.
Se ha entendido que carece de sentido esta clasificación, atendido a que se está en presencia, en realidad,
de una acción de declaración de certeza y no de un recurso procesal.
1. Aclarar puntos oscuros o dudosos: se pretende hacer más claro el verdadero sentido y alcance de
lo expresado en el contenido de la sentencia, de modo que coincida con lo querido establecer por el juez en la
sentencia. Según el Diccionario de la lengua española aclarar es “disipar, quitar lo que ofusca la claridad o
transparencia de algo; hacer claro, perceptible, manifiesto o inteligible algo, ponerlo en claro, explicarlo”.
Así, el tribunal podrá aclarar o interpretar el todo o parte de una sentencia que se considere dudosa u
oscura, pero sin que pueda alterar el contenido de la decisión del asunto controvertido, contenida en lo resolutivo
de la sentencia, cambiando su objeto o modificando la causa de pedir. Por esta vía, en efecto, el tribunal no puede
cambiar la decisión del fallo que se rectifica". En consecuencia, aclarar no es modificar o variar la decisión una
vez notificada la sentencia.
2. Salvar omisiones: tiene el objetivo de salvar omisiones con el objeto de colmar las lagunas por
causa de algún error de hecho en que pueda haber incurrido el tribunal en la dictación del fallo. Se trata de
subsanar las omisiones o defectos que fuere necesario remediar para llevar plenamente a efecto o con plena
eficacia la sentencia que pretende corregirse.
Es posible que se trate de alguna cuestión accesoria de la decisión principal del pronunciamiento relativa
a la pretensión entablada y al objeto de la litis, como podría ser una actuación material de cumplimiento a fin de
que se pueda cumplir la sentencia declarativa o constitutiva, en su caso, que no requiere de un proceso de
ejecución en sentido propio. Así, se ha resuelto:
"Se pueden corregir omisiones o errores, por la vía de la aclaración, rectificación o enmienda, en que
haya incurrido la sentencia que acogió la nulidad absoluta de un censo vitalicio y que, sin embargo, no dispuso la
cancelación y alzamiento del censo en el correspondiente registro de hipotecas y gravámenes. La sentencia había
dispuesto que la cancelación y alzamiento se verificará en el registro de propiedad. En otras palabras, se puede
corregir las consecuencias de lo resolutivo del fallo, sin alterarlo, como lo es la cancelación y alzamiento, en el
registro que correspondía hacerlo”.
En cualquier caso, como se ha dicho en forma autorizada, "si en la sentencia no se contiene una
declaración de voluntad que resuelva el conflicto o sólo una petición formulada por alguna de las partes, ya sea
por omisión en el pronunciamiento o por contener decisiones contradictorias, será improcedente que se ejerza la
aclaración.”
Y ello es muy pertinente desde que el expediente contemplado por el legislador para impugnar una
sentencia definitiva que no resuelve la cuestión controvertida o que contiene decisiones contradictorias es el
recurso de casación en la forma y no el recurso de aclaración, rectificación o enmienda.
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Pues bien, en el caso del primer supuesto, esto es, de falta de decisión del asunto controvertido, por
ejemplo, al omitir el pronunciamiento de una excepción perentoria hecha valer en tiempo y forma, con arreglo al
numeral 5° del artículo 768 en relación con el número 6° del artículo 170, ambos del CPC, y, en el caso de existir
decisiones contradictorias, contradicción que debe producirse en la parte resolutiva del fallo, se invocará la
causal del artículo 768 N° 7 del CPC.
Aunque es discutible, podría afirmarse que la omisión en la sentencia definitiva de un pronunciamiento
sobre las costas podría subsanarse mediante una sentencia complementaria en virtud de la aclaración,
rectificación o enmienda, ya que, en puridad de conceptos, no integra lo resolutivo del fallo, ni forma parte del
asunto controvertido, sino que es una medida de índole económica, lo que responde a un imperativo legal, sin
que por tal motivo partícipe de su naturaleza jurídica", Véanse, al respecto, los artículos 144 y 471, este último, a
propósito del juicio ejecutivo, que obliga en forma absoluta y obligatoria a la condena en costas al vencido
completamente, desde que no reconoce excepciones.
En consecuencia, no se afectaría el desasimiento del tribunal por escapar al fondo de lo decidido y por no
participar de modo intrínseco del asunto controvertido y fallado. Además, se trata de una cuestión accesoria de la
decisión de la cuestión de fondo fallada.
3. Rectificar errores que aparezcan de manifiesto en la sentencia: los errores en que pueda
incurrir la resolución recurrida, y que no comportan una modificación del fondo del asunto, deben aparecer de
manifiesto en la sentencia; es decir, se infieren de su sola lectura, dado que se revelan en forma clara o evidente.
Es el supuesto que más se utiliza por los tribunales en la práctica, con carácter general, normalmente, a petición
de parte.
Los errores de copia (por ejemplo, tipográficos, faltas de ortografía, etc.), de referencia o de cálculos
numéricos o matemáticos en relación con las cantidades de las sumas de dinero a que se condene, errores de
nombres mal escritos, o de la cédula de identidad, entre otros, que aparezcan de manifiesto en la sentencia; en
caso contrario, es decir, si no aparecen de manifiesto en el fallo, se ha resuelto que es una falta o abuso que debe
corregirse, dejándose sin efecto las modificaciones realizadas.
Sobre este tópico se han establecido algunos criterios jurisprudenciales. Así, se ha resuelto que el "[e]rror
de referencia en lo relativo a las fechas de las liquidaciones de impuestos, reclamadas por el contribuyente, al
indicarse por la Corte de Apelaciones de Concepción, en la última parte de la sentencia que resolvió el reclamo, el
23 de diciembre de 2004, en circunstancias que todas eran de fecha 23 de septiembre de 2002”
De igual forma, se ha fallado que "[e]rror de transcripción en cuanto a la oportunidad en el pago de los
intereses dispuesto por la sentencia recurrida de casación, reparable a través del recurso de aclaración,
rectificación o enmienda y no a través del recurso de casación en la forma”.
En cuanto a una posible modificación de las temáticas de fondo se ha resuelto: "El recurso de
interpretación, rectificación o enmienda no puede utilizarse en el caso que la sentencia recurrida contenga
considerandos contradictorios, sino el recurso de casación en el fondo”.
En efecto, se ha resuelto que si la sentencia recurrida contiene considerandos contradictorios, que, como
se sabe, provoca la anulación de las consideraciones, y en consecuencia, la carencia de justificación fáctica y
jurídica de la decisión condenatoria a que pueda haber arribado el tribunal, ello no puede ser subsanado por la
vía del recurso de aclaración, rectificación o enmienda, sino a través del correspondiente recurso de casación en
el fondo.”
Ahora bien, en cuanto a la condena en costas, se ha dicho que la "[s]entencia que condena erróneamente
en costas no puede impugnarse por la vía de la aclaración, rectificación o enmienda, ni puede subsanarse, con
posterioridad, de oficio por el tribunal dictando una sentencia complementaria".
La Excma. Corte Suprema acogió el recurso de queja interpuesto por el demandante, por falta o abuso
manifiesto, y en uso de sus facultades correctoras privativas, dejó sin efecto la sentencia de segunda instancia de
9 de julio de 2009, dictada por la Quinta Sala de la Corte de Apelaciones de Santiago, y confirmó, en lo apelado,
la sentencia de primera instancia. El considerando cuarto del máximo tribunal estableció:
"Que, en tales condiciones, los sentenciadores conculcaron el tenor expreso del artículo 146 del Código
de Procedimiento Civil, que impide condenar al pago de las costas cuando se hayan emitido, por los jueces que
concurran al fallo en un tribunal colegiado, uno o más votos favorables a la parte que pierde el asunto
debatido que es precisamente lo acontecido en la especie respecto de la recurrente, que tuvo a su favor el voto
del ministro Juan Cristóbal Mera Muñoz, quien fue de parecer de confirmar el edicto apelado, por sus propios
fundamentos.
Tal omisión constituye una falta grave, dado que de haber considerado la regla cuya preferencia se
reclama, en los términos que manda la ley, deberían de haber prescindido de la imposición de las costas al
demandante, sin que sean atendibles las razones dadas por los recurridos en su informe, ya que no se condicen
con el ejercicio de la función jurisdiccional en un tribunal superior de justicia.
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A mayor abundamiento, la magnitud de la falta se evidencia en el hecho de no ser procedente recurso
alguno contra la resolución refutada, apto para modificar o alterar las decisiones allí contenidas, sin que sea
admisible pretender, como lo planteó el abogado de la demandada en sus alegaciones formuladas en estrados,
en el sentido que el presente error se hubiera corregido a través del mecanismo que contempla el artículo 182
del Código de Procedimiento Civil, desde que la situación en comento, constituye una decisión expresa y clara
del tribunal, que no calza en aquellas susceptibles de remediar por la vía de la aclaración, rectificación o
enmienda.
Por consiguiente, de no enmendarse la inobservancia en comento por esta vía disciplinaria, la condena
en costas reprobada quedaría fijada de manera definitiva, no obstante ser legalmente improcedente, lo que
por cierto justifica que el presente arbitrio sea acogido por este capítulo”.
La decisión de condena en costas por el tribunal de segunda instancia, en efecto, era una decisión clara y
expresa, que no admite interpretación, no se trata de un error de hecho o formal que deba corregirse, sino de
alterar o modificar una errónea aplicación del derecho, en concreto, del artículo 146 del Código de Procedimiento
Civil, susceptible de atacarse por la vía de otros recursos distintos del de aclaración, rectificación o enmienda. En
el caso en análisis, como no procedían más recursos ordinarios o extraordinarios, en contra de la sentencia de la
Corte de Apelaciones, ya que solo era procedente el recurso de queja, a través del cual, precisamente, se
solucionó el problema de la condena en costas impuesta y que era legalmente improcedente, constitutiva,
además, de falta o abuso manifiesto, que se corrigió disciplinariamente.
En suma, se resolvió que resulta improcedente corregir, por la vía del recurso de aclaración, rectificación
o enmienda, una errónea condenación en costas por una Corte de Apelaciones, si ha existido un voto favorable al
perdedor.
En consecuencia, por esta vía, como lo ha señalado la Corte Suprema, "no es posible cambiar la decisión
del fallo que se rectifica" en virtud del principio del desasimiento del tribunal, que impide alterarlo o modificarlo
en manera alguna', pues no se encuentra destinado a obtener un cambio de la decisión adoptada en lo resolutivo
de la sentencia.
A dicha conclusión se arriba si se tiene en consideración que el denominado recurso de aclaración,
rectificación o enmienda, regulado entre los artículos 182 y 185 del Código de Procedimiento Civil, corresponde a
una figura que permite al tribunal, sea de oficio o a petición de parte, perfeccionar una resolución judicial, sin
que ello suponga, de manera alguna, alterar el pronunciamiento emitido. Por ello, no se puede mejorar la
pretensión de las partes, pues para eso se han establecido los recursos procesales correspondientes (apelación,
casación, etc.).
También se ha resuelto que la "sentencia omite pronunciarse sobre tachas o respecto de una acción o
excepción"
El tribunal que dictó la sentencia definitiva y que no se pronunció sobre una acción o excepción no puede
corregirla o enmendarla por la vía de la rectificación o enmienda, pues ello no puede significar que el tribunal
vaya a fallar una acción o excepción de que no se le haya formulado o que, no obstante haber sido hecha valer en
tiempo y forma, la sentencia haya omitido un pronunciamiento a su respecto.
Lo mismo puede decirse, mutatis mutandis, respecto de las tachas. Aquello, excede los límites del
recurso de aclaración o rectificación o enmienda, y los casos que así se configuren, al respecto, lo serían al
margen de los supuestos taxativamente establecidos por la ley, a que se ha hecho referencia con antelación, en las
que no caben interpretaciones o deducciones o juicios valorativos de las acciones o pretensiones de las partes y
de los hechos enjuiciados. No se puede volver a examinar los puntos que ya han quedado resueltos.
En resumen, la finalidad del recurso en estudio se contrae, en primer lugar, a aclarar puntos oscuros o
dudosos, estableciendo el verdadero sentido y alcance de lo resuelto.
En segundo lugar, a salvar omisiones o defectos, que deben remediarse para alcanzar plena eficacia, en
que se haya incurrido por parte del tribunal en la dictación de la sentencia, colmando los vacíos, respecto de lo
pedido y alegado oportunamente por las partes.
Recurso de reposición
Regulación
El recurso de reposición se encuentra regulado en el artículo 181 dentro del Título XVII del Libro I del
CPC, sin perjuicio de que se contemple de manera inarticulada en los artículos 189, 201 y 319 del mismo Código.
Concepto y fundamentación
En su sentido natural y obvio, según el Diccionario de la lengua española, es "la acción y efecto de
reponer o reponerse", y reponer, en su sexta acepción: "Dicho del juez que lo dictó: Reformar un auto o
providencia", es decir, modificar algo, por lo general, con la intención de mejorarlo.
En sentido técnico, el recurso de reposición puede definirse como el medio de impugnación
ordinario y no devolutivo que procede contra autos y decretos, por regla general, por el cual se
solicita del mismo tribunal que los dictó, con el designio de que se modifiquen o dejen sin efecto
en la parte que fuere gravosa para el recurrente, mediante el pronunciamiento de una nueva
resolución que corresponda conforme a derecho.
En suma, es una reconsideración de la decisión adoptada por el mismo tribunal que la dictó, a la cual se
puede, o no, dar lugar lo cual dependerá de la solidez de la argumentación y del acierto o desacierto de lo resuelto
en su vinculación con los actos procesales de las partes o del tribunal, evitando mayores dilaciones, sobre todo si
se acomoda el procedimiento a lo establecido en la ley procesal. La ratio iuris del recurso de reposición estriba en
la conveniencia de evitar que intervenga el tribunal ad quem si el error existente puede ser corregido o dejado sin
efecto por el mismo tribunal que dictó la resolución mediante un nuevo pronunciamiento.
A estos respectos, no rige el principio del desasimiento o de invariabilidad de las resoluciones judiciales.
Ello se explica en parte, porque, en general, el recurso procede contra los autos y decretos, por tanto, pueden ser
modificados o dejados sin efecto por el mismo órgano jurisdiccional que los dictó.
Más compleja resulta la explicación en el caso de que se impugne una sentencia interlocutoria en que
procede, por vía excepcional, el recurso de reposición, como quiera que una vez notificada se ha de producir el
desasimiento, en cuya virtud no puede ser modificada o alterada en manera alguna (excepciones que veremos
más adelante).
Una explicación posible sería pensar que es una decisión de política legislativa y que constituyen casos
de excepción al principio o regla de invariabilidad de las resoluciones judiciales, lo cual permite que se prosiga
con el impulso procesal de la causa.
Con todo, se puede advertir como elemento común el que se trata de sentencias interlocutorias
que tienen por objeto sustanciar el procedimiento. (Véase el caso de la sentencia que recibe la causa a
prueba, como lo dispone el artículo 319 del CPC; la citación para oír sentencia (art. 432 del CPC); las
inadmisibilidades del recurso de apelación (art. 201 del CPC), y casación de fondo (art. 782 del CPC), etc., para el
caso en que existiera un error en el pronunciamiento relativo a su admisibilidad.)
En otras palabras, se trata, con carácter general, de decisiones procesales, pues, en un
sentido más o menos amplio, deciden aspectos relativos a la ordenación del procedimiento. Desde
esta perspectiva, no existiría, en puridad de conceptos, una modificación o alteración del fondo o mérito de la
resolución impugnada por la vía del recurso de reposición, y, por lo demás, ello se hace dentro del cauce legal
previsto expresamente que autoriza recurrir en contra de sentencias interlocutorias.
Características
El recurso de reposición presenta las siguientes características:
1. Es un recurso ordinario, porque procede contra los autos y decretos, por regla general. Por otra parte, la
ley no establece un numerus clausus de motivos que condicionen su admisión, como sucede con el
recurso de casación, y procede en la medida que exista perjuicio o agravio producto de la resolución
impugnada.
3. Es un recurso procesal que no se pronuncia sobre el mérito o fondo de la litis, sino sobre aspectos de
ordenación del proceso. La reposición es un recurso procesal en cuanto a que su objeto son las
resoluciones de contenido procesal; sin embargo, no se pronuncia sobre el fondo de la Litis con carácter
general, tienen que ver con la regularidad del procedimiento o pureza del proceso. Como se ha dicho por
la doctrina española, por contraposición a los recursos materiales, "los recursos procesales no abren la
segunda instancia".
Así las cosas, la reposición no constituye un recurso material, que serían aquellos que impugnan
resoluciones que aplican normas materiales o sustantivas y deciden sobre la pretensión entablada,
acogiendo o rechazando la demanda, como el recurso de apelación. Lo que se persigue es la adecuación
de lo decidido a una norma procesal. No es un recurso que pretenda aplicar normas sustantivas, como
sucede con la apelación de una sentencia definitiva que acoge o rechaza una pretensión. Los autos y
decretos siempre poseen, en puridad de conceptos, un contenido procesal y no material o de fondo y, por
consiguiente, no dan origen a una segunda instancia.
Como todo recurso procesal debe ser fundado, interponerse por escrito, por vía electrónica, el
cual debe subirse al sistema de tramitación electrónica del Poder Judicial e indicarse las peticiones
Sara Abisag Càrcamo Aguayo
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concretas en orden a que se deje sin efecto o se modifique la resolución recurrida y en caso de que
se interponga un recurso de apelación subsidiario del recurso de reposición cuando se altera la
sustanciación regular del juicio o bien porque recae sobre un trámite que no esté expresamente ordenado
por la ley (art. 188 del CPC), o cuando se interponga contra la interlocutoria que recibe la causa a prueba
(art. 319 del CPC).
Pues bien, si la apelación se subordina a la previa interposición del recurso de reposición, no
será necesario fundamentar ni plantear peticiones concretas, siempre que el recurso de reposición
cumpla con ambas exigencias (art. 189 inc. 3° del CPC).
Y, en cualquier caso, si no se interpone la apelación subsidiaria y la reposición es rechazada, ya
no será posible apelar desde que el fallo negativo de la reposición es inapelable a posteriori.
4. No constituye una incidencia. La jurisprudencia más antigua de los tribunales consideraba el recurso de
reposición, con nuevos antecedentes, como un incidente nuevo, sin desconocer de manera absoluta su
carácter de recurso. Asimismo, parte de la doctrina igualmente le daba dicho carácter.
Evidentemente, el hecho de que una cuestión accesoria se tramite como incidente no lo
transforma per se en un incidente, como quiera que no es la forma de la tramitación lo que le confiere su
naturaleza jurídica, como sucede, por ejemplo, con las tercerías de posesión, de prelación o de pago (art.
521 inc. 1° del CPC), o con el cobro de honorarios, cuando se sustancia y resuelve como los incidentes
(véase el inc. 2° del art. 697 del CPC).
Hoy en día existe unanimidad jurisprudencial en orden a que la reposición establecida en el
artículo 181 del CPC no es un incidente sino un recurso ordinario que tiende a la modificación o
revocación de un auto o decreto.
5. Procede, por regla general, contra autos y decretos: Si bien la regla general es que el recurso de
reposición procede contra autos y decretos, ello no obsta a que, de manera excepcional, se pueda
interponer contra sentencias interlocutorias en los casos que lo establezca la ley (numerus clausus).
1. Reposición ordinaria: es aquella que procede contra autos y decretos, sin nuevos antecedentes, en
cuyo caso el recurso debe interponerse en el plazo de 5 días fatales, contados desde la respectiva
notificación de la resolución (art. 181 inc. 2° del CPC).
El tribunal se pronunciará sobre el recurso de reposición de plano, es decir, sin más trámite, sin
necesidad de oír a la parte contraria.
El recurso de reposición ordinario presenta la nota de no exigir otros antecedentes distintos de
los que ya constan en el proceso mismo, conforme a los cuales el tribunal deberá volver a examinar lo ya
resuelto anteriormente.
En la práctica, es el recurso que más se utiliza por los abogados de las partes, ya que presenta la
facilitad de no tener que aportar nuevos antecedentes para que la resolución impugnada sea revisada por
el mismo tribunal que la dictó, a fin de que se la modifique o se la deje sin efecto.
2. Reposición extraordinaria: es aquella que procede contra autos y decretos, con nuevos
antecedentes, en cuyo caso el recurso no tiene plazo para su interposición; esto es, se puede interponer
"en cualquier tiempo". No es aplicable a la reposición contra sentencias interlocutorias atento a la
literalidad del artículo 181 del CPC cuya regulación o régimen jurídico solo se refiere a los autos y
decretos. Dentro de sus características más importantes encontramos:
a. No tiene plazo para su interposición. Límites. El precepto legal establece que la reposición
extraordinaria se puede interponer en cualquier tiempo, dándose a entender, prima facie, que no
tiene plazo. Sin embargo, es evidente que tampoco puede permanecer en forma indeterminada
en el tiempo la posibilidad de recurrir en contra de un auto o decreto.
Pues bien, como toda resolución judicial, un primer límite para recurrir estaría dado por
la firmeza o ejecutoriedad del auto o decreto, según se infiere del mismo inciso 1° del artículo 181
del CPC, en cuanto dispone:
Clase 21.03.24
3. Reposición especial: es la que el legislador dispone que procede, de manera excepcional, en contra de
unas determinadas y concretas sentencias interlocutorias que se mencionan a continuación:
a. La resolución que recibe la causa a prueba conforme al inciso final del artículo 319 del
CPC, con apelación subsidiaria del recurso de reposición y dentro de tercero día. Se subordina la
apelación a la previa y directa interposición del recurso de reposición (art. 188 del СРС).
En consecuencia, si se interpone únicamente la reposición, sin la apelación subsidiaria,
como lo ordena la ley, y aquella resulta denegada, no se podrá por separado o de manera
autónoma interponer el último recurso, de manera directa, aun cuando esté dentro del plazo
para apelar.
d. La resolución que declara inadmisible la casación (arts. 778 y 781 del CPC).
g.La resolución que declara inadmisible el recurso de queja (art. 549 letra a) del COT,
fundada en un error de hecho (por ejemplo, porque se haya contabilizado mal un plazo).
Legitimación y oportunidad para interponer el recurso de reposición
Dos aspectos relevantes en la reposición son la legitimación y la oportunidad procesal para interponerlo.
Ambos serán objeto de este estudio.
Legitimación activa
Está legitimada para interponer el recurso de reposición la parte agraviada con la resolución dictada por
el órgano jurisdiccional ya sea por una parte directa o bien por un tercero que haya sido admitido al proceso en
virtud de una resolución judicial con el designio de que se reconsidere y rectifique lo resuelto por el mismo
tribunal que pronunció la resolución.
La intervención del tercero como recurrente en este y en cualquier otro recurso está fuera de toda duda
en atención a la expresa autorización legal dada por nuestro ordenamiento.
En efecto, el tercero puede intervenir en un proceso declarativo o ejecutivo. De acuerdo con las reglas
comunes a todo procedimiento del Libro I se regula, en concreto, la figura del tercero excluyente, como
interviniente principal, según el artículo 22 del CPC, y otras figuras adhesivas como la del tercero coadyuvante
según el artículo 23 inciso 1°, y, por último, la del tercero independiente, según el inciso final del mismo artículo
23 del CPC.
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Todo ello, sin perjuicio de los derechos de recurrir que corresponde a los terceristas de dominio,
posesión, prelación o de pago, como intervención principal, en el contexto del juicio ejecutivo, en atención a que
ingresan al proceso pendiente como parte demandante con una pretensión incompatible frente a la del
ejecutante y ejecutado, y, como tales, pueden recurrir de las resoluciones que les causen agravio a sus intereses.
Oportunidad
En cuanto a la oportunidad procesal para interponer el recurso de reposición es necesario distinguir
según la tipología del mismo recurso:
Tramitación
El recurso de reposición, como se ha dicho antes, es un escrito que debe presentar la parte ante el mismo
tribunal que dictó la resolución que se pretende impugnar, el cual asimismo deberá resolver dicho recurso, si
bien puede no ser resuelto por el mismo juez.
En efecto, el artículo 33 del CPC autoriza a que los secretarios de los juzgados civiles puedan dictar por sí
solos las sentencias interlocutorias, a excepción de las que ponen término al juicio o que hagan imposible su
continuación, autos y decretos, providencias o proveídos.
Pues bien, como se ha dicho antes, si se ha hecho uso de esa facultad en orden a que el secretario actúe
como juez tramitador, las reposiciones que sean procedentes en contra de las referidas resoluciones dictadas por
el secretario letrado serán resueltas por el juez titular y no por el secretario.
En la tramitación del recurso de reposición debe atenderse a su tipología de ordinario, extraordinario, y
el caso especial en que se recurre en contra de sentencias interlocutorias. Estas cuestiones se revisarán a
continuación:
2. La resolución que acoge la reposición es apelable: en contra de la resolución que acoge una
reposición procede el recurso de apelación, sin perjuicio del fallo favorable o desfavorable de él. Se
aplican aquí las reglas generales que gobiernan el recurso de apelación.
En caso de que la parte haya obtenido, no podrá deducir recurso alguno en contra de la
resolución que acogió el recurso de reposición, por carecer de agravio. Si interpuso el recurso de
apelación de manera subsidiaria, este le será denegado.
Pues bien, acogido el recurso de reposición, el auto o decreto impugnado es revocado o
modificado por el tribunal, según se haya solicitado en la parte petitoria o petitum del recurso. Sin
embargo, la parte contraria perjudicada o agraviada por la resolución judicial, quien no dedujo el recurso
de reposición que fue acogido, sí podrá recurrir de apelación en contra de la señalada resolución, en
conformidad a las reglas generales.
Al respecto, para fundar dicha conclusión, se puede argumentar a contrario sensu del artículo
181 inciso 2° del CPC.
En efecto, si se acoge el recurso de reposición interpuesto, se hayan hecho valer o no nuevos
antecedentes, es decir, la regla rige tanto para la reposición ordinaria como la extraordinaria, dicha
resolución será apelable dado que el artículo 181 del CPC solo hace inapelable la que desecha un recurso
de reposición.
En el caso de las reposiciones especiales, es decir, aquellas que proceden en contra de sentencias
interlocutorias, debe estarse a su regulación que la prevea, y si la ley nada establece, habrá de recurrirse
a las reglas generales, es decir, tendrá que fallarse de plano.
Un ejemplo, entre otros, de regulación que establece una reposición especial es la del artículo
432 del CPC en cuanto ordena citar a las partes a oír sentencia (sentencia interlocutoria) que solo es
susceptible de ser recurrida por el recurso de reposición, "el que deberá fundarse en un error de hecho y
deducirse dentro de tercero día. La resolución que resuelva la reposición será inapelable" En cambio, el
texto del artículo 319 del mismo Código establece que las partes pueden pedir reposición, dentro de
tercero día, de la resolución que recibe la causa a prueba (sentencia interlocutoria), en el juicio ordinario,
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para pedir que se modifiquen, eliminen o agreguen otros hechos controvertidos. El tribunal se
pronunciará de plano sobre la reposición o la tramitará como incidente. La apelación sólo se podrá
interponer en el carácter de subsidiaria de la reposición pedida y para el caso de que esta no sea acogida.
En términos generales, con la subsidiariedad del recurso de apelación respecto del recurso de
reposición se evita que se extinga el plazo para apelar si la reposición fuera rechazada, ello se pone de
manifiesto, especialmente, en el caso de la reposición ordinaria (5 días) que coincide con el plazo para
apelar (5 días), atendido a que el término para apelar no se suspende con la solicitud de reposición (art.
190 del CPC). La misma cuestión se advierte en el artículo 189 en virtud del cual la apelación debe
deducirse en forma subsidiaria del recurso de reposición respecto de autos o decretos que alteran la
sustanciación regular del juicio o recaen sobre trámites que no están expresamente ordenados por la ley.
2. En segundo término, se ha resuelto que la resolución que se pronuncia sobre el recurso de reposición no
es de aquellas que permitan la interposición de un recurso de queja (que veremos más adelante). Como
se sabe, conforme al artículo 545 del COT, el recurso de queja sólo procederá cuando la falta o abuso se
cometa en sentencia interlocutoria que ponga fin al juicio haga imposible su continuación, o bien en una
sentencia definitiva que no sea susceptible de recurso alguno.
Pues bien, la Corte Suprema resolvió que la resolución que se pronuncia sobre un recurso de
reposición no es de aquellas que permitan la interposición de un recurso de queja, puesto que no
participa de la naturaleza de las resoluciones indicadas, "toda vez que lo realmente discutido es la
resolución anterior sobre la que se pronuncia la decisión que formalmente es impugnada por esta vía,
circunstancias en las que es claro que respecto de aquélla existe recurso, precisamente el de reposición
que fuera desechado".
3. El tercer lugar, también se ha fallado que no procede recurso de casación en la forma en contra de
resolución que rechazó recurso de reposición en contra de resolución que declaró desierto un recurso de
apelación interpuesto contra la resolución que denegó incidencia de nulidad incoada por demandada en
juicio sobre acción pauliana o revocatoria acogida.
Los considerandos pertinentes de la sentencia de la Corte Suprema son los siguientes:
"Que el recurrente interpone el recurso de nulidad formal en contra de la resolución que rechazó
el recurso de reposición deducido por el mismo en contra de la resolución que, a su vez, declaró desierto
el recurso de apelación interpuesto por la misma parte en contra del rechazo de una incidencia de
nulidad promovida ante el tribunal a quo respectivo"
"Que el artículo 766 del Código de Procedimiento Civil establece: El recurso de casación en la
forma se concede contra las sentencias definitivas, contra las sentencias interlocutorias cuando poner
término al juicio o hacen imposible su continuación y, excepcionalmente, contra las sentencias
interlocutorias dictadas en segunda instancia sin previo emplazamiento de la parte agraviada, o sin
señalar día y hora para la vista de la causa'".
"Que al reflexionar en torno a la naturaleza jurídica de la resolución que por esta vía se impugna,
esto es, de aquellas que se pronuncian sobre un recurso de reposición deducido en contra de una
resolución que declara la deserción del recurso de apelación interpuesto, a su vez, en contra de una
incidencia de nulidad promovida en primera instancia, cabe concluir que ésta no presenta las
características propias de las aludidas en el motivo anterior, toda vez que no se ha puesto fin a la
instancia, tampoco se ha concluido el juicio ni hace imposible su prosecución; no se refiere a la última
actuación descrita por el precepto señalado y que permitiría la concurrencia del recurso intentado, ya
4. En cuarto lugar, se ha dicho que la resolución de primera instancia que rechaza incidente de nulidad de
todo lo obrado por falta de emplazamiento sólo es apelable derechamente :
La Corte de Apelaciones de Santiago resolvió, al respecto, lo siguiente:
"La resolución que declara la nulidad procesal del procedimiento y del remate efectuado en la
causa por falta de emplazamiento, es una sentencia interlocutoria, que no se encuentra entre aquellas
que conforme a los artículos 188 y 189 del Código de Procedimiento Civil son susceptibles de apelación y
reposición subsidiaria, sino sólo es posible el recurso de apelación interpuesto conforme al inciso 1° del
artículo 189 del citado Código. Debiendo acogerse el recurso de hecho".
6. En sexto lugar, se ha indicado que la resolución que acoge excepciones dilatorias es una sentencia
interlocutoria, de modo que por expresa disposición de la ley debe interponerse de manera directa o
principal, y no de manera subsidiaria, por lo cual fue declarada inadmisible.
Uno de los considerandos, en concreto el quinto de la sentencia de la Corte Suprema, dispuso:
"Que, como ya se adelantó, el estatuto procesal en materia de apelaciones regula la procedencia
de dicho recurso y su forma de interposición en vinculación directa e inmediata con la naturaleza
jurídica de la resolución cuya reforma se pretende. Deberá, entonces, deducirse la apelación por parte
del agraviado de forma directa cuando la resolución recurrida es de aquellas que, según el estatuto ya
descrito, son susceptibles de apelación por antonomasia, es decir, cuando se trate de sentencias
definitivas o interlocutorias. A tal conclusión es posible arribar del propio texto normativo, que lo regula
conforme a su carácter de vía de impugnación principal, en que el legislador estatuye como excepción a
la apelación subsidiaria respecto de autos y decretos que alteren la substanciación regular del juicio o
recaigan sobre trámites que no están expresamente ordenados por la ley. De igual manera, cuando el
recurso ordinario en análisis debe interponerse de forma subsidiaria, al impugnar una sentencia
interlocutoria, ha sido también la propia ley quien lo ordena, como ocurre con aquel que debe deducirse
en subsidio de la reposición respecto de la resolución que recibe la causa a prueba (art. 310 del Código de
Procedimiento Civil)".
El considerando séptimo, por su parte, estableció: "Que de lo que han sido los razonamientos
que anteceden, y en especial de la relación de los motivos quinto y sexto de este fallo de casación, resulta
inconcuso que respecto de una sentencia interlocutoria, como la que nos ocupa, el recurso de apelación
debe -por expresa disposición del legislador- interponerse de manera principal y directa en contra de la
decisión recurrida y no en carácter subsidiario, como ocurrió en autos, puesto que no se trata de un auto
o decreto que de manera excepcional es apelable, ni de aquellas situaciones en que tratándose de una
interlocutoria el legislador expresamente prevé la interposición de la apelación de manera subsidiaria".
4. El recurso de reposición en materia tributaria: de acuerdo con el artículo 133 del CT, las resoluciones que
se dictaren durante la tramitación del reclamo, con algunas excepciones, sólo serán susceptibles del
recurso de reposición, el cual deberá interponerse dentro del término de cinco días contado desde la
notificación correspondiente.
La resolución que falle la reposición no es susceptible de recurso alguno.
Por su parte, los incisos 1° y 2° del artículo 139 del mismo Código establecen:
"Respecto de la resolución que declare inadmisible un reclamo o haga imposible su continuación
podrán interponerse los recursos de reposición y apelación, en el plazo de quince días contado desde la
respectiva notificación. De interponerse apelación, deberá hacerse siempre en subsidio de la reposición y
procederá en el sólo efecto devolutivo.
5. El recurso de reposición en el CPP: para determinar las resoluciones que pueden ser objeto del recurso
de reposición y su tramitación se distingue si se dictaron en audiencia o fuera de ella.
Reposición de las resoluciones dictadas fuera de audiencia: conforme al artículo 362 del CPP,
son susceptibles del recurso de reposición las sentencias interlocutorias, autos y decretos dictados fuera
de audiencia. Respecto de ellas podrá pedirse reposición dentro de tercero día, al mismo tribunal que los
hubiere pronunciado. El plazo es de días corridos (art. 14 del CPP), fatal e improrrogable (art. 16 del
CPP). No se suspenden los plazos por la interposición de días feriados. Con todo, cuando un plazo de
días concedido a los intervinientes venciere en día feriado, se considerará ampliado hasta las
veinticuatro horas del día siguiente que no fuere feriado (art. 14, in fine, del CPP).
El recurso de reposición debe presentarse por escrito y en forma fundada, esto es, debe contener
los fundamentos de hecho y de derecho en que se funde y, además, contener peticiones concretas.
Clase 25.03.24
Se dieron instrucciones del trabajo para sumar décimas para la solemne (hasta el min 19:00), el resto de
la clase fue para avanzar el mismo.
Clase 08.04.2024
Recurso de apelación
Como el legislador fue flojo y no definió el recurso de apelación, la doctrina otorga una conceptualización
del mismo: “Es aquel medio de impugnación cuyo titular es la parte agraviada por una resolución
judicial, destinado a obtener una segunda revisión de los puntos de hecho y de derecho que
comprende el asunto, por el tribunal superior al que lo dictó, con el fin de que éste la revoque o
modifique con arreglo a derecho, subsanando los agravios que le cause a la parte que lo entabla.”
Sin embargo, existen excepciones en que no es necesario interponer un recurso para provocar la 2da
instancia, como lo es en el caso del juicio de hacienda, con la consulta de sentencias, cuando éstas
afectan a los intereses del Fisco.
1. Las sentencia definitiva de 1ra instancia. La excepción lo figura el art 187 CPC, señalando que no son
apelables las sentencias definitivas de única instancia y las de 2da instancia.
2. Las sentencias interlocutorias de 1ra instancia. La excepción lo figura el 187, señalando que no son
apelables las sentencias interlocutorias de única instancia, y las que se dicten en 2da instancia, por
ejemplo, los incidentes tramitados en 2da instancia, según el 210.
3. Excepcionalmente, los autos y decretos serán apelables cuando se reúnan las características que
establece el 188:
- Que se hayan dictado en 1ra instancia.
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- Que alteren la substanciación regular del juicio. Por ejemplo, que el tribunal, en un juicio ordinario de
mayor cuantía, provea la réplica citando a las partes a una audiencia de conciliación, cuando le
corresponde, en realidad, dar traslado para la dúplica.
- Que recaigan sobre trámites que no están expresamente ordenados por la ley.
● La parte que interpone el recurso se denomina apelante, y la parte en contra que deduce el recurso se
denomina apelado. Ambos pueden ser apelante y apelado simultáneamente, cuando ambos resulten
agraviados por la resolución que se trata de impugnar.
1. Sentencias definitivas de 1ra instancia: La apelación debe interponerse en un plazo fatal de 10 días desde
la notificación por cédula a la parte que interpone el recurso, según dispone el artículo 189.
2. En los demás casos que no se trate de una sentencia definitiva de 1ra instancia: En virtud del mismo 189,
la apelación debe interponerse en un plazo fatal de 5 días, contados desde la notificación de la sentencia
a la parte que entabla el recurso.
Plazos excepcionales
- La apelación que se interpone en conjunto con la reposición, el plazo será de 3 días. Por ejemplo, cuando
se interpone reposición con apelación en subsidio en contra de la resolución que reciba la causa a
prueba, según el art. 319.
- La apelación interpuesta en contra del laudo y ordenata, en los juicios de partición, tendrá un plazo de 15
días.
1. Las resoluciones que se dictan en 2da instancia, como los incidentes, interlocutorias, autos y decretos.
2. Por regla general, toda resolución que emane de un procedimiento cuya cuantía no exceda de 10 UTM
serán inapelables. Sin embargo, si es que en esos procedimientos intervienen personas con fuero menor,
las causas que se conocen en 1ra instancia, aun cuando la cuantía no exceda de 10 UTM, podrán
interponer el recurso de apelación.
3. Será inapelable la resolución que otorgue la solicitud para realizar una actuación judicial en un día hora
inhábil, según el artículo 60 CPC.
4. La resolución que se pronuncia sobre un recurso de reposición es inapelable. Sin embargo, hay doctrina
que discute si esto opera en todo caso, o hay que distinguir si es que se acoge o no la reposición.
5. La resolución que recibe el incidente a prueba es inapelable, según el 90 CPC, pues es impugnable
mediante la reposición con apelación en subsidio.
6. La resolución que da lugar a la solicitud de inhibición es inapelable, según el artículo 107 CPC.
7. Es inapelable la resolución que dispone una diligencia probatoria, y la que da a lugar a la ampliación de
prueba sobre hechos nuevos y alegados en el término probatorio, según el artículo 326 CPC.
8. Son inapelables las sentencias pronunciadas por árbitros arbitradores, a menos que las partes hayan
reservado el recurso de apelación por sí mismas.
La regla general es que se debe interponer el recurso de apelación por escrito, dentro del plazo
correspondiente (3, 5 o 10 días, o dependiendo del caso excepcional). Sin embargo, se puede apelar de manera
verbal, de manera excepcional, cuando la ley así lo indica. Por ejemplo, como ocurre en los juicios sumarios, en la
audiencia de contestación y conciliación, salvo que las partes hagan uso de la minuta.
Siguiendo la misma línea, el artículo 189 dispone “En los procedimientos o actuaciones para las cuales
la ley establezca la oralidad, se podrá apelar en forma verbal siempre que someramente se señalen los
fundamentos de hecho y de derecho del recurso y se formulen peticiones concretas, de todo lo cual deberá
dejarse constancia en el acta respectiva”. Sin embargo, en la práctica se apela por escrito, mayoritariamente.
1. Debe tener los requisitos generales de todo escrito, como la individualización de las partes, del tribunal,
contener el rol de la causa, la carátula, etc.
2. Debe contener los requisitos específicos que dispone el 189 CPC:
- Debe contener los fundamentos de hecho y de derecho en que se apoya el recurso, que son los
que se utilizaron en 1ra instancia.
- Debe contener las peticiones concretas que se formulan al tribunal. Según jurisprudencia, las
peticiones concretas se entienden como:
1. Que se revoque o confirme la sentencia en primera instancia.
2. Indicar la manera en que debe resolverse el asunto por la Corte de Apelaciones, en 2da
instancia. Por ejemplo, si en 1ra instancia se revolvió un contrato con indemnización de
perjuicios, el demandado deberá, en su apelación, solicitar que se revoque ese fallo, y
que se rechace la demanda en todas sus partes.
Situaciones especiales
1. Según lo que dispone el artículo 189, en aquellos casos en que la apelación se interponga de manera
subsidiaria de la reposición, no será necesario fundamentar la apelación ni formular peticiones
concretas, porque solo basta con remitirse al escrito de reposición principal.
2. También constituye una situación especial respecto a la apelación, es que la ley establezca la oralidad
para hacerlo, como sucede en los juicios sumarios, teniendo que señalar los fundamentos de hecho y de
derecho someramente, según el artículo 189.
Se debe interponer ante el mismo tribunal que dictó la resolución que se intenta impugnar, con el
objetivo de que el tribunal superior conozca del asunto, elevando los antecedentes correspondientes.
La ley le obliga al tribunal que pronunció la resolución que se busca impugnar constatar diversos
requisitos formales, sin tener que dar traslado a la contraparte:
1. Que la resolución apelada sea susceptible de ser impugnada a través del recurso de apelación.
2. Que el recurso haya sido interpuesto dentro de plazo, y el tribunal deberá verificar la fecha de
notificación a la parte que presenta la apelación.
3. Que el recurso contenga los fundamentos de hecho y de derecho, junto a las peticiones concretas.
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1. Si determina que la apelación cumple con los requisitos señalados, el tribunal ad quo dictará una
resolución en la que concede el recurso de apelación, disponiendo que los antecedentes sean elevados al
tribunal superior, quien es el encargado de conocer el recurso.
● La resolución que concede el recurso de apelación es notificada por Estado Diario a las partes. Frente a
esta resolución, las partes pueden interponer los siguientes recursos:
- Recurso de reposición, dentro del plazo de 3 días.
- Recurso de hecho.
2. Si el tribunal determina que la apelación no cumple con los requisitos señalados, dictará una resolución
que exprese esta situación. Por ejemplo, que la resolución no sea susceptible de ser impugnada a través
de apelación, el tribunal dictará “No a lugar, por improcedente”.
● La resolución que no concede el recurso de apelación es susceptible de ser impugnada por los mismos
recursos antes señalados.
1. Efecto devolutivo: Con la sola interposición del recurso por el apelante, se genera este efecto, pues es uno
que nunca podrá faltar. Se define como “Aquel efecto propio y de la esencia del recurso de apelación, en
virtud del cual se otorga competencia al tribunal superior, para conocer y resolver el asunto
controvertido por vía de apelación”.
Lo anterior quiere decir que el tribunal de 2da instancia no puede pronunciarse sobre las acciones
y excepciones respecto de las cuales no se haya pronunciado el tribunal de 1ra instancia , o que no
hayan sido expresamente sometidos a juicio por las partes en 1ra instancia.
Como última excepción, la ley permite oponer excepciones perentorias antes de la vista de la causa, en
2da instancia y, por consiguiente, facultan al tribunal de 2da instancia pronunciarse sobre ellas, aun cuando no
hayan sido pronunciadas y/o resueltas en 1ra instancia.
2. Efecto suspensivo: Este efecto no es de la esencia del recurso de apelación. Pero para algunos profesores,
como Julio Salas Vivaldi, este efecto constituye la regla general.
El objeto es hacer perder al tribunal de 1ra instancia su competencia para conocer del asunto, o sea, que
paraliza la tramitación de la causa en 1ra instancia, o bien el cumplimiento del fallo, mientras no se resuelva el
recurso de apelación.
● Cuando se concede la apelación en el solo efecto devolutivo, significa que hay dos tribunales conociendo
de la misma causa. En cambio, cuando se concede en ambos efectos, sólo el tribunal de 2da instancia
tendrá la competencia para seguir conociendo del asunto, suspendiendo la competencia del tribunal
inferior, según el artículo 191.
● El tribunal, para conceder en el sólo efecto devolutivo, debe hacerlo de forma expresa, de lo contrario se
entenderá que la apelación se concederá en ambos efectos.
Se puede llegar a esa conclusión tomando en cuenta dos artículos del CPC:
- Por el 195, que dispone “Fuera de los casos determinados en el artículo precedente, la apelación deberá
otorgarse en ambos efectos”. Este artículo hace mención al 194, donde se detallan los casos en que se
concede la apelación en el solo efecto devolutivo, lo que debe ligarse con “en los demás casos…”, dando a
entender que es la regla general.
- Por el 193, que dispone “Cuando se otorga simplemente apelación, sin limitar sus efectos, se entenderá
que comprende el efecto devolutivo y el suspensivo”.
¿Qué sucede si se da cumplimiento a una resolución apelada en el solo efecto devolutivo, y luego
es revocada por el tribunal superior?
Como no se paraliza la causa, el tribunal de 1ra instancia sigue teniendo la competencia para conocer del
asunto, teniendo que, a petición de partes, ordenar el cumplimiento condicional de la resolución apelada.
De esta forma, si es que el tribunal de 2da instancia confirma esa resolución, y cuando devuelva el
expediente al tribunal de 1ra instancia y éste dicte el cúmplase del recurso, y sea notificada a las partes, esa
resolución se encontrará firme y ejecutoriada.
Ahora, si se da cumplimiento de la resolución impugnada en 1ra instancia, y la Corte la revoca, deberá
dejarse sin efecto lo cumplido, retrotrayendo la causa como si no se hubiese dictado sentencia. En ese caso, se le
debe indemnizar al apelado de todos los perjuicios que el cumplimiento de la sentencia apelada le hubiere
ocasionado.
Por ello, se recomienda pedir el cumplimiento condicional de la sentencia apelada cuando se tiene un
total convencimiento de que en 2da instancia igual vencerá.
La orden de no innovar.
Esta figura se da cuando se eleva una apelación con el solo efecto devolutivo porque con ambos efectos se
paraliza la tramitación en primera instancia. El legislador se encuentra consciente de los perjuicios que puede
ocasionar el cumplimiento condicional de una sentencia apelada que luego es revocada por el tribunal superior
que conoce del recurso de apelación, cuando se concede ésta sólo en el efecto devolutivo.
Para evitar perjuicios a los apelantes se les permite solicitar una orden de no innovar, en virtud del
artículo 192 inciso 2 del CPC, la cual deberá ser formulada por el apelante ante el tribunal ad quem (nunca la
solicite de manera conjunta con la apelación, ya que esa solicitud se deberá reiterar ante la Corte, ya que la
apelación se interpone ante el tribunal a quo). La orden de no innovar, que es pronunciada por el tribunal
superior, suspende los efectos de la resolución recurrida o paraliza su cumplimiento, según sea el caso. El
tribunal podrá restringir estos efectos por resolución fundada.
Por lo tanto, la orden de no innovar es una resolución judicial dictada por un órgano jurisdiccional en
cuya virtud se ordena a un tribunal inferior que está conociendo de un asunto, paralizar el procedimiento y no
llevar a efecto gestión alguna que tienda a proseguir la tramitación de la causa o a cumplir la resolución objetada.
Tramitación:
1. Esta petición de no innovar debe formularla el apelante y la ley no señala la oportunidad para hacer uso
de esta facultad. De allí que pueda ejercerse hasta antes de la vista de la causa.
2. Las peticiones de orden de no innovar serán distribuidas por el presidente de la Corte, mediante sorteo,
entre las salas en que esté dividida y se resolverán en cuenta. Los fundamentos de las resoluciones que se
dicten en relación a la orden de no innovar no constituyen causal de inhabilidad.
¿A qué sala el secretario deberá dar cuenta del contenido del expediente?
Deberá dar cuenta a la sala tramitadora, cuando exista más de una sala. La sala tramitadora será
la primera sala, sea que esté o no integrada por el presidente de la Corte, según lo señala el artículo 70
del COT.
Sara Abisag Càrcamo Aguayo
Apunte: Impugnaciones y Recursos - Año 2024 -
Prof: Ercilia Alday Bugueño
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Corresponderá luego a la sala tramitadora realizar un nuevo estudio de los requisitos formales
de la apelación
En este sentido dispone el Art. 213 que “Elevado un proceso en apelación, el tribunal superior examinará
en cuenta si el recurso es admisible y si ha sido interpuesto dentro del término legal.”
Además, conforme al artículo 201, si la apelación se ha interpuesto fuera de plazo o respecto de
resolución inapelable o no es fundada o no contiene peticiones concretas, el tribunal correspondiente deberá
declararla inadmisible de oficio. De forma tal que como consecuencia de este estudio que realiza la sala
tramitadora puede ocurrir lo siguiente:
1) Considerar que el recurso no cumple con los requisitos formales necesarios para la apelación, declarándole
inadmisible o que simplemente no ha sido interpuesto dentro del término legal.
Como consecuencia de ello:
a) Según el Art. 213 del CPC, si la sala tramitadora considera inadmisible o extemporáneo el recurso, lo
declarará sin lugar desde luego o mandará traer los autos en relación sobre este punto.
b) Según el Art. 214 del CPC, Si el tribunal superior declara no haber lugar al recurso, ya sea porque lo
declarará sin lugar desde luego o llega a esta conclusión luego de mandar a traer los autos en relación,
devolverá el proceso al tribunal inferior para el cumplimiento del fallo.
2) Considerar que el recurso cumple con los requisitos formales necesarios para la apelación, declarándole
admisible. Ello producirá los siguientes efectos:
a) Si la sentencia es definitiva se mandará a que se traigan los autos en relación.
b) Si la sentencia no es definitiva, dispone el Art. 199 del CPC (antes de la vigencia de la Ley Nº 20.886),
que la apelación de toda resolución que no sea sentencia definitiva se verá en cuenta, a menos que
cualquiera de las partes dentro del plazo para comparecer en segunda instancia solicite alegatos.
En este caso se entrará a conocer el fondo del asunto por alguna de las salas.
De las resoluciones que se pronuncien sobre la admisibilidad o inadmisibilidad, podrá pedirse reposición
dentro de tercero día.
Debe tenerse en cuenta en todo caso, que conforme al artículo 527 del Código Orgánico de Tribunales:
“Las defensas orales ante cualquier tribunal de la República sólo podrán hacerse por un abogado habilitado
para el ejercicio de la profesión. No obstante, los postulantes que estén realizando su práctica para obtener el
título de abogado en las Corporaciones de Asistencia Judicial creadas por la Ley N° 17.995, podrán hacer tales
defensas ante las Cortes de Apelaciones y Marciales en favor de las personas patrocinadas por esas entidades.
Para estos fines el representante de ellas deberá otorgar al postulante un certificado que lo acredite como tal”.
Sanción en caso que las partes no cumplan su obligación de comparecer en segunda instancia
dentro del plazo señalado en la ley